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Might Makes Right


Shiva atacó de frente con una patada que impacto de llenó en el golpe del senador, sin hacerle absolutamente ningún daño.

Armstrong respondió lanzándose hacia delante con todo su peso, al mismo tiempo que se balanceaba en un brutal derechazo.

Shiva alzó sus brazos a tiempo, deteniendo el golpe a duras penas, y siendo arrastrado ligeramente hacia atrás, con sus pies resbalando con el metal del suelo.

El dios se movió rápidamente, girando alrededor de su oponente y golpeándolo con los puños en el pecho, estomago y espalda según se movía.

Armstrong no se inmutaba por los golpes. Y girando sobre sí mismo lanzó una bofetada, trazando un amplio arco con su brazo.

Shiva lo esquivó con un salto hacia atrás y volvió a levantar su guardia.

Armstrong lo esperó mirándolo fijamente, mostrándose imponente.

Shiva giró sobre sí mismo y lanzó una nueva patada lateral, luego otra y otra más. Sin importar cuantos golpes diera su oponente parecía inamovible.

El dios aterrizó en el suelo, justo detrás del senador, quien velozmente se lanzó con su propia patada lateral.

Shiva se defendió, cruzando los brazos frente a su cuerpo, y resistiendo el golpe a duras penas, casi cayéndose de la espalda de la gigantesca maquina destruida.

El destructor de mundos rodó por el suelo, volviendo a colocarse a espaldas de su oponente, y desde allí trazó un arco ascendente con su pierna, golpeando al humano d nueva cuenta.

Y una vez más, todo fue inútil.

Armstrong infló el pecho, repeliendo el siguiente ataque del dios, haciéndolo retroceder.

—Die, you little shit!

El senador golpeó el suelo con su puño, haciendo temblar el campo de batalla y por poco derribando a Shiva.

El dios comenzó a correr en círculos alrededor del humano, atacándolo una y otra vez desde su punto ciego, pero no conseguía hacerle ni un rasguño.

Armstrong extendió ambos brazos hacia los costados y flexionó las piernas, poniéndose en posición de carrera, y acto seguido cargó a toda velocidad contra su oponente.

Shiva saltó por sobre la cabeza del humano, esquivando el embate, y lanzó una patada descendente en la espalda del mismo.

El senador se tambaleó desequilibrado, pero no herido.

Shiva trató de atacar una vez más, encontrándose con que Armstrong juntó sus brazos al cuerpo, el aire se calentó a su alrededor, y con un poderoso rugido volvió a extender los brazos, enviando una ola de energía hacia sus alrededores, derribando a Shiva otra vez.

El dios gruño, cada vez más molesto y frustrado, y trató de cargar otra vez.

Shiva barrió el suelo con una pierna, tratando de derribar a su oponente, solamente encontrándose con el usual objeto inamovible que era el senador.

Armstrong lanzó un golpe descendente, luego un gancho derecho, después un izquierdazo, acto seguido una patada y para rematar un nuevo izquierdazo.

El dios bloqueó todos y cada uno de los golpes, mientras observaba detenidamente a su rival, tratando de encontrar algún punto débil al cual apuntar.

Armstrong trazó un nuevo y devastador arco descendente, impactando directo en el rostro de su enemigo y arrojándolo contra el suelo de cara.

Shiva no se daba por vencido. Se puso de pie y se lanzó de frente una vez más.

—Hombre a hombre—exclamó Armstrong—. No puedo ser derrotado. ¡Vamos!

Shiva golpeó el pecho del senador con tanta fuerza que consiguió hacer que el humano retrocediera un par de centímetros.

El dios lanzó un nuevo golpe, pero Armstrong lo detuvo con su mano, atrapando el brazo de su enemigo.

—No tan rápido—sonrió.

Shiva consiguió soltarse del agarre de su enemigo y trató de retroceder.

Armstrong se adelantó, lanzando un gancho ascendente. El destructor de mundos arqueó la espalda hacia atrás, evitando el golpe, el cual le pasó rosando la barbilla.

Shiva se alejó varios metros de su enemigo, saltando hacia atrás con una acrobática voltereta.

El dios se recompuso y alzó la mirada, sólo para escuchar la risa del humano, quien ya se había abalanzado sobre él.

Armstrong asestó un nuevo y brutal puñetazo en el rostro de Shiva, mandándolo a volar violentamente, con su rostro siendo arrastrado por el metal del suelo.

Shiva se levanto una vez más, con el suelo por el que había sido arrastrado habiendo recibido más daño que él.

—Oye...—bufó el dios—. Empiezas a tocarme la moral...







De regreso en uno de los jardines del Valhalla.

Loki encaraba a Buda frente a frente.

—Entonces—dijo el iluminado—. ¿Quieres pelear?

Loki y él se miraron fijamente y en silencio por un momento.

Finalmente, Loki alzó las manos y negó enérgicamente.

—¡NO, NO!—aseguró, mientras se llevaba la mano izquierda a la boca—. ¿Cómo decirlo...? Seré simple, quiero preguntarte algo.

Buda lo miró fijamente desde arriba, con el palo de su paleta sobresaliendo de entre sus puntiagudos colmillos.

—Verás—decía Loki—, está es la primera vez que veo a las valquirias haciendo el Volundr... Sí, sí. Y sabes, me fascinó por completo.

Buda lo miraba esperando a que llegara al punto.

Loki apuntó con un dedo.

—Pero después me puse a pensar~ y de hecho, algo comenzó a molestarme desde el primer combate... la cosa esta tal que así: Estos humanos, por poderosos que sean en sus universos, están sujetos a las leyes del nuestro mientras estén aquí. Aún con eso, ellos pueden detener la fuerza de un dios. Pueden poner en aprietos a otros dioses. Sin mencionar, que incluso pueden MATAR A UN DIOS.

El dios nórdico juntó las llamas de sus dedos.

—Así que me estuve preguntando... ¿de verdad los Völundrs de estas chicas siempre tuvieron tanto poder?—Loki miró fijamente a Buda, mientras sonreía cruelmente—. ¿Tú que dices?

Buda entrecerró los ojos, pero no dijo nada mientras seguía escuchando a Loki.

—Y no encontraba explicación—Loki se tomó la barbilla—, ya que no podía creer que algún dios le hubiera concedido a esas semidiosas una habilidad tan injusta~ Hmm~ Hmm~

El dios chasqueó los dedos.

—Y luego... la idea llegó a mí, de que había una manera en la que esto podía pasar—Loki señaló al iluminado con un dedo—. ¿Cómo lo llamaste, mi querido Buda...? Recuerdas que tu poseías algo llamado... La Tierra Virgen, ¿No?

El iluminado seguía en silencio, mirando desafiante al dios.

—Cuando alguien confía su vida en otro ser, ambos pueden superar los límites de su fuerza—apuntó Loki—. Si lo recuerdo bien... ese poder se llamaba...

DEVOLUCIÓN

—Lo que quiere decir, que su Völundr no se trata solo de crear armas divinas...—seguía el dios nórdico—. Sino de permitirles luchar contra los dioses al confiarles su vida, para que las usen a voluntad. Creo que esa es la única manera~

Buda desvió la mirada hacia arriba.

—Ah, lo siento—dijo Loki—, terminé hablando demasiado. Entonces... ¿qué piensas?

Buda sacó la paleta de su boca y miró despectivamente al dios frente a él.

—¿Qué pienso...?—dijo—. Aún no lo entiendo... ¿qué es lo que quiere preguntarme...? De hecho, hablaste tanto que dejé de escucharte como a la mitad del discurso. Resúmelo por favor.

Loki abrió mucho los ojos con sorpresa, luego empezó a aplaudir y reír.

—Ja, ja, lo lamento—se disculpó.

Entonces, a través de los pasillos, los gritos del estadio resonaron hasta el jardín.

—¡¡Vamos Armstrong!!

—¡¡Señor Shiva!!

Loki sonrió.

—Parece que la pelea se está poniendo interesante~—dijo—. Quiero ir a verla, así que... seré directo.

Loki se paró de puntillas y acercó su rostro a una distancia incómodamente cercana a Buda.

—¿Eres un traidor?

El iluminado sonrió desafiante.

—¿Y qué si lo soy?

Loki sonrió cruelmente.

—Te mataré.

Ambas deidades liberaban una cantidad de energía y poder increíble, sus auras chocaba y discrepaban mientras ambos individuos se miraban furiosamente.

Entonces, el sonido de cascabeles llamó la atención de ambos, un extraño poema empezó a resonar por los jardines del Valhalla.


Después de una larga noche...

Despierto... de un profundo sueño...

Me parece escuchar el dulce sonido...

De un bote navegando sobre las olas...

Castigo divino...

Castigo divino...

Castigo divino...

Castigo divino...

Castigo divino...


Seis figuras habían entrado al jardín, y se habían formado para permitir la entrada a un último ser.

Para el traidor...—terminó el gigantesco recién llegado.

El primero de estos individuos tenía el cabello corto y de color claro el cual tapaba parte de su ojo izquierdo, se encontraba dentro de una suerte de botarga, este traje tenía tres ojos ademas de un rosario de cuencas al rededor de su cuello, llevando su boca abierta dejando ver el rostro del dios: Daikokuten.

—Castigo divino~

El siguiente era un hombre de mediana edad, alto y musculoso, su cabello era largo y de un color claro, tenía una barba un tanto larga y del mismo color que su cabello, vestía con un keikogi de color blanco con las mangas arrancadas, iba con sus pies descalzos. Su rasgo más distintivo era que llevaba el cráneo de un ciervo sobre su cabeza, el cual le cubría parte de su rostro: Jurojin.

—Castigo divino.

Luego, un dios que tenía el aspecto de un anciano de baja estatura con rasgos faciales demacrados, una de sus características más notorias era su calva cabeza extremadamente grande en forma de cilindro, dándole una frente inmensa la cual estaba adornada con una cadena y un dije. Los lóbulos de sus orejas eran anormalmente largos y anchos los cuales eran adornados con unos aretes. Vestía con un kimono tradicional además de que solía apoyarse en un bastón, el cual tenía como adorno a una Grulla con sus alas desplegadas y cascabeles que le colgaban de sus plumas: Fukurokujo.

—Tendrá un castigo divino.

Ahora, un hombre de altura superior a la media y con un cuerpo bastante fornido. Tenía su cabello medianamente largo y lo lleva peinado hacia arriba. Llevaba en su cuello unas cuencas de rosario gruesas además de que usaba unos pendientes en forma de abanico en cada oreja. Su vestimenta era sencilla puesto que no lleva nada puesto en su parte superior y solo usaba unos pantalones de tela y de calzado llevaba un par de Zōri, además de que siempre estaba con un saco de tela a sus hombros: Hotei.

—Es hora del castigo divino.

El siguiente era un hombre de mediana edad delgado y alto con ojos oscuros un tanto saltones y grandes, su cabello era de color negro y corto el cual llevaba peinado hacia atrás. También tenía una Fina barba y bigotes puntiagudas de color negro. Vestía con una camisa hawaiana con un blazer de un color un tanto más oscuro, ademas de unos pantalones blancos y gafas de sol. También tenía un sombrero negro con un Besugo encima de este: Ebisu.

—Castigo divino, ¿cierto?

El siguiente dios tenia de la apariencia de un hombre con rostro y figura femenina. Poseía un cabello largo el cual llevaba atado con una cinta, su vestimenta solía ser sencilla y algo ligera, además también llevaba en sus orejas unos aretes y llevando en sus manos una biwa: Benzaiten.

—Castigo divino.

Y finalmente, un hombre joven, bastante alto y de cuerpo robusto y musculoso, su cabello era oscuro y bastante largo llegándole a la altura de la cintura. Vestía con una armadura la cual le cubría hasta su pecho pero dejando al descubierto su abdomen, también cubría parte de su rostro con un Menpō, y en su cabeza llevaba un Kawari kabuto. En su espalda llevaba una Dharmachakra adornada con flamas, además llevaba consigo un Shakujō.

Este era uno de los representantes de los dioses:


¡¡BISHAMONTEN!!


CASTIGO DIVINO.

Los siete dioses hablaron a la vez.

—Nosotros, los siete pilares, le daremos muerte a todo aquel que conspire contra los cielos. Somos los ejecutores divinos, Los Siete Dioses de la Fortuna.

Loki se inclinó levemente, aún sentado en la fuente central del jardín.

—Oh, vaya. ¡Las cosas se pusieron algo extrañas!

Ebisu empezó a caminar, con las piernas muy abiertas, hacia Buda, con las manos metidas en los bolsillos.

—Qué tal~—gruñó—. Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees, Buda?—Ebisu acercó su rostro incómodamente hacia el iluminado—. Sabes, he esperado por mucho por este día, el día en que finalmente seas castigado, maldito.

El iluminado mordió el palo de su paleta, rompiéndolo por la mitad.

—Ah, rayos—maldijo Buda—. Se supone que debes lamer el caramelo hasta que se acabe~ pero siempre acabó rompiéndolo. ¿Podrías decirme otra vez quién eres...?

Ebisu estiró su mano e intentó agarrar a Buda.

—¡¡¡Ven aquí, maldito bastardo!!!

Buda escupió el palo de su paleta, el pequeño objeto salió disparado y atravesó la mano de Ebisu. El dios de la fortuna retrocedió adolorido, con el objeto encajado profundamente en la carne, y la mano ensangrentada.

—¡¿Te crees muy importante?!—gritó Ebisu—. ¡¡Maldito mocoso!!

El dios desenfundó una pistola con forma de pescado, mientras los otros seis dioses de la fortuna se ponían en pose de combate y se alzaban frente a Buda, todos menos Bishamonten, quien permanecía de brazos cruzados, imponente y sereno.

—¡¡TE MATAREMOS!!—gritó Ebisu.

Entonces, Loki saltó desde la fuente, por sobre la cabeza de Buda, quedando suspendido en el aire, de cabeza entre los siete dioses y el iluminado.

—CALMA, CALMA~—pidió.

Hotei señaló al dios nórdico con la mano abierta.

—Loki... si lo defiendes, tú también...

—No, no es eso—aseguró el dios nórdico—. ÉL ES MIIII PRESA~ no dejaré que me la quiten~

La mueca del dios se hizo aun más turbia.

—¿ENTIENDEN?

Hotei retrocedió, momentáneamente acobardado.

En ese momento, Loki aterrizó frente a los dioses de la fortuna.

—Solo bromeo~

El dios nórdico miró cruelmente a Buda.

—¿Oh? ¿De verdad creíste que te protegería?

El iluminado solo se rió.

—Je, je, como sea, no me molesta—hizo crujir sus nudillos, luego extendió los brazos—. ¿Quieren pelear? ENTONCES HAGÁMOSLO.

Buda liberó una oleada de poder que hizo rugir el viento al tiempo que desprendía una luz segadora.

Loki sonrió, mientras que los dioses de la fortuna se cubrían ante el inconmensurable poder.

Entonces, unos pasos resonaron por el jardín.

—Jeje... los dioses nunca cambian, ¿no es así?

Todas las miradas se desviaron hacia el enorme semidiós recién llegado.

—Aunque... siendo justos, esa bizarra versión de mi padre no habría recurrido a estas artimañas...

Loki miró al chico, abriendo mucho los ojos.

—¿Qué haces aquí?—preguntó—. Tu pelea ya terminó... ¿cierto?

El joven sonrió ladino, al tiempo que destapaba su confiable espada.

—Bueno... nunca me ha agradado la gente que ataca a otros en grupo, he tenido malas experiencias, ¿entiendes?

Los dioses de la fortuna miraron intimidados a aquel chico.

—Tú eres...—exclamó Ebisu—. El chico que mató a Poseidón. ¡¡Perseus Jackson!!

El joven apuntó su espada y ladeó la cabeza.

—Puedes dejarlo en Percy, pero sí, en efecto.

—¿En efecto?—gruñó Ebisu, apuntándole con su pistola-pescado—. ¡¿Crees que puedes pelear contra tantos dioses?! ¡¡Idiota!!

Nuevos pasos resonaron por el jardín.

—Ah, los dioses, siempre tan arrogantes, siempre creyendo tener la razón, siempre creyendo que el mundo gira a su alrededor. Nunca se dan cuenta de lo mucho en lo que se parecen a los humanos. ¿Ocho contra dos? Mierda... creí que serían algo mejor que eso.

Dos personas se unieron a la disputa, un joven de diecisiete años de cabello rizado y ojos azules, y una niña menuda peinada a lo paje y vestida como semáforo.

—Pero bueno, supongo que si alguien sabe cómo son los dioses, ese soy yo—terminó el chico.

Ebisu gritó furioso.

—¡¿Qué demonios está pasando aquí?!

La niña toqueteó los anillos de oro que tenía en los dedos corazón de cada mano y miró a las deidades despectivamente.

—Esos son muchos dioses—dijo—. No será una pelea justa... para ellos.

Hotei les apuntó a los recién llegados con la mano.

—¿Quiénes son ustedes? ¿son humanos?—preguntó—. Váyanse si no quieren morir.

El chico se rió, descolgó un precioso arco dorado de su espalda y preparó tres flechas a la vez mientras apuntaba a los dioses de la fortuna.

—Créanme, me agrada mucho la idea de no morir. Pero no soy precisamente ajeno a esa clase de amenazas.

ANTIGUO SEÑOR DE LA PROFECÍA: LESTER PAPADOPUOLOS.

La niña junto a él extendió ambas manos, de su par de anillos surgieron dos cimitarras de oro.

Meg McCaffrey, hija de Deméter, se puso en guardia con ambas espadas en alto, haciendo gala del extremadamente raro estilo de lucha de gladiador romano, dimachaerus.

—Lester—saludó el hijo de Poseidón, sin quitarle la vista de encima a sus enemigos.

—Percy, bueno verte por aquí—respondió el joven de ojos azules—. ¿Estuviste haciendo ejercicio? Te ves bien.

Buda se acomodó los lentes, mientras a su derecha, Percy señalaba con Contracorriente hacia los dioses de la fortuna. Justo frente a él, Lester apuntó su arco, con sus flechas fijas en los cráneos de Ebisu, Hotei y Bishamonten. Finalmente, a la izquierda del iluminado, Meg sostenía sus dos cimitarras y se preparó para abalanzarse sobre su rival, con su atención centrada en el sujeto más grande del grupo enemigo.

Por su lado, Loki estaba levemente agachado, con las manos en las rodillas, mirando a Buda. Detrás de él estaba Fukurokujo, sosteniendo su báculo de cascabeles como si de una espada se tratase, a su derecha estaba Ebisu, apuntando con su pistola. Tras él, a su derecha estaba Benzaiten, con su biwa en manos. A la izquierda de Fukurokujo, estaba Jurojin, apretando los puños y en pose de batalla. A la derecha de todos, Hotei había adoptado una pose de batalla. Tras de él estaba parado Daikokuten. Y finalmente, en el centro, aún impasible y con los brazos cruzados, el poderoso Bishamonten observaba a sus enemigos fijamente.

Loki miró sombríamente a aquellos que le plantaban cara.

—¿Comenzamos?

Buda, Percy y Meg sonrieron con emoción.  Lester... no tanto.

—Cuando quieran.

¡¿UN GRUPO DE PELEADORES APARECE?!

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