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🌼Petunia🌼

Tardé varios minutos en recobrar la compostura y volver a conectar con la realidad. Tomé mi bastón y, al ponerme de pie, una oleada de náuseas me azotó, obligándome a sujetarme del costado de una columna.

En ese momento, me invadió un profundo asco hacia mí mismo y un deseo abrumador de desaparecer, de sumergirme en la oscuridad y olvidar todo.

Di unos pasos titubeantes, luchando por no caer y finalmente llegué a la puerta. Respiré hondo y enrosqué mis dedos alrededor del pomo. Abrí de golpe y cuando noté frente a mí a Asher me di cuenta del gran error que había cometido.

—Dominick... —dijo con un hilo de voz. Su mirada estaba triste.

—Vaya, creo que te has perdido. Nos toca en el aula de química —las palabras escaparon de mi boca sin pensarlo, mientras me adentraba en el pasillo con la esperanza de que todo fuera solo una pesadilla.

—Vine porque tardaste y me preocupé.

Sorbí la nariz un poco, pero no lloré. Simplemente comencé a caminar como si nada sucediera.

—No hay nada de qué preocuparse, todo está bien.

—Vi al profesor James saliendo del salón —comentó, y en ese momento tuve que frenar en seco. Sentí una desesperada tristeza y nuevamente la frustración se aglomeró en mi pecho.

Era la segunda vez que Ash me encontraba en una situación lamentable, pero en esta ocasión las estrellas que todavía centelleaban en mi alma se comenzaron a apagar.

No esperé a que dijera algo más, simplemente giré sobre mis talones y seguí caminando.

—Dominick, espera —insistió, siguiéndome de cerca.

—Solo vete. No tiene que ver contigo —respondí con amargura.

—No puedo dejarte solo en esto. No es justo que tengas que callar.

Me detuve nuevamente, sin dejar de temblar en mi lugar.

—¡¿Qué sabes tú?! —grité por fin, agotado y triste—. No tienes idea.

El problema era que parecía saber mucho más de lo que me gustaría, que lograba ver todo lo que trataba de ocultar.

Deseaba que estuviera molesto, que dejara de preocuparse por mí y se alejara para no tener que sufrir por mi culpa.

Pero no lo hizo. En lugar de ello, tomó mi mano y susurró:

—Sé que debí haber estado contigo.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos, mi corazón se hundió. Yo solo quería ayudar, y en cambio, lo había arruinado todo.

Si hubiera seguido siendo el chico solitario que era, quizás esto no habría pasado. Si no me hubiera hecho amigo de Ash, él no tendría que cargar con las consecuencias de mis errores.

—Para. En verdad, no tiene que ver contigo.

—¡Dominick, por favor!

Seguí caminando y lo dejé atrás, sin asegurarme si me seguía o no. Unos pasos después, me invadió un sentimiento de impotencia y asco. Me detuve cuando un ardor ácido trepó por mi garganta.

—¡Maldición! —gruñí, a punto de caer sobre mis rodillas, pero entonces sentí cómo Asher me sujetaba para ayudarme a llegar hasta los sanitarios.

Estuvo un largo rato acariciando mi cabello mientras yo enjuagaba mi boca una y otra vez. En cuanto terminé, di la vuelta para irme, pero él me tomó de la mano. El contacto era leve, pero sentía como si quemara mi piel.

Me soltó para limpiar las lágrimas de mis mejillas. Ni siquiera me di cuenta en qué momento empecé a llorar.

Quitó su bufanda y la colocó alrededor de mi cuello. Cansado y roto, dejé que mis dedos se hundieran en la tela.

—Si alguna vez me necesitas, voy a estar ahí para ti. Aunque sea molesto, no tienes que cargar con todo solo.

Lentamente acercó su rostro al mío hasta que casi rozaban.

—No te acerques, estoy sucio.

Intenté apartarme, pero él no se alejó de mí.

—Sé que es algo tan difícil que ni siquiera podría imaginarlo, pero, por favor, debes denunciar lo que te hizo —susurró con voz compasiva.

La idea de denunciar a mi agresor me resultaba abrumadora. No sabía ni por dónde empezar ni a quién acudir. El miedo me paralizaba.

—No puedo... ¿qué pasaría si no me creen? —mi voz temblaba, cargada de inseguridad y desesperanza—. Si se entera de que hablé, no sé qué hará.

—Dom — susurró mi nombre, dolido.

En ese momento, me desprecié por transmitirle mi dolor. Asher no merecía ser arrastrado a mis problemas de esta manera.

—De cualquier manera, ya pasó. Lo mejor es simplemente ignorarlo.

Justo cuando estaba dando la vuelta, sentí a Ash abrazarme. No pude contener las lágrimas y rompí a llorar nuevamente.

—Lo hiciste por mí, ¿cierto? Aunque creas que no hay solución, sí la hay. Esta vez seré yo quien te ayude, lo prometo.

Incapaz de convertir el dolor en palabras, dejé que las lágrimas fluyeran y, mientras sus brazos me sostenían, el mundo parecía un poco menos triste.

No fui capaz de hablar del tema con mi familia, pero ellos me dieron el espacio y la confianza para hacerlo en cuanto estuviera listo.

Aunque ese momento parecía cada vez más lejano ¿Qué podía decirles? Me sentía tan culpable y no tenía ninguna prueba.

Por la noche el llanto se hizo presente, dejándome en un estado de insomnio. Apenas pude dormir, y la angustia me acompañó hasta el amanecer.

Para evitar preocuparlos, fui a clases como siempre. Sin embargo, cuando mi mente evocó la imagen del profesor James acercándose a mí, tuve que apartarme para tomar aire.

Observé a mi alrededor: los estudiantes avanzaban, perdidos en sus propios asuntos, así que me repetí que todo estaba bien.

Pero a medida que avanzaba, la entrada parecía cada vez más lejana. De repente me imaginé huyendo para no estar en ese lugar, pero en cada opción que me imaginaba, su rostro terminaba por encontrarme.

Otra punzada entre mis ojos me hizo vacilar. El recuerdo de su voz y su risa se sentía como ser desgarrado por dentro. Mis piernas cedieron y caí de rodillas.

Un nudo se formó en mi garganta y las lágrimas empañaron mis ojos. Mis dedos se arrastraron por el piso mientras el pánico me dominaba, pero los pensamientos se desmoronaron al notar a Asher frente a mí.

—Esta vez no te dejaré solo. Lo prometo.

Sus palabras amables lograron calmar mi agitación. Extendí la mano y él la envolvió con la suya. Luego, lentamente me levanté, permitiendo que me guiara.

La escuela bullía de actividad a nuestro alrededor. Los estudiantes se aglomeraban y los murmullos resonaban hasta la entrada. Después de todo lo sucedido, mi mente imaginaba a los alumnos susurrando, hablando de mí, señalándome sin que yo pudiera verlo.

Pero entonces, los dedos de Ash se cernieron con más fuerza y aquel gesto logró calmarme y darme fuerzas para seguir adelante.

Cuando llegamos a uno de los pasillos, noté varios carteles que parecían ser la causa del alboroto. Al acercarme, vi las fotos y conversaciones del profesor James, expuestas en los carteles. Aunque la imagen del perfil estaba cubierta, no tardé en entenderlo. Miré a Ash y sentí mis lágrimas derramarse, pero él solo me sonrió.

Junto a las pruebas, había una petición escrita con letras grandes: "Si has sido víctima, no calles. Denuncia."

De repente, una voz resonó en el pasillo.

—¿Quién ha hecho esto? —La mirada del profesor James recorrió los carteles con furia contenida. Al ver las pruebas, sus ojos se encontraron con los míos, y sentí un escalofrío recorrerme—. ¡Esto es una difamación! —gritó con su voz temblando de rabia—. ¿Quién ha tenido la osadía de acusarme de semejantes mentiras?

En ese momento, la directora apareció en el pasillo, con una expresión autoritaria en su rostro.

—Profesor James, si en verdad estas acusaciones son falsas, no tendrá problema en que investiguemos más a fondo —dijo con firmeza. Sus palabras resonaron en el silencio expectante.

Él retrocedió un paso, su furia se transformaba en miedo palpable.

Entonces, una alumna dio un paso adelante, encarando al profesor.

—Yo conozco a alguien que pasó por lo mismo —dijo—. Y sé que no son mentiras.

El murmullo de los estudiantes se intensificó, y otros comenzaron a susurrar y asentir, tomando valor del primer testimonio.

Asher había logrado lo imposible; movió algo en los demás y sus acciones comenzaron a derribar el muro de silencio y miedo.

Mientras Asher me sostenía, supe que, aunque el camino sería difícil, no estaba solo.

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