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Learning to Fly


El dios del sol llamó "Hilos de Artemisa" a su misteriosa arma divina.

A veces se convertía en lira para tocar música celestial. A veces, se convertía en un poderoso escudo para bloquear el ataque de los gigantes. Y otras veces, se convertía en una flecha de luz para destrozar rocas enromes.

Todo esto, de acuerdo a la leyenda de Delfos.







—LE... LESTER GOLPEÓ CON CONTUNDENCIA—gritó Heimdall—. ¡APOLO FUE GOLPEADO DIRECTAMENTE!

El público humano estalló en vítores, mientras que las espectadoras del lado divino se cubrían los ojos para no mirar.

Apolo se las arregló para girar sobre sí mismo en el aire y aterrizar grácilmente sobre sus pies una vez más.

Lester tomó una nueva flecha de su carcaj y soltó un gruñido animal.

—Este maldito dios jodidamente apuesto...


¡¡¡TRIPLE P: PERFORADOR POSTERIOR PERFECTO!!!


El proyectil barrió el campo de batalla en curso de colisión directo con el agujero más oscuro del mundo donde no brilla el sol.

—SIN PERDER EL RITMO, LESTER CONTINÚA ATACANDO A UN HERIDO APOLO.

El dios solar apoyó una mano en el suelo y se impulsó para saltar hacia un costado, esquivando la flecha de su enemigo con un amplio margen. Acto seguido, sonrió al público y posó para la foto.

—Je...

Las espectadoras brincaron en júbilo.

—¡Kyaaaa! ¡Hermoso!

—¡¡LO ESQUIVÓ FABULOSAMENTE!!—anunció el presentador—. ¿TENDRÁ ALGÚN DAÑO DEL ATAQUE DE ANTES?

Göll se inclinó para mirar el combate desde más cerca, indignada.

—El ataque de Lester debió haber sido un golpe directo. ¡¡¿Por qué es capaz de moverse de esa forma?!!—se quejó—. Además, ¿qué es eso? Las manos de Apolo lucen como si estuvieran brillando.

El dios del sol movió sus brazos con elegancia. Sus guantes emitían un poderoso resplandor.

—Esa es el arma divina de Apolo—explicó Brunhild—. Su nombre es...


¡¡HILOS DE ARTEMISA!!


—¿"Hilos"?—repitió Göll—. ¿Esos hilos son un arma divina? ¿Por qué... lucen como algo débil?

Brunhild sonrió y negó con la cabeza.

—No son sólo hilos. El dios del sol, Apolo, los crea a partir de energía luminosa. Son hilos de luz. Ese golpe parecía un impacto directo, sin embargo, parece que lo detuvo con esos hilos de luz—teorizó—. Los Hilos de Artemisa pueden usarse tanto como un arma y como un escudo. Es capaz de un sinfín de cambios... es un arma divina de la más alta clase en el mundo celestial.

Su hermana menor le miró preocupada.

—¿Qué tipo de ataque se puede hacer con esos hilos?

Una gota de sudor nervioso se deslizó por el rostro de la mayor de las valquirias.

—Si observas bien, entenderás esa fuerza...

Apolo extendió los brazos y apuntó con los dedos. Hilos luminosos volaron por el cielo, girando y enroscándose sobre sí mismos hasta tomar la forma de un par de guantes.

Entonces, el dios dorado introdujo sus manos en aquellas construcciones de luz y el resplandor que emitía se intensificó mil veces más, oscureciendo todo el mundo a su alrededor.

Tras una nueva serie de poses, Apolo alzó sus manos, ahora recubiertas con un par de guanteletes metálicos de duro aspecto.


¡¡LIRA DE PHOEBUS: ARPA RADIANTE!!


El dios apretó los puños y sonrió satisfecho.

—Bueno, supongo que así debe ser...

El público estalló en vítores una vez más:

—Kyaa... el señor Apolo es tan agradable...

—¡Luce incluso más radiante que de costumbre!

—¡¡Es tan genial...!!

Apolo posó de forma llamativa, torciendo el cuerpo para sonreírle a sus admiradoras, apuntándoles con un dedo.

Alright, beauties...—cantó—. ¡¡Sólo mírenme!!

Lester se llevó una mano al carcaj y extrajo una de sus flechas, la cual estaba confeccionada con madera de roble.

—¿Opiniones?

El proyectil zumbó, hablando en lenguaje shakespeariano dentro de la cabeza del chico:

ESOS HILOS DETUVIERON TU ATAQUE, puntualizó. SON COMO UNA CORAZA ALREDEDOR DE SUS BRAZOS.

