🌼Clavel🌼
Dormí profundamente durante casi diez horas. Cuando finalmente desperté, ya era tarde, cerca del mediodía, y el paisaje estaba envuelto en una niebla espesa.
—Oh, ya has despertado —dijo Ash mientras abría un poco más las cortinas—, ¿Cómo te sientes?
—Descansé bien, pero debiste despertarme antes.
Me besó en la frente y me apretó un momento contra su pecho.
—Eres tan lindo, ¿cómo iba a despertarte?
—Si no lo hacías tú, seguro que mi madre lo haría pronto —Justo cuando pronunciaba aquellas palabras, mi móvil sonó sobre el buró —¿Lo ves?
Tomé el aparato y leí el mensaje:
De: mamá.
"Buenos días, Domi. Tu abuelo me dijo que amas los macarrones con queso así que los estoy preparando, espero que vengas pronto a comerlos"
—No vas a volver todavía, ¿cierto? Ni siquiera has desayunado.
—No quiero causar molestias.
—¡No las causas! Ya preparé algo, puedes alistarte y te espero en el comedor.
Durante el desayuno me contó que su familia estaba afuera, Ewart tenía una cita con el psicólogo y sus padres estaban en una práctica de tenis en pareja.
—¿No preferirías haber hecho algo diferente? —pregunté interesado—. Después de todo es fin de semana.
—No querría estar en ningún otro lugar —respondió con una sonrisa sincera.
—¿Ni siquiera en casa de mi abuelo jugando con Lucy?
Lucy era la pogona que Rebeca me regaló. Como mi madre no quiso que tuviera mascotas en la nueva casa, la dejé con tío Jonathan.
—Todavía debo construir el escondite secreto para cuando la rapte, así cada vez que vengas no parecerá sospechoso —bromeó Ash.
—¡Pero claro que serías el único sospechoso! Igual y cuando veas que es una vándala seguro que rogarás para que me la lleve de vuelta —contesté entre risas.
Por un largo rato, platicamos sobre todo lo que nos pasaba por la cabeza. A medida que el tiempo avanzaba, la plática se volvía más amena y divertida.
Nos encontrábamos limpiando los trastes y el desorden que Ash dejó tras preparar el desayuno cuando mi teléfono volvió a vibrar.
—Otro mensaje de mamá, ¿desde cuándo es relevante cuántos cambios de ropa traje? —dije con toque de ironía.
Ash soltó una risa contenida y negó con la cabeza.
—Tu madre ciertamente sabe cómo preocuparse por las cosas más triviales. Pero al menos demuestra que se preocupa por ti.
—Supongo. Aunque a veces roza lo absurdo, pareciera que están a punto de desvirgarme por la cantidad de mensajes.
—Oh, ¿en serio lo decía por eso? —preguntó sorprendido—. Bueno, no lo hubiera pensado. Quizás algún día, pero por ahora, estamos bien así, llevando las cosas a nuestro ritmo.
Sus cristalinos ojos verdes se ensombrecieron bajo las pestañas extraordinariamente oscuras.
Quise saber por qué el cambio de su expresión, pero el sonido de una nueva llamada me interrumpió. Ni siquiera fue necesario revisar el contacto, ya sabía que se trataba de mi madre.
—Sí, mamá, aún estoy con Ash —respondí, atendiendo la llamada.
"Entiendo que sea tu amigo, pero Domi, tienes tu casa, no es correcto que causes molestias en la de él."
Odiaba que pinchara justo donde más me dolía, y, sobre todo, odiaba no poder decir que estaba equivocada.
—Lo sé, llegaré en un rato más. También te quiero, nos vemos. —Concluí la llamada, intentando ocultar mi incomodidad.
—¿Está todo bien? —preguntó Ash, notando mi preocupación.
—Intento poner de mi parte, pero si te soy sincero, no me parece que funcione y no soy el único problema en esa relación.
Luego de empacar las pocas cosas que llevaba, Ash me acompañó hasta la parada de autobuses.
—Lo pasé bien, ojalá podamos tener más días así —expresé, intentando recuperar la cercanía que habíamos tenido.
—Los tendremos, lamento no poder ayudarte a hacer de todos tus días algo mejor.
Pude apreciar en su mirada un dejo de tristeza. Sin decir una palabra, me acerqué y suavemente lo besé, transmitiéndole que su mera presencia ya era suficiente para mí.
—Hay días difíciles, pero ninguno que tu sonrisa no salve.
La tristeza en su mirada se disipó, dando paso a una sonrisa genuina.
—Gracias. Si lo necesitas sabes que en mi casa estaremos encantados de recibirte —añadió con calidez.
Aun cuando lo sabía, mi mente le daba la razón a mi madre en una cosa: era problemático llegar a la casa de los demás como si nada.
Un nuevo mensaje llegó, estuve a punto de soltar una maldición cuando noté que era de tío Jonathan.
De: Jonathan.
"Hola, Dom. Espero que te hayas divertido con Ash, deberías invitarlo a comer mañana."
—Tío Jonathan quiere agradecer tu amabilidad y te invita a acompañarnos mañana si no tienes algo más que hacer.
—¡Me encantaría! Solo recuerda esconder bien a Lucy —respondió, emocionado por la invitación.
—Perfecto, nos vemos mañana —dije y lo abracé, aunque no tardé en separarme al notar que el autobús ya se aproximaba.
La casa de mamá quedaba a unos diez minutos de la parada donde bajaba, dada mi condición quizás no lo había pensado tan bien. Aunque no me desagradaba, el paisaje era bonito y lleno de naturaleza.
Mientras no hubiera lluvia, podía conformarme con que no vivíamos a media hora de la carretera.
Caminé sin prisa y al pasar cerca del estanque, noté que en sus cerúleas aguas flotaban los cadáveres de varias aves, como si de una maldición se tratara.
Me lamenté por la triste escena, a punto de continuar, cuando alcancé a vislumbrar una que todavía agitaba sus alas para salir.
Con una vara larga la moví hasta la orilla y la tomé. El agua estaba helada, pero me las arreglé para sacarla y la envolví en la bufanda para darle calor.
—Tranquila, vas a estar bien, pequeña, te ayudaré, lo prometo.
Cuando llegué a casa, mi madre me estaba esperando.
—Domi, me alegra que llegaras. ¿Qué tal te ha ido? —me recibió con una sonrisa afable.
—Hola, mamá, todo bien, creo —respondí pasando de largo, preocupado por el ave que traía en brazos.
—Espera, ¿qué es eso? —me detuvo.
—Un ave, la encontré herida y quiero ayudarla —expliqué, esperando que entendiera mi intención.
Un gesto de disgusto se dibujó en su semblante.
—La casa es pequeña como para que tengas mascotas, además huele mal y podría tener parásitos.
—No es una mascota, solo la tendré un par de días mientras sana —intenté calmarla—. Además, no tiene parásitos.
—¿Cómo estás tan seguro? ¿Sabes algo de aves?
—No, pero puedo aprender —sentencié con determinación y entré a mi habitación, decidido a hacer lo necesario para cuidar al ave.
Tomé una toalla para quitarle el agua y al ver que no oponía resistencia me ayudé con la secadora. El ave movió la cabeza y dio un par de saltitos hasta una caja.
Parecía haberle gustado, así que luego de hacerle perforaciones puse algodón y usé mi lámpara de escritorio para darle calor.
—¿Tú qué dices? ¿Debería colocar la tapa o dejar tu caja abierta? —le pregunté como si pudiera entenderme. Para mi sorpresa, golpeó la tapa con la cabeza como si contestara y reí.
—Sí, lo mismo pensé, pero no tengo jaulas y si debo llevarte al veterinario te advierto que usaré la tapa.
Mamá tocó la puerta, así que tras indicarle que podía pasar se sentó sobre mi cama.
—Charlemos sobre esto, ¿quieres? —propuso con un tono sereno, pero noté la molestia en su mirada.
—Seguro, ¿sobre qué exactamente? —pregunté sin prestarle atención, centrado únicamente en acariciar al ave.
—Domi, entiendo que seas un chico bueno y quieres ayudar a las aves, pero ha sido desconsiderado traerla sin preguntar.
El esfuerzo por mantener su fachada calmada era evidente.
—Tú también me trajiste a esta casa sin considerarme —respondí sin deseos de ceder.
—Escúchame, Dominick soy tu madre, justo te traje porque te consideré, porque te amo.
—Si me amas entonces entiendes que no voy a renunciar a ayudar a esa ave.
Fue evidente cómo su semblante se tensó con esas palabras, mostrando que la situación la desbordaba.
—¿Te estás oyendo? ¿De verdad pelearás por algo tan ridículo? Así no es cómo funcionan las cosas.
Dolido por su actitud, solo atiné a levantarme, llevando la caja con el ave en brazos.
—Si se va el ave antes de sanar, me voy yo.
—Dominick, no estás en posición de exigir algo como eso —retrucó con voz firme.
—Si no puedes aceptar que soy un ser con cerebro propio ¿por qué quisiste tener un hijo?, yo no soy Evren y no puedes pretender que llene el vacío que te dejó —repliqué, dejando salir las emociones reprimidas.
—¡Tienes razón, Evren no era mi hijo, pero, aun así, no me desafiaba solo para poner mi paciencia al límite!
—Suficiente, creo que saldré un momento.
Coloqué la tapa en la caja y salí, sin dejar de escuchar sus gritos.
—¡Dominick, no puedes irte! ¡Dominick!, ¿me estás escuchando? ¡Si sales por esa puerta no te atrevas a regresar!
El cielo había adoptado un intenso color añil oscuro, presagiando una tormenta inminente. Tomé un autobús que me dejaría cerca de la casa de mi abuelo y al bajar, las calles ya desiertas se encontraban húmedas y tapizadas de un manto de hojarasca verde.
El sonido de los charcos resonaba bajo mis pies mientras avanzaba con la caja en una mano y el bastón en la otra. Cada paso era un desafío, pero estaba decidido a llegar.
Finalmente, me encontré frente a la casa de mi abuelo, sin saber por qué, algo lucía diferente. Toqué con cuidado con el bastón, y la puerta se abrió enseguida, pero en cuanto se asomó un chico que no conocía, di un paso hacia atrás, confundido y alerta.
—Lo siento, busco a Jonathan —me disculpé, tratando de disimular la inquietud que me invadía.
—Ya veo, eres Dominick —respondió, y aunque su tono era atento, daba una impresión inquietante.
—¿Eres familia de Rebeca? —pregunté, intentando encontrar una conexión lógica que explicara su presencia.
—Así es, me llamo Alec. Es un placer conocerte al fin.
Sentí un escalofrío que tensó mi cuerpo ante sus palabras, era como si de pronto hubiera perdido el equilibrio y las imágenes a mi alrededor se fundieran y giraran.
。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。
Spoiler: sí, ese Alec c:
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