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Wings of Despair



Mirando todo desde las alturas de su palco, Göll comenzó a temblar.

—¿Qué... qué acaba de ocurrir?—preguntó—. ¿Eso... no fue magia?


¿CÓMO LE HARÁ FRENTE LA MENTE MÁS BRILLANTE AL ABRUMADOR PODER DE BELCEBÚ?


En las gradas, los humanos se removieron confundidos.

—Eh... pero... ¿Qué clase de ataque utilizó Belcebú?

—El suelo se agrietó, pero ni siquiera se movió.

—Y el señor Luthor tampoco hizo nada por defenderse, pero no recibió ni un rasguño.

—¡No lo entiendo!

Entonces una voz se alzó sobre el resto.

—Todo efecto tiene su causa.

Galileo Galilei acariciaba su barba con soberbia.

—No te dejes engañar por aquello que ven tus ojos—dijo—. Si el suelo se agrietó y los pilares se derrumbaron, es porque algo lo provocó. ¡Sí! No es más que una muestra de las simples leyes de la física.

—Son vibraciones—lo cortó Thomas Edison, atrayendo toda la atención y agradecimientos del público alrededor.

Galileo se abrazó las rodillas.

"¡¡Eso es lo que intentaba decir!!"—se quejó en silencio.

Nikola Tesla le dio un par de palmaditas en el hombro para reconfortarlo.

—Sólo es Edison siendo Edison, lo aceptamos como es.

En el otro extremo de la arena, mirando desde su propio palco, Ares miró confundido a su hermano.

—Eh... entonces, ¿su arma son las vibraciones?

El dios de la guerra hizo temblar sus brazos y se las mostró a Hermes.

—O sea... ¿cómo esto? ¿Cómo se supone que esto sea un arma?

El dios mensajero se acercó a una mesa dispuesta junto a él y tomó de ella una copa de vino.

—¿En serio no conoces ninguna? Como por ejemplo...

El dios acercó la copa a sus labios y soltó una prolongada nota con toda la potencia de un cantante de opera, haciendo estallar el vidrio en mil pedazos.

Ares retrocedió intimidado mientras su hermano dejaba los restos de la copa de nuevo en la mesa.

—A veces destruyen pequeños objetos en formas de ondas sonoras—explicó—. Y otras sacuden la tierra como terremotos... y algunas veces, la vibración puede ser tan aguda que se convierte en una cuchilla muy afilada.

El dios de la guerra abrió mucho los ojos, mirando con un nuevo temor al señor de las moscas.

—Crear vibraciones que provocan una tremenda destrucción—terminó de decir Hermes—. Esa es la habilidad de Belcebú.


¡¡¡PALMYRA: EL ALETEO DEL DIABLO!!!


—Es una habilidad simple, pero muy versátil, es por eso que es tan difícil hacerle frente—sonrió el dios mensajero.

Ares se inclinó hacia él.

—Ya veo... ¿qué tanto daño puede hacer?

Hermes le toco el brazo con un dedo.

—Pues... con un simple toque, y de un momento a otro, el orgulloso cuerpo del hermano Ares habría volado en pedazos.

El dios de la guerra soltó un chillido de horror, abrazándose a sí mismo.

De nuevo en el campo de batalla, sin esperar un sólo segundo, el dios oscuro atacó de frente.

—¡BELCEBÚ SE LANZA HACIA LUTHOR!

La mano derecha de la deidad comenzó a temblar y, trazando un amplio arco, se dispuso a cortar al humano por la mitad con una espada vibratoria.

El hombre, sin embargo, se mantuvo firme en su sitio, con las manos apoyadas en la cintura.

El golpe del dios fue absorbido por un campo invisible sin causar el menor daño.

—¡EL GOLPE CONECTA DIRECTAMENTE! ¡¡PERO LEX LUTHOR NI SE INMUTA!!

Belcebú siguió lanzando más y más golpes en cada punto del traje, pero Lex los recibía mientras se reía a carcajadas.

—¡Mi traje es invencible!

Belcebú dio un salto, apuntando a su brillante cabeza al descubierto.

—¿Y qué me dices de esto?

El dios conectó un poderoso golpe descendente, pero nuevamente el humano lo recibió como si nada.

Al mirar con más atención, Belcebú se percató de un extraño campo de energía que refulgió brevemente antes de volverse invisible una vez más.

Göll frunció el ceño.

—¿Qué es eso?—preguntó—. ¿Por qué los ataques de Belcebú no le hacen nada?

Brunhild se cruzó de brazos.

—Esa es sólo la punta del iceberg de la tecnología del señor Luthor. Una barrera de poder puro virtualmente impenetrable, conocida simplemente como...


¡¡¡ENERGY SHIELD!!!


—¿Energy... Shield...?—repitió Göll—. No lo entiendo. Incluso con esa protección, ¿por qué el Señor Luthor pelea con el rostro al descubierto? ¿No es peligroso?

—Eso de ahí, Göll, es nuevamente el narcisismo de Lex entrando en acción—explicó—. Él quiere que todos lo vean y lo reconozcan, que sepan que está allí y da la cara a sus enemigos sin esconderse bajo un casco o una mascara.

—Oh... y yo que juraba que era para no despeinarse...

Belcebú siguió lanzando golpes cada vez con más furia ante el eufórico y risueño humano.

—¿Llamas a eso poder? ¡Patético!

—¡¡GOLPES, GOLPES Y MÁS GOLPES!!—gritó Heimdall—. ¡¡BELCEBÚ SIGUE ATACANDO, PERO A LUTHOR NO SE LE MUEVE NI UN PELO!!

Finalmente, el dios oscuro lanzó una estocada frontal con su mano, la cual, aún sin dañar a su oponente, si lo mando unos cuantos metros hacia atrás.

En el fondo de las gradas, mirando desde el umbral de una oscura puerta, Adamantino bufó, recargado en la pared.

—Es un bastardo muy molesto...—murmuró—. Sin embargo, no puedo creer que Belcebú esté enojado. Es muy raro. Creo que lo carcome la culpa por la pérdida de Hades. Al fin y al cabo, mi hermano mayor era un soporte en su solitaria vida.

Belcebú miraba fríamente a su oponente, que seguía sonriéndole arrogante.

—¡¡ESA FUE LA FAMOSA Y AFILADA CUCHILLA DE BELCEBÚ!!—anunció Heimdall—. ¡¡NO OBSTANTE, SIN SIQUIERA ESQUIVAR EL ATAQUE, LEX LUTHOR SE MANTIENE INTACTO!!

El hombre miró condescendiente al dios oscuro.

—Eso fue triste—dijo—. Eso que tienes ahí es un poder bastante interesante. Quizá un golpe directo habría partido en dos esta armadura. Pero, lamento decirte que no será suficiente para atravesar mis defensas.

En las gradas, Nikola Tesla se inclinó sobre su asiento.

—¿Partir la armadura con un golpe directo...? Tiene que utilizar el principio del cortador ultrasónico, pero... ¿se puede cortar un traje como ese con altas frecuencias? No... ¿tal vez frecuencias naturales?

Edison miró a su viejo rival y negó con la cabeza.

—Tú no tienes remedio...

En su palco, Göll se removió nerviosa.

—¿Si acierta un golpe directo todo termina?—exclamó—. Una habilidad así... ¡¡Es demasiado poderosa? Hermana, ¿el señor Luthor realmente puede superar algo así?

La mayor de las valquirias se rió divertida.

—Incluso con todo el poder de esos ataques, de nada sirve si no pueden tocar el cuerpo de Lex—señaló—. Además, él posee el cerebro más prodigioso en la historia de cientos, sino es que miles, de universos. Imaginó un traje de guerra, forjándolo con ayuda de Göndul. Él lo materializó. En otras palabras, es la obra maestra del intelecto humano. El Arma Divina Definitiva. ¡¡El Lex Luthor Warsuit!!

El humano, aburrido por la incapacidad del dios para plantarle cara, desplegó un enorme báculo de cuyo extremo surgieron un par de hojas de energía pura con un extraño color verde brillante.

—El mundo está en ruinas. La Liga de la Justicia no existe. Supermán no existe—el hombre blandió su hacha—. ¡¡Este es un trabajo para Lex Luthor!!

Sin perder más tiempo, el humano se abalanzó sobre su enemigo, destruyendo el suelo bajo sus pies tras el rugir de sus propulsores.

—¡¡DE UN MOMENTO A OTRO LUTHOR SE LANZA A TODA VELOCIDAD!!

Lex trazó un arco descendente con su arma. Belcebú no perdió la calma y dando un monumental salto hacia atrás esquivó el embate. El campo de batalla estalló en pedazos tras el impacto del hacha contra la roca.

No obstante, el dios había escapado de la nube de escombros y destrucción con gran facilidad.

—¡¡Increíble!!—gritaron los humanos.

—¡¡Destrozan el suelo como si nada!!

—¡¡Es genial!!

Lex siguió atacando, lanzando un golpe tras otro, haciendo pedazos todo a su paso, pero incapaz de dar alcance a su adversario, quien con sutiles pero precisos movimientos evitó cada uno de sus embates.

—¡¡LUTHOR NO PARA DE LANZAR ATAQUES!!—gritó Heimdall—. SU HACHA TIENE UN INCREIBLE PODER DESTRUCTIVO. ¡¡BELCEBÚ SÓLO PUEDE ESQUIVAR!!

Junto a sus compañeros científicos, Tesla estalló en carcajadas.

—Partir el suelo, cortar a través del super acero. El poder de los dioses es asombroso—extendió los brazos en alto—. ¡¡Pero ahora es turno de la ciencia humana!!

Luthor dio un salto y balanceó su arma en un círculo descendente.

Belcebú volvió a retroceder, sin sufrir ningún daño, pero lentamente iba siendo acorralado contra el borde de la arena.

Albert Einstein dio un brinco en su asiento.

—¡Es justo como él dijo!—exclamó—. La energía vital de la valquiria potencia al traje. El Warsuit es capaz de convertir esa energía en una radiación similar a la de esa extraña piedra espacial que tanto le gusta a Luthor y luego acumularla en su armamento para dar un golpe devastador.

—No sé cuál sea la obsesión de Luthor con ese tal "Supermán"—dijo Galileo Galilei—. Pero no podemos negar... no podemos negar... no podemos negar... ¡¡Que es simplemente increíble!!

Luthor recargó el arma sobre su hombro y sonrió, mirando fijamente al señor de las moscas.

—¡MIENTRAS BELCEBÚ HA ESQUIVADO LOS EXPLOSIVOS ATAQUES, LUTHOR HA DOMINADO TODO EL ESCENARIO CON SU DESCABELLADO PODER!

—¡¡Es impresionante!!—celebraban los humanos.

—¡¡Ese poder aplastaría incluso a un dios!!

Lex sonrió para sí mismo.

—Esa es la clave del liderazgo, saber que tienes razón y convencer a los demás. Si lo logras el mundo será tuyo.

Volvió a blandir su hacha y tomó impulso.

—Pequeño intento de dios... ¡¡Tiembla ante mí!!

—¡¡¡LUTHOR ATACA DE NUEVO!!!

Al humano balanceó su filo, el cual el dios esquivó con un nuevo salto. No obstante, ese era tan sólo el comienzo.

—Te tengo...—sonrió el hombre.

Su traje se propulsó frontalmente, cargado de energía, a una velocidad antes insospechada.


¡¡¡CORP CHARGE!!!


