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Capítulo 5

2017, Italia

—¿Hasta cuándo se quedan? —Leonardo preguntó con interés.

—Cinco días más como máximo. —Le regalé una sonrisa y mi mirada se centró en un collar en específico.

—Eso es poco tiempo —murmuró.

—Mi madre debe volver al trabajo —desvié mi mirada de los collares artesanales—, fue un viaje improvisado.

El sol comenzaba a ponerse desde donde nos encontrábamos, y la brisa marina hacía que el ambiente se sintiera fresco y relajante. Habíamos entablado una amistad inesperada desde que mi madre y yo llegamos aquí unos días atrás y estaba sumamente interesada en él.

—Es una lástima que tengan que irse tan pronto —dijo Leonardo, mirando hacia el horizonte donde el sol se sumergía en el mar.

—Sí, lo es. Pero al menos tuvimos la oportunidad de venir. Mi madre rara vez toma tiempo libre, así que esto fue un regalo para ambas —respondí—. Oye, ¿qué te parece este collar? —pregunté, sosteniendo el collar que había capturado mi atención anteriormente. Era una hermosa pieza de artesanía local, con cuentas de colores y un diseño intrincado.

—Es precioso —respondió Leonardo, admirando el collar—. Deberías llevarlo contigo como recuerdo de este lugar.

Sonreí y asentí, sintiendo que ese collar sería un recordatorio perfecto de los días felices que pasé en Italia. Aunque sabía que nuestro tiempo juntos sería limitado, presentía que podríamos disfrutarlos lo máximo posible.

—Elegiré este —señalé y el hombre encantado por mi elección me lo preparó colocándolo en una bolsa de tela con un complicado diseño de estrellas.

È una buona scelta, bella signora —Aquel hombre habló y aunque tenía un poco de conocimiento en italiano la rapidez al pronunciarlo me desconcertó.

I colori della collana metteranno in risalto la tua pelle, penso che tu abbia fatto una buona scelta. —Leonardo habló de repente dejándome aún más confusa por la conversación.

È una bella donna e ha un buon cuore, non ferire il suo giovane.

Proteggerò quel cuore —Leonardo recibió el collar y pagó.

Ciao —me despedí de aquel hombre y el contestó mi saludo.

Ambos caminamos algunos metros dejando atrás los puestos con artesanías.

—No deberías hacerlo —tímidamente tomé la bolsa de tela que me entregó.

—Es un placer.

—¿De que hablaron? —tomé su mano por inercia y él no se molestó ante mi movimiento.

—Sobre los colores del collar, resaltaran tu piel —dijo con simpleza—. Tengo que llevarte a un restaurante en específico, necesitas comer pasta con salsa pesto.

—¡Vamos! —apresuré nuestro paso feliz y el soltó una pequeña carcajada como respuesta.

A medida que la noche avanzaba, seguimos explorando y compartiendo historias sobre nuestras vidas mientras nos dirigíamos al restaurante. Nuestras manos permanecieron entrelazadas durante todo el trayecto, como si de alguna manera estuvieran destinadas a estar juntas, como la última pieza de un rompecabezas que siempre hemos estado buscando encajar.

Filadelfia, 2028

—Consideré la posibilidad de evitar la reunión —comenté a la secretaria de Thiago a través del celular; afortunadamente, él no pudo atender la llamada.

—Es un tema delicado, señorita. La situación aquí se ha vuelto caótica, la prensa está al acecho y los patrocinadores también. Nadie quiere que el escándalo tome otro giro. Por ahora, están interesados en ustedes dos y en la razón por la que no están juntos.

—¿Por qué quieren que vaya?

—Leonardo lo solicitó, no escuché todos los detalles, pero parece que considera que es más apropiado discutirlo en persona. Fue su error, y creo que quiere disculparse en privado.

No sabía si esas palabras eran sinceras o si él simplemente estaba tendiendo una trampa para que aceptara algún tipo de acuerdo en el que me comprometiera a no hablar mal de él o a mantener en secreto ciertos asuntos. Nunca lo había hecho antes y no lo haría ahora. En cierto sentido, entendía que su carrera siempre había sido su prioridad y que eso no cambiaría.

—Estaré allí el lunes —dije, mordiéndome el labio con ansiedad—, ¿está bien?

—Excelente —respondió, pareciendo contenta con mi decisión.

Colgué la llamada después de que me informara que confirmaría el horario y el lugar de la reunión en unas pocas horas. Dejé el celular en la cama y me alejé de él como si fuera una bomba a punto de explotar. Me quité los tacones y me dirigí al baño, mi reflejo no mostraba la mejor versión de mí misma. Tenía ligeras ojeras marcadas, mis ojos estaban cansados, mi cabello estaba desordenado y mi piel lucía más pálida de lo habitual.

Me mojé la cara con agua como si de alguna manera eso pudiera sacarme de esta pesadilla. Estaba a punto de encontrarme de nuevo con Leonardo después de mucho tiempo. Habíamos cortado toda comunicación, y lo único que nos vinculaba era nuestro hijo. El único contacto directo que teníamos era el dinero que él depositaba todos los meses, cumpliendo con su responsabilidad.

Me sequé la cara con rapidez, evitando que la ansiedad o las lágrimas se apoderaran de mí. Estaba a punto de volver a verlo, después de que él me hubiera dejado claro que no me quería en su vida, a pesar de todo lo que habíamos vivido juntos. Me había dejado de lado, y ahora nos íbamos a volver a encontrar. Qué ironía.

Abrí la puerta de mi habitación y al instante escuché música procedente de la habitación de Lucca. Habían sido unos días agitados, pero mi hijo parecía estar tranquilo ante la situación. Me acerqué y toqué dos veces la puerta. En seguida, él me abrió la puerta y le sonreí. A pesar de tener solo ocho años, era bastante alto, y sabía que crecería mucho más. Leonardo era alto y Lucca también lo sería.

—Tengo que hacer un viaje de negocios —sonreí, intentando sonar lo más normal posible—. Me iré mañana por la tarde. Te quedarás con la abuela.

—Está bien. —Lucca se alejó de la puerta y se sentó para continuar con su tarea, aparentemente estaba haciendo algo de la escuela.

—¿Te parece bien? —pregunté mientras entraba en su habitación y me sentaba en su cama.

—Sí, no hay problema.

—¿Qué te gustaría que te traiga esta vez? —Le pregunté, y noté que estaba indeciso cuando se giró levemente, desviando la mirada.

—No quiero que me traigas nada —finalmente dijo, abriendo el cajón de su escritorio y sacando un sobre un poco arrugado—. ¿Puedes entregar esto?

Tomé el sobre con interés, en el frente estaba escrito "Para Leonardo" y reconocí la letra de mi madre. Había stickers como forma de decoración, algunos se relacionaban a deportes como el tenis y la Fórmula 1 y otros eran de comida; pasta para ser más específica.

—Estuviste escuchando a escondidas de nuevo —lo miré con seriedad.

—Tal vez —se mordió el labio—, ¿puedes entregárselo?

—Claro —le sonreí, aunque me sentía un poco tensa. Entregar la carta parecía algo sencillo. Lucca nunca me había cuestionado ni pedido ver a Leonardo, así que podría hacerlo sin problemas, cualquiera que fuera el contenido de la carta.

—Gracias —dijo, y volvió a concentrarse en su tarea.

Me quedé un rato más observándolo. Cumplir con su solicitud parecía sencillo; solo tenía que entregar el sobre a Leonardo. Podía hacerlo.

Cerré la puerta con cuidado y bajé las escaleras con normalidad, escondiendo la necesidad de abrir el maldito sobre. No haría mal mirar, además mi madre de alguna manera había colaborado en lo que sea que había adentro. ¿Estaría mal romper esa privacidad?

Me escondí en la cocina y con cuidado abrí el sobre. Había un papel doblado, interesada por lo que decía lo abrí dispuesta a leer.

Querido Leonardo:

¡Hola! Soy Lucca, mi abuela está aquí ayudándome a escribirte esta carta, pero no te preocupes, mi letra es bonita y creo que podrás entenderla sin problemas.

Quería contarte que vi tu partido, el que duró tres horas. Fue muy divertido de ver. Ese español no tenía ni una oportunidad de ganarte, pero noté que te cansaste rápido y él pudo pelearte cada pelota. Aunque al final lograste ganarlo, eso fue genial.

Entiendo que fue porque estabas saliendo de la recuperación, lo siento mucho por eso. Vi cuando te lastimaste en la tele y me asusté mucho. Espero que te sientas mejor ahora.

Hace mucho que quería escribirte, tenía muchas preguntas y quería entender por qué no estás en casa. Mamá me dijo que estás persiguiendo tu sueño. La abuela me dijo que volverías cuando estuvieras listo, y estamos aquí esperándote. Espero que sea pronto, me encantaría verte jugar en persona algún día.

Intenté jugar al tenis una vez, aunque a mamá no le gustó mucho la idea, pero no me gustó, es muy solitario. Ahora juego al hándbol, es más divertido jugar con amigos. Estamos haciendo un buen trabajo, mamá siempre dice que sí, aunque a veces perdamos algunos partidos, que son muy pocos.

Espero que te encuentres bien ahora y que las cosas se solucionen con mamá. Me gustaría invitarte a la reunión que hacemos en la escuela, donde los familiares vienen a contar sobre su trabajo. En mi curso no hay deportistas, solo empresarios y la mamá de Betty que es médica. Creo que juntos seríamos la sensación.

Te envío algunas fotos nuestras, creo que no tienes muchas de nosotros. Yo encontré tus fotos en internet, sales muy guapo. Me gustan especialmente las que publican después de los partidos, en esas pareces muy feliz.

¡Muchos besos y abrazos! Lucca.

Giré el papel rápidamente y lo aparté, luego busqué las fotografías. En total había seis, todas ellas mostraban a Lucca durante sus partidos de hándbol, excepto una. La foto capturaba un momento navideño, en el que ambos estábamos junto al árbol de Navidad abriendo regalos. Lucca irradiaba felicidad al recibir un videojuego que Valentina le había regalado.

Tomé mi celular y marqué el número de Marcus, necesitaba idear un plan.

—¿Hola? —susurró, tratando de no elevar mucho la voz.

—La diferencia de horario —fruncí el ceño—, mi error.

—No hay problema, Liang. Hoy me quedé despierto hasta tarde.

Me mordí el labio, indecisa antes de hacer mi pregunta. Esperaba no estar interrumpiendo algo importante; ya era suficiente con saber que estaba molestando en un mal horario.

—¿Necesitas algo?

—Sí —aclaré mi garganta—, tu hermana no me envió nada y no quiero atrasarme.

Está bien, podía usar la falta de interés que Natalie había mostrado durante los últimos meses de ausencia de Marcus como excusa.

—Hablaré con ella de nuevo —se oyó como si cerrara una puerta—, ha estado actuando de manera extraña últimamente. Resolveré la situación.

—Gracias —respondí—, viajaré a Italia por una reunión, no sé si podría pasar por tu casa y revisar algunos asuntos pendientes.

—Claro, estaré esperándote. ¿Podrías traer esos documentos que tu hermano mencionó que necesitaba firmar?

—Sí, por supuesto. No hay problema.

El trabajo era mi pasión, mi refugio seguro. Podía pasar días y no me cansaría de hacerlo; me encantaba mi trabajo, era como un bálsamo. Sabía que debía encontrar un equilibrio, pero por ahora estaba bien de esta manera.

—Leí los documentos sobre los restaurantes, estamos mejorando cada vez más. Dile a tu padre que no se preocupe por inventar nuevos platos, los que tenemos ahora son exquisitos.

—Sabes que le gusta estresarse solo, no puedo evitarlo —reí.

—Solo quiero mencionar brevemente el otro tema que anda por internet... tienes todo mi apoyo.

—Gracias, Marcus —sonreí—. Aunque tú también apareces en las portadas de las revistas, no sabía que tenías una novia.

—Es sorprendente para mí también —susurró—. Te estaré esperando. No olvides traer los documentos.

Corté la llamada después de despedirme. Viajaría para mantenerme ocupada con el trabajo y enfrentaría rápidamente a Leonardo. Volver a mi vida normal era mi principal objetivo ahora.

È una buona scelta, bella signora: Es una buena elección, bella dama.

I colori della collana metteranno in risalto la tua pelle, penso che tu abbia fatto una buona scelta:  Los colores del collar resaltarán tu piel, creo que hiciste una buena elección.

È una bella donna e ha un buon cuore, non ferire il suo giovane: Es una mujer hermosa y tiene buen corazón, no le hagas daño jovencito:

Proteggerò quel cuore: Protegeré ese corazón. 

Ciao: adiós. 

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