
1
08 de Abril
2004
Primavera
Ligia.
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La mitad del mundo no puede comprender los placeres de la otra mitad.
- Jane Austen's
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A veces pensaba que el mundo conspiraba en mi contra.
Aunque el hecho de que no lloviera ese día le restaba puntos de ventaja. Había salido de casa con la intención de distraerme de cualquier pensamiento absurdo o idiota que pasara. Últimamente me encontraba odiando la lluvia y con distintos tipos de bipolaridad, pero solo basto un helado para que pudiera calmarme (de chocolate para ser exactos.)
Era una semana festiva para los colegios y universidades, eso significaba que no tenía que preocuparme por alguna tarea o proyecto en específico.
Mi odio hacia la lluvia había desaparecido en cuanto llego la primavera. Los árboles comenzaban a florecer, el sol estaba más resplandeciente de lo normal, el clima era jodidamente hermoso. Y yo tenía ganas de vomitar.
Tal vez era el helado de chocolate, a veces olvidaba lo mucho que lo odiaba, prefería las fresas, eran solo fresas y eso estaba bien.
Recordaba haber escuchado a Ricursh'ma decir que estaba muy rara y que debería ir al doctor, yo no estaba de acuerdo con esa idea, detestaba ir al doctor. Detestaba cualquier cosa que tuviera que ver con algún doctor, no por alguna razón en específico, solo los odiaba.
Pero me encontraba en Royer's con unos amigos no sabia que exactamente, pero estaba callada, tal vez estaban hablando sobre que comer, cuanto iba a pagar cada uno o sobre una fiesta, puede que sobre la graduación. Aun faltaba un año, pero al parecer la mayoría estaban emocionados por dicha cosa.
–Siento que estoy un poco gorda –, comento Denise en un quejido.
–¿Gorda tu? –parpadeo Janis repetidas veces–. Mírame a mí, estoy cuadrada necesito recuperar cintura. ¿Creen que comiendo menos pierda menos peso?
–¿A que te refieres con perder de peso? No eres Regina George Janis.
–Tal vez fue mala idea llevarte al estreno de Mean Girls –dijo una de las gemelas llevándose una papa frita a la boca.
–Muy mala idea –asintió la otra.
–¿Qué opinas tu Ligia?
Deje mi batido de lado y trate de recordar lo que estaban diciendo.
–No, no estas gorda Janis, tampoco tu Denise. –me fije en la entrada de Royer's y note que los chicos se bajaban del auto. Volví a clavar la vista en mi batido.
Llevábamos semanas planeando esta salida y ahora sentía que quería largarme, tome un sorbo del batido que igual era de chocolate.
Odio el chocolate.
–Ligia estas muy rara últimamente. –menciono Nene, una de las gemelas.
–Tal vez... un poco callada. –resalto Nam acercándose a tomar uno de mis mechones, y luego soltarlo.
–Ahora que no noto estas un poco pálida.
–¿Quién esta pálida? –pregunto Caleb, con esa sonrisa tan brillante que lo caracterizaba.
–Ligia. –Santiago se acerco para darle un beso corto a Janis.
Pude notar como le susurro algo al oído, Janis le dio un golpe en el hombro y rompió a reír.
–Uy si, es casi como un fantasma. –Caleb tomo lugar por medio de Janis y Santiago, haciendo que el mayor le asestara un golpe en la cabeza. Este correspondió enrollando su brazo por su cuello y revolviendo su cabello rubio.
Aquello me hizo reir por un segundo.
Trataba de no recordar la ultima vez que estuve con Santiago, pero era casi tan inevitable como todo su ser.
Cubierta por una fina sabana roja mientras acariciaba sus mejillas rojas al igual que sus labios hinchados y húmedos, tan húmedos como los mios, deseosos de volver a probar los suyos. Me incline para volver a plantar un beso apasionado, mis pechos fueron envueltos por sus largas y gruesas manos, su cuerpo entrando en tensión al igual que el mio.
Tal vez esa fue la llama de lo que senti al verlo con Janis tan juntos, sus manos entrelazdas e intercambiando beso. El saber que lo de nosotros era solo un secreto y no algo serio
Pero aún así se sentía real, piel con piel, roce con roce, labios con labios...
–Parece que nuestra chica recuperó el humor –dijo Janis con una sonrisa.
La envidiaba. Cada día la envidiaba. Deseaba tanto ser ella. No por si cuerpo, no por su sonrisa, ni por su personalidad. Por el, era por el y siempre sería por el.
–¿Creen que deberíamos reunirnos mañana en la noche? –sugirio una de las gemelas.
–Es una buena idea –Denise asintió con entusiasmo –, fiesta en casa de Santiago.
–¿En mi casa? –arco una ceja dubitativo–. ¿Por qué en la mía y no en la tuya?
–¿Que acaso ocultas algo? –pregunte con una sonrisa de punta a punta –, no me sorprendería si dijeras que eres un asesino serial.
Al rededor las gemelas comenzaron a reír, Denise se les sumo, Caleb y Janis también. Santiago se fijó en las risas y nego riendo de manera severa, su mirada se clavó en mi con un brillo malicioso.
–¿Me crees capaz de ser un asesino? –su brazo dio lugar a la espalda de su novia.
–Te creo capaz de cualquier cosa, Santiago, si no me crees pregúntale a alguno de nuestros presentes.
A mi alrededor todos comenzaron a contar historias vergonzosas de Santiago, al punto de casi avergonzarse, sus mejillas se habian sonrojado a un punto en el que casi parecia un tomate. Terminé de oír reírme sumándome a ellos, la risa se debía más a la ternura que sentia en ese momento por sus mejillas rojas, el hoyuelo cerca de su ojo, el lunar de su cuello. Mis ganas en ese momento por abrazarlo... Pasar por encima de la mesa sin importarme que los demás estuvieran viendo, abrazarlo sentarme en sus piernas, acariciar cada parte de su cuerpo y besarlo, besarlo, besarlo hasta quedarme sin aire, hasta el momento en que la ropa nos estorbara y nuestra piel nos pidiera a gritos entregarnos el uno al otro, siempre, como esas noches y mañanas a escondidas...
–Escondidas... –susurro bajando la mirada a mi batido de chocolate.
–¿Escondidas? –pregunto Caleb –, buena idea deberíamos jugar a las escondidas.
–¿Que? –pregunte con confusión.
–¡Buena idea!
–Estamos un poco grandes para eso ¿No creen? –Denise hizo una mueca.
–Mmm tal vez... Pero este será diferente
–¿Que sugieres rubiecito?
Santiago se llevó una mano a la barbilla rascando la mientras pensaba. Después de unos segundos chasqueó los dedos.
–Cada uno ira a esconderse el que busca tendrá que encontrar a uno por uno, como corresponde, la unica diferencia es que el ultimo en ser encontrado tendra que besar a la ultima persona que encuentre.
Por un momento todos se quedaron pensando al respecto, Janis hizo un gesto de desacuerdo.
–No me convence. No quiero que busques a alguien y tengas que besar a alguien más.
–No dije que yo buscaría –miro a Caleb –, es tu oportunidad amigo.
–¿Yo? No quiero besar a nadie. –hizo mala cara.
–¿Ah no?
Los dos compartieron miradas por un par de segundos y luego Caleb se sonrojo.
–Vale, paguemos la cuenta, salgamos de aquí y comencemos a jugar.
