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🌼Ciclamen🌼

La sangre en los escalones y el cuerpo inerte de mi abuelo eran imágenes que se repetían en mi mente. No recordaba haber llorado tanto como ese día.

Sentado en la fría sala del hospital, esperaba noticias de tío Jonathan sobre el estado de mi abuelo. Cada minuto parecía una eternidad, y la angustia me ahogaba. Intentaba mantener la compostura, pero la pena era casi insoportable.

En ese momento, Rebeca se acercó a mí y me tendió un vaso.

—Conseguí algunas cosas para prepararte una infusión —dijo suavemente—. Tómala, te hará bien.

Acepté el vaso con gratitud, pero no podía evitar sentir que todo era mi culpa, una carga que pesaba sobre todos.

—Lamento causarte problemas también a ti, Rebeca —susurré—. No creo que estar en el hospital fuera parte de sus planes.

Ella me miró con comprensión y negó con la cabeza suavemente.

—No digas eso, Dom. Estoy aquí para apoyarles.

A pesar de sus palabras, la culpa seguía latente. Si algo le pasaba a mi abuelo, nunca me lo perdonaría. La preocupación se enredaba en mi mente, formando un nudo apretado en mi pecho.

El tiempo parecía detenerse mientras la incertidumbre se aferraba a cada segundo.

En medio de la angustia, escuché unas pisadas apresuradas resonando en el pasillo. Al levantar la vista, vi a mi madre acercándose rápidamente. Sin decir una palabra, me envolvió en un abrazo, como si no me hubiera visto en años. Suspiré y le di una palmadita en la espalda antes de separarme.

—Vine tan pronto como pude. No puedo creer que haya sucedido algo así —dijo, mordiéndose nerviosamente el dedo y con una expresión de angustia que parecía más intensa de lo necesario.

Sentí un picor en la garganta, como una espina que no me permitía respirar.

—Yo tampoco —murmuré, casi sin voz.

Justo en ese momento, tío Jonathan salió. A pesar de su sonrisa forzada, sus ojos enrojecidos delataban que había estado llorando.

—No hay de qué preocuparse, los doctores dicen que no ha sido grave, ya sabes que tu abuelo es un hombre fuerte.

—¿Puedo verlo? —pregunté con urgencia.

Él asintió con una sonrisa más cálida.

—Por supuesto, Dom. De hecho, pidió lo mismo.

Mi madre se movió para seguirme, pero tío Jonathan le puso una mano en el hombro con suavidad.

—Deberíamos dejarlos. Es importante que tengan un momento para hablar con tranquilidad. Creo que será más fácil para ambos si están a solas.

Ella se detuvo, y por un instante, su rostro se transformó en una mezcla de dolor y resignación. Una lágrima asomó en su ojo, y se la enjuagó rápidamente.

—Entiendo. Me hubiera gustado acompañarte, Domi, pero es cierto. Ve con tu abuelo, ya lo veré después.

Le di una última mirada antes de dirigirme a la habitación. Mi abuelo estaba en la cama, vestido de blanco. Salvo por la vía intravenosa, lucía igual que siempre.

El lugar era para un solo paciente, lo cual permitía mayor privacidad, pero sabía que se sentiría solo en cuanto nos fuéramos.

—¿Cómo te sientes, abue? —pregunté, esforzándome por sonreír.

—Tengo un cuarto limpio y una enfermera muy atenta. ¿Qué más puedo pedir? —respondió, con la chispa de humor que siempre encontraba en cualquier situación.

Me senté a su lado, buscando un respiro en medio de la angustia.

—¿No será muy aburrido quedarte en observación por hoy? —intenté hacer la conversación ligera, aunque la preocupación seguía palpable en mis palabras.

—Nah, probar cosas nuevas no está mal. ¿No lo crees? —respondió con un tono que me pareció levemente burlón.

—¿Es una indirecta sobre la propuesta de mi madre?

—¿Indirecta? Yo creí que había sido muy directo.

Su intento de humor no alivió mi inquietud. No estaba listo para esa decisión.

—Lo pensaré —me limité a contestar.

Luego, el ambiente se tornó más íntimo y reflexivo. Mi abuelo, con una mirada pensativa, rompió el silencio.

—Todavía duele, ¿cierto? El pasado no se borra —murmuró, como si hablara consigo mismo.

—Es como una cicatriz que nunca se va. A ratos la olvidas, pero luego la miras y el dolor vuelve —confesé.

—Deliah no es una mala persona, simplemente te entiende lo mismo que tú a ella.

