🌼Hortensia🌼
Al mirar por la ventana del autobús, el cielo claro se convirtió en un cúmulo de nubes de tormenta. Fue como una premonición de fatalidad que hizo mella en mi mente.
Decenas de preguntas asaltaron mis pensamientos, estaban a punto de acaparar toda la atención de mi mente cuando el autobús se detuvo, devolviéndome a la realidad. Al bajar, noté que no parecía haber nada fuera de lo normal.
El frío me envolvía mientras miraba el reloj: aún quedaban veinte minutos antes de las clases. El campus a esa hora todavía estaba desierto, lo que empeoraba el ambiente.
De golpe, toda la energía y ánimos que llevaba se desmoronaron al ver la siguiente imagen: Evren estaba en la entrada de la escuela, conversando animadamente con Ash como si fueran grandes amigos.
Por un segundo me miró y me dirigió una sonrisa dócil. Se me hizo un nudo en la garganta, tal que apenas pude despegar los labios para respirar.
Mis libros resbalaron de mis manos, cayendo al suelo, y Ash se apresuró a ayudarme a recogerlos. Intenté articular palabras, pero apenas conseguí murmurar un simple "hola".
—Hola, petirrojo, me alegra que llegaras. Mira a quien acabo de conocer —dijo Ash mientras me extendía el último de los libros.
—Sí, ya lo noté —respondí en un murmullo apenas audible mientras tomaba el libro que me extendía.
La confusión y el enfado me invadieron. Agarré a Ash del brazo, instándolo a seguirme a través del patio, lejos de aquel que perturbaba mi paz.
No me gustaba cómo se estaban desarrollando los acontecimientos. Mis manos empezaron a temblar, y para calmar los nervios, solté a Ash y apreté los puños con fuerza.
—No pareces encontrarte bien, comienzo a preocuparme —dijo Ash, sujetando mi mano con firmeza.
Me di cuenta de mi egoísmo en ese momento. Ewart y él tampoco eran tan unidos y, sin embargo, jamás me pidió alejarme.
—Descuida, estoy bien, solo hay algo que quiero hablar contigo —respondí, intentando calmarme.
—¿Es sobre tu hermano? No me habías contado acerca de él.
—Sí... es complicado dado que ni siquiera lo considero mi hermano. Él y su madre eran la verdadera familia, mi madre era solo la amante, así que también tiene un punto si me odia.
Volteé la vista hacia Evren. Seguía apoyado sobre la jardinera y al mirarnos nos sonrió.
—¿Por qué te odiaría? —inquirió Ash—, tú no tienes la culpa de los errores que hayan cometido tus padres.
Repasé con la vista la miríada de hojas caídas que ocultaban las brillantes flores silvestres de colores. Entre aquel mar de pálida unanimidad solo resaltaban las hortensias que comenzaban a florecer.
—Ojalá él lo supiera —suspiré, sintiendo que las palabras salían de mi garganta con dificultad.
Asher me miró con esa calidez propia de él. Sus ojos se iluminaron y su respuesta resonó en mi alma.
—Tal vez lo sabe, pero le asusta admitirlo luego de tanto tiempo.
Un nuevo suspiro escapó de mis labios, incapaz de contener la frustración que me embargaba. Incluso si llegaba a estar consciente, jamás lo aceptaría, su orgullo le impedía mostrar consideración.
Permanecí de pie, inmóvil, durante lo que pareció una eternidad. Mis ojos se posaron nuevamente en Evren, quien ahora conversaba con Camilla, y en ese instante, una oleada de incredulidad me recorrió por completo.
—¡No puede ser! —exclamé con indignación, sintiendo la necesidad urgente de intervenir.
—¿Estarás bien? —preguntó Ash y su tono preocupado me orilló a frenar de mi cometido.
Una breve pausa, que se me antojó perpetua, me atenazó la garganta y se expandió en mi interior.
—Descuida, estaré bien —respondí al fin.
Asintió y me dedicó una sonrisa. Como si las dudas anteriores no hubieran existido, seguí adelante. La imagen de ambos se acercaba con cada uno de mis pasos. El viento susurraba a través de mis pisadas presurosas y el tiempo parecía jugar cruelmente conmigo, devorando la distancia entre nosotros.
—Dominick —exclamó Cami una vez que estuve frente a ellos—, quería disculparme por haberte dejado ir solo al concierto, y entonces me encontré con que no eras tú, sino tu hermano. Son tan parecidos.
—Como dos gotas de agua —añadió Evren con burla.
—Cami, ¿me darías un momento para hablar con mi hermano? —pedí sin ocultar mi seriedad.
—Seguro, nos vemos después.
Sonrió comprensivamente y siguió su camino. En cuanto nos quedamos solos, el ambiente se hundió en una aterradora calma. Nos miramos el uno al otro, hasta que Evren rompió el silencio con su característica arrogancia.
—Hombre, qué gran lugar encontraste, debo admitir que tienes buen gusto —comentó con un toque de ironía.
—Habla claro, ¿qué has venido a hacer? —le espeté, intentando mantener mi voz firme.
Evren dejó escapar una risa mordaz antes de responder, su expresión insinuaba un juego peligroso.
—Qué apático eres, solo quería ser el primero en darte las buenas noticias en vista de que Deliah es un poco lenta.
El nombre de mi madre pronunciado por sus labios provocó una sensación de inquietud en mi interior. Ahora comprendía menos que antes.
—¿Qué tiene que ver ella en esto? —pregunté, sintiendo cómo la ansiedad me invadía.
Evren pareció disfrutar de mi confusión, sus ojos penetrantes se clavaron en los míos.
—¿Recuerdas nuestra última charla? Esa, sobre dejar tu cómoda vida y regresar con ella.
No me gustaba el rumbo que tenía aquella conversación.
—Ve al grano, Evren —le exigí, tratando de ocultar mi creciente angustia.
—Digamos que he terminado lo que debía, así que tu madre ya ha pedido el divorcio a mi padre y está buscando una casa cerca de ti, ¿no es conmovedor?
Sus palabras fueron como una puñalada. Una oleada de incredulidad y dolor se desató en mi interior, amenazando con arrastrarme, sin embargo, a diferencia de lo que esperaba, en su rostro no pude encontrar el deleite malicioso que imaginaba.
—¿Siempre tienes que ganar?
Evren se encogió de hombros con indiferencia, como si el resultado fuera inevitable.
—Solo cuando me lo ponen así de fácil.
El silencio se extendió, tejiendo una telaraña de incomodidad en el aire. El curso de nuestra conversación había tomado un giro inesperado y yo todavía luchaba por asimilarlo.
—Pues felicidades —respondí con un dejo de amargura—. Aunque es absurdo pensar que has ganado cuando la familia por la que tanto te esforzaste terminó así.
Evren pareció reflexionar por un momento antes de responder con frialdad:
—Eres muy imaginativo, siempre supe que las cosas terminarían así. Después de todo, la familia es solo un accidente biológico.
—¿Y qué harás ahora?
—¿Por qué? ¿Te preocupa que intente interferir en tu vida? Dime algo: ¿la molestia es por Camilla o por Asher?
Mi corazón se aceleró ante la mención de Ash, y sentí la necesidad de protegerlo de cualquier intromisión por parte de Evren.
—¡No lo metas en esto!
—Ya veo. Puedes estar tranquilo, tu novio no me interesa —respondió con indiferencia, aunque su respuesta me pareció sincera.
—Ash no es mi... —Callé en el momento en que su mirada escrutadora se clavó en mí.
—Como sea —continuó—, al fin nos libraremos uno del otro. Nuestros intereses son divergentes: no van a coincidir jamás. Espero que nuestros caminos también lo sean.
Parecía que iba a decir algo más, pero se contuvo y mordió su labio, como si decidiera mantener sus pensamientos guardados. En ese instante, las gotas de lluvia comenzaron a caer, tranquilas y melancólicas.
—La verdad, no me molestaría si vuelven a coincidir. Tal vez entonces descubras algo que te haga realmente feliz y puedas dejar atrás tu odio.
Él parpadeó, sorprendido, pero pronto se relajó y soltó una risa.
—No me malinterpretes, pero si realmente te odiara tanto como crees, habría hecho de tu vida un infierno hace mucho tiempo.
El tiempo pareció detenerse mientras observaba cómo se quitaba el abrigo y me cubría con él. No pude pensar con claridad; esta faceta suya era más sorprendente que todas las anteriores. El Evren que tenía delante parecía más complejo que el chico prepotente y cruel que siempre conocí.
—¿Te irás? —pregunté, buscando respuestas en su expresión.
—No tengo nada más que hacer aquí. Aunque ha sido divertido, debo admitir que nunca pensé que serías tan impredecible.
Apreté el abrigo que me cubría y observé su rostro empapado por las gotas. Una sensación extraña llenó mi interior, sabiendo que este podría ser el último encuentro entre nosotros.
—Vas a estar bien, ¿no? —pregunté con sinceridad, deseando que pudiera encontrar la paz que nos habían arrebatado.
—Nunca cambias. Siempre tan dócil y anteponiendo a los demás.
—Tú tampoco has cambiado del todo, Evren —respondí, con un tono más suave y genuino—. Sigues siendo alguien complejo, pero pienso que hay más en ti de lo que dejas ver.
—Créeme, no quieres ver lo que hay dentro. Solo te diré esto: mantén los ojos abiertos y no confíes en ellos.
Y tras aquellas palabras lo vi alejarse. De espaldas, más que nunca, parecía un chico normal, desconectado y un poco roto y por primera vez creí que, a pesar de nuestras diferencias y conflictos, tal vez no éramos tan diferentes.
Así, con el abrigo de Evren todavía envolviendo mi cuerpo, di un paso hacia atrás y enseguida fui recibido por los brazos de Asher.
—Te dije que tu hermano quería disculparse, solo que no sabía cómo hacerlo.
—Fue inesperado, pero tenías razón. Ahora entiendo muchas cosas que antes no veía claramente.
Reconocí que aquel chico frente a mí también era un ser humano en busca de su propio sentido de pertenencia y felicidad. Aunque nuestras sendas se separaban, no podía evitar preguntarme qué nos depararía el futuro.
Su figura se desvanecía poco a poco, mientras mis ojos lo seguían hasta que finalmente desapareció de mi vista y di la vuelta para dejar atrás ese lugar de encuentro y despedida.
La relación que habíamos mantenido se rompía, pero con ella también lo hacían las cadenas que nos ataban a nuestras actuales vidas.
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Notas finales: TKM Evren 😭 mi niño loquito e incomprendido, tu papel aquí está hecho uwu.
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