Por un instante me pregunté a qué se refería cuando compartieron miradas, no era un secreto que Caleb gustaba de alguien, pero no era del grupo. ¿O tal vez si?
Salimos de Royer's y al sentir el aire contra mi cara, sentía ganas de vomitar, mi cuerpo volvió a tener escalofríos y mis piernas se comenzaron a debilitar. Me mantuve para ocultar lo que sucedía pero volví a perder los ánimos.
Volvía a sentir el mundo pesado igual que mis pasos.
Las risas comenzaron a volverse un martirio para mis oídos. Lo más probable es que nunca hayan dejado de serlo, subía y bajaba la mirada como si buscara algo una solucion que no me mareara, baje la mirada y los encontre tomados de las manos riendo, diviertiendose.
El dolor que se clavó en mi pecho se volvió tan atractivamente horripilante, que por un momento quise quedarme en el, acusándome en las suaves y filosas sobras del dolor, el vacío fue lo que me inundó después. Fue peor.
Porque, ya no sabía si era por ellos.
Tal vez era por el mareo.
Porque no me gustaba mi cabello, o simplemente me quería golpear contra una pared, pero ahora ese vacío me estaba consumiendo y era...era...
Santiago tomo a Janis por las piernas, la cargo y comenzó a correr, había tardado en caer en cuenta que, Caleb iba pasos más adelante que nosotros o ellos. Había reaccionado tarde cuando todos comenzaron a gritar mi nombre y yo corrí.
Pero correr me hizo sentir mal, me hizo sentir más vacía y más dura.
Habíamos llegado a un parque que jamás había visto, amplio, algunos otros árboles enormes, capaces de ocultarte en sus troncos y ramas, bancos limpios y cuidados, una caja de arena, y casillas desconocidas.
El juego comenzó con Caleb dándose la vuelta y comenzando a contar del 1 al 100, las gemelas tomaron caminos separados y comenzaron buscar una casilla en la cual esconderse, Denise tomó a Janis del brazo y pronto las perdi de vista, cuando me habia volteado Santiago ya se había escondido, quedaba yo cerca de un Caleb de espaldas, buscando en donde esconderme. Opte por las casillas y me dirigí rápido a una. Cerré la puerta en silencio y solté el aire acumulado, podía escuchar con claridad como Caleb contaba.
–18, 19, 20...
Mi puerta se abrió causando que soltará un pequeño chillido, su mano cubrió mi boca y cerró la puerta con la otra. No tarde en apartar su mano de manera brusca.
–¿Que haces aquí? –susurre.
–Lo mismo que tú, escondiéndome.
Fruncí el ceño.
–Vete, nos van a describir.
–No estamos haciendo nada ilegal. –dicho eso, me regaló una sonrisa torcida –¿O que? ¿Te da miedo caer ante mis encantos?
Quise reír en ese momento, me límite a negar.
–Tu no tienes ningún encanto.
–¿Ah no? –se acercó un poco –, ¿Quién lo dice?
Aguante la respiración por unos segundos, su cuerpo estaba muy cerca del mío, llevo una de sus manls hacia mi rostro, delineando cada parte con su dedo pulgar.
–40, 41...
–Eres hermosa.
No supe el momento exacto en el que mis ojos de llenaron de lágrimas, quería bajar la cabeza pero no podía parar de ver esa mirada... Su maldita mirada...
–Supongo que también se lo dices a Janis ¿No? –hice lo imposible para que mi voz saliera firme, pero termino siendo débil, y vulnera como yo.
–Me gustas tú. –sonaba sincero. Muy sincero –Jamas me gustará nadie más que tú, siempre se a tratado de ti, y siempre vas a ser tú, a quien yo ame.
Me abalance sobre el, y lo bese. Días, semanas, segundos, todo lo que no pasaba a su lado se convertia en una larga y maldita tortura, que terminaba carcomiendo me, mi piel ardía cuando estaba frente a él como la de el con la mia.
Si, dolía cada parte de mi cuerpo, si, el vacío seguía ardiendo y apuñalandome, si, estaba mareada, si, Caleb habia terminado de contar ¿Pero que más daba? En ese momento solo me importaba el y yo. Solo eran sus ojos verde con mis ojos negros, llenos de lágrimas y dolor.
Todo se sentía como un viaje una aventura una nueva vida, un nuevo experimento una nueva manera de explorar de vivir. ¿Que había allá afuera? ¿Que cosas podría yo descubrir? Mi libertad empezó cuando entré a la universidad, todo por el desempeño en la secundaria por las clases hizo que me saltará un año. Vivir en casa de mis padres seguía siendo reconfortante aún estaban mis hermanos y ellos, siempre fueron mi apoyo emocional, pero jamás tuve la libertad que esperaba tener hasta que por fin salí.
La universidad me dio muchas oportunidades de salir, luego de clases me reunía y salía con mi grupo, iba a fiestas, tenía una vida íntima y siempre explotaba cada parte de la ciudad y casas alejenas en fiestas de personas que no conocía.
Pero ¿Más afuera? Mi habitación era un mapa.
Los trazos desde la puerta hasta el ultimo rincón de la habitación eran líneas, y líneas llenas de fotos de lugares paisajes, boletos falsos, folletos. Siempre he querido saber que hay más allá. ¿Como es la Torre Eiffel en persona? ¿Como se sentirá tocar un árbol de cerezo? ¿Que monumentos hay en europa? ¿Que costumbres y cultura habrá en brasil? ¿Colombia? ¡México!
Una aventura es más que ir de un lugar a otro.
Siempre me repetía eso, pero, tal vez había una forma de salir...
Me dejé caer en la cama con pesadez, mirando el techo cubierto de estampitas de diferentes nacionalidades.
–Si yo me fuera de viaje a recorrer cada rincón, de cada lugar, me encargaria de volver cada uno de esos lugares y eso rincones, en mi hogar.
La idea no era mala, convertir en mi hogar cada lugar a donde fuera. Ilusionada sonreí al pensarlo pero de nuevo, fue aquel vacío lo que me arruinó el momento.
Dejé escapar el aire que contuve en el momento y respire con dificultad.
–¿Pasa algo? –«esto es ridículo» pensé, esperaba una respuesta que no llegaba.
Comenzaba a sentir náuseas y dolores en la espalda.
–Me va a bajar, estoy segura.
Continúe recostada de la cama cerrando los ojos, e imaginando como salía.
La mayor parte del tiempo libre era siempre gratificante para mí, tenía la oportunidad de ir la costa de una playa y dejar que mis pensamientos me invadieran por momentos. Adoraba la sensación del viento pasando por mi cara, guiando mi cabello por donde quisiera que fuera.
Libertad.
Era lo que pensaba la mayor parte del tiempo.
Dejaba las manos sobre mis hombros abrazándome a mí misma con fuerza, quería sentir protección y seguridad, pero era casi imposible, y lo imposible siempre me parecía estresante.
–¿En que tanto piensas? –pregunto.
Solté mi cabello apenas me sente, me gustaba el sonido de las olas chocando entre si.
–En nada en concreto –respondí encongiendome de hombros.
Eran de las pocas veces que nesecitaba de su compañía para salir y no sentirme tan sola.
«Ni tan vacía como ahora»
Casi como mi mejor compañía, Caleb siempre fue el más cercano a mí por gusto propio, no me gustaba admitir frente a él que si llegaba a encariñarme con sus presencia pero resultaba ser reconfortantes la mayor parte del tiempo, era lo que los demas llamaban: Un gracioso chico roto. Aunque nunca entendí porque tenía que decir "roto", Caleb nunca lo ha estado por lo que ha dicho. Sospechaba alguna veces que no era así, pero prefería mantenerlo en mi cabeza y no en teorías absurdas.
–Has estado más rara de lo usual.
–Yo no soy rara. –me voltee para mirarlo mal.
–Exactamente por eso –segui con mi mamá cara, continúe caminando –, ¿Cuando fue tu última vez? –me siguió.
–¿A qué te refieres? –sabia exactamente a lo que se refería y mi vida íntima era algo que solo se quedaba conmigo.
–Sabes a que me refiero.
Me detuve cuando estuvimos más cerca de la playa.
Pacífico, así se podía describir aquella playa, como un lugar pacífico en donde no iban más personas y todo se mantenía limpio.
Pude notar como Caleb se quitó la camisa dando varios pasos hacia atrás y, no tardó en tirarse al agua. Pequeñas gotas de agua salpicaron parte de mi falda y mi camiseta, pero en ese momento no le di importancia.
Hay algo dentro de mi que me mantiene despierta día y noche.
Se refería a mí vida sexual pero pensar en ello me generaba náuseas.
Caleb lucia igual que un pesecillo nadando en círculos, no tardó en volver hacia donde yo estaba, revolviendo su cabello. Me dejé llevar por mi mirada dejándome ver cada facción del cuerpo de Caleb. Si bien era atractivo no podía imaginarlo de una manera romántica.
No si sigo en un circulo vicioso.
Carne. Roces. Caricias. Placer. Ese era mi círculo vicioso.
Tal vez, si Caleb me gustará...
–Me refería a si haz estado con alguien más. –su lengua se acomoda para relamer sus labios.
Negué.
–El romance no es para mí.
–Pense que era una romántica soñadora en busca de su príncipe azul. –ambos reinos un poco ante la descripción.
Volví a negar.
–Estoy enamorada de la aventura. –admiti, una sonrisa comenzo a formarse en mis labios.
–Siempre dices lo mismo.
–Es que –deje de verlo para señalar todo a mi alrededor –. ¡Mira esto! –sonreí –, no me digas que no te gusta, el aire, el agua, la sensación de libertad.
–Estamos en un país libre, Ligia.
–No me refiero a eso –suspire–, imagina poder viajar, conocer nuevos lugares, nuevas experiencias, gente... –baje la mirada y me fijé en mis manos–Viajar... Quiero viajar. Y no solo eso, vivir la experiencia de conocer nuevas cosas, quiero ver qué más ahí allí afuera ¿Nunca te lo has preguntado? Ir a cualquier parte del mundo conocer nuevas culturas y sus historias.
Parecía atento ante todo lo que le decía.
–Parece que en verdad quieres eso. –du semblante se volvió inexpresivo y me miró fijamente.
–Lo deseo, Caleb.
Dicho esto, dejo ver si sonrisa habitual con un brillo de diversión en sus ojos.
–Yo te llevaré personalmente a tu primer viaje, lo prometo –hizo una pequeña reverencia.
–Oh ¿Enserio? –pregunte con una sonrisa.
–Usted solo dígame su destino y yo con gusto la llevaré a donde guste.
–¿A donde sea?
Asintió.
–A donde sea. –su voz sonaba mas calmada y pacífica en ese momento.
Idiota, era una idiota, pero me gustaba la sensación de que podía contar con un amigo fiable para esto. Aunque nunca se diera la oportunidad.
Tenía los ojos casi tan oscuros como mi cabello, se afeitaba el cabello cada vez que le crecia de más, a diferencia de Santiago. Le gustaba tener el cabello corto pero largo a su vez, lo cortaba cada que lo sentía necesario.
Eran casi como hermanos. Hermanos opuestos que disfrutaban de la compañía del otro.
–¿Tus papás siguen de viaje? –pregunto al tiempo que se llevaba una uva a la boca.
Asentí con un poco de tristeza.
–¿Por qué no fuiste con ellos?
–Sigo ocupada con los proyectos.
–Si... Sabes que no tenemos clase, estás semanas ¿No? –asenti–, ¿Entonces?
Baje la mirada y la clave justo en el tazón de uvas.
–Tal vez debería darle un respiro a mi familia de mi –la respuesta fue casi como un susurro –. Soy consiente de que puedo llegar a ser un poco molesta, también merecen tener un espacio propio.
–¿Molesta tu? ¡Pero que va! Si eres increíble. –sonreí al escuchar eso, me acerque para abrazarlo con fuerza.
Caleb correspondió con más fuerza, me hizo sentir... Sin ninguna manera de explicar, el calor y la presión en mi pecho se hicieron presentes en aquel momento, acostumbraba a dar abrazos pero nunca a recibirlos de la misma manera, ni siquiera recibirlos de vuelta.
–Yo si extraño a tu mamá, dime ¿Tiene intensiones de seguir con tu papá?
Volví a reír un poco.
–Si, aún tienen intensiones de seguir juntos. Y creeme que así se va a mantener. –fingio sentirse triste y se rescosto en el suelo. Levantó su mano para que estuviera junto a él –. Hace poco tuve una conversación con mi mamá sobre el embarazo –menciono al tiempo que yo me recostaba.
–¿Y que pasó con eso? –lo mire.
–No sé, fue un poco raro. Hablábamos sobre mis planes luego de la universidad y surgió el tema del embarazo –suspiro–, dice que quiere nietos, pero que no quiere que mi vida se arruine por no saber usar protección.
–Es algo absurdo –solte.
–¿A qué te refieres?
–¿Que le asegura a tu mamá que tendrás hijos en algún momento? ¿Y si no quieres?
Paso una mano por su cara respirando profundamente.
–No tengo opción. A menos de que el bebé venga en camino le asegure nietos a a mi mamá, sigo siendo el primogénito, y sigue siendo mi responsabilidad darle lo que quiere.
Milian solía ser una mujer cristiana, en determinado punto de su vida se alejo de ese camino, y dos años después se divorcio de su esposo, no sin antes quedar embarazada del mismo. No era un secreto que guardaba cierto rencor hacia mi y no tomaba la molestia en ocultarlo cuando quería.
–¿Tú... Si quieres? –lo miré.
Caleb clavo su mirada en la mía.
–Tal vez, no estoy completamente seguro.
Me sentí mal por haber insinuado que su madre lo obligaba a tener hijos.
–Lo siento.
Poco a poco se fue formando una sonrisa en su rostro, no juguetona, si no una más tierna.
–¿Por qué?
–Por creer que no querías hijos. Pero a decir verdad es un tema muy controversial. –se limitó a hacer un gesto raro con sus manos.
–Tamopoco dije que si, si tuviera la oportunidad me gustaría hacerme cargo, al fin y al cabo, estoy a punto de tener un hermano. De algo se aprende.
Me límite a asentir, no sabía que más decir, tampoco quería decir algo que pudiera afectarle.
–¿Y tu? –su pregunta me dejó desconcertada, volví a mirarlo –¿No te gustaría tener hijos?
Tenía la respuesta clara, sin embargo se tardo en salir sin pider tartamudear.
–No... No lo sé... –fue lo que dije. No era lo que quería decir. Tomé una calada de aire y me senté con un raro nerviosismo –. ¿Hijos? No lo sé, tal vez... No... O si ¿A qué viene la pregunta?
Comenzaba a alterarme sin motivo ¿O tal vez si? Era una estupidez ¿Como iba a saber que responder? ¡Ni siquiera me he detenido en pensarlo! En ningún momento de mi vida he querido detenerme, para averiguar si quiero una familia.
Caleb no tardó en sentarse y poner sus manos en mis hombros en busca de consuelo.
–Oye –susurro–. Está bien, tranquila, solo era una pregunta.
¿Porqué estaba tan nerviosa? ¿Porqué mis manos comenzaron a sudar tan de repente? ¿Por qué...?
Logré evitarlo a tiempo antes de que saliera, llevé ambas manos a mi boca y me levanté con rapidez, corrí con torpeza hasta llegar a un arbusto lejos de donde pudiera alcanzarme Caleb. Escuchaba con claridad sus gritos detrás de mí, cuando no pude más, vomité atrás del arbusto. Mi garganta comenzó a arder y mi cabeza comenzó a doler.
Las manos de Caleb no tardaron en tomar mi cabello mientras buscaba una manera de mantenerme, en pie.
Caleb se tomó la molestia de cargarme entre sus brazos, se aseguro de recostarme en la parte delantera del auto, por más que declaraba que me sentía bien.
–Estoy...
–Sh, no gastes energía hablando –su mirada estaba fija en el camino, aunque de vez en cuando dejaba su mano en mi cabeza, y acariciaba mi cabello–. Me quedaré contigo hasta que te sientas un poco mejor ¿De acuerdo?
No me sentía con ánimos de contradecirlo, y siendo sincera, no quería quedarme sola en casa de nuevo. Asentí y me fijé en el camino, me percaté de que estaba apunto de llover.
Llegando a casa me resistí para que no me cargará, pero continuaba extrañamente débil así que cedí. Le entregué las llaves de la casa para que pudiera abrir, cerró la puerta detrás de si y me dejó en el sofá.
Se sentó en el suelo frente a mí, acariciando mi cabello.
–Caleb, solo vomité.
–Y puedes volver a vomitar, ahora deja de ser terca y quédate tranquila. –continuo acariciando mi cabello –¿Tienes algo que pueda prepararte?
–Bueno. En la cocina hay algunas cosas...–mis ojos comenzaban a cerrarse a medida que sus dedos se deslizaban por mi cabello–, oye eso da sueño –reí levemente.
De su parte sonrió tiernamente acomodando algunos mechones.
–Si te mejoras, me asegurare de llevarte a comprar más cosas antes de que llegue tu familia ¿Va?
Asentí. Lo ultimo que recordaba antes de dormirme fue su sonrisa, no me había percatado de lo linda que podia llegar a ser.
Los destellos de luz me hicieron despertarme poco a poco, utilice la sabana como refugio y me envolví en ella, gruñó levemente por jaber perdido el sueño. Me levanté de golpe al darme cuenta de que me encontraba en mi habitación. Sentí mis mejillas calentarse al pensar que Caleb pudo entrar a mi cuarto para dejarme aquí.
Baje descalza por las escaleras en busca del castaño, pero solo encontré una nota en la puerta principal.
Te dejé hecha una comida en la cocina
Si se enfrío, puedes calentarla, salí para
Hacerte un par de compras ;)
Espero que te despiertes antes de que
Llegué, no quise llevarme las llaves
De tu casa.
Doble la nota y la guarde en el bolsillo de mi falda.
Encendí la cocina y puse a calentar la comida que había dejado. El vibrante sonido del celular comenzó a sonar por alguna parte de la sala. Me apresuré en buscarlo, tire algunos cojines, me agache debajo de la mesa.
–Mierda ¿En donde está? –me rasque la cabeza y seguí buscando.
Lo encontré en el pequeño bar de mis padres, "Mamá" lo abrí acomodando mi cabello y conteste.
–¿Bueno? –dije en un falso tono alegre.
–¡Ligia! ¡Hola hermanita! –reí un poco al escuchar la voz de mi hermana menor –, ¿Como va todo por allá?
Podía imaginarle pegando sus labios al pequeño micrófono mientras hacía caras raras.
–Hola Nene, todo bien por aquí ¿Tomaste el teléfono de mamá sin su permiso? –su silencio fue suficiente respuesta para mí –, Nene...
–¡Salió con papá, no sabes que lo tome sin su permiso! –chillo.
–Sigue estando mal lo que haces. –negue sentándome en el sofá –, ¿Que tal la están pasando?
–¡Super duper! Rentamos un hotel cerca de la universidad de Esteban y Ethan. Casualmente tenían tiempo libre y dimos un paseo junto con ellos. ¡Te compré algunas cosas!
Sonreí inconscientemente levantándome y dirigiéndome a la cocina, apagué las llamas, saque un plato y me serví, me dirigí al comedor y deje el plato en la mesa mientras me sentaba. Comenzó a contarme sobre que se había manchado con un helado de vainilla, jurando que al fondo tenía pedazos de fresa. Luego le aclare que los helados de cómo no tenían pedazos de fresa al fondo y mucho menos si eran de vainilla.
–Papá dijo que si tenía. –apostaba cualquier cosa a que hacia una mala cara.
–Papá lo dice porque sabe que odias la vainilla. –me llevé una cucharada de comida a la boca.
–¿Así como tú odias el chocolate? –trague.
–No odio el chocolate –bebí agua para calmar la tos que comencé a tener –, solo no me gusta.
–¿No es eso lo mismo?
–No, no es eso lo mismo. –Esta vez mientras intenté llevarme otra cucharada de comida, sentí un raro sabor amargo en el estómago.
Volví a acercar la cuchara y el olor me resultó asqueroso, a diferencia de unos segundos, que resultaba delicioso. Dejando el teléfono sobre la mesa tape mi nariz y comencé a comer.
–¿No has hecho nada divertido?
–Salir con los chicos –el concepto que yo mantenía de «diversion» luego de las salidas, y paseos no eran algo que una niña de 7 años quisiera saber.
Escuché un chillido de alegría de fondo. Sabía que en cualquier momento preguntaría por alguno del grupo.
–¿Estaba allí Caleb? –su voz sonaba emocionada.
–Siempre está Caleb –admití, resultaba extraño cuando ninguno de nosotros estaba en las salidas. Cada uno tenía su manera de destacar en distintos momentos.
–¿Las gemelas? ¿Janis? ¿Denise? –volvio a chillar–, ¿Santiago?
Al escuchar su nombre se me hizo un nudo en la garganta, y extrañamente me estremecí de dolor.
–Si. Si. Si. Y si, también Santiago, ninguno de nosotros falta. –dije disimulando el dolor en aquel momento.
–¡Es muy lindo!
–¿Quién? ¿Santiago? –mi voz salió un poco más débil, un eructo salió de la nada y sentí como mi cuerpo le resto peso.
La voz de mi hermana comenzó a ser apenas un murmuró, mis manos comenzaron a sudar y el frío invadió mi cuerpo.
Y allí de nuevo esas ganas de vomitar. Nene siguió hablando sin poner mucha atención a mi silencio, aún así, decidí tomar el teléfono y correr escaleras arriba antes de vomitar sobre el o en toda la mesa.
Tropecé con uno de los escalones y de no ser de haberme sujetado de la pared pude haber caído, a este paso cada palabra que decía la menos de la familia menos entendía y más se hacían presentes las ganas de...de...
