Capítulo Treinta y Uno
Capítulo treinta y uno.
Meredith Allen.
1 octubre, 2016.
—No voy a renovar nuestro contrato —repito—, te estoy avisando con los meses de antelación que se estipula en nuestro acuerdo, tía Rochelle.
»El siete de enero de 2017 mi contrato contigo expira.
—No puedes hacer eso.
—El contrato...
—¡Sé lo que dice el contrato! —Me grita y me sobresalto— Te hablo de tu deber moral, de tu agradecimiento ¿Cómo le haces esto a la única persona que dio la cara por ti?
Me mordisqueo el labio inferior en tanto la veo y siento que tengo un paseo por mis recuerdos. Abro la puerta de cada año de mi vida desde que nuestros caminos se cruzaron y dejo que ese dolor arda cómo lo hizo siempre, también me permito abrazar la ira y poco a poco soltar esa enfermiza sensación de agradecimiento en el que le doy todo cuando ella me ha dado poco más que un nada.
—Eres más que un poco cínica, tía Rochelle. La únicas veces que has dado la cara por mí ha sido tu conveniencia ni siquiera mereces que te llame tía —Me rio de manera seca—. Hiciste explotación infantil cuando me trajiste a casa, me robaste durante años cuando inicié en esta industria y has cobrado cuando no haces nada por mí. Si alguna vez te debí, eso quedó pago desde hace muchos años.
»Nuestra relación familiar es un chiste, nunca te has interesado por mí y todo lo que he hecho ha sido huir de ti y estoy cansada de hacerlo, no he hecho nada malo para tener que correr. He sido mucho más de lo que mereces. No me mereces.
—¡¿Pero de qué hablas?! Eres igual de malagradecida con María Alejandra, te salvé, más allá del dinero que te di, te di una vida nueva, oportunidades, riqueza y fama.
—¡Y te lo he pagado! —grito— Estoy harta de que me saques en cara algo que no te pedí. Me entregaste a esta industria, pero soy quien la ha trabajado ¡Basta de tus manipulaciones!
»Has vivido de mí durante años, pero ya no más. No te dejaré seguir absorbiéndome ni dañando mi salud mental. Me desligo, te suelto y me libero porque ya pasé demasiados años de mi vida viviendo esto y no te daré más, Rochelle, ya no quiero hacerlo.
»Ni siquiera quiero ser tu sobrina, ¿Pero de qué hablo? Nunca me has tratado cómo a una sobrina, solo lo haces cuando las cámaras se encienden. En mi rostro ves un cheque y de pequeña viste a una criada.
—Meredith, hablemos con calma —intenta apaciguarme viendo que sus cadenas sobre mí se han roto.
—Ya no quiero hablar, no quiero escucharte. Quiero alejarte.
»Te quiero fuera de mi lista de nómina, de mi relación familiar o falta de ella, te quiero fuera de mi vida. Tuvimos años para hablar y tú nunca quisiste, es curioso cómo siempre valoramos lo que tenemos en cuanto lo perdernos.
—No te he perdido.
»¿Es por Alfredo? ¿Él te ha llenado la cabeza de tonterías? No puedes creer en las mentiras de un asesino.
No me he reunido con mi papá, hablé con él por teléfono una vez, solo dos minutos con unos silencios extensos y lágrimas por parte de ambos, no fue una conversación real más allá de un "¿Cómo estás?" "lo siento tanto, Mary Alena". No soy estúpida, sé que ella se guarda cosas de papá, cosas que no me dirá y de las cuáles podría mentir, pero asiento.
—Hablé con Alfredo y me lo dijo todo, no puedo creer que hicieras eso ¡Confié en ti!
—¡¿Qué querías que hiciera?! ¿Qué te dejará pudrirte en Puerto Rico con tus abuelos paternos hasta que ese miserable saliera de la cárcel? ¿Qué le hablara a una niña sobre el cargo de su papá? Puede que no le dieran cadena perpetua o lo culparan de haberlo planeado, pero estaría en la cárcel unos años.
»¡¿Con qué derechos me exigía que te dejara verle?! ¿Cómo creyó que te daría sus cartas? ¿Qué te llevaría a verlo? Te di una nueva vida y él no estaba en ella. Tampoco te iba a hacer declarar, que se hundiera en la cárcel era lo mejor, no me arrepiento que no declararás, merecía estar mucho más tiempo en la cárcel.
Parpadeo y las lágrimas descienden por mi rostro.
—¡Hice todo para que ese horrible pasado no te persiguiera! Incluso con los restos de tu madre ¿Crees que me hace feliz haber hecho que profanaran la tumba de mi hermana para que nunca se supiera? ¿O qué fue fácil sacarte de la cabeza el recuerdo de tu padre? Convencerte de no verlo, de no declarar, de ver lo malo que era...Lo mucho que podría arruinar lo que hemos construido.
»Todas sus cartas no importan, nada de eso importa porque he hecho todo por ti, te salvé.
Un sonido desgarrador sale de mí, sus palabras dan vueltas en mi cabeza. Ella es...Simplemente...
—Eres un puto monstruo y me das asco. No me diste nada, me quitaste mucho ¡Me quitaste demasiado! Nunca te voy a perdonar, te quiero lejos de mí y me encargaré de que cuando ese contrato termine, tú y yo seamos unas extrañas, lo que siempre hemos sido.
»No tienes decencia humana ni respeto por nada ¡No sé qué hiciste con los restos de mi madre! Pero mi abogado sabrá de esto, eres un puto monstruo y mereces estar sola. Deja a mi padre en paz y de mí olvídate.
»Pudiste tenerlo todo, pero ahora obtienes lo que mereces: nada. Y saboreo este momento, dejarte se siente cómo la libertad —Lloro y rio—. ¡Dios! Qué bien se siente, pensé que estaría condenada a estar unid a ti toda mi vida.
»Hoy mataste cualquier rastro de sentimiento que me quedaba por ti, gracias por eso, lo necesitaba.
—Meredith ¡Meredith!
Grita muchas cosas mientras camino hacia la salida y la ignoro. Me alcanza tomándome del brazo y clavándome las uñas, me hace sangrar. Forcejeamos para que me suelte y cae al suelto golpeándose la boca con una silla.
—No me persigas —digo con los ojos nublados de lágrimas—, porque no volveré a ti, no quiero hacerlo y no lo haré.
La dejo en el suelo, gritando mi nombre y subo a la camioneta en donde Ray me espera. Llorar de dolor y tristeza nunca se sintió tan bien cómo ahora. En esa casa quedaron mis cadenas y mi miedo por una mujer que no fue capaz de amarme.
Sin embargo, en esa casa no quedan todos mis problemas.
***
8 de octubre, 2016.
Rochelle Lynch está acusándome por maltrato.
Uno de los portales de chismes más importantes y reconocidos ha soltado hoy un amplio informe y artículo de sucesos narrados por mi pariente consanguínea.
El forcejo que tuvimos cuando quería irme y ella me retenía, se ha convertido en fotos de ella con el rostro golpeado y rasguños por todo su cuello y brazos, sin embargo eso no es lo que me asquea, lo que lo hace es el hecho de que ella justificó mi agresión diciendo que estaba desequilibrada emocionalmente por haber visto a mi padre.
Y luego...Luego ella ha hablado de las partes feas del pasado de papá, ha dado su versión haciéndolo ver cómo un brutal asesino, nos expuso e informó cómo debido a esos traumas llevo años recibiendo ayuda profesional para mi salud mental, que tomo antidepresivos y somníferos y que no es la primera vez que sucumbo a tales conductas agresivas y autodestructivas.
Dijo tantas cosas, tantas mentiras disfrazadas de verdades.
—Debemos enviar seguridad para Alfredo, está siendo acosado, no lo dejan salir del edificio y las personas están siendo agresivas. Personas en Puerto Rico están asegurando conocerte y dando información falsa de ti...
Loraine me habla y simplemente la veo.
—Necesito estar sola.
—Allen...
—Necesito estar sola.
—Cariño...
—¡Quiero estar sola! ¡Déjame sola! ¡Déjame en paz! ¡Quiero estar sola! —grito—. Fuera de mi casa, quiero que todos se vayan, fuera.
»Si ustedes no se van, lo haré yo —amenazo—. Necesito estar sola, por favor, por favor.
Mi voz tiembla y me siento encerrada. Me da calor y el aire se hace denso para mis pulmones.
—Iremos al jardín, te daré espacio, pero no iré más lejos —Me dice Loraine.
—Haz lo que quieras, solo vete, por favor, vete.
No espero a que salga, simplemente voy a mi habitación con la respiración agitada, cerrando la puerta detrás de mí con seguro y sintiendo que todo da vueltas. Me siento desorientada e incluso creo que me tambaleo antes de gritar y comenzar a darle golpes y patadas a la puerta.
—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me hace esto?! —grito, pegado una y otra mi puño en lateral contra la puerta.
Pero ¿De qué me sirve hacerme daño cuando los demás ya lo han hecho?
Y con ese pensamiento me dejo caer en el suelo, presionando la mejilla del suelo y respirando en jadeos, sintiendo que las paredes se cierran a mi alrededor en tanto tiemblo pensando en ese artículo, en la manera en la que mi vida ha sido arrojada en chismes, en la que se alteraron muchos sucesos y se destapó una caja que nunca debió ser abierta.
Cierro los ojos y grito en un desesperado intento de liberar todo lo que tengo en el interior. Mi garganta arde grito tras grito, pero no ayuda, me siento aún más desesperada, siento demasiado y no sé...No sé cómo liberarlo, no sé qué hacer. Tiemblo, jadeo, grito y me quedo en el suelo.
Mi teléfono comienza a vibrar sin parar.
Todos deben de saberlo.
Tiene que estar por todo internet.
¿Cuánto le pagaron?
¿Por qué no pudo amarme?
¿Por qué incluso mientras me libero me corta las alas?
Siento que me odia, siento que me quiere destruir y temo que lo esté logrando porque me desmorono, siento que no sé cómo controlarme ni sé qué hacer para detenerlo.
Con una mano temblorosa me saco el teléfono del bolsillo, rechazando cada llamada que entra.
—Por favor déjenme en paz. Basta —susurro—. ¡Dejenme en paz! ¡Nunca le he hecho daño a nadie! —grito— ¡Todo lo que he querido es que me amen! ¡Qué me amen!
Rechazo todas las llamadas incluso las de Max, pero en algún punto me canso y acepto otra de Max, poniendo el altavoz y dejando el teléfono a un lado en el suelo.
Mi cuerpo tiembla, pero las lágrimas no salen, siento que me envenenan desde adentro.
—Allen...
—¿Por qué me odia? ¿Por qué me hace esto? ¿Eran tan difícil dejarme ir cuando no me amó? La amé, Max, la amé.
Mi voz suena ahogada y tan ajena a mí.
—Es su problema ser una miserable basura.
—No la lastimé, se cayó porque me la sacudí, me estaba haciendo daño e intentaba retenerme, pero no la arrojé al suelo ni la ataqué, lo prometo, por favor créeme.
—Lo sé, no pensé que la lastimaras.
—Y la historia, mi pasado no es así, lo mezcló, lo...Moldeó. No me salvó ¡No me salvó! —grito lo último—. Nadie nunca me ha salvado, yo me he salvado ¡Yo lo he hecho!
—Lo has hecho...
—Todos hablarán, ellos dirán... —Me quiebro y finalmente comienzo a llorar—. Es mi historia por contar, es mía y me la arrebató, me la quitó y la contó cómo quiso... ¿Por qué me hizo esto?
»No quiero salir, no quiero que me vean, no quiero que hablen...No quiero —lloro más fuerte.
—No tienes nada de qué avergonzarte, no has hecho nada malo y eres más que tu pasado.
—Pero ellos no lo saben...Dijo todas esas cosas...Me ensució, Max, me arruinó.
—No, tu despreciable tía no te ha arruinado, eres más que eso, eres más que un escándalo y un chisme empañado de mentiras.
»Llora, grita, suelta todo, déjate ir, pero ambos sabemos que te vas a levantar y te demostrarás a ti misma lo que sabemos: eres mucho más que esto.
—Nunca parezco ser suficiente, nunca —Me sorbo la nariz—. Sé que no soy mala, sé que no soy una horrible persona y aun así me lastiman, ella me lastima. Si no me amó ¿Por qué odiarme?
»Es mi historia ¡Mía! Solo yo decidía compartirla y tantas mentiras, tantas...
Él me deja gritar, llorar y desahogarme. Me escucha y responde cuando lo cree pertinente, está a mi lado por medio de un teléfono mientras me rompo en pedazos y siento que una vez más el mundo se me viene encima.
—Es agotador ser a la que siempre lastiman, ya no quiero, ya no más, por favor.
—Allen las personas que te lastiman, no todas lo hacen adrede y otras simplemente son basuras. Eres de las mejores personas que conozco y amaría que la vida consistiese en una meritocracia porque soy consciente de que lo mereces todo.
»Odio que la vida te haya puesto tantos obstáculos, pero amo saber que de alguna manera te sobrepones y te levantas. No sé cómo te sientes ahora y en serio amaría poder abrazarte y limpiarte las lágrimas, desearía que alguien que tuvo el privilegio de amarte no te hubiese hecho tal bajeza al exponerte de ese modo por dinero —respira hondo—. Desearía que simplemente fueras feliz y que todas tus lágrimas se debieran a la alegría.
»Eres más que esto y aunque eres más que tu pasado, ese pasado también forjó la hermosa persona que eres hoy, no hay nada de qué avergonzarse, no has hecho nada malo y las personas siempre hablarán, tiene que ser doloroso, pero no les des ese poder.
—Estaba feliz, te extrañaba, pero estaba siendo feliz.
—Por favor, no dejes que te arrebaten esa felicidad que tanto mereces. Por favor.
Cierro los ojos con fuerza y me limpio con una mano el rostro pese a que las lágrimas siguen cayendo.
—¿Qué hago?
—No puedo decirte que hacer —dice con suavidad.
—Si fuese tus chicos ¿Qué dirías que hicieran? Por favor, ayúdame, por favor. No quiero ser esto, no quiero ser conocida por esta mentira.
—Loraine...
—Confío en Loraine y la escucharé, pero quiero que me ayudes, quiero...Quiero escucharte, yo solo...Quiero...No sé...Yo...
—Está bien, tranquila —Me lo dice con tal suavidad que al cerrar los ojos puedo imaginar que está a mi lado—. Te diré lo que haría.
»Lloraría y sentiría el tiempo que necesite para drenar parte de mi dolor y debido a que es mi historia, si me sintiese listo, contaría mi versión bajo mis términos, solo las cosas con las que me sintiera cómodo y para evitar que el mundo vea cómo una heroína a una villana.
Pienso en mamá enterrada en mi pasado cómo un sucio secreto, en mi padre siendo planteado cómo un asesino psicópata, en mis raíces arrancadas, las mentiras de Rochelle Lynch y la manera en la que se plantea cómo mi salvadora. Estoy cansada de todas estas mentiras.
Mi pasado no me hace débil, me hace fuerte.
No tengo que contarlo todo, no tengo que dar detalles, pero por primera vez tengo en mis manos el poder de ser sincera y aceptar quien soy. No hay vergüenza porque no hice nada malo, siempre fui una niña viviendo entre las consecuencias de adultos. No pretendo contar toda mi vida, pero sí ser lo suficiente honesta para desmentir toda la basura que Rochelle ha dicho.
Alfredo tampoco merece ser acosado y cazado de la manera en lo que lo está siendo desde hoy. Yo no merezco que ella me hunda, no la dejaré, nunca más tendrá poder sobre mí.
—Voy a levantarme —murmuro—, soy más fuerte que esto y si el mundo quiere saber mi historia, entonces se la daré bajo mis término. Tienes razón, soy más que esto y mi terapeuta sabrá de esto —esto último suena más como el intento de una broma aunque sea verdad.
—Esa es mi Allen —dice con suavidad y tomo el teléfono, desactivando el alta voz y llevándolo contra mi oreja—. Ojalá no tuvieses que pasar por esto.
—Hay muchos ojalá que me gustaría aplicar, pero sabemos que la vida no funciona así.
»Sentí que el mundo se me venía encima, me sentí tan traicionada y usada...
Algo más calmada, no demasiado, logro decirle el encuentro que tuve con mi tía sobre el contrato y lloro de rabia relatándole la verdad de lo sucedido. Nunca me esperé que su repercusión fuese tal bajeza.
—La saqué de mi vida y nunca la dejaré entrar de nuevo, no me importa si se disculpa, no volverá a mi vida.
»Así que no tengo familia, pero me siento libre.
—No digas eso. Tienes a Loraine, a Ray, tienes a Romeo del que pareces ser muy amiga, tienes a BG.5 e incluso tienes a mi familia... —Hace una larga pausa— Y aunque no estamos juntos, siempre me tendrás a mí, aunque no cómo familia en el concepto tradicional porque tuvimos mucho sexo y eso sería...Impropio.
Eso consigue hacerme reír y lo escucho exhalar con lo que podría ser alivio.
—Así que logré hacerte reír, no he perdido el toque.
—No creo que alguna vez lo hagas.
Es la primera llamada en mucho tiempo, hemos hablado tan poco y aun así me llamó cuando esta noticia explotó, estuvo conmigo. Está conmigo.
—Te extraño mucho —confieso en un susurro.
—También te extraño, pero me hace feliz ver todo lo que estás logrando. Eres grande, Mary Alena y esto es solo un bache, sal y recuérdate que eres más grande que esto.
—Eso haré, puedo con esto y más.
—Puedes, Allen, absolutamente puedes.
***
15 de octubre, 2016.
Me pregunto si alguna vez hubiese hablado públicamente de mi vida si mi tía no hubiese expuesto sus mentiras.
Me pregunto si alguna vez habría llegado a este punto, este instante en donde intento mantener firme mi voz mientras cuento mi historia. No doy tantos detalles cómo lo hice cuando me sinceré con Loraine o Maximiliano, pero cuento la verdad sobre una niña puertorriqueña que creció dentro de la pobreza y con unos padres que se amaban, pero que sufrían las consecuencias de la frustración de las carencias. Hablo sobre discusiones, peleas con objetos a veces siendo arrojados, desnutrición y finalmente me quiebro al hablar sobre la enfermedad de la que murió mi madre.
—Las personas son realmente buenas siendo crueles cuando quieren serlo —digo tomando un respiro—. Nos trataban cómo una paria, me decían la hija de put... con SIDA, fui acosada y señalada, intimidada e incluso golpeada. La sociedad no había avanzado lo suficiente, no es que ahora lo haya hecho demasiado.
»Juzgaron a mi madre de una manera tan dura y atroz, siento que si no la mataba la enfermedad lo habrían hecho ellos.
Continúo haciendo un recuento breve sobre esos duros meses, limpiándome el rostro cuando hablo de su muerte y de cómo eso me cambió la vida. No ahondo demasiado sobre las adicciones de Alfredo, pero lo dejo entrever, dejando en claro que no fueron las mejores elecciones, pero que a veces el duelo también nos ciega y arrastra.
—Pedí dinero y comida en las calles, también hui para no ser víctima de pederastas, no es una situación en la que deba encontrarse una niña, pero ¿Cuándo ha sido la vida justa?
Hablo sobre cómo en mi casa se reunían adictos y una madrugada fui víctima de ello.
—Es cierto que mi padre tiene un cargo por asesinato del que ya ha sido dado en libertad, pero lo hizo cuando me salvó de sufrir una desgracia aun peor.
No menciono que él me dejó con un cadáver sobre mí durante horas o que más nunca volví a verlo. En lugar de ello, le hablo sobre que él meditó, encontró su segunda oportunidad y que me salvó. No quiero que las personas lo juzguen o cacen, todo lo que quiero es que lo dejen en paz, él no pidió mi fama ni las consecuencias de ella.
Pero cuando hablo de Rochelle Lynch, no me guardo detalles. Hablo sobre cómo me alejó de mi padre, de hacer una declaración que pudo haberle ayudado y de sus cartas. Les hablo sobre una niña siendo la criada y acosada mentalmente para ser doblegada a su voluntad.
—Debía ganarme mis platos de comida y cosas básicas de aseo personal cómo tampones, por ejemplo.
—¿Cómo llega Meredith Allen Lynch a esta industria? —Me pregunta la entrevistadora que no ha sido más que respetuosa, comprensiva y profesional.
—Definitivamente no es cómo lo cuenta mi biografía oficial —Sonrío con pesar—. Ojalá esa fuese la verdad.
»Quería ser ingeniera y la verdad es que yo era bastante buena, pero mi tía vio potencial en mí y me llevó a múltiples castings hasta que conseguimos un comercial y desde ahí todo despegó. Pensé que era algo temporal y también jugó mucho la manipulación.
—¿De qué forma?
—Me hacía saber cuán bien nos iría, que había dado todo por mí, que tal vez así retribuyera un poco todo lo que me daba. Que era mi deber, lo mínimo que podía hacer por ella y me sentía tan en deuda y necesitada de su amor, que cedí, solo que no fue temporal.
»Sé que también fue mi decisión permanecer, me dejé deslumbrar y se siente bien descubrir que eres buena en algo. Para alguien que creció con carencias, tener independencia económica fue embriagador —Hago una pausa—. Me diría que estaba gorda y que necesitaba bajar de peso, privándome de comidas importantes o haciéndome temer de almorzar, contando las calorías y sintiéndome culpable si me salía de la dieta.
»No me dejaría salir con muchachos, nunca lo hizo, pero entonces insinuaría que fuese más amigable con lo que llamaba un pez gordo y se enojaría cuando no cediera, haciéndome sentir mal cuando me decía que no esforzaba lo suficiente y que era una malagradecida. Le di, siempre quise darle todo, estaba desesperada por su aprobación, quería hacerla sentir orgullosa...
»Lo curioso es que para mi tía nunca algo era suficiente, eso tal vez explique porque ella junto mi primer abogado me robaron durante los primeros años de mi carrera de modelaje, no tenía ni idea, pero las mentiras siempre salen y al final lo supe.
—¿Cómo te sentiste? ¿Qué pasa en ese momento cuándo te das cuenta de que la persona que debía protegerte, te lastima?
—Me sentí traicionada, pero es curioso que más allá de dolor de que te roben tu trabajo, fue la certeza de entender que no importaba que hiciera, mi amor era unilateral y para ella yo era una mercancía. Es duro darte cuenta de que tu única familia es la persona que más te lastima ni siquiera me dijo de las cartas de mi papá y sé que son cartas que nunca podré leer.
