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🌼Ranúnculo🌼

Siempre creí que, si escribiera una historia, empezaría con una tormenta. Después de todo, vivía en un sitio donde casi siempre llovía.

Pero luego pensé que existían cosas más interesantes que la lluvia: las flores, las estrellas, el cambio de estaciones. Aunque todavía era invierno, la primavera se abría paso en las grietas de los adoquines y en los brillantes rocíos de flores silvestres.

La primavera había llegado adelantada, casi al mismo tiempo que Asher llegó a mi vida.

Al principio intenté mantenerme distante, pero pronto atravesó aquella barrera. Siempre me sentía más seguro cuando estaba con él. Solía bromear o coquetear, pero nunca mostró verdadero interés en el tema, así que asumí que simplemente era su manera de ser.

Una vez que salimos de la última clase, Asher bufó, sacudiendo la cabeza con frustración.

—No entiendo la conmoción —dijo, frunciendo el ceño.

—Sí, bueno, creo que la profesora nunca esperó que contestaras "lo contrario a un casualdehído" cuando te preguntó qué es un formaldehído —respondí, riendo suavemente.

Asher se encogió de hombros, tratando de restar importancia al incidente.

—Pero fue ingenioso.

—Aún no entiendo cómo te atreviste a decirlo —respondí entre risas.

—¿Hacer qué? —preguntó, alzando las cejas.

—Actuar como si no te importara lo que piensen los demás.

Asher sonrió de lado, como si la respuesta fuera obvia.

—Porque no me importa. O bueno... —hizo una pausa, mirándome de reojo—. Me importa lo que tú pienses. ¿Crees que fue tonto?

—Creo que fue gracioso —admití.

—Ahí lo tienes —dijo, triunfante—. Solo importan las opiniones de las personas que quieres.

Sus palabras me hicieron reflexionar ¿De verdad las opiniones de los demás me importaban al grado de impedirme ser yo?

—Es más fácil decirlo que hacerlo —dije después de un momento—. Yo nunca he encajado, y a veces quisiera ser alguien más.

—Entiendo cómo te sientes —su tono se suavizó—. Pero si todos fuéramos iguales, el mundo sería aburrido, ¿no crees? Puede que ahora te sientas fuera de lugar, pero siempre habrá personas que te amen tal como eres, así que está bien seguir siendo tú mismo.

Y tras esas palabras volvió a esbozar su sonrisa amable que reconciliaba mi alma.

Continuamos el camino hasta la jardinera de azáleas, contemplando las exuberantes flores en botón. De pronto, él empezó a tararear alguna canción desconocida.

—¿Qué cantas?

—"Black Rose". ¿Quieres escucharla?

Asentí y él cogió su teléfono para reproducir una canción. La melodía era suave y la voz cálida.

—Me gusta.

—Genial, te la dedico, petirrojo.

Aunque no pude verme sonrojar, sentí cómo el calor se intensificaba y subía por mis mejillas.

—¿No es una canción de amor?

—Sí, creí que ya te había dicho lo mucho que me gustas —Sus palabras me abrumaron y mi corazón se aceleró dentro de mi pecho.

—Y yo creí que lo decías en juego.

La sonrisa de Asher desapareció ante mis palabras y sus ojos se desviaron hacia las baldosas húmedas del suelo.

—¿Te molestaría si lo dijera en serio?

«Sería lo mejor que podría pasarme», pensé. Sin embargo, algo no se sentía del todo bien. Mi corazón gritaba, asfixiado, queriendo expresar lo que sentía, pero mi cabeza me detenía.

«Una relación solo arruinaría las cosas entre ambos. ¿No te asusta que todo cambie, que él termine huyendo?».

«Claro que lo hará, huirá apenas vea todo lo malo».

«Sí, así como lo han hecho los demás».

—Es que no es lo que yo buscaba —mi voz se ralentizaba cada vez más—. Me gustan las cosas tal y como son ahora.

«No quiero ser diferente a los demás. Quiero ser diferente a mí, ser alguien digno de amar».

—A mí también. Lo siento, no quería incomodarte.

—Es solo una broma, ¿cierto? —mi voz tembló mientras formulaba la pregunta—. Estás jugando igual que lo haces siempre. —Mi conjetura salió entre titubeos, sin querer mostrar lo vulnerable que me sentía en ese momento.

La sorpresa se reflejó en su rostro antes de que su expresión se tornara triste, como si algo hubiera herido sus sentimientos.

—Dom, en realidad... —empezó a decir Asher, pero mis palabras se adelantaron.

—Deberías dejar de bromear con eso. No sabes lo desagradable que es.

—Entiendo. De verdad lo lamento, no volveré a hacerlo —aseguró, con un gesto triste.

Un sentimiento hiriente, parecido al dolor y la decepción se clavó en cada rincón de mi pecho y las lágrimas se removieron tras mis ojos.

—Vayamos a casa, parece que pronto lloverá —dije tratando de cambiar de tema, pero la tensión seguía latente entre nosotros.

—En realidad hoy tengo práctica con el equipo de rugby. Si te interesa podrías venir a vernos.

—Hoy no puedo. Lo siento.

Un sollozo ahogado me impidió articular más palabras. ¿Cómo habíamos llegado a aquel momento tan tenso si hacía unos minutos reíamos y bromeábamos? Definitivamente odiaba ser yo.

—Está bien, debí invitarte antes —Palmeó mi hombro y las comisuras de sus labios se curvaron—. ¿Quizás la próxima vez?

Asentí, y con la misma esperanza patética le dediqué una sonrisa rígida y empecé a andar, con la mente enredada en pensamientos confusos.

