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Capítulo 1

¡RING! ¡RING! 

Suena el teléfono celular rompiendo el silencio de la habitación. Giro mi cuerpo hacia el otro lado de la cama, desde donde proviene el ruido y con una expresión confusa, contemplo el nombre de Esteban en la pantalla.

—¡Hola! 

—¿Estás lista? —responde él al otro lado del teléfono. 

—Sí —y aunque la otra persona no me puede ver, peino mi suave cabello con las manos. —¿Necesitas que haga algo por ti antes de la ceremonia? —contesto nerviosa.

—¡No! —Simplemente necesito hablar algo contigo.

De pronto, mi corazón comienza a latir con fuerza, sabía lo que eso significaba “Algo había hecho mal” 

Ya tenemos varios años de noviazgo y más de una ruptura; hasta que llegó el momento de formalizar nuestra relación. 

—¿Irás a mi fiesta de despedida? —inquiero.

—No, no iré, puedes ir tú sola, yo tengo la mía —pronuncia con tanto resentimiento, que cualquiera pensaría que éramos enemigos y no futuros esposos. 

Y no es que me extrañe su mal comportamiento hacia mí, pues él siempre me ha tratado con desdén desde que nos conocimos, por lo que ya estaba acostumbrada a sus palabras hirientes y malos tratos. 

—Oye… Quisiera preguntarte sí… 

—Tengo que dejarte —interrumpe abruptamente, terminando la llamada

Con el celular aún en la mano, murmuro para mí misma.

—¡Si podía llegar a tu fiesta! —me muerdo el labio inferior dejando mis palabras al aire, giro mi cuerpo hacia el otro lado de la cama y sigo durmiendo. 

Hacía apenas unos días que él se había presentado oficialmente como mi prometido delante de mis padres. A lo que ellos lo aceptaron con gran regocijo y dicha. 

Muy por el contrario de la suya, que nunca me aceptaron por el hecho de ser de clase baja, humilde y sin estudios universitarios.

Todo el día estuve preparando los últimos detalles de la boda que sería mañana a primera hora, de vez en cuando le doy un vistazo a la puerta principal, a la espera de su llegada, pero este nunca llegó.

Por la noche, me arreglo para lo que será mi fiesta de despedida, me coloco un pantalón jean y una blusa lisa, sujeto mi cabello con una coleta y me maquillo lo más sencillo posible.

Al llegar a la fiesta donde se encuentran todos mis amigos, junto con algunos familiares y otras personas que no conozco, deduzco que pueden ser conocidos de Esteban, o de su familia por la forma en que están vestidos. Todos ellos están con sus bellas damas, unos están agarrados a sus brazos, otros bailando sin parar en aquel pequeño salón. 

Sonrío mientras camino hacia la barra y pido una cerveza fría. Observo con detenimiento a cada una de las personas ajenas a mi círculo social y lo bien que se lo están pasando. 

De pronto, un ruido llama mi atención, giro la cabeza hacia la puerta principal y es cuando veo a Esteban entrar en ella.

Esteban es un hombre alto y moreno, con ojos azul plata, con porte elegante y muy serio, nunca lo vi sonreír ni cuando nos comprometimos en aquel restaurante exclusivo, el pueblo donde estaban mis padres, y uno que otro invitado. 

—Me alegra volverte, ¿Quieres algo de tomar? —pregunto a lo que él acepta con la cabeza, adentrándose aún más en el lugar— ¿Estás bien? —inquiero preocupada al ver su semblante serio y con una expresión impasible.

A pesar de que mi trato es gentil y amable, él solo mira al frente con dirección al joven que sirve los tragos.  

»¿Qué era eso que me querías decir? —interrogo observando detalladamente su rostro, a la vez que intento adivinar lo que está pasando por su mente. Pero él sigue sin pronunciar ni una palabra, como si estuviera analizando lo que quiere decirme. 

Y de inmediato supuse que algo raro estaba pasando, por varios minutos lo miro confundida «¿Qué hago?» Me digo a mí misma, mientras él sigue sumergido en sus pensamientos.

De pronto, gira su cuerpo hacia mi dirección y se me queda viendo fijo a los ojos.

—¿Estás segura de que te quieres casar conmigo? —a lo que afirme bajando la mirada, mientras mi corazón se encoge de tristeza al pensar que él se estuviese arrepintiendo. 

—¿Y tú te quieres casar? —tartamudeo con temor a su respuesta, mientras una lágrima baja por mi mejilla.

Él seca mi lágrima con delicadeza para luego voltear a ver hacia el frente y susurrar un tímido sí.

Intento tocar su mano para colocar la mía encima de la suya, pero él no me deja, moviéndola hacia otro lado, por alguna extraña razón, quiero tomar su actitud como parte de un juego. 

Me acerco más a su cuerpo, con la idea de quedar lo más cerca posible mientras le paso la lengua por su oreja intentando atraerlo. Pero a diferencia de lo que pudiese pensar, él arquea la cabeza hacia el otro lado y se aleja quedando a unos centímetros de mí.

Su actitud frío y cortante hace que tiemble de temor al pensar que él me pudiese regañar aquí mismo delante de toda esta gente. 

—Cariño, ¿Qué te pasa? —tartamudeo.

—Nada, simplemente estoy cansado. —Responde levantándose de su asiento algo molesto, mientras me mira de arriba a abajo —¿Qué es eso con lo que andas puesto? ¿Acaso no te da vergüenza que te vean con esos trapos viejos?

Volteo a ver mi cuerpo con vergüenza, mientras mis brazos cubren mi pecho, con la intención de cubrir lo más que se pueda. 

—Lo siento es que…

Y antes de que pudiese terminar de justificarme, el sonido, una voz familiar se escucha a través del micrófono.

Es una de mis amigas que habla para llamar la atención, mientras la vuelvo a ver con empatía. Ella saluda a los presentes, bromea un poco, todo sin dejar de mirarme desde lejos, para luego decir  

—Hoy es un día muy importante para nuestra querida Melissa, quien se casa con nada más y nada menos que con el amor de su vida, Esteban Russo.  Acércate amiga y di unas palabras para calentar el ambiente y usted también, Esteban. —Concluye tomando un trago a pico de botella. 

Los presentes me vuelven a ver mientras le insisto a Esteban para que me acompañe, pero él se niega tomando su botella y alejándose del lugar. 

“Debe de estar cansado” pensé sacudiendo mi cuerpo, restándole importancia a su indiferencia. “Ya se le pasará”.

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