Capítulo 15
Narrador.
Caía la noche cuando Claid cruzaba el extenso jardín para llegar al lugar en donde solía hallar a su hermano cuando no quería ser encontrado o los recuerdos lo afectaban. Frente a él se vislumbra una casa de dos pisos de arquitectura antigua, jardín de margaritas blancas cuidadosamente cuidadas por Rafael, el jardinero de Tanned.
Se trata de la casa familiar, aquella en donde ambos crecieron y que su hermano se negó a vender o destruir una vez compró los terrenos aledaños. "Su museo", así lo había nombrado, pero Claid que lo conocía como a la palma de su mano sabía era más bien su refugio. En esa casa conservaba las fotos de su familia, muebles y enseres de sus padres. Todos aquellos detalles de la época en que sus padres vivían, conservados de tal manera que parecía estar de vacaciones y no muertos. La única intrusa en ese lugar, es un cómodo sillón inglés que ordenó colocar en mitad de la sala y en donde suele sentarse para ver las fotos de su familia fallecida.
Entra sin anunciarse, se quita los zapatos y se calza unas pantuflas porque Tanned se torna histérico al ver polvo o tierra en el sagrado lugar. Su mirada repara todo el lugar en búsqueda de su hermano. El lazo que Claid, tiene con esa casa es distinto, mientras a Tanned lo motivó por años, la nostalgia de la época pasada y la venganza hacia los que mataron a su padre, Claid le bastaba saber que su madre descansaba en paz y los culpables habían pagado.
— ¿Tanned? —le llama y sus ojos oscuros escudriñan casa rincón de la casa.
Detiene sus pasos en mitad de la sala, le han dicho que estaba allí. Observa las escaleras y decide subir al segundo piso, desconoce por qué cada vez más los años lo han vuelto estúpido. Solo ruega que a él no le toque algo de esa naturaleza o se pega un tiro.
Los divide una edad considerable, Tanned fue concebido cuando sus padres eran aún adolescentes 16 y 17 años. Claid llegó mucho tiempo después, cuando las estadísticas dicen una mujer no puede gestar o es peligroso que lo haga. Su madre tenía 45 años cuando dio a luz, veintiocho años después de nacer Tanned.
Claid fue producto del reconcilio entre sus padres y luego que éste aceptara a su madre que le fue infiel con otra mujer. Un adulterio que persistiría, daría sus frutos años después y llevaría a la muerte a su padre.
Con la edad suficiente para ser respetado por su hermano menor y dando ya motivos para ser considerado temido en su barrio, Tanned Duncan quiso que su hermano (Al que la mayoría creía era un hijo) se sumara a su trabajo. Un pensamiento que su pequeño hermano estaba lejos de sentir, siempre quiso ser oficial, años después ese deseo prosperó con la muerte de su padre en extraños hechos.
Llega al inicio de las escaleras y la luz que se cuela por una puerta le dice que su hermano está en la que, otrora, era su morada, lugar en el que rara vez estaba, porque siempre estaba en viaje de negocios. Claid estuvo en casa con sus padres, gozó del cariño de ambos y tuvo una infancia feliz. Su hermano fue siempre rebelde y le dio dolores de cabeza a sus padres. Por eso la vejez le hacía reflexionar sobre su comportamiento, mientras que a él solo se sentía pleno.
Entra a la habitación y sin mucha ceremonia tira encima del cuerpo de su hermano dormido la fotografía del hombre más buscado por los Doyle y por Tanned. La interrupción lo sobresalta y alza las manos hacia su rostro a manera de protección, algo que le cuesta risas en su hermano menor.
—¡Joder! —responde con fastidio y toma la foto que le ha entregado. — ¿Quién es? —la curiosidad lo lleva a escudriñar la foto.
Lo siguiente que desea saber es que hace en la arena. La foto fue tomada dentro de la casa que ocupó Lessie Stewart por más de una década. No se molesta en ocultar su rostro y parece saber en dónde está la cámara, pues sonríe en su dirección.
—Es el hombre que encerró a Lady Mackay en el ascensor hace una semana —responde con desdén —también el que siguió a Gino el día que fue a recoger las cosas de Lessie.
—¿De dónde sacaste esto?
Existe una sola cámara de seguridad dentro de la arena y custodiada por Betf. El hombre a quien su sobrino considera como un abuelo y se ha ganado el respeto como uno, le llamó para solicitarle encontrar al individuo.
Tiene buena relación con Betf, desde la captura de Ernest (el asesino del primer Gino Doyle), en aquella época, entró al castillo, durmió Guido Doyle, lo atacó y le disparó. Estaban cortos de personal y gozaba de cierta experiencia y era bueno en su trabajo. Desde esa época se hablaban con regularidad, por lo que cuando solicitó ayuda para encontrar al hombre de la imagen, no lo pensó dos veces.
A partir entonces, ha estado en todos lados con esa foto, en búsqueda de alguna red criminal que lo conozca. No tuvo mucha suerte, hasta hace unos días en que Gino lo reconoce en la cámara de seguridad dentro de la destilería, como el hombre que estaba dentro de los terrenos del destierro y que se burló de él.
Su sobrino lo ha estado buscando, pero no quiere hablar con él hasta no saber quién cojones lo persigue y porqué. Betf es quien tiene que hablar con los Doyle, el solo le está colaborando a develar el misterio que gira en torno a ese hombre y su pasado.
—¿Lo conoces? —le pregunta —Y por favor no me mientas — se apresura a decir.
En respuesta su hermano busca sus lentes se incorpora y revisa la imagen ms detalladamente. El misterio radica en que dentro de la casa y cuando dejó ese joyero a Gino, no se molestó en ponerse guantes. Tocó cada objeto en ese lugar que le dio la gana y sonreía siempre en dirección a la cámara. No dejó huellas dactilares, luego mostró a la cámara el porqué, el malnacido no tenía huellas.
Fuera de la casa y cuando casi es atrapado por Gino, usaba guantes, en el registro de las cámaras de seguridad de la destilería también.
Tras inspeccionar mucho, Tanned, niega conocerlo y le extiende la foto a su hermano. Conoce a muchas personas y tiene el don de recordar a cada una de ellas, ese hombre jamás le ha visto.
—Ahora compararlo con este hombre —le muestra otra foto y su hermano alza el rostro hacia él. Son muy parecidos y podrían pasar por hermanos si no fuera porque uno de ellos, murió hace veinte años en una pelea dentro de una cárcel —Es su hijo. —habla al ver a su hermano mirar a uno y a otra fotografía.
—Es imposible —refuta—sólo dejó un hijo con la enfermera y que educa la francesa con el doctor Karl.
Tanned lo sabe, porque no ha perdido de vista a ese niño. Cuando dañas a alguien y dejas a hijos, te aseguras que estos no deseen desquitarse. El único hijo que dejó el asesino del abuelo de su hijo, trabaja como guía turístico en la destilería, lo sabe. Gianluca Piamont, es el encargado de dar el recorrido, mostrar a los turistas el castillo en donde funciona la destilería. Gael Doyle, le dio la oportunidad de trabajar en la empresa luego que el chico se acercara a él a pedir perdón en nombre de su madre.
—Tuvo un hijo con Elizabeth—le recuerda y su hermano piensa un instante. —mayor que Gianluca, 31 años según me cuentan. Lo veía cuando su madre vivía, luego ya no.
Ernest y Ángeles, fue la pareja que contrató Lessie Stewart para asesinar a su esposo. Tiempo después y cuando descubre que su esposo tiene un cuarto heredero una niña y que está puede heredar todo, decide dañar a madre e hijas, radicadas en Londres. Ya para en ese entonces Elizabeth era la nueva prometida de Ernest y tenían un hijo, Ángeles se había alejado de su amante tras quedar en embarazo y para rehacer su vida al lado del doctor Karl Piamont, quien en ultimas le dio el apellido al pequeño Gianluca.
Asi las cosas, Ernest Landvik, dejó dos hijos uno con Ángeles, educado por el doctor y otro que hasta ahora nadie sabía dónde estuvo todo este tiempo. Cuando Elizabeth cae en prisión, el chico pasa a manos de sus abuelos y con la muerte de Ángeles, su esposo, obtiene la custodia del otro hijo a quien meses antes le había dado el apellido.
—La prometida de Gael, que quiso meter un hijo de Ernest como Doyle —su hermano sonríe, ya que según las investigaciones ni siquiera era hijo de Ernest.
La cámara lo ve mirar a Rose en todo el tiempo y pendiente al profesor Gianluca, experto en literatura escocesa y quien se sabía la historia detallada de los Doyle-Turner. En ningún momento el joven profesor cruza palabras, miradas o algún gesto que denote conocerlo.
Cuando se le mostró los videos aseguró jamás haberlo visto, luego cuando se descubrió quien era. Dijo tratarlo de niño, pero que con la tragedia de ambas madres se habían alejado. Lo que sí sabe es que su madre en prisión sufrió un atentado que la dejó en silla de ruedas y que salió hace unos años.
—¿Has hablado con él profesor? —pregunta Tanned —sé que está limpio, no lo pierdo de vista.
—No lo reconoció, sus padres adoptivos se las han arreglado para alejarlo de toda esa época —le responde recogiendo las fotos. —me mostró la planilla que llenó a la hora de pedir hacer el recorrido.
Saca un documento de su bolsillo y se lo muestra a su hermano. En el documento que le exigen llenar a todo turista al entrar al castillo se presentó como Erik Nowak simplemente, sin dar el segundo apellido. Escribió era turista polaco y amante del whisky escocés, interesado en la leyenda de los Doyle.
Preocupa en gran medida que conozca los lugares de las cámaras y cada rincón del viejo edificio, pues salió sin dejar rastros y luego de dejar a la chica encerrada en ese cuarto frío.
La salida de su madre de prisión es otro misterio, no hay manera de contactarla, al abandonar la prisión solicitó un cambio de identidad y reservar su lugar de residencia. Algo que le se concedió sin problemas y hasta la fecha nadie sabe en qué lugar se encuentra y ha sido imposible dar con nueva identidad.
En cuanto al profesor, sus padres adoptivos lo han alejado de todo aquello que le recuerde a la época trágica de su verdadera madre y su final. Tanto Gianluca como su hermana Ángeles, viven en Edimburgo con sus padres y tienen buena relación con los Doyle - Fletcher. Ya que Laura era muy amiga de sus madres, tanto la adoptiva como la de sangre.
—Si encuentras el paradero de la mamá, me lo haces saber...
—¿Para qué? —cuestiona rápidamente —¿Lo vas a matar? ¿Y Luego? Tendrá un hijo que querrá vengarse y está pesadilla no tendrá fin. —le reclama.
Su hermano gira acomodándose su saco, son las discusiones de siempre, la manera que tienen de solucionar los problemas. Claid por la ley y Tanned por lo ilegal, para él solucionar un problema con alguien, era matarlo. No obstante, sabía que lo vivido era por culpa de él y su manera de hacer las cosas.
Querer vengarse de Lessie intentándole esta porquería que la reduciría a cama, traería consigo años más tarde la muerte de los Mackay, asi se lo niegue. Ahora su sobrino y la hija de los Mackay estaban siendo acosado por este personaje y estaba seguro era por lo mismo.
—Si tengo que matarlos a todos lo hago —le aclara señalando a su hermano, su rostro se torna violento y Claid no se molesta en responder. No tiene sentido discutir con Tanned o hacerle entrar en razón, por años lo ha intentado, sin resultados. —le prometí limpiar su camino a él y a los suyos y eso haré.
—Yo lo único que veo que has logrado es que te quiera lejos de él —le confiesa —más te vale hagas lo que te pide o lo siguiente será una orden de restricción.
Un individuo que no tiene huellas, entra a la fábrica de los Doyle y se conoce todo el recorrido y sitio de las cámaras era peligroso. Claid lo sabe, también que no hay manera de destruir a alguien así o encarcelarlo, si ha permanecido en las sombras y se las ha arreglado para que nadie sepa de él y su madre es porque tiene poder y las armas para hacerlo. La duda que tiene en estos momentos es, porque el hombre encerró a la chica en ese cuarto y de donde asegura lo conoce o ha escuchado su voz.
Rose.
Conocí a Archie por casualidad, yo iba a un evento de la universidad (Un campeonato de rugby entre varias universidades) Archie era jugador era capitán en uno de esos equipos. Había perdido a mi familia y aunque reconozco mis abuelos hacían lo posible para que estuviera bien, yo me sentía sola.
