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Días del futuro pasado

9:15 pm, 16 de Junio de 2023. Royal Woods, Michigan. Casa Loud.

Los vio durante unos de segundos, en silencio, todos estaban con su mirada clavada en él. Aún le costaba asimilar el hecho de tenerlos ahí, parecía el más alocado sueño que hubiera tenido en los últimos 5 años, y eso que ya había soñado con ellos. No sabía cómo sentirse ahora, la felicidad lo había embargado luego de la confusión, mas lo que tenía que contar no era nada agradable. El murmullo de la televisión y el recuerdo de que Sam y Simon aún seguían afuera lo perturbaban. Debía ser firme, dio una última mirada a su madre, la primera en reconocerlo y habló.

—Hace más de 5 años la Tierra sufrió una invasión relámpago por parte de una especie de terrorista espacial. Su objetivo era simple, conseguir los objetos más poderosos del universo a toda costa, las gemas del infinito. —La reacción de todos era casi de estupefacción, su relato iniciaba de forma absurda y extraña, mas era la realidad—. Este individuo era el titán loco Thanos, líder de las tropas chitauri que atacaron Nueva York en el 2012, y los Vengadores, junto con otros héroes, poseían las gemas que el titán loco aún no obtenía.

"Es muy largo explicar todo lo que aconteció, además de que sabemos muy poco de los detalles, pero en resumen los Vengadores perdieron en todos los frentes y Thanos obtuvo las gemas... Su deseo fue acabar con la mitad de la vida inteligente en el universo, so pretexto de que la sobrepoblación llevaría a una inminente extinción en todas las razas."

—Diría que es absurdo si no fuera porque vimos a los malditos chitauri en televisión ese día —comentó LJ, con voz dudosa, diciendo lo que todos pensaban.

—¿Pero cómo es posible que unas gemas puedan hacer tal monstruosidad? —cuestionó Rita con indignación.

—No lo sé, es algo que ni los Vengadores pudieron explicarse.

—¿Y tú cómo sabes todo eso? —espetó Lola reacia a creer las palabras de Lincoln.

—Meses después capturaron a Thanos, está encerrado en una prisión para supervillanos —soltó Lincoln recordando la primicia de los canales de Nueva York—. Él declaró un tiempo después todo lo que sucedió en televisión internacional, se dijo arrepentido.

—Debieron ejecutarlo —dijo con amargura LJ.

—Un héroe no mata, Lynn —dijo con cierta rudeza Lana—. La prisión es el castigo que se merece.

—Creo que no es momento para discutir la moralidad de los héroes, niñas —calló Lynn padre imponiendo autoridad—. Lincoln, lo que más nos interesa no es cómo desaparecimos, sino lo que ustedes vivieron.

—Así es, cariño —secundó Rita—. Aunque es bueno saber cómo ocurrió, lo que nos interesa saber es cómo vivieron. ¿Quién los cuidó?

Lincoln soltó un largo suspiro y sonrió, agotado, planeaba hablarles un poco más de lo acontecido con los súper y no con ellos, pero sabía que era inevitable la pregunta. Le era difícil iniciar con el relato y la cantidad de recuerdos malos se acumularon en su mente. Miró hacia el recibidor en busca de Luna, ella podía ser de apoyo, pero parecía seguir hablando por teléfono. Lily era demasiado pequeña como para ayudarlo, así que estaba solo. Decidió ser directo y claro, diría las cosas tal y como sucedieron.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz? —preguntó de pronto Luan, quien se había mantenido totalmente callada. Lincoln solo se limitó a mirarla fijamente y habló con cautela.

—No fue fácil. Sería una mentira decirles que las cosas estuvieron tranquilas después de ese día, pero fue un caos... Un caos que prevaleció por casi un año en todo el maldito mundo.

12:00 am, 26 de Abril de 2018. Royal Woods, Michigan. Casa Loud.

Nadie durmió esa noche por más que lo intentaron. En la sala, en vela y con el rostro apagado, permanecía Lincoln Loud. Sus pensamientos ya no eran un remolino de ideas y las emociones que antes lo habían dominado, ahora eran un amargo recuerdo. Estaba entumecido, ensimismado en una sola idea: ¿estaban muertos? Nadie en el mundo parecía saber lo que había ocurrido horas atrás.

La incertidumbre lo mantenía ahí, sentado y contemplado con la mirada vacía la oscuridad de la noche. Su cara era un desastre, una mueca de desesperanza, con las mejillas empapadas de lágrimas a punto de sacarse y dejar marca. Había llorando de nuevo, pero ésta vez no lo hizo de forma desgarradora, más parecía una reacción instintiva. Lloró porque era lo único que podía hacer, en silencio, pero no había sentimiento alguno.

Lincoln estaba tan anestesiado por el dolor, que no reaccionó con rapidez cuando escuchó un extraño ruido en la cocina. Sabía que Lily dormía, ella era la única que lo hacía, era muy pequeña como para saber lo que estaba ocurriendo. El resto, Luna, Sam y Simon, no lo hacían. Los había escuchado, unos lloraban y otros murmuraban, la respiración tranquila del pacífico sueño no era audible en ninguna de sus habitaciones.

Su mente, lenta pero aún perspicaz, interpretó ese ruido como una señal de peligro. Reaccionó de su letargo al recordar los consejos de su abuelo antes de que cortaran la línea telefónica. Eran idénticos a los regaños de su padre, años atrás, cuando hacía lo imposible para que los hermanos Loud asegurarán la casa cuando los padres salían. "No aseguramos las ventanas" concluyó mentalmente en el momento en que se ponía de pie, alerta.

Su respiración, antes calma y pausada, comenzó a intensificarse, casi sonaba agitada. Debía recordar sus propios planes contra intrusos, eran efectivos según él, pero la falta de servicios telefónicos y de emergencia complicaban todo. "¿Qué mierda debo hacer?" se cuestionó con desesperación. Existía la gran posibilidad de que no fuera un intruso, bien podían ser sus nervios alterados. El ruido se convirtió en pasos y gruñidos más audibles, era innegable la presencia de alguien o algo en la casa.

Estaba por llegar al recibidor aquél intruso, sabía que tenía vía libre para ir a las habitaciones. Si Lincoln no hubiera tenido los nervios destrozados, su reacción hubiera sido diferente, ya que un ladrón no suele ir al piso de arriba sin robar antes abajo, más cuando sabe que hay gente en casa. En la sala Lincoln pudo haber usado diferentes objetos como armas, alguna lámpara u otra cosa, pero cegado por el miedo de que le hicieran daño a la última familia que le quedaba, fue directamente a la estancia. A mano limpia, encaró al intruso.

—Oye tú —escupió con nerviosismo al contemplar la figura entre la penumbra. Era delgado, pero muy alto, tanto que tuvo que agachar la cabeza para pasar por el portal que comunica el recibidor con el comedor.

—Carajo —masculló el intruso al verse descubierto. Mas Lincoln no era una amenaza, su altura no era mucha a sus 13 años, y su cuerpo menudo temblaba—. Lárgate de aquí, enano, si no quieres que te saque las tripas.

Un murmullo metálico sobresaltó al chico, no supo cómo aquel objeto obtuvo un brillo plateado, mortecino. Pero no importó mucho, lo percibía a través de las sombras, el enorme cuchillo que amenazaba su vida. Pero no huyó, ni siquiera pudo moverse, por lo que fue casi como plantarle cara al intruso de forma involuntaria. Al hombre alto no le gustó esto en lo absoluto, se le escuchó gruñir y en menos de un parpadeo, se abalanzó contra el albino estático. El instinto fue más veloz, aunque cayeron ambos, el intruso sobre el chico, Lincoln alcanzó a poner las manos y detener el cuchillo.

No se oyó nada, el forcejeo era extrañamente silencioso. Ambos pujaban y gruñían, intentando mover el cuchillo de aún lado al otro. El brillo mortecino del arma dejaba sin aliento a Lincoln, estaba a centímetros de su rostro, amenazante como ningún otro objeto que haya visto en su vida. Sintió el frío recorrer su cuerpo en un estremecimiento violento, su agarre era cada vez más torpe y su cuerpo era débil ante la fortaleza del hombre. "Te hubiera hecho caso Lynn" pensó resignado ante el ardor de sus bíceps, cerró los ojos esperando el final. 

Sintió el frío metal, punzante, introducirse levemente en su mejilla, un ardor insoportable hizo que se moviera, el corte se extendió más de lo que pudo soportar. Aunque el chuchillo salió de su rostro, supo que el siguiente objetivo sería el vientre, blando y desprotegido, perfecto para cegar la vida de un chico. El dolor dejó de estar presente, su rostro se entumeció, su cuerpo hizo un último esfuerzo inútil por sobrevivir, la herida lo motivaba, pero no era suficiente. Lincoln ya estaba muerto...

El forcejeo concluyó de forma precipitada, no había empuje contra los brazos de Lincoln, y el cuchillo cayó inofensivo a un lado del chico. Lincoln abrió los ojos de golpe, desconcertado, percibiendo una figura delgada y relativamente alta junto a las escaleras. El ardor, la humedad de la sangre y su miedo nublaron sus sentidos, tuvo miedo de que fuera un segundo intruso. En sus manos, quien quiera que fuera su salvador o nuevo verdugo, tenía un bate que alguna vez le perteneció a LJ. "La llamé —pensó bajo la adrenalina del momento, con demencial deseo, esperó verla—. Ella volvió..."

—¡Lincoln! ¿Estás bien? —La figura salvadora se inclinó sobre el chico, olvidando al intruso. Sus facciones, aún ocultas por la penumbra, se volvieron familiares y decepcionantes. Su voz era dulce, única. Sam Sharp era quien había golpeado fuertemente la cabeza del ladrón.

Lincoln no supo cómo reaccionar en primera instancia, seguía bajo el shock de su forcejeo con el hombre y el miedo a la muerte, su rostro se entumeció y a penas podía gesticular. También la decepción de que su salvadora no fuera Lynn, abrumaba sus sentidos. Con una mezcla de miedo y agradecimiento, los sentimientos más fuertes en Lincoln, abrazó a Sam sollozando. Ya había llorado demasiado ese día, pero ahora los sentimientos volvían aflorar en su cuerpo.

—Me iba a matar —dijo Lincoln entre sollozos, su cuerpo se estremecía ante la idea de la muerte.

—Ya estás a salvo, Linc —murmuró la rubia en un tono fraternal, creando un lazo con el chico que prevalecería los próximos 5 años e incluso más.

El intruso no despertó más, el golpe había sido demasiado fuerte y con una precisión asombrosa para la oscuridad. Aunque el miedo se apoderó de Sam y el remordimiento la embargó al día siguiente, un hombre muy sabio la tranquilizaría. Sumando el hecho de la identidad del hombre, un presunto violador exonerado por falta de pruebas.

9:40 pm, 16 de Junio de 2023. Royal Woods, Michigan. Casa Loud.

—El abuelo llegó con el amanecer —dijo Lincoln mirando los rostros de su familia. Veía sorpresa y preocupación genuina, casi había olvidado lo sobreprotectoras que eran sus hermanas—. El intruso... Es mejor no hablar más de él.

—¡Dios santo! Mi pobre niño —dijo Rita bastante afectada por la historia de su hijo.

—No pasó a mayores, mamá. Sam llegó a tiempo para salvarme.

—Si ella no hubiera estado pudiste haber muerto —dijo con voz ahogada LJ, como si con cada palabra se le escapara el aire. Su rostro reflejaba sorpresa, pero el joven vio algo más en sus ojos: miedo. Puro y genuino miedo—. ¡Él pudo haberte matado! ¡No nos digas que no pasó a mayores!

Realmente había olvidado lo sobreprotectoras que eran. Protestas similares salieron de los labios de las chicas, incluso de Lily que parecía molesta ante la ligereza con la que Lincoln contó ese episodio de su vida. Soltó un largo suspiro ante la reacción general y sonrió con nostalgia, aunque él hubiera envejecido 5 años y fuera mayor que todas sus hermanas presentes, se sentía realmente protegido. Esa sonrisa solo hizo que Lynn Jr se enojara más, haciendo que sus ojos se enrojecieran y unas cuantas lagrimas cayeran de ellos, sorprendiendo al joven.

—Lynn... ¿Estás llorando? —dijo estupefacto el albino, llamando la atención del resto y provocando que la deportista se secara las lágrimas con violencia.

—¡No! Solo me entró una basura en los ojos...

—Lynn...

—Ok, sí estaba llorando ¿feliz? Es obvio que lo haría, a mi hermanito casi lo matan y no estuve para protegerlo... Creíste que era yo y no estuve.

Lincoln, para ese momento se había levantado de su asiento y se acercó a la castaña, con cariño la abrazó. La deportista sollozó un poco en el hombro de su hermano, Lincoln aún no concebía el hecho de que fuera mayor que su hermana, aquella con la que había pasado mucho tiempo en su primera infancia. Ella, quien siempre lo cuido y defendió, aunque fuera una pesada de vez en cuando, nunca lo dejó... Él era mayor y ahora debía cuidarla a ella, a todas, en este nuevo mundo.

—Como dije, estoy bien LJ, indirectamente me salvaste al tener tremendo bate —comentó el joven con una sonrisa dulce, fraternal, mirando directamente a Lynn.

—Ves que sí sirvió de algo tener tanto equipo de todos los deportes —respondió ella con voz calmada.

—Siempre tuviste razón, LJ.

Una vez tranquilizada su hermana y el resto de la familia, Lincoln retomó su posición como narrador de las desaventuras de Luna, Lily y él en el mundo tras el primer chasquido, primero respondiendo un par de preguntas básicas de su padre respecto a la presencia de Sam y su hermano en casa.

—La desaparición de las personas tuvo severas consecuencias en las infraestructuras de varios lugares. Imagínense las personas que operaban maquinaria, manipulaban objetos peligrosos o conducían un vehículo y desaparecieron. Solo las personas, y al parecer su ropa, se desvanecieron, por lo que las consecuencias fueron grandes y diversas. La casa de los Sharp y toda la calle se incendió después de que se desvanecieron. Así que se alojaron temporalmente aquí.

—Si con temporal te refieres a 5 años —comentó Luna desde la entrada a la estancia, se recargó en el marco y sonrió—. Ellos han vivido desde ese día aquí.

—¿Y dónde se encuentran ahora? —preguntó el Sr. Loud.

—Regresando del nuevo parque que se construyó donde estaba su casa —dijo Luna con simpleza—. Vienen con sus padres, al parecer todo el mundo volvió... Lori y Leni están bien, Bobby me lo aseguró, mañana llegarán a primera hora.

—Gracias al cielo —dijo Rita llevando sus manos a su pecho, sonriendo con alivio.

—Es muy gratificante saber qué ocurrió con mis unidades fraternales 1 y 2 —habló de pronto Lisa, que se había mantenido curiosamente callada desde que Lincoln inició su relato. Al albino no le gustaba el silencio de Lisa, por lo que tomó instintivamente una gorra de los Dogers que había sobre el televisor y se la puso, desconcertando a todos y haciendo titubear a Lisa—. Pero hay un misterio que aún prevalece en todo esto... Creo que lo notaran si hacen memoria a las palabras de nuestro querido hermano Lincoln, cuyo comportamiento es extraño en estos momentos.

—Lisa, ya dilo de una vez —exigió la princesa Loud.

—¿Dónde se encuentra el abuelo? Creo haber escuchado que él llegó un día después de que nosotros nos desvanecimos, Lincoln. Me gustaría ver cómo se encuentra él, mis estudios para alargar su vida puede que ya hayan dado frutos.

—¡Es cierto! ¿Dónde está mi papá? —secundó entusiasmada la madre—. Quisiera abrazarlo, debió extrañarnos mucho.

—Lo hizo —murmuró Lincoln con tristeza. Su más grande error, la única vez que no pudo proteger a alguien que amaba. Su madre iba a llorar, sus hermanas y su padre también. ¿Cómo podía decirles que él murió? Ellos lo odiarían.

—¿Lincoln? ¿Estás bien? —preguntó su padre dudoso. Al mirarlo directamente, supo que él leyó sus sentimientos en sus ojos, ya que el rostro del chef se contrajo en una mueca de desolación.

—Siento decir esto —intervino Luna desde el marco de la puerta. Todos la miraron, incluso Lincoln con asombro y agradecimiento—. El abuelo murió hace 4 años.

Hubo un profundo silencio en la habitación. Todos, con la mirada perdida en el vacío, reaccionaron de forma pausada y variada, todos a excepción de los que lo sabían con anterioridad. Lincoln, molesto consigo mismo; Luna, entristecida por el recuerdo; Lily, bastante confundida por la reacción de la mayoría; y el Sr. Quejón, absorto en sus meditaciones, contemplaron todo. Rita fue la primera en romper en llanto, aferrándose a su esposo, negando constantemente con la cabeza y temblando. Lynn padre, junto con la confundida Lily, intentaron consolar a la pobre huérfana que sollozaba. Luan quedó muda, un par de lagrimas se resbalaron por sus pálidas mejillas, pero no hizo movimiento alguno. LJ lloró nuevamente, abrazada a Lucy, que parecía conocer la noticia de antemano confirmando las sospechas de Lincoln. La gemelas parecían bastante afectadas, llorando de forma escandalosa. Lisa parecía enloquecida, negando una y otra vez la afirmación de Luna, diciendo que era imposible que su abuelo hubiera muerto.

—Él no pudo haberse ido sin despedirse de mí —se quejó la chiquilla perdiendo toda faceta de genio fría y calculadora, entregándose al sentimiento más humano de todos: el dolor de una pérdida.

Esta vez, Lincoln no tuvo el valor de moverse de su lugar. La culpa lo carcomía, los años de terapia se habían ido al carajo en cuestión de segundos, jamás se mentalizó para encarar a su familia desaparecida y decirles que el abuelo había muerto por culpa de él. Sumido en un espiral de frustración y tristeza, Lincoln perdió el sentido de lo que ocurría a su alrededor y ocultó su rostro en sus manos. No lloró, no podía hacerlo, solo murmuró maldiciones contra él. No supo nada del resto hasta que unos pequeños brazos lo rodearon, eran inconfundibles y muy reconfortantes.

—Está bien, Linky, todo está bien —susurró Lily mientras se aferraba al albino. El joven salió de ese espiral enloquecedor, evitó perderse a sí mismo en la locura, y volvió a la realidad correspondiendo el abrazo de la niña.

—Gracias —le susurró.

—Su muerte afectó mucho a Lincoln, más que al resto —escuchó a Luna, con voz calmada. Los sollozos parecían haberse silenciado—. Él murió protegiéndonos, mamá. Como solías decir, él siempre veía antes por el resto y nunca dejó de ser valiente. Descansa en el cementerio de Royal Woods, junto a la abuela.

—Su abuelo fue un héroe hasta en su último minuto —dijo con voz calmada Rita. Levantó la mirada y vio a su madre, aún tenía lagrimas en los ojos, pero una sonrisa nostálgica y orgullosa se dibujó en su rostro.

—Aunque él nos cuidó por un año no fue la única persona que estuvo con nosotros este tiempo —siguió contando Luna con voz seria—. El Sr. Quejón también nos ayudaba de vez en cuando.

—Sí, sí... Me deben alrededor de 15 mil Lynnsagnas por cuidarlos.

—Querrá decir 14, 998 ¿verdad? —comentó Lincoln con cierto humor. Lily se separó de sus brazos, él la miró un instante con agradecimiento y la niña se retiró con su madre—. ¿O acaso olvidó la que cenó el viernes y hoy?

—Esa cuenta como una, así que son 14, 999 —rectificó el anciano mientras cerraba los ojos nuevamente.

—¿Lynnsagna? ¿Mi Lynnsagna? Eso es imposible, yo soy el único que puede preparar esa receta —dijo estupefacto Lynn padre.

—Lincoln también puede prepararla, papá —dijo Lily con una enorme sonrisa.

—Ni el abuelo, ni Sam, ni yo sabíamos cocinar muy bien —dijo Luna—. Lincoln fue quien se aventuró a cocinar, pero recibió clases de la segunda mejor cocinara que conozco. La abuela Rosa Casagrande. Ellos volvieron a Royal Woods por un tiempo.

—¿Todos? —preguntó Lola.

—Solo la abuela Rosa, María, Carl, Bobby y Carlitos... Los demás corrieron con la misma suerte que ustedes —comentó poniéndose de pie Lincoln. De pronto, como un relámpago, el recuerdo de una persona se hizo presente en su mente. "Ronnie Anne" pensó para sí mismo. Aquella chica ruda había sido su primer amor, su primer beso, la que había aceptado ser su novia un mes antes del chasquido. "Pelee con ella unos días antes" se recriminó el chico sabiendo que ella aún tenía 13 años y él ya no.

—Y Sid Chang, una amiga de Ronnie Anne que se quedó con su familia —complementó Luna.

—Vaya, sí que pasaron por muchas cosas, chicos —comentó Lynn padre sorprendido—. Digo, solo miren cuanto crecieron. Luna, hija, ya eres toda una mujer. ¿Cuántos años tienes? 22 si no me equivoco, y yo no pude verte madurar. Lincoln, maldición, eres todo un hombre de 18 años... Y no estuve ahí para enseñarte a conducir, a rasurarte, a conseguir tu primer empleo... ¡Por Dios! Lily ya es una niña grande en toda la extensión del término. Yo... no fui su padre.

—Pero están de vuelta —les dijo Lincoln con voz solemne y reflexiva—. No importa cuanto haya pasado, todos ustedes están de vuelta y eso es lo único que importa. Recuperaremos el tiempo perdido y serás un padre para nosotros... Pero sobre todo, para Lily.

10:00 pm, 16 de Junio de 2023. Great Lake City, Michigan. Departamento de los Casagrande.

La noche había refrescado el ambiente caluroso de la ciudad. El viento, aunque calmo, soplaba de vez en cuando sacudiendo sus cabellos oscuros. Su mirada se perdía en la infinidad de ladrillos que había en los muros del edificio de enfrente, las ventanas aún tenían las luces encendidas y el ruido había estallado en todo el barrio. Antes desolado, ahora en las calles había algarabía y confusión, parecía que la mitad de la población que una vez desapareció hace 5 años, había vuelto sin ningún cambio.

Deseaba un trago, sus nervios estaban destrozados, solo quería que todo eso terminara ya. ¿Acaso no le alegraba que su familia hubiera vuelto? ¿Por qué le atormentaba tanto la idea de su regreso? No podía organizar sus pensamientos y emociones, era un revoltijo de ideas y sentimientos que lo sumían en la confusión y la frustración. Tenía la idea del por qué, pero no podía expresarlo a viva voz de nuevo, no para dar explicaciones.

Bobby se había aislado los últimos minutos en el descanso de la escalera de incendios que estaba afuera de la habitación de Sid, otrora habitación de su hermana. Solo quería su espacio, alejarse de esa confusa presencia de los seres queridos que se habían esfumado con el chasquido de Thanos. Era injusto, él por fin tenía una vida tranquila y su pasado volvía a hacerse presente. La presencia de su familia, de Leni, de Lori y la llamada de Luna... Todo era tan estresante y solo quería que algo fuera normal.

Su celular vibró nuevamente, pero el sonido no era la melodía rockera con la que había personalizado las llamadas de los Loud, sino la melodía especifica de una persona especial. Aquél bolero romántico que tanto les gustaba a ambos, Amorcito Corazón de Los Panchos, era el tono de llamada de Kitty. Su rostro de molestia se desdibujó para ser reemplazado por una sonrisa, sus ojos se iluminaron y sus manos buscaron rápidamente el dispositivo.

—¡Amor! —dijo al ver el rostro de la mujer tras la pantalla. Su cabello, rizado y oscuro, caía por debajo de sus omoplatos; sus ojos expresivos eran castaños, su sonrisa de labios delgados era compasiva y llena de esperanza. Era una mujer de gran belleza, pero de fortaleza increíble.

—Aquí estoy, amor, no me he ido a ningún lado —respondió la chica con una leve sonrisa. Era obvio que la exclamación desesperada de Bobby la había sorprendido—. Al contrario, vinieron un par de visitas inesperadas. Al parecer las anteriores inquilinas de nuestro departamento volvieron luego de 5 años de ausencia.

—Dios mío, esto es una total locura.

—Tu familia también volvió ¿verdad? —Ella parecía mucho más entusiasmada que él, y eso no pasó desapercibido para la hábil Kitty—. Aunque no te veo muy contento, Bobby.

—Lo estoy. —Una sonrisa forzada se dibujó en sus labios.

—Amor, tú no me puedes engañar —le dijo con una tierna sonrisa—. ¿Qué sucede?

—No sé cómo sentirme al respecto con el regreso de todos... Quisiera estar feliz, desbordando alegría como el resto, pero solo me siento miserable. Culpable, sobre todo.

—Bobby...

—Hablemos de esto después, en privado. En este sitio las paredes tienen oídos. —Bobby se giró para encontrarse con la silueta semi escondida de Sid, la muchacha salió del edificio con una sonrisa avergonzada.

—Hola Bobby, Kitty, no sabía que estaban hablando —dijo la asiática acercándose.

—Sid "la indiscreta" Chang, me alegra verte sonriente y animada —comentó desde Detroit la prometida de Roberto.

—¿Qué te puedo decir? No todos los días reaparece tu familia después de 5 años de ausencia, hoy debería ser fiesta nacional.

—¿Cómo están tus padres y hermana, Sid? —preguntó Bobby.

—Muy confundidos, creo que les costó procesar que yo tuviera senos desarrollados y la altura de mi madre. Toda una sorpresa si lo miras desde su punto de vista. Es por eso que vine por ti.

—¿Por mí?

—Eres el único que puede explicarles todo lo que pasó los últimos 5 años, ninguno más puede, no encontramos las palabras.

—Es cierto, Bobby, eres muy bueno contando historias y dando explicaciones, te cargas una labia que enamoraría a una fuerte superheroína —comentó Kitty con mirada juguetona.

—Lo haré, después, ahora solo quiero hablar contigo, Kitty...

—Si estás preocupado por lo que esta pasando y que la mitad de los superhéroes están involucrados, descuida, yo estoy en casa con mamá y dos desconocidas agradables.

—¿Qué es lo que está ocurriendo exactamente?

—Al parecer volvieron a usar el Guantelete. —El rostro de Kitty adoptó una expresión seria—. Hace un rato un simpático hechicero abrió un portal frente a mí, pedía mi ayuda para combatir a las huestes de Thanos.

—¡¿De nuevo Thanos?! —exclamaron furiosos Sid y Bobby.

—Es otro Thanos, uno del pasado o eso me dijo en breve. Rechacé la amable oferta de combatir con alienígenas enloquecidos, a fin de cuentas estoy retirada. Pero muchos sí están en el campo de batalla.

—¿Esta vez ganaran? —preguntó temeroso el latino.

—Quiero creer eso, mis amigos se unieron a los Vengadores para patear el trasero morado de ese titán loco. Volvieron todos, incluso el profesor, él se ha encargado de comunicarse conmigo... Sabes, creo que nuestra boda puede ser algo mucho más grande de lo que planeamos, el profesor se enteró.

—No te preocupes por los preparativos, lo tenía todo contemplado en mis cientos de planes para su boda —dijo la muchacha asiática con una sonrisa tranquilizadora, su tono juguetón pretendía aligerar el ambiente creado por la negatividad del hombre. "A veces desprendo negatividad" reflexionó el latino.

—¿Logan está con ellos? —preguntó de pronto Bobby llamando la atención de las dos chicas.

—Al parecer, ni siquiera un ejercito de hechiceros, o el mismo profesor, son capaces de localizar a Logan cuando decide desaparecer una temporada —contestó con una ligera mueca, a Kitty también le preocupaba el viejo Logan, a fin de cuentas, era una especie de mentor para ella también—. Tiene sus motivos para desaparecer, siempre los tiene.

—Él sí que debería ir a nuestra boda —murmuró más para él que para su prometida, pero ella sabía leer sus labios y expresiones a la perfección.

Aunque se conocía de 4 años solamente, un tiempo relativamente corto para algunos, suficiente para otros; parecían conocerse de toda la vida. Él sabía de la asombrosa vida que su prometida ha tenido, a pesar de su edad, vivió una serie de aventuras increíbles que dejarían atónito a cualquiera. Ella conocía su simple vida de ciudadano promedio, siempre le reconocía su gran esfuerzo en su infinidad de trabajos y su dedicación, también reía mucho de las anécdotas de la juventud del hombre. "Eras muy descuidado y torpe, amor" le solía decir entre risas, normalmente contraatacaba recordándole sus torpezas de chica enamoradiza. A veces esto mismo le atemorizaba, el lazo que tenía con algunos de sus ex era grande, aún seguían en contacto y se veían muy seguido, sobre todo con ese tal Peter Rasputín.

—El profesor dijo que nos preparemos para todo —dijo de pronto Kitty después de un prolongado silencio. Bobby salió de su ensueño y miró con miedo a su novia—. Esta vez Thanos va por todo...

—¿Todo...? ¿Acabará con todos? —cuestionó en un susurro Sid, sus labios temblaban y su palidez se tornó enfermiza.

—Eso no puede ser, ni si quiera entiendo cómo es que el Guantelete aún exista —dijo el hombre cayendo en cuenta del error, el tal profesor Xavier no había estado en el mundo de los vivos por 5 años, él no sabía que ya no existían las gemas... Pero si no existían ¿cómo era posible el regreso de todos los desvanecidos?

"Es porque no son las gemas de este tiempo, Roberto Santiago. —Una voz masculina, solemne, pero imponente retumbó en su mente. Bobby casi suelta el frágil celular al escucharla. Su cara de espanto debió delatarlo ante las mujeres, ya que Kitty agudizó su vista y una mueca de seriedad torció sus labios. Sid, por otra parte estaba más que confundida por la reacción del hombre—. Kitty sabe que estoy hablando contigo, Roberto Santiago, ella puede escucharnos."

"Habla con tu mente, Bobby. —Esa era la suave voz de Kitty, era casi como una caricia para los oídos de Bobby normalmente. Pero dentro de su mente, con ecos incomprensibles como interminables, las dos voces sonaban atronadoras, lejanas y atemorizantes—. Te acostumbraras pronto y nos escucharás más cerca. Ahora, pon en orden tus pensamientos y habla con tu voz interior."

"¿Cómo...? ¡¿Cómo es posible esto?!" pensó con todas sus fuerzas el hombre, intentando resonar en la gran sala que parecía ser su mente.

"Estás hablando con el profesor Charles Xavier, tienes conocimiento de mis grandes habilidades y mis poderes más allá de lo que puedas comprender." La voz del profesor sonaba más cercana.

"No entiendo lo que usted me... ¿dijo?" pensó dudoso, su mirada estaba perdida en los ojos de Kitty.

"Los Vengadores desafiaron el orden natural de las cosas, decidieron romper las leyes de esta frágil realidad que tantos peligros ha corrido desde la existencia de las maravillas. He visto en sus mentes agotadas todo lo acontecido, todas sus hazañas estos largos 5 años y lo de las últimas horas. Algunos han caído para restablecer lo que Thanos nos arrebató... El mismo titán redimió sus errores, pero al viajar en el tiempo un Thanos sin el aprendizaje debido ataca nuestra realidad. Las gemas del pasado, esas fueron las que revirtieron el primer chasquido y el objeto de la batalla. Los que fueron mis alumnos ahora están en el campo de batalla, dando todo de sí junto con los asgardianos, los magos, los superhéroes y algunos villanos."

"Profesor... ¿Ellos triunfarán?"

"Soy un telepata, Roberto Santiago, no un vidente. Lo que sí puedo decirte es que ahora los héroes más poderosos del planeta tienen ayuda, una muy grande y poderosa."

—Ya lo escuchaste, Bobby —habló de pronto Kitty haciendo trastabillar al pobre hombre. Sintió como si una fuerza inconmensurable lo soltara de golpe, tal y como llegó—. Tienen grandes posibilidades de ganar, pero...

—También las tienen de perder —completó el hombre tomándose la cabeza.

—¿De qué rayos están hablando? —dijo una Sid Chang bastante confundida, ella solo los había visto en silencio total por casi cinco minutos. Mas sus palabras fueron ignoradas por la pareja.

—¡Maldición! Si vuelve a ganar ese bastardo él nos hará polvo a todos... ¿Qué carajos hago aquí? Yo debería estar contigo...

—Tranquilo, Bobby, estás donde debes, con tu familia.

El hombre quedó frío ante la respuesta de su prometida. Si bien, según la biblia, cuando uno se junta con su esposa debe dejar a sus padres y familia atrás para formar la propia, sabía que esto era humanamente imposible. Él se había alejado de la suya, tenía muchos recuerdos dolorosos en ese departamento en el que había dormido los últimos días. Su pasado, lo que él era y las personas a las que más amó habitaban como fantasmas entre esas cuatro paredes, fantasmas que debió dejar atrás. Fantasmas que ahora están en la estancia.

Se negaba a estar mucho tiempo con su familia, con las personas que le recordaban su vida antes del primer chasquido, por temor a no poder olvidar a esos fantasmas, pero ahora que los muertos han revivido y el universo entero corre peligro nuevamente, él ya no quería huir. En los ojos de Kitty, en su sonrisa casi imperceptible y en el pequeño asentimiento fueron el consuelo necesario, se tuvo que armar de valor y dejar atrás todos esos miedos. "Eres un hombre, eres el responsable de esta familia, ellos me necesitan. Debo comportarme como tal."

—Si las cosas no salen bien —inició Bobby con voz melancólica, pero cargada de ternura—, recuerda que te amo y te amaré siempre, Kitty.

—Todo saldrá bien, Bobby. También te amo.

La llamada se cortó luego de una última mirada. En las relaciones de pareja, el más leve gesto puede significar una infinidad de cosas, existe tal complicidad en la pareja que solo ellos entienden el significado de sus gestos. Así que interpretar lo que esa última mirada que Bobby y Kitty se dieron es una tarea difícil, por no decir imposible, pero podemos estar seguros de que si Thanos logra desaparecer a la creación misma, un beso de película antes de morir no significará más que esa mirada.

—Vamos, Sid, debo ver a mi familia —dijo Roberto guardando su celular. La chica lo siguió sin decir nada, aunque estuviera confundida, no protestaba ante la idea de Bobby.

Al llegar a la estancia estaban todos los Casagrande, parecían muy animados y felices de verse entre sí los que se desvanecieron y los que no. Las hermanas Loud, por su lado, parecían mantener una conversación más seria que interrumpieron al ver llegar a Roberto a la habitación. Lori le sonrió. Esa sonrisa no la había olvidado, mucho menos su lenguaje de gestos y miradas que tuvieron cuando fueron pareja. Aquellos labios arqueados, esos ojos luminosos y esas facciones relajadas le decían que todo se encontraba bien, que lo estaba esperando. Los Chang también estaban ahí, aún anonadados por la apariencia de Sid que se les unió.

Como si estuviera anticipado todo, todos los presentes se habían acomodado frente al televisor, algunos de pie y otros sentados, pero todos volteaban hacia él. Bobby, aceptando su papel como el hombre que dará las buenas y malas noticias, se colocó frente al televisor. Suspiró con nerviosismo, se sintió de nuevo en la universidad, como si estuviera a punto de dar una clase; pero luego de ese suspiro inhaló con lentitud y exhaló mucho más calmado. Miró con intensidad a todos, dispuesto a hablar.

—Primero, quisiera pedir disculpas por mi comportamiento hace un rato. Lo siento, creo que el impacto no me sentó muy bien... Sé que todos ustedes tiene muchas dudas, respecto a los cambios notorios en todo, no solo en los departamentos, sino en algunos de nosotros... Pero antes, Ronnie, hermana, ¿crees que puedas hacerme un favor?

—Este... Sí, claro, hermano —dijo dubitativa la chica ruda de 13 años. No la culpaba, él tenía un aspecto muy diferente al que tenía hace algunos años.

Bobby le pidió que se acercara, la chica obedeció algo reacia, pero cuando estuvo cerca de él pudo leer reconocimiento en sus ojos. Ni siquiera tuvo que pedírselo, Ronnie Anne abrazó a su hermano como él tanto lo deseaba. Ella, su hermana, la niña a la que había jurado cuidar toda su vida, estaba ahí de nuevo con él. Al sentirla entre sus brazos, cualquier rastro de duda se borró y mucho más tranquilo inició con las explicaciones. 

6:00 am, 4 de Mayo de 2018. Great Lake City, Michigan. Afuera del Mercado Casagrande.

Los restos de una familia rota, por los caprichos de un titán loco, se acomodaron en una vieja camioneta más roja por el oxido que por la pintura, ninguno hablaba o siquiera expresaba nada. Parecían un grupo de muertos vivientes, autómatas metiendo sus maletas como podían en el vehículo. Uno de ellos, tal vez el más vivo, por necesidad y no por gusto, dio un último vistazo al deportivo desvalijado que se encontraba estacionado a unos metros. "Perdóname, Lori" pensó el joven devolviendo su atención a introducir la mayor parte de los alimentos aún existentes del Mercado.

Era una mañana gris, usual en los días de invierno en Michigan, pero extraño en los soleados veranos. Great Lake City, una de las 3 ciudades más grandes del Estado, había sido sede del caos. Si algo aprendió aquella familia es que, cuando el mundo entra en caos e incertidumbre, las ciudades son el peor lugar para vivir. "Los días oscuros sacan lo peor de las personas" reflexionó el chico, que, cauteloso, vigilaba los alrededores del edificio.

Habían sido unos días duros y a Roberto Santiago le había costado horrores mantener a salvo a su familia, mas el auto de su amada hecha polvo y gran parte del Mercado habían sido víctimas de la delincuencia. En los muchos años del Mercado Casagrande, jamás les habían robado en gran cantidad, y esos días bastaron para que quedara casi saqueado. Los pocos suministros que Bobby logró rescatar ahora estaban en la vieja camioneta de Héctor Casagrande, su abuelo también desvanecido.

¿Qué es lo que estaba pasando en el mundo? ¿Qué había sido de la gente que se esfumó de un momento a otro? Las declaraciones de Captain America no fueron muy claras, se habló de terrorismo universal, un titán loco y gemas ultra poderosas. El chico no tenía la cabeza para entender qué pasaba, pero era consciente de las consecuencias de esos eventos únicos en la historia. La más clara obviedad: no podían permanecer en la ciudad.

Los servicios de comunicación se restablecieron cuando el Cap declaró ante las televisoras del mundo, las malas noticias fueron Trending Topic, la mitad de lo masivo de lo que sería. La mitad de la población había desaparecido y nadie sabía cómo revertirlo. Y mientras todo estaba patas para arriba, varios pueblos pequeños de Estados Unidos y, posiblemente, del mundo habían logrado controlar la situación. Gracias a Lincoln, Bobby se había enterado que Royal Woods se había pacificado en la mañana del 27 de Abril.

—¿Dejar nuestro hogar? —había dicho, entre sollozos cada vez más lastimeros, María. Un par de noches antes, el joven había decidido discutir el tema de salir de la ciudad hacia Royal Woods, sería dejar mucho atrás, pero eso les garantizaba vivir en un lugar seguro—. No podemos irnos, Ronnie puede volver y si no estamos se va a preocupar.

María apenas si comía, no dormía lo suficiente y lloraba la mayor parte del día. Al llegar del hospital, esa trágica noche, y encontrarse con que su hija pequeña había desaparecido, su corazón no lo pudo soportar mucho y entró en una terrible depresión. Aunque la abuela Rosa intentaba mantenerse firme, también estaba profundamente dolida por la desaparición de su gran familia. Carl y Carlitos eran confusión y lágrimas, mientras que Sid ni siquiera hablaba.

En un estado tan deplorable, el único que se mantenía firme era Roberto. Aunque roto por dentro al ver desaparecer el amor de su vida entre sus brazos, no demostraba ese dolor con tal de sacar a su familia adelante. Una responsabilidad enorme, y en ella venía mantenerlos seguros hasta que el país se estabilizara.

—Mamá, no podemos quedarnos en este lugar —insistió el joven, su exasperación era notoria—. Ya no es seguro vivir aquí, la mayor parte del barrio está desolado y las calles fueron tomadas por las bandas delictivas. Ustedes no han salido, pero yo sí, el Mercado casi fue saqueado y el auto de Lori ya no tiene varias partes... Debemos largarnos de aquí antes de que empiecen a entrar a los departamentos.

—No debiste salir, hijo —dijo María inflexible, perdida en su tristeza—. Ronnie y los demás volverán pronto.

—María, mija, Bobby tiene razón —intervino la apesadumbrada Rosa—. Ya no podemos quedarnos aquí.

Fue difícil convencer a la mujer, que aferrada al pronto regreso de Ronnie Anne, no abandonaba ni siquiera la habitación de su hija. Ahora, adormilada, estaba dentro de la camioneta. El cansancio acumulado por su trabajo y llanto pasaron factura, así que fue fácil para Bobby hacerla entrar al auto. Ahora solo faltaba que Sid llegara, la muchacha había quedado completamente sola, por lo que Rosa la había acogido en la familia.

El sol empezaba a aparecer entre los monstruosos edificios de la ciudad, como gigantes dormidos, se erguían por toda la calle. Todo se veía desolado, abandonado. Como si Great Lake City fuera una ciudad muerta, pero Bobby sabía que no estaban solos. Los observaban, no solo las ventanas de los ciclópeas edificaciones, sino ojos astutos y perversos desde varios lugares, los acechaban. La intranquilidad se apoderaba de su alma, sus miradas furtivas a los callejones y puertas eran cada vez más constantes, y un sudor frío comenzaba a brotar de su frente.

—¿Dónde estás, Sid? —masculló mirando con intensidad la entrada al edificio. Temía que alguien hubiese entrado al edificio y... Las puertas se abrieron con cierto estrepito poco aceptable, una silenciosa chica de rostro apagado bajaba las escaleras con pesadez y mirada gacha. A Bobby le dolía verla así—. ¿Ya estás lista, Sid?

La mirada dejó el suelo y se clavó en el rostro del chico, en aquellos ojos marrones solo se podía ver dolor, uno tan profundo que dejó sin aliento a Bobby. La muchacha asintió, sin hacer el mínimo intento de separar sus pálidos labios para hablar. La niña más alegre que Roberto haya conocido ahora era la más melancólica, la Sid que ahí veía era la sombra de lo que alguna vez fue. "¿Por qué nos haces esto, Dios?" pensó con tristeza y se acercó a la chica, la abrazó como si de su hermana se tratara, pero esta apenas si se movió.

—Ven, Sid. Salgamos de este lugar.

Por suerte, las miradas amenazadoras que Bobby sintió no pasaron a más. Se alejaron del Mercado Casagrande y de su hogar rumbo a Royal Woods, tal vez el único pueblo en Michigan bajo control y el único que había encontrado la paz sin la intervención de un vigilante o superhéroe. Las calles de Great Lake City eran un desastre, pero estaban totalmente desoladas, la gente salía muy poco y las bandas dormían hasta las 10, por lo que la madrugada era el momento ideal para huir. Bobby llegó a la carrera sin problemas y emprendió camino hacia Royal Woods.

El silencio en el vehículo era absoluto, solo se podía percibir el ruido del motor y las respiraciones. Aquél silencio sepulcral lo enloquecía, hervía de deseo por encender la radio y escuchar una voz, una melodía... Algo. Pero no lo hizo, se abstuvo de mover la mano y encender la vieja radio del abuelo. Sintonizaría la estación favorita de Héctor, la latina, en la que pasaban la música que había sido un éxito el siglo pasado. Los boleros que tanto le gustaban a él, Bobby no era un gran fanático, pero entendía porque le gustaban. Eran tranquilos, románticos y hermosos de escuchar. Aquellas voces potentes de cantantes como Pedro Infante, Jorge Negrete y Los Panchos resonaron en la memoria del chico.

Cuando la mañana estaba bien entrada y la mente de Bobby había reproducido todas las canciones que recordaba, se encontraron arribando en Franklin Avenue. Las palabras de Lincoln, quien a través del teléfono se le escuchaba apagado, eran pura verdad. El pequeño pueblo cercano a la costa del Lago Michigan estaba en orden, las personas parecían cumplir con sus obligaciones, desanimados en su gran mayoría. El único que parecía indiferente ante el caos era Flip, ya que su única queja era disminución de clientes a la mitad.

Bobby temía llegar a la casa Loud. Si en el departamento de Great Lake City tenía innumerables recuerdos de Lori, en su casa esto empeoraría. Con ver el rostro de sus hermanos recordaría inmediatamente el de ella, los rasgos tan parecidos. El solo imaginarlo hizo que le temblaran las manos, quiso dar vuelta a la camioneta y alojarse en un hotel barato hasta conseguir hospedaje. Pero se mantuvo firme, no solo quería alejarse de la ciudad, sino que el estar con los Loud podía ser terapéutico para ambas familias.

—Hemos llegado —anunció con voz apesadumbrada. Aparcó la vieja camioneta frente a la casa, su aspecto era tal y como la recordaba, tal vez un poco más descuidada. El viento matutino agitaba las hojas del viejo roble.

—¿Crees que nos reciban, mijo? —preguntó la abuela Rosa con los ojos llorosos de una anciana. Su rostro era la expresión máxima de cansancio, que estrujó el corazón del chico.

—Lo harán... Ellos son como de la familia ¿lo recuerdan? —dijo con seriedad, quería brindar confianza pero no pudo sonreír.

Al salir de la vieja camioneta, con intensión de ayudar a su abuela, la puerta principal se abrió. Al mirar al portal, Bobby supo el significado de perder el aliento. Ahí estaban, los 3 hermanos restantes de la numerosa prole de Lynn y Rita. Los 3 menores que su desaparecida Lori, con quiénes había tenido cierta simpatía extra en el pasado. Sus rostros reflejaban cierta alegría, una ensombrecida por el humor melancólico general. Sería Lily, la más pequeña de los tres quien reflejaría un sentimiento opuesto a la melancolía, había genuina alegría y emoción en su rostro. Su inocencia calentó el corazón del latino.

—¡Bobby! —gritó la pequeña rubia, tan parecida a Lori, que corrió al encuentro del chico.

—¿Qué pasó, pequeña? —dijo con una sonrisa genuina, levantando en sus brazos a la niña.

—¿Es cierto que van a vivir con nosotros? —preguntó la niña con curiosidad.

—Estaremos solo unos días, pequeña. Pero sí estaremos en el pueblo —le respondió el chico acariciándole el cabello.

—No sería ninguna molestia que se quedarán, hay mucho espacio. —La voz de Luna se escuchaba cercana. Bobby vio la sonrisa discreta en los labios de la castaña, no usaba el maquillaje extravagante de siempre, sino que venía al natural. La notó tranquila.

—No queremos importunar, cariño —habló la abuela Rosa que había salido del vehículo con ayuda de Carl, Carlitos también ya estaba abajo.

—No sería ninguna molestia —dijo ésta vez Lincoln, su sonrisa era más grande que la de su hermana—. Creo que hasta sería genial, digo, una vez vivimos los 24 bajo el mismo techo.

Aunque el comentario de Lincoln no fuera mal intencionado, aún estaban muy sensibles los presentes. El recuerdo se tiempos mejores solo hizo que todas las sonrisas se borraran. Bobby recordó ese episodio de su vida, Lori y él ya estaban en la universidad, pero eran las vacaciones de primavera. "Sí que fue un lío" reflexionó. Serían los más pequeños quienes romperían la tensión amarga, cuando Carlitos miró a Lily en brazos de Bobby.

—¡Lily! —llamó el niño emocionado. Como pudo, la niña hizo que Bobby la dejara en el suelo y se unió al niño de cabellos naranjas.

—Hola, Carlitos —la forma en que la rubia decía el nombre del niño era un tanto cómica, lo suficiente para sacarle una sonrisa al chico—. ¿Quieres jugar conmigo?

—¡Claro! —respondió el chiquillo en un español bastante torpe. La niña rió ante la palabra desconocida y tomó la mano de Carlitos, corrieron ambos dentro de la casa, sorprendiendo a un hombre mayor, de cabello blanco y cuerpo robusto.

—¡Así que ustedes son los Casagrande! —dijo el abuelo de los Loud, Bobby lo conocía de hace bastante tiempo, pero el hombre no había estado presente cuando los Casagrande visitaban a los Loud—. Es un gusto conocerlos finalmente, a pesar de las circunstancias.

Aunque el comentario fue algo desmotivante, Roberto decidió saludar al viejo ex marine—. Es un gusto verlo de nuevo, Albert.

—¡Bobby, muchacho! —El hombre lo abrazó, fue un contacto inesperado. Se habían llevado bien las veces que convivieron, pero no con tanta familiaridad. Más las palabras que le susurró el anciano a su oído, llenas de complicidad, explicaron ese acercamiento—. Lamento mucho por lo que están pasando, Bobby. En especial tú. Sé lo que se siente perder al amor de tu vida frente a tus ojos, mi Mirtle se desvaneció entre mis brazos.

—Intenté evitarlo, señor, yo no pude...

—Lo sé, lo sé. No te culpo. Te entiendo perfectamente, y es por eso que te pediré algo. Sé fuerte, no solo por ti, sino por mi nieta, por tu familia y por la mía. Yo también lo seré, y recuerda que yo te comprendo, muchacho. Lo he vivido dos veces y nunca es fácil.

Al separarse, Bobby se sintió comprendido. En aquél hombre de cabello blanco y actitud gallarda, pudo encontrar la confidencia que en ese nuevo mundo no tenía. Años después hallaría esa cercanía con Lincoln y Luna, pero ninguno lo llegaría a comprender como lo hizo en un primer momento Albert. Ninguno entendería el dolor de ver al amor de tu vida hacerse polvo delante de tus ojos.

Albert se presentaría con el resto de los Casagrande, María sería un poco difícil de tratar por su humor distante y algo enloquecido, mientras que Sid se comportaría con educación, pero sin decir palabra. También conocerían a los Sharp y tendrían una pobre comida preparada por el abuelo Albert. "Sus dotes, Rosa, serán un milagro para nosotros" comentó divertido el hombre a la vieja mujer latina, cuando ella se ofreció a preparar la cena. Bobby se daría cuenta de los esfuerzos del anciano por animar el ambiente, esfuerzos que secundaría Lincoln, Sam y él con tal de superar la tristeza. Con la captura de Thanos, las esperanzas murieron, pero gracias a sus esfuerzos, todos pudieron volver a una nueva normalidad en sus vidas antes de que acabara el primer año.

11:30 pm, 16 de Junio de 2023. Great Lake City, Michigan. Departamento Casagrande.

—Sería imposible contar todo lo que pasamos en una noche —concluyó Bobby su narración con pesadez. Sid notaba el cansancio en su cuerpo y se preguntó, si no hubiera vuelto la mitad del universo esa noche ¿él estaría en condiciones de cruzar medio Michigan para llegar a Detroit?

—En síntesis —prosiguió Roberto—, fueron años difíciles, vivimos 2 en Royal Woods, ahí había más estabilidad, hasta que la ciudad se estabilizó por completo. El Mercado era un desastre, pero con ayuda de subsidios del gobierno y mi beca Anthony Stark, logramos reabastecerlo y ya está en funcionamiento. Los departamentos no fueron robados, aunque sí tuvimos que vender un par de cosas para reabrir el Mercado, mas están intactos en su mayoría. Señores Chang, el suyo sigue completo, Sid se encargó de limpiarlo, aunque no duerme en él.

La mujer sintió la mirada de sus padres. Para Sid la situación era muy complicado, aunque los demás habían cambiado, sus cambios eran más tolerantes y comprensibles. Carlitos seguía siendo un niño, aunque Carl era un preadolescente no era muy chocante su cambio, Bobby solo parecía haberse dejado la barba y María y Rosa se veían un poco más viejas. Pero ella, pasó de ser una niña a una mujer, sus padres no la reconocieron en un primer momento.

Ellos la vieron como a una desconocida, claro que notaban su departamento diferente, Sid había movido los muebles una infinidad de veces intentando olvidar el orden que tenían ese fatídico día. Sería la pequeña Adeline, quien saldría de su habitación al notar sus muebles de forma diferente, y al ver a Sid la reconocería. En su inocencia infantil, notó su parecido a la Sid de 13 años y la abrazó, su padre la reconocería poco después. Sería su madre la última.

Sid les dio una sonrisa nerviosa y se encogió de hombros, no sabía qué decirles. "Me preguntó si pasaste por lo mismo, Linc" pensó al recordar al albino de Royal Woods, él también había pasado de niño a hombre.

—Lo mejor será que durmamos —Bobby dejó el lugar en donde estaba para agregar algo más antes de salir del departamento—. Lori, Leni, mañana las llevaré a Royal Woods, allá resolverán cualquier duda que tengan. Buenas noches.

—¡Bobby! —llamó su madre con preocupación—. ¿Adónde va? —Esa pregunta era para Sid.

—Creo que hacer una llamada a... —Sus ojos rasgados se abrieron al notar un pequeño detalle. Lori también la miraba expectante, curiosa, y supo que no era responsabilidad suya decir lo de Bobby y Kitty a la Loud. "No la conozco como a Linc o Luna" reflexionó Sid y dijo lo primero que se le ocurrió—. Su trabajo, recuerda que iría mañana temprano y no salió de Great Lake City.

—Dudo que vaya haber algo de trabajo mañana —dijo con sabiduría Carlos, el tío de Bobby y Ronnie—. Si todo lo que dicen pasó, el regreso de la mitad de la población va a ser fiesta nacional.

—Yo estoy ansiosa por saber cuánto ha cambiado el mundo —comentó Frida—. ¡Mis muchachitos ya son mayores! También quiero recuperar el tiempo perdido.

Sid vio como las familias se separaron para dormir. Carlos y su familia salieron del departamento, todos con enormes sonrisas y hablando sobre lo mucho que habían crecido Carl y Carlitos, el más pequeño reconocía a sus padres, pero le costaba recordar a sus hermanos mayores, o eso pudo leer en sus ojos. Vio como Rosa llevaba a las hermanas Loud a una habitación donde podían quedarse, era la que ocupaba Bobby cuando venía de visita y que desocupó esta mañana. "¿Dónde dormirá él?" se preguntó, con el profundo presentimiento de que él no dormiría.

María la miró de forma significativa, Sid solo asintió. Sabía que quería que su hija durmiera en su antigua habitación y la chica no planeaba impedirlo. Vio una última vez el rostro de su amiga, aún con 13 años Ronnie Anne le sonrió con nerviosismo, antes de desaparecer por el pasillo. Sí que los años cambian a la gente, su mejor amiga era una puberta y ella... Bueno, hacía mucho tiempo que ya no era una niña.

—¡Vamos, Sid! —le dijo su hermana pequeña, muy pequeña, tomándola de la mano. Su sonrisa era tan genuina que derritió su corazón—. Tengo mucho sueño y mañana quiero que me hables de lo mucho que todo ha cambiado... Por cierto —la niña entornó los ojos, su rostro era seriedad absoluta—, te ves... ¡Muy bonita!

Mas Sid no pudo dormir. Ella dejó el departamento poco antes de la medianoche, su familia parecía agotada (el cansancio de hace 5 años), por lo que cayó rendida. La mujer tenía una enorme intriga en saber lo que Bobby había hablado con Kitty, su despedida había sido tan trágica, que temía lo peor. "¿Acaso Thanos iba ganando?" esa y más preguntas la acosaban. Sabía que Bobby no había salido por una llamada, sabía que Kitty y él no hablarían en ese momento, pero tenía una idea muy clara de dónde estaba el hombre.

Entró al Mercado y lo vio en el mostrador, tenía una botella de refresco se cola junto con una de ron. En sus manos había un trago completo y solo lo iluminaba la mortecina luz de una vieja lámpara de escritorio. El alcohol, el más grande enemigo del que consideraba su hermano. Se acercó con cautela y se paró frente a él, estaba tan sumido en sus pensamientos que no la notó en una primera instancia.

—¿Qué es lo que te atormenta, Bobby? —preguntó con cautela, vio como este se despertaba de su ensueño y la miraba, sus ojos eran de tristeza absoluta.

—Puede que ésta sea nuestra última noche en la tierra y no estoy con ella —dijo con voz baja el hombre, una lágrima rodó por su mejilla—. No debí separarme de su lado.

—¿Pero qué hay de tu familia? —Él se limitó a negar—. Pero ¿qué es lo que pasa? ¿Qué te dijeron, que ni me enteré cuándo, para que te pusieras así?

—Los Vengadores pueden perder y si eso pasa, perderemos todos...

Sid se sintió mareada, el aire se escapó de sus pulmones y la vista se le nubló. No necesitó más explicaciones, entendía lo que estaba en riesgo, la batalla por el Universo se libraba y ellos no podían hacer nada. Tuvo que aferrarse al mostrador para no caer, era desolador el saber lo débiles que son las personas comunes.

—Toma. —Al regresar la vista a Bobby lo vio con otro vaso, ron con cola, y se lo ofrecía.

—Aún no cumplo 21... —murmuró.

—Si vamos a morir al menos hagámoslo con estilo... —Sid tomó el vaso—. Un brindis por el fin de los mundos. ¡Salud!

"Un brindis por el triunfo de los Vengadores, ¡salud!" pensó Sid. El ron sabía bien con refresco de cola, era la segunda vez que tomaba alcohol y esperaba que no fuera la última.

10:00 pm, 16 de Junio de 2023. Royal Woods, Michigan. Casa Loud.

Cuando el reloj dio las 10 en punto, el viejo Lincoln Continental aparcó frente a la que fue la cochera. El motor era inconfundible, ronroneaba como un pequeño tigre, aún tenía potencia. Lincoln hizo gala de sus sombrías, pero esperanzadoras, reflexiones ganándose la admiración de la familia. Había días en los que se preguntaba qué tanto talento había heredado su hermano de las cualidades literarias de su madre, aunque seguía viendo a Lucy como la única capaz de igualar las capacidades de Rita. Pero esos pensamientos eran fugaces y poco importantes, ya que su mente estaba con el Lincoln Continental.

Dejó la estancia en un parpadeo, nadie notó su ausencia hasta que el rumor del cerrojo se escuchó. Estaba ansiosa, los nervios la habían estado carcomiendo desde que el sol se ocultó y los hermanos Sharp no volvían. "Encontraron a sus padres, pero no deja de preocuparme su ausencia" reflexionó tratando de sonar lo menos egoísta posible. Pero también otro pensamiento, que había sido apenas una minúscula idea formada en su mente mientras escuchaba a su hermano hablar, acudió a sus dudas. ¿Cómo reaccionarían todos con su matrimonio?

Una cosa era un noviazgo en la adolescencia, sabía que sus padres apoyaban su relación, pero en más de una ocasión veía cierto aire despreocupado en sus palabras. Algo le decía que veían esa relación como algo fugaz, como lo eran muchos de los noviazgos en la juventud. Vio sus rostros confundidos con la mención de Sam y Simon en el relato de Lincoln, y la sorpresa al saber que ellos vivían ahí. No dijeron nada, pero algo había en sus expresiones que le preocupaba. "Tal vez estoy pensando de más" se intentó consolar.

Sam abrió la puerta y la vista que tuvo le recordó la primera noche que se presentó como su pareja con la familia. Su cabellera rubia, algo despeinada, brillaba como aura dorada; su rostro reflejaba paz, sus ojos brillaban con intensidad y la sonrisa natural de sus labios, aquella tan presente en su juventud, volvió. Veía en aquella mujer a la chica con la cual dio su primer beso, con la que tuvo su primer enamoramiento y supo lo que era el amor. Cuando ella le sonrió, supo que todo había vuelto a la normalidad y ahora todo sería mejor.

Ambas, sin importar que los ojos de las dos familias estuvieran clavados sobre ellas, se buscaron. Sus brazos, con naturalidad, abrazaron el cuerpo de la otra y sus rostros se acercaron al filo de un beso. El tiempo se detuvo y Luna vio al universo mismo en los ojos de Sam, sintió un intenso calor en su cuerpo y un sosiego indescriptible. En sus brazos todo tenía sentido, en sus brazos el mundo dejaba de ser hostil y en sus brazos supo que todo esto era una realidad. Sus labios se encontraron en un beso lleno de intensidad, dejando una sensación de cierre y expresando su amor incondicional.

"¡Al diablo con lo que piensen! Es mi esposa, mi novia, mi amante, mi amiga... Mi vida."

—Te extrañé —murmuró Luna aún con su rostro a milímetros de ella.

—Solo estuve un par de horas fuera —respondió Sam con gracia, su sonrisa era tan bella.

—Para mí fue toda una vida —le respondió con una sonrisa tierna—. Pero ya estás aquí, y todo está bien.

—¡Aww! —El coro de voces las sobresaltaron. Luna y Sam volvieron al mundo real y vieron como las hermanas Loud, Rita y Sharon soltaban esa exclamación, con los ojos entrecerrados, enternecidas. Sylvester y Lynn padre solo sonreían, mientras que Lincoln y Simon las veían de forma burlesca.

—Siempre tan teatrales —se burló el albino.

—Es muy tierno, Lincoln —reclamó Lola, intentando intimidar al chico, pero al topárselo con tal altura, simplemente le dio un manotazo en la pierna.

—Bueno, después de esta tierna escena, es mejor que nos comportemos bien con los invitados —interrumpió Lynn padre, hizo el ademán de hacer una broma, pero Luna vio como su madre le dio un codazo. "Extrañaba eso" pensó con una sonrisa. Lynn padre siguió hablando, un poco sofocado—. Es un gusto verlos de nuevo, Sharon y Sly.

—Lynn —saludó el hombre rubio de aspecto amigable y algo nerd—. Creo que han pasado más de 5 años, aunque para mí solo ha pasado un mes desde la barbacoa.

—Bien dicen que el tiempo es relativo —soltó Lynn padre mientras guiñaba un ojo y apuntaba con el índice a Sylvester. Ambos hombres soltaron una carcajada mientras se abrazaban por los hombros. El resto de los presentes solo soltó un gruñido, a excepción de Luan que esbozó una enorme sonrisa. Cuando los ojos de Luna se posaron en la que fue su compañera de habitación, la comediante dejó de sonreír y miró hacia otro lado. "Luan..."

—Son como un par de niños —dijo Sharon con los brazos cruzados.

—Y que lo digas —secundó Rita sobándose las sienes.

Si algo tranquilizó al corazón de Luna fue ese pequeño momento de simpatía entre sus padres y sus suegros, cuando las familias se conocieron años atrás estaba muerta de miedo pensando en qué pasaría si no se llevaban bien. No dejó de sudar ese día, moviéndose de un lado al otro, haciendo oídos sordos a las palabras de Lori, Luan y la propia Sam. "Somos una familia muy grande, muy ruidosa y muy complicada de tratar. Será un desastre" esas eran sus frases del día. Pero la sorpresa fue mucha, los Sharp encontraron afinidad con sus padres, y Simon ya conocía a Lincoln. "Para ellos ha pasado un mes de eso, yo ya casi lo había olvidado" concluyó.

Aunque ya no abrazaba a Sam, presenciaba las charlas casuales de las dos familias tomada de su mano. El gesto era casi instintivo, apenas se separaban un poco la una de la otra, buscaban sus manos y las entrelazaban. Los eventos ocurridos 5 años atrás le enseñaron muchas cosas, la principal fue la fragilidad de los humanos. En un segundo lo puedes perder todo, por lo que debía aprovechar todo el tiempo posible con su amada y lo que quedaba de su familia... "Pero ya no somos pocos, no más. Ahora volvemos a ser una gran familia".

—... En serio es muy tarde —la voz de Lincoln se escuchó más fuerte, provocando el fin de sus reflexiones—. Ya saben lo básico y lo más probable es que el resto de las explicaciones las den mañana por televisión. Deberíamos dormir.

—Lincoln tiene razón —dijo Loud padre con una sonrisa—. Nos las arreglaremos para que todos tengamos dónde dormir, somos muchos pero los Casagrande ya se han quedado y...

—Cariño, nuestra habitación no está —habló Rita llamando la atención de todos.

—¡Vamos, Rita! Cómo no va a estar... —El hombre se dirigió a la estancia, su voz simpática calló en seco—. ¡Nuestra habitación ya no está! ¡Lincoln, Luna! —se giró con dramatismo mirándolos, la confusión era clara—. ¿Pueden explicarme por qué nuestra habitación ya no está?

¿Debían decirle la verdad? ¿Tenían que contar esa larga y traumática historia? Luna vio en su hermano el agotamiento de una persona que ya ha contado mucho, las historias tristes o muy sombrías eran cansadas de narrar, y Lincoln había narrado hechos tristes. Ella tomó la palabra, lo habían dicho antes y debían mantenerse firmes, no contarían más esa noche.

—Es historia para otra noche —dijo con seriedad—. Modificamos un poco la casa, pero creo que los cambios les van a agradar.

—Con que razón decía yo que el edificio se veía diferente —comentó Sylvester Sharp mirando la estancia con detenimiento.

—¿Qué diferencias hay? —Lola solía ser demasiado hostil para su edad.

—Es una gran sorpresa, chicas —sonrió Lincoln. Con una mirada juguetona las incitó a seguirlo. Eso funcionaba con las gemelas y Lily, además de picar la curiosidad de Lisa, Lucy, Lynn y Luan.

Cuando se disponían a subir por las escaleras, Lincoln haciendo la cómica pero noble hazaña de cargar a Luan, la voz de Rita Loud los detuvo. Solo una palabra de la mujer bastaba para detener al pelotón Loud, recordándole a Luna lo imponente que su madre podía ser. "Tengo 22 malditos años y aun así me da escalofríos" pensó. Y los nervios no hicieron más que intensificar, ya que los ojos de la mujer se posaron directamente en ella y Sam. Su esposa también se tensó.

—Hay una cosa que aún necesito saber —dijo con su característica voz seria. No había reproche o molestia, sino que había una enorme curiosidad. "Ella es muy observadora, tiene que serlo ya que es escritora. Eso significa que..." La idea la palideció.

—¿Qué cosa? —cuestionó con ignorancia el albino.

—¿Qué significan esos anillos, chicas? —soltó la bomba. Luna y Sam miraron al unísono sus manos entrelazadas. Sam llevaba en anillo en su izquierda y Luna lo prefería en la derecha. "Creí que no lo notarían." Ahora, todos las miraban con suma atención.

—Nosotras... —empezó la castaña con nerviosismo. ¿Cómo decirlo? Era una noticia muy importante y no sabía qué decir. Pero Sam sí lo sabía, sintió un ligero apretón en su mano y la miró. En sus ojos encontró la confianza que necesitaba, las palabras no pronunciadas que la reconfortaban: "Todo saldrá bien, cariño. Ellos lo entenderán."

—Luna y yo nos casamos el invierno pasado —dijo con simpleza y felicidad la rubia.

La reacción fue algo que deseó tanto que parecía calcada de sus pensamientos, los ojos de Rita Loud y Sharon Sharp se llenaron de lágrimas, sus labios esbozaron una sonrisa temblorosa y, sin decir palabra alguna, abrazaron a sus respectivas hijas. Luna correspondió el abrazo de su madre, con el corazón enternecido, escuchó las palabras que la mujer le dijo al oído. Era más alta que Rita, pero fue en ese momento que supo, ya no era la Luna Loud de 17 años, ahora era una mujer adulta.

—Felicidades, cariño —dijo Rita en un murmullo—. Estoy tan feliz de saber que encontraste el amor de tu vida y que ahora están juntas, te deseo lo mejor... ¡Ojalá hubiera estado ahí! Soy tu madre y no estuve en el día más importante de tu vida... Estoy tan orgullosa de ti.

—Basta, mamá. Me vas a hacer llorar de nuevo —murmuró con la voz quebradiza y los ojos llorosos.

—Te amo, hija.

—Y yo te amo a ti, mamá.

Entre felicitaciones, abrazos y una que otra broma, Luna comprendió que sus temores eran infundados, y su familia la mejor. Pero hubo alguien que no se acercó, la miraba con total indiferencia desde los brazos de Lincoln. Él la intentó acercar, pero se negó, y miraba todo desde las escaleras. "Luan, espero puedas perdonarme" pensó con tristeza al ver que a su hermana no le importaba.

10:30 pm, 16 de Junio de 2023. Royal Woods, Michigan. Habitación de Lincoln.

Como pudo encendió la luz. Podía cargarla con facilidad, Luan no se caracterizaba por su robustez, ninguna de sus hermanas lo hacían. Eran esbeltas y delgadas. Aunque el yeso agregara un peso extra, no era ningún inconveniente para el joven. Mas ese había sido un largo día, el trabajo en la Mesa de Lynn fue demoledor, sumado a la montaña rusa de emociones de esa noche. Nadie sale bien librado de la aparición repentina de su familia luego de 5 años perdidos en la nada. Y nadie se siente especialmente fuerte luego de narrar un poco de las malas experiencias vividas en esos 5 años.

Por lo que su dormitorio era ideal para dejar a la chica, que convaleciente, no podía subir las escaleras sola. "No fue buena idea deshacernos de sus muletas" pensó el muchacho. No cerró la puerta tras de sí, le permitía escuchar las exclamaciones de emoción de su familia al ver el 3er piso. Quería ver las expresiones, pero tenía que imaginarlas. "Sabía que les gustarían los cambios" se dijo como consuelo.

Minutos atrás todos habían reaccionado con sorpresa al escuchar que la casa contaba con 3 pisos, y las habitaciones no eran las 7 de antaño (si consideraban el armario de blancos adaptado como una habitación), sino 9 bastante amplías. Además de dos baños funcionales y un ático lo suficientemente grande como para albergar las cosas que sus corazones no permitieron que vendieran, cosas importantes para su familia que estaba de vuelta.

Su padre ya estaba haciendo cálculos mentales para dividir las 9 habitaciones para todos, pero Luna detuvo sus cálculos diciendo que la cochera se había convertido en un cuarto de huéspedes. Royal Woods se convirtió en el pueblo más seguro de Michigan 2 años después del primer chasquido, por lo que no era necesario usar la cochera para aparcar el Lincoln Continental. Solían rentar esa habitación a parejas jóvenes o universitarios que venían a vacacionar.

Para impulsar la economía del pueblo, la alcaldesa impulsó el turismo en Royal Woods, provocando que este creciera en comercios y atractivos turísticos. Las reservas naturales, como lo eran el bosque, el Lago de Michigan y las diferentes colinas alrededor del pueblo, fueron anunciadas como el mejor destino en el norte del país. La Mesa de Lynn recibía a personas de todas las latitudes y los hoteles, hostales, moteles y departamentos en renta siempre estaban llenos en el verano y parte del invierno. La idea de la alcaldesa era un éxito total. Ahora, la habitación estaba sin ocupantes, por lo que el matrimonio Sharp aceptó ir a ese acogedor cuarto.

—¿Ésta es tu habitación? —preguntó con cierta impresión la comediante. Los ojos de Luan iban de un lado al otro, parecía no creer que esa era la habitación de su hermano.

—Así es, ¿te la imaginabas diferente? —preguntó el chico dejando a su hermana sobre la cama.

—Veo una falta absoluta de tu decoración nerd —comentó la chica imitando la voz de Paul Roots, el presentador del programa Redecorando tu Casa.

La habitación de Lincoln era austera, por no decir casi vacía. Solo tenía su cama, un librero polvoriento con los cómics más raros de su vieja colección, un escritorio y un armario enorme. Nada de televisiones, ni consolas o decoración de ningún tipo. Lincoln tenía sus razones para una habitación tan simple, de colores sobrios y limpia.

—Además, planeaba ignorar tus pósters de chicas desnudas, pero veo que eres muy decente o gay —dijo la chica de forma burlesca.

—Creo que se me quedó el temor de que una de ustedes entre de improviso a mi habitación —dijo Lincoln con una sonrisa de lado, recordó los viejos tiempos en los que la privacidad era un lujo—. Así que pósters en las paredes no son una opción, es mejor un par de revistas bajo el colchón.

—Buen escondite, nunca revisamos bajo tu colchón y ahí escondías tus planes y tu porno —siguió la comediante recostándose sobre la cama—. ¿En serio vas a ceder tu habitación?

—El Sr. Quejon tiene habitaciones de más, creo que es mejor que tú duermas aquí. Es la habitación más cercana a las escaleras.

—Tú sí que eres raro, Lincoln. Tenías más chucherías en el viejo armario de blancos que en esta habitación.

Lincoln miró por la ventana que daba a Franklin Avenue, en el viejo armario de blancos lo único que podía ver era la casa del Sr. Quejon. No era un amante de mirar por la ventana, pero debía admitir que la vista era hermosa cuando la luna se encuentra en lo alto. Extrañaba el viejo armario, era más íntimo y personal, no necesitaba de gran espacio para vivir y se sentía bastante seguro. Una habitación tan grande tiene muchos puntos ciegos.

—Creo que me convertí en un hombre simple, Luan —le respondió con voz apagada—. Los excesos ya no son lo mío.

—Pues si de excesos hablamos, creo que un armario tan grande es demasiado para una persona —dijo la chica apuntando con el pulgar a aquel viejo mueble. El rostro de Lincoln se deformó en una mueca de seriedad.

—No te acerques a ese armario.

—¿Por qué? ¿Acaso ahí escondes tu porno o algo más indebido...?

—¡Hablo en serio, Luan! —No fue consciente del tono que usó, pero al ver el sobresalto de su hermana con una mirada de sorpresa, supo que se había dejado llevar.

—Tranquilo, Mr. Mystery, no voy a jugar al detective privado esta noche —le respondió con una sonrisa nerviosa, veía algo de temor en sus ojos. "Lo echaste a perder, imbécil" se reclamó el chico—. Digo, aunque lo quisiera no podría —apuntó a su pierna enyesada—, apenas si puedo andar...

—Lo siento mucho, Luan. Yo... —¿Qué le podía decir?—. Hay cosas muy personales ahí, cartas, fotos... Algún día te diré, solo que ahora no quiero que nadie las vea.

—Está bien, Linc. Soy tu invitada en tu habitación, respetaré tu privacidad. —Su sonrisa era más tranquilizadora y a pesar de su mirada eternamente juguetona, veía una chispa de temor en sus ojos—. Tal vez vea tus revistas bajo el colchón, pero de ahí en más no tocaré nada. Por cierto, ¿qué tipo de revistas compras?

—¡Toc toc!

—Uy, Lincoln contando un chiste. Veamos... ¿Quién es?

—Qué-te.

—¿Qué-te?

—¿Qué-te-importa?

—¡Ese es un pésimo chiste! —se quejó la chica con una cara de extrañeza y fastidio.

—Nunca dije que fuera un buen comediante... Además, no es muy alejada de la calidad de tus chistes.

Ambos rieron, no por el mal chiste que contó Lincoln o por la serie de malas bromas recitadas por Luan luego de las palabras de su hermano. Rieron de lo que estaban viviendo. Un par de hermanos, una joven de 16 años y uno chico de 18, ambos no se habían visto en 5 años y simplemente compartían un momento juntos. Ella no envejeció y él sí, pero ahí estaban, en una situación tan surrealista como lo era el mundo donde vivían ahora.

Desapareció esa chispa de desconfianza en sus ojos, ahora se veía reflejado con reconocimiento en la mirada de ella. "Será difícil, pero nos volveremos a adaptar" meditó el chico con fe, deseaba que realmente todo fuera como antes. Vio su viejo armario de reojo, apenas un vistazo fugaz, y pensó que podía dejarlo en el olvido ahora que ellos habían vuelto. Mas sabía que las cosas nunca iban a cambiar, que por más que un terrorista espacial llegué cada década a poner en jaque su realidad, los hombres seguirían siendo lo mismo. "Debo hacerlo, tengo cuentas pendientes."

—¿No necesitas nada más, Luan? —preguntó ya en el marco de la puerta.

—Si no tienes mi pijama bajo tu colchón, creo que ya no necesito más de tu ayuda... Pero sí de mamá.

—Le diré que venga. Descansa. —Lincoln le dio la espalda, dispuesto a salir de su habitación, pero la voz de Luan lo detuvo en seco.

—Lincoln...

—¿Sí?

—Entonces todo esto es real ¿verdad? —La afirmación de la castaña desconcertó al chico, quien la miró confundido—. Me refiero a que realmente tienes 18 años, mides como 1.75 y eres lo suficientemente fuerte como para cargarme sin problemas. Realmente pasaron 5 años ¿no?

—Sí, ese tiempo fue el que pasó. Meses más, meses menos, son detalles menores.

—Esto no es muy divertido que digamos —dijo Luan con una sonrisa triste—. 5 años es mucho tiempo.

—Demasiado...

—¿Me extrañaste, Linc? ¿Extrañaste a la insoportable de tu hermana mayor? ¿A sus chistes malos y sus bromas pesadas? —En los ojos de la chica veía esa expresión que no había visto en años. Luan siempre sonreía, incluso ahora, pero en sus ojos se podía notar su tristeza. Y ahora, veía el miedo y la tristeza en su mirada, ella temía que él la hubiera olvidado.

—Lo hice como no tienes ni idea... —La sonrisa de Luan se ensanchó.

—¿Y Luna?

El pasado no solo atormentaba a los que se quedaron, aunque 5 años es mucho tiempo para lamentarse y culparse, a veces el dolor se llega a mitigar. En cambio, los que se fueron, aún tienen el dolor reciente y fresco, es más punzante y tormentoso. Una pelea de hermanas era muy común, pero lo que sucedió con Luna y Luan, el solo recordarlo entristecía a Lincoln. "Luan está molesta aún, mas no deja de querer a Luna" dijo Lincoln al ver la mirada temerosa de su hermana.

—Sí, te extrañó mucho más que yo.

Lincoln dejó la habitación. Mientras se alejaba en busca de su madre y el resto de la familia, se preguntó cuánto duraría el rencor de Luan. "Preguntó por Luna, eso debe ser una señal" pensó mientras subía las escaleras.

12:00 am, 17 de Junio de 2023. Royal Woods, Michigan. Porche de la Casa Loud.

El fresco de la madrugada estremeció su cuerpo, que se sacudió en un escalofrío breve. La bombilla parpadeo un poco, el zumbido era débil pero molesto, pronto tendrían que reemplazarla. La noche era más ruidosa de lo normal, aún había luces encendidas en varias de las casas de Franklin Avenue, además de que las risas y la algarabía llenaba el ambiente. Se sentía viva, incapaz de concebir el sueño y realmente con ganas de hacer una gran fiesta. "El resto está agotado" se dijo con un suspiro.

Tantos años esperando que el milagro sucediera y no se lo tomaron a bien, por lo menos no de buenas a primeras. "Incluso Simon se desmayó, no imagino cómo reaccionaron Luna y Lincoln" pensó burlesca. A Sam Sharp le gustaba sentarse en el porche por las noches, podía meditar tranquilamente sin molestar a nadie y desde que el pueblo se volvió tan seguro, uno podía pasarse la noche en vela con tan buen clima en verano. Así no se sofocaba de calor y podía decir en voz alta lo que fuera.

Pero esta noche no era tan serena como las otras, y la rubia compartía el mismo sentimiento de incomodidad que la gran mayoría de las personas. "Todos soñamos con este día, cada noche los últimos 5 años, pero no resultó como queríamos." Habían vuelto, pero con ellos pareció volver la amenaza inminente de Thanos, el titán loco.

Las palabras de Lincoln habían sido chocantes, la amenaza era aún mayor y las posibilidades seguían estando en contra de los Vengadores. Había más héroes peleando con ellos, o eso se apreciaba en las imágenes que los noticieros transmitieron antes de que la señal fuera cortada. La incertidumbre de lo que le deparaba a la humanidad la mantenía intranquila, y sabía que Luna, Simon y Lincoln compartían el sentimiento con ella. "Nos separamos, Lincoln y Simon con el Sr. Quejon y Luna y yo nos quedamos aquí."

¿Cuáles eran los planes de Thanos? No lo sabía. ¿Los Vengadores lo detendrán? Era tan posible como imposible. Si el mundo terminara de nuevo, si un nuevo chasquido los borra de la existencia, ¿por qué estaba sola en el porche y no a lado de Luna? ¿Por qué no protestó ante las palabras de Lincoln y pidió que todos pasarán la noche entre platicas y risas? A Sam Sharp le gustaba estar sola en el porche, pero esa noche deseó no estarlo.

—Te gusta escabullirte por la noche, nena. —Su voz la estremeció, no sonaba como un reproche o con molestia, solo era un comentario burlón.

—¡Luna! —dijo al verla a su lado, sentada en el último escalón que daba al viejo porche, mirando las casas de enfrente y la lámpara zumbante de enfrente. "Esa también necesita un reemplazo."

—Ya veo porque vienes aquí. Es agradable, el viento refresca el sudor y el silencio es menos irritante —habló la castaña sin mirarlo, una sonrisa apenas perceptible se dibujaba en sus labios mientras hablaba—. Los veranos en ésta casa son como el infierno, creo que deberíamos dormir en el jardín trasero los próximos meses con el viejo Charles.

—¿Cómo sabes que vengo aquí? —preguntó la rubia, miraba a su esposa con sorpresa y curiosidad.

—Tengo el sueño ligero, te escuchaba cada noche en que venías aquí. —Se giró y en sus ojos ya no vio cansancio, por un momento, como en la mañana, vio el brillo entusiasta de la Luna de 15 años de la que se enamoró—. Antes eso me ponía nerviosa, creía que poco a poco te estabas cansado de mí. No podía dormir pensando en eso, pero un día te seguí y al verte aquí, tan tranquila, supe que necesitabas tu momento a solas.

—¿Cuándo fue eso?

—Hace años. —Su sonrisa era tranquilizadora—. Creo que la inseguridad es mi peor defecto... Pero contigo me siento más segura, Sam. Y sé que hoy no quieres estar sola.

—A veces me asusta que sepas lo que pienso —dijo Sam y ambas rieron ante la idea. Los recuerdos de aquellos años donde se toparon con las maravillas vinieron a su mente, episodios extraños pero únicos. Pero también pensaron en Lincoln y en su gorra de los Dogers que se negó a quitarse hasta ir a la casa del Sr. Quejon.

Surfeando en su pasado con los Loud llegó a la conclusión de que su vida sería mil veces más aburrida sin ellos. Cuando oyó hablar de Luna, una de las músicos prodigio de Royal Woods, todos le advirtieron que ella era muy complicada de tratar. "Es demasiado enérgica y escandalosa" le decían intentando persuadirla de acercarse a ella. Y lo que decían de los Loud no era muy alejado, no eran odiados, simplemente el pueblo de Royal Woods estaba cansado de la numerosa y ruidosa familia. "Sí que le hacen honor a su apellido" dijo en el momento en que los vio a todos juntos.

Pero hizo oídos sordos a las advertencias, y se acercó a Luna. Tal vez esa fue de las mejores decisiones de su vida. Estar con ella era toda una experiencia, era ingeniosa y sabía cómo divertirse. Aunque hubo momentos en los que no se entendían, conforme pasaba el tiempo se hacían cada vez más cercanas. Y su familia era divertida, no podía uno aburrirse en la casa Loud, sus personalidades tan específicas y explosivas eran llamativas. Cuando perdió a su familia, tanto Luna como el resto de su familia la recibieron con los brazos abiertos a ella y su hermano.

—Yo tampoco quiero estar sola —dijo de pronto Luna, se había recostado en el porche y ocultaba sus ojos con el antebrazo—. Quién sabe lo que pase ahora en adelante, no quería pasar esta noche sola.

Sam se recostó sobre las viejas tablas, estás crujieron levemente, mientras se acomodaba de lado. Sin decir nada se acomodó sobre el seno de su amada. Era una posición reconfortante, ya sea en la cama después tener sexo, o ahí, en medio de una atípica noche. Luna rodeo el cuerpo de Sam con su delgado brazo y la atrajo más hacia ella, no iban a estar solas.

—Te amo —murmuraron ambas.

En ese momento no lo percibieron, no de forma consciente, pero un voz les habló. Una solemne, familiar y sabía voz les dijo que todo estaba bien. El bien había triunfado y las amenazas de otro tiempo habían sido detenidas por un héroe con armadura. Aquella voz le susurró a todo el mundo lo que sus corazones deseaban escuchar y el sueño cayó en todos ellos. Antes de que Morfeo la llevará a su reino pensó en Emma, ella podía hacer eso con Cerebro, pero sabía que no era ella. "Reed" pensó sin saber por qué, al igual que la humanidad entera, pero nadie lo recordaría. Algunos como Sam se quedarían con la sensación de haber escuchado su voz, pero la paz era universal.

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