—Lo lamento mucho, Meredith, es doloroso escucharte hablarlo, no puedo imaginar lo que realmente fue.
—He pasado años de mi vida asustada de perder a alguien que nunca me ha querido, viajando por tantos países en busca de un lugar al que llamar hogar porque el único que tuve me fue arrebatado y es duro, duele, duele muchísimo —Se me quiebra la voz e inspiro hondo.
»Durante tres años he estado recibiendo terapia y no me avergüenza, me ayuda muchísimo y me gusta, no tomó ningún medicamento antidepresivo ni somníferos, no estoy medicada y si ese fuese el caso no creo que las personas tendrían que ir por la vida juzgándolo tan libremente cuando hay personas que clínicamente lo necesitan y no tendrían que ser señalados por eso.
»Quiero dejar en claro que nunca he agredido a mi tía. Esa mañana tuvimos una discusión debido al termino de nuestro contrato, no estuvo de acuerdo y cuando intentaba marcharme, me tomó fuertemente de los brazos clavando sus uñas, forcejamos y ella cayó al suelo, golpeándose la boca con una silla. No sé de dónde salieron los moretones o rasguños y sé que las cámaras de seguridad de su casa podrían corroborarlo, pero también sé que seguramente de manera misteriosa estas grabaciones podrían haber desaparecido.
»Y sé que nadie tiene la obligación de creerme, pero solo piensen que no vine aquí a sentarme y exponerme por gusto. Pocas personas sabían de los abusos con los que crecí y padecí, no es fácil exponer mis traumas y pesadillas a toda una audiencia para que opinen de mi vida. Durante años he estado aterrada de que se me juzgue o catalogue con base a mi pasado, sin embargo hoy estoy aquí, siendo tan honesta cómo puedo.
»No me gusta ventilar mi vida privada, quiero ser conocida por mis trabajos, pero tampoco podía quedarme sentada a en casa siento acosada, insultada y víctima de chismorreo y calumnias ni viendo cómo llegan hasta el punto de agredir a mi papá.
»Mentí sobre mi biografía o dejé que lo hicieran, porque pensé que era lo mejor, porque tenía miedo de que me trataran con base a eso, porque era traumático y fui convencida de que nadie querría a una muñeca rota. Estoy orgullosa de mis raíces, amé a mi mamá y también a mi papá, creo en las oportunidades y sé quién soy. Y no me crean si no lo desean, pero al menos hoy me siento más ligera porque dejé ir tanto, porque puedo abrazarme a mí misma con la sensación de que lo he hecho bien y que estoy orgullosa de mí.
»Puedo tomar mis decisiones, dejo ir a las personas que me lastiman y puedo decir con orgullo que mi mamá se llamaba María Alejandra López y que mi camino hasta aquí no fue fácil, que tengo problemas, pero que trabajo en mejorarlos. Que no le debe nada a nadie, estoy aquí porque he trabajado duro y no todo ha sido bonito, he llorado un montón y he tenido días malos, pero siempre me he levantado —Respiro hondo— y me siento bien ¿Sabes? Finalmente me siento bien porque ya no siento culpa por mentir, ya no siento arrepentimiento de ocultar algo que es parte de mí y aunque tengo miedo de que todos lo sepan, también siento alivio y algo muy cercano a la paz. Estoy bien conmigo, estoy bien con esto.
Hay un largo silencio antes de que alguien en el público aplauda y se le unan más personas, luego se ponen de pie y yo sonrío entre lágrimas. Sé que no todos van a creerme, pero hoy di mi verdad y se siente bien.
Max tenía razón, contarlo bajo mis términos me ha liberado. Yo...Me siento tan bien.
***
20 de octubre, 2016.
—¿Qué pasaría si se dan cuenta de que eres tú?
—Ya te dije que solo soy algo famoso —Me responde sonriendo y ruedo los ojos, pero acabo por sonreír.
El estadio del campus universitario se encuentra lleno y hay bastante energía contagiosa. El olor de comida chatarra y la presencia de mucha cerveza invaden el lugar, además hay muchos universitarios, parece un gran juego.
—Nunca tuve esta experiencia universitaria de ir a un juego de futbol, bueno, estuve poco tiempo en la universidad —digo por sobre el ruido de una multitud impaciente que espera el inicio del juego.
—Entonces, felicidades, porque esa experiencia la vivirás hoy, aunque pudiste haber sido la que sale con alguno de los jugadores estrellas.