El auto de la abuela me dejó en el estacionamiento del campus, en donde un hombre se bajaba de una moto de carreras. Recuerdo que lo primero que llamó mi atención fueron su moto, me acerque por curiosidad cuando se había ido.
Yo había notado que su dueño me había quedado viendo un poco demás. El descuido de quedarse la camiseta con la que debía jugar ese día, marcó una amistad que rápidamente se convirtió en relación. Eso sí, a escondidas porque él era mayor de edad y yo aún joven. No obstante, y para preparar el terreno, Archie insistió en que sus padres y mis abuelos se conocieran. El chico de 22 años, conquistó los corazones de mis abuelos, pero seguían teniendo reserva por la diferencia de edad.
Las quejas de mis abuelos no se hicieron esperar, yo era muy joven para una relación tan seria. Estaba en el primer año de la universidad y Archie en el último. Aceptaron era de buena familia, se veía el interés y respeto. Ante eso, mi abuelo aseguró era mejor si aceptaba nuestra relación y poder vigilarnos, a que nos viéramos en los oscuros y ocultos.
No puedo decir que Archie me trato mal, porque no fue así fui inmensamente feliz con él y salvo sus celos con Izan, su mejor amigo nuestra relación era perfecta. Izan era extrovertido amante a la rumba y a las interminables, Archie decia que no tenía control cuando tomaba y que solía drogarse.
Me costó que mis abuelos me dejaran ir con el grupo de amigos de ese entonces (éramos nueve en total), pero lo conseguí luego de prometer al regresar mejores notas. Con la testarudez que a Archie acostumbraba se fue a esquiar pese al anuncio de tormenta. Los resultados son los que todos ya sabes, las acusaciones también, por algunos meses luego del accidente me fue permitido verle.
Una vez quedó en estado de coma, luego de seis meses me negaron el acceso a verle y solo sabía de él por Izan. Quien para ese entonces se había convertido en mi mejor amigo y mi apoyo. Conocia todo sobre mí, gustos y disgustos porque aseguraba Archie no hacía más sino hablar de mí, por lo que conquistarme fue relativamente fácil.
Yo podría acusarlo a él, pues gracias a todo lo que le dijo a Izan de mí, éste sabia muchas cosas, tales como:
Que era la heredera.
Mis padres habían muerto y quedé sola con mis abuelos.
Mi familia no gustaba de mi (paternos y maternos)
Y recibiría la herencia del abuelo una vez me casara y mi abuela diera el consentimiento a ese matrimonio. No obstante, no lo hago, porque tengo que aceptar mis culpas y el debió aceptar las suyas también.
Que ahora y después de haberme humillado solicitándole ser escuchada y negarse a hacerlo quiera hablar conmigo y fingir nada ha pasó me jode. No parece importarle que tenga novio y no hace más que acosarme con mensajes.
Tiro con fuerza la lupa al ver el móvil titilar por enésima vez y salgo en busca de aire. Debí permitir que Gino le golpeara, no obstante que se metiera en problemas por mi culpa no me gustaba. Paso por la habitación de Guido, detengo mi camino y me devuelvo al verle sentando en la ventana mirando hacia el jardín, no estoy muy segura, pero parece estar llorando.
—¿Se puede? —pregunto dando leves toques en la puerta.
Limpia rápidamente su rostro, al tiempo que me mira y sonríe (o finge hacerlo), me señala entrar y me quedo observando su rostro triste.
—¿Estas mejor?
—No tengo quejas con los cuidados, todos han sido muy amables —confieso.
No salgo del castillo si no es con Gino o alguno de sus padres, la gran mayoría de sus primos están pendientes a las sucursales, muchos de ellos, se han ido a supervisar los avances de las construcciones, incluyendo a sus padres y hermanos.
—¿No hay rastros de ese hombre? —niego y asiente algo aburrido.
me acerco a él y me apoyo mi cuerpo en la pared justo al lado suyo, paso una mano por su espalda abrazándole. Suelta el aire ante ese gesto y sonrío, no le hago preguntas. A veces no necesitamos de cuestionamientos, solo un abrazo que nos reinicie o nos diga "No estás solo".
