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Capítulo 27.

Rose

El castillo se llenó de la familia Doyle, los D'angelo Turner causaron revuelo al entrar esa noche. Los escuché cuando estaba por medirme el vestido, específicamente la voz de la hija menor del matrimonio, Belliz. Sus tíos aseguraban que era igual a madre, ambas exóticas con ese cabello rojo, pecas, sonrientes y esa mirada traviesa. Ella junto con sus dos hermanos Lorenzo y Lucíano gemelos, alegraron el hogar con sus risas y anécdotas.

Me fue imposible no quedarme viéndolos de más al ver su acento italiano y ese porte delgado y fino de los gemelos. Divertían la sola vista, totalmente idénticos en físico y ademanes que daban miedo. Sus padres Lougina y Antonio D'angelo, eran otra historia, una pareja bastante simpática y amable. Conocí de parte de Lougina su historia y como se enamoró de su esposo de adolescente.

La envidié, porque de una u otra manera ella logró ser una hija abnegada, empresaria e independiente antes de casarse con el amor de toda su vida, pese a sus problemas personales. Los problemas jamás la vencieron, ni la desaparición de su padre o la muerte de su madre o el rechazo público por ser novia de un hombre casado (sin ella saberlo). Lougina era ese prototipo de mujer que todas envidiarían, de quien recibí varios consejos, algunos de ellos llegaron tarde a mi vida.

"-Se agradecida; a Dios, a la vida o quien sea tu guía, dale menos importancia a las cosas, no vivas para complacer a los demás, tus actos hablaran más que mil palabras, vive el momento sin arrepentimientos, los fracasos son lecciones no bancas para llorar ni estancarse ... se feliz, ama y permite que te amen sin barreras."

-¿Estas asustada? -pregunta la chica de cabello rojo, que me ayuda con el peinado y las demás observan su labor.

Sus largos y delgados dedos rosados se mueven rápido por mi corto cabello. Insistí en que era imposible que lograra hacer mucho con él y me dijo que la palabra "imposible", sus padres se lo habían sacado de la cabeza "Los limites están en tu mente". Imagino que tener una madre como la que tiene sus ventajas.

-Un poco, creo que es normal -respondo y todas las mujeres en la habitación sonríen.

-Yo me casé muy vieja para tener miedos y Guido es el mejor de los hombres al igual que Gino-confiesa Laura - cuando creí el tren no pasaba o me había dejado, descubrí que solo debía esperar al correcto.

Suelto todo el aire al ver mi reflejo en el espejo, me doy ánimos a la mujer vestida de blanco, con corona y ramo en sus manos que tengo ante mí. Laura, Megan, Gabriela, Belliz me acompañan, mientras que Lougina y Veruzka, organizan el salón, jardín y recepción de la misma. Las cuatro me han dado ánimos y ayudado en mi labor, sonrió cada cierto tiempo por algún comentario de las más jóvenes y la risa descontrolada de sus mayores. El dialogo de la noche anterior había ayudado, tenía muchas esperanzas en que podría funcionar.

-Estás hermosa cariño -habla la voz de Laura, quien curiosamente es la que me siento más cercana. Apoya su mano en mis hombros, mientras besa mi mejilla.

-Sé que estas asustada, pero te aseguro que Gino es un amor -habla la señora Megan. -es incapaz de dañar a una mujer...

-Evanna no piensa lo mismo -réplica su hermana y alzo la vista de mi vestido al escuchar ese nombre-Discutió con ella en los pasillos semi desnuda y el con su ropa vuelto un caos, todos sabían lo que había pasado.

-¡Gabriela! -reprochan sus tías y Belliz la pellizca en un brazo, lo que ocasiona que se sacuda molesta.

-¿Qué quieres decir? -pregunto con el corazón latiendo a millón y un sudor frio corre por mi cuerpo.

La chica es bastante parlanchina, últimamente más de la cuenta porque no sale del castillo. Me observa con rostro espantado, solo cuando pregunto parece notar que se la ha ido la lengua.

-Absolutamente nada quiere decir, -habla Megan, pero es claro su comentario, solo deseo que lo amplíe a un mas -el que debe explicarse es Gino, no es problema nuestro-sigue y abre sus ojos azules molesta en dirección a su sobrina-Creo que el encierro te está afectando porque tú no eres así.

