Capítulo 7
Eowyn jamás esperó tener amigas.
Ella detestaba a sus compañeras de Wools, en serio que había días en que deseaba en asfixiarla con una almohada por sus palabras.
Eres la hija de prostituta.
Tarde o temprano acabaras como tu madre.
Ni la muerta de tu madre sabia quien era tu padre, de tantos hombres a quienes le abrió las piernas.
En serio, Eowyn quería matarlas.
Cuando llegó ese maestro de cara amargada y nariz de guadaña le dijo que era una bruja.
La matrona del orfanato pareciese estar asustada, es como si le hubieran dicho que ella, Eowyn Fraser, era el anticristo en la tierra.
Pero la vida en Hogwarts pareciese sonreírle, aquí no era vista como la hija de prostituta, si no de una simple huérfana de Londres que tenía que comprar todo de segunda mano para hacer durar el dinero de su fondo.
No era difícil. Eowyn era bueno economizando, así que solo tenía que buscar las cosas más baratas y presentables como para armar una alcancía para cuando lograra independencia total.
Ahora tenía ¿amigas? No, eran compañeras, aún no podía llamarlas amiga tan a ligera.
Eowyn estaba sentada en la mesa de las víboras, con el cabello trenzado en cinta rojo y dorado.
Las Slytherin le explicaron sobre las Vías Antiguas y la Madre Magia.
¿Por qué el murciélago de su maestro no le explicó nada de eso cuando la recogió del orfanato?
La Heredera Greengrass (al parecer era de buenos modales decirle por sus títulos de nacimiento) le indicó que, si honra a la Madre Magia, se puede volver una New Blood, y con ello la oportunidad de conseguir un vínculo con un buen futuro Lord.
Buen futuro, todos los Slytherin pareciese que estaban podridos en monedas de oro. Incluso Hermione Granger que era nacida de muggles como ella, era una niña de buena posición social y económica debido a que sus dos padres eran cirujanos.
Así que Eowyn se planteó un objetivo.
Sería una New Blood, se volvería un buen partido a considerar, atraparía a un millonario heredero sangre pura para salir para siempre de ese asqueroso orfanato.
—"Aunque sería satisfactorio prenderlo en llamas antes"— pensó Eowyn.
Ella tomó una de las tostadas, tomar el desayuno en la mesa de Slytherin era mucho más calmada que la mesa de Gryffindor.
Su mirada se posó en Cordelia Potter, sus compañeros de casa no paraban de decir que resultó una decepción la famosa niña que vivió.
Al parecer ellos esperaban la reencarnación de una Atenea con su yelmo de lucha y lanza, en vez de eso tenían a una princesa salida de una novela de Jane Austen.
Eowyn notó que esa mañana estaba concentrada en su bordado, era extraña. Pareciese sonreír a todos, su cabello sujetado en rizos perfectamente alineados en broches de distintas formas, flores, mariposas y listones.
El dorso de sus manos siempre había rastros de tinta de brillos.
Cordelia le extendió su manto de protección y juró ante la mesa de los Slytherin que la acogía bajos sus alas, que la encaminaría por Las Vías Antiguas para honrar a la Madre Magia.
Eowyn sintió un escalofrío sentir escalar por su columna.
Lo que dijo Potter frente a su casa debió haber sido una especie de pacto por las miradas serias de dieron los Slytherin presentes.
Eowyn estuvo a punto de llorar. Toda su vida le dejaron en claro que ella era un desperdicio, la hija de una puta, una bastarda.
Ahora, alguien le estaba dando un voto de confianza.
Eowyn Fraser decidió en honrar la promesa de Cordelia Potter.
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En unos días llegarían las vacaciones de Yule. Cordelia le había escrito a su tía Petunia del baile en Malfoy Manor y la invitación de pasar Yule y año nuevo con los Malfoy.
Dejó escrito en la carta que ya tiene el asunto del vestido cubierto y que no debería preocuparse.
La idea de un baile la entusiasmó mucho a tía Petunia, le recordó que debe tener buenos modales, sonreír dulcemente y saber entablar una conversación.
En estos momentos lucia ansiosa, la clase de transformaciones era su favorita. Poder cambiar las formas de las cosas, algo completamente diferente a su forma original.
Cordelia había elaborado una bonita bufanda para la profesora McGonagall.
La clase explicó la importancia de cómo se debe visualizar el objeto que se desea al momento de lanzar el hechizo.
Cordelia comprendió que para la transformación se debería tener una concentración absoluta. Era como bordar o remendar algo, se debía una imaginar cómo debería quedar al final las cosas.
Cuando la clase acabó les dijo a sus amigas que siguieran ya que tenía algo que hablar con la profesora McGonagall.
—¿Desea algo, señorita Potter? — pregunto la profesora sentadose en su silla.
Cordelia abrió su bolso y sacó un paquete envuelto en papel con motivos de enredaderas.
—Esto es un pequeño presente de mi parte, profesora McGonagall— sonrió Cordelia extendiendo el regalo— Espero que disfrute una feliz Yule y que la Madre Magia la bendiga.
Cordelia dio una ligera reverencia.
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Cuando la puerta del salón se cerró, Minerva miró el paquete en sus manos.
Con delicadeza lo abrió. Una hermosa bufanda de color perla con siluetas de cerezos la saludó.
En la parte frontal estaba bordada la forma de un gato en hilo negro, era un trabajo hecho desde cero.
La pequeña Cordelia le había bordado todo aquello.
—"Tiene talento"— pensó Minerva pasando sus dedos por el gato.
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—Me quedaré aquí en Hogwarts— dijo Eowyn. Ella estaría bien aquí, mientras menos tiempo pase en ese infierno a que llaman orfanato mejor para ella.
—¿Por qué no nos dijiste que te quedarías? — se conmocionó Daphne —¿Pude haber hablado con mi padre para que se quedara con nosotros?
—Incluso venir al baile de los Malfoy — agregó Pansy.
—Aún no me siento segura de asistir a tal evento sin la preparación— contestó Eowyn.— Vayan diviértanse, sean como esas princesas con bonitos vestidos.
Cada una de sus compañeras le dieron besos en la mesa a Eowyn deseándole un feliz Yule.
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Cordelia compartió emocionada sus expectativas sobre el baile.
Hermione mencionó algunos lugares que quería conocer en Huston. Ella viajaría esta noche.
Cuando salieron del tren, el heredero Malfoy se acercó a ella y Hermione. A sus espaldas venían un hombre de cabello muy rubio, vestido de túnicas negras, en su mano llevaba un bastón que le daba ese toque a persona de la nobleza Colgada de su brazo iba una mujer que parecía salida de las pinturas del rococó, hermosamente rubia con brillantes ojos azules como cristales invernales.
Lady Malfoy lucía un estilo muy a lo Dior del New Look de los años 50's. Falda amplia de color negro con guantes de terciopelo de similar color, una blusa de botones blanco y tacones a juego, todo finalizando con un sombrero que daba ese toque a rica y elegancia
—Lady Potter, señorita Granger— el heredero Malfoy se reverencio ante ambas— Es un honor para mí presentarles a mi padre, Lord Lucius Malfoy y a mi madre, Lady Narcissa Malfoy.
—Es un placer estar ante su presencia— Cordelia y Hermione saludaron con la respectiva reverencia.
—Es un verdadero placer estar al fin en presencia de usted, Lady Potter— saludó Lord Malfoy— Y por supuesto de la señorita Granger, es satisfactorio saber que al menos alguien de los nuevos nacidos de muggles se comprometen en seguir Las Vías Antiguas.
—La magia es un regalo y es correcto honrar a la Madre Magia como es debido— contestó Hermione con tacto y postura.
—Es una pena que no pueda asistir a nuestro baile— se lamentó Lady Malfoy— Pero sabemos que también es importante su convivencia con sus padres.
—Tiene razón, Lady Malfoy— dijo Hermione— Pero mi tiempo en el mundo muggle tratare de seguir las tradiciones como es debida, es una suerte que en Houston hace el suficiente frio como para prender el leño de Yule y hacer las ofrendas necesarias.
Hermione intercambio algunas palabras más con ambos Malfoy para luego despedirse alegando que sus padres o su nana ya deben estar esperando al otro lado de la barrera.
—¿Lista para ir a Malfoy Manor, Lady Potter? — preguntó Lord Malfoy.
—Por supuesto, Lord Malfoy— sonrió Cordelia.
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