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Suit Yourself


LA VERDAD SOBRE SU HABILIDAD ESPARCE LA INQUIETUD ENTRE LA MULTITUD

—Alcides...—murmuró Castor.

—Heracles—rezaban los dioses.

—¡¡No te rindas, Heracles!!

—¡¡Puedes hacerlo!!

ENCARANDO LA LOCURA QUE SE ENCUENTRA ANTE ÉL, EL DIOS DE LA FORTALEZA SE LEVANTA BAÑADO EN SANGRE

—Puedo escucharlos, ¿sabes?—murmuró el murciélago—. Ese es el sonido de la gente que mira a su más grande héroe enfrentándose al fin del mundo. Para ellos, yo no soy mucho mejor que la criatura a la que nuestro hombre de acero enfrentó.

Heracles se limpió la sangre nuevamente del rostro y alzó una ceja, confundido.

—¿De qué estás hablando?

Batman negó con la cabeza.

—Eso no importa...—el caballero de la noche hizo crujir sus nudillos—. Terminemos con este juego de una vez por todas.

Desde su silla voladora, Heimdall observó asombrado el intercambio de los luchadores.

—¿QUÉ...? ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?—preguntó—. ¡¡TODO LO QUE EL CABALLERO DE LA NOCHE HA TOCADO SE HA CONVERTIDO EN UN ARMA CAPAZ DE HERIR A HERACLES!! ¡¡EL DIOS DE LA FORTALEZA, HERACLES, FUE PUESTO CONTRA LAS CUERDAS POR EL JUSTICIERO MÁS GRANDE DE LA HUMANIDAD!!

En su trono, Ares se removió extremadamente angustiado.

—Heracles...

Un veloz y poderoso puñetazo impactó en la cara del dios de la guerra, mandándolo a volar contra el muro.

Loki y Hermes se volvieron para ver al agresor, y frente a ellos se mostraba la pequeña y senil figura del anciano Zeus.

—¿Cómo puedes dudar del hombre más grande de todos?—recriminó el dios padre del cosmos—. ¡¡Eres un tonto, hijo mío!!

Ares tembló desde su lugar en el suelo contra la pared.

—Z-Zeus... P... Pero...—empezó el dios de la guerra—. El humano p-puede...

Zeus se cruzó de brazos tras la espalda.

—Ah, sí. ¿De verdad crees que eso es una excusa para que él pierda?—preguntó el viejo, antes de darse un leve puñetazo a sí mismo en la mandíbula—. Él no perderá. Heracles no es ese tipo de hombre.

Ares miró con los ojos muy abiertos a su padre antes de levantarse del suelo. Con su casco habiéndose caído, el cabello rubio del dios hondeó al viento.

"Cierto... tienes razón"—pensó Ares, mientras levantaba su vista y apretaba el puño derecho contra su pecho—. "Él es Heracles. ¡¡El increíble hombre que superó las pruebas de Zeus!! ¡¡Y el hombre al que yo llamo mi mejor amigo!!"

Heracles se quitó su protector de arquería, rompió las correas con sus manos y luego arrancó una tira de la piel de león que usaba en su quitón. Acto seguido, envolvió el cuero y la piel alrededor de su frente, vendándose para detener el sangrado que periódicamente lo cegaba.

—Antes me ofreciste la oportunidad de retirarme del combate—dijo el murciélago, mirándolo fijamente—. Ahora, yo te hago la misma propuesta. Sal de mi camino y acepta la derrota, antes de que lo lamentes por el resto de tu vida.

Heracles no retrocedió ni un centímetro. En su lugar, alzó su garrote y apunto directo al pecho de su oponente.

—La técnica que usaste antes pone una gran presión en tu cuerpo, ¿no es así?—insistió el murciélago—. Yo no mato a mis enemigos, pero poco sirve si ellos se matan solos.

El dios lo miró directo a los ojos.

—No te preocupes por eso.

Ambos oponentes observaron la luna llena que se alzaba sobre el cielo, disfrutando de los pocos segundos de paz que les quedaban antes del gran final de la batalla.

—No volverás a sembrar el miedo nunca más—sentenció Heracles.

—El miedo es mi aliado, y la noche mi escondite—respondió el justiciero—. Y aunque te empeñes en creer lo contrario, mi legado vivirá para siempre como el humano que luchó junto a los dioses.

Heracles guardó silencio por varios segundos.

—Ya veo...—murmuró finalmente—. Te convertiste en este monstruo, cazando criminales, tras la muerte de alguien. Te juraste que nadie tendría que vivir lo que tú, es una herida abierta que eres incapaz de cerrar. Te dejaste arrastrar a este ciclo de luchas interminables por el dolor que sentiste. Pero te demostraré algo, no eres especial por eso.

El caballero de la noche frunció el ceño.

—Voy a decir una cosa. Y si escuchan, escucharán. Si no, no lo harán. Pero Batman no es especial, es uno entre muchos, pero al mismo tiempo eso es lo que hace a Batman especial, y lo que siempre lo hará.

Heracles bajó la mirada.

—Yo soy un semidiós, un humano que nació en la tierra y ascendió al Olimpo como un dios. Humanidad y divinidad... como alguien que posee ambos títulos puedo decir que la humanidad es tonta, celosa, agresiva, discriminatoria, vengativa, desleal, envidiosa, traicionera, depravada, sin esperanza, perezosa, opresiva, lujuriosa, rebelde, despectiva, rencorosa, egoísta, aduladora, orgullosa, mañosa, hostil, maliciosa, injusta, ambiciosa y ansiosa. Sin embargo, a pesar de todo eso, de verdad amo a la humanidad.

Una gran sonrisa se apodero del rostro de Heracles, con un amor tan puro que conmovió a ambos lados del público.

El dios sujetó su garrote con fuerza.

—Batman, sólo eres un niño asustado en un callejón. Y yo... ¡Juro que te salvaré de tu sufrimiento!

SALVACIÓN PROMETIDA 

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