Pov: Narrador

Ya han pasado dieciocho años desde que Darío y Jano ayudaron a salvar a los Shakays del fiasco de su padre.

En el mundo real había una tormenta que sobrevolaba una pequeña casa en mitad del bosque, pero lo que nos importa estaba ocurriendo dentro de internet.

En un popular juego llamado Friday Night Funkin, habían dos Shakays de pelaje amarillo y morado que estaban caminando por un parque. Eran Milo y Alex, dos hermanos, hijos de Darío y de Jano. Milo tenía diecisiete años y Alex tenía quince, y aunque algunas veces discutían, normalmente se llevaban bien. Esta vez, estaban a punto de tener una fuerte discusión. Acababan de despedirse de Hex, ya que habían pasado el día con él, y estaban de camino a un portal que llevaría a Alex al mundo real. Milo solo lo acompañaba, ya que se había independizado hace unos meses y se había ido a vivir a internet. Mientas caminaban, Alex hizo un comentario que a Milo no le gustó nada.

-No me cae bien.-

-¿Quién?-

-Hex.-

-¿Por qué no? Es muy amable con nosotros, y nos ayuda siempre que lo necesitamos.-

-Si, pero es que es un robot, y ya sabes que a mi no me gusta mucho eso de la tecnología y la ciencia.-

Entonces Milo soltó una risita mientras su hermano lo miraba molesto.

-¿De qué te ríes?- protestó Alex.

-Me hace gracia que te pasa lo mismo que a mí con la magia, aunque sinceramente, yo la odio.-

-¿Por qué la odias?- preguntó Alex enfadado. -La magia es maravillosa.-

-Es peligrosa.- gruño Milo.

-De no ser por la magia papá nunca habría revivido, y tú y yo no estaríamos aquí.-

Alex estaba empezando a enfadarse, pero Milo ya estaba furioso.

-¡DE NO SER POR LA MAGIA, YO NO HABRÍA PERDIDO EL BRAZO! ¡¿TENGO QUE RECORDARTE QUE ES CULPA TUYA Y DE UNO DE TUS MALDITOS HECHIZOS FALLIDOS POR LO QUE TENGO QUE USAR ESTO?!- le gritó a Alex mientras le ponía delante de la cara el brazo mecánico que estaba obligado a usar desde que lo perdió dos años atrás en una explosión que provocó su hermano.

Al parecer, sus palabras le hicieron daño a Alex, ya que estaba a punto de llorar. Milo se arrepintió nada más verlo, y empezó a disculparse.

-Lo siento.- dijo mientras le abrazaba. -No debería haberte gritado, he perdido el control. Ya sabes que me enfado fácilmente.-

-Yo si que lo siento.- lloriqueó Alex. -Fue culpa mía lo que te pasó. Heredé la torpeza de mamá para la magia, pero aún así yo quería aprender a usarla. Si no hubiera intentado utilizar aquél hechizo, tú no tendrías que usar esa maldita cosa.-

-No pasa nada.- le dijo Milo mientras se separaba de él. -No es tan malo, es bastante útil tener este brazo. Así no me hace falta usar esos absurdos brazaletes para utilizar poderes de internet. Además, eso obligó a papa y al abuelo a hacer las paces y a trabajar juntos para diseñarlo.-

-Tienes razón.- dijo Alex mientras se secaba las lágrimas.

-Venga, continuemos.- dijo Milo mientras le revolvía el pelo a su hermanito. -No quiero que papá se enfade conmigo por hacerte llegar tarde. Además, quisiera pasar por casa de mi kyumari después de que te vayas.-

-¿Qué tal está Selever?- preguntó Alex.

Él no le había dicho al principio quien era su kyumari, pero como su hermano era un cotilla, al enterarse de que tenía pareja no paró de preguntar quien era por todo internet, hasta que Vegeta se lo dijo para que le dejara tranquilo. Cuando Milo se enteró decidió no enfadarse con su hermano, ya que sabía que era algo inevitable. Sin embargo, decidió no volver a dirigirle la palabra a Vegeta durante un año.

-Selever está bien.- dijo Milo mientras sonreía. -Está intentando que sus padres le dejen venir a vivir conmigo. Él no cree que se lo permitan, pero yo confío en que lo conseguirá.-

En eso llegaron al portal y les tocó despedirse. Cuando Alex se fue, Milo hizo lo que había dicho, y se puso a caminar en dirección a la casa de Selever.

No se dió cuenta de que alguien le estaba siguiendo, y ese alguien no tenía buenas intenciones.

Continuará...

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