Capítulo 3
Lo que había quedado del verano fue totalmente ocupado para Cordelia.
Entre sus labores domésticas y la lectura de materiales básicos para su ingreso a Hogwarts, Cordelia apenas tenía tiempo para jugar con las Barbies que Sammy Smith le había regalado.
"La sociedad mágica y como encajar en ella" era el libro favorito que Cordelia consiguió en el callejón diagon.
El tema de los estándares que debía seguir una señorita fue el tema que más atención le prestó.
Esa sección estaba marcada por post it y resaltada con plumas de brillitos. (Cordelia había escrito a Gringotts por un traslado de diez galeones a dinero muggle y con ello compro cosas para ella)
Lo primero, Cordelia no estaba tan perdida a lo que etiqueta se refiere. Tenía una buena postura, además en la tranquilidad de su habitación se podía a practicar las protocolarias reverencias dignas de una dama perteneciente a una casa importante.
Segundo. Supo de la importancia del cabello de una bruja, según lo leído, la magia de una bruja se concentra en su cabello. Así que para debilitar a una bruja deberían cortarle el cabello, y bueno, era un crimen cortarle el cabello. Así que un pase a prisión estaba asegurado.
En su visita al callejón diagon se le fue entregado un cepillo de oro con relieves de polillas que había pertenecido a la familia Herondale (la familia de su abuela Euphemia), Cordelia podía sentir la magia vibrar por dedos cuando en las noches se dedicaba a cepillarse el cabello en las noches mientras susurraba plegarias a la Madre Magia.
Aquellas plegarias venían un pequeño libro acerca de las tradiciones. Al parecer era común que las brujas jóvenes pidieran bendiciones a la Madre Magia mientras almacenaban magia en su cabello.
Madre Magia, permíteme que cuando crezca sea una mujer bella.
Madre Magia, dame sabiduría.
Madre Magia, guía hacia el amor.
Madre Magia, bríndame felicidad.
El cabello suelto era un tabú para las damas mágicas. Así que cuando la niña alcanzaba cierta edad, casi siempre diez u once, empezaba a llevar el cabello recogido.
Así que Cordelia hizo un álbum con varios recortes de revistas que enseñaban a una misma a cómo hacerse diferentes recogido.
Parte de su tiempo se dedicaba a practicar sus peinados. Trenzas, enroscados sencillos y otro más complicados. Cordelia se compró una infinidad de lazos y listos bonitos, pasadores transparentes, broches de flores y de mariposas. Incluso fue un paso más a allá y consiguió de esas "donas" para ayudar con el volumen del cabello.
Tercero. Las jovencitas y damas usaban guantes todo el tiempo (menos en la intimidad del hogar y en la presencia de esposo e hijos), así que nuevamente soltó varias libras en la compra de muchos guantes de encaje (negro, gris, blanco y diversos colores) o los había elaborado a partir de viejos vestidos o faldas que ya no le quedaban y la tela era preciosa.
Así que la última noche de agosto, Cordelia había empacado todo con sumo cuidado. Dejo la ropa que utilizaría al día siguiente. Alimento a su preciosa Hedwig y nuevamente hizo sus plegarias a la Madre Magia mientras se cepillaba el cabello.
Oh, Madre Magia, guíame hacia mi destino.
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1 de septiembre llegó y Cordelia no podía contener la emoción.
Se baño, lavó su cara y se empezó a alistarse
Aquella mañana tía Petunia se haría cargo del desayuno mientras Cordelia se preparaba para su viaje.
El conjunto de hoy era una blusa de mangas largas color blanco muy sencilla con el cuello de encaje, la falda era de color verde botella que le llegaba seis dedos por debajo de las rodillas y marcaba su apenas visible cintura con un cinturón de la misma tela y una hebilla circular de plata.
Los zapatos eran unos bajos con apenas un ligero tacón para darle una mejor postura.
Cordelia recogió su cabello en trenza que enroscó hacia atrás y sujeto con varios pasadores. Dejo unos mechones que enmarquen sus mejillas (las cuales piñizcó un poco para dar el efecto de sonrojo)
—Hoy debemos dar una primera buena impresión— se dijo a sí misma antes de guardar sus guantes de encaje blanco en su pequeño bolso que colgaba en uno de sus hombros.
Bajó y se encontró con la mirada de aprobación de tía Petunia ante su atuendo.
Como siempre el desayuno fue silencioso.
Dudley había tenido la gentileza de bajar su baúl hacia la puerta donde estaba esperando el taxi donde la llevaría a ella y a tía Petunia a King Cross.
El taxi hizo una mueca de sorpresa ante la lechuza, pero Cordelia sonrió.
El viaje hacia la estación fue silencioso, Cordelia se aferró a su bolso que contenía sus guantes, Una habitación propia que había sido regalo de Sammy, un pequeño juego de espejo de mano y peine (hecho de resina transparente con flores dentro) que había sido un regalo de cumpleaños por parte de Dudley y un bálsamo labial con olor a cereza (aquello era el único cosmético permitido para una señorita de su edad)
Cuando llegaron a la estación el corazón de Cordelia latía frenéticamente pero mantuvo su serenidad.
Ya con los guantes puestos empujó el carrito entre el andén 9 y 10.
Cordelia apretó ligeramente el boleto del tren en su mano derecha.
—Llego el momento— dijo tía Petunia con una de sus manos sobre sus hombros. Cordelia se giró para ver a su tía quitarse el collar de perlas que siempre usaba, desde que tenía uso de razón siempre lo había visto decorar su cuello.
Tía Petunia le colocó el collar y Cordelia se sentía abrumada.
—Este collar fue el regalo de bodas que mi padre le dio a mi madre— empezó a decir tía Petunia a la vez que le enroscaba los mechones de sus mejillas para que tuvieran mejor ondulado— Fue mío cuando me comprometí, y ahora te lo doy a ti. Para que tengas algo de los Evans contigo.
—Gracias tía Petunia — dijo Cordelia conmovida ante el presente de su tía —Prometo que cuidaré este collar.
— Es hora de decir adiós — tía Petunia beso su frente— Nos vemos en el verano.
—Hasta el verano— sonrió Cordelia.
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Podía ver desde su compartimento como los padres se despedían afectuosamente de sus hijos y el corazón de Cordelia ardió en celos.
El beso en la frente que le había dado tía Petunia fue cálido, pero no era similar a los reconfortantes abrazos de lo que ella era testigo.
Las lágrimas bajaron por las mejillas sonrojadas de Cordelia imaginando a sus padres despedirse de ella entre abrazos y palabras de alientos.
Rápidamente se secó las lágrimas de sus mejillas y enderezó la postura.
Sacó su espejo de mano para comprobar que no hubiera rastro de su silencioso llanto.
Hedwig estaba a su lado dormido en su jaula.
—¿Disculpa? — Cordelia miró a la chica en el marco de la puerta. —¿Está ocupado este compartimento?
—"Es de padre muggles"— pensó Cordelia al notar los pantalones de mezclilla, suéter café y zapatos bajos. No tenía el pelo recogido por lo que su encrespado cabello castaño parecía una nube alborotada y tampoco llevaba guantes.
—No, eres bienvenida a acompañarme si gustas— contestó Cordelia señalando el asiento desocupado frente suyo.
—¡Gracias! — sonrió la chica y Cordelia pudo notar que sus dientes eran prominentes, como los de un conejo. Pobre, de seguro una ortodoncia está en su futuro. La chica se sentó frente a ella y extendió su mano— Hermione Granger.
—Lady Cordelia Potter— aceptó Cordelia el saludo. Hermione abrió sus ojos impresionada.
—¡Leí sobre ti! — su voz chillona hizo levantar a Hedwig.
—Lo sé, pero es algo de lo que no me gustaría hablar.
—Lo entiendo— le dio una mirada de disculpa.
El compartimento hubo silencio hasta que Hermione volvió a preguntar.
—¿Por qué llevas guantes?
—Es parte del protocolo.
—¿Protocolo?
—Acaso no leíste el libro sobre etiqueta social. — arqueo Cordelia una ceja.
Hermione negó con la cabeza desordenando aún más sus rizos.
—El protocolo que muchas señoritas de familias mágicas deben seguir— explicó Cordelia.
—Bueno, mis padres son muggles— se encogió de hombros Hermione— Así que no debo preocuparme.
—¿Así que no quieres encajar en el mundo mágico? — levantó una ceja Cordelia.
—¡Si quiero encajar! —exclamó Hermione decidida.
—¿Has escuchado de los New Bloods*? — siguió el interrogatorio Cordelia y Hermione negó con la cabeza— Bueno, son aquellos nacidos de muggles que siguen la voluntad de la Madre Magia y esta los recompensa volviéndolos un farol para un nuevo legado mágico dejando atrás su pasado muggles.
—¿Tendría que renunciar a mis padres?
—No si tú quieres. — Cordelia miro a los ojos a Hermione y pudo notar determinación en ellos. —Déjame contarte sobre cómo nacieron los New Bloods
"Se cuenta que Salazar Slytherin, mucho antes de unirse a los demás fundadores, había rescatado a una bruja que había estado a punto de ser vendida a un Harem en el medio Oriente. Se dice que la bruja había nacido un pueblo muggle y que siempre oculto sus poderes hasta que cuando tenía 16 años hizo magia accidental y sus padres la vendieron a unos piratas.
Salazar rescató a la bruja y le enseñó el camino la voluntad de la Madre Magia. Y esta bruja lo había seguido religiosamente que un día apareció un cepillo de oro y sangre en sus manos. La mujer había dejado atrás su pasado muggle y se unió en matrimonio a Lord Slytherin. "
—¿No es la historia de amor más encantadora del mundo? — dijo Cordelia con una de sus manos cubierta de encaje sobre sus mejillas.
Cuando había leído eso por primera vez se quedó fascinada de la imagen de Lord Slytherin como un caballero de armadura brillante rescatando a una doncella de un destino como esclava.
—Si—asintió con la cabeza Hermione. —¿Crees que pueda llegar a ser una New Blood?
—Por supuesto, puedo ver tus ojos desbordar determinación— sonrío Cordelia. — Como Lady de la casa Potter seré tu apoyo en este camino.
—Muchas gracias, Cordelia.
—De nada— dijo Cordelia sacado el peine de su bolso— Ahora hay que conseguir un poco de agua. No puedo dejarte con ese cabello que parece una nube masacrada.
*New Bloods: Había escuchado este término en un fanfic en AO3 y planeo utilizarlo. Básicamente es una especie de prueba en donde los nacidos de muggles pasan para ser considerados como un nuevo punto de inicio. Es como si toda su línea muggle se borrara y si se casarán con sangre pura su descendencia serían sangre pura.
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