Vomité. Caí de rodillas ante la taza del baño una vez entré y vomité. Dejé el teléfono en sueño y aferre ambas manos sobre la taza y vomité, vomité, vomité hasta que toser y hasta que mi garganta comenzó a arder. Respire con casi desesperación, solté lo que me quedaba dentro.
Me recosté de la pared perdiendo la noción del tiempo completamente, me abrace a mi misma mientras temblaba buscando una manera de respirar más fluido.
–¿Ligia? ¿E-estas bien? –estaba asustada. Su voz sonaba temeroza.
Tone el teléfono y carraspeé para que mi voz no sonará tan débil.
–Estoy bien tranquila –trate de sonar más animada.
–¿Segura? –su voz continuaba siendo temeroza tenía que hacer que me creyera.
–¡Segura! –intente reír con naturalidad –, es solo que hubo un problema aquí en el baño, pero todo bien, no te le digas a mamá ¿Ok? –escuche como un auto de estacionaba cerca «Caleb»–, te llamaré luego ¿Si? Te amo. –colgue.
Una vez abajo me asegure de guardar lo que quedaba de la comida y haber limpiado todo abajo, había lavado mis dientes y comí una menta.
Abrí la puerta y salí al porche, el olor a lluvia invadió mi nariz en aquel instante ¿En que momento había llovido? El patio delantero estaba lleno de charcos de agua y aún caían gotas del techo. Me fijé en Caleb, que estaba sacando unas bolsas de su auto. No pude evitar sentirme avergonzada en aquel momento.
–Mira lo que traje –alzo los brazos con un mercado de bolsas sobre el.
–No hacia falta... –puso un dedo en mis labios para callarme.
–Sabia que dirías eso y te compre unos yogures –dicho eso, entró a la casa y se dirigió a la cocina. Dejo las bolsas las sumo cuidado y las acomodo entre si.
–Caleb, en verdad no hacia falta.
–¿Sabes? Cualquier otra persona en tu lugar estaría diciendo algo como, "oh muchas gracias, te debo la vida" y luego se arrodillaría.
Reí rescostandome de el umbral de la cocina.
–Gracias.
–"Te debo la vida" –añadió.
–Ni en sueños diré eso –centre mi mirada en las bolsas–, ¿Cual es la de yogur? –una sonrisa maliciosa se formó en sus labios –No debí preguntar.
–No, no debiste –alzo la bolsa –. Ahora te tengo completamente a mis pies.
–Sigue soñando –dije posicionandome a su lado, chocando mi hombro con el suyo.
El sonrió un poco y volvió a chocarme.
–Me preguntó quien será el afortunado de estar contigo. –su voz se volvió un poco más tranquila, tomando un papel mas swrio.
Baje la mirada encogiéndome de hombros y evitando pensar en Santiago, era casi imposible cuando lo recordaba en aquellas noches de película que ambos amábamos. Jugué con mis dedos perdiéndome completamente en mis pensamientos, suspiré con pesadez.
–No lo sé... Tampoco estoy interesada en algún tipo de relaciones ahora mismo. –lo cierto era que no podía parar de imaginar un futuro con el. Con todo lo que podríamos hacer y también ser.
–Y... –se fue acercando un poco más cautelosamente a mi, mientras iba desempacando los productos –. ¿No será que aún no encuentras a la persona correcta? –alce la mirada para verlo, y lo encontré sonriéndome de una manera... Muy sencilla, pero raramente tierna. –, digo... La mayoría de chicos en los que te fijas terminan siendo completos patanes –se encogió entre hombros –¿No crees que tal vez sea hora de buscar a alguien que te trate bien?
Así fue como casi su mano rozó la mía. Baje la mirada hacia esta y la aparte con delicadeza. Llevé ambas manos detrás de mí y sonreí con gentileza.
–Espero buscarlo cuando esté lista. –cierto brillo en su mirada se fue desvaneciendo, pero aún así me devolvió la sonrisa y asintió.
Lo ayude a sacar y guardar las cosas en sus respectivos lugares, me ayudó a barrer y limpiar las ventanas.
Mantuve mi mente ocupada en cualquier mínimo detalle para no pensar en lo que había sucedido, me preocupaba el hecho de que Caleb tuviera algún sentimiento fuera de lo amistoso hacia mi. No quería dañar ninguna de sus ilusiones pero tampoco quería darle una razón por la cual mantenerse en pie. Estaba confundida ¿Podría o no corresponderle? Intentaba imaginarme con el, saliendo en una cita tomarlo de la mano, y dormir juntos, invitarlo a quedarse pasar la noche los dos solos...
Me sonroje al pensar eso último, no sonaba nada mal, no dudaba de que fuera alguien increíble y maravilloso para las relaciones. Pero no lo veía de esa manera, por más que buscara y buscará y llegase a encontrar algún sentimiento romántico hacia el. Con solo pensar en Santiago todo eso que buscaba y buscaba se perdería de nuevo. No porque no me importara. Porque a pesar de todo Caleb era mi amigo y no quería perderlo. Santiago era casi mi mundo.
Es de quien me enamoré pese a todo lo que ha sucedido y que esto sea como un secreto, era eso lo que me generaba molestia y dolor. Que yo tenía que ser quien se escondía cuando claramente solo quería abrazarlo con todas las intensiones frente a todo el mundo y que mirarán, que se fijaran en qué lo amaba, en qué quería estar con él las 24 horas del día. Que lo deseaba así como el me deseaba a mí.
Era... Doloroso tener que insistir por mucho tiempo algo que a lo que el siempre respondía con un "Lo haré pronto". ¿Cuando sería ese anhelado pronto que nunca llegaba? Joder quería tenerlo a mi lado. Decirle a la cara todo lo que sentía por el, irme, irme lejos, vivir mi aventura a su lado que solo fuéramos el y yo. Que dejará a Janis. Que también era jodido porque es mi amiga, el es su novio pero por más que me resista y por más que me resistí no pude evitar enamorarme de él.
Porque si, me enamoré de él, me enamoré jodidamente de su sonrisa y su manera de tratar a los demás.
Me gusta la adrenalina que siento cuando estoy con el a solas. Pero me gustaría más si dejara de ser adrenalina y fuera calma lo que siento después de cada momento que comparto con el, y que no solo sean momentos íntimos si no momentos tiernos y detallados como esos de las películas, o los libros... O...
–Ey, Ligia –acuno mi rostro en sus manos y me habló en un tono suave –. ¿Que pasa? ¿Por qué llora...?
Ni siquiera tuve tiempo de pensarlo dos veces. Lo tome por la camisa acercándolo a mí hasta unir mis labios con los suyos.
En ese momento solo fueron nuestros labios juntos, luego un movimiento lento de su parte y luego de la mía, pronto se volvió un beso con más y más ritmo. Luego mis manos lo soltaron y se hundieron en su cabello «No es él.» luego sus manos en mis hombros «No es él.» y todo debió terminar allí, con ambos separándonos de aquel beso que no nos pertenecía. Pero luego estábamos tendidos en el sofá «No es él.» sin dejar de besarnos.
El problema en ese momento era que no estaba enamorada de Caleb, si no de su amigo, tal vez el era consciente de eso o no aunque solo queria disfrutar del momento. Pero no buscaba dañarlo y si no me detenía lo iba a hacer. Entonces terminé por separarme de aquel beso.
