Capítulo 82
Cordelia parpadeó ante la noticia de Neville y René. Los tres se reunieron en la entrada del invernadero
—¿Así que hay algunos chicos de nuestro año de Hufflepuff que quieren empezar a estudiar las Vías Antiguas y las tradiciones mágicas?— preguntó Cordelia con deteniendo
—Si— contestó Neville feliz.
—¿Y todo surgió por que unieron a un club de nerds que juegan Calabozos y Dragones los fines de semana en un aula abandonada?— siguió Cordelia.
—Exacto— respondió René.
—Estoy en shock— se sincero Cordelia.
—Fue algo espontaneo— dijo Neville— René me contó que había un grupo de Calabozos y Dragones dentro de Hufflepuff, y me invitó. Y mientras armábamos la partida inicial y la ficha de nuestros personajes surgió la charla de las Vías Antiguas y ellos se interesaron.
—Y ahora quieren iniciar sus estudios en las Vías Antiguas—sonrió René— Genial, ¿No?
—Ustedes dos son buen equipo, lo admito— dijo Cordelia.
René sonrió y extendió su puño, Neville los chocó también con una sonrisa, haciendo reír a Cordelia.
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Septiembre paso rápidamente dando paso a octubre y el otoño con el.
En la entrada del vestíbulo al pie de la escalinata de mármol, alrededor había un gran letrero.
TORNEO DE LOS TRES MAGOS
Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang llegarán a las seis en punto del viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.
—La ultima clase del viernes es pociones— dijo Cordelia — Es una pena, las clases del profesor Snape son tan interesantes.
—Pero saldremos más tempranos— sonrió Eowyn.
—Vaga— le dijo Hermione.
Eowyn no dijo nada solo se giro con su típica sonrisa de despreocupación.
—Querida Mimi— dijo Eowyn, Hermione se sonrojó de la vergüenza— Para que veas que estoy en son de paz. ¿Que te parece si te enseño las cartas que mi padre ha enviado? Ya se acerca la época de cosecha y debo revisar la contabilidad de Fraser Hall.
—Okey— accedió Hermione.
Todas se dirigieron hacia el estudio secreto, Cordelia necesitaba terminar su tarea de Aritmancia.
Desde que se hicieron con el estudio como suyo, lo limpiaban ellas mismas. El baúl aun permanecía cerrado por la simple razón que tenia una runa de seguridad, lo que significaba que adentro tenia cosas de mucho valor para tal seguridad.
—Este es el primer año en que me permiten revisar la contabilidad y la productividad— dijo Eowyn sacando sus cartas de su bolso y algunos lápices— Papá me ayuda con la administración de las tierras, me ha enseñado lo básico y me supervisa de cerca.
Eowyn abrió la primera carta.
—Mi padrino también me ha estado instruyendo con lo referente a los negocios de los Potter— dijo Cordelia.
Su padrino le había ensañado cuales son las patentes que los Potter tenían a su nombre en cuanto a pociones y las ganancias trimestrales que con ello retribuía. También estaba las acciones que la abuela Euphemia había invertido en lagunas joyerías entre Francia, Alemania e Italia.
Eowyn paso el resto del tiempo leyendo las cartas y escribiendo respuestas. Hermione leía la correspondencia de Eowyn. Pansy y Daphne estaban buscando en un catalogo que usar para Yule y Cordelia estaba concentrada en su tarea.
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Cuando bajaron a desayunar la mañana del 30 de octubre, descubrieron que durante la noche habían engalanado el Gran Comedor. De los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts: rojos con un león dorado los de Gryffindor, azules con un águila de color bronce los de Ravenclaw, amarillos con un tejón negro los de Hufflepuff, y verdes con una serpiente plateada los de Slytherin. Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme H.
Cordelia notó que esa mañana Neville estaba en la mesa de Hufflepuff y otros cuatros chicos más, rápidamente notó que Finch-Fletchley dentro del grupo, todos ellos tenían unas carpetas con varias hojas mientras susurraban entre ellos.
—Neville me ha dejado abandonada desde que unió a ese club de nerds— se quejó Eowyn.
—¿Te estas quejando de un club de nerds?—preguntó Pansy.
—Me quejó por que me uní a una de sus partidas y me aburrí— contestó Eowyn— Y jamás regresare. Hermione, alguna opinión de Calabozo y Dragones.
—Mi madre lo solía jugar en sus años de residencia en sus días libres— dijo Hermione— En palabras de ella era su método de escape para no perderla estabilidad emocional durante su residencia en el hospital
—¿Y tu que haces para no perder la cordura?— preguntó Daphne.
—Crucigramas— contestó Hermione— Ayuda a la memoria
Aquel día había en el ambiente una agradable impaciencia. Nadie estuvo, a excepción de Hermione, muy atento a las clases, porque estaban mucho más interesados en la llegada aquella noche de la gente de Beauxbatons y Durmstrang. Hasta la clase de Pociones fue más llevadera de lo usual, porque duró media hora menos.
Cuando sonó la campana dejaron sus mochilas en la sala común, las chicas aprovecharon para refrescarse el rostro y asegurarse que su peinado estuviera impecable.
