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Capítulo 13

—Solo es una reunión Rose —me asegura —casarse no es malo ¿Lo sabes?

Le estoy explicando a mi compañero de café que no muero por meter un hombre en mi cama, o en vida, que no tenga una pareja no significa que esté sola, mi vida no gira necesariamente en torno a un hombre, tengo mi primo y a Edine, a los Russo, que me quieren o por lo menos fingen hacerlo.

Planes, metas y sueños.

Aprendí amarme y a valorarme.

A los ojos de muchos soy fría o insensible, y es que la gente suele juzgar sin saber el pasado o el motivo por el cual soy así en este instante. Me río de mis fracasos, defectos y trabas que me da la vida, porque es la mejor forma de seguir adelante.

Puede que en algún momento de la vida piense en casarme, no tengo prisa, días, meses, años o nunca. Porque no todo mundo nació para estar en pareja y es que no vinimos al mundo a estar solos, pero tampoco para compartirlo con cualquiera.

Lo que no quiero y no estoy dispuesta a soportar, es repetir mis errores, conformarme con alguien solo para no estar sola. Caer de nuevo en los brazos equivocados. Sufrí demasiado intentado llenar vacíos con personas que solo querían algo de mí..."mi dinero".

A toda esta conclusión he llegado a lo largo de mi vida he intento que mi interlocutor me entienda. El señor Gino me observa en silencio y sonríe, solo me pide unos meses. No es buena publicidad para su hijo que, a días del compromiso, este se vaya al diablo.

—Usted me dijo que lo solucionaría—le recuerdo. —han pasado treinta días y no he visto señal que algo se esa naturaleza ocurra.

Estamos en el taller que me han organizado en mi castillo, rodeados de trozos de casas algunas de las cuales será imposible volver a construir, pero haré mi mayor esfuerzo. Me ha pedido acompañe a su hijo a una reunión en la destilería. La abuela ha decidido vivir en un hogar para ancianos y no hubo poder humano que la hiciera cambiar. Yo vivía en esa enorme casa sola y los Doyle insistían en que podría vivir con ellos. Con Gino, tenía una relación relativamente en calma y había descubierto era buena compañía, cuando no estaba de mal humor.

—Se lo que prometí —está sentado frente a mí con una tasa de café en las manos y ha traído una segunda que ha dejado en mi mesa. —la destilería es nuestro mayor orgullo. Evanna y toda su familia ha empezado una campaña de desprestigio en contra de mi hijo y por ende en contra de los Doyle.

—Y lo lamento mucho, pero tenga en cuenta, la manera de sacarla no fue la ideal —insisto tomando otra pieza y observando el daño causado.

Mi jefe me observa con una sonrisa. Yo sigo en lo mismo, tomo una lupa y observo el resquebrajado objeto. Pensando en que la sacó a la calle, con los de seguridad del castillo, delante de la prensa y muchos amigos de ambos. Ello creó ciertas murmuraciones. Decían entre otras muchas cosas, que fue pillada robando, pues existía la leyenda que los Doyle tenían baúles llenos de joyas costosas.

—También ha hablado de usted, —eso me hace alzar la vista y retirar la lupa al ver que alza su ceja rubia y curva sus labios en una sonrisa —todos están repitiendo, que su compromiso es una farsa, porque ustedes dos no se llevan bien. Se han insultado usted y mi hijo muchas veces.

—Yo jamás he....

—Cerdo egoísta, nerd, cuadriculado, aburrido, engreído—me interrumpe, abro los labios para protestar y los cierro abruptamente.

Apoya ambas manos en la mesa y toma una de las piezas de la vieja locomotora. Hay nostalgia en su rostro y sonríe mientras pasa las manos por las piezas que ya han sido rotas y vueltas a enmendar.

—Mi padre le trajo a Guido esta locomotora —empieza y toma otro trozo de ella —se supone que es una reliquia, por lo menos eso dijo.

—Y lo es—aseguro. —es una réplica exacta de la construida hace dos siglos, ensamblada a mano, en el mismo material —sostengo y le tomo el peso —por eso pesa tanto. Hoy día no se ven mucho, fue una edición especial.

Sonríe mientras me cuenta que no sabían cómo hacerla funcionar y le pidieron ayuda a su madre. Vivían en medio de una guerra entre padre e madre, y ellos en medio de los conflictos alzados como trofeos. Su hermano solicitó ayuda a su madre y esta le tiro el objeto en el suelo, que rebotó haciéndose pedazos.

—Un trozo rebotó y le golpeó en la cabeza —sigue contando y su sonrisa se ha borrado de sus labios, todo su comportamiento es de alguien afectado por los recuerdos. —le ayudé a curar y luego a armar, papá nos encontró llorando.

—Lo siento, pensé que solo eran excentricidades de los Doyle. —confieso.

Ahora sé que encierra mucho más que objetos exóticos, costosos y un par de ellos únicos. Una decena de las cosas allí, no las hay dos veces. La gran mayoría fue traída por su padre, de Londres en donde vivía con su esposa y su pequeña hija.

—Mi familia y ancestros han estado en este castillo desde Gedael — levanta la cabeza y veo que sus recuerdos le han afectado.

Su porte es de alguien orgulloso al mencionar varios de los habitantes de ese castillo. Nombra a su abuelo, bisabuelo, con tanto orgullo que se me achina la piel al verle narrar partes de las historias únicas y jamás contadas.

—Jamás hemos cedido este castillo, siempre hemos estado aquí... Sería deshonroso para mí que algo así sucediera y parece es lo que buscan —suelto el aire y justo en ese instante una mujer entra a la habitación.

La observo con curiosidad porque si bien, le han llegado los años y viste relativamente elegante. Es la mujer de las fotografías de la época dorada de mamá, confundida tomó mi morral y busco algo dentro de él. Tanto el hombre como la mujer me miran intrigados. Observó la única foto que existe de la dama de frente, en todas las demás, luce de cejo o espaldas.

—Creo que me has estado huyendo jovencita —sonrió apenada, porque no es así.

—No he tenido el honor de conocerla —respondo.

Se presenta como Veruzka Doyle, la esposa del hombre que tengo en frente, madre de mi supuesto prometido. Ahora que la veo bien, ambos hijos tienen algo de ella, más Gabriela que Gino.

—Es la chica que llora en las fotos de mamá—digo y giro el portarretrato hacia ella.

Lo toma en manos sentándose de golpe al verse a ella más joven, vestida humilde y con varias bolsas, cajas y una maleta a su alrededor. Observo como su esposo la abraza y contemplan ambos la instantánea. El señor Doyle me comenta que siempre le intrigó lo que podrían estar haciendo menores de edad en un área tan sola. Ambos reconocen a mi madre como la chica alegre que le indicó el lugar exacto en donde vivía su ahora esposa y la señora Veruzka como la chiquilla que la consoló y estuvo pendiente a ella en todo el viaje.

—Estaba embarazada de Gino y en ese entonces no sabía que a sería de mi vida. Era la empleada del servicio y fui despedida al saber que esperaba un hijo de unos de los jefes de la casa —comenta y la similitud de su historia con la de mamá me causa intriga —¿Por qué una foto tan joven? ¿No tienes más cercana?

Sonrió tomando la foto y mi respuesta es sencilla, mamá estaba embarazada, sola y rechazada por su familia, creyendo que sería rechazada por su novio, ella y su bebé. Aun así, Iona Smios, no dejó de sonreír en todas las fotos, se los digo y sonríen. En la foto mi madre estaba embarazada de mí y la señora Veruzka de Gino.

—Técnicamente es nuestra primera foto juntos —sigo y sonrió —mamá decía que la noche oscura era necesaria para poder ver las estrellas. —observo la foto, luego a ambos y suspiro —¿A qué hora es esa reunión?

Sonríen mientras extienden la mano y me dicen que en una hora. Lo que me da un estimado de treinta minutos para alistarme y es casi imposible. La señora Veruzka me dice que tiene parte de sus creaciones en su casa y que algo debe quedarme.

—¿Tienes algún diseñador especial? —me pregunta y niego, al tiempo que mi mente grita.

¿Ofertas?

No suelo prestar mayor atención a lo que cuesta mi atuendo, sin son de marcas o no, simplemente que me queden bien y cubra lo que quiero.

—No tengo, no suelo fijarme en eso...

—Pues ya la tienes cariño—sentencia tomándome de las manos y llevándome al primer piso. —sé que mi hija te ha metido en problemas, pero estaba enojada por que escuchó a Evanna referirse a mi pasado.

Sin poder entender a qué se refiere y me comenta que era la empleada de servicios, fue sacada de su aldea muy joven, por lo que no tenía modales.

—Es una tontería juzgar a otros por su escasez de dinero —le digo y me mira atenta —es la de empatía y amor al prójimo lo que debe ser juzgado.

(...)

—¿Me dirá como la convenció mamá en venir? —es la segunda vez que pregunta lo mismo. —solo mamá pudo hacerlo, mi padre es muy blando.

Eso explica porque él es tan caprichoso, muy seguramente le permitieron hacer de todo de pequeño. No obstante, guardo mis comentarios y silencio porque ya estamos por llegar a la empresa.

—Me dijo que, si no lo hacía, usted haría pataletas y no se tomaría las verduras —respondo y niega divertido.

—Creo que si vamos a fingir deberíamos empezar a llevarnos bien —dice deteniendo el auto y girando hacia mí —ser amigos, es lo más parecido a ser novios.

—Usted no querrá tenerme de amiga, soy insoportable. —refuto y me mira serio.

—Hablo en serio Rose—suelta y dejo de bromear al ver que parece preocupado— verá, son cuatro meses más o menos —dice acomodando su cuerpo en la silla del conductor —cena, reuniones, cine, helados, risas, toma de manos, confesiones, lágrimas, celos, etc. —alzo las cejas sin entender y sigue diciendo —sin sexo y beso, yo eso le convertiría en una relación de amigos.

—Ser amigos —repito sin verle y miro la vía —no tengo amigos, solo a Thomas y su esposa. —concluyo y mi rostro se oscurece ante los recuerdo.

—No le faltaré al respeto diciendo que seamos novios. Sé que no soy su tipo, por eso creo que es la mejor decisión. —suspiro y lo observo tenderme la mano, que tomo luego de pensarlo mucho —será mejor bajar. Tengo una reunión antes de ir con los empleados, la dejaré en un lugar cómodo y luego le mostraré el proceso del whisky.

Conocer el mundo del whisky, debe ser lo mejor manera de disfrutar el día para alguien que le encante el preciado licor, pero no para mí. Me toma de las manos, estoy por rechazar ese vínculo, cuando recuerdo que es mi novio.

Estás en problemas, Rose.

No podrás fingir ser la novia de este hombre, por mucho tiempo. Por fortuna, aquello de ser amigos es buena idea y si me baso en Gadien, cumplirá su palabra. En cuatro meses o menos diría a Dios a los Doyle y a Escocia.

—¿Todo bien? —pregunta una vez estamos en los ascensores en donde sigue con mi mano tomada. Ante eso, lo observo y luego a nuestras manos y sonríe divertido —hay cámaras en los ascensores, todos deben estar pendientes a nosotros...y Evanna aun labora aquí.

—¿Tu padre te odia? —pregunto y tira de mí haciendo que caída (literal) en su pecho mientras sonríe.

—No suele mezclar negocios y placer —habla en voz baja—también existe un contrato de por medio.

—Y es su manera de limar asperezas luego del trato recibido por usted. —le aclaro intentando liberarme, pero es más fuerte que yo.

—Tenemos que fingir y ser cariñosos —me refuerzo en sus brazos y lo escucho reír en mi oído. —nos están viendo, lo sé... deberíamos besarnos

—En tus sueños —le respondo y sigue riéndose.

Si el quisiera, podría fácilmente inmovilizarme, mide casi dos metros y no dudo en que sea capaz de dañarme. Pesé a todo lo descrito, no le temo. Me arropa con sus brazos y aunque realmente, no es un abrazo atrevido y es más bien el de un hermano a su hermana, su cercanía me incomoda. Tomo de sus manos y le suelto de mi pecho mientras el finge bailar con ellas.

—¿Quién es la aburrida ahora? —pregunta haciéndome girar y acerca su boca a la mía.

Con la única mano que me ha dejado libre, tomo su rostro y aprieto sus labios, lo que ocasiona en él una mueca un tanto cómica con ellos y ambos reímos. Él puede ver su reflejo en el espejo de las paredes del ascensor y no suelto su rostro. En esas nos encuentran varios de sus empleados al abrirse las puertas del mismo.

—Buenos días, señor, señorita —saluda un grupo de hombres y mujeres que entran mientras nosotros salimos. Fingiendo seriedad y compostura, pero fallamos en el intento.

Nos miran divertidos y comentan entre sí, por lo menos el rumor que seguirá es que nos llevamos bien, eso es bueno. No me pillaron insultándole, creo que eso de ser amigos nos servirá a ambos.

Al caminar por los pasillos me presentan a varios empleados, muchos de ellos Doyle. Todos son amables y corteses al presentarse, nos extienden las felicitaciones y muchos de ellos nos invitan a su casa.

—¿Todos son Doyle? —le pregunto al llegar al final del pasillo.

Un enorme ventanal en vidrio está al final y tres puertas, me señala que allí está la de su padre y la suya. Por los ventanales puedo ver el castillo y casi todo el extenso verde que lo rodea.

—La gran mayoría de los jefes de área son Doyle, hace años todos éramos familia—dice al alejarnos del ventanal —la abuela cambió un poco las cosas y los retiró. Cuando mi padre y mis tíos, retoman el control quisieron traerlos de vuelta. Solo unos pocos lo hicieron, aquellos que no, son los que no me quieren en frente de esta empresa.

—¿Por tu abuela? —pregunto y asiente —¿No fue muy buena verdad?

Guarda silencio y se queda viéndome, he tocado un tema sensible. Lo comento porque he escuchado de ella tres veces en el día de hoy y todas han sido malas historias.

—No quise ser inoportuna—me disculpo y sonríe negando.

—No sé mayor cosa de ella, en realidad es un tema prohibido en casa —si fue alguien malo es por ello, pero me guardo el comentario y miro con curiosidad. Sonrío al ver a las damas detrás de su escritorio fingir que escriben algo luego de ser pillada viéndonos. — ¿Esperas en mi oficina o sigues la ruta de los que visitan la destilería? —señala al grupo de adolescentes y un par de adultos.

—¿Vas a demorar allí? ¿Cuánto dura esa ruta? —preguntó y piensa un instante.

—No sé si voy a demorar, mejor vas conmigo no quiero que te encuentres con Evanna—asiento y decido esperarlo frente a las puertas del lugar de juntas. —mi beso —se acerca a mi sonriente y dado que somos observados no puedo rechazarlo.

Sus ojos brillan divertidos mientras se acerca con los labios juntos, una pose perfecta para un beso fugaz. Coloco de nuevo mis manos en su mentón y giro su rostro a las chicas que nos ven con curiosidad.

— Hasta así se ve perfecto ¿Verdad chicas? —suelto mi mano y las risas de las risas de sus empleados.

Sus cejas rubias se juntan un instante al ser burlado por todas las damas allí. Las pobres regresan a sus labores y me mira enojado, piensa un poco y luego responde.

—¿Me has rechazado? —pregunta indignado y me encojo de hombros— Hoy no dormiré contigo y....cerraré mi puerta con seguro. Rogaras por mis brazos cuando haga frío —dicho esto, da media vuelta dejándome con la boca abierta por la sorpresa y las risas de las mujeres detrás de mi

Entra a la que me dijo era su oficina y regresa con un libro que deja en mis manos y sonríe alejándose. Es la historia de la familia, narrada por ellos y como conmemoración del cumpleaños de Gedael. Con una sonrisa en mis labios empiezo mi lectura. No pasan media hora cuando una sombra me hace alzar la cabeza de mi libro.

—¿Temes perderlo? —observo a la mujer con interés —regresará al lugar que pertenece. No me interesa los tratos que tengas con sus padres, Gino me ama. —arrugo la nariz ante la mención del término amor.

Retiro mis lentes para observar mejor a la mujer y me encuentro con una cabellera rubia, unos hermosos ojos avellanas y grandes pechos. Viene acompañada de tres mujeres más, su tarjeta de identificación la señalan como directivo, mientras que las demás como asistentes.

—Evanna Robasdan—pronuncio si nombre y apellido todo lo mejor que puedo. Guardo lentamente los lentes y el libro, dentro de mi bolsa y regreso la vista a ella —no te reconocí con ropa... discúlpame —digo inocente.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con superioridad.

Hay que añadirle que tiene porte, elegancia y belleza. La vida no la ha dotado de buenos modales o cree por tener dinero se merece el cielo y la tierra.

—¿Debo dar explicaciones de mis movimientos? —le pregunto —no sabía que tenía que pedir permiso para acudir a la destilería. —no se molesta en prestarme atención, lo que si observa es mi vestimenta y con desdén.

—Necesitas un diseñador real, ese que usas es asqueroso nada adecuado para la prometida de Gino Doyle— sabe de quién son y muy seguramente, lo hace para provocar.

La sala está en silencio y somos vistas desde los escritorios, la gran mayoría espera que me vaya a los golpes con ella, algo que no sucederá.

—¿Tengo permiso para seguir esperando o necesito enviar la propuesta con anticipación? —pregunto inocente y muestro mis dientes, luego mis manos —¿Podrías decirme si luzco a la altura para ser la futura señora Doyle? Es que mi educación se basó en cumplir mis prioridades y no las de mi futuro esposo.

Las chicas que vienen con ella retroceden de manera instantánea y sonrió al ver que ha quedado sola. Quizás ella no necesita de ese puesto o esté sujeta a él, por mucho tiempo, pero dudo que las demás sea así. Si antes me caía mal ahora lo era aún más. La señora Veruzka me ha dicho que Gabriela escuchó refiriéndose a la madre de su próximo prometido como la campesina y burlarse de sus diseños. Según ella Veruzka había triunfado por ser la esposa del dueño del dueño del whisky Doyle-Turner.

—Te hice una pregunta ¿Qué haces aquí? —insiste y me levanto de la silla, al ver al grupo de visitas pasar por mi lado y decido hacer ese recorrido.

—¿Alguna vez piensas lo que dices? —preguntó con curiosidad —Porque no solo de insultas a la esposa de tu jefe, al hijo de este, a sus reliquias... fuiste lanzada a la calle por irrespetuosa, yo pensaría que has aprendido la lección. —camino hacia una de las chicas que están detrás del escritorio y al verme en pie ante ella de levanta asustada. —muy buenos días... Valery —leo su nombre en su uniforme.

—Buen día señorita ¿En qué le puedo ayudar? —sus palabras salen nerviosa e imagino se debe a que ha escuchado mi enfrentamiento con Evanna.

—En mostrarle la salida... Trasera—corrige rápidamente— como la arrastrada que es —suspiro lento y sonrió a la chica quien nos ve a una y a otra incómoda.

—¿Le puedes decir al señor Gino que decidí hacer ese recorrido? —asiente con una sonrisa y le invito a sentarse —no es necesario darle detalles, no queremos hacer enojar al jefe.

—Si señorita —sin decir más o mirar hacia ella me acerco al guía.

—¿Y tú Rose, aprendes de tus errores? Estas al lado de un hombre que solo te usa por tu apellido y dinero ¿Te suena familiar? —detengo mis pasos y aprieto mis manos en un puño.

El guía es un hombre alto de piel bronceada y extraños ojos verdes. Sonríe al verme de pie y me pregunta si me encuentro bien. En segundos me veo siendo observada por veinte rostros adolescentes y cuatro adultos.

—¿Hay algún problema en que me una? —pregunto luego de pensar mucho si respondo o no a esa provocación.

—Ninguna —dice con una media sonrisa —Gianluca Piamont Fleming y usted es Rose Mackay, la prometida del señor Guido Doyle.

Me indica estar en primera fila, por si mi supuesto prometido desea saber mi ubicación. Respondo que tengo móvil y él puede llamarme, además en la parte trasera del grupo podré estar más cómoda. Si bien, no parece agradarle mi respuesta lo acepta a regañadientes. Pasamos por largos pasillos, en donde hay fotografías de los antiguos dueños. Son las mismas que he visto en el castillo, con la gran diferencia que el guía va comentando lo importante que fue en su época cada personaje.

Cada uno de ellos había dejado un legado a sus generaciones, iban desde la extensión de sus territorios, amplitud en la fábrica, hasta llegar a un museo ubicado dentro del lugar. Sonrió al saber que con un poco de suerte veré al primer Doyle, quien hasta ahora era esquivo a mis ojos. La gran mayoría de los chicos no leen los detalles que hay en cada fotografía o pintura. Al lado de cada una de ellas, hay una placa conmemorativa, con su fecha de nacimiento y deceso, junto con lo que hizo o dejó a los suyos. Me quedo relegada leyendo cada una de ellas, hasta que alzo la vista y me encuentro sola en medio de un pasillo con pisos en piedra y paredes igual.

Sigo avanzado y me dejó guiar por mi sentido de orientación, empujó una puerta metálica y entro en una habitación. Descubro que son los inicios de un cuarto frío y que está vacío en el momento. Las puertas se cierran o alguien lo hace y al correr me doy cuenta que alguien está cerrando por fuera.

—Estoy aquí —digo en voz alta mientras mis puños golpean con fuerza el duro metal.

—La pequeña Rose —dice una voz detrás y vuelvo a tener esa sensación extraña.

Es la misma voz que hablaba con Izan en la isla, cuando decia que tenía que matar al pequeño y la que al día de hoy no lograba recordar donde la había escuchado.

—¡Sáqueme de aquí! —grito y escucho una risa detrás de las puertas.

—Voy a probar la capacidad de reacción de tu prometido ¿Qué tiempo pasara hasta que sepa estas aquí?

—¿Quién es? ¡Exijo que me saque de aquí! —grito aún más fuerte y con horror veo que han subido el nivel del frio del cuarto.

Tomo rápidamente mi bolso y sacó el móvil, pero no hay señal, por lo que sigo golpeando una y otra vez la puerta. Hasta que pierdo la voy y el aire frío empieza a afectar mis huesos y a entumecerme.

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