Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 7
—¡Ahora vajamos, Alaska! —dijo por fin Mari Carmen.
Unos minutos después les vi bajando las escaleras.
—Que siii —dijo Mari Carmen como si se lo hubiera estado repitiendo miles y millones de veces.
—Que nooo —le dijo Agustino.
Pensaba que iban a iniciar una discusión. Justo conmigo delante.
Ellos nunca discutían, que ella supiera al menos. Le parecía muy raro.
—Venga déjalo de una vez —le dijo Mari Carmen cuando vio que les estaba mirando fijamente con la boca abierta. Cuando me miro cerré la boca rápidamente.
—Vale, pero yo no he sido. Habrá sido el perro quien se a comido las pizzas.
—, no sabía que Agustino dijera excusas tan malas.
—No tenemos perro, se lo dimos a mi hermana porque necesitaba que lo sacaran más a pasear... —dijo Mari Carmen poniendo los ojos en blanco.
—Ups, es verdad.
—Ay, ay, ay, Agustino, si me vas a mentir al menos hazlo bien —se empezó a reír y al mirarme continúo —bueno, Alaska, ¿que te trae por aquí?
—Bueno... -no sabía que decir. Y la verdad es que no quiero decir una excusa "tan buena" como la de Agustuno —pues, quería haceros una visita, ya que hace mucho tiempo que no vengo y eso...
—Ah, es eso. Si quieres puedes pasarte la tarde con nosotros. Hoy vamos ha hacer unas rosquillas.
—¡Vale! —dije entusiasmada. Mierda. Justo recordé que tenía la reunión con los profesores. Quería hacer rosquillas, y obviamente comermelas. Me encantan las rosquillas de Mari Carmen —Ohh, no... No puedo —continúe triste.
—¿Por qué? Nadie se resiste a mis rosquillas... Jajaja —me pregunto Mari Carmen.
—Tengo una reunión con mis profesores y mi madre... Un aburrimiento —dije triste.
—Bueno, no pasa nada, otro día será.
—Alaska, concéntrate. ¿Por qué has venido aquí...? —me dijo mi consciencia.
Es verdad, el sonido.
Aqui no escuchaba nada. No se cuando exactamente ha parado.
Eso me pasa por no estar atenta.
Poco después, Agustino me dijo que se iba a ver la telenovela con Mari Carmen y me invitó a verla con ellos. Rechaze la invitación. No me aperecia estar viendo una telenovela ahora, bueno, ni ahora ni nunca. Son demasiado aburridas.
—¡Hasta otro día! —les dije despidiéndome.
—¿Ya te vas? —justo antes de contestar continuo diciendo —¿Quieres llevarte algo para el viaje?
—Eh, mi casa está aquí al lado, mucho viaje... no voy a hacer. Jajaja —no quería rechazar su amabilidad. Pero, tampoco quería abusar de ella.
—No pasa nada, te llevas unas lentejas para cenar —me dijo poniendo todo en una bolsa de plástico.
—Eh, no, no hace falta.
—Que si. No pasa nada, si nos sobran. ¿A que si Agustino? —miro a Agustino.
—Eh... si, si —dijo sin centrarse en la conversación.
—¿No ves? Venga y si no para mañana para comer —me dijo haciendo un nudo a la bolsa y extendiéndome el brazo para entregarme la bolsa con las lentejas.
—Bueno, vale. Adiós Mari Carmen, ¡adiós Agustíno! —le di un abrazo a Mari Carmen.
—Adios angelito —se despidió Agustino.
—¡Que tengáis un buen día! —les dije yo.
—Igualmente mi cielo —me dijo Mari Carmen.
Mientras cerraba la puerta escuche como Agustino le decía a Mari Carmen que la novela estaba súper interesante y que la viera con el...
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