
5 "El músico"
Su cabello, nadaba en la suave brisa de la mañana, el sol, se reflejaba en él creando tonos lilas dentro del rojo. Caminaba con años de experiencia y cómoda con esos altos tacos, chaqueta y pollera azul a tono con sus ojos. Traía entre sus brazos todos los folletos y papeles importantes cómo para una boda que había encontrado en la librería del pueblo. Caminaba mirando el suelo, no quería tropezar con alguna piedra o algún hoyo en la vereda.
- Cuidado - escuchó una voz masculina advirtiéndole, pero antes de poder reaccionar los folletos volaron por el aire, cuando alguien la envistió.
- ¡Idiota! tenga más cuidado - sin mirarlo comenzó a juntar los papeles.
- Lo siento, pero le dije que tuviera cuidado - comentó el sujeto parado a su lado.
- ¿Me está tomando el pelo? - le preguntó Erika llevándose las manos a la cintura, enfrentándolo al fin, aquella mirada de un color oscuro como la noche no la asustó.
- Es la verdad - su tono era de ganador, y hablaba al mismo tiempo que miraba a la chica que pasaba por la vereda de enfrente.
- Mira - Erika lo miró asqueada - eres un perfecto ejemplo del hombre incivilizado, que se comporta como macho alfa ante una mujer segura e inteligente como yo - Erika usó todo su repertorio.
- ¿Tu eres perfecta? - él se ofendió un poco.
- ¡No te soporto ni un segundo más! - Erika volvió a los papeles en el piso - ¿no me ayudarás? - cuando no recibió respuesta volteó para verlo pero él se alejaba.
- ¡Dijiste que no me aguantabas ni un segundo más! - gritó caminando de espaldas al cruzar la calle - ¡mi nombre es Juan Pablo, un placer en conocerte!
- Infeliz .
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Lucas llegó arrastrando los pies al comedor, se sentó cerca del ventanal que daba a la playa, y allí vestido con su pantalón y camisa blancos, se sirvió un poco de jugo de naranja y untó mermelada a una enorme tostada cuadrada.
- Suelta esa tostada inmediatamente, tu madre y tu tendrán una conversación importante - Clara llegó al comedor con una bata verde manzana.
- ¿Qué necesitas mamá?, recién desperté - le respondió Lucas en tono bajo antes de morder la tostada.
- Hace dos años no pude evitar tu boda con esa chica, y no entiendo aún como tu tía permite que Mateo se case con ella ahora, pero..
- Mamá - él soltó la tostada y la miró sorprendido.
- Ahora estoy aquí y puedo interponerme, porque yo lo sé todo - apoyó las manos en la mesa - no permitiré que vuelvas a acercarte a esa mujer - su hijo la escuchaba en silencio - vi tus ojos anoche Lucas, te conozco y sé que siempre obtienes lo que deseas, espero que ella no sea lo que deseas.
- Detente - corrió la silla hacia atrás y se puso de pie - nunca te he permitido manejar mi vida, y no empezaras a hacerlo ahora, además Sofia se casará con mi primo y yo tengo prometida - se mostró molesto.
- ¿Acaso eso podría detenerlos? - la mujer sonrió cínica.
- No digas tontearías.
- Esa mujer no es para ti - lo detuvo con su voz cuando ya se marchaba.
- ¿Sabes?, en todo caso, esa es mi decisión, no la tuya - desapareció dejándola hablando sola.
- Bravo joven - Gladys, aplaudía desde la puerta de la cocina.
- ¿Quieres que te despida Gladys querida? - Gladys se sentó en la cabecera.
- Claro que no jefecita - la mucama corrió a servirle.
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Luego de servirse una taza de café, Sofia se sentó en su sofá de color claro y apoyó los pies sobre la mesa ratona de madera rústica. Tomó el periódico y antes de poder comenzar a leerlo, oyó un fuerte ruido en la puerta de entrada y apenas milésimas de segundos después tuvo ante ella, con los ojos inflamados de rabia y la piel rosada por la ira, a Erika, que sin decir al menos "Buen día", dejó caer la folletería sobre sus pies. De inmediato, Flopy bajo por las escaleras con su especial y singular elegancia que la distinguían, vestida con un apretado pantalón y top de lunares blancos con fondo violeta, caminó por el corredor de cuatro metros y se detuvo en la entrada al living.
- Sofí, ¿quieres que me quede? - preguntó Florentino mirando a Erika con desconfianza, cuando esta la miró como diciendo "Por Dios, que mal gusto"
- Tranquila, aún no me matará - bromeó Sofia volviendo a su periódico.
- Como quieras, hasta luego chicas - Erika no le despegó la mirada hasta que desapareció, no entendía como esa criatura podía contornear tanto sus partes traseras.
- ¿Con que quieres comenzar? - Sofia, le prestó un poco de atención sin dejar el periódico.
- ¿Comenzar?, no, hoy no estoy de humor para comenzar nada - Erika se cruzó de brazos - hoy haré algunas llamadas, y mañana volveré por ti, hay que elegir el vestido, el pastel, el lunch, muchas cosas - Sofia la miraba preguntándose cuando estallaría esa mujer con tantos buenos y malos sentimientos reprimidos dentro de esa coraza de fortaleza y carácter.
- No sé que te habrá sucedido, pero ve ve, mañana arrancamos - Sofia quería reír pero no podía.
- Adiós - se giró tan rápido que una brisa roso el rostro de Sofia - me enteré que el cura del pueblo falleció la semana pasada, así que llame a un padre, amigo de la familia, llegará esta noche así que te pido que lo atiendas bien y le enseñes donde esta la capilla para que se sienta cómodo - cuando apenas se había marchado, Jacobo llegó en su lugar.
- ¿Qué necesita? - Sofia le permitió sentarse.
- Sé que tu y yo nunca hemos conversado mucho, y desde que mi casi difunta esposa Enriqueta - Sofia lo miró impresionada - tuvo un altercado con tu hermana en aquella liquidación de lápices labiales, menos, pero eres la mujer más joven del barrio, así que la única que me puede ayudar - el hombre tenía un acento entre aristocrático y frívolo.
- ¿En que lo puedo ayudar? - Sofía ya quería que se fuera.
- Necesito saber como conquistar a las mujeres de esta Hera.
- Yo - Sofía fue salvada por la campana cuando alguien llamó a su puerta - ¿Lucas? - la sorpresa más grande había sido ayer, pero aún le resultaba extraño abrir la puerta y que estuviera allí, de nuevo en su vida.
- Vine a traerle a Merlo su billetera, anoche quedó en mi coche, pero nadie sale de su casa - el actuaba relajado.
- Aún debe de seguir dormido- respondió ella con una sonrisa congelándolo- pero ya que estás aquí, ven - lo tomó del brazo dejando la billetera sobre un armario y lo arrastró al living - ayúdame con este señor.
- ¿ Cómo? - Lucas vio a Jacobo observándolo como un lobo observa a su presa.
- Ella tiene razón - Jacobo lo hizo sentarse a su lado - necesito consejos sencillos y rápidos para conquistar a una dama.
- Okey - Lucas asesinó a Sofia con la mirada - pero creo que a su edad debería ser usted quien me aconseje a mi.
- ¿Me contradices? - Jacobo junto las cejas y mostró los dientes.
- Nunca contradigas al señor Jacobo - apenas comentó Sofía volviéndose a sentar en su sofá.
- No, claro que no señor - respondió Lucas luego de mirarla fugazmente - bueno, primero - pensó unos segundos -¡ chocolates y flores! - exclamó sorpresivamente.
- ¿Chocolates y flores? - Sofía estaba sorprendida.
- Sabe - el joven respiró hondo y le hablo con sinceridad el viejo - lo mejor es que sea usted mismo, mostrar lo bueno y malo de usted, decir y demostrar lo que siente, decirle a la otra persona lo que no le gusta o le hace mal para que puedan resolverlo juntos, y siempre y siempre, muchos besos y caricias, hablan por si solos - los hombre se miraron y se sonrieron cómplices.
Jacobo respiró profundo luego de escucharlo.
- Muchacho, tu eres el hijo que Dios no me dio - lo abrazó - bueno mejor dicho el que Enriqueta no me dio - agregó al ponerse de pie.
- ¿Esta conforme? - Sofía se paró también.
- Claro que si, ahora me marcho, debo ver si Enriqueta ya falleció para llamar a la funeraria - respondió mientras de marchaba.
- ¿Cómo estuve? - Lucas se reía de él mismo.
- Estoy segura que funciona - Sofia continuaba de pie, notando que el café y se había enfriado.
- ¿Cómo lo sabes? - Lucas se puso de pie, su celular sonaba, pero corto la llamada entrante.
- Hace dos años hiciste todo lo contrario, si hubieses actuado así, quizás aún estaríamos juntos - le sonrió fríamente mientras levantaba la taza.
- Creo que maduré - agregó Lucas serio.
- Me alegro - clavó sus ojos verdes en él - al menos ahora podemos ser amigos - le lanzó una sonrisa falsa pero la disimuló al contestar el teléfono de la casa, - sí, voy para allá - colgó - debo ir a los manzanares, surgió un problema con un camionero - le decía mientras se ponía su saquito celeste y agarraba sus cosas.
- Te llevo , y ya conozco el lugar - su celular volvía a llamar, su madre estaba nerviosa.
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Erika no estaba sola en aquel restaurante, Cal había llegado hacia unos minutos y le hacia compaña, ambos pidieron un café y se sonreían tratando de esquivar sus sonrisas.
- Cielos - Erika rompió su encanto - dos veces en la misma mañana, es un castigo - levantó su mentón.
- ¿Qué hice? - comentó Cal con los ojos llenos de lágrimas.
- No hablo de ti, Calcito querido, hablo de ese sujeto que acaba de entrar - cuando Erika terminó de decir aquello, Juan Pablo estaba de pie junto a ellos.
- Discúlpame, ¿eres tú Ismael Calderón? - le preguntó a Cal.
- Sí, lo soy. - Cal lo miró con desconfianza.
- Un placer, soy Juan Pablo Carbenari - le extendió una mano.
- ¿Carbenari? - Cal se puso de pie y le sonrió, y aceptó el apretón de manos amistosamente - el placer es mío, Erika, él es la voz principal y guitarrista de la banda que tu hermano contrató para la boda, es muy reconocido en el exterior - que Cal lo tratara tan amablemente le revolvía el estómago.
- ¿Es usted la hermana de Lucas? - Juan Pablo la miró dulcemente paralizándola durante durante unos segundos - es un placer conocerla - también le ofreció un apretón de manos.
- ¿ Cómo se atreve después del desaire que me hizo hace un rato?, y sin pedirme disculpas - su temperamento la arrastró.
- Señorita - Juan Pablo la miró con un poco de gracia, y aunque Cal no se dio cuenta ella sabia que él se burlaba de elle en su cara - me debe de estar confundiendo con alguien más, no tenía el placer de conocer a la hermana mayor de Luquitas de quien siempre me habló, le aseguro que la recordaría de ser así - habló bajo la aprobación de Cal, que le creyó cada palabra - ahora si me disculpan debo ir a ensayar.
- Esto es inaudito - Erika comenzó a reír de rabia oprimiendo sus puños.
- Tranquila cariño - le dijo Cal volviéndose a sentar.
- No me llames así - lo ejecutó con la mirada - ¿ cómo no lo conoces si se están quedando en tu casa?
- Yo solo le di las llaves a tu hermano y desde ese momento me quedo en la casa de doña Clara.
- Ya veo que no te preocupa a que bestias metes en tu casa.
- Carbenari parece simpático, quizás si lo estas confundiendo con alguien más.
- No estoy confundida, ese mal educado tuvo el tupe de mentirme en mi cara.
- Mejor volvamos a nuestro café y a nuestra charla, en lo que estábamos - Cal intentó tomarle la mano.
- No estábamos en nada, ya mismo buscaré a mi hermano y le ordenaré que despida a esa banda - se puso de pie y salió veloz de aquel lugar.
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