Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo seis

Senku sintió su boca secarse mientras observaba a Kohaku, que parecía completamente paralizada.

Ambos se quedaron estáticos un momento, hasta que los murmullos en la estación comenzaron a sonar demasiado alto y Senku se estremeció, apartando la mirada por un momento para suspirar y calmarse.

¿Qué estaba haciendo? Pasaron siete años, ellos ya no eran nada. No conocía ni un milímetro a esa mujer…

La miró de reojo mientras caminaba lentamente al escritorio de la recepcionista, examinándola lo más sutilmente posible, sin poder evitar notar lo joven que parecía a pesar de tener treinta y cuatro años, cualquiera podría pensar que apenas estaba a finales de sus veinte años si no la conocieran. Seguía siendo tonificada y saludable y tan hermosa como la última vez que la vio.

Al estar a pocos pasos de ella, desvió la mirada y también se apoyó en el escritorio, mientras que Kohaku se quedó congelada en su sitio, todavía mirándolo como si él fuera un fantasma o algo peor.

-Ishigami-sensei, que honor tenerlo en nuestra delegación.- la recepcionista se inclinó respetuosamente.

-Vengo a presentar una denuncia.- murmuró lentamente.

-Le suplicó que espere unos minutos, debo terminar de hablar con Hizashi-san y mi reemplazo vendrá a tomar su denuncia.- se inclinó una vez más.

-Entiendo…- frunció el ceño al escuchar que Kohaku todavía conservaba su apellido de soltera.

Bueno… tampoco es como que nadie le haya dicho que ella se casó. Simplemente asumió que lo hizo al escuchar que tenía una mocosa… y ya que rompió con él porque no quiso casarse con ella.

Por lo que sabía, hasta podía ser madre soltera. Aunque probablemente solo era alguna mierda de que el tipejo padre de la niña no quería casarse legalmente o algo así. La verdad no era asunto suyo, no tenía porqué importarle.

Su mirada se ensombreció mientras la observaba. La recepcionista estaba hablando con ella pero Kohaku no decía nada, y también lo miraba de reojo, retorciendo sus manos y mordiéndose el labio, apenas asintiendo o negando cuando la otra mujer le hacía preguntas.

Estaba nerviosa por su presencia… No creyó que la afectaría de ese modo volver a encontrarse. Aunque no es como si él no estuviera afectado… tenía una gran mezcla de emociones pero entre todas esas había una que se alzaba por encima de todas las otras.

Tristeza. Pero una tristeza tranquila y resignada, que le decía: ¿por qué molestarse en sentir nada más? Hace mucho que la perdió y ella ya tenía su vida hecha sin él. Y era únicamente su culpa.

-¿Me está escuchando, Hizashi-san? ¿Tiene usted cuenta en Kurizaki o Aka-bokku? Necesitamos registrarla de alguna forma si quiere trabajar aquí.- la recepcionista miró con impaciencia a la distraída mujer rubia.

Senku la observó con los ojos muy abiertos.

¿Volvería a trabajar allí? ¿Eso quería decir que regresaría a Tokio de manera definitiva? ¿Cuándo demonios había regresado a Japón, en primer lugar? Y… ¿por qué?

-Lo siento… Kurizaki.- contestó en voz baja, siendo esa la primera vez que hablaba desde que volvió a verla. La primera vez que escuchaba su voz de nuevo en siete años.

Y, de repente, Senku ya no pudo estar tranquilo.

Tragándose el nudo en su garganta, dio media vuelta bruscamente y empezó a retirarse de allí a paso fuerte, ignorando los llamados de la recepcionista preguntándole qué le sucedía y que solo necesitaba esperar para ser atendido.

Era un idiota infantil, una patética excusa de hombre que no podía olvidar a su ex. Ya ni siquiera le importaba que alguien haya querido matarlo hace un par de horas.

Demonios, hasta debería haber dejado que lo mataran, así no se estaría sintiendo tan mierda ahora mismo.

Se metió al auto de Tsukasa y rápidamente hackeó su cuenta para acceder a la inteligencia artificial y que condujera en automático hasta su casa. Luego le pediría disculpas por eso, pero ahora no le importaba

Enterró el rostro en sus manos mientras respiraba agitadamente.

No entendía… había estado tomándoselo tan bien… ella parecía más nerviosa que él, y de repente solo fue cuestión de escuchar su voz una vez más para que toda su resolución se derrumbara.

Habían pasado siete años desde que rompió con ella, y aunque no había estado bien, aunque se había sentido totalmente miserable y tan solo que era patético, nunca derramó una sola lágrima.

Y aquí estaba ahora, luchando porque las gotas de agua salada acumulándose en las comisuras de sus párpados inferiores no se escaparán de sus confines, apretando sus ojos con fuerza con sus manos mientras crujía sus dientes, odiando como sus labios temblaban y su garganta se sentía cada vez más comprimida.

Lo odiaba. La odiaba a ella y se odiaba a sí mismo. Odiaba a todo el puto mundo y debería haber dejado a esa bomba estallar y matarlo.

¿Por qué? ¿Por qué tuvo que verla otra vez? ¿Y por qué tuvo que darse cuenta solo hasta este momento lo mucho que la amaba?

No… no es que acabara de darse cuenta… ya lo sabía, lo sabía desde hace años, desde esa vez que estúpidamente se provocó cortes en la muñeca para no pensar en cuánto se arrepentía de haberla dejado, pero siempre reprimió el pensamiento, era bueno en eso. Siempre reprimía sus sentimientos y los pensamientos innecesarios, y no era un masoquista como para querer torturarse a propósito con sus propios errores.

Pero ahora… después de tantos años extrañándola inconscientemente, intentando no pensar en eso y engañándose con que había tomado la decisión correcta, ahora que volvió a verla tan de cerca, ella ya no era solo un fantasma de su recuerdo, era la verdadera Kohaku, la única mujer a la que amó y a la que había perdido por voluntad propia. Verdaderamente estuvieron frente a frente y no pudo hacer nada…

Eran extraños. No tenían nada que los conectara. Cortaron todos sus vínculos y los recuerdos se volvían irrelevantes después de tantos años. Al menos para ella.

Ella ya tenía una familia, una nueva vida donde él no encajaba. No existía ya nada que los uniera.

Y lo peor era que el único culpable era él mismo.

El auto se detuvo frente a su casa, pero Senku no salió.

Apretó más las manos contra sus ojos, intentando pretender que las lágrimas seguían contenidas, con sus hombros temblando, negándose a sollozar.

La extrañaba tanto… la amaba tanto… la quería devuelta.

Se arrepentía tanto de lo estúpido que fue. Y quería desesperadamente hacer algo para recuperarla, pero era tarde. Tan absurdamente tarde que nada de lo que estaba pensando o sintiendo tenía ni un milímetro de sentido. Pero no podía evitarlo. No podía evitar sentirse así, aunque quería con todas sus fuerzas no ser tan patético, simplemente no podía evitarlo.

Estuvo tan solo… estaba tan solo… estaría solo siempre.

Frotó furiosamente sus ojos y salió del auto con la mirada baja y pasos apresurados.

Apenas entró a su casa, tomó una botella de vino y comenzó a beberla de golpe.

Quería dormir, quería dormir y no pensar en nada.

Ya no le quedaban pastillas… tenía que comprar más, pero luego. Ahora tenía alcohol. Todo lo que tenía era alcohol.

Bebió una botella tras otra, todas las que tenía, rogando dormirse para tal vez así no sentirse tan mal.

Acabó vomitando de una forma horrible, pero ya no pensaba correctamente y simplemente siguió bebiendo, hasta que finalmente pudo dormirse.

Después de despertar volvería a fingir que nada le importaba, pero por ese día se mostró tan patético y miserable como realmente se había sentido los últimos siete años.

Por ese día, reconoció lo mucho que odiaba estar solo.

Tan solo…

.

Kohaku abandonó la delegación de Tokio con el corazón latiéndole fuertemente en el pecho, sin poder creer lo que acababa de pasar. Tenía muchos sentimientos encontrados y ni siquiera podía concentrarse en el hecho de que los únicos puestos disponibles eran inadecuados para ella y posiblemente tendría que buscar trabajo en otro lugar. No, no podía confiar en eso.

Senku… vio a Senku… Y él la vio… ambos se vieron.

Se veía diferente en persona a tener que verlo en televisión o periódicos.

No había cambiado mucho, habían más arrugas alrededor de sus ojos, pero Kohaku lo veía tan guapo como siempre.

Pero… no debería estar pensando de ese modo… Él fue el hombre que le rompió el corazón, después de todo.

Cuando ella quería darle todo, él le dijo que prefería su trabajo, que nunca sería lo que quería, prácticamente le dijo que lo molestaba y que lo dejara en paz.

No debería pensar más en él. Su vida era su hija y punto.

Al llegar a casa de su hermana, suspiró al ver a su hija muy contenta platicando con su tío y su primo algo sobre ciencia.

Mañana tendría que ir a inscribirla en una primaria, ya que ya llevaban un par de días allí.

Luego de saludar a su hija y a su sobrino con un beso en la frente para cada uno, agitó una mano hacia Chrome y de inmediato fue a buscar a Ruri. Ella estaba en su propia oficina, revisando lo que probablemente era algún manuscrito o algo así.

-Oh, Kohaku.- le sonrió dulcemente. -¿Cómo fue todo? ¿Conseguiste un puesto?-

-No… no tienen nada decente para mí nivel.- bufó. -Tengo que pensarlo. De todos modo… en realidad quiero hablarte de otra cosa.- se mordió el labio, sintiendo su corazón latirle fuertemente en el pecho una vez más. -Yo… vi a Senku allí.-

La boca de Ruri cayó y casi deja caer sus papeles, pero rápidamente se recompuso y la miro preocupada.

-Oh, Dios… Y… ¿hablaron?-

-No… me puse tan nerviosa que ni siquiera podía pensar correctamente. Y solo estuvimos parados uno al lado del otro, a unos pasos, frente al escritorio de la recepcionista, prácticamente ignorándonos, hasta que él… él simplemente se fue.- se llevó una mano al pecho, apretando la tela de su blusa. -Él estaba muy tranquilo, sabes. Yo me estaba muriendo de nervios y él solo me miraba como si nada hubiera pasado.- frunció el ceño amargamente. -Se nota que no le importó en lo absoluto el volvernos a ver… Probablemente se fue porque se hartó de esperar. Seguramente tiene muchas cosas que hacer, muchas personas que lo esperan… mucho trabajo.- sus ojos se aguaron, pero tomó aire y se prohibió llorar por ese bastardo. -Aunque agradezco que no haya dicho nada, lo habría mandado al diablo de todas formas.- bufó.

Ruri la miró en silencio por un momento.

-¿Kohaku, tú… aún lo amas?- preguntó en voz baja.

Ella se estremeció, casi brincando en su sitio, con el rostro completamente desencajado.

-¡Por supuesto q-que n-no! ¿Por qué siquiera puedes pensar en algo así? ¡Pasaron siete años!- se escandalizó.

-El amor no se borra ni con los años...- Ruri suspiró. -No cuando es tan fuerte como el que ustedes tuvieron.-

-¿De qué hablas?- la miró fríamente. -Él nunca me amó.-

Ruri la observó con ojos tristes, pero Kohaku no la dejó decir nada más y simplemente se marchó de allí.

Al día siguiente, llevo a su hija a la misma escuela primaria en la que ella había estudiado de niña e inició los trámites para inscribirla al comprobar que la directora allí era una dulzura de persona que de inmediato las hizo sentir bienvenidas y trató con ternura a su pequeñita de seis años, que hasta se sorprendió de saber que no todas las directoras eran brujas.

Saliendo de la escuela, justo en hora de receso, Tsukiku se encontró con el hijo de Tsukasa y la hija de Ukyo, que iban a tercero y cuarto de primaria allí.

Kohaku sonrió y decidió dejarla pasar un tiempo con sus amiguitos mientras iba a comprar una bebida energética.

Bufó antes de beberla. No las necesitaba para nada, pero Senku le pegó el hábito de beberlas cuando salían y aún molesta con él nunca pudo deshacerse de esa pequeña y tonta costumbre.

-¿Kohaku-chan?- casi se atraganta al reconocer una voz familiar.

Volteó, topándose con un rostro que hace años no veía.

-Myuji…- era un ex novio… bueno, no exactamente… la verdad solo salió con él un par de veces para molestar a Senku. Gracias a él Senku le confesó que ella le gustaba y empezaron su extraña relación.

-¡Kohaku-chan!- le dio un gran abrazo, como si no lo hubiera utilizado para darle celos a un idiota que no la valoraba, rechazándolo y cortando lazos con él al punto de que esta era la primera vez que se veían en once años. -¡Que alegría volver a verte! ¡Ha pasado mucho tiempo!-

-Eh… si…- correspondió a su abrazo incómodamente. -Es bueno ver un viejo amigo…- carraspeó.

-¡Y en una escuela primaria! Nunca lo habría pensado.- se apartó sonriendo enormemente. -¿Tienes hijos? ¿Viniste a la reunión de otra aula de segundo grado?-

-No…- ahora que se apartó, Kohaku aprovechó para mirarlo bien.

Se sorprendió al ver que no parecía haber envejecido ni un día, aunque era un año menor que ella no parecía ni cerca de los treinta. Su peinado seguía siendo el mismo de antes, cabello negro largo hasta por encima de los hombros, con un grueso flequillo en V invertida y las puntas de este tintadas una violeta y la otra azul. Y sus ojos celestes seguían con la misma vibra juguetona que hace once años.

-¿Entonces eres maestra o algo? ¿Cambiaste de profesión?- la miró curioso.

-No, no. Yo… Oye, escuche que al final si triunfaste como músico.- decidió cambiar de tema, ya que él también conocía a Senku al fin y al cabo.

-¡Claro que si! Tengo giras internacionales y todo, el nombre de "Myuji-senpai" es mundialmente conocido.- sonrió altaneramente. -Soy tan famoso que aquí tengo mi disfraz para que no me persigan cuando salga de la escuela.- sacó una peluca levemente del bolso que cargaba en su hombro. -Aunque a esta hora no hay muchas adolescentes en la calle pero todos son fans potenciales y no quiero que empiecen a rondar la escuela de mi hijo para querer verme y eso.-

-Oh, ¿tienes un hijo? Felicidades.- sonrió, realmente feliz por él. -Entonces, ¿estás casado?-

-Nah, ¿recuerdas a mi baterista?-

-Sí… ella me odiaba.- frunció el ceño al pensar en esa desagradable mujer.

-Ella es la madre de mi hijo. Solo se embarazó para que me casé con ella pero me negué así que me abandonó con el niño después de sacarme dinero y se largó a Europa, creo.- dijo como si fuera lo más natural del mundo.

-Oh… vaya, lo siento mucho.- no sabía qué decir a eso.

-No te preocupes. Pero oye… había escuchado que te fuiste del país hace años o algo así. ¿Cuándo regresaste?-

-Umm… sí, de hecho regresé hace poco.- se incomodó un poco ante su mirada fija.

-¿Y… estás soltera?- la miró con las cejas arqueadas.

-¡Oye!- una pequeña vocecita enojada hizo que ambos se estremecieran. -¡Deja de molestar a mi madre!-

-¿Eh?- Myuji miró confuso a la pequeña niña de coletas que lo miraba como si él fuera su peor enemigo. -Oh, hola… ¿Eres hija de Kohaku-chan?- se puso serio de repente, cosa rara en él.

-¡Sí, y no me gusta que molesten a mi madre!- entrecerró los ojos de forma amenazante.

Intentando no morir de ternura, Kohaku colocó una mano en su cabeza suavemente.

-No me está molestando, hijita. Solo es un viejo amigo y estamos conversando.-

-Mmm…- no pareció convencida.

-¡Tsukiku-chan! ¡¿No vienes?! ¡El receso ya casi se acaba!- Umi, la hija de Ukyo, llamó a su hija a lo lejos.

-Mmm…- todavía mirando desconfiada a Myuji, retrocedió lentamente. -Me voy… ¡pero vuelvo pronto!- advirtió.

Kohaku negó con la cabeza, pero sonriendo divertida.

-Kohaku-chan… ¿Tu hija… es de Senku-kun, verdad?- la pregunta de Myuji la congeló en su sitio, pero debería haberla estado esperando.

Era innegable su parecido con Senku. Solo bastaba mirarla de cerca y conocer medianamente bien a Senku y cualquiera podría saberlo fácilmente.

-Sí…- admitió con un suspiro.

-¿Y… él lo sabe? Porque hace poco estaban corriendo rumores de que se drogaba y decían que si moría por sobredosis no tendría a nadie a quien heredarle la enorme fortuna y eso…-

-¡¿Qué Senku qué?!- se llevó las manos a la boca.

-Tranquila, tranquila, solo eran rumores falsos, pero nunca escuche nada de que tuviera hijos así que

-Oh.- suspiró aliviada. -No, él no lo sabe. Y no quiero que lo sepa por el momento así que por favor no vayas a decirle nada a nadie.- lo miró suplicante.

-Nah, me gusta el chisme pero soy bueno guardando secretos. Ya me conoces, no cambie nada.- guiñó un ojo. -Bueno, veo que tu retoño está regresando mirándome muy molesta… Así que me iré ahora, Kohaku-chan. Fue un placer volver a verte.- hizo una reverencia y se marchó, colocándose la peluca mientras caminaba.

Ella sonrió divertida, pero entonces escuchó un carraspeó.

-¿Quién era ese?- su hija la miraba con los brazos cruzados y rostro ceñudo.

Kohaku rodó los ojos.

Sí que se parece a su padre…

-Ya te dije que solo un viejo amigo. Vamos, tengo que comprarte el uniforme para la escuela, empiezas mañana.- la tomó en brazos y la cargó para ir de compras.

.

-Muy bien, clase, hoy tenemos una alumna nueva. No olviden ser amables. Entra, Hizashi-chan.-

Insegura, Tsukiku ingresó a su nueva aula de clases, echando un breve vistazo a sus nuevos compañeros antes de mirar a la maestra. Ella era baja, de cabello negro atado en un bollo y flequillo recto, no tenía una mirada tan dulce como su maestra anterior pero parecía buena.

-Hola.- agitó una mano, antes de recordar que ya estaba en Japón y rápidamente hacer una reverencia.

-¿Quieres presentarte a tus compañeros?-

-Umm… claro…- se paró dándole la cara a la clase. -Soy Tsu… Soy Hizashi Tsukiku. Tengo seis y medio y vengo de Estados Unidos, me crie allí aunque nací aquí en Tokio. Me gustan los deportes y la ciencia.- hizo otra reverencia.

Una mano se alzó y la maestra permitió al niño de hablar.

-¿Eres atleta? ¿O eres nerd? Decídete.- el niño pareció confundido.

Tsukiku frunció el ceño.

¿Sus compañeros aquí serían tan malos como en su antigua escuela?

-Cállate, idiota. ¿Qué no sabes que los astronautas son inteligentes y fuertes? Se puede ser las dos cosas. Así como tú eres tonto y bocón.- una niña pelirroja miró mal al niño de antes.

Toda la clase se rió y Tsukiku sonrió, a lo que la niña pelirroja le devolvió la sonrisa.

-Vamos, niños, no se peleen. ¿Qué ejemplo le estamos dando a su nueva compañera?- la maestra los miró con reprobación.

-Perdón.- toda la clase se disculpó a coro, sorprendiendo a la recién llegada.

Parecían ser muy diferentes a su escuela anterior, después de todo.

-Elige el asiento que desees, Hizashi-chan.- pidió su maestra. -Puedes llamarme Maiko-sensei, por cierto.- sonrió amablemente.

Tsukiku hizo otra reverencia, antes de caminar hacia los pupitres y asientos, notando que había solo tres libres.

Al ver uno libre junto a la niña pelirroja, sonrió y la miró esperanzada. Ella le sonrió, a lo que Tsukiku de inmediato tomó asiento a su lado.

-Gracias por lo de antes…- susurró.

Ella le sonrió y asintió, pero hizo una seña de que guardara silencio, mirando de reojo a la maestra.

Entendiendo que hablar podría meterla en problemas, volvió la mirada al frente, aunque la clase no estuvo muy interesante, ya que solo enseñaban matemáticas que ya sabia. Así que se puso a pensar en lo que había aprendido de su tío Chrome.

Él era un gran maestro, aunque no tan bueno como Ishigami Senku.

Le preguntó si de verdad trabajaban juntos, pero su tío se puso nervioso y evitó la pregunta. Oh bueno, allá él.

Cuando llegó la hora del receso, varios compañeros se le acercaron a preguntarle si de verdad venía de América y cómo era allá, pero Tsukiku no les prestó mucha atención, más concentrada en la niña pelirroja que había abandonado el salón apenas comenzó el receso.

Contestó apresuradamente las preguntas antes de correr fuera del aula y hacia el comedor, buscando a la niña pelirroja.

Afortunadamente, la encontró sentada en una mesa, junto a un niño castaño de cabello alborotado y un cubre-bocas verde, por alguna extraña razón, aunque ya lo había visto antes en clase, sentado detrás de ella. Él estaba apretando botones en un celular.

-Oh, hola, Tsukiku.- la niña agitó un brazo amigablemente. -Mi nombre es Misaki, también tengo seis y medio.- se presentó con una sonrisa.

-Hola, gracias por lo de antes.- se sentó a su lado y miró curiosa al niño con la mascarilla. -¿Tú cómo te llamas?-

-Mijow Yok.- masculló secamente, sin dejar de presionar botones en ese celular que parecía no encender. -Tengo siete años.-

-¿No deberías estar en segundo grado, Yok?- lo miró con las cejas arqueadas.

-Él…-

-No, no realmente.- interrumpió a Misaki. -Y llámame Mijow, no sé cómo sean las cosas en Estados Unidos pero aquí no llamas a las personas por su nombre a menos que sean amigos. Y no somos amigos.- la miró mal.

Tsukiku frunció el ceño, pero él tenía un punto.

-Muy bien, Mijow.- rodó los ojos. -¿Por qué traes una mascarilla?- preguntó curiosa.

-¿Nunca escuchaste de la pandemia del 2020?-

-¿Eso no fue hace como diecinueve años?- arrugó las cejas, mirándolo escéptica.

-Sigue siendo muy recordado.- murmuró Misaki. -Aunque Mijow-kun solo lo usa como excusa para su obsesión por la higiene y su fobia a los gérmenes.-

-No tengo obsesiones ni fobias, cállate.- la miró mal. -¿Por qué me molestas? Tampoco soy tu amigo.- siguió tecleando en ese celular.

-Qué grosero…- murmuró Misaki.

-Oye… ¿por qué sigues presionando botones en ese celular?- incapaz de detener su curiosidad, Tsukiku le hizo esa pregunta.

-Estoy intentando que funcione, obviamente.- dijo, sin siquiera mirarla. -Un chico dijo que me daría quinientos yenes si lo hacía funcionar.- parecía muy concentrado.

-Él está obsesionado con el dinero también.- le susurró Misaki en voz baja.

-Escuche eso.- volvió a mirarla mal con sus ojos verdes claros. -¿Por qué no llevas a la nueva a recorrer la escuela y me dejas en paz? No te pedí que te sentaras aquí.-

Al ver que Misaki se quedaba callada, Tsukiku decidió intervenir esta vez.

-Sí no te gusta ¿por qué no te vas tú? Eres el único que está siendo grosero.- le sacó la lengua.

El niño bufó por detrás de su cubre-bocas.

-Como sea, iré a buscar algo para desarmar esta cosa.- dejó el celular en la mesa y se levantó de golpe, retirándose casi corriendo.

Tsukiku miró curiosa a Misaki.

-¿Por qué eres tan amable con él? Es muy grosero.- y antes fue ella la que no toleró un comportamiento grosero hacia Tsukiku en clases.