Los jefes de las casas colocaban a sus alumnos en filas.
Desde su lugar Cordelia pudo escuchar como la profesora McGonagall organizaba a los Gryffindor, el profesor Snape no dijo nada, porque cada miembro de Slytherin estaba en total silencio, bien formados e impecables.
Cada chico tenia estaba recto y con sus manos detrás de su espalda, en un postura enseñada desde jóvenes que mostraba buenos modales. Las chicas por su parte tenia sus manos delante de ella y entrelazadas, cada una con la frente en alto y una ligera sonrisa que suavizaban sus rasgos.
El primero en llegar fue Beauxbatons en un impresionante carruaje de color azul pálido y del tamaño de una casa grande tirados por una docena de grandes Abraxan. Un muchacho vestido con túnica de color azul pálido saltó del carruaje al suelo, hizo una inclinación, buscó con las manos durante un momento algo en el suelo del carruaje y desplegó una escalerilla dorada. Respetuosamente, retrocedió un paso.
Del carruaje salió una mujer muy alta con finas túnicas que embobaron a Cordelia.
Dumbledore comenzó a aplaudir. Los estudiantes, imitando a su director, aplaudieron también, muchos de ellos de puntillas para ver mejor a la mujer.
Sonriendo graciosamente, ella avanzó hacia Dumbledore y extendió una mano cubierta de un guante de satén negro reluciente. Aunque Dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.
—Mi querida Madame Maxime —dijo—, bienvenida a Hogwarts.
—«Dumbledog» —repuso Madame Maxime, con una voz profunda—,«espego» que esté bien.—
En excelente forma, gracias —respondió Dumbledore.
—Mis alumnos —dijo Madame Maxime, señalando tras ella con gesto lánguido
Detrás de la Madame Maxime un grupo de chicos y chicas, todos los cuales parecían hallarse cerca de los veinte años, habían salido del carruaje y se encontraban detrás de ella. Estaban tiritando, lo que no era nada extraño dado que las túnicas que llevaban parecían de seda fina, y ninguno de ellos tenía capa. Algunos se habían puesto bufandas o chales por la cabeza.
La directora de Beauxbatons preguntó por el director de Durmstrang, luego de aquello la delegación de Beauxbatons entró al castillo.
Cordelia escuchó. Un ruido misterioso, fuerte y extraño llegaba a ellos desdelas tinieblas. Era un rumor amortiguado y un sonido de succión, como si una inmensa aspiradora pasara por el lecho de un río...
—¡El lago! —gritó Lee Jordan, señalando hacia él—. ¡Miren el lago!
Desde su posición en lo alto de la ladera, desde la que se divisaban los terrenos del colegio, tenían una buena perspectiva de la lisa superficie negra del agua. Y en aquellos momentos esta superficie no era lisa en absoluto. Algo se agitaba bajo el centro del lago. Aparecieron grandes burbujas, y luego se formaron unas olas que iban a morir a las em barradas orillas. Por último surgió en medio del lago un remolino, como si al fondo le hubieran quitado un tapón gigante...
Primero emergió un mástil, lenta, majestuosamente, el barco fue surgiendo del agua, brillando a la luz de la luna. Producía una extraña impresión de cadáver, como si fuera un barco hundido y resucitado, y las pálidas luces que relucían en las portillas daban la impresión de ojos fantasmales. Finalmente, con un sonoro chapoteo, el barco emergió en su totalidad, balanceándose en las aguas turbulentas, y comenzó asurcar el lago hacia tierra. Un momento después oyeron la caída de un ancla arrojada al bajío y el sordo ruido de una tabla tendida hasta la orilla.
A la luz de las portillas del barco, vieron las siluetas de la gente que desembarcaba. Todos ellos, según le pareció a Cordelia, tenían la constitución de alta y de hombros... pero luego, cuando se aproximaron más, subiendo por la explanada hacia la luz que provenía del vestíbulo, vio que su corpulencia se debía en realidad a que todos llevaban puestas unas capas de algún tipo de piel muy tupida. El que iba delante llevaba una piel de distinto tipo: lisa y plateada como su cabello.
Cordelia vio a su costado como Hermione buscaba a alguien con la mirada y con las mejillas ruborizadas.
—¡Dumbledore! —gritó efusivamente mientras subía la ladera—. ¿Cómo estás, mi viejo compañero, cómo estás?
—¡Estupendamente, gracias, profesor Karkarov! —respondió Dumbledore.
Detrás del director Karkarov , se hallaba un hombre de notable presencia que observaba Hogwarts con detenimiento.
—Mi maestro de Artes Oscuras— presentó Karkarov — Thomas Gaunt.
Cordelia observó fijamente la reacción de Dumbledore, la sorpresa se cruzó por su rostro por un par de segundos para luego estar sereno.
—Bienvenido a Hogwarts, profesor Gaunt— dijo Dumbledore.
El profesor Gaunt y el director se Miraron por un segundo.
—Hermione, ya llegó tu novio por correspondía— rio Pansy cuando Karkarov dijo que Víctor Krum tenía un ligero refriado.
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