Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌼Camelia🌼

A medida que pasaban las horas, los acontecimientos con Royce empezaron a parecer fragmentos de un recuerdo que se desvanecía, alejándose cada vez más.

El personal del hospital confirmó que Ash estaba fuera de peligro, un alivio que me invadió lentamente. Mis heridas no eran graves, y tras recibir tratamiento, me vi atrapado en el inevitable proceso de dar mi declaración y, aunque sabía que era necesario, se sentía eterno.

Finalmente, cuando terminé, no perdí ni un segundo. Me apresuré a salir, ansioso por llegar a donde estaba.

—¿Cómo sigues? —pregunté apenas entré a la habitación.

—Sinceramente, parece que tú te llevaste la peor parte —dijo con un toque de humor, tratando de aligerar la tensión en el ambiente.

Me acomodé cerca de sus piernas, permitiéndome mostrar mi vulnerabilidad mientras las lágrimas comenzaban a brotar.

—No sé qué haría sin ti, Ash —confesé, sintiendo cómo el nudo en mi garganta se aflojaba—. Eres lo más importante en mi vida y no puedo soportar la idea de perderte.

Él me abrazó con esfuerzo, ofreciendo una calidez que me tranquilizó.

—Y nunca me perderás, petirrojo. Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado.

A pesar de mi esfuerzo, no pude corresponder su sonrisa; no cuando sabía que fui el causante de tanto dolor.

—Perdón por todo lo sucedido —susurré, con el peso del remordimiento aplastándome—. Fui yo quien confió en Royce y le dije sobre la otra marca. Si no hubiera abierto la boca, él no te habría lastimado.

Ash me miró con ternura, y sus dedos pasaron lentamente por mi cabello, como si me diera permiso de sentir ese peso sin juzgarme por ello.

—No eres responsable de las acciones de los demás. Si no hubiera sido yo, habría sido cualquier otra persona. Lo importante es que salimos bien, ¿no?

Aunque traté de encontrar consuelo en sus palabras, la culpa seguía latente en mi corazón.

—No puedo evitar sentir que te afectó más de lo que puedas admitir. ¿Cómo podrías estar bien después de lo que pasaste?

Ash negó con la cabeza.

—De nuevo, no soy capaz de recordar bien. Mi mente es muy extraña. Pero los exámenes indican que él no —hizo una pausa antes de continuar, como si buscara las palabras adecuadas—, que no hubo un abuso en el sentido físico.

Mis ojos se abrieron de par en par ante su revelación, y aunque un peso se levantó de mis hombros, no lograba aliviarme del todo.

—Que no lo haya hecho no minimiza el peso de sus acciones, te lastimó de muchas otras maneras.

Ash pareció sumirse en sus pensamientos por un momento, y luego habló con una voz cargada de pesar:

—Por un momento creí que así sería mejor. Que lo merecía luego de no poder proteger a Alec y quizás si se llevaba las marcas podría dejar de mirarlas cada día y sentir que no merecía ser feliz.

—Ash... nada de eso es así y claro que mereces ser feliz.

Ash vaciló, sus ojos reflejaban una mezcla de duda y cansancio, pero esta vez no se retractó. Tomó aire y dejó escapar una sonrisa débil, casi como una pequeña victoria personal.

—No sé si lo merezco. Pero lo que sí sé, es que quiero serlo. Es momento de que ambos dejemos esas cosas tristes atrás, ¿no crees?

Mordí mi labio inferior, ¿De verdad podía aspirar a la felicidad después de todo lo que había pasado? Antes de que pudiera formular mi pregunta, escuché un suave toque en la puerta.

Ash y yo intercambiamos una mirada.
—Adelante —dijo él con voz calmada.

La puerta se abrió lentamente, y Ewart apareció con su habitual aura de calidez. Se acercó hasta nosotros lentamente y entregó a Ash un cambio de ropa, anticipando su alta del hospital.

—Ewart. Gracias por venir —dijo Ash, algo sorprendido por su presencia.

—Es lo menos que podía hacer. Ojalá hubiera algo más que pudiera ofrecerles —respondió Ewart, bajando la mirada un instante.

Ash se apresuró a negar con la cabeza.

—¿Qué dices? Estar aquí ya es bastante. En serio, gracias.

Por un momento, Ewart solo lo miró, como si quisiera responder algo más, pero en su lugar ofreció una débil sonrisa. El silencio se extendió, pesado pero no incómodo, como un puente frágil que ninguno sabía cómo cruzar.

Fue entonces que Ewart, como siguiendo un impulso que no parecía haber planeado, se inclinó hacia adelante y nos abrazó a ambos.

El gesto me tomó por sorpresa, pero no tanto como a Ash. Pude sentir su cuerpo tensarse bajo el abrazo, y cuando lo miré, su expresión reflejaba una mezcla de incredulidad y vulnerabilidad. Sus labios temblaron como si quisiera decir algo, pero finalmente dejó escapar un suspiro tembloroso y correspondió al abrazo.

—Han sido muy fuertes —dijo Ewart con voz suave—. Me cuesta encontrar las palabras para expresarme, pero solo quiero que sepan que me duele lo que han pasado. Y sin importar lo que suceda, siempre estaré aquí. No están solos. Nunca lo estarán.

