Capitulo Cinco.
—Entonces, ¿conseguiste el trabajo como suplente? ¿cuando comienzas?
Revolviendo su batido con el sorbito, Blue bebió varios tragos del dulce líquido antes de voltear a ver a Lauren. Estaban sentados en la parte exterior de una pequeña heladería, a solo unas cuadras del edificio donde estaba viviendo, disfrutando de la linda y soleada mañana antes de que el clima cambiara. Blue realmente esperaba que se mantuviese de esa forma, no era un gran adepto al frío.
Volviendo al rostro interrogante de su amigo, asintió suavemente—. Si, lo conseguí —no había modo de que le dijese a ella como exactamente había logrado conseguirlo—. Aun no sé cuando comienzo, me pidieron hacerme algunos examenes antes de comenzar oficialmente.
—¿Examenes?
—Rutina —le quitó importancia—. El cuerpo del tipo es su herramienta de trabajo, solo gana dinero si esta en optimas condiciones, por ello quieren asegurarse de que no pueda contagiarle nada, ni siquiera una gripe.
—Ya veo —asintió suavemente. Apoyando el codo sobre la mesa, ella descansó su mejilla en la palma de su mano y lo miró con interés—. Así que, dime algo.
—¿Mm?
—¿Ya conociste al boxeador con quién trabajaras?
Blue asintió distraídamente, poco dispuesto a decir demasiado—. Si, lo conocí.
—Y —ella siguió—, ¿es sexy?
Deteniendose, dejó de agitar su bebida e improvisó su expresión más sería al ver a su amiga—. Realmente necesito este trabajo, debo ser profesional, ¿si?
—Ah, por favor, Blue, tu no tienes un solo hueso serio en todo tu flaco cuerpo —se burló—. ¿Me vas a decir enserio que no lo miraste siquiera un poquito?
—Lauren. —advirtió.
Ella hizo un pequeño puchero—. Vi imagenes de él cuando busqué información sobre el trabajo —comentó—. Se ve bien en fotos.
La miró a través de los rizos que caían sobre su rostro, moviendo el sorbito dentro de su vaso—. Él también es atractivo en persona, ¿eso es lo que querías oír?
—¿Estas de broma? Eso apenas me basta para calmar mi sed de información —bufó—. Necesito más, Blue, dame detalles.
—¿Que demonios quieres que te diga? Es atractivo, si, es alto y musculoso, como cualquier otra persona en el mundo que se gasta la mayor parte del día en un gimnasio.
Ella soltó un sonido de queja—. Pensé que ibas a estar más entusiasmado con todo esto, no todos los días trabajas con un boxeador que ha ganado tantos torneos.
—¿Sinceramente? El boxeo jamás ha sido un deporte que me interese —dijo—. Ni el deporte, ni los deportistas.
—Oh, vamos, Blue, nos conocemos lo suficientemente bien para saber que estas mintiendo allí —ella acusó—. Puede que el deporte no, pero he visto como se te cae la baba cada vez que ves un conjunto de bronceados y duros musculos, y un gimnasio esta repleto de esos.
Eso logró activar la memoria de Blue, regresandolo directamente a su visita al gimnasio el día anterior. Y si, Lauren tenía mucha razón, había una buena cantidad de musculosos y firmes cuerpos sobre los cuales babear. Blue tenía mucho material para fantasias gracias a esa rápida visita, y si conseguía realmente el trabajo estaría dentro del gimnasio en una base diaria, solo de pensarlo...
—¡Ahí esta esa expresión, pequeño pervertido! —Lauren dijo, señalandolo—. Te lo juro, basta decirte "musculos" para que te corras en tus pantalones.
—¡Lauren!
—Hey, ¿que culpa tengo yo de que tengas un fetiche por los musculos?
Le dedicó una mala mirada—. Yo no tengo ningún fetiche —masculló—. Solo me gusta mirarlos.
—Y tocarlos y pasarles la lengua —ella canturreó.
Blue babeó un poco, su voz baja cuando discutió—. Yo no-
—Agregale a eso tatuajes —lo interrumpió, logrando que su boca se secara. Ella tenía una sonrisita conocedora en su rostro—. Y eres capaz de arrancarte la ropa ahí mismo y pedirles que te hagan hijos.
Arrugando la servilleta en su mano, se la arrojó por la cabeza—. Me haces sonar como una zorra.
—Si el zapato te queda.
Estrechó sus ojos en su dirección—. Ya no me agradas.
Ella no pareció afectada por sus palabras—. Yo que tu, antes de que te despidan por andar babeando sobre los demás, deberías tomar fotos, para futuras necesidades.
—Primero, no van a despedirme, tengo más control del que me das credito. ¡Y gracias por el apoyo, maldita bastarda! Se supone que eres mi amiga, tu debes apoyarme, no decir que me despedirán —dijo—. Y segundo, estoy muy seguro de que tomar fotografías es contra la ley, ya se me había ocurrido, así que investigué y no quiero que me arresten, por lo que eso no sucederá.
Riendo suavemente, hizo un pequeño gesto con su mano—. Hey, soy tu amiga, tu lo haz dicho, es mi trabajo mantener tus esperanzas, y las de Michael, bajas. Les ahorro las posibles decepciones.
—No creo que de eso se trate la amistad —bufó—. Y, hablando de Michael, ¿donde esta?
—Cambiaron su horario, ahora trabajará las mañanas —dijo—. Y yo las tardes, vas a tener que vernos por separados por un tiempo, así que no se te ocurra hablar mal de mi con él. Aunque, puedes hablar mal de él conmigo, sé varios chismes suyos que-
—Lauren —la detuvo—. No quiero saber chismes de Michael, ya me los sé todos y me causan vergüenza ajena.
—Pff, mira quién habla.
—Aagh, ya callate, destructora de autoestimas —le gruñó. Sacando su telefono, miró brevemente la hora y suspiró—. Se supone que debo pasar por el resultado de mis examenes y llevarselos a tío Yago, tengo cita con él en una hora.
—¿Quieres que te lleve?
—Nah, quizá vaya en mi motocicleta —dijo.
Lauren le dedicó una mirada preocupada—. ¿Aun tienes esos mareos cuando te subes? Es peligroso si te mareas en medio de la carretera, dejame llevarte.
—¿Y luego que tengas que correr de vuelta para llegar a tu trabajo? Eso también es peligroso —discutió—. Tomaré el autobús.
—Blue...
—Estaré bien —prometió, poniendose de pie y rodeando la mesa para dejar un beso en su mejilla—. Nos vemos luego.
—Nos vemos, cariño —despidió—. Intenta que no te despidan por acosador.
Bufó una risa, haciendo un gesto sobre su hombro mientras salía del local—. Creo que seré yo quién será acosado.
(...)
Moviendo sus piernas nerviosamente, Blue miró alrededor de la pálida sala una vez más y suspiró. No había algo que detestase más que los hospitales, esperar en una sala diminuta por ser atendido era una maldita tortura. Dejando el sobre con los resultados que le habían dado sobre su regazo, tomó una de las revistas sobre la mesa a su lado y la ojeó rapidamente, cuando se topó con una pagina que hablaba sobre "el hermoso rostro de Nilo Payne" decidió que la prensa mentía demasiado para su gusto.
Sacando su telefono, jugueteó con él hasta que sintió algo golpeando su pie. Quitando su mirada de la pantalla, enderezó su mala postura y bajó la mirada, frunciendole el ceño al pequeño auto de juguete que había chocado contra su pie. Mirando alrededor, se topó con los grandes ojos café al otro lado de la sala, quién miraba de su rostro al juguete, como si no estuviese seguro de si ir a buscarlo o no.
Sonriendo, se inclinó tomó el pequeño auto, enviandolo por el suelo hasta que se chocó con los pies del pequeño. No podía tener más de cinco años y no había otro niño por allí, así que no le extrañó que soltara una risita y volviese a lanzarle el pequeño vehiculo. Estaba lo suficientemente aburrido para seguirle la corriente, y lo hizo, hasta que quince minutos después, entró al consultorio al otro lado y Blue volvió a estar aburrido.
Sacando su telefono, lo encendió y estaba a punto de buscar algún juego para pasar el tiempo cuando el mismo comenzó a sonar. Poniendo los ojos en blanco, al ver el nombre en la pantalla, pasó su dedo y atendió la llamada entrante.
—¿Que quieres, molestia? —preguntó sin siquiera darle tiempo a decir nada—. Estoy algo ocupado ahora.
—¿Te estas duchando?
Frunció el ceño—. No, no me estoy duchando.
—Sé sincero, ¿te estas duchando? —insistió—. Si te estas duchando, quiero ver.
—Acoso, Damon, esto es acoso. —le recordó.
Casi podía ver al mayor haciendo pucheros del otro lado de la línea—. Le quitas la diversión a todo.
—¿Tu idea de diversión es llamar a las personas y pedirles que te envien fotos de ellos desnudos?
—Por supuesto que no —dijo, como si la idea fuese totalmente absurda—. Mi idea de diversión es pedirte a ti, que me envies fotos de ti desnudo.
—Pues, eso no va a suceder, así que busca otra cosa en que entretenerte.
Damon soltó un sonidito lastimero—. ¿Sabes? No me importa, porque aun borracho, tengo una memoria increible y si cierro los ojos así... ¡Oh, si! Ahí estas, completamente desnudo, sip, grabado perfectamente en mi memoria.
—Assh, tan burdo.
—Wow, espera, espera —pidió—. Acabo de descubrir algo interesante.
—¿Que?
—Me acabo de dar cuenta, de que con los ojos cerrados, casi te puedo ver aquí —dijo—. Justo frente a mi, desnudo y de rodillas y abriendo la-
—Acoso laboral, Damon.
—Tu lo dijiste, ya no eres mi empleado —se defendió.
—Pero trabajo contigo —insistió—. Sigue siendo acoso laboral.
—Aun no trabajas aquí.
—Entonces, es simple acoso —intentó que la sonrisa no se le notara al hablar—. Deja de ser un acosador.
—Realmente odio a la persona que te enseñó esa palabra.
Blue intentó no reirse de la vocesita molesta del otro—. Eres tan idiota.
—Espera —volvió a pedir—. Si sigo fantaseando contigo, pero no te digo que estoy fantaseando contigo, ¿sigue siendo acoso o...?
—Adios, Damon —cortó la llamada, sacudiendo al cabeza antes el comportamiento del otro.
El telefono volvió a sonar, junto con la enfermera llamando su nombre. Poniendo el aparato en silencio, tomó el sobre con los resultados y se dirigió al consultorio. Yago lo recibió con una sonrisa en cuanto cruzó el umbral, su bata blanca de medico flotando a su alrededor cuando se acercó para abrazarlo.
—Siempre es bueno ver tu rostro, Dylan —dijo, palmeando su espalda antes de liberarlo—. Aunque me dejes en vergüenza cada vez que vienes por aquí.
Blue abrió la boca, indignado—. ¿Que hice ahora?
—¿Enserio te pusiste a llorar cuando te sacaron sangre?
—¡Era una aguja enorme! —se defendió—. ¿Y como demonios supiste eso?
Rodeando su escritorio, se dejó caer en la silla y le sonrió—. Las enfermeras me lo comentaron, no todos los días un tipo de veinte años se pone a llorar cuando lo pinchan.
—¡Era enorme!
Yago, como el hijo de perra que era, se rió—. Ah, si no te quisiera tanto.
—Ya, deja de burlarte de mi —tomó asiento frente al escritorio y le pasó el sobre—. Mira esto, firma los papeles para confirmar que mi salud es perfecta y desapareceré de tu vista.
Tomando el sobre, lo miró con curiosidad—. ¿Enserio conseguiste un empleo?
—Si —rodó los ojos—. ¿Por qué nadie parece creerme? ¡Puedo tener un trabajo como todo el mundo, de verdad!
—Yo te creo, es solo que jamás has mostrado interés en trabajar —se encogió suavemente de hombros—. Debes admitirlo, es sorpresivo.
—Quiero dinero, y como mi padre me mataría a golpes si me atrevo a robar —soltó un largo suspiro derrotado—. Tuve que salir a buscar un trabajo, como un simple mortal.
Riendo, Yago sacudió la cabeza mientras abría el sobre—. Pobre, pobre, pequeño Blue.
Hizo pucheros—. Ustedes no son capaces de siquiera mostrar una pizca de compasión por mi.
Yago bufó una risa mientras concentraba su mirada en los papeles, sus ojos deslizandose por lo escrito allí. Tomando uno de los pequeños adornos sobre el escritorio, Blue jugueteó con el mismo por un momento antes de dejarlo sobre la mesa cuando Yago le envió una mirada. Había roto algunas de las decoraciones del mayor, así que no le extrañaba que este no quisiese que tocara nada.
Apoyando el codo en el borde del escritorio, descanso su mejilla en la palma al tiempo que traqueteaba sus uñas de su otra mano sobre la superficie. Podía sentir su celular vibrando con lo que podía ser otra llamada, dentro del bolsillo de sus jeans, por un momento, realmente se debatió si contestar o no, pero terminó decidiendose por la negativa.
Estaba a punto de decir algo estupido para romper el silencio cuando vio el ceño del mayor fruncirse, comenzando a buscar entre las hojas y releyendo las paginas varias veces.
—¿Tío Yago? —llamó suavemente—. ¿Sucede algo?
—No, es solo...
—¿Solo? —presionó, cuando su voz se desvaneció—. ¿Hay algo malo conmigo?
Volviendo a revisar sus papeles una vez más, bajó las hojas y miró a Blue, una extraña expresión en su rostro—. No, nada malo —pareció dudoso—. Dime una cosa, Blue, ¿te has sentido mal en estos días? ¿Mareos? ¿Nauseas? ¿Desmayos?
Confundido, comenzó a negar antes de detenerse—. He estado con nauseas desde hace unos días, pero creo que es porque me di una sobredosis de comida chatarra la semana pasada —dijo—. Y, mareos, he tenido algunos de esos. Supuse que era por la motocicleta, he dejado de usarla para ver si pasan. ¿Por qué?
Mordiendose el labio, Yago soltó un suspiro y se irguió en su silla—. Nunca pensé que me vería en la posición de preguntarles esto a uno de ustedes, pero, ¿has tenido relaciones sin protección en el último mes?
—¿A que demonios viene esa pregunta? —chillo, sonrojado hasta las orejas.
Tomando algunos papeles, los giró hacia él y señaló algo allí—. Son tus analisis de sangre —explicó—. Estas embarazado, cariño.
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