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Capítulo 3

—No quiero saber cuánto cuesta ese vestido —Valentina me comentó apenas bajé de mi auto, fue buena la inversión hacer el estacionamiento subterráneo en el restaurante, daba privacidad a los clientes, especialmente porque la mayoría eran personas famosas y buscaban privacidad.

—Doscientos dólares —respondí y ella solo soltó una pequeña carcajada.

—¿Los zapatos? —preguntó curiosa.

—No me acuerdo, los compré el mes pasado. —Ambas entramos al ascensor y apreté el botón—. Creo que cien dólares.

—No podría gastar esa cantidad de dinero.

—Estaban en oferta —le sonreí porque las zapatillas que llevaba puestas, regalo de cumpleaños, habían costado trecientos dólares, ella moriría si sabía esa cantidad.

—No quiero saber el presupuesto que hay en tu guardarropa. —La puerta del ascensor se abrió y salimos del mismo, nos ubicamos a un costado de la recepción del restaurante. Saludé a Carmen quien era la encargada de recibir a los clientes y ubicarlos en su respectiva mesa, el restaurante era de alto prestigio, teníamos reservas constantemente.

—Iré a la terraza —Valentina se despidió.

Valentina era la encargada de las redes sociales, era muy buena en su trabajo y constantemente nos mantenía en sintonía con la actualidad. Visitaba los restaurantes y siempre daba ideas originales para implementar, en ocasiones como esta le gustaba sacar fotografías de los diferentes platos de comida que ofrecía el restaurante y también hablar con los clientes. En mi caso, solo revisaba que todo estuviera bien y me ocupaba de una parte de las finanzas.

Subí las escaleras que conducían a la terraza y pude escuchar a los clientes conversando; el lugar estaba lleno. Eso era un buen signo, indicaba que éramos respetados, ofrecíamos un excelente servicio y todos se iban satisfechos.

Saludé a algunos de los clientes y mi rostro se iluminó cuando reconocí a Connor. Estaba acompañado por otro hombre que no pude identificar de inmediato. Me acerqué a ellos, interrumpiendo su conversación, pero afortunadamente fui recibida de manera amable.

—Querida Liang, es un gusto poder hablar de nuevo contigo. —Connor me saludó estrechando su mano que acepté, él me dedicó una enorme sonrisa, las mismas que mostraba en la televisión, esas persuasivas y cálidas que les daba a sus invitados en su show.

—Te extrañé en el restaurante hace mucho tiempo que no vienes —sonreí y saludé a su acompañante—. Un gusto soy Liang, espero que la comida sea de tu agrado.

—La comida está deliciosa, soy Sebastian.

—Me alegro de escuchar eso —di mi mejor sonrisa como respuesta, esos halagos eran verdaderos, nuestro esfuerzo era recompensado.

—Pensé que estarías escondiéndote de los fotógrafos —dijo Connor, mientras cortaba un trozo de merluza. Estaba comiendo uno de nuestros platos estrellas, merluza rellena de gambas.

—¿Fotógrafos? —pregunté curiosa.

—En internet está la noticia —habló su acompañante, él estaba comiendo cómodamente nuestro cuarto plato estrella: huevos rotos con boletus y trufas. La comida se veía deliciosa y me pasaría por la cocina para llevarme algo a casa, no tenía muchas ganas de cocinar.

—No sabía que te habías casado —Connor soltó aquella bomba con su sonrisa característica—, sorprendente.

Me quedé helada, asimilando cuidadosamente sus palabras, debía ser un error.

—No sé de qué hablan —solté una breve carcajada—, debe ser un error. Jamás estuve casada, seguro que me confundieron con alguien.

Connor buscó en el bolsillo delantero de su pantalón el celular, después de esperar unos segundos me mostró una noticia que se encontraba en Twitter, efectivamente me encontraba en esa fotografía. Tomé con brusquedad el celular observando la foto, me encontraba con un vestido veraniego, estábamos comiendo un pedazo de torta, era de fresas con chocolate, mi preferida. Me estremecí al ver la mirada enamorada que le dedicaba a aquel hombre. Le devolví el celular.

—¿Leonardo Cacciatore? —Connor preguntó—, una sorpresa total. Creo que deberías hacer un control de daño, para que la situación no se desborde.

Claro que debía hacer un control de daños y matar a Leonardo en el proceso. Les sonreí torpemente a ambos hombres y al despedirme choqué con Valentina que me miraba preocupada, ella ya sabía de la situación. Problemas, problemas.

—¿Demasiado grave? —temía su respuesta.

—Completamente, debemos hacer un control de daños. Llamaré a Thiago.

Ambas caminamos con un poco de prisa hasta llegar al estacionamiento, Valentina tomó las llaves y entramos a mi auto. Thiago era el representante de Leonardo, aquel feroz y horrible hombre que me dijo hace años atrás que no debía volver a molestar. No podía tranquilizarme y dejar de temblar, sabía que la noticia no salía de mi círculo, entonces era del lado de Leonardo. Estaba completamente segura.

Traté de pasar desapercibida, pero Valentina tardó algunos minutos en salir del estacionamiento y cuando los guardias llegaron a ayudar despejando la zona pudimos salir. En ese pequeño momento fue cuando ellos lograron sacar demasiadas fotografías.

—¡Maldición! —susurré.

—La noticia salió hace una hora —murmuró Valentina—, son demasiado rápidos.

«Fue demasiado tiempo de tranquilidad»

Por suerte no habían llegado a mi casa y escabullirse no fue una molestia como había pasado en el restaurante. Había ignorado las llamadas de mis padres y algunos conocidos que buscaban explicaciones, nos las tenía y prefería no enfrentarme a los diversos regaños.

Abrí la heladera buscando agua fría, Valentina caminaba de un lado a otro mientras tenía una conversación bastante acalorada según su comportamiento, la entendía, Thiago era sorprendentemente insoportable.

Busqué dos vasos y coloqué el agua deslizando uno en la isla de la cocina. Ella se sentó en uno de los asientos y tomó el vaso, después cortó la llamada haciendo una mueca.

—Fue su error —admitió.

—¡Ja! —exclamé con satisfacción—, de alguna manera eso me hace sentir mejor.

—Thiago está tratando de resolverlo, pero está demasiado ocupado. Si creíamos que la situación aquí está un poco desbordada, en Italia está peor.

—Pasará —exclamé tratando de sacarle importancia a la situación.

—Lucca... Tao lo irá a buscar a la escuela y lo llevará a nuestro departamento.

La miré con agradecimiento y algo se retorció en mi estómago porque no había pensado en mi hijo. Solo esperaba que las cosas se resolvieran rápidamente, pero conocía perfectamente a los paparazzi y si ellos tenían el menor indicio sobre Lucca todo se volvería un descontrol. La reputación de Leonardo era básicamente despreocupado y mujeriego, pero era un excelente deportista, vivía por el tenis. Esta noticia era espectacular para la prensa.

—Dijo explícitamente que no nos volveríamos a ver —murmuré a nadie en específico mientras tomaba un poco de agua—, especificó que me olvidara de él. Ahora... esta situación es desconcertante.

—Se resolverá —ella estiró su mano para tomar la mía mientras la apretaba dándome consuelo.

—¿Sabes cómo pasó?

—Una periodista entró a su casa y tomó la fotografía. —Desvió la mirada.

—Tomó la fotografía... periodista —saboreé las palabras—, fue tan idiota de dejar que una periodista entrara a su cama.

—No sé muy bien el contexto —ella respondió.

—Tranquila, no es difícil de deducir —contesté con ironía.

Se suponía que no debía importarme su vida, pero muy en el fondo me enojaba que él fuera tan idiota. Porque básicamente su familia rogó para que me alejara y es lo que hice todo este tiempo, Leonardo tiró todo mi trabajo a la basura y dejó a nuestro hijo al descubierto.

El celular de Valentina volvió a sonar, esa fue mi señal para dejar la cocina y darle privacidad. Recorrí con un poco de lentitud las escaleras tratando de obtener información de aquella conversación y cuando noté que simplemente era de nuevo Thiago subí rápido el resto de escalones.

Entré a mi habitación tratando de pensar alguna posible solución. Me senté en la cama esperando que aquellas paredes lograran resguardarme de alguna manera, pero debía ser una persona fuerte y enfrentar la situación.

«¿Cómo?»

No sabía cómo enfrentarlo, cómo reaccionar sin perjudicar o agrandar más el problema. Tenía mi vida cuidadosamente ordenada para que ningún imprevisto surgiera, no esperé ese golpe por parte de Leonardo, rogaba que estuviera en la misma situación en la que me encontraba siendo completamente miserable. Tenía miedo, no quería repercusiones por parte de su familia, aunque no debía tenerlo porque no fue mi error.

«Fue su error, él lo cometió»

Necesitaba una ducha rápida para calmarme y no entrar en una crisis, lo estaba controlando lo mejor posible. No estaba llorando o rompiendo algún jarrón por la frustración de la situación, estaba completamente en control. Entré a mi guardarropa y prendí la luz, Valentina tenía razón en pensar que tenía un gran presupuesto en ropa, era mi debilidad, aún más los zapatos y bolsos. Adicta completamente.

Tomé una muda de ropa que fuera cómoda, sabía que no saldría de nuevo y necesitaba sacarme aquel apretado vestido, además elegí un par de zapatos planos para que mis pies descansaran. Opté por los de color negro, eran los que más me gustaban para usar en casa, tomé un banquito que utilizaba para buscar en los estantes altos y cuando mi mirada se desvió más allá de mi objetivo, cerré los ojos.

«Masoquista»

Me bajé del banquito y lo desplacé solo un poco, subí de nuevo y moví un par de botas para tomar la caja color verde musgo que se encontraba atrás, escondida. No debía hacerlo porque la confirmación ya estaba hecha, no fue mi error, las fotos seguían seguras en esa caja. Bajé con cuidado y me senté abriendo la caja.

Había una rosa seca, algunas cartas, postales y fotos. Mi mirada se desvió a la pared, y luego tomé la foto que estaba rondando por internet, después agarré con cuidado el resto de las fotografías absorbiendo esa felicidad, dejé todo en su sitio cuando me agobié. Entré al baño tiempo después como si nada hubiera pasado, dejando ese momento de debilidad atrás.

Huevos rotos con boletus y trufas. Boletus: hongo. 

Merluza rellena de gambas. Gambas: camarones. 

Es posible que algunas personas consideren las imágenes innecesarias, pero siempre me han gustado para incluirlas en las historias, ya que creo que ayudan a visualizar la imagen que el escritor desea transmitir. Entiendo que algunos podrían preferir opciones de comida más convencionales; pizza, hamburguesa. Pero si tuvieran que elegir entre estos dos platos, ¿Cuál sería su preferido?

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