-Lo sé…- bajó la mirada. -Pero… yo vivo con mis tíos, sabes… mis padres murieron.- Tsukiku abrió mucho los ojos.

-Lo siento… ¿él es tu familiar?-

-No… él es huérfano y vive en un orfanato. Así que sabemos lo que es no tener padres. Aún así realmente no somos amigos.-

-¿Entonces por qué te sientas con él?- no estaba entendiendo nada.

-Bueno… solo pensé que nadie merece estar solo en su cumpleaños…-

Ante esas palabras, Tsukiku se quedó boquiabierta.

Oh… rayos…

Se sintió culpable por haberle dicho que se fuera. Aunque es cierto que estaba siendo grosero pero… realmente nadie debería estar solo en su cumpleaños.

Miró al celular, reconociendo el modelo como uno de los creados por Ishigami Senku.

Sin pensarlo dos veces, tomó el celular y comenzó a examinarlo, intentando recordar todo lo que había aprendido de los videos de Ishigami Senku y lo que leyó en libros sobre el tema.

Misaki la miró confundida, pero Tsukiku solo sonrió emocionada ante el nuevo reto científico que tenía delante. ¡Y le había tocado uno fácil!

Cuando el pequeño Mijow Yok regresó a la mesa, la encontró vacía, solo con el celular y una nota.

"¡Feliz cumpleaños! ~Tsukiku".

Cuando intentó prender el celular, este se encendió sin ningún problema, y el niño lo observó sorprendido y maravillado, expresión notable aún con la mascarilla.

Observándolo a lo lejos, Tsukiku sonrió felizmente.

Estaba decidida a hacer más amigos en esta nueva escuela. ¡Esta era una nueva vida, después de todo!

.

-Senku, ¿hackeaste mi auto?- más resignado que enfadado, Tsukasa ingreso a la residencia de su amigo sin siquiera tocar.

Aparte de pedirle que le devuelva el control de su auto, también quería preguntarle por qué no hizo la denuncia ayer, por lo que le contaron sus amigos en la estación.

Arrugó la nariz cuando de inmediato un intenso aroma a alcohol lleno sus fosas nasales.

-¿Otra vez embriagándote, Senku?- frunció el ceño con desaprobación. -¿Senku?- estaba comenzado a extrañarse por no recibir respuesta.

Se adentró más en la casa, pasando por encima de varias botellas de vino hasta finalmente encontrar a su amigo dormido de costado, rodeado de botellas de vino. Era un espectáculo realmente lamentable. Tendría que decirle a Byakuya sobre esto.

-No puedes seguir así, amigo.- negó con la cabeza mientras se acercaba a él. -Despierta, tenemos que hablar acerca de lo que pasó ayer.- sacudió su hombro. -¿Senku?- lo sacudió un poco más fuerte. -¡¿Senku?!- lo sentó con brusquedad, pero él no reaccionó.

Con temor, presionó dos dedos en su cuello…

Suspiró aliviado al sentir su pulso. Débil, pero allí estaba.

Este imbécil… debía estar en coma etílico por beber tanto alcohol de golpe.

Llamó a una ambulancia y luego a Byakuya, que de inmediato prometió llegar allí en pocos minutos mientras corría probablemente hacia su auto en medio de sollozos.

Mientras esperaba, Tsukasa se quedó cerca de su amigo para asegurarse de que siguiera respirando.

Ese maldito idiota… casi se mata a sí mismo. Y Tsukasa no pudo evitar pensar en lo cruel que habría sido que eso pasara sin siquiera enterarse que tenía una hija.

Ahora se maldecía por haber accedido tan fácilmente a guardar el secreto de Kohaku.

-Debes resistir, Senku.- lo miró frustrado. -No puedes irte todavía… hay alguien a quien debes conocer.- frunció el ceño con pena. -Tienes una hija, Senku. Y debes conocerla algún día.- dijo con voz fuerte, sin poder controlarse a sí mismo por lo injusta que consideraba esta situación.

Justo en ese momento, los ojos de Senku se abrieron de golpe.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro