Capítulo 6
Habían pasado unos meses. Kara y Lena no quedaban todos los días, pero si varias veces por semana o cada dos semanas -tenían trabajo que hacer y la heroína tenía escasez de tiempo por salvar la ciudad-.
Krypto creció; era como un bicho enorme. Seguía siendo lo mismo de siempre; le hacía caso a Lena y desobedecía a Kara, pero un poco menos que antes. A veces Lena se lo quedaba mientras que Supergirl hacía todo por el bien del mundo. Era como si tuvieran la custodia compartida.
Y no solo eso, cuando quedaban siempre lo hacían los tres; eran como una pareja de tres. Y sí, eso es lo que parecían, una pareja. Incluso los vecinos se asomaban cada vez que escuchaban las patitas de los perros junto a los tacones de Lena seguido de los pasos de Kara. Murmuraban y apostaban a ver cuándo se iban a declarar el amor una por la otra. Cuando iban al parque y una pareja se acercaba siempre decían o preguntaban entre ellos si eran buenas amigas o tenían algo más -porque siempre las veían juntas con el mismo perro y ya habían hablado con ellas sobre Krypto que era el perro de Kara-.
Y sí que lo sentían. Había algo más que una amistad. Se llevaban el desayuno, trabajaban a veces juntas, paseaban al perro, e incluso algunas veces se quedaban hasta tarde viendo películas. Y os preguntaréis: ¿qué tiene eso de raro? También lo pueden hacer las amigas...
Bueno; el desayuno no era lo típico de croissant de la panadería de al lado o las tortitas típicas, sino que eran Croissant recién hechos de París o las tortitas típicas de sirope de alce de Canadá, es decir, que volaba para traerle un buen desayuno. Y cabe decir que nunca lo había hecho por otra persona.
Y en lo de trabajar no es que se lo tomaran en serio, incluso se podría decir que trabajaban en equipo hasta en todas las noches de juego -incluyendo que tenían señas que solo ellas sabían cómo comunicarse-.
Y sobre películas, aunque Krypto estuviera en medio entre ellas, era una buena razón para cualquier rozamiento. Cada vez que Kara acariciaba la cabeza del perro, Lena tenía la oportunidad de hacerlo también simplemente para tocar su mano y viceversa -aunque era totalmente sin querer... Sí, claro-. Y aunque el pequeño -no tan pequeño- estaba en medio, Lena podía apoyar la cabeza en el hombro de Kara fingiendo que estaba cansada, pero que no podía dejar de ver la película porque se veía muy interesante -Ajá, claro-.
—Ya mismo el chiquitín cumple un año, ¿verdad? —preguntó Cassandra acariciando al perro.
—Jesús, ¿ya ha pasado tanto? —preguntó Lena sorprendida.
—Sí, parecía ayer cuando te cogí —Kara se agachó junto a Krypto.
—Parecía ayer cuando Kara te trajo a mi oficina —se agachó también junto a Kara.
—¿Qué le vais a regalar por su cumple? —preguntó Robin, el novio de Cassandra.
—Pues todavía no lo sabemos —Kara apretó los labios y se irguió para lanzarle la pelota—. Puede que vayamos a la playa, quiero que conozca la arena y nade.
—¿Yo también? —preguntó Lena casi riéndose.
—¿Lo dudabas? —volteó hacia Lena y esta alzó las cejas sorprendida—. No puedes perderte el cumpleaños de Krypto. Te recuerdo que te quiere más a ti que a mi y se supone que yo soy su dueña —bromeó con los invitados haciendo que ambos sonrieran.
—Entonces acepto encantada —sonrió con ternura.
—Chicas —Robin les llamó la atención—, sé que tenéis la Bahía de San Diego al lado y podéis dar un paseo, pero por ser un día especial para el chiquitín, ¿por qué no madrugáis y dais un paseo hasta el Black Beach? Me han dicho que hasta hay un sendero y me lo han recomendado muchas veces —acarició a Krypto—, y se permiten perros.
—¿Dónde está? —preguntó Kara.
—A unos 30 km al norte —intervino Cassandra—, os mando la ubicación —y con un tecleo en el móvil, mandó las coordenadas.
—¿Te parece bien el plan? —volteó hacia Lena y esta asintió—. Pues este... —miró su móvil para chequear cuando era el cumpleaños—, domingo tenemos planes, chiquitín... y el tiempo está a nuestro favor —lanzó nuevamente la pelota.
Después de una pequeña charla, se despidieron de la pareja y caminaron juntas hacia casa de Lena. La rubia agradeció la pequeña velada y se despidió con un abrazo. Y Lena siempre se aprovechaba para depositar un beso en el hombro con rapidez cuando se iba. Krypto siempre ladraba cuando la pelinegra cruzaba por la puerta y Kara sonreía porque a veces sentía lo mismo que el perro; la echaba de menos.
Los días pasaron hasta llegar el domingo. La rubia se levantó temprano para ir a casa de Lena. Acordaron de ir en un coche de alquiler que la pelinegra había rentado un día antes -un Range Rover- para ir con espacio ya que tenían que guardar sombrillas, sillas, toallas, ropa, y todo lo que tenía que ver con Krypto.
De camino a la playa escucharon música chill. Era lo único que Lena podía soportar en el ámbito de la música actual porque ella era más de lo clásico. Krypto fue un buen chico ya que no se había movido en todo el viaje, algo que les preocupaba a las dos porque nunca se habían montado en coche.
—¿A qué hora vamos a volver? —preguntó la pelinegra.
—¿Tienes trabajo? —Kara se incorporó dejando el crucigrama.
—No, que va —miró de reojo a Kara y luego a la carretera—, es porque me gusta tenerlo todo organizado.
—Hoy te obligo a ser descuidada —le ordenó.
—No puedo descuidarme del trabajo al igual que si ahora te llaman para una urgencia tendrás que ir.
—Alex me dijo que se ocuparán de todo a menos que sea algo urgente de verdad, y si eso pasa, iré y volveré como un rayo —aseguró la rubia.
—¿Te has traído el traje? —casi rio.
—Claro que sí, no puedo salir de casa sin él... ya sabes... —titubeó—. Brainy está trabajando en un nuevo traje para que me sea más cómodo en llevarlo, aunque no me ha dicho los detalles... Y ahora que lo pienso... Nunca hemos hablado de Supergirl desde que te conté mi secreto —frunció el ceño.
—¿Qué quieres saber? ¿Qué opino? —la rubia asintió—. Bueno... —se quedó pensativa—, realmente no tengo mucho que decir... Antes sí os veía como dos personas diferentes, pero poco a poco me he dado cuenta de que eras la misma persona.
—¿Qué quieres decir?
—Pues que eres increíble, bondadosa, luchadora, dulce, tierna... —sonrió de lado y se dio cuenta de que le ardían las mejillas, así que carraspeó—, y siempre sacas una sonrisa... ¿qué clase de héroe no serías si no sacaras una sonrisa a las personas? —sonrió—. Así que... opino eso de Supergirl al igual que lo hago con Kara.
Kara sonrió agradeciendo las palabras de Lena. Quiso abrazarla en ese momento, pero si lo hicieran tendrían un accidente. Llegaron a su destino y Krypto bajó del coche con Kara, pero luego le dio la correa a Lena.
—Yo llevo todo, tú coge la mochila con la comida y las toallas y al pequeñín.
—Las ventajas de salir con un super héroe —comenzó a reírse.
Cogió las cosas con rapidez y se encaminó por el sendero. Se había quedado pensando en la última frase que había dicho y le dio miedo por si la rubia se creía que lo había dicho de un modo romántico.
«Ojalá salir contigo de verdad», pensaron al unísono.
Llegaron a la playa donde estaba un poco vacío. Lena miró el reloj y vio que todavía era muy temprano. Dejó la mochila y se quitó los tenis para hundir sus pies en la arena. Se quitó las gafas de sol y contempló el mar de manera natural. Sintió la brisa, el calor del sol, el olor de mar... y el empujón de Krypto que la tiró a la arena.
—¿Estás bien? —preguntó Kara a lo lejos dejando las cosas en el suelo.
—¡Ven aquí! —corrió detrás de Krypto.
—Sí, está bien.
Clavó las sombrillas, hincó las sillas, estiró las toallas encima de ellas y se sentó para contemplar como correteaban Lena y Krypto de un lado a otro. Miró a su alrededor y contempló que había algunas parejas. Frunció el ceño porque todos eran dos personas; no había grupos de amigos ni familias y luego se quedó mirando a lo lejos que había una pareja tumbada. Usó su superpoder para perfeccionar la vista y abrió la boca de par en par; estaban desnudos. Y luego lo entendió todo; estaban en una playa nudista.
—¿Qué ocurre? —preguntó casi ahogada sentándose en la silla.
—Creo que hemos venido a la playa equivocada.
—¿Qué? Para nada —sonrió—, el agua está deliciosa.
—No lo digo... —Kara abrió la boca para explicárselo, pero luego la cerró frunciendo el ceño—. Espera... —miró a Lena—, ¿has bebido agua de mar?
—¿Cómo voy a beber agua de mar, Kara? No lo decía literalmente —le golpeó el hombro—. Ahora dime, ¿qué quieres decir con lo de la playa equivocada?
—Estamos en una playa nudista —susurró más para ella que para Lena.
—¿Qué?
—Una. Playa. Nudista —repitió.
—Kara, no tengo super oído ni sé leer los labios.
—Playa nudista.
—¿Qué pasa con las playas nudistas?
—Sh —le puso el dedo en sus labios—. Que estamos en una playa nudista.
—¿Y qué pasa? —cogió su dedo y se miraron, haciendo que Lena dejara de cogerlo—. Que estemos aquí no significa que estés obligada a desnudarte. Y tampoco tiene nada de malo —añadió.
—Pero Krypto... —miró al perro, pero este estaba observando a las personas—. Lena, es un bebé y está mirando a personas desnudas. Ni siquiera me ha visto desnuda.
—Eres un drama —suspiró casi riéndose.
Después de un rato, Kara se quitó los pantalones y la camiseta para luego coger la toalla y tumbarse en la arena junto a Krypto. Lena estuvo leyendo. Sí, estuvo. Porque no paraba de asomarse de vez en cuando para observar el culo de la kryptoniana. Y pensó en que calor hacía y no era por el sol.
La mañana pasó rápido. Krypto no tenía miedo al mar, Kara se sumergía de vez en cuando y Lena observaba desde lejos en la orilla. Hubo algún tonteo que otro -se juntaron crema añadiendo masajes, se pintaron la cara con la loción, se acariciaban de vez en cuando-, pero pasaron desapercibidas diciendo que era normal.
—¿Cuándo le vas a cantar "cumpleaños feliz"?
—¿Hum? —Kara abrió los ojos y luego observó a Kryto—, ahora mismo —musitó y luego llamó al perro para cantarle "Feliz cumpleaños".
—Y ahora... —Lena se puso de rodillas buscando en la mochila—, esto es para ti —le entregó un hueso al perro que lo cogió con gusto—, y esto también —volvió a rebuscar y sacó una caja de madera.
—¿Qué es eso? —preguntó Kara curiosa.
—Ábrelo y pónselo.
—¿Ponérselo? —sonrió y abrió la caja—. Vaya, Lena...
Había una chapa de plata grabado con el nombre de Krypto en cursiva.
—No hacía falta —la abrazó—. Rao, te lo agradezco como si fuera un regalo para mí —comenzó a reírse.
—Que tonta eres —musitó—. También... —dudó y luego habló—, míralo por detrás.
Le dio la vuelta y tenía sus nombres grabados con sus respetivos números de teléfonos.
—Ven Krypto.
Se levantó y encaminó hacia Lena que lo había llamado. Se sentó y Kara se acercó para ponerle la pequeña chapa. Y el regalo le hizo más feliz a la chica de acero que a Krypto, básicamente porque, aunque el perro no lo entendía, la rubia sí. Lena había pensado en ambas, como si realmente las dos fueran dueña del perro -y es que Lena y Kara llamaban a Krypto por su segundo nombre: mi bebé-. Y eso le agradó a la rubia. Las dos lo acariciaron de nuevo, se miraron ambas con una sonrisa como una señal de agradecimiento y luego se tumbaron hasta que pasara la tarde.
—¿Vamos a cenar? —preguntó Kara quitando las sombrillas.
—Hum, esta noche quedé con James.
¿James? ¿Qué hace James con Lena? ¿Qué habían quedado? ¿Desde cuando se hablan? Esas preguntas hicieron que el corazón de Kara latiera con rapidez de celos.
—Pero le voy a llamar para decir que no —corrigió Lena.
—¿Por qué? —Kara frunció el ceño.
—Porque es el cumpleaños de mi bebé —acarició a Krypto con alegría.
—¿Desde cuándo te hablas con él? —preguntó Kara después de un largo silencio.
—Pues la verdad es que no me acuerdo, pero sí desde hace poco —se rascó la barbilla pensando—. Puede que hace unas tres o cuatro semanas.
—¿Y... qué tal? —preguntó sin mirarla para que no notara su cambio de humor.
—¿A qué te refieres?
—No sé, es tu exnovio. Sé que las cosas acabaron bien, pero luego no queríais saber nada uno del otro —miró a Lena al fin—, es decir que no sé que ha pasado... no me lo has contado.
—Porque pensaba que no era necesario —alzó la ceja—. ¿Te ha molestado?
—¿A mí? Pf —rio—, ¿por qué iba a molestarme?
—No sé —sonrió con las cejas fruncidas—, me has bombardeado a preguntas.
—Lo siento —siguió riéndose—. No era mi intención incomodarte.
—No lo haces, al contrario, tienes razón. Seguramente también me estaría preguntando qué ha pasado.
Comenzó a reírse y caminaron hacia el coche después de recogerlo todo. Lena sujetó la correa de Krypto y la mochila mientras que Kara llevaba encima todo lo demás. Caminaron por el sendero en silencio hasta que la pelinegra le explicó lo sucedido.
—Cuando James y yo volvimos a hablar fue cuando nos encontramos en la tienda —pensó—, cuando te fuiste a ver a Eliza, ahí ya lo sabes. Lo que no sabes es que me dijo de quedar y yo lo rechacé porque todavía seguía dolida por lo que ya sabes... Y hace unas semanas, una de las noches, cuando llegué a casa, vi un mensaje de él —comenzó a reírse—. Me dijo que iba a volver para unas vacaciones porque nos echaba de menos y se supone que vino este fin de semana —se encogió de hombros—, pero me escribió esta mañana nada más llegar a la playa.
—Bueno... si quieres, queda con él.
—No quiero estar con él, quiero estar contigo —Kara la miró y Lena apartó la vista—, y con Krypto —añadió rápidamente.
—Si quieres podemos quedar los tres —miró al perro—, los cuatro.
—Hum, vale —aceptó—, podemos ir al parque.
Ahora le tocaba el turno de Kara para conducir. Lena aceptó lo que propuso la rubia y le mandó un mensaje a James. Le había dicho al principio que no porque quería estar a solas con Kara. Le encantaba tenerla a su lado sin que nadie las molestara igual que Kara, pero la rubia no podía acapararla para ella sola porque ambas tenían sus vidas -aunque ahora sus vidas giraban en torno a ellas-.
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