Me quedo frente a ellas en búsqueda de respuestas, Megan sale con el enfado a flor de piel. No le gustó la indiscreción de Gabriela y menos su actitud, con ese porte de "no he hecho nada malo.

Yo debería dejar que él se explique, no ocultara nada porque suele ser crudo en sus confesiones, pero si no lo dijo antes, tampoco ahora.

-Por favor -insisto -¿Qué sucedió?

Gabriela baja el rostro apenada, no tiene filtros tal cual como su hermano y suele decir las cosas como las piensa. No obstante, el castigo de no salir del castillo por quedarse por más en Estambul, no comunicarse con sus padres, le está afectando en exceso.

-Fue por parte de ella, pero Gino se excedió, ahora Evanna levantará cargos contra la compañía...papá estará en problemas y solo por su culpa. -sigue diciendo ajena a las miradas de reproches de las damas allí. -la tía Laura estaba allí -señala a la mujer quien resopla y la mira con enfado.

No es un buen indicio, confesiones de esa naturaleza en plena boda no es buena señal ¿Debería dejar todo tirado? Aun podía irme a Brasil y dejar todo atrás, esperar que reciban esos cuadros e irme.

-No hizo nada que ella no provocara -lo defiende Laura y sigo sin entender -ella lo amenazó, tenía que hacerle ver que no se dejaría sobornar.

Belliz y yo nos miramos unas con otras, escucho con atención lo que sucedió, las dos chicas tienen algo que decir sobre ello, sea una opinión o un comentario. Me quedo contemplándolas, mientras mi humor empieza a cambiar. Él estuvo con esa mujer un día antes de casarse conmigo y no dio detalles de lo que sucedió. Se acostó en mi cama, me besó y acarició luego que hiciera lo mismo con ella.

Me hizo promesas que había roto horas antes y esa noticia me dolía.

Ante mí y como si yo no existiera, Belliz y Gabriela empiezan a discutir sobre si Gino hizo mal o no. Me hice una idea de lo que había ocurrido, la rabia subió a mi cabeza y lo odié por hacerme esto el día de nuestra boda y por mentirme.

-¡Silencio! ¡A las dos! -habla Laura enfadada y mirando con reproche a su sobrina. -Por el amor de Dios Gabriela ¿No encontraste un mejor momento para lanzar tu veneno?

La aludida baja el rostro y sus ojos se humedecen, no es consciente de lo que dice, solo cuando ya lo ha dicho y normalmente es demasiado tarde. Imagino es lo impetuosa, su juventud o ser de esa familia de locos.

-Está bien, no pasó a mayores y es lo que importa -las calmo, pero sé no está bien.

Si importa, descubro que lo hace y mucho, duele como un demonio.

Mi cuerpo se enciende y mi corazón late al saber que ella entró a esa oficina, cuando él dormía, solo alguien que le dan confianza hace algo de esa . Me prometo enfrentarlo en cuanto tenga oportunidad, si él no quiere un circo de matrimonio, yo no deseo ser la esposa devota y cornuda.

-Rose -escucho la voz de Thomas detrás de la puerta y observo a las demás que me miran expectante. -Es hora cariño.

Era quizás mi sentencia, mi paso de la libertad a las rejas de una jaula de oro. Mientras avanzo a la puerta pasan por mi mente todo lo que ha sido mi vida. La gran mayoría trágicas, la pérdida de mis padres, de mi hermano, el accidente de Archie y posterior desprecio de sus padres, la muerte del abuelo, mi intento de suicido e ingreso a ese centro de atención. La vida en la isla con el pequeño Mylan, su crecimiento, primeros pasos, palabras y mi deseo de ser una madre para él.

Mi vida pasaba por mi mente a medida que bajaba las escaleras de la mano de la única persona que, junto con mi abuela, jamás me abandonó y me apoyó en todo momento. Estaba asustada, dolida y herida, no tengo claro cuál de esos sentimientos sobresale, solo que duele mucho.

Sonríe mientras aprieta mis manos que tengo sostenida en su antebrazo. La nostalgia llega a mí, al ver la familia tan extensa que tiene Gino y como la mía es solo Thomas y la abuela.

-Son tantos en familia y unidos-murmuro a Thomas quien me mira sonriente.

- Tienes pocos, pero los que estamos allí daríamos la vida por ti -murmura y sonrió de forma nerviosa. -¿Cuántos de estos creen que darán la vida por él? -pregunta y bajo el rostro. - el enemigo de los Doyle se sienta en su mesa, come con ellos y besa sus mejillas ¡Recuérdalo! La cantidad no importa, es la calidad.

Él tenía razón, por años yo creí que era mi familia quienes nos quisieron muertos. Ahora sabía que no fue así, era por esas pinturas o confundirnos con los Doyle, pero no un Mackay.

El camino a la iglesia fue en silencio, necesitaba calmarme, los Doyle habían llegado a la conclusión que quienes estaban detrás de esto no querían que Gino y yo que nos casáramos. Por lo que, mientras el obispo no nos declara marido y mujer cualquiera de los dos estábamos en peligro.

-Llegamos -y contemplo la antigua iglesia -¿Estas a tiempo de desistir?

No, porque aún no ha llegado el regalo de bodas que todos esperan. El señor Gino y todos los demás están emocionados con recobrar su dignidad, que me era difícil hacerle esto. Me miento internamente, pero una vocecita me grita "no es por ello que te estas casando".

-Vamos-respondo abriendo la puerta y el hace lo mismo rodeando la limosina una vez esta fuera.

-Vista al frente Rose, -ordena Thomas al ver que bajo el rostro frente a la enorme puerta de la iglesia -que todos sepan que quien va al altar es la jefa del clan Mackay, este matrimonio no cambiará tu estatus, son ellos los que adquieren notoriedad con esta unión y no tú.

Lo miro sonriente y lo veo hacerme un guiño, sus ojos verdes tienen ese brillo que envidio en él. Pasamos al lado de la abuela,
su esposa Edine y su pequeño hijo, quienes envían besos desde la banca. Puedo estar feliz por saber que están los que nunca me han dejado morir (literal). El hombre que espera en frente nos observa llegar serio, con esa elegancia que los caracteriza. Estira su mano para tomar la mía, escucho a Thomas decirle (o amenazarle) que será su sombra y más le vale me haga feliz.

Mis piernas tiemblan y mi vista se nubla al no poder contener el llanto. Muchas veces soñé con este día de adolescente, en ninguno de ellos una confesión dañaba mi esperanza de ser feliz o de intentarlo, menos aparecía Gino, pues ellos eran para mí simplemente los millonarios con costumbres y leyes extrañas.

-Relájate cielo -dice pasando su dedo pulgar por mi mano de forma suave a estar ya frente al altar-estas tan tensionada que temo te quiebres en pedazos.

Inspiro lento y suelto el aire de la misma manera, no he prestado atención a nada desde que Gabriela habló ni a los adornos de la iglesia, o a las joyas de la familia que me han colocado minutos antes. Es como si mi cerebro estuviera en huelga, porque me estoy traicionando a mí misma. Lo dicho por Gabriela, debería verlo como una advertencia de no continuar, pero decidí seguir.

En adelante y durante la ceremonia, sonreí cuándo debía, hablé de la misma manera, robótica y carente de emoción. En el momento en que el sacerdote pidió si teníamos votos especiales, yo negué y Gino dijo que sí, ello ocasionó risas en los invitados y él fue quien dijo simplemente.

- Y el cuadriculado soy yo. -habla rompiendo el hielo rápidamente y dando sus votos mirándome a los ojos y sin leerlos.

La larga lista de promesas hechas no las escucho, sigo con ese sentimiento de dolor y rabia en contra de mi ahora esposo. Salimos en medio de abrazos y felicitaciones con Gino atento a mis movimientos. Llegamos al castillo y seguía en la misma tónica de querer matarlo.

Pasan una hora o más, en donde me duelen los pies y mi rostro tendrá parálisis de tanto fingir reír, cuando mi suegro se acerca a nosotros y nos pide hablar en privado.

