🌼Tulipán🌼
La mayoría de las mañanas, despertar era salir de un mal sueño para adentrarme en otro. La única diferencia era que las pesadillas nocturnas carecían del terror de la realidad.
Sin embargo, esta vez fue distinto: había sueños por todos lados, y estaba seguro de que, al despertar, las pesadillas tampoco estarían ahí.
Abrí los ojos con una extraña sensación de ligereza. Aún quedaba mucho que arreglar, pero por primera vez en meses, sentía que valía la pena intentarlo.
Me levanté rápidamente, ignorando el dolor punzante que se extendía en mi cuerpo. Mientras cerraba los botones de mi camisa, el pensamiento de mi tío regresando me asaltó. ¿Cómo le explicaría mi estado sin hacerlo sentir mal?
Decidí ganar tiempo. Abrí la puerta con la intención de escabullirme, pero apenas di un paso, lo encontré subiendo las escaleras. El aire de tranquilidad que lo acompañaba se desvaneció en cuanto me vio.
—¿Jonathan? —balbuceé, incapaz de ocultar mi sorpresa.
Él no respondió de inmediato. Su mirada recorrió mi rostro, y su expresión se contrajo en un gesto de preocupación evidente. En cuestión de segundos estaba frente a mí.
—¿Qué pasó? —preguntó, alarmado. Extendió la mano hacia mi rostro, como si temiera lastimarme más.
—Solo una pelea. No es tan malo como parece —mentí, deseando disipar su preocupación.
—Dom... —comenzó, pero yo lo interrumpí.
—Por favor, no dejes que esto arruine tu día. Acordamos que yo me encargaría de resolver mis problemas.
—No son solo tuyos. Sabes que puedes contarme si algo está mal.
Las semillas de la aflicción germinaron en lo más profundo de mí. No deseaba cargar a mi familia con más problemas.
Detestaba la sensación de ser una carga, pero entonces, vi a Jonathan, su mirada reflejaba esa impotencia que sentía por no poder hacer más por mí. Y fue entonces cuando me di cuenta de que él también se sentía insuficiente.
—Gracias —dije, con la voz quebrada. —Es difícil compartir lo que siento, pero agradezco todo lo que tú y el abuelo hacen por mí. Por esta vez, ¿me dejarías intentar resolverlo por mí mismo?
La tristeza en su rostro dio un paso a la sorpresa y finalmente asintió con una sonrisa.
—Eres fuerte, Dom, y sé que puedes hacerlo. Pero quiero que sepas que estamos aquí para ti, sin importar lo grande o pequeño que sea el problema. No tienes que hacerlo solo, ¿me lo prometes?
Una sensación extraña invadió mi pecho al escuchar esas palabras. No sabía cómo cambiar, cómo pedir ayuda sin sentirme débil o inútil, pero por primera vez, sentí que podía confiar en ellos, que no tenía que cargarlo todo solo. Y supe que, si quería avanzar, tendría que empezar a compartir lo que sentía.
—Te lo prometo —respondí, casi en un susurro.
Al salir, mis ojos se posaron en el cielo cubierto por nubes grises que estropeaban el horizonte y cuando llegué a la escuela todo lucía igual de lamentable.
Tomé asiento en el banco junto a la jardinera de azáleas y noté algunos pétalos arrancados. Antes de poder moverlos de regreso a la jardinera escuché una voz muy cerca.
—Me has ganado la idea de esperarte en el mismo sitio. Tal vez debería de volverse nuestro lugar.
Al girar, vi a Asher. Hoy llevaba una bufanda magenta más llamativa que las anteriores, pero algo en su semblante me desconcertó: un cansancio que su sonrisa no lograba ocultar.
—Ayer no volviste. ¿Cómo sigue el ave?
Él inclinó la cabeza y tomó asiento a mi lado. Aunque no sabía leer a las personas, supe que algo iba mal.
—Murió esta mañana —dijo con un tono apagado y desvió la mirada.
—Ah... lo lamento.
—No te preocupes. No es la primera vez. He intentado rescatar animales antes, pero parece que nunca logro salvar a ninguno.
Con un suspiro, levantó una piedra del suelo y la lanzó hacia uno de los murales de la escuela. Su puntería fue mala, pero el gesto parecía ser más un desahogo que un intento serio.
Tras un rato de silencio, traté de consolarlo.
—Todos morirán tarde o temprano. Pero creo que tuvieron algo especial: alguien que se preocupó por ellos antes de partir. Eso vale mucho.
Asher levantó la mirada y, por un instante, algo en sus ojos verdes pareció cambiar. Un brillo, una fuerza que había desaparecido, volvió a asomarse.
—Sí, pero me habría gustado que vivieran más tiempo. Quiero poder salvar alguna vida en serio.
Pensé en mí, en mi vida llena de soledad y penas. Ahora tenía a Asher, alguien que, sin saberlo, iluminaba mis días grises. Aunque las palabras no llegaron a mis labios, una verdad se asentó en mi pecho:
«A mí me estás salvando».
—Si te hace sentir mejor, creo que lo harás. Salvarás muchas.
Me agaché para tomar otra piedra y la lancé con fuerza. Esta atravesó los arbustos y golpeó un lado del círculo central.
—¿Cómo hiciste eso? Estuviste a nada de hacer un tiro perfecto.
No respondí, solo me encogí de hombros. Arrojé otra piedra y esta vez acerté en el medio.
Pronto se unió a mí, aunque cada uno de sus intentos fue peor que el anterior. Continuamos entre risas hasta que en un momento la tristeza pareció desvanecerse.
—Entonces así es como se ve —dijo de pronto.
—¿Qué cosa?
—Tu risa, es la primera vez que te veo reír.
Tragué duro. Mi cara ardió y sentí como si cientos de estrellas hincharan mi pecho, cuyo interior latía acelerado.
—Ah, ¿en serio? —me las arreglé para decir.
Sentí que mi universo se había volcado al revés y respiré en un intento de apartar el calor glorioso que todavía llenaba mis mejillas.
—En serio. Me quedaría más tiempo, pero tengo que ir a mis clases —manifestó al fin—. Espero que me dejen entrar, el señor Coleman es algo estricto a veces.
—¿A veces? Suerte con eso —respondí con burla. Tomé el bastón y me levanté también, sin ganas de terminar aquel momento.
—¡Nos vemos luego!
Había pasado mucho tiempo desde que sentí algo así con alguien, ya ni siquiera estaba seguro de qué sensación era.
Disfrutaba su compañía y luego, cuando nos separamos, quedaba el vacío.
No estaba acostumbrado a sentirme de esa manera.
Pero no me desagradaba.
Contrario a mi anterior deseo de alejarme, ahora quería que esos momentos duraran tanto como fuera posible, aun si al final debía de resignarme a que llegaran a su fin.
Las cosas siguieron como siempre, pero de vez en cuando mi mente se perdía en pensamientos sobre cómo sería si Asher estuviera allí. Dos horas después, obtuve la respuesta.
—¿Qué haces aquí? —pregunté tras verlo sentarse en el pupitre de al lado.
—Cielos, veo que eres un poco lento así que te daré tres opciones: Uno, vine porque me agradas y quiero conocerte mejor. Dos, esta no es la respuesta. Y tres, esta tampoco es la respuesta. Si aciertas, tal vez te lleves una grata sorpresa.
—¿Qué sorpresa?
Aunque el corazón me latía con fuerza, evité levantar la mirada del escritorio.
—Si te lo digo ahora, dejaría de ser sorpresa —respondió Asher con una sonrisa, tamborileando sus dedos en la mesa.
Su honestidad me parecía graciosa y no pude evitar sonreír también ante la calidez de su voz.
—No estoy seguro de que alguna de las opciones convenza a los profesores —dije, finalmente levantando la vista para encontrarme con sus ojos brillantes.
—En realidad, estoy aquí porque finalmente han definido mis horarios. Esta es la clase que me toca, así que supongo que seremos compañeros, petirrojo.
Sentí los latidos acelerarse dentro mi pecho. Por fin mi vida no estaba sumida en la gris monotonía, ahora se hallaba llena de sueños, de promesas y posibilidades.
Y entonces, sin aliento, le devolví la misma sonrisa, demasiado sumergido en mis propias ensoñaciones como para notar las voces de mis inseguridades.
。・。。・゜ ❁ ・❁ ・❁゜・。。・。
¡Hola, que tal! ¿Cómo les va? Espero que bien.
Aquí les dejo este nuevo capítulo. Como habrán notado no soy muy ordenada para actualizar -a veces-, pero cuéntenme ¿les es más fácil leer si una obra tiene actualizaciones constantes o pausadas entre sí?
Los leo. Un abrazo y hasta la próxima.
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