Por un instante, nadie se movió. El aire se llenó de algo que no podía describir con exactitud, una calidez que parecía disipar la distancia que había existido entre ellos hasta ese momento.

—Gracias, Ewart —murmuró Ash. Su voz parecía entrecortada, pero llena de alivio—. No sabes lo mucho que significa.

Ewart asintió, pero pronto se apartó lentamente y dio un paso atrás.

—No quiero ocupar más de su tiempo. Solo quería asegurarme de que estuvieras mejor. Pero si necesitan cualquier cosa, no duden en pedírmelo.

Ash lo miró en silencio, como si algo más cruzara por su mente, y justo cuando Ewart comenzaba a moverse hacia la puerta, Ash se animó a hablar de nuevo.

—¿Estarás en casa cuando me den de alta? —preguntó, rompiendo esa barrera distante entre ellos.

Ewart, claramente sorprendido por el cambio en el tono de Ash, hizo una pausa antes de responder.

—Sí, estaré en casa —respondió, y esta vez su voz parecía más cercana, cálida.

Ash asintió, su mirada un poco más tranquila, como si la tensión en su pecho se hubiera aliviado con esa simple pregunta.

—Cuídense, chicos. De verdad. Y recuerden que estoy aquí.

Con esas palabras, Ewart cruzó la puerta en silencio, dejándonos en una calma recién descubierta.

—Gracias también a ti, petirrojo —dijo Ash al cabo de un rato, rompiendo el silencio.

—¿Por qué? —pregunté, levantando la mirada para encontrarme con sus ojos.

—Por salvarme.

Sentí cómo se formaba un nudo en mi garganta. La culpa, siempre persistente, volvió a arremeter, y apenas logré murmurar:

—Siempre eres tú el que lo hace, Ash. Daría lo que fuera por cambiar lo que pasó.

Él me miró con esa comprensión que parecía abarcar incluso los rincones que yo aún no había explorado. Reflexionó un momento y, con una ternura que se me antojó eterna, respondió:

—Tú siempre me has salvado a mí, desde el inicio. Me acerqué porque sentía que estaba roto, y tú... tú eras esa chispa de vida que llega para iluminar lo que otros no ven. Aunque tú no lo supieras, petirrojo, yo te necesitaba más de lo que tú me necesitabas a mí.

—¿En serio? —pregunté, incapaz de contener la emoción que me invadía.

—En serio —afirmó con calidez—. Tú me diste una razón para seguir adelante cuando todo parecía oscuro. Todo lo que deseaba lo encontré en tu sonrisa. Pase lo que pase, tú ya has marcado mi vida.

Cada frase suya tocaba una fibra en mí. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que pertenecía a un lugar y que mi existencia tenía un propósito más grande.

—Y tú marcaste la mía —susurré, dejándome llevar por la emoción—. Te amo, Ash.

Tomó mi mano entre las suyas y la besó con gentileza.

—¿Y cómo sigue tu marca? ¿Ya se ha manifestado? —preguntó con curiosidad.

Levanté mi mano y miré en el dorso la mancha que apareció tras el encuentro con Royce. Aunque al principio creí que era algún moretón por la pelea, ahora se miraba como una flor abstracta, con cuatro pétalos, tal y como los dibujos que Ash solía hacer sobre mi piel.

Suspiré, dejando ir esa expectativa que tanto tiempo había sido una carga.

—Tal vez florezca, tal vez no. Pero a estas alturas, tener o no una marca ya no es relevante —dije, sintiendo por fin dentro de mí la verdad de mis palabras.

Fue entonces cuando lo supe: la marca que tanto había esperado siempre estuvo en mí, en cada cicatriz, en cada esfuerzo por sanar, en cada momento compartido con Ash. Yo mismo era esa flor, que pese a las adversidades, había florecido. Y ahora, al fin, ya no estaba solo.

—A veces olvidamos que nosotros mismos también florecemos —murmuré, pensando en todo lo que había sido y en lo que era ahora.

Ash sonrió, acercándose hasta que su aliento rozó mi mejilla, y, en un murmullo suave, respondió:

—Has florecido, Dom. Mucho más de lo que tú mismo te has dado cuenta —dijo con esa certeza que siempre parecía conocerme mejor que yo mismo—. Has pasado por tanto, y aun así, aquí estás, brillando.

Su mano acarició mi mejilla, con una ternura que parecía querer atesorar cada cicatriz, cada pedazo de lo que yo era.

—Y ahora que lo entiendes —continuó, dejando que sus ojos encontraran a los míos—, espero que jamás olvides lo fuerte que eres. Nadie más podría haber hecho lo que tú.

Sentí que sus palabras llegaban a lo más profundo de mí, y, aun sabiendo lo que significaban, no pude evitar preguntarle:

—Si fuera una flor, ¿cuál crees que sería?

—¿Compararte con una flor? Petirrojo, tú eres la primavera completa.

Y en ese momento, todas las piezas encajaron. Las canciones, las flores, cada pequeño detalle. Todo lo que habíamos vivido tenía sentido.

Sus alas heridas sanaban poco a poco, y comprendí que, aunque las mías también llevaran cicatrices, no existía otro lugar en el mundo en el que deseara estar más que a su lado, que juntos, éramos capaces de volar más alto de lo que jamás habíamos imaginado.


FIN

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro