Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌼Amapola🌼

Pese a que ahora vivía en una parte tranquila de la ciudad, prefería pasar mi tiempo fuera, lejos de mi madre. Algunas ocasiones me sentía aliviado al escapar de su presencia, pero otras me sentía asfixiado por la carga emocional que llevaba conmigo.

El mundo se movía acelerado, la gente bruscamente y no sabía cuánto más podría sostener su peso sin romperme.

Sin embargo, cuando pensaba en Asher, sentía un ancla que me mantenía aferrado a la realidad. Él sostenía mi mano, y con ese simple gesto, me recordaba que no estaba solo en este caótico mundo. Justo en ese día, después de las clases, me invitó a su casa para pasar la tarde juntos, y sin pensarlo dos veces, acepté.

Ash deslizaba la tinta para llenar mi brazo de flores. Todas eran dibujos abstractos de colores, con cuatro o cinco pétalos.

—¿Por qué haces de mi marca algo con flores tan sencillas?, ¿qué flores se supone que son? —pregunté curioso.

—Es que tu marca no sería solo flores —respondió enigmático.

—¿Un ramo?

—Nop.

—¿Un jardín? —inquirí como última opción. Él volvió a negar—. ¿Entonces?

—Ya está, quizás te des cuenta algún día.

Miré mi piel llena de sus trazos y luego me coloqué el suéter.

—Lástima que con el clima de este sitio al final no pueda mostrarlas —comenté resignado.

Ash arqueó las cejas, intrigado por mi comentario.

—¿Preferirías un lugar más visible?

—Tal vez, por ejemplo, creo que tu marca está en un gran lugar —respondí, esperando ver su reacción.

Una sonrisa afloró en sus labios, emitiendo un aura cálida y sus ojos brillaron.

—¿Sabías que hace unos años las marcas no estaban bien vistas?

Asentí, comprendiendo a dónde intentaba llegar con aquel comentario.

—Sí, era el caso contrario y las personas las ocultaban.

—Exacto, si las cosas siguieran así yo sería el raro que debería de ocultar una marca tan vistosa y tú podrías salir libre, sin tener que ocultar una marca.

Alguna vez había pensado lo mismo, que en otros tiempos mi maldición habría sido una bendición.

—Ya estoy acostumbrado. Además, no quisiera que tú debieras ocultarte, no le queda a tu estilo.

—Preferiría que ni las personas como tú ni las personas como yo tuvieran que dejar de ser libres. Quiero normalizar las diferencias y que el mundo ame la diversidad.

Sonaba un poco pretencioso, pero sinceramente sentía que era capaz de lograrlo.

—Eso sería algo que me gustaría ver —respondí con una sonrisa y me incorporé para mirar mejor las nubes a través del cristal.

—Oh, ¿tienes que irte ya?

—Preferiría no hacerlo —lamenté en un suspiro—. Las cosas en casa han sido espantosas. Estoy agotado y casi no he dormido.

—¿Por qué no te quedas a dormir aquí por hoy? —propuso y se levantó para besar mi mejilla.

—¿En serio? —pregunté emocionado.

—Por nosotros no hay problema, yo feliz si te mudas conmigo.

Esperé unos instantes mientras enviaba un mensaje a tío Jonathan para preguntar si podría quedarme en casa de Asher esa noche. A los pocos minutos, llegó su respuesta.

—Tío Jonathan dice que mi abuelo estará con mi madre hoy, así que puedo quedarme —le informé.

—Genial, por cierto, ¿cómo sigue?

—Parece que rejuveneció diez años. Ya se hizo amigo de todos en el asilo y ni siquiera es seguro que se quede.

—Me alegra mucho escuchar que está mejor. Aunque me sorprende que, si las cosas en tu casa siguen igual, decidieras darle una oportunidad a tu madre para vivir con ella.

Reflexioné un momento antes de responder.

—En realidad, aún me pregunto por qué lo hice —dije, y ante su mirada confundida, continué—: Sé que me dio la vida y le agradezco por el tiempo que cuidó de mí, pero fue tan breve que tal vez la relación no pudo fortalecerse.

Asher me miró con comprensión, y su cariño reconfortante se hizo presente.

—No pienso que el tiempo tenga que ver —dijo con sinceridad—. Por ejemplo, aunque han pasado apenas unos meses desde que nos conocimos, siento que mis sentimientos no han hecho más que crecer.

Al oír sus palabras sonreí y cerré los ojos. Él acarició mi mejilla y dejó una retahíla de besos suaves en cada centímetro de mi piel.

—Ven, vayamos fuera —propuso de pronto—. Dicen que hoy hay alta probabilidad de ver el atardecer con candilazo.

—¿Qué es un candilazo?

—Es cuando el cielo lleno de nubes se enciende al atardecer con colores rojos, naranjas, rosas y morados —me explicó, con una chispa de emoción brillando en su rostro.

—¿Un atardecer bonito?

—Será más que bonito si las predicciones son correctas —afirmó, contagiándome de su entusiasmo.

Tomamos mantas y almohadas y las llevamos a la azotea, listos para el espectáculo. Ash me indicó que tomara asiento y procedió a servir dos vasos con jugo. Me tendió uno de ellos y se sentó a mi lado.

El crepúsculo reptaba, destilando colores con el esplendor de una acuarela luminosa, luego el manto nocturno avanzó cuando el último arrebol despidió la tarde y la tinta de los tonos rojizos se emparejó con la celeste de la noche.

—Tal vez se equivocaron —dijo Ash con una nota de desilusión en su voz—. Yo lo miré normal.

—A mí me gustó. Aunque si lo prefieres podríamos ver los atardeceres cada día hasta que haya alguno que te parezca digno.

Una nueva sonrisa se dibujó en su rostro ante mi propuesta.

—¡Hagámoslo! Pero aun si encontramos el atardecer más perfecto, preferiría que no nos perdamos los siguientes.

Sentí un cosquilleo ante la promesa implícita. Ambos caímos en un cómodo silencio, Asher miraba al cielo y yo lo miraba a él.

—¿Te gustan? —pregunté.

Asher miró el cielo estrellado por un momento, luego sonrió.

—¿Las estrellas? En realidad, no me interesaban, hasta el día que te conocí y vi el universo en tus ojos.

Una vez más sonreí ante los halagos que en su boca producían un efecto tranquilizador, casi letífico en el corazón. Encontré sus labios y me dejé acariciar, disfrutando la tibieza de su tacto.

Permanecimos un rato más ahí, disfrutando del momento mágico bajo el lienzo estrellado, hasta que unas finas gotas de lluvia comenzaron a caer.

El corrió de nuevo al interior para asegurarse de que bajara bien por los escalones, una vez que llegamos a su cuarto fue por las mantas y almohadas, pero al regresar con ellas, estaban empapadas y tuvo que sacar otras de un armario.

—Creo que se cancela la pizza, pero la noche de cine sigue en pie —dijo, resuelto a no dejar que el clima arruinara nuestros planes.

Pasamos largas horas sumergidos en películas y canciones. La noche ya había avanzado considerablemente cuando su madre tocó la puerta, entregándonos un tazón gigante de palomitas.

—Gracias, mamá, eres la mejor.

—Ay, lo sé. Diviértanse en su noche de cine, pero no demasiado. Puede que no haya embarazos, pero aun así preferiría que no hubiera profanaciones en esta casa.

Las mejillas de Ash se tiñeron de un tono rojizo.

—¡Mamá!

—Solo bromeo, no vayan a dormir tan tarde.

Terminamos la película en turno y poco después, los signos del sueño empezaron a aparecer en mí. Aunque era una velada agradable, el cansancio podía más. En cuanto Ash lo notó apagó la televisión y deslizó el grueso edredón sobre nosotros.

—Bueno, creo que deberíamos dormir —dijo con ternura.

—¿Estás seguro? ¿No quieres hacer algo más? —pregunté, deseando prolongar el momento.

—Ya habrá tiempo. Por ahora descansa.

—Buenas noches, Ash.

—Buenas noches, petirrojo.

En la tibieza de la noche, cerramos los ojos y nos dejamos envolver por el sonido de nuestras respiraciones acompasadas.

Antes de dormir completamente alcancé a escuchar su voz.

—Sabes, petirrojo, estoy muy feliz por compartir estos momentos contigo, pero hay cosas que me asustan —comenzó a decir, titubeante—. Me he estado preguntando ¿Piensas que yo podría lastimarte?

Sus palabras me tomaron por sorpresa. Era evidente que algo lo atormentaba. Al ver que no respondía, me cubrió con cuidado y susurró un "que descanses" antes de dar la vuelta al otro lado de la cama.

—Ash... —murmuré adormilado—. No creo que pudieras herirme, ¿sabes? Puede que ambos tengamos miedos y que en el camino habrá tropiezos, pero estoy seguro de que los resolveremos. Y nunca lastimaríamos al otro con intención.

—Tienes razón, petirrojo. Descansa.

Mis pensamientos seguían enredados en sus palabras. ¿Qué era aquello que lo acongojaba? Estaba claro que me amaba, pero algo lo preocupaba profundamente.

Cerré los ojos y me dejé llevar por el cansancio. Esa noche, mis sueños estallaron en colores que no existían, colores como el de las sonrisas de Ash, el de sus abrazos o el de nuestros corazones enredados el uno con el otro.


。・。。・゜❁ ・❁ ・❁゜・。。・。

Mis niños todos lindos <3


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro