Capítulo doce
A la mañana siguiente, Kohaku se despertó con los ojos hinchados e irritados de tanto llanto nocturno.
Fue una noche difícil, apenas logró dormir unas cuantas horas.
Era sábado y no tenía trabajo hasta la tarde, así que se dio un buen baño y luego bajó para preparar un desayuno elaborado para su linda hija.
Ella bajó soñolienta de su cuarto, pero de inmediato se animó al ver toda la comida que le había preparado.
Mientras desayunaban, Kohaku la miró seriamente.
-No apreció que me hayas mentido respecto a tu sensei, ya sabes.-
Ella se estremeció, antes de sonreír nerviosamente.
-Perdona… creí que si lo veías de cerca él te caería mejor…- hizo pucheros adorables que le hicieron muy difícil regañarla.
-Aun así no debes mentirle a tu madre. Yo solo quiero lo mejor para ti así que decirme las cosas nunca hace daño ¿sí? No vuelvas a mentirme.- la miró severamente.
Ella suspiró.
-Sí, mamá.-
Más tarde ese día llegó la hora de que fuera a proteger otro evento, así que llevo a su hija con su hermana para que pudiera jugar con su primo y sus amigos.
Estuvo varias horas trabajando sin percances y volvió a casa de Ruri pensativa. Debía hablar con ella y con Chrome.
Mientras ayudaba a su hermana a preparar la cena, llamó a Chrome y les hizo un resumen de lo que había pasado con Senku.
-Te lo hubiera dicho, pero él me pidió que no lo hiciera. Y tiene razón en que estaba en su derecho.- Chrome seguía del lado de Senku.
-Honestamente ya era hora de que hablaran, has guardado este secreto por demasiados años, Kohaku.- Ruri la miró con pena. —Entiendo que debe ser duro para ti pero si lo pensamos por su lado esta también es una situación muy difícil para Senku. Descubrir que tiene una hija de golpe… es entendible que no sepa qué hacer y quiera conocerla siendo su maestro.-
-Es una locura y se va a arrepentir de esto. Debería decirle la verdad y ya.- frunció el ceño duramente mientras batía una mezcla para la masa. —Pero ya sé, ya sé, no me meteré en su relación con Tsukiku. Aunque si la lastima voy a decapitarlo.-
-Eres toda una gorila…- murmuró Chrome, ganándose que le de un buen golpe en la cabeza.
Después de cenar en casa de su hermana, Kohaku llevo a su hija a casa y la arropó antes de desplomarse en su cama.
Su cabeza seguía siendo un desastre y tenía mucho más trabajo mañana… esperaba que al menos eso la hiciera sacar a Senku de su mente, aunque sea un poco.
.
Cuando llegó el lunes, Senku se alegró mucho de poder ver a su hija otra vez.
El fin de semana había sido duro. No podía dejar de pensar en Kohaku y Tsukiku y todo lo que hablaron, aparte del pasado y muchas preguntas de cómo hubiera sido la vida si tan solo un pequeño detalle fuera diferente… si hubiera tomado la decisión correcta… Pero bueno, el hubiera no existía y solo le quedaba seguir con sus planes para corregir aunque sea un poco todas las desgracias de su vida y las de su familia rota.
Sonrió al ver a Tsukiku sentada en su sitio y ella le devolvió la sonrisa levemente.
Este plan de ser su maestro tenía todo para salir mal… pero era lo más seguro que hacer por ahora.
La semana pasó tranquila. Dio clases a los mocosos y cada vez que podía le enseñó a su hija todo lo que necesitaba para mejorar su modelo de rei-bot. Ella aprendía rápido y era muy brillante, aunque era cierto que el tema de nanotecnología era muy difícil de comprender por más que le estuviera enseñando solo un uso específico de esta.
Cuando se cumplieron las dos semanas, el último día que él estaría dando clases como maestro sustituto, la pequeña le pidió a su tía quedarse un tiempo más para terminar de juntar las piezas de su robot.
Mientras Ruri esperaba afuera, Tsukiku finalmente volvió a hacer volar su mini rei-bot, con una enorme sonrisa en su rostro.
-¡Diez billones de puntos para ti, mini-leona!- él rió como un loco, absurdamente orgulloso.
-¡Está funcionando!- alzó sus puñitos al cielo.
-Ahora debemos comprobar que siga los comandos más simples.-
-¡Y que no explote!-
-Y que no explote, por supuesto.- rió entre dientes.
El robot pudo obedecer órdenes simples, volar una determinada distancia, recoger ciertos objetos, resolver ecuaciones no muy complejas y también probó tener memoria principal funcional.
Sin embargo, luego de quince minutos de funcionar perfectamente, unas cuantas piezas se zafaron, una turbina perdió fuerza y el robot salió disparado hacia un lado, estrellándose en una pared.
Los ojos de Tsukiku de inmediato se llenaron de decepción.
-Ow… no lo logre, después de todo.- bajó la cabeza. —Supongo que no puedo ser una científica como tú, sensei…-
Él la miró comprensivamente, bajando de su silla para arrodillarse a su lado y colocar una mano en su hombro.
-Vamos, fracasar es parte de la victoria. Y nunca es una perdida de tiempo, los fracasos te hacen buscar los errores, corregirlos y mejorar cada vez más y más. Yo tuve diez billones de fracasos y los sigo teniendo.- sonrió suavemente, a lo que ella lo miró con los ojos muy abiertos. —Pero cada vez que fracasas, la próxima vez estarás un paso más cerca del éxito.-
Tsukiku lo miró impresionada, antes de sonreír.
-¿Entonces puedo volver a intentarlo?-
-Y no debes avergonzarte de fallar. Es parte del trabajo.- posó una mano en su cabeza.
Sus mejillas regordetas se colorearon de suave rosa y asintió, con una sonrisa enorme y muy hermosa.
-¡Gracias, sensei!- y entonces, de la nada lo abrazó.
Senku se congeló, sin poder creer que de verdad estaba sintiendo esos bracitos envueltos alrededor de su cuello y su carita reposando sobre su mejilla. Ella lo estaba abrazando… Su hija… su pequeña hija de verdad lo estaba abrazando.
Cerró los ojos y correspondió el abrazo, sonriendo temblorosamente, tan feliz que casi le costaba creerlo.
El momento no duró mucho, ella rápidamente se apartó, todavía con una sonrisa hermosa que casi lo hace volver a abrazarla, pero se conformó con acariciar su cabeza, sonriéndole sinceramente.
-Deberías ir con tu tía ahora.- dijo con pesar.
Le gustaría no tener que separarse, pero él era solo un maestro para ella ahora.
-Sí, ya sé, pero… Este es el ultimo día que serás mi sensei ¿no es cierto?- lo miro con tristeza.
Él sonrió misteriosamente.
-No te preocupes, vendré a saludar el lunes.-
Ella suspiró y asintió, agitando una mano hacia él antes de ir con su tía que estaba esperando en el pasillo.
Senku se quedó pensando.
Lo necesitaban en el laboratorio pero… tenía un plan del que simplemente no podía despegarse. Un plan que debía llevar a cabo sí o sí.
Salió de la escuela arrastrando los pies en dirección a su auto.
Pero, antes que pudiera cruzar la calle para llegar a su auto, un automóvil llegó a toda velocidad, frenando frente a él. Del auto salieron dos tipos armados.
Mierda.
Rápidamente se alejó caminando en reversa mientras pulsaba botones en su reloj.
-¡No te muevas!- un tipo apuntó su arma hacia él, pero ya era tarde… para ellos.
Con las coordenadas fijas, el Dr. Stone en su auto se activó y un campo de luz verde creció desde su auto hasta donde estaban los dos idiotas que creyeron que estaría completamente indefenso.
Demostraron ser aún más idiotas al dispararle al auto en vez de correr, y Senku solo retrocedió un par de pasos mientras los veía convertirse en estatuas.
Afortunadamente no había nadie cerca y su auto también tenía cámaras, así que envió una grabación a Tsukasa y a la policía al igual que el pedido de captura para el montón de rocas sin cerebro.
Frunció el ceño de camino a su casa luego de hablar con la policía y Tsukasa.
Otro atentado… y uno muy estúpido. En circunstancias normales no le tomaría mucha importancia, pero lo que más le molestaba era que había sido muy cerca de la escuela de su hija.
Debían saber que estaba dando clases allí, pero… ¿sabrían que tenía una hija?
La idea le llenó de miedo el corazón.
Si algo le pasara a su hija por su culpa… nunca podría perdonárselo.
Tenía que tomar medidas.
Debía pensar en algo y rápido.
.
Kohaku estaba muy ocupada últimamente.
Le alegraba que hubiera tanto trabajo disponible, pero en los eventos no pagaban mucho y eran bastantes horas así que estaba un poco frustrada por no poder conseguir un trabajo más estable.
No tenía problemas con el dinero para nada, pero le gustaría tener más tiempo para su hija.
Fue en medio de revisar sus solicitudes para empleo que su hermana se apareció con una sonrisa dulce.
-Vine a hacerte una visita. ¿Es un mal momento
-Claro que no, siéntate.- dejo sus papeles de lado por un momento.
Nada era más importante que la familia para ella.
Hablaron de cosas triviales por un tiempo, hasta que Ruri de repente empezó a inquietarse.
-Yo… tengo algo que decir.-
Kohaku se puso seria.
-¿Sobre qué?-
-Sobre Senku-san.- admitió con un suspiro. —El viernes cuando recogí a Tsukiku-chan de la escuela… bueno, deberías ver esto.- sonrió suavemente, sacando su celular.
Kohaku miró con interés lo que estaba enseñándole, abriendo mucho los ojos al ver una foto de Senku y Tsukiku abrazados.
Y la expresión de Senku… era algo que nunca había visto en él.
Su mirada se ablandó y se quedó mirando la foto largo rato, sin estar muy segura de qué pensar.
-¿Por qué… por qué me muestras esto?- preguntó en voz baja.
-Porque creo que estás muy encerrada en el pasado.- tomó su mano con dulzura. —Y entiendo, pero necesitas dejar ir todo ese dolor. Y una manera de dejarlo ir es comprender a Senku-san y ayudarlo, porque eso también beneficiará a tu hija. Ella merece tener una buena relación con sus dos padres, y tú eres la que puede ayudar a Senku a hacer las cosas bien si crees que se está equivocando. Aliéntalo a tomar las decisiones correctas.- la miró suplicante. —Ustedes no están el uno con el otro, los dos quieren lo mejor para su hija. Y no debes dudar del cariño que le tiene Senku-san a su hija.- señaló la foto. —Porque creo que es bastante obvio que la ama tanto como tú. Esas cosas se notan.- sonrió dulcemente.
Kohaku se quedó pensativa y su hermana decidió dejarla sola para que pudiera pensar.
¿Ayudar a Senku en su relación con su hija? ¡Pero si era él el que estaba complicando todo con ese plan absurdo! En vez de ser sincero, estaba mintiéndole a su hija, y hasta le pidió que no dijera nada. ¿Cómo se suponía que lo ayudaría así?
Pero… había estado segura de que Senku sentía culpa más que nada. Y ahora ya no podría afirmar algo así. Él había sonado muy sincero cuando dijo que quería pasar tiempo con su hija y este abrazo… y la expresión en su rostro…
Era inevitable que se le ablándase el corazón, aunque sea un poco.
¿Tal vez debería intentar volver a hablar con él? Pero…
Realmente le dolía el solo pensar en él. Verlo y hablar fue un martirio para ella, una agonía que le bloqueó la capacidad de respirar correctamente. Aunque la conversación fue necesaria, estuvo muy aliviada de que acabará y hasta había deseado que lo que él dijo fuera cierto y ya no tuviera que verlo otra vez.
No sabía qué hacer. La situación era realmente complicada y su pequeña bebé estaba en el medio de todo y la decisión equivocada podría hacer que saliera herida. Y nunca podría perdonarse algo así.
Debía pensar las cosas con mucho cuidado.
Al menos eso le daría un tiempo para que quizás la próxima vez que tuviera que lidiar con Senku ya no doliera tanto.
.
El lunes por la mañana, Senku tuvo una reunión con Maiko-sensei, la maestra titular de su hija que acababa de regresar de sus vacaciones pagadas.
-Ishigami-sensei.- hizo una reverencia. -¿Mis niños se comportaron con usted, verdad?-
-Son buenos niños.- admitió en medio de un bostezo.
Había trabajado demasiado ayer en el laboratorio. Ahora que estaba menos horas entre semana, se esforzaba más los fines de semana.
-Me alegra escuchar que no lo volvieron loco.- rió calmadamente. —Las vacaciones fueron muy agradables, pero ya estoy lista para volver al trabajo.- suspiró profundamente.
Senku hizo una mueca.
-Sobre eso… quiero seguir dando esta clase.-
Maiko abrió mucho los ojos.
-¿Disculpe?-
-Quiero seguir siendo el maestro de esta clase.- se llevó las manos a la cintura. —Aunque eso no significa que vaya a enviarte a unas vacaciones permanentes. De hecho… quiero ser tu asistente.-
Eso hizo que los ojos de la maestra casi se salieran de sus cuencas.
-¿Usted quiere ser MI asistente?- su mandíbula estaba por los suelos.
-Sí, sí, no empieces.- hurgó en su oído con fastidio. —Ya hablé con el director y lo ha permitido, así que solo falta tu autorización.-
-Realmente enseñar a niños de primero de primaria no es tan complicado… al menos no mientras no haya pequeños traviesos. Estos son bastante tranquilos…-
-Mira, hay una alumna muy brillante en esta clase cuya educación me interesa especialmente. Quiero encargarme de ella principalmente, así que tú solo tienes que dar tu clase normal y dejarme en mis asuntos, ¿quieres?- la miró un poco impaciente.
No es como que fuera a dejar que se negara. Si no era por las buenas sería por las malas.
-Muy bien… como usted desee, Ishigami-sensei.- hizo una profunda reverencia.
Más tarde ese día todos los alumnos se sorprendieron al verlo allí una vez más, solo para sorprenderse todavía más cuando Maiko les dijo que seguirían dando clases juntos.
Senku se acercó a Tsukiku y jaló una silla para sentarse junto a ella una vez Maiko comenzó a dar su clase de matemáticas.
-¿Un poco aburrido, no crees? ¿Qué tal si vemos un poco de cálculo avanzado?- sonrió suavemente.
Con una sonrisa muy grande y contenta, su hija asintió una y otra vez.
A la hora del almuerzo, le dijo que seguirían luego y que podía ir a ver a sus amigos. Ella hizo pucheros pero estuvo de acuerdo y corrió fuera.
-Ishigami-sensei.- extrañamente, uno de sus amiguitos se quedó. El niño con mascarilla. -Disculpe, sé que ya han pasado las dos semanas pero… ¿me permitiría hacerle mi pregunta ahora?-
Senku alzó una ceja.
-Mijow Yok ¿verdad? ¿Cuál es tu pregunta?-
El niño se quedó en silencio por un momento, mirando a los lados, asegurándose de que el aula estuviera vacía antes de hablar.
-¿Usted es el padre de Hizashi Tsukiku, sensei?-
Senku abrió mucho los ojos, sintiendo su boca secarse.
-¿Disculpa?- negó con la cabeza, incrédulo. -¿De dónde sacaste eso, mocoso?-
¿Cómo era posible que lo haya descubierto un niño de siete años?
-Soy huérfano, siempre miró cuidadosamente a los adultos, buscando alguien que pueda ser familiar mío o algo así.- encogió los hombros. —Pero no es como que hiciera falta mirarlo mucho, sensei. Usted y Hizashi se parecen demasiado.- señaló como si fuera obvio. —Y usted obviamente la quiere mucho.-
Senku lo miró muy sorprendido, sin saber qué decir, hasta que una idea lo hizo entrar en pánico.
-¿Se lo has dicho? ¿Le dijiste que soy su padre?-
-Entonces lo admite, vaya.- señaló el chiquillo listo. —No, no se preocupe. No le dije nada… pero podría…-
Senku alzó mucho las cejas, de repente ya sabiendo a qué iba todo esto.
-¿Quieres chantajearme, mocoso?- frunció el ceño profundamente.
-No pido mucho.- dijo simplemente. —Solo quiero que me enseñe también.-
-¿Que te enseñe?- alzó una ceja.
-Solo quiero saber cómo reparar todo tipo de aparatos electrónicos y eso. Para ir ganando dinero. Enséñeme y Hizashi no se enterará nunca por mi culpa que usted es su papá.-
Senku gruño por lo bajo.
No podía creer que estaba siendo chantajeado por un maldito mocoso de siete años…
Tuvo que acceder, por desgracia.
Aunque el chiquillo insufrible decía no ser amigo de su princesa, ella claramente lo consideraba su amigo. Así que las palabras de Mijow Yok eran capaces de influir en Tsukiku, por lo que debía irse con cuidado con el mocoso.
Además tampoco es que le pidiera algo tan descabellado…
Podía soportar un segundo estudiante, y así tal vez las cosas serían más entretenidas para su pequeña.
Muy bien, entonces tenía a la maestra cubierta, las clases cubiertas, el mocoso mafioso cubierto. Solo le quedaba una cosa por cubrir…
Seguridad.
Necesitaba un guardaespaldas para asegurar el bienestar de su niña adorable.
Y, por lo que había averiguado, tenía a la persona perfecta para el trabajo.
.
Kohaku tenía mucho en su mente. Realmente estas estaban siendo de las semanas más difíciles para ella.
Se sentía cansada mentalmente, pensando en lo mejor para su hija, lo que habló con Senku y las palabras de su hermana. Y también adaptarse al nuevo trabajo no era exactamente fácil después de años sirviendo como policía de escritorio en América.
Estaba más contenta montando guardia afuera que sentada frente a una computadora, pero extrañaba cenar todos los días con su hija y era duro adaptar sus horarios de sueño ya que la mayoría de turnos eran por la noche.
Era difícil, pero verdaderamente lo que más la preocupaba era lo qué iba a hacer con Senku y Tsukiku.
Ahora que ya sabía que él era su maestro, Tsukiku disfrutaba contándole todo lo que su sensei le enseñaba, y ella solo podía escucharla con una sonrisa resignada.
Le gustaba que estuviera tan feliz y se llevara tan bien con su padre, aunque no sabía que era su padre…
A veces tenía la leve tentación de decirle… pero no, no iba a hacer eso sin conocimiento de Senku. Sobre todo porque no sabía cómo lo tomaría su bebita.
Y no quería para nada ser la responsable de lastimarla.
Suspiró frustrada mientras examinaba sus próximas opciones de trabajo. Más de muchas horas y poca paga… y en la noche, madrugada o temprano por la mañana. Los horarios que más detestaba.
Pero bueno… era mejor trabajar a no hacerlo.
Justo cuando ya estaba eligiendo sus opciones para esa semana, recibió una llamada que su celular para trabajo.
¿Otra propuesta?
-¿Hola? Hizashi Kohaku al habla, ¿en qué puedo ayudarle?- contestó con el tono más alegre posible.
-Hola...- respondió una voz familiar que de inmediato la congeló en su sitio. —Te tengo una propuesta que no podrás rechazar.-
Ella pestañeó aturdida.
-Eh… Myuji, ¿por qué demonios me llamas a este número?- frunció el ceño.
Myuji en el pasado había hecho jugarretas estúpidas para llamar la atención, pero ya no eran veinteañeros con tiempo libre como en aquella época y más le valía no interrumpir su trabajo solo por coquetear.
-Un amigo mío te recomendó, Kohaku-chan. Quiero contratar tus servicios como guardaespaldas… y por ello te pagaré muy bien.- aseguró.
Kohaku alzó las cejas, sin poder negar que estaba interesada.
-¿Quieres que proteja uno de tus conciertos?-
Myuji era un músico muy famoso, y con fanáticas adolescentes muy alocadas, así que ese debería ser un trabajo interesante. Y sin duda le tendría que pagar bien.
-Eh, no. De hecho no. Te quiero para un trabajo más a largo plazo…-
-¿A largo plazo?- eso era justo lo que estaba buscando, pero…
¿Realmente era buena idea trabajar a largo plazo con ese mujeriego?
-Te escucho desconfiada, es comprensible, era muy pesado contigo cuando éramos jóvenes.- rió nerviosamente. —Tranquila, realmente no quiero que me protejas a mí.-
-¿No? ¿Y entonces a quién?-
-Quiero que protejas a mi hijo.-
Kohaku alzó mucho las cejas, ampliando los ojos.
-¿Tu hijo?- ¿el niño que iba a la misma escuela que su hija?
-Sip, quiero que lo protejas mientras está en la escuela. Que hagas guardia, lo lleves y lo traigas seguro a casa. Y que te mantengas medianamente escondida para no llamar la atención y eso… serías tú sola en caso de que algo pase, así que entiendo que pueda ser un trabajo difícil, pero te conozco y sé lo dedicada que eres a tu trabajo. No hay nadie más a quien quisiera confiarle la seguridad de mi amado único hijo.- aseguró muy serio.
Kohaku lo escuchó atentamente, permaneciendo en silencio un tiempo, pensando profundamente en todo lo que había dicho.
Este trabajo parecía… completamente ideal.
Hasta podría llevar a su hija a la escuela junto al otro niño y retirarla también. Y podría quedarse cerca de su bebita. Aunque no podría estarle encima pero al menos quizás pueda verla un poco. ¿Qué mejor que eso? Sonaba perfecto.
Un poco demasiado perfecto…
-¿Y de cuánta paga estaríamos hablando aquí?-
-¿Por mi hijo? Te ofrezco cincuenta mil yenes a la semana.- ante esas palabras, los ojos de Kohaku casi se salen de sus cuencas.
-¡¿QUÉ?! M-Myuji, eso es demasiado, ya sé que eres súper millonario pero…-
-Pagaría cada centavo que tengo si alguien amenazara con hacerle un rasguño a mi hijo. Este precio por su seguridad no es nada… además, vamos, Kohaku-chan, ya sabes que el dinero me sobra.- rió alegremente. —No es nada, de verdad. ¿Qué te parece si nos reunimos mañana y cerramos el contrato? Podremos hablar más cómodamente entonces.-
Aunque dudosa, Kohaku decidió que esta era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar.
-Muy bien, mañana cerraremos el contrato. Me interesa trabajar para ti.- era un viejo amigo… sí, podía confiar en él, y este trabajo era demasiado bueno como para rechazarlo.
Era justo lo que estaba buscando.
.
Una vez Kohaku colgó la llamada, Myuji volteó hacia su viejo rival en el amor.
-¿Lo hice bien, Senku-kun?-
-Diez billones de puntos para ti, guitarrista.- rió entre dientes. —Con esto mi mocosa estará protegida y tú podrás sacarte esa paranoia por tu mocoso, y sacarte esa ridícula peluca.-
-Soy muy famoso y amado, nunca podría estar en paz.- llevó una mano a su frente como una perfecta reina del drama. —Pero sí, esto nos beneficia a todos. Aunque no entiendo por qué no quisiste simplemente contratarla tú. Aunque te odie o lo que sea ella habría querido proteger a su hija…-
-Soy consciente, pero mis motivos no son asunto tuyo.-
-¡Eres cruel, Senku-kun!- lloriqueó como un bebé.
-Como sea… ¿Estás seguro de que no quieres que yo pague la mitad de su sueldo? Técnicamente está trabajando para mí y eres mi intermediario.-
-Nah, descuida. De verdad le pagaría eso por cuidar de mí hijo, y va a cuidarlo. Cuidar de su hija es algo que haría naturalmente, ninguno de ustedes debería pagar por eso.- encogió los hombros. —Y de verdad conozco sus habilidades de pelea y me quedó mucho más seguro con ella cuidándolo, así que por mí todo está perfecto.-
-Haz madurado con los años ¿eh?- rió por lo bajo. —Muy bien, apreció tu colaboración.-
-Pero te advierto una cosa, Senku-kun…- de repente le colocó una mano en el hombro, sonriendo arrogantemente. —Mientras tú tomas distancia de ella, me has dado la excusa perfecta para acercarme… No sé qué tanto haya pasado o esté pasando entre tú y Kohaku-chan, pero ella todavía me parece una mujer atractiva y no me importaría retomar la relación que tú arruinaste en su momento… solo te avisó. Si quieres recuperarla realmente no me interpondría, pero tendrás que ser decidido.- guiñó un ojo. —Dudo que ella quiera pasarse toda la vida esperándote.-
Senku solo se mantuvo en silencio, a lo que Myuji encogió los hombros y se despidió.
Suspiró al quedarse solo otra vez.
Admitía que las palabras de Myuji lo habían molestado... pero no iba a pensar en eso. Al menos no por ahora.
Ya tenía todo en sus planes cubierto. Solo le quedaba seguir por este camino que eligió y ver cómo resultaba todo.
Daría todo de sí para ganarse el cariño de su hija… y una vez se sentiría más seguro le diría la verdad. Y así tal vez algún día logre que ella lo llame papá y lo quisiera en su vida tanto como él la quería en la suya.
Así su familia no estaría tan rota.
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