Capítulo cinco
Obligándose a controlar su pánico, Kohaku tomó en brazos a su hija y de inmediato salió de los jardines de la mansión, dirigiéndose a la sala donde Ryusui estaba hablando con un anciano de apariencia elegante a través de una tableta electrónica que era sostenida por una de sus sirvientas.
Al notarla entrar y ver su expresión llena de pánico, de inmediato supo que algo andaba mal y miró con una sonrisa de disculpa al hombre mayor con el que hablaba.
-Lo siento, pero tengo un inconveniente. Lo llamaré más tarde o en uno de estos días.- el hombre no se vio del todo contento, pero asintió y cortaron la llamada. -¿Qué pasó?-
-Una pequeña señorita aquí presente te robó algo.- miró con severidad a su hija, que sonrió nerviosamente antes de regresarle su celular. -Y mientras lo tenías recibiste una llamada de un amigo, un tal Ishigami Senku.- sus labios temblaron al pronunciar su nombre. -Dijo que tenía algo importante que hablar contigo y estaría aquí en cinco minutos.- Ryusui la miró con los ojos muy abiertos, mirando con nerviosismo a Tsukiku antes de preguntarle con la mirada qué se supone que haría ahora. -Y sé que probablemente viene a discutir negocios muy importantes… muy, muy importantes contigo. Y Francois y tú estarán muy, muy ocupados hablando con él así que lo mejor será que los dejemos solos ahora. De todos modos Ruri-nee me dijo que no podía esperar a que fuéramos a visitarla así que le daremos una sorpresa e iremos ahora mismo.-
-¿No íbamos a almorzar aquí?- Tsukiku de inmediato se quejó, cosa muy comprensible ya que amaba la comida de Francois.
-Volveremos a visitarlos mañana o en unos días, hija. Ahora ve a buscar tu mochila.- volvió a bajarla al suelo. -Y rápido, no queremos molestar al tío Ryusui en su trabajo ¿verdad?-
-Sí, sí.- hizo pucheros, pero rápidamente corrió a buscar la única mochila que había bajado del auto consigo.
Apenas vio a la pequeña irse, Ryusui habló.
-Esto es muy mala suerte. Hace meses que Senku no me visita y justo hoy decide venir.- sonrió con gotas bajando por su sien. -Lamento esto. Será mejor que se vayan por el patio trasero, te presentaré uno de mis autos.-
-Gracias.- normalmente protestaría pero no había tiempo para eso. -Que sea rápido, Senku suele ser muy preciso con el tiempo y ya pasaron tres minutos de los cinco que dijo que le tomaría para llegar aquí.-
-Veo que aún lo conoces bien.- ante la sonrisa nostálgica del rubio, Kohaku lo miró mal y él alzó los brazos de inmediato. -Lo siento, lo siento. Vayan al estacionamiento y uno de mis sirvientes te entregará las llaves. Yo le avisaré a Francois del cambio de planes.-
-Gracias.- le sonrió sinceramente.
-Para eso están los amigos.- chasqueó los dedos.
Kohaku iba a decir algo más pero en ese momento su hija regresó con su mochila y rostro malhumorado.
-Adiós, tío.- murmuró tristemente. -¿Y mi tía?-
Kohaku tenía pensado irse sin despedirse de Francois, pero ver los ojitos suplicantes de su hija la hizo pensarlo dos veces. Pero justo en ese momento un sirviente llegó a la sala.
-Ishigami Senku ha llegado, amo.- anunció, unos cuantos segundos antes de que Senku llegara caminando detrás de él con cara de fastidio.
No es que Kohaku haya visto su expresión, ya que apenas escucho que Senku llego tomó a su hija en brazos y corrió hacia el pasillo y luego hacia el jardín.
Ni siquiera estaba segura de si él la vio o no, pero mientras no haya visto a su hija realmente le daba lo mismo
Se sintió más tranquila al salir de la casa y de inmediato se dirigió al estacionamiento, donde a los pocos minutos unos sirvientes pasaron sus maletas a un nuevo auto y le ofrecieron las llaves del mismo, tal como Ryusui había dicho.
-Hija, sube al auto.- le dijo a su linda niña, que solo la miró en silencio. -¿Qué pasa, pequeña?- preguntó nerviosamente.
Ella frunció el ceño, antes de sonreír y negar con la cabeza.
-Nada, mamá.- murmuró simplemente, antes de subirse al auto.
Kohaku se extrañó de que no preguntara nada, pero también lo agradeció y rápidamente condujo lejos de la mansión Nanami, en dirección a la casa de su hermana y Chrome.
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-¿Es idea mía o alguien acaba de salir despavorido apenas entre?- un poco extrañado por los rápidos pasos que escucho mientras entraba a la sala, Senku hizo esa pregunta sin realmente mucho interés.
-Envié a un sirviente por algo y se tomó muy en serio la orden de "rápido".- encogió los hombros. -¿Y tú qué haces aquí? Hace meses que no nos vemos y de repente vienes casi sin aviso.- alzó una ceja.
-Lamentó eso, pero necesito un favor político. Y tú tienes más conexiones entre el gobierno que yo.-
-Ah, lo típico.- rodó los ojos, pero sonrió arrogantemente. -¿A quién tengo que sobornar esta vez?-
-No es soborno, quiero que mandes a alguien al diablo.- se sentó en uno de los sillones, con una postura relajada.
-¿Oh?- alzó las cejas. -Sabes que no voy por esos lados, Senku… si quieres tirar a alguien al río estoy fuera.-
-No es eso, idiota.- rodó los ojos. -El ministro de desarrollo y tecnología ha sido un grano en mi culo desde que fue electo para el cargo. Y sé que ese idiota esparció los rumores de mi "adicción a las drogas". Ya no lo soportó y estos meses van a volver a votar en el gabinete gubernamental. Quiero que uses tus contactos para que elijan a alguien más, quiero que lo manden bien a la mierda.-
-Una petición extraña de tu parte… Normalmente odias meterte en la política.-
-Primero me da problemas con mis presupuestos y permisos para mis proyectos, luego me ataca directamente inventando rumores para perjudicar mi imagen. No quiero soportar a Ibara seis malditos años más.- frotó sus sienes.
No le habrían importado tanto esos rumores si es que no hicieran sentir mal a sus hermanos. Ya habló con Rei, la mayor de los hijos de Byakuya y Lillian, y de verdad odio escucharla tan preocupada. No perdonaría a nadie que hiciera llorar a su hermana.
-Entiendo.- se puso serio. -Muy bien, hablaré directamente con el primer ministro de la nación, él me debe varios favores. Conseguirá los votos en contra para Ibara.-
-Gracias.- suspiró aliviado. -Ignoremos la corrupción.- rió entre dientes.
-Hubiera sido corrupción de cualquier forma, solo que esto es corrupción a nuestro favor.- rió escandalosamente.
En ese momento, Francois entró a la sala, y Senku notó que sus ojos se abrieron mucho por una fracción de segundo, cosa muy rara en ella. No era una mujer fácil de sorprender.
-Ha pasado tiempo, Senku-sama. Ryusui-sama, ¿qué pasará con la cena?- lo miró de forma extraña, aunque muy sutil.
-Lo de siempre.- masculló él.
Senku sintió de inmediato que algo le ocultaban.
-Oh, sí. ¿Puedo preguntar por qué diablos cubriste tu cámara con la mano cuando te llamé?- alzó una ceja.
Ryusui pareció desconcertado por un momento.
-Estaba hablando con un cliente importante… conteste por accidente. De hecho iba a colgarte. No me di cuenta de cómo estaba sosteniendo el celular.- encogió los hombros.
Senku entrecerró los ojos ante su rostro extrañamente serio, pero no tenía motivos para mentir. Además de que Ryusui sin querer contestar sus llamadas no era nada raro. El rubio nunca ocultó su desagrado por él desde que rompió con Kohaku.
-Ya veo… ¿Y tienen visitas? Escuche la voz de una niña pequeña.-
-Oh, ella…- Ryusui se puso nervioso. -Eh…-
-No eran visitas. Era la hija de una de las sirvientas.- Francois rápidamente intervino. -¿Gusta almorzar aquí, Senku-sama?-
-No gracias.- se puso en pie para irse.
-¿Seguro? Prepare ramen.-
-Pensándolo bien, tengo hambre.- ¿su platillo favorito preparado por Francois? Era algo a lo que nadie podría negarse.
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-Diablos, Ruri-nee… ¿por qué no contestas tu celular?- susurró Kohaku frustrada.
Sabía que probablemente debía estar cenando ahora mismo, pero realmente quería saber si es que Chrome estaba allí o no.
Pero realmente daba igual… de todos modos tendría que conocer a Tsukiku mañana, así que siguió su camino hasta casa de su hermana.
Cuando llegó, estacionó el auto y tomó a su hija en brazos, antes de acercarse a la puerta y tocar timbre.
Se sorprendió cuando fue su sobrino quien le abrió la puerta. Él sonrió enormemente al verla.
-¡Tía Kohaku!- se lanzó a abrazar su pierna, pero antes de que ella pudiera siquiera reaccionar, tomó la falda de su vestido y comenzó a arrastrarla hacia el comedor. -¡Oigan todos, mi tía Kohaku está aquí!- anunció felizmente, volviendo a abrazar su pierna.
Pero Kohaku no pudo hacer más que congelarse en su sitio.
Chrome y Ruri tenían visitas.
Taiju y Yuzuriha con sus hijos, Tsukasa y Minami con su hijo, y Ukyo con su hija. Y todos ellos miraban muy sorprendidos a Tsukiku, que les devolvía la mirada con curiosidad.
-¡Wow, hola, tía Kohaku!- el hijo mayor de Taiju y Yuzuriha la saludó alegremente. -¡No te veo desde que tengo como seis años!-
-Kinji.- lo miró muy sorprendida. -Hola, pequeño.- sonrió dulcemente.
Kinji fue como su primer sobrino, y de verdad que hace mucho que no lo veía, aunque si había hablado con él por celular algunas veces.
-¿Ella es la hermana de la tía Ruri?- la hija de Ukyo la miró sorprendida. Ella estaba muy grande también, y muy hermosa, idéntica a Ukyo pero con el cabello rizado. La última vez que la vio tenía tres años.
-Kohaku…- Ruri se quedó con la boca abierta, mirando nerviosamente a sus invitados y a su esposo. -¿Qué haces aquí? Creí que vendrías mañana…-
-Lo siento… hubo un cambio de planes…- sonrió nerviosamente, muy consciente de las miradas fijas de Ukyo, Tsukasa y Minami en ella. Yuzuriha ya sabia la verdad, mientras que Taiju y Chrome solo se veían confundidos. -Intenté llamarte pero no contestabas…-
-Justo terminamos de cenar…- suspiró profundamente. -Ya no hay nada qué hacer. Niños, ¿por qué no van a jugar al patio? Los adultos necesitamos hablar.- ante el tono dulce pero firme de Ruri, los niños gimotearon pero rápidamente se retiraron del comedor. -Tsukiku-chan, ¿qué tal si vas con ellos a conocerlos mejor?- se acercó a su sobrina y le acarició las mejillas. -Ruchiru estará contigo.-
-Umm…claro…- aunque un poco confundida, le dio un rápido abrazo a su tía antes de seguir a su primo hacia el patio.
-Vaya, ¿esa era tu hija?- Taiju se le acercó con una sonrisa alegre. -¡Es muy linda! ¡Felicidades! Oh, ha pasado tiempo desde la última vez que te vi. ¡No sabía que te habías casado!-
Kohaku lo miró incrédula. ¿Qué no era obvio que su niña era de Senku? Le sorprendía que lo tomara tan bien…
-Así que era cierto…- Minami se paró de su asiento junto a Tsukasa. -Tu hija es…-
-Es mayor.- las palabras de Chrome interrumpieron a la reportera. -Es mayor de lo que me dijiste.- le frunció el ceño. -¿No debería tener cuatro? Parece de seis o siete. ¿Por qué…?...- se congeló de pronto. -Ella… ¿Acaso ella es hija de… de Senku?- sus ojos se abrieron de par en par.
-¡¿QUÉ?! ¡¿ES HIJA DE SE…?!...-
-¡T-Taiju-kun, por favor baja la voz!- Yuzuriha se lanzó a abrazarlo para callarlo.
-¿Tú lo sabías, Yuzuriha?- la miró sorprendido.
Culpable, Yuzuriha asintió.
-Y tú también, Ruri.- Chrome miró seriamente a su esposa, que también asintió cabizbaja.
-Yo no lo sabía, pero lo sospechaba.- murmuró Minami, mientras Tsukasa a su lado asentía. -Era demasiado extraño que nunca nos la hayas presentado.-
-Yo lo sabía.- ante las palabras de Ukyo, Kohaku lo observo muy sorprendida. -Me fue inevitable escuchar sus conversaciones por celular varias veces a través de estos seis años. Lo siento, pero no dije nada. Sé que Gen lo sospecha, pero nunca se lo confirme.-
-¿Senku… Senku es papá?- Taiju sonrió temblorosamente. -Y no lo sabe…- entristeció. -¿Por qué? ¿Por qué no lo sabe?- miró confundido y triste a Kohaku.
Ella se sintió verdaderamente mal bajo la mirada tan sincera del mejor amigo del padre de su hija, pero se mantuvo firme.
-Yo… tuve que tomar una decisión… cuando Senku me dejó. Y decidí que esto era lo mejor.- frunció el ceño.
-Pero…-
-Taiju-kun, yo te explicaré todo.- Yuzuriha colocó una mano en su hombro y comenzó a jalarlo a la sala. -También me aseguraré de que no diga nada, no te preocupes, Kohaku-chan.- le sonrió suavemente antes de salir.
-Tsukasa, Minami, tendré que pedirles que tampoco digan nada.- los miró suplicante. -Sé que eres muy amigo de Senku, Tsukasa, pero por favor no le digas nada.-
Él suspiró profundamente.
-Realmente no es asunto mío. No diré nada.-
-Yo tampoco diré nada… pero quiero saber cada detalle de lo que pasó a cambio.- Minami sonrió con un guiño, a lo que Kohaku correspondió la sonrisa.
-Gracias. Ukyo… supongo que no tengo que pedírtelo, sí ya has estado guardando el secreto todos estos años.-
-Fue tu decisión, y aunque no me gusta no soy nadie para entrometerme.- cerró los ojos solemnemente.
-Gracias.- suspiró aliviada, pero luego sus ojos cayeron en Chrome, que la miraba muy seriamente. -Chrome… ¿cuento con tu silencio también?-
Él frunció el ceño todavía más. Miró de reojo a Ruri, antes de cruzarse de brazos y dar media vuelta.
-Hablemos. Tú, yo y Ruri a solas.- le hizo una seña para que lo siguiera.
Confundidas, las hermanas lo siguieron, pidiendo a sus amigos que vigilaran a los niños.
Entraron a la oficina de Chrome, que las invitó a sentarse en un sofá frente a un sillón, en el que él se sentó.
-¿Por qué tanto misterio? ¿Qué quieres decirme?- comenzó a ponerse nerviosa.
-Yo debería preguntarte eso a ti. ¿Por qué tanto misterio? ¿Por qué no quieres que Senku sepa de su hija?- se cruzó de brazos. -¿Por qué te tomas tantas molestias para que no sepa de su hija?-
Kohaku se sorprendió. No pensó que él le daría tanta importancia… Bien que era su sobrina y su amigo, pero sabía que él y Senku ya no eran tan cercanos como antes.
Aun así, era cierto que ella le mintió, e hizo que Ruri le mintiera, así que le debía una explicación.
-Cuando me enteré del embarazo, Senku y yo habíamos estado teniendo problemas.- se mordió el labio. -Y él estaba muy ocupado. Apenas lo veía aunque viviéramos juntos. Ya estaba pensando en dejarlo incluso antes de saber que estaba embarazada, pero cuando lo supe me di cuenta de que él se molestaría mucho por eso. No hubiera querido al bebé, ni siquiera me quería a mí.- tomó aire cuando un nudo comenzó a apretarle la garganta. Era doloroso recordar, incluso después de tantos años. -Decidí que marcharme sería lo mejor. Senku no quería al bebé e incluso si lo aceptaba por obligación solo habría aportado dinero para mí, y nunca necesité su dinero.- frunció el ceño duramente. -Aun así, le di la oportunidad de demostrarme que estaba equivocada. Hablé con él antes de terminar, y fue él quien me dijo que nunca podría ser un hombre de familia. Ya lo sabía y él lo confirmó.-
-Los hombres somos muy complicados ¿no?-
-¿Eh?- tanto Kohaku como Ruri lo miraron con confusión.
Él sonrió suavemente.
-Cuando Ruri y yo nos casamos, éramos muy jóvenes. Y yo sabía que ella querría hijos, pero nunca creí que llegaría tan rápido.- ambas lo observaron sorprendidas, sin entender por qué estaba hablando de eso. -Honestamente, siempre fui terrible con los niños. No me sentía listo para ser padre, y no supe cómo tratarla mientras estaba embarazada, solo era un desastre nervioso todo el tiempo.- sonrió nostálgico. -Pero en cuanto mi hijo nació… en cuanto lo tuve en mis brazos… supe que daría todo por él. Amo a mi hijo, y ser padre es todo para mí.- miró seriamente a Kohaku. -Y es por eso que sé exactamente todo lo que le has quitado a Senku, Kohaku. Y no puedo ser parte de eso. No porque soy terrible guardando secretos o mintiendo, sino porque no creo que Senku se merezca lo que le estás haciendo. No puedo hacerle eso.- negó con la cabeza.
-Chrome…- Ruri lo observo con ojos llorosos, antes de levantarse del sofá e ir hacia él para abrazarlo.
Lo besó y Kohaku apartó la mirada, intentando no pensar en Senku y todas las veces que deseó tenerlo a su lado para reconfortarla en sus momentos difíciles. Ruri era muy afortunada de tener a Chrome a su lado.
-Kohaku…- volvió la mirada a su cuñado al escucharlo hablar otra vez. -Sé que debió ser difícil para ti criar sola a tu hija, y estoy seguro de que eres una gran madre, pero no puedo estar de acuerdo con lo que hiciste. Como hombre, como padre, no puedo ser parte de eso.- negó con la cabeza.
-Entonces…- palideció con la sola idea de que iba a contarle todo a Senku.
-No voy a decirle nada.- afirmó con la mandíbula tensa. -Pero si me lo pregunta o sale el tema, no voy a mentirle. Y creo que tú deberías decírselo antes de que eso pase.-
-¿Me estás presionando para que se lo diga?-
-Sí, de hecho.- ambos se miraron muy seriamente. -Lo sabrá tarde o temprano, ahora que estás en Japón. Y lo mejor sería que tú se lo digas. O yo lo haré antes de tener que mentirle en algo así. Porque no se lo merece. No es una mala persona, y no le desearía a nadie lo que tú le has hecho. Lo que le quitaste… Como padre, creo que es lo peor que podrías hacerle a un hombre. Y no puedo aceptarlo. No seré parte de eso.- negó con la cabeza y se levantó del sillón, saliendo de su oficina justo cuando Ruri se le acercó para abrazarla otra vez.
Kohaku se apoyó en el hombro de su hermana, pensando profundamente en todo lo que su cuñado le dijo.
Pero ella no se arrepentía de haberse ido.
Fue lo correcto, Senku no podría haber sido un padre para Tsukiku, él se lo dijo en su cara, haberlo forzado a estar con ellas habría sido la decisión equivocada. Estuvieron bien todos esos años y él también estuvo perfectamente con su ciencia. Ella tomó la decisión correcta…
O al menos eso esperaba…
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Mientras los adultos hablaban, los niños salieron corriendo al patio. Los dos más pequeños de inmediato comenzaron a correr por todas partes.
-¿Así que tú eres Tsukiku?- su primo Ruchiru la miró con curiosidad. -Creí que eras más pequeña… ¿no tenías cuatro?-
-¡Claro que no!- le frunció el ceño. -Tengo seis y medio.- aseguró muy orgullosa.
-¡Es un placer conocerte!- de pronto un niño muy alto se le acercó e hizo una profunda reverencia. -¡Mi nombre es Oki Kinji! Tengo doce.- sonrió enormemente.
-¿Eres hijo de mi tía Yuzuriha?- lo miró impresionada. ¡Él era muy parecido a su tía!
-¡Sí! Y ellos son mis hermanos menores.- señaló a los dos niñitos que no dejaban de correr de un lado a otro. Ellos se parecían más al hombre que estaba junto a su tía Yuzuriha en el comedor.
-No recordaba mucho a la tía Kohaku…- murmuró la única otra niña allí presente. -Pero es bueno tener otra niña aquí.- la miró con una sonrisa. -Mi nombre es Saionji Umi, tengo nueve.- hizo una reverencia, luego miró al único niño que no había dicho nada. -¿No te presentarás?-
El niño, que se parecía mucho al hombre muy alto de cabello largo que vio junto la mujer rubia, suspiró antes de mirarla sin ganas.
-Soy Shishio Haishi. Cumpliré nueve pronto.-
-Solo di que tienes ocho, no te dolerá.- se burló Ruchiru con una sonrisa maliciosa, a lo que Haishi lo miró mal.
-Es un placer.- ella también hizo una reverencia. -Soy Hizashi Tsukiku, y como ya dije tengo seis y medio. Acabó de mudarme desde América.- sonrió un poco nerviosa.
Nunca había convivido con otros niños japoneses. Y todos eran mayores que ella, mientras que los que eran menores no parecían interesados en nada más que gritar y correr por todas partes. Debían tener cuatro y tres años, probablemente.
-¿América? Eso es genial.- Umi le sonrió amablemente. -¿Cuándo te mudaste?-
-Emm… hoy.-
-¿Volaste en un avión? ¡Yo siempre me he preguntado cómo sería eso!- Kinji también sonrió con amabilidad.
-Eh… si…-
-¿Qué no sabes hablar? Si no hablas más fuerte nadie te escuchara.- su primo la miró con una mueca. -¿O es que no entiendes bien el japonés porque creciste en Estados Unidos?-
-Claro que entiendo bien.- lo miró mal.
-No seas malo con ella, Ruchiru, es tu primita.- Umi jaló su oído con desaprobación.
-¡¿Y tú por qué me regañas?! ¡Soy mayor que tú, ya tengo once!- la apartó, molesto.
-Kinji-nii, dile algo.- Umi miro al mayor de ellos, que solo se frotó la nuca con una sonrisa nerviosa.
-¿Pelear es malo?-
-¡No suenas nada convencido!- tanto Ruchiru como Umi lo miraron con incredulidad.
-Como sigan así la enana creerá que todos estamos locos.- masculló Haishi mientras se apoyaba contra uno de los árboles del jardín.
-¿Acabas de decirme enana?- Tsukiku apretó los puños y marchó a golpearlo.
Apenas alzó un puño, él le colocó una mano en la cabeza, bloqueando parcialmente su visión y todos sus intentos de patearlo.
-Eh, pateas bien.- finalmente un toque de interés inundo sus ojos. -¿Quién te enseñó a hacerlo? Normalmente todos los niños patean mal a menos que practiquen algún deporte…-
-¡Mi mamá es una genio de artes marciales!- se hizo para atrás, librándose de su mano. -Y estaba yendo al club de taekwondo, y al de kendo. Pero solo fui unos meses. La mayoría me lo enseñó mi mamá.-
-¿Te gustan las artes marciales?- se sentó en el césped.
-Sí… pero últimamente me está gustando mucho la ciencia también.-
-¡¿De verdad?!- Ruchiru se sentó junto a Haishi, también mirándola con interés.
-Oye…- Kinji la miró con los ojos muy abiertos de pronto. -Ahora que lo pienso, tú te pareces mucho a mi tío Se…- calló cuando Umi de repente le dio un codazo en el estómago.
-¡¿Por qué hiciste eso?!- Ruchiru la miró con la boca abierta.
-Eh… necesito hablar con él un momento.- tomó la muñeca del mayor y comenzó a arrastrarlo al otro lado del jardín.
-Umi está loca.- Ruchiru rodó los ojos.
-Estoy seguro de que debió tener algún motivo.- murmuró Haishi todavía mirando a donde los otros dos se fueron. -Luego le preguntaré… ¿Tu nombre es Tsukiku, no?- volvió su atención a ella. -¿Te gusta más la ciencia o las artes marciales?-
-Me gustan las dos cosas.- también se sentó en el césped junto a los niños mayores. -No puedo decidirme por el momento…
–¡La ciencia es lo mejor!- Ruchiru alzó un puño con entusiasmo. -Yo seré un científico cuando crezca. ¡Pero seré el mejor en mi área! Y voy a ganar la feria de ciencia del tío Senku.- aseguró muy seguro de sí mismo.
-¿Feria de ciencia?- eso llamó su atención. -Espera, ¿dices que el científico Senku es tu tío? ¿Ishigami Senku?- lo miró con ojos brillantes.
-¡Sí! Él y mi padre son amigos y a veces trabajan juntos. ¡Y yo los ayudo!-
-Wow…- lo miró impresionada.
-Más que ayudar diría que estorbas al tío Senku…-
-¡Cállate, Haishi!-
Tsukiku se rió. Ellos eran muy graciosos.
-¿Es familiar de sus padres?- preguntó curiosa.
-No, es amigo de nuestros papás. Tu tío Chrome también es su compañero de laboratorio y mi padre a veces trabaja como su guardia de seguridad.- masculló tranquilamente Haishi. -¿Tú no lo conoces?-
-No, solo lo he visto en internet.- hizo una mueca. -De hecho es gracias a él que me gusta la ciencia.-
-Aw, eso es muy tierno.- se sobresaltó cuando Kinji y Umi regresaron de pronto, y él habló prácticamente sobre su cabeza. -¿También participarás en la feria de ciencias?- se sentó a su lado en el césped.
Umi se sentó junto a Haishi, mirando seriamente a Kinji.
-Sí puedo, me gustaría.- sonrió nerviosamente.
-Tal vez te deje ser mi asistente, necesito ayuda en mi gran proyecto para ganar el primer lugar.- Ruchiru sonrió arrogantemente.
-Eh, suena bien. Aunque igual tal vez intente hacer algo por mí cuenta.- pero tendría que pensarlo muy bien.
-¡Te ayudaré en lo que quieras!- las palabras de Kinji la sorprendieron.
-¿De verdad? ¿Por qué?- pestañeó aturdida.
-¡Claro que te ayudaré! ¡Eres hija de… de la tía Kohaku! Siempre la quise mucho.- sonrió nerviosamente. -Además, ¡me encanta ayudar! Ya pensaba ayudar a Ruchiru con su proyecto. ¿Ustedes también, no?-
-No sé mucho de ciencia, pero me gustaría ayudar.- Umi sonrió dulcemente.
-Sé un poco de ciencia, y también soy fuerte, así que supongo que podría ayudar.- Haishi no se veía muy interesado.
-¿Eres fuerte?- Tsukiku lo miró impresionada.
-Quiero ser tan fuerte como mi padre, así que comencé a entrenar desde muy pequeño.- finalmente sonrió por primera vez, con una sonrisa decidida.
-Eso es genial. Yo también quisiera ser tan fuerte como mi mamá.- también sonrió.
-Pues deberías decidirte.- de pronto Haishi dejó de sonreír.
-¿Decidirme?- pestañeó, confundida.
-¿Serás científica o serás guerrera? No puedes ser las dos cosas.- cerró los ojos solemnemente. -Las dos cosas requieren tiempo, y puedes elegir una y ser la mejor, pero si elijes ambas solo podrás ser mediocre.- encogió los hombros. -Eres pequeña, todavía puedes elegir.-
-No digas eso, Haishi.- Umi le dio una palmada en el hombro. -Claro que puede ser la mejor en ambas cosas si quiere.-
-No lo creo. Una cosa es ser listo, pero ser científica requiere mucho esfuerzo. Y otra es cosa es ser solo fuerte o ser un campeón. No puedes dedicar tu tiempo a todo, debes enfocarte o el esfuerzo no sirve de nada. Solo digo la verdad.-
-¿Te crees la gran cosa solo porque eres campeón en tu escuela? Niñito.- Ruchiru lo miró mal.
-Tú te crees la gran cosa solo porque eres mayor.- Haishi volvió a mirarlo mal.
-Kinji-nii, diles algo.- Umi miro suplicante al mayor de ellos, que empezó a frotarse la nuca con una sonrisa nerviosa, otra vez.
-Vamos, chicos, pelear es malo.-
-¡No sabes decir otra cosa!- tanto Ruchiru como Haishi miraron mal al mayor.
-Bueno… yo digo que puedo vencerte.- ante esas palabras, todos se callaron y voltearon a ver a Tsukiku.
-¿Disculpa?- Haishi alzó una ceja.
-Dije que creo que puedo vencerte.- repitió con una sonrisa traviesa. -Tal vez no ahora ni este año, pero algún día te patearé el trasero mientras me convierto en una gran científica.- aseguró con la barbilla en alto.
Su madre siempre había apoyado sus sueños y le dijo que podría hacer todo lo que se propusiera si realmente lo quería.
Y, cuando Haishi dijo eso, se dio cuenta de que realmente quería ser una científica, pero también realmente quería seguir practicando artes marciales y llegar lejos allí.
-No voy a pelear con una enana.- Haishi la miró con ojos entrecerrados, pero acabo sonriendo. -Tal vez cuando crezcas.-
-Te arrepentirás de decirme enana.- le sacó la lengua.
-No sé si se llevan bien o se odian.- Umi los miro con gotitas cayendo por su sien.
-No deberían pelear, pelear es malo.- Kinji pareció preocupado.
-¿Podemos volver a hablar de ciencia?- Ruchiru claramente solo tenia una cosa en mente.
-Todos ya dijimos que vamos a ayudarte.- Haishi rodó los ojos. -Solo falta que nuestros padres nos dejen venir seguido a tu casa. Los míos viven lejos y el padre de Umi podría volver a irse en cuanto lo llamen.-
-Está de vacaciones… nos quedaremos aquí un tiempo.- la otra niña sonrió suavemente.
-No sé dónde viviré, pero mamá estará contenta de que quiera pasar tiempo con otros niños, creo.- no era algo que pasara muy seguido en América. -Oh, pero si voy a ir a la feria de Ishigami Senku necesito que guarden el secreto.- los miro suplicante.
-¿Eh? ¿Por qué?-
-Es que a mi mamá no le agrada Ishigami Senku, no sé por qué, él es bastante genial.- encogió los hombros.
Kinji y Umi intercambiaron una mirada.
-¿No le agrada el tío Senku?- Ruchiru frunció el ceño. -Que raro… En mis recuerdos de cuando era pequeño ella casi siempre estaba junto a...-
-¡Ruchiru, deberías decirnos cuál será tu proyecto de ciencias!- Umi lo interrumpió. -No nos lo dijiste, y si vamos a ayudarte deberías decirlo lo antes posible ¿verdad?- parecía muy nerviosa.
-¡Ah, es que…!...- de repente pareció avergonzado. -Eh… como que aún no he pensado en eso…- rió tontamente.
-Eres un idiota.- Haishi rodó los ojos.
-¡Cállate y respétame, yo soy mayor que tú!- le grito casi echando fuego por la boca.
Tsukiku volvió a reír.
Si esto se sentía tener amigos, era realmente genial y divertido.
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Senku maldijo su suerte mientras salía de otra de las escuelas en las que realizó esas tontas ferias de ciencia idea de su padre.
La primera no fue tan mala, ya que fue en la escuela de Suika, pero las otras ya lo estaban hartando. Si bien disfrutaba ver el entusiasmo de las mentes jóvenes en la ciencia, tener que lidiar tanto con mocosos era un verdadero dolor de muelas.
Al menos solo quedaban otro par de escuelas para que esta absurda broma de su padre llegara a su fin.
Llegó a su auto y abrió la puerta, solo para congelarse en su sitio al ver un cable asomándose por debajo de su auto.
Un cable. Un simple cable. Un simple cable que no debería estar allí.
En vez de revisarlo, rápidamente se alejó del auto y sacó su celular.
-Tsukasa.- tragó saliva cuando su amigo le contestó. -Ven rápido, creo que alguien quiere matarme.-
-Voy.- sin más que decir, colgó.
Tan perspicaz como siempre. No eran necesarias mucha explicación para que entendiera lo que necesitaba, por eso no había nadie mejor a quien confiarle su seguridad.
Aunque solía compartir ese puesto con Kohaku pero ella ya no era más que un viejo recuerdo…
Una vez Tsukasa llegó, Senku no perdió tiempo en tener tacto.
-Hay una puta bomba bajo el auto.- no podía ser otra cosa.
-Creí que desde hace años habían desistido de querer matarte.- suspiró mientras sacaba un espejo de mango largo, probablemente de su esposa, inclinándose cerca del auto pero manteniendo cierta distancia mientras revisaba la parte inferior con el espejo. -Oh, sí. Hay una bomba aquí. Fue pegada apresuradamente. Trabajo de novato. Probablemente se accione a control remoto, no vayas a acercarte.-
-No soy tan imbécil.- rió entre dientes.
-Hay que llevar este caso a la policía. Una amiga mía allí es buena para rastrear a este tipo de criminales de quinta.-
-Sí tú lo dices.- sonrió ferozmente. -Pero quiero todos los detalles de la investigación, no apreció que quieran matarme. Y menos de esta forma tan ridícula e insultante.-
-Por supuesto. Tendrás que ir a la estación de policía a presentar una denuncia formal, sin embargo. Yo me quedaré aquí a examinar el área. Llévate mi auto.- le lanzó sus llaves.
Intercambiaron un par de palabras más antes de que Senku se marchara, todavía con la mandíbula tensa por lo que acababa de pasar.
Hace años que nadie intentaba matarlo. El último atentado fue un idiota con una ametralladora que fue rápidamente reducido a una pulpa sangrienta por Tsukasa. Eso fue hace casi cuatro años.
No es que no tuviera enemigos, estaba lleno de enemigos, tantos que era difícil pensar en quién no tenía motivos para matarlo. Pero era difícil hacerlo y no solo por lo bueno que era Tsukasa salvándole el culo, sino porque incluso aunque lo mataran él podía hasta volver a la vida completamente reconstruido gracias a su nanotecnología, que cada vez evolucionaba más con los años. Aunque tenía límites pero sus enemigos mayormente no sabían de esos.
Ahogó un suspiro al estar frente a la estación de policía.
Kohaku solía trabajar allí…
Por eso odiaba tener que ir pero ni modo, que a veces hiciera cosas ilegales o corruptas no significaba que tuviera algo en contra de la ley ni que no confiara en esta. Lo mejor era dejarle estas cosas a los profesionales para poder concentrarse en su amada ciencia.
Entró a la estación y sus ojos vagaron perezosamente por el lugar, rememorando las veces que fue allí para buscar a Kohaku, generalmente porque la muy tonta había sido imprudente y acabo herida.
Aquellos recuerdos casi lo hacen sonreír.
Cuando sus ojos se fijaron en el escritorio del recepcionista, su corazón se detuvo en su pecho al ver allí una inconfundible coleta rubia alborotada.
Kohaku…
Ella estaba recargada en el escritorio, hablando animadamente con la mujer del otro lado, y Senku no pudo ni moverse ni respirar por un momento. Y entonces ella se tensó como si sintiera su mirada (aunque eso era ilógico) y volteó con lentitud.
Y, después de siete largos años, sus miradas se encontraron.
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