La gran mayoría de los invitados observan cómo nos alejan de ellos y somos conducidos a otro salón. Varios hombres con bragas blancas, guantes y tapabocas están descubriendo varios objetos planos y rectangulares envueltos en papel que son sacados de cajas que dicen "Frágil" en letras rojas y grandes. Suelto todo el aire retenido al ver que esta unión tuvo por lo menos algo fructífero.

-¡Al fin! -hablo al ver maravillada que se tratan las pinturas que son cuidadosamente colocadas en su lugar. -me alegra que todo esté aquí nuevamente.

-Gracias solo a ti y a tu abuela -comenta el señor Doyle -no me alcanzara la vida para pagarte.

-Yo haré mi mayor esfuerzo-habla Gino y lo ignoro.

-Señora Doyle, -volteo encontrarme con tres hombres vestidos de etiqueta y sonrientes. -es un placer tenerla en la familia, gracias por devolvernos nuestra historia.

Asi me entero que son las personas encargadas de hallarlas, que no habían tenido éxitos en varias décadas. Estaban dichosos que fuera en su generación que ello se diera, observamos como son dejados todas de manera cuidadosa en el salón, al tiempo que otro grupo sitúa varios extraños objetos.

-Es la seguridad del lugar -responde el señor Gino -cortesía de Tanned -sigue diciendo y asiento.

He visto al hombre dentro de los invitados, me ha felicitado y hasta se atrevió a acercarse a la abuela y besar sus manos. Ello me dijo lo descarado que podía llegar a ser, porque si él se olvidó de lo que me hizo, yo no.

-Cuando se vayan les mostraré a su familia esto -nos dice y ambos asentimos sin decir nada -no quiero que estén aquí cuando empiecen a discutir. Sé que desean vivir en la mansión en que naciste -nos dice y toma mis manos -lamento mucho tener que decírtelo, pero es imposible.

-Tu viviste lejos de este castillo... -replica su hijo con voz molesta y los hombres se alejan al ver la discusión tan personal. -no puedes hacernos esto. -insiste enojado-somos recién casados papá... es anormal vivir con tantas personas -insiste y su padre sonríe, yo solo quiero que la tierra se abra y me trague.

¿Alguna vez se detiene a pensar en lo que dice?

Gino Doyle, alza su rostro hacia su hijo y sin dejar de sostener mi mano le dice que eso se dio, primero su hijo, se negó a vivir en el castillo, porque ello significaba dos poderes juntos en ese lugar y era una manera de hacerle pagar a su esposa su infidelidad. Con la muerte del hombre, Ganzel le prohibió vivir allí, ante la sospecha que ella tenía que ver con la muerte de su hijo. Hasta tanto no se supiera la verdad sobre la muerte de su hijo y después de ello, se supo que Lessie lo había mandado a asesinar por lo que su ingreso quedó vetado de por vida.

-Hay una réplica exacta de este lugar, el hogar de tu tío Gael y Megan, ellos están dispuestos a entregarlo...

-No-respondo rápidamente -no es necesario, me gusta este lugar, solo queríamos privacidad, pero ya no es necesario.

Todos coincidimos en que lo mejor es vivir allí, el sitio estará solo y nos ubicaran en la que otrora era la habitación del abuelo Ganzel. Salimos a los pasillos y mi suegro recibe una llamada y nos deja a ambos solos, me alejo de Gino porque no quiero discutir con él.

-Iré al tocador -le digo dándome media vuelta y toma mi mano para evitarlo.

-¿Tan malo es casarse conmigo? -pregunta y guardo silencio con la vista fija en la puerta del frente-me miras como si fuera tu peor enemigo Rose, todos se han dado cuenta he tenido que dar miles de excusas, dolor de cabeza, cólicos, estrés, etc. -enumera y sigue sosteniendo mi mano, no fuerte, pero si firme -perdí la cuenta, a todos ha sido distinta ¿Qué sucede?

-Tu sabes que sucede-le respondo y me hace acércame a él, levanta mi barbilla haciéndome que lo mire a los ojos.

Mis ojos se empañan y alejo su mano de mi rostro, porque hasta ese contacto duele. Me mira con ojos curiosos al ver mi aspecto y suspira antes de hablar.

-No sé, por eso te pregunto Rose... si no me dices que te molesta, no lo sabré-responde.

