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Capítulo 13

Si había una época del año en donde la dulce personalidad deslumbrante de Cordelia se transformó a una gran señal de "No me toques que me estreso y me muero" es sin duda es en época de exámenes.

No era que Cordelia se obsesionaba con tener el mejor promedio, todo radicaba a una maestra que en primaria que destruía la autoestima académica en clase de matemáticas. La había sacado al pizarrón para que resolviera un ejercicio matemático que claramente le fue complicado.

La maestra solo le arrebató el marcador y dijo sin ningún tacto que era una chica muy tonta que solo seria un bonito rostro sin cerebro. Cordelia se habia sentado en silencio el resto con la mirada baja y con los ojos llenos de lagrimas.

Las matemáticas siempre fueron su talón de Aquiles en cuanto a sus promedios, hasta que un rayo de luz llamado Samantha Smith apareció en su vida.

La nieta de la señora Dawn era campeona en olimpiadas matemáticas desde los catorce años, ( being el mayor orgullo de la señora Dawn) así que muy amablemente se había ofrecido como tutora de matemáticas para Cordelia y Dudley. Muy a diferencia de su maestra, Sammy tenia la paciencia de explicarle los ejercicios.

Cordelia nunca más fue un blanco para esa horrible maestra, pero el hecho que la llamaran una tonta frente a sus compañeros dejó en ella esa semilla de demostrar que Cordelia Potter era alguien con cerebro.

Así que apenas llegaron a esa semana de exámenes se pudo ver a Cordelia con sus libros marcando las cosas que sintieron que eran esenciales.

Leía los ensayos que han sido su tarea, incluso preguntó a la prefecta Fawley como fueron los exámenes ella estaba en primer año. Y para su suerte Hermione también era alguien que la semana de exámenes era como la semana más importante del año.

Hermione tenia una técnica de llamada de estudio tarjetas. Una serie de tarjetas con preguntas y respuestas puntales que leía al lago del día, y muchas veces preguntaba a sus amigas.

—¿De dónde aprendiste esa técnica? - preguntó muy interesado el prefecto Sewlyn

—Mi madre la usó en sus exámenes de la residencia y para su examen de certificación— respondió Hermione al natural— Ella siempre me había dicho que alguien debe hacer una lectura crítica, por que no tiene sentido solo leer responder y olvidarse.

El prefecto Sherlyn solo asintió con la cabeza ante las palabras de Hermione.

En su pequeño grupo se dedicaban a estudiar en la biblioteca donde casualmente también estaba el pequeño grupo formado por los herederos Malfoy, Nott, Zabini, Goyle y Crabbe.

Cordelia pudo notar en que materias eran el punto fuerte entre sus amigas. Ella misma sobresalía en Transformaciones.

Eowyn resalta en Defensa Contra Artes Oscuras.

Hermione brillaba en Encantamientos.

Daphne era hábil en Astronomía y Pansy dominaba pociones.

Así que entre ellas se apoyaban en los temas que no entendían y se intercambiaban apuntes.

Cordelia tenía el buen presentimiento de que sería una buena semana de exámenes.

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Como predijo, el trabajo en grupo ayudó.

Lo que no colaboró fue el dolor de cabeza. Si cicatrizardía, tanto que a duras penas pudo dar su examen de Astronomía sin gruñir del dolor.

Cordelia apenas termino y entregó el pergamino salió sola para ir a donde Madame Pomfrey por algo para el dolor.

Estaba doblando una esquina cuando sentí un frío subir por su columna.

Su mano fue al bolsillo de su túnica para tomar su varita y lanzar cualquier hechizo y echarse a correr.

Pero antes de que pudiera actuar fue atacada y todo se volvió negro.

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Cordelia recuperó la conciencia en una habitación que jamás había visto con un dolor de cabeza.

En la habitación solo había un gran espejo muy muy viejo.

Cordelia se levantó con la cicatriz ardiendo en fuego, podía sentir su varita en su bolsillo. Cordelia avanzó hacia el espejo logrando leer la inscripción que estaba grabado en el marco del gran espejo " Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse"

—Muévete, niña tonta— dijo una voz a sus espaldas.

Cordelia se giró para encontrarse con el profesor Quirell, era extraño no tartamudeaba como de costumbre. Cordelia esgrimo su varita en posicion de defensa a la vez que se apartaba del espejo.

Quirell se acercó al espejo con una mirada hambrienta mientras murmuraba, Cordelia miró hacia todos los lados buscando una ruta de escape, pero la única salida estaba detrás de una pared de fuego.

—Ayúdame, Madre Magia— oró Cordelia en su mente.

—Veo la piedra, se la entregó a mi maestro. - murmuraba Quirell mirando su reflejo— La veo, Dumbledore fue listo en colocarla en el espejo. La piedra será mía. ¡Potter!

Cordelia mantuvo su agarre en su varita, Quirell la jaló de la manga de su túnica y la colocó frente al espejo.

Una expresión de sorpresa se instauró en el rostro de Cordelia cuando vio su reflejo en el espejo, era ella sin ningún cambio pero a su lado podía ver a dos personas más.

Una bonita pelirroja sangre con sus ojos verdes, el cabello suelto que caía como llamas por sus hombros y un hombre alto, de cabello negro revoltoso y lentes con un marco que era de oro que enmarcaban unos ojos almendradnos que ligeros toques azules.

Sus padres. Cordelia estaba viendo a sus padres.

Su madre apoyó su cabeza en la de Cordelia y su padre una de sus manos sobre uno de sus hombros. Su padre sacó una piedra roja con destellos dorados, la lanzó ligeramente al aire para atraparla y ponerla en el bolsillo de la túnica escolar de Cordelia.

El reflejo de su padre besó la coronilla de Cordelia con ojos devotos.

—¿Qué ves, Potter? - preguntó Quirell ansioso.

—A mis padres— respondió Cordelia con la voz rota.

Quirell la movió molesto llamándola nuevamente niña tonta. Cordelia sintió el peso de la piedra en su bolsillo.

—Muéstrame Quirell— dijo una voz fría en el lugar. Quirell con las manos temblorosas se destapó su turbante.

En la nuca de Quirell había un horrendo rostro, color ceniza con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales asimilándose a las serpientes.

—Cordelia Potter— dijo la voz seseante.

Cordelia retrocedió su varita en alto.

—¿Ves en lo que me ha convertido? - dijo la criatura— En una sombra Quimera, que sobrevive al poseer el cuerpo de alguien deseosos de dejarme entrar en su mente. La sangre de unicornio me ha servido temporalmente, pero la piedra me ayuda a crearme un nuevo cuerpo.

Cordelia sacó la piedra de su bolsillo.

—Dame la piedra— seguramente— Tu padre se enfrentó valientemente y murió por ellos Y tu madre, la talentosa maestra de Runas sacrificó su vida por la tuya. No seas una niña estúpida al desperdiciar tal sacrificio.

Lagrimas bajaron por las mejillas de Cordelia.

Sus padres muertos por ella.

¿Que tenia que hacer? Era niña y no hay ningún adulto cerca para socorrerla, sabia que si lanzaba alguna él, el que Quirell lanzará como ataque seria mucho peor.

Cordelia miró la piedra en su mano y el espejo pensando en sus padres. La magia vibró por los dedos de Cordelia, un impulso, una decisión.

Cordelia le tiró la piedra a Quirell.

—Veo que no eres una niña tonta— dijo complacido la criatura - Y para muestra de cortesía, hare que piesen que peleaste con valor.

Quirell lanzó un hechizo que la lanzó a una de las paredes. Cordelia se golpeó la espalda y la cabeza, y antes de caer en la inconsciencia vio como la pared de fuego se apagaba. 

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