Virus
Belcebú... una deidad con dos caras.
EL SECRETO DEL PODER DEL SEÑOR DE LAS MOSCAS ES REVELADO
Baal trae la lluvia como una deidad de la fertilidad. Y Zebul trae muerte a las tierras como un demonio de la plaga.
Fue venerado y adorado en el templo de Palmira de los pueblos cananeos.
En el campo de batalla, el dios oscuro miraba con frialdad y decepción el cráter humeante en el que se encontraba su oponente.
—¡¡LA OFENSIVA Y DEFENSIVA DE BELCEBÚ MUESTRAN QUE NO TIENE FALLAS!! ¡¡SU ATAQUE HA SUPERADO POR COMPLETO A LEX LUTHOR!!
Göll comenzó a inquietarse.
—¡¡Belcebú es demasiado fuerte!! Hizo tanto daño usando un simple bastón...
—No del todo—la detuvo Brunhild—. Ese bastón es un arma divina que amplifica los poderes de Belcebú...
BASTÓN DE APOMYIUS
Si usa su mano izquierda, las vibraciones se convierten en un escudo capaz de repeler un rayo del Monte Olimpo. Pero si utiliza la mano derecha, las vibraciones se convierten en una filosa cuchilla capaz de cortar la armadura de un dios.
—¿Mano izquierda, mano derecha?—preguntó Göll—. ¿Eso qué quiere decir?
—La habilidad de Belcebú es llamada Aleteo del Diablo, ambas manos tienen características únicas respectivamente—explicó su hermana—. Mientras que la izquierda es defensiva, la derecha es ofensiva. Así que al usar su habilidad de vibración de esa manera, está maximizando su defensa y ataque. Y por si fuera poco, ese bastón es tanto un arma como un escudo que aumenta aún más sus vibraciones.
—¡¿Una habilidad así de destructiva también puede ser defensiva?!—chilló la menor de las valquirias—. ¡Eso no es justo!
—Así es... ese poder encarna las dos caras de Belcebú "Baal" y "Zebul". Es decir, es el dios que posee la lanza y el escudo más fuerte.
Belcebú se alzó sobre su oponente, quien, aún incrédulo, se puso de pie apretando los puños.
—O mantienes tu cabeza abajo y aceptas tu destino servil... o utilizas tu cuerpo y lo desafías—dijo en tono calmo, con su armadura comenzando a emanar energía—. Así que cuando sostienes ese bastón puedes aumentar continuamente la magnitud de tus vibraciones. Bien... es mi turno.
Se puso en guardia una vez.
El público guardó silencio, mientras que Göll retrocedía levemente.
—No se ve preocupado en lo más mínimo.
Nikola Tesla se inclinó sobre su asiento, dando pequeños saltos de emoción.
—¿Cuál es el principio que utiliza? ¿Creen que me prestaría ese bastón un momento para echarle un vistazo?
Thomas Edison bufó.
—No lo sé, ve y pregúntaselo tú mismo.
Luthor se aproximo hacia su oponente, quien lo frenó apuntándole con su arma.
—Parece que no me escuchaste antes—gruñó—. Te dije que no pienso seguir alargando esto...
Un aura de poder emanó a su alrededor, haciendo rugir el viento y temblar la tierra.
—No puedes matarme.
Luthor se carcajeó.
—Te crees muy poderoso, ¿no? Pues déjame decirte que he visto verdadero poder—una cruel sonrisa se extendió en su rostro—. No eres nada más que otro insecto al que aplastaré bajo mi bota.
El dios maldito le sostuvo la mirada.
—¿A dónde quieres llegar?—preguntó fríamente.
El hombre alzó la cabeza.
—En una vida aparentemente definida por el éxito, el fracaso fue el determinante verdadero. Para tener éxito hay que fracasar. Para crecer. Para aprender. Pero yo no avanzo un paso a la vez. ¡Yo soy Luthor! ¡Doy más que un paso! ¡Yo salto!
El suelo comenzó a temblar salvajemente, el aire se llenó de energía y la armadura del humano despidió un destello verde esmeralda.
—¡¡Ahora, permíteme mostrarte porque la humanidad no necesita de los autoproclamados dioses!!
Los propulsores del traje del humano rugieron, elevándolo algunos metros sobre el aire mientras extendía los brazos hacia los lados, como si quisiese abarcar a todo el universo con ellos.
—¡¡Wow!!
—¡¡Es tan brillante e increíble!!
—Eh... ¿qué está haciendo?
—Está rodeado de luz.
—¿EH? ¿QUÉ? ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?—preguntó Heimdall—. ESPEREN... ¡¿QUÉ PLANEAS, LUTHOR?!
En las gradas humanas, los científicos comenzaron a llorar de emoción sin poder contenerse.
—Asombroso...—empezó Issac Newton.
—Oh... no puede ser—rió Galileo Galilei.
—Tesla... ¿piensas lo mismo que yo?—preguntó Edison.
Nikola asintió, alzando los brazos al cielo.
—La ciencia... ¡Es demasiado hermosa!
En el campo, Belcebú miró sombríamente a su oponente, sin mostrarse impresionado ni en lo más mínimo.
—¿Qué es todo esto?
Luthor volvió a reír a carcajadas.
—¡Eres un idiota, como todos los demás!—exclamó—. ¡Creyéndote un ser superior por haber nacido con poder! ¡Queriendo jugar a ser Dios! ¡¡Pues les tengo noticias a todos ustedes, supuestas divinidades!! ¡¡Solamente existe un hombre en el mundo que puede jugar ese juego!!
AHORA ES EL MOMENTO DE LA CIENCIA...
—Y ese soy yo.
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