Ni yo misma sabía que tenía con exactitud, solo sabía que dolía como la mierda saber que él pudo acostarse con esa mujer horas antes de decirme que estaba dispuesto a hacerme feliz.

-¿Te acostaste con Evanna en la oficina? -pregunto y por un momento sus ojos me ven sorprendidos, parece buscar en su memoria la respuesta hasta que lo veo sonreír -¿Te burlas de mí?

-NO -responde rápidamente a ver que empiezo a sacudirme-¿Estas celosas?

-¿Qué? ¡No! -pregunto yo respondo rápidamente, sonríe intentando acercarme a él.

¿Estaba celosa? ¿Lo que sentía eran celos? Yo no era mujer de hacer escenas y odiaba que me las hicieran. El sigue en la misma tónica de burlarse de mí, yo con las ganas de matarle.

-Dios esto es .... ¡Halagador! -sacudo todo mi dorso con fuerza y me alza en brazos para apoyarme en la pared cerca a la puerta del tocador rápidamente -no me acosté con ella, no he estado con esa lunática desde que la saqué de este lugar y desde que eres mi prometida. -confiesa, pero yo tengo otra teoría.

-Los vieron salir de la oficina hechos un desastre Gino. -reclamo y sigue mirándome divertido.

-Te ves hermosa celosa cariño... -¡Idiota! grita mi mente y me inmoviliza en la pared.

-No estoy celosa -replico entre dientes y rueda los ojos divertido, mientras sus labios hacen un puchero al no poder alzar la falda de mi vestido.

-Que horrible debió ser en la época victoriana hacer el amor vestidos. -¿De qué cojones habla?

Lo observo con las cejas juntas y aprieto los labios al ver que me besara. Sus labios se detienen en mi nariz, y empieza a explicarme que estaba dormido y soñaba conmigo.

-¡NO mientas! -le interrumpo.

-Decia que soñaba contigo -sigue diciendo ignorándome-y hasta pude oler tu dulce aroma en sueños-habla sin dejar de besar mi cuello dejándome en el suelo -ella entró sin anunciarse e intentó... no daré detalles. Desperté ante el cambio de escenario y de chica. -se excusa y mi piel empieza a erizarse ante sus caricias. -una vez supe no eras tú, la saqué, tengo videos que pueden corroborar lo que digo, pero.... me harías feliz si me creyeras.

Ante la pregunta quien me lo dijo, dudo en decirle que fue su hermana, sabía que estaba en problemas por dejarme entrar a un lugar que sabía era prohíbo. Terminé dándole el beneficio de la duda, ya que hasta ahora era sincero casi todo el tiempo.

-La próxima que tengas esas dudas, mejor pregúntalas y te evitas estar enojada sin tener motivos -regaña -te espero. -comenta abriendo las puertas del tocador

Entro fastidiada, apoyo una mano en el lavado y la con la otra abro el grifo, observo mi imagen en el espejo. Tengo el aspecto de una mujer que es obligada a casarse, con razón él estaba enojada.

-Jamás me hiciste esas escenas -salto al escuchar la voz de Archie y veo su reflejo en el espejo.

-¿Qué haces aquí? -pregunto exasperada-¿No te cansas de molestar?

-Tú me invitaste -dice y me muestra la invitación -¿Lo amas verdad? Jamás me hiciste esas escenas... ¿Qué te gusta Rose? ¿Qué son muchos y tienes variedad? Primero fui yo, luego Izan, después Gadien y ahora su primo.... lo que has hecho es imperdonable. Me avergüenzo de ti...

-¿imperdonable? ¿Por qué tendrías que pedir perdón? ¿Te avergüenzas de mí? -Reclamo arrojándole la toalla que está en el lavado. -No tengo porque disculparme, o excusarme y no soy una puta como lo estás insinuando. Cuando te di el sí, lo hice porque creía eras la persona correcta, aquella con la que podía pasar el resto de mi vida. Dejé a un lado mis dudas, problemas del pasado y mi pérdida porque me dije que quería ser feliz ¡Merecía ser feliz! -digo con los puños apretados y con la rabia de saber que no acepta un no por respuesta -Nos separaron, si, Archie, puede que así fue, pero se acabó... ¡Final! -insisto abriendo mis manos -Tú vas por la derecha yo por la izquierda, norte- sur -le explico, señalando un lado y otro.

