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🌼Gladiolo🌼

Ewart me esperó pacientemente a la salida del club de arquería después de la práctica, su sonrisa reconfortante iluminaba el final de una tarde agotadora. Nos dirigimos juntos hacia mi casa, disfrutando de las pequeñas pláticas sobre nuestro día. Durante el camino, no pude evitar sentirme afortunado de tenerlo a mi lado.

Cuando llegamos a mi hogar, lo presenté a mi abuelo y a tío Jonathan como mi novio. Pese a que parecían sorprendidos lo tomaron bastante bien y les agradó conocer a Ewart.

Una vez en mi habitación, el nerviosismo de tenerlo en mi espacio privado se disipó rápidamente, pues su cercanía me hacía sentir seguro y en paz. Con un gesto amable, me indicó que me acostara a su lado en la cama. En seguida apoyé mi cabeza en su hombro, deleitándome con su perfume que me envolvía en una placentera sensación de paz.

Su mano libre cruzó su pecho para encontrarse con la mía y su pulgar rozó mis nudillos.

—Ya que estamos aquí, supongo que tienes muchas preguntas para hacerme —dije finalmente.

Nos miramos el uno al otro, nuestros ojos comunicaban más de lo que las palabras podrían expresar.

—Solo hay una que importa: ¿cómo te sientes?

Las comisuras de mis labios se movieron hacia arriba y desvié la mirada.

—Asustado —admití—. Ya conociste a mi abuelo y a mi tío. Ellos son mi familia, me acogieron cuando mis padres prefirieron a mi medio hermano.

—Sí, recuerdo que me lo contaste en la dinámica de inicio de curso.

—¿Qué?

Él sacudió levemente la cabeza.

—Lo siento, no es nada. Continúa.

Todavía extrañado, retomé la conversación.

—Bien, la cuestión es que soy feliz estando aquí, pero pronto mi hermano se irá a la universidad y tal vez mi madre quiera que regrese con ella. Como si nada hubiera pasado y la fuera a aceptar así de fácil.

Mi corazón latió con fuerza, impidiéndome decir una palabra más.

—Entiendo lo difícil que puede ser. ¿Ya has hablado con ellos? —intervino Ewart.

Negué enseguida.

—No estoy seguro de que mi madre desista. Solo espero que haya una posibilidad de no irme si ella exige mi custodia.

Ewart suspiró, mirando hacia el suelo por un momento antes de responder.

—La hay. Cuando mis padres se divorciaron, yo también tenía miedo de tener que irme lejos con mi madre. Pero al final, el juez tomó en cuenta mi opinión sobre con quién quería vivir. Tuve que ser sincero sobre lo que quería. No fue fácil, pero funcionó.

Como si mis memorias reconectaran caí en cuenta de que yo ya sabía eso, y que en algún momento me lo contó, además de que su padre se casó de nuevo y tenía un hermanastro.

«El primer día de clases».

Era verdad, ya recordaba: la profesora de literatura nos propuso una dinámica por parejas en la que uno tenía que contar una preocupación y el otro debía de ignorarlo. El objetivo era sensibilizarnos sobre la importancia de no ignorar a alguien cuando comparte algo significativo, ya que todos deseamos que nos escuchen en situaciones similares.

Cuando me tocó hablar a mí, conté sobre mi vida, convencido de que Ewart me ignoraría, pero en medio de mi narración él dijo que no podría ignorarme, y yo tampoco pude hacerlo cuando fue su turno.

¿Él recordaba eso?

Antes de preguntarle algo más, lo miré incorporarse al tiempo que un punto rojo manchaba la alfombra blanca junto a sus pies. Cuando levanté la mirada él sangraba.

—Oh, Dios mío —gimoteé—. ¿Estás bien?

Extendí mi brazo hasta el buró y saqué una caja de pañuelos. Él tomó uno y en cuanto presionó su tabique con la mano, el pañuelo se empapó de rojo oscuro.

—No te preocupes, seguro que parará enseguida —dijo con su acostumbrado tono tranquilo.

Se dirigió al baño y tomé mi bastón para seguirlo de cerca. Recogió su cabello en una cola alta y quitó sus lentes para enjuagar su rostro. Agradecí que la hemorragia se detuviera tal como dijo.

—Lo siento, se supone que venía a ayudar y terminé preocupándote más —dijo él con pesar.

—¡Claro que no! Además, sería injusto si solo yo comparto mis problemas y no puedo estar ahí cuando tú necesitas apoyo.

Ewart se acercó nuevamente a mí, sus ojos reflejaban gratitud y cariño.

—Tú siempre haces mucho por mí, es lo menos que puedo hacer para intentar corresponderte —respondió, y noté cómo sus palabras me hicieron sentir un calor agradable.

En situaciones como aquellas no sabía qué decir. Admiraba la facilidad con la que Ewart expresaba amabilidad y deseaba ser un novio tan bueno como él lo era.

Regresamos con pasos cortos hasta la habitación, envueltos en una atmósfera intranquila.

—¿Hay algo más que te preocupe? —preguntó, seguramente notando lo distraído que estaba.

Asentí y ambos tomamos asiento de nuevo en la cama.

—El señor Coleman nos ha asignado un proyecto y mi compañero es Ash. Ya tengo mi opinión sobre él y sé que no cambiará, pero, aun así, quiero saber por qué me advirtieron tener cuidado con él.

Él golpeó los dedos contra su rodilla que subía y bajaba inquieta, sus ojos azules dejaron de mirar la puerta y se volvieron hacia mí.

—Asher y yo fuimos juntos a la secundaria. En ese entonces, había un chico llamado Alec. —Hizo una pausa y pasó un mechón detrás de la oreja—. Yo estaba enamorado de Alec, pero él terminó saliendo con Asher.

Ewart se quedó en silencio unos segundos, como buscando las palabras adecuadas.

—Después de que nos graduamos, Alec y Asher se fueron a la Preparatoria del Este y yo vine aquí. Un día, Alec simplemente desapareció y Asher cambió mucho. Algunos dicen que Alec se suicidó, otros piensan que se fue por algo muy malo. A pesar de lo cercanos que éramos, perdí todo su rastro.

»Sé que hay muchos rumores sobre Asher. Aunque nuestra relación no es la mejor, no creo que haya hecho algo malo. Así que no te preocupes por los rumores y confía en lo que tú crees.

Movió la mano para que nuestros dedos se entrelazaran de nuevo. Cuando volví a mirar arriba no fui capaz de descifrar su mirada.

—¿Me pediste salir porque Ash salió con el chico que te gustaba?

Me arrepentí de mis palabras nada más pronunciarlas, pero a él pareció causarle gracia.

—Claro que no. Te pedí salir porque, tal vez no te diste cuenta, pero me gustaste desde hace mucho.

Sentí mis mejillas calentarse y apenas pude articular palabras.

—Pero no soy genial ni atractivo como tú, es obvio que no estoy a tu nivel —dije, con el peso de mis inseguridades en cada palabra.

Ewart frunció el ceño, no molesto, sino como si le costara comprender lo que acababa de decir.

—¿De qué hablas? —respondió, con un tono lleno de sorpresa y ternura—. No hay nada mal contigo, Dom. No sé de dónde sacas esa idea de los "niveles" —luego sonrió, como si fuera absurdo—. Gracias por pensar así de mí, pero jamás he creído que haya gente que esté "por encima" o "por debajo". Solo veo a alguien que me importa... y ese eres tú.

Sus palabras fueron como un suave golpe de realidad. Me quedé en silencio, sintiendo cómo el nudo en mi pecho se aflojaba un poco.

—No sabes lo mucho que necesitaba escucharlo. Sé que no soy bueno expresándome, pero que sepas que me gusta estar contigo. Me gusta todo lo que hacemos juntos. Solo quiero entender... ¿por qué no lo supe antes? ¿Por qué ahora?

—Porque salías con Reynold.

La calma de pronto se desvaneció, reemplazada por una oleada de inquietud al recordar las cosas desagradables que Reynold dijo después de que pensó que estaba saliendo con Asher.

Un nudo doloroso se formó en mi garganta. No quería revivir todo aquello. No quería pasar por lo mismo otra vez.

—Ahora que son compañeros de clase, ¿él ha dicho algo sobre mí? —mi voz titubeó.

—No suelo hablar con él, aunque en primer grado solía verlos por las calles de la placeta principal cuando iba a tocar. Parecían felices así que no me atreví a confesarme.

Poco a poco, el torrente de pensamientos se volvió abrumador ¿Qué parte exactamente había visto? ¿Estaría defraudado al saber de mis decisiones equivocadas? ¿Cómo podía ver algo en mí, después de haber sido testigo de esa parte tan rota de mi pasado?

La vergüenza se arremolinaba en mi estómago, mezclada con el arrepentimiento de haber elegido tan mal, de haber desperdiciado mi tiempo en Reynold, cuando pude haber estado con Ewart.

—Se hace tarde. Creo que debería irme, tengo que reunirme con Ash —pronuncié, cortando la conversación con una determinación temblorosa— Tú deberías tomar una ducha para refrescarte luego de la hemorragia. Y no te preocupes, puedes marcharte cuando lo desees.

Noté una chispa de preocupación en sus ojos mientras me observaba, y eso me hizo sentir aún más vulnerable. La idea de darle más problemas me resultaba abrumadora.

—Dom, ¿es por lo que dije? no tiene nada de malo que hayas salido con alguien antes.

Mis emociones estaban en pleno caos interno. Sentí que las lágrimas se agolpaban en mis ojos, pero me esforcé por contenerlas. La sensación de asfixia se hizo presente y entonces bajé la mirada hacia el suelo y apreté los puños con fuerza.

—E-Es que no es como crees —balbuceé, sintiendo cómo el temblor en mi mandíbula amenazaba con traicionarme. El sabor salado del miedo inundaba mi boca, mientras mis manos se aferraban nerviosamente a los pliegues de mi ropa.

—Dom...

Sobrepasado por el malestar, sentí las lágrimas acumuladas resbalar por mis mejillas.

—Odio a Reynold, odio haber desperdiciado mi tiempo con él. Y no solo eso. Todo esto, todo se vuelve demasiado abrumador.

De repente, sus labios cálidos se posaron en la comisura de los míos. El roce sutil, pero cargado de emociones, envió un escalofrío por todo mi cuerpo y sentí como si el tiempo se hubiera detenido.

—Te entiendo —Pasó las yemas de sus dedos por mi rostro y el llanto se detuvo ante su gesto amable—. Cuéntame de ello cuando te sientas más tranquilo, ¿sí?

—De acuerdo —respondí anonadado por su amabilidad y llevé el índice y el corazón a mis labios. Todo en él era gentil y dulce, y me reconfortaba en medio del mar de emociones turbulentas.

—Si no te importa, seguiré tu sugerencia de tomar una ducha. Después, puedo llevarte con Asher, ¿de acuerdo?

Asentí y observé cómo se dirigía hacia el baño y su figura se desvanecía detrás de la puerta.

Sentí la necesidad de tomarme un momento para procesar todo lo que había sucedido, para respirar y reencontrarme conmigo mismo.

Tal vez fue por eso por lo que, apenas quedé solo, tomé mi bastón y me fui. No quería ser más una carga para quien amaba, incluso si eso significaba enfrentar mis demonios en solitario.


。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。

Hola personitas que han leído hasta aquí 💐 gracias por continuar con esta historia, que pese a todo hago con mucho amor uwu ❤️

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