—¿Crees que debería irme a vivir con ella? —pregunté, inseguro.

Mi abuelo frunció el ceño, confundido.

—¿Vivir con ella? ¿Eso fue lo que te propuso? Yo solo sabía que quería pasar más tiempo contigo —respondió, sorprendido.

El peso de la confusión me golpeó. Asumí lo peor, y por mi culpa, él terminó lastimado.

—Entonces... ¿todo esto... fue por nada? —murmuré, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo mis pies.

Mi abuelo me miró con ternura y una pequeña sonrisa cansada adornó sus labios.

—Parece que ambos somos un poco tercos. Deberíamos haberlo hablado con calma desde el principio.

Aunque sabía que yo era el único culpable, su intento de suavizar la situación me orilló a devolverle la sonrisa.

—Lo sé. Por favor, recupérate pronto y vuelve a casa.

Su mirada se apartó, de forma que solo podía ver su perfil entristecido. Supe que no quería escuchar lo que vendría a continuación.

—Los doctores opinan que tal vez es momento de que ingrese a un asilo.

Con esas palabras, mi alma se desmoronó como cenizas. Traté de hablar, pero no salieron las palabras. La garganta dolía y solo pude emitir un sollozo y luego, las lágrimas se desbordaron. No tardé en echarme a llorar en su regazo.

—Lo siento tanto, todo es mi culpa —murmuré, aplastado por el dolor.

Con gentileza, mi abuelo levantó la mano y acarició mis pómulos para consolarme.

—No, Dom, eso fue un accidente. En realidad, estoy feliz de que nos hayas escogido por encima de todo. Te has vuelto muy fuerte y sé que podrás enfrentar cualquier cambio.

Llevó mis manos a las suyas en un gesto que parecía decir "Podemos con todo".

Me solté con cuidado y me puse de pie. El sentimiento de pérdida se había atenuado y en su lugar solo quedaba una amarga resignación al saber que todo sería diferente.

—Aunque las cosas cambien, volvámonos a ver, ¿de acuerdo? —propuse en busca de consuelo con aquella petición.

—Prometido —respondió con calidez.

Salí de la habitación, enjugándome las lágrimas mientras me dirigía tambaleante a la sala de espera. Tío Jonathan y Rebeca me recibieron con miradas preocupadas.

—¿Te sientes mejor? —preguntó tío Jonathan apenas llegué con ellos.

Tardé un instante en responder, buscando las palabras adecuadas para expresar mi dolor y angustia.

—¿De verdad enviarán al abuelo a un asilo?

Tío Jonathan no tardó en responder con sinceridad:

—No es algo que debamos decidir ahora mismo. Fue solo una sugerencia de los doctores, pero hay muchas otras cosas que podemos hacer antes de pensar en algo así.

Aunque su respuesta le dio alivio a mi alma sabía que aún podía hacer algo para ayudarlos. No era lo que quería, pero el bienestar de quienes amaba era más importante que mis propios deseos.

—Hace poco dijiste que, si mi madre quisiera que fuera a vivir con ella, harías lo posible por que se respetara mi decisión.

Él miró a mi madre y luego regresó la mirada hacia mí.

—Dom...

—Y lo que más quiero ahora es dejar de causarles problemas —con diminuta fuerza cerré mi mano, mientras trataba de ocultar el llanto inminente—. Quiero dejar de ser una carga.

Sin dudarlo tío Jonathan me abrazó, sujetándome con firmeza.

—¿Pero qué dices? No eres una carga, jamás lo has sido.

Sentí la calidez de su gesto, pero sabía que era momento de enfrentar la realidad y aceptar que las cosas debían cambiar. Si vivir con mi madre era el precio a pagar para asegurarme de que mi abuelo pudiera recuperarse sin más estrés, entonces estaba dispuesto a pagarlo.

—Gracias por todo —murmuré, sintiendo cómo las palabras raspaban mi garganta, casi deteniéndose en el nudo que había crecido en mi interior. Finalmente, volví mi mirada hacia mi madre, tratando de encontrar algo que me indicara que mi sacrificio no sería en vano. —. Mamá, consideré tu oferta. Viviré contigo a partir de ahora.

Ella sonrió, conmovida por mi decisión. No supe si fue una sonrisa sincera o la satisfacción de haber ganado. Mientras caminaba hacia donde estaba, pensé, no por primera vez, cuan cruel era realmente el mundo.


。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。

Bueno, ni mis lectores, ni mi novio, ni yo aprobaríamos la muerte del abuelito (él va a vivir 100 años más), pero eso no excenta a Domi de sufrir uwu

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