Gracias por señalar lo obvio—bufó Lester.

ADEMÁS, ESE BRILLO ES DE LO MÁS MOLESTO.

Apolo mostró las manos en gesto de confusión y se rió divertido, incapaz de comprender por qué su oponente se ponía a hablar con una flecha, cuya voz él y todos los demás eran incapaces de oír.

Lester devolvió la saeta al carcaj, asió su arco con fuerza y comenzó a despedir una nueva aura de energía.

—De acuerdo, don guapo... sólo me estás haciendo enojar más y más...

El viento rugió a su alrededor formando un brillante torbellino ígneo. La temperatura en la arena aumentó exponencialmente y el sol en el cielo, furioso e inclemente, parecía tratar de calcinar a todo aquel que quedase atrapado bajo sus rayos.

Apolo esperó paciente a su oponente. Las valquirias guardaban silencio con expectación, los dioses se mostraban intimidados y los humanos saltaban de emoción.

—¡Te destrozaré!—prometió Lester.

Lanzó un golpe al aire con su arco, y el cielo estalló en llamas.


¡¡¡OCTAVO ARRANQUE DIVINO: FLAMA HELÍADE!!!


Una llamarada solar arrasó el campo de batalla en línea recta, convirtiéndose entonces en una lluvia de fuego que lo carbonizaba todo a su paso.

—¡¡LESTER ATACA DE FORMA FURIOSA...!!

Apolo alzó su guardia, sonrió expectante y comenzó a avanzar, moviéndose entre las incesantes llamas danzantes y los pilares de fuego, evitando siempre por pocos centímetros y de la forma más eficiente posible cada uno de los ataques. Por supuesto, siempre posando para la cámara.

—¡APOLO LOS ESQUIVA CON UNA DELGADA BRECHA! ¡¡ESQUIVA, ESQUIVA Y ESQUIVA!!

Los humanos abrieron los ojos como platos.

—¿Qué es ese movimiento de pies...?

—Los ataques de Lester no lo golpean en lo absoluto...

Zeus se cruzó de brazos tras la espalda y soltó una carcajada.

—Como se esperaba del dios del boxeo—comentó—. Qué buen juego de pies. Esos furiosos ataques de un ser humano... es demasiado peligroso enfrentarse a él y volver a recibir un ataque como el de antes.

Ares se inclinó para mirar el combate desde más cerca.

—In... incluso con esos Hilos de Artemisa, parece que no pudo evitarlo del todo...

Lester disparó un nuevo pilar de fuego, Apolo le esquivó saltando de lado hacia la derecha.

—"Apolo no podrá romperme"—recordó Hermes—. Fue algo que dijo Lester... ¿podrá entonces acorralar a Apolo y tomar la delantera?

El fuego había cubierto el campo de batalla. Lester apuntó su arco, exhaló una cortina de humo, y disparó un rayo solar especialmente concentrado. El suelo se derretía a sus pies y dejaba la arena del Valhalla convertida en un gigantesco hervidero cubierto de cráteres.

Entonces parpadeó. El humo se despejó y Apolo estaba junto a él, siempre hermoso, siempre sonriente, con la guardia en alto y los puños preparados.

Lester ni siquiera pudo verlo venir. El golpe divino del dios solar le volteó los ojos y le mandó de espaldas escupiendo sangre.

No obstante, el humano no estaba acabado.

Su cuerpo se regeneraba rápidamente. Sus venas ardían en llamas áureas y una luz esmeralda recubría su figura. Logró recuperar el equilibrio. Se paró firme y balanceó su arco en un golpe lateral, dibujando con su fuego dorado una cuchilla que partía el cielo.

Nuevamente falló. Apolo se agachó en el último segundo para esquivar el embate y retrocedió con un salto para tomar distancia.

—Je... a pesar de que eres humano, eres sorprendentemente resistente. Pero...

Lester escupió un puñado de dientes ensangrentados. La luz a su alrededor aumentó su fulgor y sus heridas abiertas se cerraron.

—¿Qué tal un poco de humildad, maldito bastardo?

Apuntó su arco y disparó una andanada de flechas encendidas en fuego. Cada saeta explotaba al contacto y dejaba el campo de batalla convertido en un reguero de cráteres.

—Eso no es hermoso—comentó Apolo, esquivando una vez más los feroces golpes de su rival.

—CON SU MAGNÍFICO JUEGO DE PUES, APOLO SE ABRE PASO A TRAVÉS DE UNA TORMENTA DE DISPAROS.

Un nuevo izquierdazo se estrelló en la cara de Lester. El chico retrocedió aturdido y trató de golpear una vez más con su flamante arco dorado, sólo para ser evadido una vez más y recibir un brutal derechazo.

Lester disparó una llamarada, Apolo lo esquivó con un salto y se rió con diversión.

Irritado, el humano dejó ir una nueva lluvia de flechas. Apolo navegó a través del océano de proyectiles y golpeó a Lester, en el estomago.

—¡¡ESTO... ESTO ES...!!—balbuceó Heimdall—. ¡¡VUELA COMO MARIPOSA, PICA COMO ABEJA!! ¡¡ESTE ES EL OUTBOXING DE UN DIOS!!

Imágenes residuales de velocidad rodeaban a Lester, y sin que este pudiese hacer nada al respecto, fue abordado por un centenar de puñetazos que caían sobre él desde cada ángulo posible. Apolo golpeaba, se retiraba, saltaba y volvía a golpear a una velocidad imposible de equiparar para un simple humano.

—Joder... es como un saco de boxeo—murmuró Percy.

—¡Mantente fuerte, Lester!—gritó Meg— ¡Sólo necesitas un golpe bien puesto! ¡¡Si impides que Apolo se siga moviendo, puedes derrotarlo!!

El dios solar pareció detener su lluvia de ataques por un segundo, aguzando el oído para captar mejor las palabras que venían desde las gradas.

Percy abrió los ojos de par en par.

—Tengo una idea estúpida...—murmuró.

Meg le miró.

—¿Qué clase de idea estúpida?

El hijo de Poseidón se puso de pie.

—¡¡Deja de huir, Apolo!!—rugió a todo pulmón—. ¡¡Si eres un dios, intercambien puñetazos de manera justa y honesta!!

La hija de Demeter le dedicó una mueca de desconcierto.

—¿Realmente crees que Lester puede hacerlo?

—No...—confesó Percy—. Pero, al menos así, con suerte estaré ganando tiempo. Sólo escucha.

Los humanos a su alrededor, enardecidos por los comentarios del duo de semidioses, comenzaron a gritar también:

—¡Intercambien puñetazos!

—¡¿Tienes miedo de la fuerza del chico?!

Apolo se había dejado de mover definitivamente, toda su atención puesta en escuchar.

—¿Intercambiar golpes de manera justa y honesta?—repetían los dioses, indignados—. No digan tonterías.

—¡¡No va a molestarse en pelear de forma tan arriesgada!!

—Los ataques de ese humano son muy peligrosos...

—De todos modos, mientras gane, qué importa, ¿no?

—Está bien luchar de esa manera, esquivando y golpeando.

—¡¡Peleen a puños entre ustedes!!

—¡¡No vueles como un pequeño insecto!!

—¡¡Queremos ver una pelea real!!

—¡¡Sigue golpeándolo de esa manera!!

—¡¡El señor Apolo es tan genial!!

—¡¡Muéstrale el poder de un dios!!

Apolo bajó la mirada, con los ojos ensombrecidos, y abandonó su postura de combate.

Ares se dio una palmada en la cara.

—Ah... no puede ser...

El dios solar creó un hilo de luz con cada una de sus manos, y en un rápido movimiento los hizo restallar contra el suelo, creando un perfecto camino de fuego dorado entre él y su oponente.

—¿El señor Apolo marcó líneas a cada lado?—preguntó Göll.

Brunhild se mostró confundida.

—¿Qué rayos es eso...?

Lester miró a su adversario, quien le sonreía afable.

—Me pareció que el ring era bastante ancho—se excusó—. Así que esto es lo mejor para ti y para mí.

Percy soltó una carcajada y se dejó caer en su asiento.

—No puedo creer que eso funcionó...

Ares suspiró resignado.

Lester, casi sin palabras, se tomó un momento para recuperar el aliento. Las marcas de los puñetazos sobre su piel se curaban velozmente, pero más que una verdadera ventaja para la batalla, su curación acelerada estaba diseñada para permitirle resistir mas castigo y tortura que el humano promedio. Una forma de alargar su sufrimiento.

O, al menos, así era como él lo veía.

—¿Qué quieres decir?—preguntó con cansancio—. Como me estés vacilando, dios de tercera...

—"¿Qué quieres decir?"—repitió Apolo—. Esa es una pregunta tonta. Todos quería esto, ¿no?

El público guardó silencio.

—Seré yo quien te abrumará en todas las situaciones en las que seas bueno—explicó el dios—. Siempre cumpliré con las expectativas de todos, porque ese es el deber de un ser supremo como yo.

Alzó su puño y posó majestuoso bañado por la cálida luz venida del cielo.

—Soy el dios del sol—exclamó—. El gran señor Apolo.

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