🌼Anémona🌼
Últimamente, sentía que todo a mi alrededor estaba cambiando. No solo Asher, sino también la relación con mi familia, que se había vuelto más cercana. Aquellos rastros de incomodidad que antes me acompañaban al convivir con ellos parecían haberse desvanecido por completo.
El día anterior, había tenido una larga conversación con mi tío Jonathan, y ahora me encontraba repasando parte de ese diálogo con mi abuelo. Al parecer, mi amistad con Asher era un tema que lo tenía fascinado.
—¡Increíble! —exclamó mi abuelo, mirándome con una mezcla de asombro y curiosidad—. ¿Coinciden en todas las clases? ¿Ya te ha invitado a su casa? ¿Lo has invitado tú? ¿Es nuevo en la ciudad o solo en la escuela?
Las preguntas salían de su boca a una velocidad tal que apenas dejaba espacio para respirar. No pude evitar sonreír, todavía hecho un ovillo sobre la silla de mimbre.
—Lo siento, abue, ya has superado el límite de preguntas permitidas por día —sentencié después de su ráfaga de interrogantes.
—No, no. Dominick —lloriqueó—. Bueno, ya te aviso que mañana haré muchas más.
Solté una risa breve y me levanté, tomando mi bastón. Caminé hacia la puerta, pero antes de salir, incliné un poco la cabeza.
—Tú y el tío Jonathan están demasiado emocionados —dije casi en un susurro. Luego, más bajo aún, añadí—: Aunque posiblemente en un par de días todo volverá a la normalidad.
—Las cosas cambian, Dominick. A veces, para bien.
Su respuesta me tomó por sorpresa, pero no podía alargar el momento. Tomé mis cosas y salí, sin dejar de pensar en sus palabras mientras cerraba la puerta.
El viaje en autobús fue tranquilo y silencioso, como solía serlo siempre. Sentí el suave zumbido del motor bajo mis manos, apoyadas en el respaldo del asiento delantero, y observé a través de la ventana cómo el paisaje urbano pasaba casi vacío.
Cuando el autobús se detuvo, el viento frío se coló por la puerta, haciéndome apretar el cuello de mi abrigo aún más antes de bajar.
Miré el gran reloj en la torre principal. Las manecillas que apuntaban a los números romanos indicaban que llegué muy pronto y aún faltaban veinte minutos para las clases.
Me senté en la jardinera donde las azáleas luchaban contra el inclemente tiempo. Aunque el viento helado soplaba hasta enrojecer la punta de mis dedos, quería esperar solo un poco más.
No tenía la certeza de que Asher me buscaría en aquel sitio, pero deseaba que así fuera. Quería que supiera que me gustaba hablar con él, pero expresarme era algo que parecía estar fuera de mí. ¿Podría él entender eso? ¿Le aburriría saber el tipo de persona que era?
De repente, escuché un ruido y vi cómo un termo rodaba hasta mis pies. Al levantar la mirada, me encontré con Camilla Belladona, una compañera de clases. Parecía solitaria, quizás similar a mí, aunque me parecía interesante, nunca habíamos interactuado.
«¿Y por qué no lo intentas ahora?».
Bajé decidido a levantar el objeto y cuando ella hizo lo mismo su mano rozó la mía y se apartó. Se lo extendí de regreso y lo tomó con prisa.
—Perdona las molestias. ¡Gracias!
Dio la vuelta y siguió su camino con el rostro sonrojado y la cabeza agachada. ¿Así me veía yo?
No pude evitar pensar en ello un momento. La forma en que me acerqué a ella no fue por lástima; simplemente sentí que debía hacerlo. Era el tipo de gesto que hacía tiempo que no me permitía.
—No es nada —susurré para mí, con la mirada fija en mi palma, todavía enrojecida.
Nunca antes había sido tan fácil acercarme a alguien, tal vez porque esta vez no me sentía tan restringido por la idea de lo que podría salir mal. No tenía nada que perder al intentarlo.
Quizás, después de todo, sí podía ser diferente.
Me apoyé en la jardinera sin dejar de frotar mis manos. Vámonos, llamaba mi cerebro, espera, decía mi corazón.
Sentí un golpecito en el hombro que me hizo saltar. Volteé con la esperanza de que fuera Asher, pero en lugar de ello me topé con el rostro de Reynold.
—¡Dominick! —exclamó con vehemencia—. Qué sorpresa encontrarte, últimamente no hemos tenido la oportunidad de vernos y me he sentido bastante solo.
Un zumbido incómodo se instaló en mi cabeza. Los extremos de mis nervios picaban y me obligaron a pasar los dedos de mi mano libre por mi brazo.
—Maldición —murmuré mientras inspeccionaba el lugar en busca de una salida. Tan pronto como recuperé el control de mis extremidades, pasé a su lado, ignorándolo.
—Wow, wow, no tan rápido —dijo y me sujetó del brazo de mala manera—. Supe que Andrew y Saul fueron quienes te provocaron esto.
Acercó su otra mano a mi rostro y dejó que su índice siguiera los moretones aún visibles. Enseguida me removí, incómodo ante su toque.
—¡No vuelvas a tocarme! No tendría estos golpes si tú no les hubieras dicho a tus amigos que soy un desmarcado.
—Bueno, "mis amigos" ahora están en el hospital, y créeme, no volverán a molestarte. Ni ellos ni nadie se atreverá a mencionar lo que eres.
Recordé las heridas y el cuerpo dolió alrededor de las zonas magulladas como si quemaran.
—¿Y se supone que debería agradecértelo? —le escupí con desprecio.
—Depende de cómo me quieras agradecer —soltó sugerente—. Aunque prefiero que lo tomes como un regalo por lo nuestro.
—¡No hay nada nuestro! —De mi interior supuró el resentimiento que había acumulado desde hacía tiempo.
—Pero te gustaría, ¿no? —susurró peligrosamente cerca.
Mi corazón dio un vuelco, un reflejo traicionero que intenté ignorar. Recordé los días antes de nuestra separación, rememorando aquellos momentos en los que creía haber encontrado a la persona adecuada.
—Ni en sueños —me atreví a decir, aunque mis pies seguían clavados en el suelo, traicionándome.
Sus dedos se acercaron a mi rostro nuevamente, pero esta vez, solo apartó un mechón de mi cabello con una horquilla. El frío metal tocó mi piel antes de que la quitara rápidamente.
Mi mirada se quedó fija en ella, en los pequeños girasoles que la adornaban, atrapada en el recuerdo de las veces que había mentido, diciendo que esas flores eran mi marca.
—Podría apostar que deseas regresar a esos días. Después de todo, todavía hay muchas cosas que teníamos pendientes.
—Detente... —advertí.
—No lo entiendes, ¿verdad? —Pasó los dedos por su cabello mojado y luego me miró con intensidad—. Las cosas pueden ser como antes, Domi, solo dime ¿qué quieres de mí?
Una pequeña risa sin humor escapó de mis labios.
—Solo déjame en paz —dije mientras empujaba mi puño en su pecho y le devolvía la horquilla.
Él la tomó y la levantó, mirándola a contraluz. Los destellos de los girasoles brillaron sobre el narciso blanco de su ojo derecho, aquella marca que todos adoraban, pero para mí solo era el recuerdo de las promesas rotas.
—Apláudete, eres mejor mentiroso que cualquiera que conozco. Sabes que sigues siendo mío.
La ira me golpeó como una ola y sin pensarlo, le encaré con violencia, sin preocuparme por ocultar el odio que hervía en mi interior.
—No soy un objeto para ser de tu propiedad. Aunque viendo cómo tratas a las personas, no me sorprende que me desecharas solo porque no tengo una maldita marca.
Reynold negó con la cabeza, alzó la vista al cielo y dejó escapar un suspiro antes de volver a mirarme y responder:
—Me dolió que me mintieras, eso es cierto —dijo en un tono más suave, casi convincente—. Pero no fue por eso que terminé contigo.
«No preguntes, deja de hablar. No caigas de nuevo».
—Si vuelves a aparecer con tu estúpida cara cerca de mí, no dudaré en usar mi bastón y meterlo por tu trasero.
—Me tientas, Domi, me tientas. ¿Puedo hacer una contraoferta?
Le miré, asegurándome de poner la expresión más cargada de molestia que pude y le sostuve la mirada por unos segundos.
—¡Dominick!
En un abrir y cerrar de ojos, sentí el cuerpo de Asher contra el mío mientras me atraía hacia él. Pronto sentí cómo mi corazón se aceleraba y una ola de pánico se apoderó de mí. A pesar de mi gratitud por todo lo que hacía, no quería que él se viera involucrado en mis problemas.
Volteé rápidamente hacia Reynold, temiendo la reacción que pudiera tener. Sorprendentemente, en su expresión no hubo ira ni asombro, solo una ladina satisfacción.
—Nos vemos luego, amor —Dio la vuelta, no sin antes estrujar mi mejilla y luego desapareció entre la multitud de estudiantes.
Me quedé estático por un instante, sin dejar de maldecir el momento en el que me involucré con Reynold.
El malestar no se disipó ni se desvaneció, sino que permaneció ahí, dolorosamente. Apenas reaccioné, aparté a Asher, con la preocupación entretejida en el pecho.
—¿Estás bien? —se me adelantó a preguntar.
Respiré ahogado y asentí, incapaz de mirarlo todavía, mi vista se clavó en mis vans desatadas y los rotos de mis pantalones.
Los pensamientos iban y venían en mi mente, seguro de que Asher conocía a Reynold y que no era difícil imaginar lo que sucedía. La ansiedad me invadía, anticipando un interrogatorio, reproches y, en última instancia, la distancia que tanto temía. Me sentía acorralado, como si estuviera atrapado en un rincón oscuro.
Sin embargo, para mi sorpresa, Asher no hizo ninguna de esas cosas. En lugar de eso, su mirada reflejaba una genuina comprensión. Dejó que sus dedos se deslizaran por mi mejilla y me colocó su bufanda, igual que la primera vez.
—Lo sabía, estás helado —dijo al fin—. Vayamos a clases.
El cúmulo de sensaciones que reprimía mi voz finalmente se desvaneció, dejando que una extraña disposición de ánimo fuese la que se apoderara de mí.
—¿Por qué sigues insistiendo en acercarte? ¿Sabes que podrías meterte en problemas? —Las palabras en mi garganta se volvían pesadas, dolorosas y punzantes—. Estar conmigo solo...
—No importa —interrumpió esbozando una cálida sonrisa.
—¿Por qué?
Sus labios se curvaron ampliamente y sus hoyuelos dibujaron sombras contra un último rayo de sol que brotaba entre las nubes.
—Pues... digamos simplemente que cuando llegue el día y te pida matrimonio, me gustaría recordar que estuvimos juntos, incluso en los tiempos difíciles.
El corazón latió desenfrenado y los pensamientos se enredaron, sin que alguno pudiera explicar las emociones que subían y bajaban como una chispa de felicidad.
En mi cabeza resonaron sus palabras y se mezclaron con las de las falsas promesas que quedaron atrás. Las promesas que Reynold no pudo cumplir.
。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。
Amiguitos bellos ¡¡Hemos llegado a 1K!!
Estoy muy emocionado, para mí es bastante, aunque no se compare a las novelas con millones para mí no importa si son 10 o 100, soy inmensamente feliz con saber que hay quien me lee
Gracias por hacer esto posible ♡
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