—Si quieres hablar mi habitación está a dos pasos de la tuya —le recuerdo y sonríe. —las penas de amor a tu edad parecen catastrófica, cuando creces un poco más sonríes porque lo que te parecía una tragedia de adolescente, es solo un juego de niños.
El pequeño Guido, como le dicen sus primos tiene todo el porte de sus tíos y no hablo de su estatura, porque todos ellos son altos. Hablo de lo corpulentos, contrario a sus primos y hermanos que son cuerpos atléticos y bien formados.
—Hay una fiesta el domingo—empieza a decir y guardo silencio —es en parejas, mis compañeros dicen que no iré porque no tengo el valor de invitar a nadie. No es que no quiera ir con nadie, es que la que quiero me acompaña jamás me aceptara... sé que me dirá que no...
—Si piensas que vas a perder, ya perdiste —me atrevo a decirle y me instaló frente a él —tienes todas las virtudes para ser aceptado.
Sonríe con duda y niega, busca algo dentro de su móvil mostrándome el rostro de una chica quizás de la misma edad que él, me dice que se llama Ainice O'connor y es la capitana del equipo de porrista y que muy seguramente ya ella tiene con quien ir, son los perdedores como él que tienen problemas para encontrar pareja.
Apoya de nuevo su cuerpo en la ventana y mira fuera del jardín, su perfil muestra a un chico que en algunos años será tan o más hermoso que su padre. Con un rostro amable y un alma noble, si esa chica no se ha dado cuenta de ello, es que no le merece.
—¿Sabes donde vive? —pregunta y gira hacia mí sorprendido, pero asiente —toca su puerta y dile que quieres tener el honor de compartir por lo menos una pieza de baile.
—No voy a decirle todo eso —dice entre risas —se burlaría de mí.
—NO lo hará-...
—¿Cómo sabes? —me pregunta con superioridad y sonrío.
—Porque soy mujer y aunque no me lo creas fui adolescente. —lo tomo de las manos y lo hago baja.
Intenta resistirse y lo que él no sabe es que Dios me dotó de una testarudez innata, por lo que sigo tirando de él. La llegada de Gino facilita las cosas porque se detiene en seco al ver a su primo en la puerta mirándonos con curiosidad.
—¿Qué sucede? —me pregunta con una mano en el marco de la puerta —¿Qué te traes esta vez Rose?
—Hay un baile y no ira porque no tiene con quien ir, pues la que quiere lo acompañe le dirá que no. —me explico y asiente mirándonos a uno y a otro sin entender —si no lo pregunta jamás lo sabrá.
Asiente y entra a la habitación, mira a su primo en silencio gira hasta un armario de donde empieza a buscar ropa que va lanzando a la cama y al terminar ordena.
—Despega tus pies del suelo, vístete así no puedes ir —su primo se queda en una pieza ante la orden y al verle que sale a los pasillos resopla —envíale un mensaje, le preguntas ¿Qué tal vas con el baile? Te dirá que no sabe si va a ir y le preguntas por qué ¿No me vas a decir el alguien tan hermoso no tiene con quien ir?
—No te he dicho que sea hermosa...—le corrige apretando los dientes y su primo sonríe.
—Toda mujer es hermosa por el simple hecho de existir. —arrugo la frente y lo observo porque se burlaba de mi apariencia recién llegue y capta el mensaje —dejaste un frasco de antipsicóticos, no fuiste nada cortes y me diste ordenes sin conocerme.
—Te di mi horario. —recuerdo acercándome.
—No me dijiste por favor. —insiste cortando también distancias.
—No pediste permiso para tocar mis cosas —aprieta sus manos y se acerca a mi acercando su rostro al mío —no solo te comportabas como loca, era una loca.
—¿Te estas escuchando? —pregunto indignada —Me tiraste el auto, tu novia casi me mata con ese cambio de pastillas. No me decías fea, pero te comportabas como un ....
—¿Dis- cul- pen? —pregunta un Guido interponiéndose en medio de nosotros cual réferi de box. —¿En serio ustedes dos quieren solucionar mi problema con una chica? Van del amor al odio en segundos.
Guardamos silencio nos miramos enojados, él era un odioso. Ahora que lo conozco sigue siendo un odioso, pero acepto tiene sus cosas buenas y el amor a su familia es una de ellas.
—Tienes razón y lo siento —me dice y alzo una ceja —lamento mi comportamiento.
—Estas disculpado —le digo extendiendo la mano y Guido asiente.
—¿Tu móvil Guido? —lo desbloquea y lo entrega ante el silencio de su primo —¿Nombre de la chica? Esas chicas son las que se les dificulta ir acompañadas, sobre todo a esa edad, ya todos como tu dan por hecho que son inalcanzables.
Le retira el móvil y lo vemos testear con alguien, nos quedamos observando como su sonrisa se va ampliando mientras pasan los minutos y ambos nos miramos sonriendo. Al alzar su rostro tiene la mejor de las sonrisas.
—Dijo que si —sonríe y su primo asiente —tenían razón... ambos.
Toma la ropa que su primo le ha dejado en la cama de cualquier manera y la dobla cuidadosamente, un gesto que hace que lo quiera aún más. Porque su habitación esta súper ordenada y he visto que la de Gadien es igual, según las empleadas es obra de su madre, quien además los ha obligado a aprender a cocinar, pues le dice que no es sano dependan de alguien todo el tiempo.
—Asegúrate de pedirlo en persona y de llevar una rosa... —comenta su primo con orgullo y pongo los ojos en blanco.
—Y chocolates...—refuto, porque yo amo el chocolate
—Mejor algo preparado por tía Laura...
Somos sacados del cuarto porque tiene que salir a verla y sonreímos al verle emocionado. Una vez en los pasillos su rostro se torna serio y gira hacia mi
—¿Recuerdas que en mi cumpleaños tenía algo que decirte?
—Sí, pero pensé que era lo de Archie —niega mientras me dice que es mejor si vamos al jardín.
—No, y el tío Claid ya sabes quién es el hombre que te encerró... —bajando por las escaleras me empieza a narrar quien es posiblemente el hombre y quien fue en la vida de ellos su madre.
—Una mujer en silla de ruedas con un solo hijo —empiezo a decir y el detiene sus pasos gira hacia mí con rostro asombrado —¿Qué?
Me recuerda a la enfermera del destierro y como estaba en una silla sin poder moverse la visitó en búsqueda de información. Betf le dio la dirección que tenia de la dama, la única condición que existía era que luego de la muerte de su paciente la familia no se contaría con ellas. Pero ella dijo tener dos hijos y el solo vio a uno, el otro jamás estuvo allí con ella.
—Quizás la verdadera Cefora James los tuviera—digo y el asiente.
—¿Qué posibilidad hay que esa mujer sea la madre de ese hombre? —pregunta y se detiene un instante.
La enfermera que fue a ver, dice conocia demasiado su historia para ser lo que supuestamente era y menos alguien que no gustaba de Lessie. Detalló cada cosa, como si ella lo hubiera vivido y el tío Gael le comentó que la tal Cefora no la vio directamente. Dado que ella no aceptó el dinero y por eso se retiró antes de tiempo, no hay forma que supiera tanto. Menos de una mujer que no podía hablar o moverse.
—Si yo pretendo dañar a alguien y le cuento esa historia ¿No es lógico que si se niega a ayudarme tema quiera contar lo que le dije? —sigue diciendo al empezar a desmenuzar la historia de la mujer —¿Cómo no me di cuenta?
—Viste a un solo hijo, dijo que alguien estaba detrás de ellos por eso nunca habló —le digo y alza la vista al cielo ante nosotros. —¿Tienes fotos de la tal Elizabeth o la enfermera? —lo piensa un instante y me apresuro a decir —quizás no sean igual a como la viste, pero con un poco de edición, sabrás quien viste ese día o puedes ir con ella otra vez.
—Ya no vive allí —me comenta —se mudaron hace unos días, el tío Claid quiso ir a verla. Estuve en la casa de ese infeliz, hablé con él me dijo que la casa era antigua... ¡Se burla de mí!
Nota:
Mi gente bella, el fin de semana no creo escriba capítulos ya que los uso para edición y necesito corregir inconsciencia de esta historia. De nuevo muchas gracias por el cariño, la paciencia y a mis historias. Un abrazo.
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