Volare
Mi historia aún no ha terminado, si eso es lo que preguntas.
Tampoco es que pueda culparte de todo. Ser el dios del sol con seguridad es un golpe de adrenalina constante para el autoestima. El mundo literalmente gira a tu alrededor, al menos según los mortales con sus ciencias y astronomía y física... no es precisamente lo mío.
Lo importante es... que lo entiendo, ¿de acuerdo?
No te temo, porque sé a quién me enfrento y cómo lo hago. Dejémoslo en qué me conozco a mí mismo, y no es algo que sea muy de mi agrado.
Espero que puedas perdonarme, porque matarte es, de una retorcida forma, la manera en que yo puedo perdonarme. Tengo que enterrar el pasado, hacer justicia de alguna manera, y parece ser que esta es la oportunidad perfecta.
Una vez más, lo siento.
Debes saber que nadie en este mundo comprende tu dolor mejor que yo.
Ambos oponentes se miraban cara a cara en el campo de batalla. Apolo se alzaba orgulloso, sonriente y hermoso con los brazos extendidos, enseñando al mundo el camino de luz que había creado para él y su enemigo.
—¡¡Señor Apolo!!—gritó el público.
—Qué misericordioso de su parte ponerse frente a frente contra un mortal...
Percy contemplaba a los combatientes con la mirada oscurecida.
—Vamos Lester, te hemos comprado tiempo—murmuró—. Ahora depende sólo de ti...
Los dioses en las gradas se mostraban incrédulos, indignados.
—¿En qué demonios está pensando Apolo?
—Incluso nosotros podemos ver que una pelea así con ese humano sería letal...
Ares se llevó las manos al rostro y arrugó el ceño mientras sudaba profusamente.
—Ah... ah... ese idiota, sabía que haría alguna estupidez—gruñó—. ¿Por qué está haciendo eso?
Zeus estalló en carcajadas.
—Bueno, no se puede evitar, ya que es Apolo—rió—. Esa es la fuente de la fuerza de Apolo. Así es como Apolo se convirtió en alguien invencible.
Ares miró exasperado a su padre.
—Sin embargo, no creo que deba subestimar demasiado a su oponente...
Hermes sonrió divertido.
—Así que el hermano Ares está preocupado por Apolo, ¿no es así?
—Por supuesto que...—el dios de la guerra se lanzó sobre el mensajero—. Espera, ¡¡¿quién está preocupado?!!
Mientas sus hijos discutían, Zeus devolvió su atención al campo de batalla.
—Entonces, como siempre, sólo confíen y observen—pidió—. Estoy seguro de que ya lo saben... "Siempre cumpliré las expectativas de todos los que me rodean". Esa es la estética que hace brillar a Apolo... esto le fortalece...
El mundo entero volvió su atención hacia el dios sol. Zeus sonrió con cierto orgullo en sus ojos.
—Miren, ya va a comenzar...—anunció—. Ese es su modo de lucha más fuerte y elevado.
Los vítores de sus seguidoras, las quejas de los dioses, el odio de los humanos. Todo fluía hacia Apolo, llenándolo de energía, dotándolo de una poderosa aura de poder.
El dios posó llamativamente, con el cabello de punta y el viento hondeando a su alrededor con fuerza.
¡¡EL GRANDIOSO SOL QUE REPRESENTO NUNCA SE PONE!!
¡¡¡SOL ABRASADOR DE MEDIANOCHE!!!
La luz dorada que el dios emanaba se intensificó millones de veces, como una estrella en el centro del coliseo. Vientos huracanados azotaban las gradas y el suelo temblaba ante la magnificencia del señor de Delfos.
—Este brillo de ahora es algo que no veía desde la Gigantomaquia—comentó Hermes—. Incluso los aplausos de sus aliados y los insultos de sus enemigos son expectativas para él... es tan divertido.
Ares volvió a sujetarse la cabeza.
—¡¡No entiendo cómo esto realmente le da un aumento de poder!! ¡¡No lo entiendo en lo absoluto!! ¡¡Es extraño!!
Zeus comenzó a reír con gran ánimo.
—Yo tampoco lo entiendo...—confesó—. Pero eso es bueno. No está a la altura de la lógica ni del sentido común. ¡¡Es por eso que Apolo es tan fuerte!!
Lester retrocedió levemente, intimidado por el radiante resplandor que bañaba la celestial figura de su mortal adversario. Se colgó el arco al hombro, tomó su ukelele por el diapasón y trató de recuperar la compostura.
—Mírate... tan hermoso... tan poderoso... invencible e inalcanzable...—la nostalgia se filtraba en la voz del humano—. Un desperdicio. Esa divinidad se encontraría mejor en otras manos.
"Lester"—dijo una voz en su cabeza.
La luminosa figura verde esmeralda de su compañera valquiria se manifestó a su lado.
SÉPTIMA VALQUIRIA: REGINLEIF
"A cada segundo el rastro es mas claro"—informó—. "Pronto recuperarás todo lo que un día fue tuyo. Sólo necesito un poco más tiempo, ¿puedes hacer eso?"
Lester asintió con cansancio.
—Por supuesto...—emitió un suspiro—. Esas habilidades de boxeo... son espectaculares. Alguna vez fui tan bueno como él, pero... digamos que me jodí la rodilla...
Una sonrisa se ensanchó en su rostro.
—A ese maldito dios, haremos que se arrastre a nuestros pies.
Apolo le miró estupefacto por breves instantes antes de sonreír soberbio.
—¿Hacerme... arrastrar a sus pies?—repitió, divertido.
Lester asió su arma con fuerza. Su cuerpo volvió a refulgir con energía y sus venas ardieron en medio de un resplandor dorado que inundaba su sistema. Una fuerza renovada recorrió todo su ser. El chico rió experimentando gran alegría. Se sentía poderoso, listo para lanzar a su enemigo fuera de la órbita terrestre de un sólo golpe.
—Te destrozaremos—prometió.
El viento hacía hondear sus ropas y cabellos. Ambos oponentes refulgían, como un sol y una estrella, irradiando luz cual poderoso faros en la más oscura de las noches. Y, con una sonrisa en el rostro, se movieron al mismo tiempo.
—LESTER Y APOLO... ¡¡AMBOS SE ACERCAN MUTUAMENTE!! ¡¡EL COMBATE SE DECIDIRÁ INMEDIATAMENTE!! ¡¡TANTO EL DIOS COMO EL HUMANO ESTÁN AQUÍ PARA DETERMINARLO!!
Las gradas parecían a punto de estallar por la presión acumulada. La tensión era palpable en el ambiente.
—Es un espectáculo digno de ver...
—Ah...
—Vamos chico...
Apolo sonreía sin otorgarle importancia real a su oponente. Lester, al contrario, miraba al hermoso dios sol como si fuese lo único importante en todo el universo, su razón de ser, luchar y morir.
Con un rugido gutural, el humano balanceó su ukelele de combate en un devastador arco descendente.
—¡¡Hasta aquí llegaste, maldito dios del sol!!
¡¡¡CUARTO ARRANQUE DIVINO: BÉLICA FUERZA APOLÍNEA!!!
Como si de un asteroide se tratase, el arma del humano se estrelló contra la tierra como una gigantesca bola de fuego. Llamas doradas sacudieron el Valhalla, el campo de batalla entero estalló en mil pedazos, deformando el suelo y lanzando escombros ardientes en todas direcciones. Los vientos huracanados sacudían las gradas como una tormenta solar.
—¡¡Qué absurdo poder!!—gritó Zeus, asombrado.
—¡¡A... Apolo!!—chilló Ares.
Entonces el humo se despejó. Lester permanecía encorvado, con dientes apretados por el esfuerzo. Apolo estaba junto a él, ileso, sonriente y grácil, habiendo esquivado el cataclísmico golpe.
"¡¡De frente...!!"—pensó el humano, demasiado tarde.
Apolo se cernió sobre él, sonriendo con aires de superioridad.
—¿Qué pasa?—preguntó—. ¿Te deslumbra demasiado estar cerca de mí?
El dios preparó el puño derecho para atacar. Lester trató a toda prisa de alzar su guardia, pero fue muy lento y como un rayo el golpe divino se estrelló contra su estómago, haciéndole doblar de dolor.
Trató de recuperar el equilibrio, pero Apolo no daba tregua alguna, lanzándose contra su oponente una vez más.
Lester balanceó su ukelele e interceptó el puñetazo del dios con un golpe propio, obligando a ambos a retroceder tras que el aire estallase entre ambos.
—Eres demasiado peligroso, ¿sabías?—sonrió Apolo.
—¿Me lo dices a mí?—repuso Lester—. ¡¿Te has mirado al espejo alguna vez?!
Alzó su ukelele por sobre su cabeza para preparar otro golpe. Apolo se limitó a darle la espalda y cerrar el puño, con los ojos ocultos en sombras.
—Por lo tanto...
Lester hizo una mueca, habiéndose detenido en seco.
—¡¿Eh...?!—balbuceó Göll.
El humano trató de moverse sin éxito alguno. Estaba literalmente atado de un brazo.
—He paralizado tus movimientos con mis hilos—le sonrió Apolo, posando radiante para el reflector.
¡¡¡ARTEMIS ELENCHOS: DOMINACIÓN LUMINOSA!!!
Lester apretó los dientes.
"Antes de percatarme... el bastardo ya estaba tan cerca que no noté los hilos de luz"—comprendió.
—¡¡Mierda!!
Se llevó la mano izquierda al carcaj, extrajo la primera flecha que encontró y se balanceó furioso sobre su oponente con la saeta en mano a forma de puñal.
—¡¡Que sea entonces por la izquierda!!
Apolo giró sobre sí mismo, afianzó el agarre sobre sus hilos y en menos de un parpadeo Lester había perdido el equilibrio, cayéndose de lado sobre el dios. Sólo entonces un devastador derechazo lo recibió en todo el rostro.
Lester cayó de espaldas, sangrando y con los ojos desenfocados, pero incapaz de caer, pues seguía presa de los hilos de su rival como si de una marioneta sin voluntad se tratase.
¡¡LESTER!! llamó alarmada la flecha en su mano, zumbando dentro de su cabeza. ¡¿COMO OS ATREVISTEIS A EMPUÑARME COMO SI DE UNA VIL ARMA DEL COMÚN ME TRATASE?!
El chico no respondió. Tenía peores preocupaciones en ese momento.
—Es hora de conocer tu propia arrogancia, humano—sentenció Apolo con tono severo.
Alzó su puño derecho, el cual refulgió intensamente mientras una infinidad de hilos luminosos se trenzaban entre ellos y tomaban la forma de un gigantesco guante. El dios, entonces, tiró de los hilos que tenía en su otra mano y se dispuso a terminar con el combate.
—Vamos... inclina tu cabeza.
El puñetazo fue como un rayo de sol en plena noche. La luz que rompe la oscuridad. Una explosión lumínica sacudió el Valhalla con tal intensidad que el mundo entero pareció oscurecerse a su alrededor.
Los espectadores guardaron un silencio de muerte, horrorizados a la vez que impresionados.
Apolo permanecía en el campo, con el puño derecho extendido. Los brillantes hilos que lo recubrían se habían roto y volaban sin rumbo a su alrededor. Con su mano izquierda aún sostenía el cuerpo de Lester. El rostro del chico, ensangrentado y desfigurado, no daba señales de vida alguna.
Göll se dejó caer al suelo.
—Está acabado...
—¿Acabado?—repitió Brunhild, con tono sombrío—. Hay algo que tienes que saber de los dioses que habitan el mundo de donde viene Lester. "Inmortalidad" significa "Inmortalidad". Tortúralos, golpéalos, coártalos y hazlos estallar... ellos seguirán allí, eternos e imparables mientras la llama del occidente siga ardiendo con intensidad.
El cuerpo de Lester comenzó a refulgir una vez más, con una mezcla de dorado y verde esmeralda. La luz que lo envolvía emitía un calor insoportable y su sangre derramada ardía como combustible para cohetes.
Meg McCaffrey se cruzó de brazos.
—Dioses, vean esto—sonrió confiada.
Haciendo un esfuerzo antinatural, completamente sobrehumano, Lester se alzó en toda su altura. Algo empezó a hincharse dentro de su pecho. Se llenó los pulmones y rugió con voz de barítono:
—¡MUERE DE UNA VEZ DIOS DE MIERDA! ¡¡YO SOY APOLO!!
La frecuencia fue perfecta.
La explosión sónica sacudió el estadio, obligando a todos los presentes a cubrirse los oídos mientras gemían de dolor. Apolo retrocedió con los ojos en blanco, completamente aturdido y con los ojos en blanco. Sus hilos de luz se habían roto en mil pedazos.
¡¡¡SEGUNDO ARRANQUE DIVINO: VOZ DEL CONCIERTO CELESTIAL!!!
Lester alzó su arma. Lo poseía una ira imprudente y terrible, la rabia lo inundaba. La energía divina que lo rodeaba hacia parpadear su figura, aveces como un simple adolescente del montón, a veces con un hermoso joven de cabello rubio rojizo y apariencia perfecta que irradiaba poder.
—Te lo advertí—sonrió el humano, mientras se alzaba sobre su oponente y el fuego danzaba sobre su piel—. ¡¡Este es tu castigo divino!!
El dios, con los ojos vidriosos y la mirada vacía, trató de alzar las manos para defenderse. No sirvió de absolutamente nada.
El golpe descendente de Lester se estrelló contra él haciendo llover sangre en todas direcciones. El fuego cayó del cielo como un rayo y una explosión sacudió el Valhalla.
¡¡¡QUINTO ARRANQUE DIVINO: VENGATIVA FUERZA APOLÍNEA!!!
La nariz del dios hizo un sonido de quebradizo chapoteo que resultó deliciosamente satisfactorio.
Lo siguiente de lo que el mundo fue testigo fue Apolo volando sin freno por el cielo tras rebotar contra el derruido suelo de la arena. Su magullado cuerpo acabó en medio de un cráter humeante, postrado y completamente inmóvil.
El horror se apoderó del sector de los dioses.
—Vaya...—suspiró Lester—. Se siente bien ser yo para variar...
La luz del sol bañó su figura. La luz esmeralda de su valquiria lo cubría de pies a cabeza.
—¡¿Cómo se siente que te miren desde arriba, Phoebus Apolo?!
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