-¿A qué juegas rose? ¿Para esto me has invitado? -me pregunta con ojos dolidos -Para que te viera lo feliz que eres...

-¡Yo no te invite! -grito y observo la puerta moverse, pero sigo con la vista fija en el hombre que intento hacer entrar en razón-No te voy a pedir perdón por intentar ser feliz y lamento que tu matrimonio sea una mierda, no te voy a permitir que dañes el mio... Ya no. Pelearé por mi matrimonio y felicidad contra quien sea.

-¡Me invitaste! -insiste sacando del saco una tarjeta que lanza a mis pies -mis padres me dijeron que no viniera, pero supongo que hacer de imbécil es mi pasión.

-Yo no hice la lista de invitados, porque solo vendrán Thomas y la abuela... ¡Eres al último hombre que quiero ver el mejor día de mi vida! -grito perdiendo el control y paso una mano por mi cabello tirando con fuerza de la corona de rosas y el velo que lanzo a sus pies -¿Cómo te lo hago entender? ¡Dejamos en paz!

Mi respiración es irregular y mis lágrimas no me esfuerzo en evitarla, me observa un instante con rostro dolido. Algo dentro de su rostro, me hace entender que ha captado la idea y que dejará de ser una molestia.

-No tienes que volverlo a repetir, después de lo que acabo de escuchar alla afuera me queda claro todo...-responde soltando su pajarita y dándome la espalda.

Alguien entra en ese momento, observo los zapatos negros relucientes y el pantalón oscuro antes de llegar a su rostro.

-Sal de aquí Todt -solo entonces me doy cuenta quien está en la puerta es Gino y avanza hacia mí abrazándome a él.

Archie se inclina y toma en sus manos la tarjeta y nos hace verla, ambos nos damos cuenta que es la escogida por las tías de él. Fueron ellas las encargadas de hacer esa lista, ese día delante de Gino dije que solo dos miembros de mi familia estarían allí pues no tenia a nadie más...Thomas y la abuela.

-Esta invitación salió de este castillo. -nos dice señalándola con el índice y moviéndola adelante y atrás-Alguien dentro de este lugar quiso que yo estuviera aquí ¿Sabes que me dijo Beridet? -pregunta directamente a Gino que lo observa impasible -La persona que le colabora a Izan y a Erik, la que le dio la dirección de esa cárcel extraña, día y hora en que irías, es uno de los tuyos Doyle-sonríe y no hay rastros del chico que recuerdo, es un hombre frio y sin sentimientos el que nos observa- ¿Quién de tus primos te odia tanto para hacer algo asi? -dice ya avanzando a la puerta -Espero que los años que dure tu felicidad valga la pena.

Sale dejándonos solo y empiezo a querer entender todo esto. Es difícil, para no decir estúpido que las tías vieran el nombre de Archie y aun así hicieran esa tarjeta, peor que un miembro de los suyos sea quien ayude cuando son tan unidos. Gino toma la tarjeta y la gira en ambas direcciones, la observa detenidamente y me mira un instante antes de sonreír.

-Te ayudaré a limpiarte cielo, hay una fiesta que debemos asistir -habla guardando la tarjeta en su bolsillo -¿Estas bien? -asiento y sonríe -no tienes que creerle, jugó su última carta y perdió. Es fácil falsificar estar tarjetas, no tienen aros de oro o marca celestial.

Saca de su bolsillo un pañuelo que moja y pasa por mi rostro tan delicada que cierro los ojos ante ese contacto. Mientras me dice que es imposible que unos de sus primos, tías o tíos sean capaces de hacerle daño. Ordena mi cabello o hace el intento y me hace verme para que termine, se queda detrás de mí y me observa hacerlo en silencio. Una vez acabo sonríe a mi imagen frente al espejo.

-Señora Doyle ¿Esta lista para esta travesía? -Logro sonreír al ver lo ceremonioso de sus gestos y palabras, pero las palabras de Archie siguen allí.

-Lista-murmuro luego de unos minutos y tomo su mano.

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