—Me perdí ese sueño —digo con fingido pesar antes de darle un empujón con mi hombro—. ¿Qué hay de ti? ¿Con quién salías mientras jugabas en la universidad? ¿O eras un rompecorazones?
—No, señorita. Tuve una novia durante toda mi carrera universitaria, fue bastante dulce todo.
—¿Y qué pasó con ella? —Me acomodo la gorra.
—Digamos que fue demasiada presión, me amaba a mí, no a mi fama y no puedo culparla por eso.
—Auch, debió doler.
—Lo hizo.
»¿Qué estudiaste en la universidad? Ya te dije que yo iba a ser ingeniera, una muy buena si se me permite decir.
Ladea el rostro para poderme ver mejor puesto que la visera de su gorra está bastante baja y un hoyuelo en su mejilla me saluda cuando sonríe de costado.
—¿Qué paso con todo eso de "humildemente"?
—Se me permite presumir si esta es una cita ¿O no lo es? —Lo desafío.
—Se te permite presumir —concluye haciéndome reír—. Respondiendo a tu pregunta ¿Qué crees que estudié?
—¿Negocios? ¿Comunicación social? ¿Algo de deporte? ¿Fisioterapia?
—No —Se ríe—. Estudié arquitectura...No te veas tan sorprendida.
»Mi mamá, una santa si se me permite decir, siempre me dijo que debía estudiar la otra cosa que más me apasionara aparte del futbol porque siempre debía tener un plan b. Eso fue la arquitectura y aunque me querían reclutar desde temprano, tuve que recordarme una y otra vez que necesitaba un título universitario por si las cosas fallaban.
—Y lo tienes —digo con lentitud y asiente.
—Si me lesiono o no puedo volver a jugar, tengo la arquitectura.
—O si te retiras —digo con diversión.
—¡Señorita, por favor! Soy un bebé, veintiocho años es ser un recién nacido.
—Claro, lo que digas, Cole.
Veo alrededor cómo más personas siguen llegando, pero evito contacto visual porque no quiero que me reconozcan y mucho menos al jugador estrella sentado a mi lado del que seguro toda esta multitud sabe.
He desayunado una vez con Cole Holland y almorzamos otra vez porque seguimos teniendo conversaciones extrañamente divertidas, también hay coqueteo y nada es incómodo, así que cuando me dijo hace dos noches —tras hablar de mi entrevista por teléfono y tener una seria conversación bastante larga— que si quería venir a un juego universitario en el que me explicaría finalmente todo este loco juego, acepté porque no entiendo nada cuando me lo explica por mensaje o notas de voz, también quería verlo, me entusiasmé.
Quería salir y divertirme. Quería salir y divertirme con él.
Tras la entrevista las cosas han sido favorables en su mayoría, pero hay que admitir que existe una minoría bastante pesada negada a creerme y eso está bien siempre que dejen de molestarme. Los fotógrafos no son necesariamente groseros, pero sí invasivos dándome mucha más atención que antes.
Sobre Rochelle, ha dado varias declaraciones que la dejan mal parada y ha intentado hablar conmigo, pero la he esquivado de manera magistral, no tenemos nada que hablar. Estoy deseando que sea enero y desvincularme de cualquier forma con ella.
Y sobre mi padre... Creo que me siento lista para verlo y conversar.
—¿A qué equipo le vamos? —pregunto y Cole ríe por lo bajo diciéndome el color de la camisa—. De acuerdo, entonces maldigo al otro.
—Eres bastante ruda ¿Eh? —Se burla, bajándome la visera de la gorra y le golpeo la mano.
—Solo defiendo a mi equipo.
»Aquí no hacen eso del besuqueo en pantalla ¿Verdad? Porque no voy a besarte —digo de manera remilgada y finge hacer una mueca de asco.
—Tampoco voy a besarte ¡Ufs, no!
—Ya quisieras.
—Ya quisieras tú.
Ambos soltamos un resoplido y luego una vez más me baja la visera de la gorra, de nuevo le golpeo la mano.
El juego empieza poco después y las personas se vuelven... Locas. El nivel de energía, tensión y pasión que se maneja en el lugar me impresiona en tanto intento entender y retener todo lo que Cole me explica de las jugadas, pero mi parte favorita es insultar al otro equipo y eso no me lo está enseñando él.
—Vamos, siéntate —Pide entre risas tirando de mi mano.
—Pero es que ese... ¡Aash! —Me siento y continúo escuchando su clase, poniéndome de pie cuando la barra de mi equipo lo hace o cuando quiero insultar.
»¡Tu abuela lo hace mejor! Ella puede correr más rápido —grito, copiando el insulto de hace unos minutos de un tipo de más arriba.
—Eres una alborotadora y peleona —Me acusa Cole y desestimo sus palabras con una mano.
—¡Auch! Lo están aplastando.
—Es parte del juego.
—Es un deporte sexy —comento volviéndome a sentar y todo lo que hace es reír.
Para cuando termina el juego he aprendido un 30% de su funcionamiento y he gritado un 100%, decido que me gusta y que podría seguir aprendiendo.
—Creo que podemos hacer esto de nuevo, te queda mucho por enseñarme —Le digo frente a la camioneta negra en donde Ray me espera—. Me hace liberar mucha ira y emoción contenida.
—Puedes venir a mi juego e insultar al otro equipo, eres buena en eso, de hecho creo que me haría sentir seguro y bien cuidado pensar que estás ahí, gritando por mi honor.
—Cuidaré totalmente tu honor —Le estrecho la mano sonriendo—. Insultaré a tus adversarios y tú me consigues cervezas gratis.
—Parece un buen trato —Se inclina y me besa la mejilla—. No vemos pronto, señorita.
Cuando va a alejarse tiro de su mano y enarca una ceja en tanto lo veo hasta que sonríe.
—Agáchate un momento, que eres muy alto —pido y lo hace.
Me acerco lo suficiente para que nuestros rostros estén muy cerca y trago, porque es muy tentador, de hecho sí quiero besarlo, pero dos pueden jugar a este juego del coqueteo alargado.
—Tengo hambre, pensé que esta salida prometía una cena.
—Oh —Se lleva una mano al pecho—, mi error.
—Un terrible error que dejaré pasar si me llevas a comer algo muy rico y me explicas más del juego.
—Puedo hacer eso.
—Oh, Cole —Ahora soy quien le baja la visera del gorra—. No seas modesto, puedes hacer más que eso.
Y una vez más me baja la visera de la gorra y yo le golpeo la mano.
—Vamos, conozco un lugar perfecto —tira de mi mano.
***
7 de noviembre, 2016.
El entrenamiento de hoy me ha pateado el culo casi tanto como los rumores de mi amorío con Romeo o con Cole. Con Romeo somos simplemente amigos, con Cole aun nos estamos conociendo, pero no tenemos un amorío ¿Aun? Tengo que admitir que me gusta mucho. Muchísimo, y las veces que nos hemos visto la química ha estado muy presente, de hecho la última vez me encontré preguntándome si me iba a besar, pero es demasiado astuto y pícaro, sabe hacerse desear y el juego de las expectativas me está gustando, me tiene constantemente a la expectativa de qué pasará.
Me mantengo quejándome de dolor durante todo el trayecto a la casa y Louis es un descarado que sin disimulo le sube a la radio para no escucharme, pero en serio creo que hoy mi entrenadora me quería muerta, no me quedan dudas.
Aunque es mi culpa, estoy tan nerviosa de reunirme mañana con Alfredo que le dije a mi entrenadora que necesitaba quemar energías para conseguir descansar esta noche y ella me dio la rutina de la muerte, bueno, ese no es su nombre, pero así se siente.
—Parece que tienes visita —Me hace saber Louis deteniendo el auto y sabiendo que mi equipo de seguridad no dejaría entrar a cualquiera, rápidamente veo por la ventana.
Entrecierro los ojos y luego abro la boca exhalando con lentitud. Incluso a tal distancia lo reconocería en donde sea, pero ¿Cómo es que Max está aquí?
Bueno, no me importa la respuesta, porque salgo del auto y sudada de una manera terrible, camino a paso rápido hasta él, diciendo su nombre lo suficiente fuerte cuando estoy cerca y abrazándolo con fuerza.
—Eres real y estás aquí.
—Estás sudada —dice de manera odiosa sin abrazarme de vuelta y me rio abrazándolo más fuerte.
—¿Cuánto tiempo? —susurro.
—Dos días.
Tan, pero tan poco.
—Es por trabajo —deduzco, porque lo conozco muy bien y de hecho no me ofende, me hace feliz que aun tratándose de trabajo viniera a verme.
—Sí, pero no iba a perder la oportunidad de verte.
Max haciéndome espacio en su trabajo para verme, eso dice tanto, pero tanto.
Puede que nuestra relación romántica terminara, pero sigue siendo un increíble amigo y mi persona favorita. Lo amo y tal vez sea algo que haré siempre y con lo que viviré. Su amor no me hace daño, es un tipo de amor que no me pesa conservar, amo amarlo.
—¿Me abrazas de vuelta?
—Cuando te bañes —responde.
Pero segundos después, me abraza.
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