"¡¡Es rápido!!"—pensó Belcebú, mientras trataba de tomar distancia con un salto.

A medio camino, el hacha de Luthor replegó sus hojas y su punta comenzó a emitir un peligroso fulgor.

Entonces, tomando completamente por sorpresa al dios oscuro, una descarga de energía salió disparada desde el báculo.


¡¡¡LANCE BLAST!!!


Una explosión sacudió el campo de batalla, levantando una brutal nube de escombros que entorpeció la visión sobre el campo de batalla.

—¡¡LU-LUTHOR SE VOLVIÓ MÁS RÁPIDO DE UN MOMENTO A OTRO!! Y CON UN DISPARO SORPRESA... ¡¿ATRAPÓ A BELCEBÚ?!

El humo y el polvo finalmente se despejaron, permitiendo ver al humano que miraba incrédulo a su oponente.

Belcebú se encontraba aún intacto, sosteniendo su bastón con la mano izquierda, de cuya punta emanaban ondas circulares que distorsionaban el aire a su paso.


¡¡¡SORATH SAMEKH: PUERTAS DEL INFIERNO!!!


Un gran cráter se había formado frente al dios causado por la energía del disparo desviada a su alrededor.

Luthor bufó.

—Creí que te había dado—gruñó—. ¿Es eso un escudo de vibraciones? Porque te advierto que hay puertas que una vez abiertas no pueden ser cerradas.

El dios maldito se mantuvo frío y cortante mientras cambiaba de mano su bastón.

—¿Eso es todo? ¿Ese es tu límite?—preguntó—. Si es así... no pienso seguir alargando esto.

Belcebú alzó su arma en alto, creando una enorme vibración que hizo temblar el cielo y la tierra. A su espalda, de entre la oscuridad, pareció formarse la figura de un monstruoso y titánico híbrido demoníaco de mosca, murciélago y serpiente.


¡¡¡SORATH VAU: ÁNGEL CAÍDO DE LA GULA!!!


El Señor de las Moscas comandó sus vibraciones y se lanzó de frente contra su oponente.

Luthor volvió a reír, despectivo.

—Deberías saberlo—dijo—. El camino a la oscuridad no es un viaje, es un parpadeo.

El hombre desplegó su hacha de energía y la blandió a dos manos.

—¡¡Sobre tu sombra yo me alcé, ahora, bajo mi sombra, morirás!!

Cargó de frente, haciendo rugir sus propulsores, y balanceó su hacha en un devastador golpe descendente.


¡¡¡HYPER AXE!!!


Ambas fuerzas chocaron en el estadio, haciendo temblar los cielos mientras la luz y la oscuridad se debatían en un brutal duelo.

El sombrío rostro de Belcebú se mantenía imperturbable mientras Luthor aún reía a carcajadas.

Entonces, abriendo los ojos como platos debido al dolor y a la concentración, Belcebú se sujetó el brazo del bastón con su mano libre y aplicó aún más poder a su ataque.

"¡¿Qué?!"—pensó Luthor—. "¡La magnitud de la frecuencia aumentó de la nada...!"

El hombre se vio entonces frente a una espada ultrasónica de magnitudes bíblicas que obliteró su fuerza.

Su hacha estalló en mil pedazos. El público abrió los ojos de par en par y una explosión de poder puro sacudió los cimientos del Valhalla.

Belcebú miraba despectivamente el enorme y alargado cráter humeante que ahora yacía frente a él. Y en el epicentro de la destrucción, Lex Luthor yacía apoyando una rodilla contra el suelo, con la armadura agrietada y un hilo de sangre cayendo por su rostro.

—M-mi... mi escudo...—murmuró, anonadado.

Belcebú se alzó fríamente sobre él.

—Tal y como lo imaginé—dijo, en tono de reproche—. Tú tampoco puedes hacerlo.

SOLO HAY DECEPCIÓN EN SUS OJOS...

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