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🌼Caléndula🌼


Me incorporé aturdido, parpadeando varias veces mientras examinaba la habitación desconocida a mi alrededor. Invadido por la confusión y el desconcierto, me pregunté dónde me encontraba.

Removí la cobija azul y noté otra doblada en el sofá de enfrente. Me deslicé por el borde de la cama, y los recuerdos del día anterior inundaron mi mente.

Me levanté rápidamente y salí de la habitación, tratando de recuperar la compostura. Mientras daba un par de vueltas, encontré a Royce en el patio trasero en el preciso momento en que "Rossie", la paloma, extendió sus alas.

La luz primaveral se filtraba a través de los árboles, y el canto de otras aves se mezclaba con el suave murmullo del viento. Observé maravillado cómo Rossie se elevaba majestuosamente, esquivando las ramas de los árboles y batiendo sus alas para elevarse aún más alto. Luego, comenzó a planear en el aire, impulsada por alguna corriente, hasta desaparecer de mi vista.

Fue un momento impresionante.

De repente, Royce miró hacia atrás por encima de su hombro y me vio. Un amago de sonrisa se dibujó en su rostro, y me di cuenta de que me quedé perdido en mis pensamientos. Se acercó a mí, rompiendo el silencio.

—¿Te he despertado? —preguntó con una nota cálida.

—No, no. Aunque debiste hacerlo, Royce. Tenía que haber vuelto a casa anoche, espero que mi tío y mi abuelo piensen que me quedé con Ash... —me quedé helado al caer en cuenta—. ¡Asher! ¡La escuela! ¡Debo de irme!

—Ve con cuidado, pequeña florecilla. Estaré esperando tu regreso.

Sentí el peso de la prisa mientras tomaba mi bolso y me apresuraba a salir de la casa. Agradecí a Royce una y otra vez por su ayuda. Apenas llegué a tiempo a la escuela, donde Asher me esperaba como siempre. Corrió hacia mí al verme, con una expresión preocupada en su rostro.

—Dominick, ¿estás bien?

Cada vez que usaba mi nombre en lugar del mote que se inventó para mí, sabía que las cosas iban mal.

—Estoy bien. Lo siento por preocuparte.

Un suspiro de alivio salió de sus labios, pero aún notaba cierta inquietud en sus ojos.

—Menos mal, me extrañó no saber nada de ti ayer.

—Espera, te encantará, salvé a un petirrojo y...

—Me lo cuentas después —dijo, con su tono habitualmente tranquilo—. El señor Coleman no nos dejará entrar si no cruzamos la puerta ahora.

Mi boca se abrió al recordar qué día era, y una mezcla de pánico y frustración recorrió mi cuerpo, haciendo que comenzara a temblar involuntariamente.

«No puede ser».

—Espera, no. No he traído el resto del proyecto —dije con la voz llena de desesperación.

Asher me miró con comprensión y sus labios se curvaron en una amable sonrisa.

—Lo sé, no pasa nada. Estaba preocupado por ti y estás bien, eso es todo lo que importa.

Ahí estaba, la razón por la cual no quería ser una carga para Ash.

—Podemos improvisar algo, decir que hay una contraparte del arte que existe, pero no podemos verla o algo así —propuse en un desesperado intento por remediar la situación.

—Gracias, pero no quiero presentar algo que no está completo.

—¡Estás siendo obstinado! —exclamé mientras me colocaba frente a él—. La mitad del proyecto es suficiente.

Busqué su mirada, esperando encontrar algún signo de desagrado, pero, en lugar de eso, solo vi tonos de tristeza. Apartó el rostro y me rodeó para seguir caminando.

—Preséntalo como tu idea, al menos así aprobarás tú.

Sentí un peso en el pecho al escuchar esas palabras. No quería ser responsable de que Asher no aprobara el proyecto después de todo su esfuerzo.

—Ambos lo hicimos, y de ninguna forma me sentiría bien si por mi culpa terminas desaprobando —mi voz salió entrecortada, cargada de preocupación y remordimiento.

Asher se detuvo por un momento y volvió su mirada hacia mí. En sus ojos pude ver reflejada una triste resignación.

—Tal vez creas que es solo un capricho, pero no puedo presentar algo diferente a lo que había imaginado, no puedo llegar y fingir que este es mi concepto de arte y de vida. Aunque pueda, no me gustaría traicionar mis propias ideas.

—Pero...

—No te preocupes, me recuperaré en algún examen o proyecto extraordinario.

Mis palabras se desvanecieron sin efecto, dejándome con una impotencia sofocante. Asher seguía hablando, pero yo ya no escuchaba. La tristeza y la decepción me aplastaban, convirtiéndose en una carga difícil de soportar.

Entramos al aula de artes, donde se veían proyectos impresionantes y coloridos. Y aunque la idea de Ash era mejor, se quedaría simplemente en una idea.

—Joven Sellards, joven Decker, es su turno —habló el profesor después de varias exposiciones.

El resto de nuestros compañeros comenzaban a formarse en círculo alrededor de nuestra mesa. No tardé en hablar para detenerlos.

—No presentaremos —dije con firmeza. Sentí las miradas de los demás, pero preferí ignorarlas.

—Dominick, ¿por qué? —susurró Ash confundido.

—Ya lo dijiste antes: nos recuperaremos en algún examen o proyecto extraordinario. Pero lo haremos juntos.

El profesor, aún atónito, por fin asintió y mencionó a la siguiente pareja.

Una vez que terminaron las presentaciones, el profesor nos indicó que podíamos retirarnos. Aunque quedaban varios minutos antes de la siguiente clase, casi todos ya se habían ido, y Ash me esperaba para hacer lo mismo.

—Ve primero —indiqué—, te alcanzo enseguida.

Una vez que me quedé a solas con el profesor, él me dirigió una sonrisa de medio lado.

—Parecía un gran proyecto, incluso si la presentación hubiera sido mediocre, me sorprende que prefirieran desaprobar.

—Tuve un percance el día de ayer. ¿Hay alguna manera de que podamos presentar el proyecto para la próxima clase?

Llevó una mano tras su cuello e hizo una pausa, como si lo considerara, sin embargo, mis esperanzas murieron en cuanto negó.

—Lo siento, pero no es posible; hoy era el único día para la presentación del proyecto del grupo 1.

—¡Pero lo hicimos! Nos faltó la otra mitad que era necesaria para complementar. Solo necesito una oportunidad, es más, puedo traerla antes de que finalicen las clases y...

—No hay prórrogas, señor Decker. La responsabilidad es una virtud que no aprenderá si le permito justificar su incumplimiento —sentenció y tras ello cruzó la puerta.

Me dejé caer sobre uno de los pupitres de la primera fila, dejándome engullir por mis pensamientos negativos.

—¡Qué mala suerte, joven Decker! —una voz sonó detrás de mí, haciendo que saltara de sorpresa. Volteé y reconocí al profesor de informática, un hombre joven y entusiasta que no tenía reparos en socializar con los estudiantes.

—Profesor James, ¿qué hace aquí?

—No pude evitar escuchar tu conversación, es una lástima que el señor Coleman sea tan inflexible.

Todavía luchando con los pensamientos, me mecí sobre mi lugar y recargué el rostro sobre mis brazos, cruzados sobre la superficie plana del pupitre.

—En realidad no me importa si desapruebo, pero mi compañero no lo merece. Él se esforzó mucho por este proyecto.

—Entiendo —dijo y me miró de una manera extraña. Aunque lo atribuí a mi imaginación al ser esa la primera vez que hablábamos fuera de las clases.

—Como sea, debo ir a mi siguiente clase. ¡Con permiso!

—¡Espera! —Me empujó de nuevo al asiento y tomó mi bastón, obligándome a quedarme donde él—. No me habría acercado si no tuviera algo que decir. Mira, pocos lo saben, pero como yo soy quien lleva los registros, podría modificar las calificaciones.

No tenía dudas de que aquello era cierto, pero no quise apresurarme sin estar seguro de en qué me metía.

—¿Eso no le causaría conflictos?

Ondeó una mano para quitarle importancia.

—No te preocupes, ya antes lo he hecho —La satisfacción creció en su rostro tras mirar mi expresión de sorpresa—. Jamás se ha sabido sobre algún problema o rumor al respecto, ¿cierto?

Negué con la cabeza, cada vez más convencido de que aquella era la solución correcta.

—No te preocupes, ni tú, ni yo, ni tu amigo estaremos en problemas. Ustedes obtendrán la calificación que merecen.

—Gracias, profesor, no sabe lo mucho que le agradecería...

Callé en el momento en que usó mi bastón para ponerlo contra mi pecho. Lo escalé con la mirada hasta notar los dedos frente a sus labios.

—Claro que no será gratis.

Me quedé aterrado, quise huir con todos los instintos que me advertían el peligro, convencido del pago al que se refería.

—Gracias. Pensándolo bien, no necesito que altere mis calificaciones. Si me permite, debo irme.

—¿Y qué hay de las de Asher? —su risa creció en el momento en que mis gestos me delataron. Me dio una fuerte palmada en el hombro y se echó a reír—. Estaba en lo correcto, venga, no tengas miedo. Estoy seguro de que no te costará, eres gay, ¿cierto?

Negué con la cabeza, sintiendo impotencia y ganas de llorar, rogando en silencio que alguien apareciera y me salvara de esa situación.

—Déjeme ir, por favor —supliqué temblando.

—Es una pena, pero tú quédate tranquilo. Sé un buen chico y todo irá bien.

—No. ¡No quiero! —estuve por gritar cuando su mano se cerró sobre mi boca. Mis ojos se agrandaron ante mi voz silenciada. Me removí violentamente y entonces un golpe me hizo callar.

—Si vuelves a hacer algo que me moleste, me aseguraré de que tu vida, y sobre todo la de él, se vuelva un infierno. ¿Lo entiendes?

El miedo se retorció dolorosamente en mi interior. Las lágrimas que se habían negado a salir finalmente brotaron y, sucumbiendo ante su amenaza, asentí.

—Así me gusta.

Mientras él colocaba el seguro de la puerta, yo sentía cómo el mundo se desmoronaba a mi alrededor.


。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。

Es la primera vez que me duele tanto escribir un capítulo. Pude sentir la frustración y la desesperación de Dominick en cada línea, me parte el alma hacerlo sufrir así, perdón si a ustedes los hago sufrir junto con él :")



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