🌼Magnolia🌼
En los días difíciles, me gustaba contemplar el cielo y reflexionar sobre las cosas positivas, recordándome que las sombras también son necesarias. Sin embargo, la existencia de Evren era una sombra sin justificación, que nublaba mi mente y me robaba la paz..
«También hay cosas buenas que tienes sin merecerlas», me recriminó mi voz interna. «Como Ewart».
Hacía más de una semana desde que Evren interrumpió mi tranquilidad, y, aunque intentaba no agobiar a Ewart con mis preocupaciones, finalmente llegué a un punto en el que no podía ocultar mi malestar y él pareció percibirlo.
Nos encontrábamos sobre una jardinera, intercambiando mi cuaderno para continuar un dibujo. Luego de unos minutos, las líneas se habían convertido en una mezcla de formas sin sentido.
Le extendí de regreso el cuaderno y lo miré de reojo. Su cabello violeta se balanceaba despacio con el viento y creaba pequeñas ondas.
Él ladeó la cabeza y me pilló observándolo.
—Te noto decaído. ¿Quieres contarme qué sucede?
«Eres un maestro del disimulo, Dominick».
—No realmente —respondí—. No quisiera agobiarte con mis problemas, especialmente porque estos en particular son culpa de mi mente y sus escenarios fatalistas.
—El amor no es solo primavera, Dom, déjame acompañarte en todas tus estaciones —me respondió ampliando su sonrisa.
Mi corazón latió con fuerza y sentí un cosquilleo en la piel. No esperaba esa respuesta, esa disposición inquebrantable de estar a mi lado sin importar las circunstancias.
—¿Vendrías a mi casa esta tarde? —pregunté sin esperar demasiado, pero enseguida él contestó:
—Seguro, me encantaría.
Su presencia emanaba dulzura, como el susurro del viento entre las hojas en una tarde dorada. Calmaba la tormenta que a veces era mi vida.
Me devolvió el cuaderno casi al mismo tiempo que mi teléfono vibró en el bolsillo derecho de mi pantalón.
De: Ash
"La profesora de química me pidió ayudarla con algo, ¿puedes avisarle al señor Coleman?"
—Es hora de que me vaya —dije suavemente, sintiendo el peso de las palabras en mi voz mientras miraba a Ewart a los ojos, sin querer dejarlo ir—. Te espero cuando terminen las clases.
Me acerqué a él lentamente, permitiendo que nuestros cuerpos se rozaran antes de que me inclinara para depositar un beso en su mejilla.
Sentí la calidez de su piel bajo mis labios y el suave aroma de su perfume envolvió el aire, dejando una estela dulce en mis sentidos.
Con el corazón latiendo más rápido de lo normal, me separé de él, mirándolo con ternura y gratitud en mis ojos. Era reconfortante tener a alguien dispuesto a escuchar mis problemas y acompañarme en mis momentos más oscuros.
—Hasta entonces, Dom —susurró, avivando el anhelo de que el tiempo pasara rápido hasta que pudiéramos encontrarnos de nuevo.
Mientras me alejaba por el pasillo, me encontré con el señor Coleman, aunque parecía ir con prisa me saludó amablemente.
—Buen día, profesor. Asher me ha avisado que llegará tarde porque tuvo que ayudar a la profesora de química con algunas cosas.
—Gracias, joven Decker. La señorita Haller también me lo ha notificado. De cualquier manera, por hoy no importa la asistencia.
Lo miré extrañado por un instante, sin tener una respuesta clara. Cruzamos la puerta y tomé asiento en mi lugar.
—Buen día, jóvenes. Estaré ocupado con algunos asuntos en mi oficina, así que solo quiero hacer un anuncio sobre cómo los evaluaré —comenzó el señor Coleman—. Será un trabajo en parejas.
Leves murmullos se escucharon en el aula y se detuvieron apenas el señor Coleman carraspeó.
—Cada pareja deberá entregar un proyecto que represente el arte en la vida y la vida en el arte. Tienen total libertad creativa, pueden hacer lo mismo un video que una pintura o incluso una canción. Solo asegúrense de poder explicar el significado, ya que su exposición valdrá la mitad de la calificación.
Todos se movieron en complicidad, buscando pareja para el proyecto. A excepción, claro, de los que éramos menos sociables.
—Una cosa más: yo seré quien asigne a las parejas —agregó.
Un gemido de decepción llenó la sala. Para mí, sin embargo, era un alivio. No tendría que enfrentar la incomodidad de pedirle a alguien que trabajara conmigo.
«Tal vez a Asher», pensé brevemente, pero enseguida descarté la idea. No me destacaba en arte y me avergonzaría arrastrarlo a mi intento de obtener una nota aprobatoria mínima.
—Dominick Decker —llamó el señor Coleman, sacándome de mis pensamientos.
—¿Sí? —Me senté más erguido ante la mención de mi nombre.
—Trabajarás con Asher Sellards.
«Ay, por todos los cielos».
Continuó mencionando los grupos, hasta que todos estuvimos emparejados.
—Eso es todo por hoy. Tienen el resto de la clase libre. Úsenlo sabiamente. Si tienen dudas, estaré en la oficina de profesores.
Y con esas palabras, concluyó la clase. No perdí tiempo y me levanté de inmediato para buscar al profesor. Si existía la posibilidad de modificar las parejas, era mejor apresurarme.
—Dígame, joven Decker —habló en cuanto estuve frente a él.
—¿Podría cambiar de compañero de trabajo?
De manera casi mecánica y sin apartar la vista de su laptop continuó escribiendo y me respondió:
—No. Trabajará con el señor Sellars le guste o no.
No pude evitar sentir cierta decepción al no tener oportunidad para negociar.
—Trabajar con Asher no es problema, pero seguro que estará mejor con otro compañero.
—Joven Decker. Precisamente los emparejé con personas al azar para que aprendan sobre verdadero trabajo en equipo.
—Pero Asher ya es mi amigo, si me cambiara con cualquier otra persona, estoy seguro de que lo que pretende funcionará mejor.
—La respuesta es no —contestó con un tono firme que desvaneció mis esperanzas—. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarlo?
Negué lentamente y salí de la sala, resignado, sabiendo que tendría que enfrentar el proyecto con Asher, a pesar de mis inseguridades. Apenas crucé la puerta, noté a Camilla a punto de tocar. Seguramente estaba allí por las mismas razones que yo.
—Cami, ¿también viniste a ver si podías cambiar de compañero? —pregunté, esperando que ella no se sintiera incómoda.
—Hola, sí. Supongo que no soy la única —respondió con una sonrisa tímida—. ¿Con quién te tocó?
—Con Asher. En otras circunstancias estaría feliz, pero mi lado artístico nació muerto y no quiero darle problemas —dejé escapar un suspiro—. ¿Y tú?, ¿con quién te tocó?
Camilla pareció pensarlo por un momento antes de responder:
—Con Dustin. Mis padres son algo estrictos y no creo que me dejen llevar a un chico a la casa, o peor aún ir a la casa de uno.
Entendí su situación y sus preocupaciones. Asentí comprensivamente y añadí:
—Espero que tengas mejor suerte que yo, parece que el señor Coleman no cederá.
Ella titubeó por un instante y luego negó con la cabeza.
—Mejor no. Seguro que crees que soy de lo más patética. Le hago honor a mi marca —dijo y me mostró el dorso de su mano para que pudiera ver la rosa de alabastro que la adornaba.
Observé la delicada marca y no pude evitar encontrarla hermosa. Quería que ella lo supiera.
—En realidad es linda. Las suculentas son flores adaptables y resistentes, lo sé porque tengo varias y ninguna ha muerto a pesar de que a veces olvido regarlas.
Sus grandes ojos ámbar se volvieron hacía mí, sorprendidos.
—Eres la primera persona que no opina que es una marca fea.
—Pues no lo es, cada flor es especial a su manera.
Vi cómo su rostro se iluminaba con una sonrisa.
—Ya sé qué quiero hacer: un jardín —exclamó emocionada—. El arte debe significar algo que incluya a todos y eso solo es posible si las flores se unen para complementarse.
—¡Es perfecto! —exclamé, contagiado por su entusiasmo—. La idea suena genial y estoy seguro de que será un proyecto excelente.
Que yo formara parte de ese momento me hizo sentir orgulloso de haberla ayudado. Sin embargo, todavía parecía apenada por la cantidad de trabajo que tendría que hacer sola.
Era difícil aceptar que no podía cambiar las circunstancias, pero no quería que ella también se rindiera sin intentarlo.
Reflexioné por un momento. ¿Qué haría cualquier otra persona en esa situación? Miré a mi alrededor y vi a Zoé Appleton, una de nuestras compañeras. Una idea comenzó a formarse en mi mente, así que me apresuré a alcanzarla.
—Zoé ¿Con quién trabajarás para el proyecto del señor Coleman? —le pregunté, deteniéndola.
Ella pareció confundida al principio, y su mirada se desvió hacia Camilla por un instante. Luego respondió con una sonrisa:
—Con Annie. ¿Por qué la pregunta?
—Genial, ¿les gustaría hacer su proyecto en casa de Cami? —pregunté, tratando de sonar seguro.
—Oh, ya entiendo —murmuró Camilla, casi como un pensamiento en voz alta—. Si parece un trabajo en equipo y somos más chicas, mis padres no podrán objetar.
Zoé nos miró con curiosidad, pero asintió.
—Seguro, le preguntaré a ella si no tiene problema y te aviso. No sé qué planean, pero me parece genial que me consideren.
Nos dedicó una sonrisa antes de marcharse, dejándonos solos una vez más.
—Sé que ya me ayudaste mucho, pero ¿me acompañarías a elegir algunas plantas? —pidió Camilla—. No sé mucho sobre sus cuidados y tú pareces conocer del tema así que cualquier consejo me serviría.
—Seguro, ¿te parece mañana? Mi última clase es biología.
Ella se quedó pensativa un momento y luego respondió:
—Tengo club de manualidades, ¿te puedo alcanzar en la Plaza Primavera? Salgo a las 4:00.
—Está decidido entonces, nos vemos mañana a las 4:00 —confirmé con una sonrisa, emocionado por la oportunidad de conocer mejor a Camilla.
—Dominick, aquí estabas —la voz de Asher nos sobresaltó—. Me preocupó ver el salón vacío.
Un halo de timidez envolvió a Camilla en un instante, y un leve rubor apareció en su rostro.
—Nos vemos luego, Dominick —dijo apresurada y se alejó.
Aunque quise detenerla, me di cuenta de que le resultaba difícil convivir con otras personas por lo que decidí respetar su espacio y dejarla ir.
—¿Está todo bien? —preguntó Ash—. Nos llegó un correo del profesor Coleman sobre un proyecto.
Saqué mi teléfono y vi el mensaje del profesor con la lista de las parejas y las rúbricas.
—Yo... en realidad no siento que pueda ser un buen compañero. No se me dan bien las cuestiones artísticas, pero quiero que sepas que intentaré no ser una carga.
Asher me miró con una expresión comprensiva y suavizó su rostro con una cálida sonrisa.
—No digas eso, petirrojo. Lo haremos bien, te aseguro que lograremos algo sorprendente.
Su respuesta me reconfortó y me recordó por qué consideraba a Asher un amigo tan valioso. Su confianza en sí mismo y su capacidad para animar a los demás siempre me impresionaban.
—Gracias. Me esforzaré.
—Puedo pasar por ti después de la práctica para que empecemos, ya tengo una idea.
Estaba a punto de asentir, pero recordé que había quedado con Ewart. Sugerir el día siguiente tampoco era opción, ya que le prometí a Cami que la vería. Con cierta inseguridad, me di cuenta de que ya empezaba a ser problemático.
—Está bien, puedo verte hoy en la noche, pásame tu dirección —respondí, tratando de ocultar mis preocupaciones tras una sonrisa. Sin embargo, en el fondo de mi mente, persistía la sensación de que algo malo estaba por suceder inevitablemente.
Me repetí que debía confiar en mis habilidades, pero todo se sentía abrumador. La incertidumbre ya se había instalado en mi mente, y temía que ese oscuro presentimiento se hiciera realidad.
。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。
¡Hola personitas bellas!
Me pone feliz retomar esta historia <3 le tengo un gran cariño a los personajes, espero que ustedes también.
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