No me di cuenta de las piezas rotas en mi interior hasta que se precipitaron para salir a la superficie. Fragmentos de decepción y de incertidumbre se mecían y se arremolinaban.

Sentí el familiar calor tras los ojos, y el dolor de mi mandíbula. Las lágrimas finalmente se asomaron, pintando mi abrigo gris con manchitas más oscuras.

Sin intenciones de volver pronto a casa, decidí caminar hasta que las sensaciones se apagaran, tan solo lo suficiente como para no obligarme a romper en llanto.

El frío me envaró las piernas y tuve que ralentizar mis pasos. Me extrañó sentir una vibración en mi teléfono, y lo hizo aún más ver que era un mensaje de un contacto que no tenía agregado.

De: desconocido

"Aléjate de Asher. Él no es quien aparenta"

No lo entendía. ¿Qué razón tenía aquel mensaje? ¿Quién lo mandaba y por qué no me lo decía en persona?

No pude responder porque, sin previo aviso, una gota de lluvia golpeó mi cabeza y me sacó de mis cavilaciones.

Unas cuadras adelante la lluvia se desató con fuerza. Mantuve la cabeza agachada mientras caminaba bajo el aguacero. En pocos minutos mi cabello se pegó a mi frente, lo que dificultó mirar por dónde pisaba.

Apresuré mi andar antes de que el contenido en mi mochila quedara inservible y, justo cuando estaba por doblar, tropecé con alguien y caí.

Un hombre pasó junto a mí y siguió su camino sin detenerse.

Habría permanecido ahí de no ser porque un coche se escuchó en la cercanía y lentamente aprecié cómo frenaba.

—¿Dominick?

Me giré al reconocer la voz de Ewart Haywood, uno de mis compañeros de primer grado. Siempre fue amable conmigo, aunque en realidad lo era con todos.

—¡Por Dios! ¿Te has lastimado? —preguntó con preocupación al llegar a donde estaba—. Hay una clínica cerca, podría llevarte.

Me extendió la mano y noté que su cabello rubio ahora tenía las puntas moradas, haciendo juego con la enredadera de glicinia que nacía en su cuello y terminaba en su muñeca. Combinaba con la persona popular y atrayente que era.

Nada que ver con un perdedor como yo.

—Estoy bien, solo tropecé —respondí apresuradamente, intentando disimular la incomodidad y el malestar que me embargaban en ese momento.

Ewart me entregó con delicadeza mi bastón, y pude ver el desasosiego en sus ojos mientras lo hacía. Luego, sin presionarme, dio un paso atrás y abrió la puerta del copiloto.

—Sigues igual que siempre —mencionó en tono suave, como si captara algo más detrás de mis palabras—. Sube. Te llevo.

No supe suprimir la emoción que abrazó mi interior y me avergoncé de no haber respondido a su amabilidad de la misma manera.

—¿Seguro está bien? Mojaré el asiento —pregunté, sintiendo cómo el agua fría se filtraba por mi ropa.

—Es solo un asiento. Además, estamos casi igual.

Su sonrisa atravesó mi médula y me dejó con un tibio y vibrante hormigueo en la piel. Por personas como él la rueda de sentimientos brillaba cual pétalos bañados en purpurina.

—Pero no necesito la clínica —añadí, resignado y sacudí el agua de mi ropa para evitar mojar su asiento— ¿Podemos omitirla?

Ewart asintió con paciencia, subió a su propio asiento y cerró la puerta para resguardarnos del clima.

—Si lo prefieres te llevaré a tu casa. No pienso dejar que te pase algo por ir con este clima —dijo con determinación, mientras el sonido de las gotas de lluvia golpeando el techo del automóvil se convertía en una suave melodía de fondo.

—Bastará con que me acerques. Mi casa está a la altura de la Plaza Primavera —respondí, sintiendo el agradable cosquilleo en mi piel por la mezcla del calor del automóvil con el frescor de la lluvia en mi rostro.

—¿Pensabas caminar tan lejos con esta lluvia? —preguntó, mostrando sorpresa en su voz.

—No, en realidad pensaba cojear —bromeé señalando mi bastón.

Una pequeña risa escapó de sus labios y un par de temas se unieron a la conversación. Disfruté su compañía cada minuto que avanzamos en el coche.

Luego, una emoción contrariada convergió con la tranquilidad anterior en cuanto pronunció lo siguiente:

—No pude evitar notar que ahora eres amigo de Asher.

—¿También eres amigo de él?

Ewart desvió su mirada hacia la lluvia que golpeaba el parabrisas. Pareció dudar su respuesta un instante.

—No exactamente, fuimos juntos a la secundaria, pero nos distanciamos luego de graduarnos. Aun así, me alegra saber que hayas hecho más amigos.

La respuesta de Ewart no me dio mucha información, pero aun así sentí que podía confiar en él. Quizás podría ayudarme a entender el misterio detrás del mensaje anónimo.

—¿Qué tan cercanos eran?

Su reacción pareció alterarse y en su rostro se reflejó la sorpresa.

—¿Por qué lo preguntas?

—Digamos que alguien me advirtió tener cuidado con él y tengo la sensación de que quizás podrías saber por qué.

El cambio en su expresión me advirtió que mis sospechas eran ciertas y que había algo más. Mis pensamientos se volvieron débiles y apagados ante los sonidos que parecían zumbidos disonantes.


・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。

Mucha tensión. Así que para atenuarla les dejo en multimedia imagen de Ewart y Asher ♡ y claro, si gustan ver más dibujos como ese son más que bienvenidos a visitar mis redes sociales.

Un abrazo y nos leemos pronto.

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