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Monster



BELCEBÚ

Un nombre que siempre ha sido aborrecido, junto con sus otros dos sobrenombres...

PRIMERO: EL SEÑOR DE LAS MOSCAS.

Él es considerado la encarnación de la gula. O también, el gobernante de los espíritus malignos.

Y EL SEGUNDO... 

SATANÁS.







EL DIOS MÁS SOLITARIO EN EL REINO DE LOS CIELOS...

—Ese chico... ¿será cierto que está maldito por Satanás?—murmuraban los dioses desde sus hogares, mientras veían con inquietud una singular figura que caminaba lentamente por las calles del Valhalla.

—Ah... dicen que cuando nació, un rayo cayó del cielo, y convirtió en cenizas todo a su alrededor.

—Todos los dioses que se acerquen a él terminarán muriendo uno tras otro.

—Cuando le arrebata la vida a alguien, ataca su corazón y pareciera como si Satanás devorara sus órganos.

—No intercambies palabras, ni siquiera hagas contacto visual.

—Nunca te atrevas a acercarte.

Desde un inicio, se rumorea que Belcebú... 

ESTÁ MALDITO POR SATANÁS. 

Nadie se le acercaba a Belcebú. Y de igual forma, él nunca se acercó a nadie.

HASTA QUE APARECIERON TRES ÁNGELES...

Mientras el joven Señor de las Moscas alimentaba silenciosamente a un unicornio, sentado en los escalones de un parque, una voz sonó a sus espaldas:

—¿Tú eres Belcebú?

Tres jóvenes seres celestiales hicieron acto de presencia, los tres vistiendo elegantemente. Uno era delgado, con el cabello largo cayéndole por el hombro y un par de lentes en los ojos: Samael. El segundo, era más bajo, un tanto pasado de peso, y poseía un par de cuernos en la cabeza: Azazel.

Y finalmente, el líder del pintoresco trío. Un chico alto y musculoso de cuyo puntiagudo cabello salían seis pares de alas emplumadas: la Estrella de la Mañana, el Hijo de la Aurora, Lucifer.

—Escuché de un tipo muy interesante que estaba en la ciudad y quería encontrarlo—decía el líder de los jóvenes ángeles—. De casualidad, ¿tú eres Belcebú?

El dios oscuro ni siquiera dio señales de advertir su presencia y continuó alimentando al unicornio.

—Bueno, aunque no me respondas, debo admitir que me agradas—sonrió Lucifer—. ¿Pensabas hacer algo hoy? Porque nosotros teníamos una idea muy divertida...

Los tres chicos apenas y pudieron contener la emoción mientras su líder hablaba.

—Pensábamos en ir a jugar al Éden—concluyó Lucifer—. ¿No quisieras acompañarnos?

—¡Las manzanas de ese lugar son deliciosas!—añadió Azazel, mientras se le hacía agua la boca—. ¡Realmente me encantan!

—Oh sí, el huerto de manzanas es una visita obligatoria—apoyó Lucifer.

Belcebú seguía sin dar señales de haberlos escuchado.

—¿Eh? No parece muy interesado—se rascó la cabeza Azazel.

Samuel se acomodó los lentes.

—Ay, Azazel, tú eres el único a quién pueden comprar con comida—dijo, mientras se erguía orgulloso—. Permíteme deslumbrarte con mis conocimientos más interesantes. Pon mucha atención, ¿de acuerdo? Los bancos de leche de Zeus en realidad son...

—Deberían irse a casa—lo interrumpió Belcebú, con un tono frío y monótono.

Lucifer se carcajeó, emocionado.

—Ja, Ja, hasta que porfía dices algo.

Azazel, por su lado, trataba de reconfortar a su amigo Samael, quién se encontraba en el piso, con la cabeza entre las rodillas, dolido por no haber podido impresionar al dios con sus datos curiosos.

—Son... Son...—decía, sin poder completar la frase-

Lucifer se volvió hacia el solitario dios.

—¿Por qué deberíamos irnos?—preguntó.

—Todo el mundo lo dice... Parece que estoy maldito por Satanás—dijo secamente el señor de las moscas—. Es mejor que ustedes también se alejen.

Lucifer miró comprensivo a la joven deidad.

—Oh, ¿es por eso?—dijo, como si no fuese un problema.

Belcebú se volvió hacia él, intrigado.

—¿Eh?

El ángel se sentó en los escalones un poco por encima del dios.

—Ese "Satanás" ¿Realmente es un antiguo demonio o sólo es una superstición?—preguntó—. No suena como una historia muy creíble. ¿Realmente los que dicen eso tienen razón?

Lucifer le sonrió y levantó un puño.

—Si no es así, entonces diles: "me importa una mierda, idiota".

—Sí, tiene razón—confirmó Azazel—. De hecho, yo nunca he comido antes un "Satanás"

Samael lo miró incrédulo.

—¿Por qué piensas que Satanás es una comida?

—¿No lo es?

—Realmente eres un tonto.

Belcebú los miró de reojo.

—De todas formas... prefiero que me dejen solo.

Lucifer se inclinó y colocó una mano sobre su hombro.

—Malas noticias, eso no pasará.

—¿Qué es lo que tanto les interesa de mí?—gruñó el dios, mientras acariciaba al unicornio al que antes alimentaba.

—Es muy simple—sonrió Lucifer—. Sólo queremos ser tus amigos.

Belcebú se quedó en blanco por uso momentos, antes de fruncir el ceño con sospecha.

—Pero ni siquiera me conocen...

—Pues, tú tampoco nos conoces, ¿no?—contraatacó Lucifer—. En otras palabras... ¡¡Somos muy buenos haciendo amigos!!

Los tres ángeles posaron juntos alegremente mientras su líder se ponía en pie, con las manos sobre la cadera en una pose victoriosa.

—Aunque sólo somos unos tipos que tienen grandes habilidades para socializar.

Belcebú le miró extrañado.

—¿Se te zafó un tornillo?

El ángel ensanchó su sonrisa.

—Ja, Ja, tus ojos cambiaron, deberías verlos.

Azazel saltó de emoción.

—¡Yupi! No sé qué es un Satanás, pero voy a cortarlo en rollos y comerlo.

—No cree que puedas hacer eso...—murmuró Samaél—. Pero me agrada tu espíritu.

—¡¡Espera!! ¡¡¿A qué te refieres con que no podría?!!

—Bueno, te pones a llorar con un sólo golpe en el dedo del pie con la esquina de un armario.

—¡¡¿Disculpa?!! ¡¡¿Acaso quieres que te golpe la cara?!!—gritó Azazel, sujetando a su amigo por el cuello de la camisa.

—A ver, me gustaría que lo intentaras.

—¡¡Está bien, lo haré!!

En ese mismo momento, el ángel dejó escapar una flatulencia que resonó por los jardines del Valhalla.

El silenció se apoderó del lugar, mientras nadie sabía exactamente cómo reaccionar.

Luego, tras un tortuoso y vano intento de resistirse, Belcebú dejó escapar una corte y casi inaudible risa.

Lucifer se le acercó alegremente.

—Vaya, vaya, finalmente sonreíste—celebró.

Belcebú gruñó y trató de retraerse, pero el ángel no se dio por vencido.

—Aunque vuelvas a poner esa cara, ya no nos engañarás—le tendió una mano al dios—. Vamos, Belcebú.

El señor de las moscas suspiró en derrota y aceptó el ofrecimiento, poniéndose de pie para acompañar a la extravagante trinidad en su día de diversión.







Jardín del Edén

Tras una cerca con un letrero que rezaba: "Zona restringida, no pasar. ¡Sin excepciones!" Se encontraba una arboleda de manzanas, árboles con frutos prohibidos cuyo consumo había sido estrictamente penalizado luego de un incidente que involucraba un intento de violación, unos pajaritos, un hombre desnudo y a un dios serpiente que había quedado lisiado para toda la eternidad.

Azazel y Samuel habían trepado a uno de los árboles y arrojaban un frito tras otro a Lucifer, quien alegremente los atrapaba y se los pasaba a Belcebú, quien apenas y podía evitar que las manzanas se le cayesen.

—Ya verás que son deliciosas—sonreía el ángel.

—Oigan... ¡¿Siempre hacen cosas así...?!—preguntó inseguro el dios.

Un par de voces resonaron desde no muy lejos, mientras los guardias del huerto se acercaban furiosos blandiendo sus lanzas.

—¡¿Otra vez ustedes tres?! ¡¡Pensé que habían entendido, ángeles estúpidos!!—gritaban.

—¡Ah!

Azazel y Samael se apresuraron a bajar del árbol, mientras que Belcebú no tenía idea de cómo reaccionar.

—Oh, ¿y trajeron un nuevo amigo? ¡Malditos!—vociferaba el guardia.

—No, yo...—empezó Belcebú.

Lucifer lo tomó por el hombro y lo arrastró junto con él mientras echaban a correr, pero siempre con una gran sonrisa en el rostro.

—¡¡Sí, mi nuevo amigo también está encantado de conocerte!!

—¡¿Encantado de conocerme?!—gruñó el guardia—. ¡¡Nunca más vuelvan!!

PARA BELCEBÚ, ESOS TRES ÁNGELES FUERON SUS PRIMEROS AMIGOS.

Jugaban juntos, comían juntos y sobre todo reían juntos.

"Esto es muy... muy divertido"—pensaba Belcebú, mientras aplaudía y animaba junto a Lucifer a Azazel y Samael que bailaban y cantaban alrededor de una fogata—. "Me gustaría que las cosas sigan así. Todos juntos por siempre... estando juntos sé que todo estará bien..."

BELCEBÚ YA NO ESTABA SOLO.

...O ESO SE SUPONÍA.

Al abrir los ojos a la mañana siguiente, lo primero que Belcebú vio fue el putrefacto cadáver de un pescado lleno de moscas que zumbaban a su alrededor.

—Eh... ¿qué pasó?—preguntó al aire—. Oh, perece que sólo me quedé dormido...

No obstante, al tratar de levantarse, el dios se vio con la sorpresa de que el suelo y sus ropas estaban empapadas de sangre.

—¿Qué...?—se puso en pie de golpe, abriendo los ojos como platos—. Ah... ¡¿Qué es esto?!—se miró las manos, profundamente aterrado—. Sangre... pero ¿no es mi sangre? ¡¡Oigan, amigos!! ¡¡Despierten!!

Entonces, la realidad lo golpeó de golpe.

Recargado contra un tronco, un cadáver, y en el suelo dos más, todos cubiertos de sangre, con los ojos abiertos y los rostros congelados en muecas de horror mientras un agujero en sus pechos, siempre a la altura del corazón, los atravesaba de extremo a extremo.

—¿Eh...? ¿Lucifer...? ¿Azazel...? ¿Samael...?

Las moscas se pararon sobre los cuerpos, mientras Belcebú miraba horrorizado el baño de sangre a su alrededor.

—No...

El dios gritó a todo pulmón en una combinación de miedo, horror, sorpresa, impotencia e incredulidad.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!—gritaba—. ¿Quién hizo est...?

En ese mismo instante, la realización llego a su cabeza.

Las palabras que los demás siempre murmuraban a sus espaldas vinieron a su cabeza una vez más: "Todos los dioses que se acercan a él terminan muriendo uno tras otro. Cuando le arrebata la vida a alguien, ataca su corazón y pareciera como si Satanás devorara sus órganos"

Belcebú cayó de rodillas al suelo, frente al cuerpo sin vida de Lucifer.

—¿Satanás...?—preguntó al aire, antes de volverse para mirar a su alrededor—. ¿Estás ahí...? Satanás... ¿es real...? Satanás fue... quién mató a mis amigos...

El dios oscuro se llenó de ira, mientras aferraba sus manos al suelo y rugía furioso.

ESA FUE LA PRIMERA VEZ QUE BELCEBÚ TUVO UN PROPÓSITO EN LA VIDA.

—Realmente entiendes lo que hiciste, ¿no es así?—preguntó el dios al aire—. ¡¡En donde sea que estés, espero me estés escuchando, Satanás!!

SU PROPÓSITO...

—¡Yo voy a matarte!

...ES VENGARSE DE SATANÁS.







LUEGO DE ESO...

Belcebú dedicó todo de sí en investigar sobre Satanás.

Mientras caminaba por las calles, distraído y desorientado por la falta de sueño, el dios oscuro se chocó conga un par de ángeles de alto rango que caminaban por el lugar.

—Oh, qué descortés—dijo uno de ellos.

Pero en el momento en que cruzaron miradas con los ojos llenos de dolor, ira y cansancio del señor de las moscas, su supuesta elegancia se convirtió en gritos del más profundo horror.

Belcebú volvió a ser el dios más solitario.

Mientras la deidad investigaba sin parar en la biblioteca de los dioses, tratando mapas y haciendo anotaciones, una voz femenina captó su atención.

—"Tres ángeles vagando por el Edén..."—narró—. "Mientras dormían, una bestia salvaje los atacó y mató. El único superviviente fue un joven dios que estaba con ellos, y está bajo custodia por la autoridad celestial. Sin embargo, para algunas personas resulta muy obvio lo que pasó... el culpable fue Satanás, quién había sido convocado por el joven dios"

Al terminar su narración, la mujer se cernió sobre el señor de las moscas.

—¿Tú eres Belcebú?

El dios no respondió.

—Todos los residentes de este pueblo son muy amables—prosiguió ella—. Les dije que te estaba buscando y no sólo me dieron tu paradero, además me contaron el rumor del que nunca había oido hablar.

Para la sorpresa de todos los demás presentes, tanto lectores como bibliotecarios, la recién llegada se atrevió a establecer contacto con el infame dios oscuro.

Ella lo tomó delicadamente por la barbilla y levantó sus ojos para que la mirase.

—Encantada de conocerte—dijo finalmente la diosa—. Soy Lilith.

Se trataba de una mujer bastante atractiva que lleva un vestido muy revelador. Su cuerpo estaba cubierto de tatuajes florales, principalmente sobre el pecho izquierdo y en la espalda. En el lado izquierdo del rostro llevaba un tatuaje en forma de un espinoso rosal y de su cabello sobresalían a cada lado de la cabeza dos pares de alas coriáceas similares a pequeños murciélagos.

La diosa se sentó sobre el escritorio en el que Belcebú trabajaba.

—Y tú... estás investigando sobre Satanás, ¿verdad?—dedujo—. Es muy interesante, ¿no es así? ¿Sabes? Voy a ayudarte.

El dios se puso de pie y se dirigió molesto a la salida.

—No te me acerques.

Lilith no se dio por vencida.

—Satanás... Fue él quien mató a mi amigo de la infancia—anunció—. Él mató a Lucifer, ¿o me equivoco?

Belcebú abrió los ojos de par en par, volviéndose hacia la diosa.

—Seguí los últimos pasos de Lucifer y debido a eso supe sobre ti—prosiguió ella, llena de furia—. Vine a esta ciudad para conocerte y saber qué tan real es la Maldición de Satanás.

—¿Así que eras una gran amiga de Lucifer?—murmuró Belcebú.

—Si Satanás es culpable de su muerte, entonces también es mi enemigo—aseguró Lilith, poniéndose de pie y cerniéndose sobre el dios oscuro—. Si estás maldito por Satanás, te estaré cuidando. Juntos descubriremos la verdad sobre tu maldición. Y aunque no te guste o me consideres inútil, no te dejaré ir. Te seguiré hasta el fondo del infierno si hace falta.

Belcebú le sostuvo la mirada, furioso, aunque una lágrima se deslizaba por su mejilla derecha.

—Eso es muy egoísta...

—No esperes que te diga "por favor déjame ayudarte"—le interrumpió Lilith, apuntándole con un dedo—. Voy a ayudarte. Lo quieras o no.

Tras un momento de confusión, Belcebú cerró los ojos y se llevó una mano al rostro para ocultar la melancólica sonrisa que se formaba en sus labios.

—Ah...

—¿Qué?

—Esa insistencia... me recuerda mucho a Lucifer-

Lilith sonrió, satisfecha.

—Ja está decidido—anunció—. Entonces comenzamos. Tú y yo, juntos encontraremos a Satanás.








"Satanás"

Es alguien que todo el mundo teme.

"Satanás"

Es alguien que todo el mundo odia.

"Satanás"

Es alguien del que todos saben quién es, pero nadie jamás lo ha visto.

"Satanás"

Es alguien que...

—Maldición...—murmuraba Belcebú, mientras trabajaba a altas horas de la noche en su estudio, bajo la única luz de las velas—. Ah, maldita sea...

"Fuimos a las fronteras del Cielo y a las profundidades del Infierno"—pensaba—. "Leí toda su literatura, todo sobre él, sus tradiciones, marcas, absolutamente todo... y aún así... Satanás... dónde... ¿Dónde estás...?

Una oscura y extremadamente poderosa presencia maligna se cernió sobre su espalda.

El dios se volvió, mirando con horror a una gigantesca criatura dantesca hecha de la negrura más absoluta: un murciélago con cientos de afilados colmillos, enormes garras, cuernos de macho cabrío, tres pares de patas, dos pares de alas y una estrella de seis puntas flotando sobre la cabeza.

Belcebú se vio entonces a sí mismo en una pequeña y quebradiza plataforma de piedra, rodeado por un océano de sangre,

Entre las garras del demonio, los cuerpos inconscientes de Samael, Azazel y Lucifer.

—Ah... ¡¿Satanás?!—preguntó el dios, lleno de terror.

Tentáculos de oscuridad salieron de entre el mar de sangre, envolviendo los brazos y las piernas de Belcebú, inmovilizándolo y obligándole a presenciar a la terrible aparición.

—No... ¡¡No lo hagas!!—rogó, pero fue inútil.

La terrible voz de Satanás retumbó como salida desde un oscuro abismo:

El amor lleva al odio...—anunció, y mientras cerraba su enrome puño, trituró sin piedad a los tres ángeles que tenía atrapados, regocijándose con sus gritos de dolor—. Lo que amas perecerá.

—¡¡No!!—gritó Belcebú—. ¡¡Me niego!!

El dios gritó con impotencia mientras las lágrimas salían a chorros por sus ojos.

Luego, se despertó. Estaba a salvo, en su cama, bañado en sudor frío y respirando agitadamente.

—¿Belcebú...?—preguntó Lilith, entrando a la habitación y sentándose en la cama de su compañero—. ¿Volviste a soñar con él, verdad?

La mirada de la diosa reflejaba una profunda empatía y aflicción mientras abrazaba al dios para reconfortarlo.

—Pobre cosita...

—Lilth...—murmuró Belcebú, una vez se hubo calmado lo suficiente—. ¿Por qué Lucifer tuvo que volverse amigo mio? ¿Por qué tuve que conocerlo...? ¿Por qué él...? ¿Por qué a un buen tipo?

El dios oscuro se encorvó sobre sí mismo, apretando los dientes y tratando de controlar las lágrimas.

Lilith lo sujetó delicadamente por los brazos.

—Bueno... fue hace mucho tiempo...—dijo ella—. Y él no podía dejarte solo. Era un sol, cálido y brillante para todos a su alrededor. Pero incluso él era una persona solitaria. Es por eso que si veía a alguien extremadamente solitario, no podía dejarlo. Él jamás habría podido dejarte solo.

—Entiendo...—sollozó Belcebú—. Es sólo que... eso es en lo que Lucifer... ah... era alguien único... con un corazón muy bondadoso... aahh... él realmente... fue un tonto...

—Sí...—sonrió Lilith, con lágrimas en los ojos.

Belcebú la abrazó cariñosamente.

—Lilith... realmente estoy seguro que los vengaré a todos—dijo.

—Oye, no los "vengarás"—dijo ella—. Los "vengaremos".

—Sí...

BELCEBÚ YA NO ESTABA SOLO.

El dios se apartó ligeramente de su compañera, lo suficiente para poder mirarla a los ojos, mientras la tomaba suavemente por la cintura.

—Lilith, yo siempre te protegeré.

La diosa le sonrió de regreso.

—Oye, pero no lo digas así de directo—le pidió—. Haces que me sonroje.

—Lilith... gracias...

PERO...

El dios abrió los ojos una vez más, como si se hubiese quedado dormido momentáneamente. Una voz lo llamaba, pero se oía distante.

—Eh... Belcebú...

DESPUÉS DE UN LARGO CAMINO BUSCANDO A SATANÁS...

—Belcebú...

BELCEBÚ FINALMENTE SE ENCONTRÓ CON LA VERDAD.

—¿Mh? ¿Lilith?

El dios abrió los ojos de par en par, la habitación entera estaba manchada de sangre.

Y frente a él, atravesada de lado a lado a la altura del corazón, Lilith yacía ensartada por el propio brazo de Belcebú, cuyas manos se habían convertido en afiladas garras.

—¿Lilith?—preguntó él, lleno de horror.

—Belcebú...—sonrió ella, mientras la sangre salía de su cuerpo—. Que bueno... je, je... volviste...

EN EL MOMENTO EN QUE EL AMOR LLEGA A SU CÚSPIDE, BELCEBÚ DESTRUIRÁ LO QUE AMA...

ES EN ESE MOMENTO...

QUE SATANÁS COBRA VIDA...

Los ojos del dios se abrieron de par en par mientras recordaba, mientras su mente se despejaba, mientras comprendía.

El mató a Samael, luego asesinó a Azazel, después, se lanzó contra Lucifer.

Su mano convertida en zarpa atravesó al ángel de extremo a extremo, quien sin éxito había tratado de detener el embate. El señor de las moscas sonreía con crueldad mientras asesinaba con una retorcida diversión.

Mientras veía con terror la sangre de Lilith correr por el suelo, Belcebú comprendió la terrible realidad.

"Soy yo..."—pensaba—. "Satanás siempre... he sido yo".

BELCEBÚ LO ENTENDIÓ...

SATANÁS ESTUVO DENTRO DE ÉL TODO ESE TIEMPO.

Desesperado, el dios colocó el cuerpo de Lilith sobre el suelo, con su mente corriendo a toda velocidad, tratando de buscar soluciones.

—¡¡¿Qué debo hacer?!!—preguntaba en voz alta—. ¡¡Esto... yo no... yo no quería hacer esto!! Lo siento, Lilith... todo esto pasó porque estabas conmigo...

Con sus últimas fuerzas, la diosa lo tomó de la mano.

—Ah... el tiempo que pasé a tu lado... me hizo muy feliz...—sonrió débilmente—. El viaje... en busca de venganza... termina aquí... Estoy segura de que Lucifer... estaría de acuerdo... Para él... eso sería lo correcto...

Un último recuerdo de su lapso psicótico llegó a la mente de Belcebú, en donde, en sus últimos segundos de vida, con los últimos gramos de fuerza que le quedaban en el cuerpo, Lucifer lo había abrazado, perdonándolo por todo.

—¡¡No, Lilith, nos equivocamos!!—gritó el dios—. ¡¡Satanás era yo todo este tiempo!! Yo... yo... ¡¡No puedo perdonarme!!

La diosa acarició su rostro suavemente.

—Belcebú... te amo—confesó—. Así que... te perdono... te perdono por todo... Pero... por nuestro bien... vive.

Mientras su dedo emanaba una extraña energía, toco el pecho de su compañero.

—Esta... es mi última voluntad—le dijo—. Mi última... orden...

Se quedó sin fuerzas y exhaló un último aliento.

—¿Lilith...?—sollozó Belcebú—. No, Lilith... por favor... no me dejes sólo...

El espíritu vengativo que acompañó a Belcebú por tanto tiempo fue el mismo que le hizo perder el rumbo...

BELCEBÚ ESTÁ ROTO.







En el presente, atormentado por los fantasmas de su pasado, el dios oscuro acarició el tatuaje con forma de rozar que cubría su pecho, justo a la altura de su corazón, justo en el lugar de la última orden de Lilith.

—Rápido... rápido...—murmuraba, perdido en sus pensamientos—. Por favor... mátame... de la manera más brutal y horrible posible.

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