Capítulo quince
Tsukiku tuvo una noche muy interesante al cuidado de su tío Ukyo y en compañía de su amiga Umi.
-¿Tú cocinas?- se quedó con la boca abierta al ver que era su amiga la que cocinaba a pesar de que era solo tres años mayor que ella.
-¡Sí, aprendí hace poco! Como mi papá siempre está muy ocupado trabajando decidí que quiero ser yo la que cocine.- sonrió alegremente, mirando a su padre trabajar en unos papeles. —Además...- bajó su voz a un susurro. —La verdad es que nunca fue buen cocinero...-
-Escuche eso.- su padre le lanzó una mirada herida.
Umi rió nerviosamente.
-Lo siento, papi, es la verdad. Pero aún eres el mejor papá en todo el mundo.-
Ukyo pareció realmente deprimido, pero acabó sonriendo luego de soltar un suspiro.
Tsukiku rió y miró con interés a su amiga cocinar. Umi quiso hacerla ayudar en lavar las verduras, pero Tsukiku hizo un verdadero enchastre y Umi acabó enviándola al rincón junto a Ukyo, ambos deprimidos.
-¿Qué haces, tío?- miró con interés sus papeles.
-Trabajo.- palmeó su cabeza cariñosamente. —Aunque no es nada urgente. ¿Quieres ver una película?-
-En realidad... ¿puedo ayudarte con tu trabajo?-
-¿Eh?-
-¿Solo tienes que calcular los gastos en esos papeles de allí, verdad?- señaló las hojas en la otra punta de la mesilla.
-Sí, pero...-
-Son ecuaciones sencillas. Sumar, dividir y graficar. Umm... si me das unos lapices y hojas no creo que me tomé mucho tiempo.- se llevó un dedo a la barbilla.
Ukyo la observó con los ojos muy abiertos.
-Bueno... primero usemos un borrador.- sonrió nerviosamente, tomando una libreta y arrancando un par de hojas de ella.
Cuando le dio unos lápices, Tsukiku se arrodilló frente a la mesilla y comenzó a calcular mientras su tío seguía en su trabajo, aunque mirando sus hojas de vez en cuando.
-¡Terminé la primera hoja, tío!- casi como si estuviera en la escuela, le llevó su trabajo para que lo revisará.
Él lo observó con ojo crítico. Alzó las cejas y la miró por un momento, antes de tomar su calculadora y teclear un par de veces. Volvió a mirar las hojas y volvió a teclear, antes de parpadear y mirarla impresionado.
-Todo es correcto.- sonrió, asombrado. -¡Bien hecho, eres muy lista!- palmeó su cabeza, a lo que ella sonrió enormemente. —Definitivamente eres hija de S... de Kohaku-chan, eres muy dedicada en todo lo que te propones.- rió nerviosamente.
-¿Entonces puedo seguir ayudándote?- preguntó con ojos brillantes.
-Muy bien, muy bien. Aunque de todos modos comprobaré los resultados luego. Y solo los cálculos sencillos ¿de acuerdo?-
-¡Sí, muchas gracias!-
-Gracias a ti.- rió incrédulo, negando con la cabeza antes de volver a su papeleo.
Tsukiku terminó todas las hojas que su tío le había permitido resolver para cuando Umi acabó de cocinar la cena.
-Esto está muy bueno, Umi.- habló con la boca llena. —Es increíble que sepas cocinar tan bien.- aunque seguía gustandole más la comida de su mamá y tía Francois.
-Gracias, mi tía me enseñó.- sonrió orgullosamente.
-¿Tienes hermanas, tío Ukyo?- preguntó luego de tragar.
-No, en realidad Umi les dice tías a las amigas de mi difunta esposa.- dijo con un tinte de nostalgia en su voz. —Ellas siempre me han ayudado mucho a cuidarla.- suspiró tristemente.
Tsukiku se incomodó al ver las miradas repentinamente tristes de los dos Saionji.
Ukyo suspiró al ver a su hija triste también y acercó más su asiento al suyo para apartar los rulos de su frente y darle un pequeño beso allí. Eso la hizo sonreír y ella dejó sus palillos para darle un rápido abrazo.
Tsukiku los observó de reojo. Aparentemente tener solo un papá era tan bueno como tener solo una mamá...
¿Cómo sería tener papá y mamá?
Encogió los hombros y siguió comiendo.
Esas cosas realmente no le interesaban.
Luego de cenar, ella y Umi tendieron futones en el piso y Ukyo les ofreció contarles un cuento o ponerles alguna película.
-Papi, sabes que te quiero mucho, pero eres malo contando cuentos.- Umi sonrió nerviosamente mientras su padre se deprimía otra vez. -¿Qué tipo de películas te gustan, Tsukiku-chan?-
-Acción.- dijo sin dudarlo.
-Umm... a mí me gustan más los musicales...-
-¿Quieren ver Mulan? Es una película vieja de Disney, una animada.- sugirió Ukyo.
-Está bien.- accedió Umi, mientras que Tsukiku encogió los hombros.
La película trataba mucho sobre una chica increíble con un gran cariño por su padre, aparte de la acción y la música, y Tsukiku observó interesada la historia. Le gustó bastante.
Luego de verla, Ukyo les dijo que ya era hora de dormir y besó en la frente a su hija y le revolvió el cabello a Tsukiku antes de retirarse.
-¿Umi?- una vez solas y con las luces apagadas, Tsukiku habló en susurros con la niña mayor.
-¿Qué pasa?- preguntó en medio de un bostezo, ya medio dormida.
-Sí tu papá es tan bueno... entonces no necesitas una mamá ¿no?- preguntó mirando al techo. —Aunque fuera tu madre biológica, no la necesitarías ¿verdad?-
-Umm...- ella volteó a verla curiosa, ya no tan adormilada. —Amó mucho a mi papá, pero si pudiera tener a mi mamá también claro que la necesitaría.- sonrió tristemente. —Y creo que, sí pudiéramos tenerla de regreso, tanto mi papá como yo seríamos más felices.- cerró los ojos, sonriendo felizmente al imaginarlo. —Me gustaría eso... me gustaría que papá fuera más feliz, el más feliz del mundo...- susurró en voz cansada una vez más, durmiéndose sin dejar de sonreír.
Tsukiku la observó por un segundo, antes de volver a mirar al techo.
Pensó en lo que su amiga le dijo largo rato hasta que finalmente se quedó dormida también.
.
Los besos solo subían más y más de intensidad.
Kohaku arrastró a Senku a su habitación y los tiró a la cama a ambos, con ella encima de él.
Senku rodeó su cintura con sus manos, acariciando su piel por encima de la ropa de una manera que ambos sabían que la volvía loca. Y ella le quitó el saco y le rompió la camisa.
Se lanzó a besar su cuello y su clavícula mientras tiraba para quitarle por completo la camisa, disfrutando de escucharlo sisear.
-Espera... leona...- sus manos se apartaron de su cintura y subieron a acariciarle el cabello. —Detente. Esto es una idea diez billones por ciento terrible...- jadeó cuando ella posó sus manos en su pecho desnudo, acariciando su torso de arriba a abajo. —Espera.- rió entre dientes, casi sin aliento.
-¿Esperar?- salió de encima de él, que rápidamente se sentó.
-Sí, esto no...- se tragó sus palabras cuando ella se quitó su vestido de un tirón.
-Ya esperamos suficiente tiempo, Senku...- susurró mientras gateaba para trepársele encima.
Él pareció quedarse mudo, y sus manos se deslizaron automáticamente por su cuerpo cuando la tuvo lo suficientemente cerca.
Volvieron a besarse, y mucho más, esta vez sin volver a detenerse.
Cuando salió el sol, Kohaku estaba profundamente dormida abrazada a Senku, pero él apenas había dormido. La observó por un largo tiempo, antes de apartar delicadamente sus brazos de él y levantarse de la cama para vestirse. Su camisa estaba rota, pero con el saco podía disimularlo, así que apenas juntó todas sus cosas se fue de la habitación, cerrando la puerta suavemente, dejándola dormida allí.
Kohaku despertó desnuda y sola en su cama, así que le tomó un momento recordar lo que había pasado. Apenas los recuerdos volvieron a ella, sus ojos se cerraron con pesar y rápidamente se golpeó la frente con un puño, maldiciéndose a sí misma y a todo lo que había para maldecir, pero en especial maldiciendo a Senku.
Ese miserable... ni siquiera tuvo el valor de quedarse a dar la cara después de aprovecharse de su estado de ebriedad.
Como lo odiaba...
Iba a matarlo. No le importaba nada, apenas lo viera iba a estrellar su maldita cabeza de genio contra la pared de concreto más cercana, después de darle una buena bofetada.
Apenas lo viera...
-Ah, veo que ya despertaste.- se congeló al escuchar la voz de Senku de pronto.
Él estaba abriendo la puerta con un pie, mientras sostenía una bandeja con platos, una taza y un vaso.
-¿Qué...?...- de inmediato abrazó las sábanas contra su pecho.
-Esperó que todavía te guste desayunar café con pastelillos de chocolate con crema. También traje jugo de naranja y trozos de manzana, como segunda opción, ya que a veces preferirías desayunar más sano, aunque todavía con cosas dulces y deliciosas.- colocó la bandeja a su lado en la cama. -¿Recuerdas lo que pasó anoche?-
-Yo...- él la interrumpió.
—Veo que sí, o ya estarías gritando. En ese caso, me disculpó.- hizo una pequeña reverencia. —Fui imprudente e irresponsable y lo reconozco, aceptaré cualquier golpe o queja.- ella se quedó muda, todavía sin procesar que él seguía allí. —O bien tu indiferencia, como quieras.- suspiró profundamente. —Llamé a Ukyo, dice que nuestra hija sigue dormida y ya le están preparando el desayuno. Dice que se portó de maravilla y que es una niña brillante.- rió tiernamente. —Le dije que irías por ella antes del almuerzo ¿estuvo bien? Me hubiera ofrecido a ir a buscarla pero intuí que eso no te habría gustado. ¿Quejas?- Kohaku siguió muda, con la boca abierta. -¿Hice bien o debo retractarme con Ukyo?- insistió.
-E-está bien...- contestó apenas.
-Muy bien. En ese caso, solo me queda sugerirte que, ya que anoche me dijiste que no estás tomando anticonceptivos, consigas un anticonceptivo de emergencia. Recuerda que debe ser lo antes posible o su efectividad bajará.- acomodó su saco para que no se notará su camisa rasgada y dio media vuelta. —Me iré ahora, para no seguir molestándote con mi presencia. Y... realmente lamentó sí te hice daño de alguna forma.- volteó a verla por encima del hombro, con una sonrisa triste. —Adiós...- sin más que decir, abandonó la habitación, ahora sí dejándola sola.
Escuchó la puerta principal cerrarse y se apoyó lentamente contra el respaldo de la cama, sintiéndose aturdida y confundida por ese vacío en su pecho y sus gigantescas ganas de perseguirlo y pedirle que se quedara.
Sus ojos se posaron en la bandeja a su lado y una sonrisa temblorosa surgió en sus labios. Esos seguían siendo sus desayunos favoritos, él solía prepararle uno o ambos cuando la hacía enfadar y siempre le derretía el corazón... siempre perdonaba lo que sea sin falta... aunque en esas ocasiones siempre desayunaban juntos.
¿Por qué tuvo que irse ahora?
Acomodó su cabello y tomó la taza de café y un pastelillo, reflexionando que probablemente ella le habría gritado sí se quedaba... Estaba enojada por la situación aunque sabía que también tenía la culpa, pero...
Suspiró. Más que realmente estar enojada, la verdad es que más bien solo quería estar enojada. Quería enfadarse con él pero no podía. Y eso la hacía sentir frustrada y confundida.
Maldita sea, Senku... Te odio tanto...
A pesar de pensar eso, Kohaku siguió deseando que él se hubiera quedado, muy en el fondo de sus pensamientos.
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Pasó casi una semana desde la fiesta de Myuji y llegó el día de la excursión a Okinawa. Irían el viernes por la mañana y regresarían el domingo por la tarde, yendo y regresando en barco.
El viaje en barco desde Tokio normalmente duraba muchas horas, pero Ryusui decidió donarles para el viaje uno de sus mejores cruceros, así que llegarían después del mediodía.
Senku estaba de muy buen humor, hablando con su pequeña leoncita del funcionamiento de un barco mientras esperaban que todos se subieran. Kohaku los estaba observando a unos metros de distancia, de brazos cruzados y con gesto ausente.
La última semana había sido muy incómoda para ellos. Evitaban hablarse y en el caso de ella evitaba siquiera mirarlo. Sí lo odiaba, Senku realmente no podía culparla.
Nunca la había culpado, de hecho.
Por otro lado, estaba feliz de que Tsukiku pareciera con más ganas de aprender que nunca. Le estaba poniendo mucho entusiasmo a sus clases particulares, y hasta lo arrastraba a estudiar o experimentar fuera del aula de clases... eso último sobre todo cuando Maiko quería meterse en sus conversaciones.
Así que no se quejaba... Aunque Kohaku lo odiará, él se contentaba con tener a Tsukiku a su lado. No tenía derecho a exigir nada más.
Aunque era difícil... después de esa noche que compartieron, realmente le costaba el mantener su distancia con Kohaku. Y todas las noches al acostarse a dormir solo podía pensar en ella. No era algo extraño, a decir verdad... los últimos años de soledad, era algo común pensar en Kohaku sobre todo en las noches, pero ahora... ahora que realmente la tenía cerca, que sabía dónde estaba exactamente y que había recordado tan vívidamente lo feliz que era al tenerla entre sus brazos... Ahora sí que le era difícil continuar como si nada.
Suspiró y sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos. El barco ya había sido puesto en marcha y su hija estaba muy emocionada por saber más del funcionamiento del sistema de propulsión del crucero, que era uno de los mejores del mundo. A Empresas Nanami le fascinaba ostentar su dinero y dedicación a la marítima.
-¿Quieres desayunar algo, mini-leona?- le preguntó luego de que le explicará los principales encargados de mover y darle velocidad al crucero.
-Pero ¿no dijiste que era más conveniente que no desayunáramos para evitar vomitar y eso?-
-Sí, pero tú madre y yo nunca tuvimos estómago débil, dudó que tú lo tengas.- la guió al comedor del crucero colocando una mano en la parte superior de su espalda, hasta que se dio cuenta de lo que había dicho y se congeló.
Miró con pánico a su hija, pero ella no pareció notar nada extraño y siguió caminando como sí nada. Él suspiró, aliviado.
Tenía que ser más cuidadoso con sus palabras sí quería seguir manteniendo oculto el hecho de que era su padre. Sobre todo porque su Tsukiku era una niña muy lista.
Kohaku los siguió al comedor y Senku le dijo a su hija que se sentaría en la mesa de al lado, para no incomodar a su madre.
Luego de que terminaran de comer algo ligero, Tsukiku se sentó en su mesa, a su lado, y le pidió que le hablará más sobre Okinawa.
Senku meditó sí decirle sobre la guerra y la batalla de Okinawa, pero decidió que era un tema que no le gustaría tocar por ahora, siendo ella tan pequeña e inocente. En su lugar se dedicó a hablarle de la cultura Ryukyu, aunque no irían a las islas donde estaban más presentes, pero era interesante y algo menos sombrío que la guerra.
El tiempo se pasó rápido y llegaron a Okinawa casi a las dos de la tarde.
Como todos estaban cansados, esta primera tarde se les permitiría quedarse en el hotel, ir a la playa o al centro de la ciudad, según lo que los niños le dijeran a sus maestros y colaboradores.
-La mayoría de los niños quiere ir a la playa, Ishigami-san.- le dijo Maiko. -¿Vendrás con nosotros, verdad?- intentó tomar su brazo, pero él negó con la cabeza, haciéndose varios pasos hacia atrás.
-No, vayan ustedes. Compráles helados o lo que quieran.- le dio un gran fajo de billetes.
-O-oh, está bien.- aunque desilusionada, se marchó con sus alumnos. O al menos la mayoría de alumnos.
-Hola, Senku.- Ukyo se acercó a él con su hija tomada de su mano, con el mocoso de Tsukasa detrás de ellos. —Tsukiku nos dijo que vendrías con nosotros a hacer un picnic en el parque del centro.-
-Ah, sí.- bostezó. —Estoy esperando a que ella y Kohaku traigan a los otros mocosos.-
-Es una pena que Kinji y Ruchiru no hayan podido venir.- dijo Umi tristemente. —Pero ellos van a otra escuela y tienen clases hoy.- suspiró.
-Podemos volver en las vacaciones de verano.- sugirió Ukyo, arrodillándose a su lado y acariciándole el cabello. —Nos organizaremos y vendremos todos juntos. ¿Eso te gustaría?-
-¡Eres el mejor, papi!- se lanzó a abrazarlo.
Senku suspiró al verlos. Nunca creyó tener envidia de Ukyo... pero ya desearía él tener esa buena relación con su hija.
Cuando Kohaku llegó hasta donde estaban con Tsukiku, Yok y Misaki, finalmente partieron al parque que Ukyo había visto de camino al hotel, aunque para ello tuvieron que alquilar autos.
Alquilaron dos autos y Kohaku llevó a Tsukiku y sus amigos de la escuela en uno, mientras que Senku y Ukyo llevaron a Umi y Haishi en el otro.
-Es un almuerzo tardío pero es mejor que nada.- musitó Ukyo alegremente mientras extendía unas mantas en el bello parque lleno de construcciones antiguas y muchos árboles, plantas y flores exóticas.
El parque también estaba lleno de mariposas, y Senku y Kohaku sonrieron al ver a Tsukiku perseguirlas en compañía de su amiga Misaki.
-¡Hija, ven a comer, por favor!- Kohaku llamó insistentemente a Tsukiku después de tender otra manta para luego sacar el almuerzo empacado que había preparado para ella.
Tsukiku hizo pucheros por tener que dejar de jugar, pero igual corrió alegremente a la manta y se sentó junto a su madre.
Haishi tendió su propia manta y Misaki arrastró a Yok a sentarse con él cuando este le dijo que no le importaba compartirla.
Senku planeaba sentarse con Ukyo y Umi, pero una vocecita se lo impidió.
-¡Sensei! ¡Ven!- Tsukiku le hizo señas para que se sentara con ella y su madre. -¡Ven, sensei, aquí hay mucho espacio!-
Senku hizo una mueca, mirando la postura tensa de Kohaku, pero Tsukiku seguía llamándolo y él no tuvo voluntad para resistirse a esa sonrisita adorable suya. Suspiró y fue a sentarse junto a ellas.
-Bien, bien. Con permiso.- se sentó frente a Tsukiku, lo más lejos posible de Kohaku sin salirse de la manta.
-Oye, sensei. ¿Por qué las mariposas son tan bonitas?-
-Biología ¿eh? Si te refieres al color de sus alas, puede deberse a dos causas. Como bien sabrás, las mariposas tienen una amplia variedad de colores. Esta gama de tonalidades puede deberse a los pigmentos que tiñen las células, o sea colores pigmentarios, o al comportamiento de la luz cuando choca con las alas, o sea colores estructurales. En el primer caso...- mientras le hablaba alegremente de las mariposas, entre pequeños mordiscos a su almuerzo, Kohaku y él se relajaron, simplemente disfrutando del bello paisaje y la compañía de la personita que más querían en el mundo, que estaba muy feliz llenándose la boca en lo que lo escuchaba atentamente, haciendo preguntas de vez en cuando.
Para Senku, este era un momento que siempre atesoraría, por el resto de su vida.
.
Kohaku debía admitir que estaba pasando una buena tarde. Aunque la mañana había sido un poco frustrante, una tarde junto a su hija en una bella isla no podía ser desagradable ni en lo más mínimo... incluso aunque tuviera que lidiar con Senku.
Aunque... Senku tampoco estaba siendo desagradable... ni en lo más mínimo. Y eso que Kohaku le estaba buscando defectos hasta en el más pequeños de los detalles.
Suspiró al verlo pellizcar la nariz de su hija luego de que ella respondiera bien una pregunta. Era increíble lo bien que se llevaron tan rápidamente... Era casi como si no hubieran estado toda la vida de la niña separados.
Volvió a suspirar, comenzando a guardar los restos de su almuerzo y el de su hija en una bolsa para desecharla luego. Una vez acabó con eso, vio a Tsukiku ahora haciendo muchas preguntas de ciencia y sonrió resignada, apartando la mirada para ver las bellas mariposas revolotear por todo el parque. Fue entonces que notó algo fuera de lugar entre unos arbustos a lo lejos.
Eran dos hombres semi-ocultos por las hojas. Y lo peor es que los reconoció. Eran uno de los pares que solían rondar la escuela. Definitivamente estaban detrás de Senku.
Se tensó en su sitio, llamando la atención de Senku y su hija. Al verlos, volvió a relajarse y sonrió nerviosamente, agitando una mano en señal de que todo estaba bien.
No podía hacer un movimiento en este sitio, menos delante de su hija. No sabía de lo que estos hombres eran capaces y no quería tentar a la suerte. Lo mejor sería jugar a lo seguro. Tal vez... Mmm, primero que nada, comprobaría que tanto pensaban seguir a Senku.
-Tsukiku... ¿por qué no vas a jugar un poco con tus amigos? Ya terminaron de almorzar y pronto nos iremos de este parque.-
-Ow, está bien. Seguimos luego, sensei.- de inmediato corrió hacia sus amigos.
Senku la miró con una ceja en alto.
-¿Es idea mía o quieres hablar a solas?- pareció escéptico.
-Quiero hablar a solas.- suspiró, mirando de reojo a los perseguidores. —Y no es un asunto adecuado para niños.-
Senku tragó saliva, apartando la mirada.
-¿Es sobre... lo que pasó la semana pasada?- frotó su nuca incómodamente. -¿Sí tomaste el anticonceptivo de emergencia, verdad?-
-Claro que lo tomé.- rodó los ojos. —No, no es sobre eso.- se puso muy seria. —Senku, esos hombres que te espiaban en la escuela están aquí.-
Él se tensó de inmediato, pero no empezó a mirar a los lados estúpidamente. Todo lo contrario, se relajó en su sitio y rió alegremente, consciente de que lo estaban observando a él y solamente a él.
-Ya veo. ¿Tienes un plan en mente?-
-Quiero salir de este parque, hay muchos niños aquí. Sí fuera a tomar acciones, alguien podría salir herido. Además, quiero comprobar si te seguirán a todas partes, porque de ser así podríamos guiarlos a una trampa.-
-Entiendo, tan eficiente como siempre.- rió entre dientes. —En ese caso, tenemos dos opciones. Nos vamos tú y yo solos y dejamos a Ukyo al cuidado de todos los mocosos, o nos vamos tú y yo llevándonos a Tsukiku para garantizar que no le hagan nada sí están tras ella también. Estar con nosotros podría ponerla en más riesgo, pero Ukyo realmente no es un experto en combate cuerpo a cuerpo y no trae ningún tipo de arma, así que en caso de que estuvieran tras ella no podría hacer mucho más que estar alerta con su súper oído.-
-Confió en Ukyo... pero me sentiría más segura teniendo a mi hija conmigo. Yo haré todo por protegerla.- aseguró fervientemente.
-Yo igual.- suspiró. —En ese caso hablemos con Ukyo y luego larguémonos de aquí con nuestra mocosa. Ya tengo un lugar en mente, sí es solo para comprobar si me siguen a todas partes como malditos patitos detrás de su madre.- sonrió ladinamente.
Aparentando toda la tranquilidad posible, Kohaku comenzó a recoger la manta mientras Senku se levantaba estirando los músculos para luego dirigirse a su amigo y sentarse al lado.
Senku le contó todo a Ukyo con un tono alegre aunque discreto para que los niños no oyeran, a lo que él lo escuchó atentamente, fingiendo reírse y sonreír para que los perseguidores no tuvieran la más mínima sospecha.
-Tsukiku.- una vez todo hablado con Ukyo, Kohaku cargó a su hija en brazos y la llevó hasta el auto rentado. —Tu sensei quiere mostrarte un sitio muy especial antes de volver al hotel, aunque solo podremos ir nosotros tres. ¿Estás bien con eso?-
-Eh, claro.- encogió los hombros. —Sí sensei lo dice entonces debe ser genial.-
Kohaku suspiró resignada. Sí que se llevaban de maravilla...
La sentó en el asiento trasero porque había escuchado que eso era más seguro para un niño, y ella se sentó en el asiento del conductor, pero entonces Senku le impidió cerrar la puerta.
-Déjame conducir. Me das una paliza lamentable y humillante en todos los aspectos físicos, pero cuando se trata de conducir, yo soy más rápido aún siendo cuidadoso. En caso de que lo necesitáramos...- le dijo a susurros y ella tuvo que reconocer que tenía razón.
Se pasó al asiento del pasajero sin pensarlo, y antes de que se diera cuenta Senku ya había arrancado el auto. Con ella sentada a su lado en vez de al lado de su hija...
De inmediato se incomodó y se hundió en su asiento, alejándose lo más posible de él.
Decidió concentrarse en la carretera en vez del hombre a su lado, comprobando luego de unos minutos que efectivamente los estaban siguiendo.
Hizo una mueca, mirando a su hija que estaba maravillada mirando el paisaje por la ventana, para luego mirar a Senku que estaba concentrado en el camino delante de él.
Suspiró, recordándose que ella era una profesional. Aunque Senku no fuera su jefe, era a quien debía proteger ahora mismo.
Tuvo que volver a acercarse a él, inclinándose para susurrar cerca de su oído que los estaban siguiendo.
-Es un auto negro, con una gran abulladura en el frente. Está a una distancia considerable, probablemente no quieren que lo notemos pero no quieren perdernos de vista.- le dijo en voz queda, intentando no tocarlo mientras se inclinaba hacia él.
Luego de estremecerse levemente, él asintió, todavía manteniendo sus ojos en el camino.
-Entiendo...- giró la cabeza levemente hacia ella, mirándola de reojo por solo un segundo.
-¿No es peligroso besarse mientras conduces?- el comentario de Tsukiku hizo que los dos brincaran en sus lugares.
-¡¿Qué dices?! ¡Nadie iba a besar a nadie!- se giró para mirarla reprobatoriamente. -¿Podrías dejar de decir esas cosas? No hagas enojar a mamá.- advirtió con ojos entrecerrados.
Tsukiku chilló aterrorizada, escondiéndose detrás del asiento de su padre, que solo rió por lo bajo, sin decir nada.
Kohaku negó con la cabeza, volviendo la vista al frente y luego al auto que los perseguía.
Luego de unos minutos, Senku decidió empezar a crear misterio sobre el lugar al que irían.
-Te va a encantar al diez billones por ciento, mini-leona.- rió alegremente. —No podrás creer todas las maravillas que verás allí...-
-¡Pero dime dónde, sensei!- pidió ella brincando en su sitio. -¡Dime, no seas malo! ¿Por favor, sí?- pestañeó angelicalmente.
Senku solo rió ruidosamente, malvadamente, indiferente a sus pucheros.
-¡Ja, buen intento mini-leona! Esos trucos no funcionan contra mí si no puedo verte.- dijo altaneramente.
-Acabas de reconocer que sí funcionan cuando la ves.- señaló Kohaku con una sonrisa burlona.
-Bueno, no quiero darle un mal ejemplo mintiendo.-
-Ja, claro... y dale las armas para manipularte luego.-
-Yo no haría eso...- dijo su hija con la voz más inocente y adorablemente falsa de la que era capaz.
-Claro, como la vez que me convenciste de pedirle un saludo a un amigo astronauta mientras se grababa en el espacio solo para asegurarte de que no mintiera y realmente estuviera ahí.- rió divertido, negando con la cabeza. —No aceptas un no por respuesta. Eres tan terca como tu madre.-
-Oye.- se quejó Kohaku medio enfadada y medio riéndose.
-Eso fue totalmente tu idea, sensei.- le sacó la lengua.
-Sí, pero no deberíamos haberlo molestado.- siguió riéndose a viva voz.
-Ja, es capaz de cosas peores.- Kohaku miró con una sonrisa condescendiente a Senku. —Una vez se arrojó al río y fingió ahogarse solo porque yo no quería nadar ese día.-
-¡¿Mocosa?!- Senku se tomó un segundo para mirarla escandalizado.
-¡No es cierto, solo le dije que no alcanza a tocar fondo con los pies y eso era verdad!-
-Y me dijo que no podía respirar.- recordó Kohaku negando con la cabeza, llevándose una mano al pecho por el pánico de solo recordarlo.
-¿Qué diablos, mini-leona? ¿Querías darle un ataque a tu madre?- rió incrédulo y un poco temeroso por lo manipuladora que podía ser esa niña.
-¡Yo no hice nada, no tienen pruebas!-
-Mi prueba es que te castigaré.-
-¡Ow, mamá!-
-Tú te lo buscaste, leoncita.-
-¡¿Y tú de qué lado estás, sensei?!-
Siguieron riendo y conversando todo el camino hasta su destino, olvidando completamente que los perseguían, que tenían una misión potencialmente de peligro mortal y que se suponía que no eran una familia. En presencia de su hija, Senku y Kohaku olvidaron todo y simplemente fueron los padres de Tsukiku. Nada más y nada menos.
Cuando llegaron a su destino, los tres estaban de un humor excelente, aunque Tsukiku seguía quejándose de que ella no había hecho nada malo.
-Tranquila, hija, no te castigaré. Solo bromeaba.- Kohaku le pellizcó las mejillas antes de bajarse del auto y abrir la puerta trasera para desabrochar su cinturón y bajarla también.
-¡Ya lo dijiste! ¡Sensei está de testigo! ¡No puedes castigarme!-
Kohaku rodó los ojos, aunque riéndose.
-Sí, sí. Lo que digas.- besó su frente antes de bajarla y mirar a su alrededor.
El auto que los seguía los pasó de largo, pero probablemente estacionaría cerca.
Salió de sus pensamientos al escuchar a su hija jadear de repente.
-¡¿Es un acuario?!- brincó emocionada alrededor de Senku, que rió entre dientes mientras asentía orgulloso.
-Diez billones de puntos para ti, mini-leona. Vinimos aquí.- señaló el enorme edificio pintado de azul con decoraciones de mar.
-¡Increíble!- ella de inmediato corrió a la entrada, pero Kohaku tomó del brazo a Senku para impedirle seguirla.
-Eh, Senku... No creo que este lugar sea mucho mejor para intentar atrapar a tus perseguidores.- reclamó.
-Tranquila, este lugar tampoco es uno en el que puedan atacar.- hurgó en su oído con el meñique con una sonrisa despreocupada. —Además, realmente no conocemos lo suficientemente bien esta isla como para emboscarlos. ¿No pensaste en eso?- Kohaku se quedó muda y él sonrió burlonamente. —No te preocupes, estaremos un rato aquí y luego volveremos al hotel y tú tomaras el auto y buscarás buenos lugares para eso cerca de donde serán las excursiones mañana. Ya que me van a seguir, realmente no hay problema de postergar su captura.- encogió los hombros y fue detrás de Tsukiku, que estaba brincando para ver mejor un panel con dibujos de los peces que presentaba el acuario.
Kohaku los siguió resignada.
Pagaron su entrada y se adentraron en los pasillos del acuario, donde de inmediato se encontraron con estanques de pequeños peces coloridos que tuvieron a Tsukiku jadeando de emoción y corriendo de un lado a otro para seguir el ritmo de los peces nadando.
Senku y Kohaku rieron, pero entonces algo se le pasó por la cabeza y frunció el ceño, volviendo a tomar el brazo de Senku.
-Espera... sí ya sabías que no podría hacer esa emboscada... ¿Por qué fue este viaje de solo nosotros tres?- él se congeló y ella alzó una ceja. -¿Y bien, Senku?-
-Eh... para comprobar sí me seguían a todas partes. Tú misma lo dijiste.-
-Sí, pero...-
-¡Oye, leoncita! ¡¿Quieres ver tiburones?!
-¡Claro que sí! ¡Hurra!-
Senku las guió hacia otros pasillos y apenas vieron un gigantesco tiburón con manchas blancas nadando de un lado a otro Kohaku se olvidó de todo al ver la enorme sonrisa de su hija, que hasta gritó de la emoción.
-Ese es el tiburón ballena.- les dijo Senku, inclinándose sobre una rodilla detrás de Tsukiku y tomando sus hombros. —Con un tamaño promedio de aproximadamente doce metros, y que puede alcanzar hasta los dieciocho metros, es el pez más grande de todo el mundo.-
-¡WOW! ¡No puede ser!- los ojos de su pequeña ahora eran tan radiantes como estrellas. -¡Es increíble! ¡Diez billones por ciento increíble!- saltó en su sitió, sonriendo inmensamente.
Kohaku la miró con una sonrisa tan grande como la suya, maravillada por lo feliz que estaba su pequeña.
Senku... de verdad que quería odiarlo pero... ¿por qué tenía que comportarse como el señor perfecto ahora?
¿Por qué tenía que ser un padre tan maravilloso?
Observó maravillada la majestuosa criatura nadando en el estanque, luego se fijó en Senku y Tsukiku riendo y sonriendo mientras compartían más datos curiosos del acuario, y su corazón se llenó de un inigualable sentimiento de paz y felicidad.
¿Esto... se sentía ser una familia?
Era hermoso... Realmente era de lo más hermoso que había experimentado.
No podría sentirse más agradecida con Senku por este maravilloso momento que estaban compartiendo. Quería tener muchos más momentos así... Quería...
Quería que fueran una familia.
Lo quería a su lado... y no solo como el padre de su hija... Ella... lo quería...
Aún lo amaba.
Nunca dejó de hacerlo.
El pensamiento causó estragos en su corazón, volviendo un caos su mente.
Rápidamente carraspeó y miró a los alrededores. Sus perseguidores no se veían en ningún lado. Probablemente no habían entrado. Era mejor así.
Estuvieron en el acuario hasta que empezó a anochecer y anunciaron que era hora de cerrar.
Salieron con los rostros doliéndoles de tanto sonreír, con un humor excelente y muy juntos. En un momento del recorrido en el acuario, Tsukiku había tomado las manos de ambos, y no volvió a soltarlas. Y ninguno de ellos se quejó.
Solo se separaron al llegar al auto alquilado y aún así el buen ambiente no cambió en ningún momento. Nada podría arruinarles el buen humor.
Ni siquiera que Kohaku viera a sus perseguidores vigilandolos desde una cafetería cercana.
Mañana los atraparía, decidió.
Por ahora, quería disfrutar de su hermosa y pequeña familia... aunque realmente no era una familia oficial, pero seguían siendo una verdadera familia.
Siguieron hablando del acuario todo el camino hasta el hotel y bajaron del auto aún sonriendo y de buen humor, hasta que Kohaku notó a Senku congelarse y perder la sonrisa.
Lo miró confundida.
-¿Qué pasa?-
-¡SENKUUUUUUUUUU!- una voz familiar la hizo tensarse de pies a cabeza. -¡Gen nos dijo que estarías aquí y que tal vez necesitarías ayuda para controlar a tus alumnos, así que Lillian, tus hermanos y yo hemos venido a...!...- Byakuya se congeló a media frase.
Senku y Kohaku lo miraron con los rostros completamente pálidos, mientras que Tsukiku se adelantó un par de pasos hasta tomar las manos de ambos otra vez.
-¿Qué pasa, mamá?- preguntó mirando directamente a Kohaku.
Los ojos de Byakuya volaron a la niña, luego a Senku, luego a la niña otra vez, luego a Kohaku y otra vez a Senku, antes de volver a la pequeña que estaba más que confundida.
-T-tú eres...- la señaló con un dedo tembloroso, con los ojos muy abiertos. —E-eres...- no podía ni hablar de la impresión.
-Soy Tsukiku.- se presentó ella con una mueca de confusión. -¿Lo conozco?- ladeó la cabeza.
Eso fue suficiente, Byakuya se desmayó.
Continuara...
Holaaaaaaaaaaaaaaa! :D
No planeaba actualizar tan rápido pero su apoyo fue tan hermoso que me alentaron a traer el cap lo antes posible :'D
Por cierto, debo avisarles que Una Nueva Vida está entrando en la recta final!
No es que queden solo un par de caps para el fin pero les voy avisando para q se hagan a la idea TTwTT
Siempre me pone sad terminar long-fics QwQ
Por cierto... no quería poner lemon en este fic pero si quieren podría hacerlo en un fic aparte, como Drunk Science y Kiss of Logic... les gusta la idea? 7w7?
Muchas gracias por todo su apoyo al fic! No olviden que los amo :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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