El con su respiración agitada y yo volviendo a tener lágrimas en los ojos, esta vez no tardó en comprender y reaccionar. Me envolvió en sus brazos y yo le correspondí con tristeza. ¿Por qué tenía que hacer aquello? ¿Por qué no podía simplemente besarlo y decirle; quiero estar contigo cada momento del día? ¿Por qué tenía que estar tan malditamente enamorada de su amigo?.
Más tarde que temprano comencé a sollozar y aferrarme más a sus brazos.
Caleb, en busca de mi tranquilidad comenzó a cantar, mientras acariciaba mi cabello y mis lágrimas salían una tras otra, el canto una canción que ni reconocí y que lo más probable haya inventado;
¿Por qué lloras?
¿Que te hizo llorar?
¿A esos ojos tan hermosos quien
les hizo tanto mal?
Todo estará bien, deberías confiar
Te prometo que nadie te hará
daño.
Eres muy linda para llorar
Te protegeré de cualquier patán
que te haga llorar.
Eres tan hermosa como una rosa
no deberías llorar.
Te protegeré de cualquier patán
que te haga llorar.
Y así con una canción y un:
–Estare para ti en todo momento, llora en mi hombro siempre que lo necesites, usa mis piernas si las tuyas no pueden más, si necesitas que alguien te proteja yo seré el escudo y la armadura que te cuidara de cualquier daño, prometo ser ese que te saque de cualquier situación dañina. Siempre que nesecites que alguien te ame, tenme en cuenta a mí. Que te amaré hasta el día que uno de los dos muera y que aún así seguiría amándote desde lo más profundo, aún si tu no sientes lo mismo.
Me calme.
[🍂🍂🍂]
Llevaba puesto un jean acampanado con un top más arriba de la cintura, el cabello suelto y aretes circulares, escogí cualquier par de sandalias y me subí al auto. Aún con pena.
Luego de llorar y que el logrará calmarme, me propuso ir a la fiesta de las gemelas. Había olvidado completamente que habíamos quedado en vernos allí en la noche. Se nego a irse a casa y arreglarse con la excusa de que le gustaba como estaba vestido, pasaríamos a buscar a Denise a su casa.
Me subí en el asiento trasero, luego me dijo que podía estar adelante.
–¿Y cuando suba Denise? –enarco una ceja.
–Seguiras en el asiento delantero. Así que vamos, ven aquí. –hizo un gesto con la cabeza señalando el asiento.
Cuando estuvimos más acomodados comenzamos el recorrido, había sugerido abrir las ventanas, sabía lo mucho que me gustaba asomar la cabeza cuando no habian mas autos cerca. En esa ocasión solo habían 10 autos al frente de nosotros y tenía el espacio libre, pero me negué. Seguía sintiéndome apenada.
–Lo siento. –dije en voz baja cuando la radio estuvo un poco distorsionada –. No quería hacerte sentir mal. –tenia la mirada baja abrazándome a mí misma. Escuché un suspiro pesado de su parte.
–Todo bien, no me hiciste sentir mal. –confeso–, todo lo contrario, debí ser yo quien debió detener aquello.
–Yo fui quien lo inició –cerre los puños sobre mi falda mientras fruncía el ceño, volteando a verlo –Es mi culpa... –vi sus intenciones de interrumpirme así que me adelante a hablar –... En parte... Tú me correspondiste pero yo fui quien lo inició –respire profundo antes de seguir y soltar la bomba –Me...
–Estas enamorada de Santiago. –volviendo a fijarme en el, lo encontré con la vista fija en el camino –. Lo sé. Estás enamorada de Santiago.
–No me iba a decir eso...
–Ibas a decir que te gusta, pero hasta un borracho se daría cuenta de cómo se miran. De cómo tú lo miras.
Entreabrí los labios buscando unas palabras correctas o palabras con más sentido para mí. «–De como tú lo miras.»
–Estoy enamorada de Santiago desde hace un año y 11 meses, es lo peor de él, ¿Sabes? –entonces me sentí como una completa idiota al haber dicho eso–Y-yo...
–No pasa nada, te sigo escuchando.
Me negué a seguir con el tema así que solo resumí mis palabras.
–Estoy enamorada de alguien que me jura amor eterno. Pero que hace promesas en vano. Es una traición lo sé –mi voz se comenzó a quebrantar–, pero el me lo promete me lo jura. Jura que un día seremos el y yo ¿Pero cuando va a suceder eso? ¿Por qué nunca veo llegar ese día? –tal vez se callaba por miedo a decir algo que le lastimara pero queria escuchar algo de él –, por favor di algo.
Deteniendo el auto, en el estacionamiento de la edificación de Denise, el auto se volvió un completo silencio lleno de tension y dolor.
–No soy quien para decirte lo que veo en el, y lo que piense, soy la persona menos indicada para hacerlo, deberia ser el quien debería hablar con el. Pero no voy a dejar que un idiota, un completo idiota, Ligia. Te haga daño –el sonido de sus puños cerrándose con fuerza por sobre el volante de hacía cada vez, más presente –, no te merece, ni siquiera yo te merezco eres la única capaz de merecerte y nadie más.
»Envidiare a ese chico que se gane tu corazon, tú amor y se convierta en el amor de tu vida, por el cual tus ojos se iluminen. ¿Pero sabes qué? Vales mucho, vales demasiado. Podrían ofrecerme el universo entero y aún así no te cambiaria por nada, pero lo conozco más que tú, por desgracia lo conozco demasiado y apuesto lo que sea a que te diría palabras vacías con tan solo tenerte a sus pies.
«–Siento mariposas cada vez que te veo. Eres el amor de mi vida y por ti dejaría a Janis.»
»¡Ligia! –restrego las manos sobre su cara–, el día que sepas todo lo que vales será el día en el que te vuelvas imparable. Tu, cariño. Te vas a comer el mundo estoy seguro de eso, vas a convertir todo este pequeño e insignificante mundo en una aventura, y va a ser la mejor de tu vida porque va a ser esa por la cual siempre has soñado. No me creas ahora, no me creas mañana ni siquiera en una semana, tú sola te darás cuenta de esto cuando menos lo esperes. Creeme, y confía en mi. El día que tú te comas este mundo y les muestres –movio sus brazos sin contexto alguno –. Todo ese retorcido mundo que tienes en tu cabecita. A ser el día en el que me sienta más orgulloso de ti.
La tensión disminuía y los autos se estacionaban alrededor con las luces encendidas alumbrando hacia nosotros, nosotros, nosotros, ambos mirandonos fijamente el uno al otro soltando palabras que no querían en el aire. Cada frase, cada aliento y cada mirada de su parte se quedaban tatuadas en mi mente.
–La vida es una aventura –dijo rompiendo el silencio –. Te lo dije una vez, y lo volveré a decir; la vida es una aventura y una muy dura porque no siempre va a estar de tu lado si no que te dará la espalda. Tú decides cómo vas a vivir esa aventura, disfruta esa aventura al máximo, llora, grita, ríe, ¡sonríe!pero vívela con ganas y con todos sus momentos imperfectos. Puede que un día cierres los ojos y ya no puedas vivirla.
En ese instante antes de que dejáramos de ser solo dos, lo abrace, luego acune su rostro en mis manos plantando un pequeño y dulce beso en su mejilla. Sus brazos rodearon mis caderas hasta que mi rostro estuvo a la altura de su pecho.
–Gracias por ser mi boleto de ida –susurre entre lágrimas mientras comenzaba a reír.
–Espero ser el boleto de vuelta –respondió de la misma manera, antes de comenzar a dar besos en mi cabeza.
Compartí ese momento con el sin saber que iba ser uno de los últimos que antes de partir y comenzar todo de nuevo.
Para cuando Denise se subió ambos estábamos más callados, la recibimos como siempre y con halagos sobre su vestimenta. Siempre con una actitud coqueta comenzó a contarnos sobre un chico que iría a la casa de las gemelas y con el cual compartía, ciertos intereses.
Denise era hermosa por cada parte suya; su piel morena y bronceada, su delineada cadera y cabello largo hasta la cintura. Sus uñas largas que hacían conjunto con cualquier ropa que se pusiera, que iba de acuerdo a su personalidad.
Yo en cambio. Me veía normal, podía llegar a ser consciente de mi atractivo pero prefería mantenerlo resguardado. Ojos negros, piel clara, cabello largo y negro. Uñas ni tan cortas ni tan largas. Tenía ciertas pecas por mis hombros que dejaba ver cuando usaba algún vestido o una camisa de manga corta como en ese momento, con el top que llevaba puesto.
Hasta ese momento me estaba divertiendo y aún no llegaba a la fiesta. Caleb entro a toda prisa a un túnel bajando las ventanillas. Fue disminuyendo la velocidad sin dejar de ir rápido.
–¿Y bueno? –sonrío –¿Que esperan para asomarse?
Revolví su cabello con entusiasmo y chille junto con Denise. Asomé la cabeza con cuidado dejando que el viento frío impactará contra mi rostro mientras comenzaba a darle libertad a mi cabello. Me fijé en Denise que estaba admirando las luces del túnel con una sonrisa en los labios. Mientras Caleb conducía, Denise sonreía y yo me sentía libre. Me fijé en lo que tenía escrito en la mano recordando lo que saqué del cajón de mamá. Cerré mi mano en un puño olvidándome de aquello. Si mi vida era una aventura viviría ese momento al máximo antes de que se acabara... Aunque eso no sucediera.
[🌘🌘🌘]
El volumen se volvió excesivo a tal punto de no poder soportarla era extraño pues acostumbraba a ese tipo de volumen en las fiestas, pero en ese momento no podía soportarlo.
Las gemelas llegaron a mi lado cada una, sin darme cuenta y sobresaltandome.
–Hola –solte un chillido.
–Hola –dijo la otra en un tono mas alegre –¿Que tal la estás pasando?
–¿Que? –fruncí el ceño acercándome a ellas para escuchar mejor.
–Que, ¿que tal la estás pasando? –alzo la voz una.
–Aaaaah, todo genial, pero la música me está molestando un poco.
–Pero si está en el habitual volumen de siempre. –miro a su compañera –habla con el DJ.
Sheila, acomodo su cabello e hizo una especie de tubo con sus manos, siendo para mí una desgracia. Estando justo al lado mío comenzó a gritarle al DJ, este la escucho y comenzó a hacerle señas acerca del volumen, este respondió de una manera positiva y le subió más al volumen.
Mis oídos comenzaron a zumbar cada vez más y mi cabeza, no tardó en comenzar a doler.
–¡Agh! Ese idiota está igual de sordo que los demás –exclamo Liar, con enfado.
–¿Pues como no? Si siempre está con esos audífonos puestos. Disculpa Ligia, iremos a hablar con el.
Pese a no haberlas entendido bien, solo sonreí mientras asentía buscando una manera de ese lugar, en cierto momento me pregunte en donde estaba Caleb. Cuando llegamos había ido a saludar a un par de amigos junto con Denise. Luego de allí no volví a verlo.
Si lo pensaba bien Denise y Caleb hacían muy buena pareja pero no eran más que simples pensamientos, pues ninguno de los dos dañaria su amistad por un sentimiento. Y a Caleb le gustaba únicamente yo.
Me sentía mal. No buscaba hacerle daño, y aunque llegase a negarlo, podría notarlo en su mirada...
Subí las escaleras hasta llegar al baño, abrí la puerta de golpe sin garantizar que no había nadie. El grito de Janis al abrir la puerta me espanto cubrió su cara rápidamente de pena.
–L-lo siento... –salí rápido de allí cerrando la puerta detrás de mí, el grito de las gemelas, la música todo me estaba aturdiendo pero hasta ahora ninguno me había ocasionado ningún dolor de pecho de nuevo.
Tal vez fue su mirada, esos ojos verdes impactados por verme en aquella situación, donde su novia se encontraba en sus piernas besando su cuello. «su novia.»
Donde la chica con la cual se veía escondida presenciará por minúsculo que fuera aquella situación «su novia.»
La presión en mi pecho era un tormento aquella noche, ni saliendo de la casa al patio principal, en busca de aire libre pudo calmarme, el mundo me daba vueltas y vueltas tantas que casi caia. Cuando llegue recuerdo que un chico me ofreció una cerveza y estuve apunto de aceptarla de no ser por las náuseas que sentí.
Dijo;
–¡Vamos! Es solo una bebida ¿Que mal podría hacerte?
Y en ese momento era solo un acercamiento a lo que ya sabía pero igual dolía, terminé por tropezar en los brazos de alguien mientras caminaba en vueltas, y vueltas porque mi cabeza no dejaba de darlas.
–Hey... –dijo en un tono suave –¿Estás bien?
Negué, 1, 2, 3 veces y volví a negar cuando volvió a preguntarme salí del patio corriendo al borde de las lágrimas, nunca había sido tan fan de las chaquetas hasta aquel momento que necesite una por todo el frío.
Casi sentía que el mundo se me caia pero ya no era por el, ni por Janis, ni por Caleb. Era por algo que más desconocía o no quería aceptar.
Cuando la caja se cayó de mi bolsillo la tome con la mano en donde estaba esa frase que no quise ver, al menos no allí, ni mucho menos en ese momento. Corrí tanto que mis piernas se casaron y aún así seguía y seguía. Porque prefería mil veces correr hasta cansarme, que afrontar aquello que me generaba tanto dolor.
«–¡Vamos! Es solo una bebida ¿Que mal podría hacer?»
«su novia.»
«Tu, cariño. Te vas a comer el mundo estoy seguro de eso, vas a convertir todo este pequeño e insignificante mundo en una aventura, y va a ser la mejor de tu vida porque va a ser esa por la cual siempre has soñado.»
«–Siento mariposas cada vez que te veo. Eres el amor de mi vida y por ti dejaría a Janis.»
Si tantas mariposas sentías al verme ¿Por qué no solo las ahogaste? Cuando llegue al límite, dejé escapar un grito ahogado, en ese momento mi vista se fijó en el muelle más allá de la ciudad. Hasta entonces nunca tuve más ganas de tirarme al agua.
Frene en seco, cuando mi respiración me estaba fallando, cuando comencé a temblar, cuando las lágrimas ya estaban por todas mis mejillas, cuando las piernas dolieron lo suficiente como para hacerme caer en el suelo frío y duro. Frene en seco.
Las nubes, por fin, durante toda la noche dejaron ver a la luna en su resplandor y quise llorar más ¿Por qué no puedo brillar igual que ella? Pues era muy linda, y no tenía preocupaciones... Deseaba tanto ser la luna.
–Quiero tú lugar –susurre mientras limpiaba las lágrimas derramadas –. Quiero que un día me lleves contigo, y que sea tu decisión hacerlo en la noche. No en el día. Por favor, en la noche, junto contigo. No aguantaría que los rayos del sol me quitarán un lugar como una estrella, las estrellas están más cerca de ti ¿No?
–¿Entonces me permitirá está estrella llevarla de vuelta? –sabia que era el en cuanto escuché un auto estacionarse.
–No quiero volver allí, Caleb. –susurre.
–No estarás sola. Te lo dije, estaré allí siempre que me necesites. –entonces bajo la mirada hasta mi mano y sonrió, aunque pudiera sentir dolor –. Es mejor comprobarlo tarde que temprano ¿No?
Pase todo el camino con náuseas, vomitando en una bolsa. Cuando volvimos, me sentí, una vez más; como una idiota.
Me ofreció su mano transmitiéndome su seguridad entonces la tomé, y subimos a caminar por ese enorme pasillo, poco a poco acercándonos al baño cuando estuvimos más cerca frene y el se dio la vuelta.
–¿Pasa algo –habia preguntado.
–Antes de correr, el estaba allí, con Janis. –entonces me prometió que el tocaría la puerta, y de no haber nadie, estaría al tanto de mi.
Tocó. Y no hubo nadie, entonces entre, y espero afuera.
Decir que fui consciente de lo que pasó después no era una opción, pues no recordaba más que Caleb estando al tanto de mi y de la hora.
Si era sincera, tenía miedo, pero no tanto como antes, ni menos como ahora. Pero tenía un poco más de seguridad, el pecho seguía doliendo. Comenzaba a tomarlo como una costumbre, pero el vacío... Ese vacío interminable que nunca parecía acabar era casi como el infierno, y nunca estuve allí.
–¿Puedo pasar? –pregunto desde afuera. Tarde un momento en responder, me costaba hablar en aquellos momentos –, Ligia. Todo va a estar bien.
Pase mi mano por la cara y comprobé que estaba sudando de más.
–Pasa.
Cerró la puerta detrás de si, suspiro al encontrarme sentada en el suelo. Luego lo escuché quejarse mientras se sentaba a mí lado.
–Tu camisa está manchada –baje la mirada para comprobarlo, me sonroje al ver que era cierto.
–Lo siento. –dije. Escuché una risa de su parte.
–¿Te disculpas por mancharte? Ligia es solo una mancha –sin embargo no respondí. Sabía a la perfección que en ese momento no había nada que pudiera consolarme –, ten.
Dejo en suéter a un lado y comenzo a quitarse la camisa, se mantuvo un rato con la mano tendida hasta que por fin cedí a tomarla. Seguía en silencio y aún así buscaba la manera de sacar conversación tal vez no queria que estuviera pensando en una estupidez.
–Si, lo admito pude darte el suéter –dijo al tiempo que se ponía el este –, pero ni quiero que estés manchada por allí.
Me límite a asentir.
–Se que tienes miedo...
–Ya no. –respondí casi al instante, llevándome una mano al pecho con la vista fija en la luz –. Ahora es solo nerviosismo. Pero esto no es algo que pueda ignorar tan fácilmente –baje la mirada hacia la camisa y le hice una seña dando a entender que me iba a cambiar.
Caleb me dio la espalda y yo a él. Comencé a quitarme mi top, no me moleste tanto en acomodar las tiras del brasier aunque termine por hacerlo raro después, sabía que serían una molestia. La camisa me quedó grande como era de esperarse pero me gustaba, era azul con letras naranjas en forma de circulos. Me llegaba hasta la cadera y resultaba acogedora.
–Gracias. –dije en un tono bajo recostando mi espalda, de la suya.
–Puedes quedartela –silencio, no quise responder pero terminé respondiendo con otro «Gracias.» lo escuché suspirar –¿Cuando...?
–No lo sé. –baje la mirada –Bueno, si, si lo sé. Hace dos semanas pero no tenía ningún síntoma. –lleve la mano hacia mi vientre tratando de no pensar en lo peor.
–¿Y si es positivo? –silencio otra vez.
–No lo sé. –respondí no muy segura. Me sorprendía la calma con la que hablaba, en aquellos momentos solo quería llorar otra vez.
–¿Y si respondes algo más que solo; No lo sé?
–¿Que quieres que diga? Estoy nerviosa, no se cómo actuar, no se que se hace en este tipo de casos ¿Como se supone que tengo que reaccionar? –suspire– ¿Y si sale positivo? –ahora yo hacía la pregunta –¿Que va a pasar?
–Ninguno de los dos sabría responder esa pregunta.
Y así fue como terminé abrazándolo por la espalda esperando a que el tiempo pasará, siendo una tortura preguntándome que debería hacer, la única vez que experimente este tipo de situaciones fue cuando mi mamá quedo embarazada de mi hermana.
Mamá... Papá. Nene. Estaban. Ethan... En esos dos, eran lo menos que quería pensar en aquel momento. ¿Que les diría si salía positivo? Me echarían de casa o se negarían a ayudarme con los pagos de la universidad ¡Aún no me decían nada sobre mi solicitud de trabajo!
Debía calmarme o entraría en un ataque de pánico.
Entonces pasaron los minutos y la alarma sonó, mire a Caleb y el a mi. No me atrevía a ver el resultado, estaba a punto de decirle que lo hiciera el pero ya había llegado hasta aquí ¿Para que echarme para atrás? Tal vez si debía, Caleb pudo ver por mí. Así me hubiera ahorrado todo aún así pienso que hubiera caído de una forma u otra. Como en aquel momento.
Dos líneas.
Aferre las manos en aquella prueba con fuerza como si romperlo fuera a servir de algo. El corazón comenzó a latir fuertemente.
Tum, tum, tum, tum.
Las manos me sudaban pero en ningún momento me desmaye, lloré, grité o volví a caer. O eso espero.
Mi mente daba vueltas a mil escenarios ficticios en donde todo salía muy mal, o muy bien pero no podía pensar en nada más que en; ¿Que haré? ¿Que haré ahora, que va a pasar? El pánico comenzó a inundarme, comenzaron a haber fallas en mi respiración, aquello me causó miedo, tanto que deje la prueba en el suelo mientras llevaba mis manos a mi cabeza.
Mierda, mierda, mierda.
Tum, tum, tum, tum.
–Estoy embarazada –dije en un susurro.
–Ligia...
–Estoy... Embarazada... –la voz comenzó a quebrantarse a medida que me iba dando cuenta. Lo miré –¡Estoy embarazada, Caleb!
Entendí su miedo y todo lo que seguramente pasaba por su cabeza, el dolor y el pánico. ¿Pero, era su dolor y pánico más fuerte que el mío? En ese momento recordé que lo sabía por la escritura de mi mano.
Estoy embarazada.
Fue entonces cuando la puerta se abrió y aquí pasó una sola cosa; derrumbe.
Pues todo lo que sentía y sentí no fue casi nada con lo que sucedió, cuando entró, una vez más, sin ella a su lado solo el. Bajando la mirada hacia mí hacia Caleb, a mí de nuevo con la camisa de su mejor amigo y el rostro enrojecido. Y luego a la prueba que era un claro positivo algo que su rostro no expreso, todo lo contrato; fue negativo.
¿Sabía el que era suyo? Si, lo sabía a la perfección. ¿Pues porque más se acercaría a tomar la prueba entre sus manos, y al intentar decirme algo Caleb se levantó y le dio un golpe, y luego otro, y otro más?
Entonces aquí, es donde la narración cambia.
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