El sonido seguía. Venía por la zona de mi cama.

Mi cuarto no era muy grande.
Lo suficiente para mi. No necesitaba gran cosa.
Nada más entrar en mi cuarto, a la izquierda estaba mi cama, que estaba colocada contra la pared. Por toda la pared colgaba unas enredaderas de mentira.
En el hueco que dejaba mi cama había dos estanterías, llenas de libros y de posters de Harry Styles.
Y en el hueco que dejaban las estanterías se encontraba un columpio que colgaba del techo, siempre me gustó tener un columpio en mi habitación por qué mi amiga tenía uno, a raíz de eso, mi madre me prometió que tendría uno cuando nos mudasemos, y cumplió su promesa.
Luego, a la derecha estaba mi escritorio y el armario.
También había una puerta que daba a una mini terraza, llena de plantas y flores de todos los colores.

No era gran cosa, pero era una habitación agradable.

La decore a mi gusto. En la puerta están pegados discos de mis cantantes favoritos. Y dibujos que hago en el taller de arte de los viernes.

Después de dejar mi libro en mi cama, intente buscar de donde salía exactamente ese sonido. Igual lo estaban causando los vecinos... Aúnque, lo dudaba mucho. Los vecinos son ancianos muy tranquilos y agradables.

  Algunos domingos nos traen bizcochos u otras cosas, por ejemplo: jarrones de arcilla hechos a mano, libros, discos... Incluso hay días que voy a su casa y hacemos manualidades Mari Carmen e yo. Mari Carmen y el señor Agustino son personas muy majas. Aveces me recuerdan a... mis abuelos. Mari Carmen y Agustino eran muy buenos amigos de mis abuelos, hasta que... bueno... la muerte los separó.
Mis abuelos, al igual que Mari Carmen y Agustino, vivían en la casa la cual habitamos mi madre y yo ahora.
Murieron hace 1 año, pero ni mi madre ni yo nos atrevimos a venir a vivir a esta casa.

—Benga Alaska, no llores ahora —me dijo mi subsconciencia.

Me limpié las dos lagrimas que salieron de mis mejillas y fui a visitar a los vecinos. Mari Carmen y Agustino.

—Toc toc

Se abrió la puerta lentamente y vi a Agustino con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Pero mira quien está por aqui! ¿Que tal estas angelita? —era un mote que me puso de pequeña y parece ser que lo sigue usando.

—Queria daros una sorpresa —dije con copiando su sonrisa.

—Que alegría nos has dado. Hacia bastante que no te veíamos por aquí. ¡Mari Carmen tenemos visita! —me volvió a mirar y continuó cuando vio que nadie bajaba las escaleras, nadie hablaba.

—Pero, por dios. ¿Que está haciendo esta mujer? Ahora vengo... —me dejo sola en ese grande piso.

Creo que tenían el piso más grande de la comunidad para solo ellos dos.
Pero, eran los que más se lo merecían. Hacían muchísimas cosas por esta comunidad, temas de fontanería, electricidad... se encargaban ellos.
Y una vez al mes, les daban a todos los vecinos cupcakes.

Cuando me entere que los preparaba Mari Carmen, le prometí ayudarla ha hacer los cupcakes, y ahora todos el día 15 de cada mes, excepto en verano, y le ayudo a preparar todos los ingredientes...

Este mes no pude venir por mi taller de arte, y el anterior tampoco porque Maia hizo su fiesta de cumpleaños. 

No somos muchos en la comunidad, seremos al rededor de 7 pisos, y en la mayoría viven ancianos jubilados. 

Tenemos muy buena comunicación, me encantan mis vecinos.

Una pena que no haya ningún chico o chica de mi edad.

Jex me dice que si hubiera algún chico probablemente ya me habría enamorado de el.

Al principio, lo decía de cachondeo, pero, creo que lo piensa de verdad. Y eso que tampoco me enamoro tan fácil... bueno... depende.