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Capítulo Trece


Capítulo trece.

Maximiliano.


Thomas y yo estamos frente a frente sentados en el balcón, el mismo en dónde hace unos días Allen y yo nos dejamos llevar un poco. Sí, lo que sucedió en el suelo, con ella sobre mí, moviéndose, mi boca sobre la suya y el ambiente atrapante; tengo que admitir que se me fue bastante de las manos la situación, pero llegué a un acuerdo conmigo mismo en el que no me arrepiento de algo que me gustó bastante, lo difícil es llegar a un acuerdo para que eso no vuelva a suceder.

Mis teléfonos sobre la tercera silla que trajimos al balcón no dejan de vibrar lo que hace que en consecuencia Thomas enarque una ceja, retándome a no caer en ello, pero tengo un punto que demostrar incluso si quiero arrojarme sobre ellos y ver qué rayos podría estar sucediendo o si alguien me necesita en el trabajo.

—Tío M, por favor, haz que paren. No me deja concentrarme mientras juego —implora Theo sentado sobre mis pies, las piernas extendidas en el suelo y la vista clavada en su Ipad.

—Voy a tomar el teléfono porque Theo necesita que dejen de vibrar —Me aferro a esa excusa tan lamentable estirando una mano hacia los teléfonos.

—Claro, claro, lo que digas, Max —dice mi hermano antes de bajar la vista a Theo—. Hijo ¿No crees que es hora de ir a dormir?

Me recuerdo que estoy probando un punto y alejo la mano dejándola sobre mis rodillas. Por supuesto que pueda despegarme del trabajo cuando yo quiera.

—De creerlo, no lo creo, papá —responde mi sobrino suspirando antes de salir del juego y bloquear el Ipad para ver a mi hermano—, pero creo que quieres que me vaya a dormir.

—Intuitivo, siempre me gusta eso de ti —Se ríe Thomas—. Y sí, eso es lo que quiero.

— ¿Importa si digo que no tengo sueño? —tantea Theo.

—Uhm, déjame pensarlo —Thomas ve al cielo antes de volver a verlo—. Sí importa eso, pero cómo papá responsable te digo que son pasadas dos horas de la que debiste irte a la cama, te di tiempo de más, pero tu mamá llamará en aproximadamente veintiséis minutos para confirmar que ya te encuentras con Morfeo.

— ¿No podemos negociar? —insiste Theo.

— ¿Qué negociarías con tu papá, sobrino?

Él se pone de pie en toda su corta estatura, se aferra al Ipad contra el pecho y nos da una mirada solemne luego de arreglarse los lentes en el puente de la nariz. Qué niño tan adorable incluso si no le gusta que se lo digan.

—Si me dejas un par de horas más, te dejaré jugar el próximo nivel que pase del juego, papá, le diré a mamá que me diste de comer alimentos saludables y que me llevaste al museo a aprender. Cuando pregunte le diré que no te vi fumar y que no tomaste cerveza para la cena cuando me llevaste a comer McDonald, lugar del que no le gusta que me alimente.

»Tampoco le diré que te guardaste el número de la señorita que te llamó lindo en el parque o la que te dijo que eras un guapo papá soltero en el cine...

—A mí me suena a chantaje —intervengo mientras mi hermano lo ve con fijeza.

—No, tío M, estamos negociando.

— ¿Esas son tus cartas, Theo?

—Sí, papá, esas son mis cartas.

—Bien, es mi turno de mostrar mis cartas —Thomas va levantando los dedos a medida que enumera—. Te decomiso el Ipad, te cancelo la suscripción en línea a uno de tus tantos juegos, no te doy más concesiones sobre acostarte a dormir tarde y no juego por un tiempo vídeojuegos contigo.

A Theo no le gusta la situación, su ceño fruncido me lo hace saber mientras él y mi hermano tienen un fuerte combate de miradas, pero el niño pierde y suspira profundamente.

—Es hora de irme a la cama.

—Eso pensé, hijo. Despídete de tu tío y ve a descansar ese valioso cerebro tuyo.

Se acerca y me da un torpe abrazo diciendo que me verá en la mañana y luego abraza la cintura de su papá.

—Buenas noches, papá, fue una negociación justa. Eres francamente genial.

—También eres genial, Theo.

— ¿Crees que en mis sueños tendré un crucifijo?

Él no deja ir el tema.

—Theo, no lo sé —dice Thomas antes de verme—. Lo acompañaré a la cama y vuelvo.

—Qué descanses, sobrino.

Mientras ellos entran, subo la cremallera de mi suéter y clavo la vista en todo el panorama nocturno de Londres. He hecho todo lo que está en mi poder para cumplir a mi familia con la promesa de que no me perdería en el trabajo y aunque he delegado algunas cuestiones a mi asistente Justin, he mantenido la atención en ello sin dejar de pasar tiempo con mi familia, no ha sido fácil, pero milagrosamente lo he logrado y papá ha estado complacido, claro, en esto último también tiene mucho que ver el hecho de que se encuentra encantado con Allen.

Allen, la mujer en la que en este mismo lugar me montó en seco y tomó un orgasmo que no me negué a darle, la mujer a la que besé y en la que luego, y desde mucho antes, pensé. Sigo pensando.

No he hablado con ella más allá de esa noche antes de dormir y aunque ha estado en mi cabeza, la manera en la que he equilibrado el trabajo con la visita de mi familia me demostró una vez más que mi tiempo es una mierda con la que no me puedo comprometer con terceros ¿Una relación? Tendría que existir un milagro para hacerlo funcionar.

Y no, no soy un hombre arrogante, pero decir que desconozco que le gusto a Allen sería hacerme el tonto, le gusto demasiado, la traigo loca y lastimosamente ella tiene el mismo efecto en mí. Es espectacularmente bella, con una personalidad caótica que pone a prueba mi paciencia, pero que también me divierte, fue dulce con mi sobrino y genuina con mi hermano y mi papá...Me habló de parte de su vida y quise hacer tantas cosas, tantas que al final no hice ninguna, porque incluso el orgasmo del que fui partícipe, ella sola lo buscó.

Una parte de mí todavía me reprocha que no la dejara tocarme, que la detuviera, pero en ese momento se sentía demasiado y era cruzar una línea que he trazado en mi mente.

No puedo evitar cubrirme el rostro recordando el hecho de que cuando se fue, tomé una ducha, una que debía ser fría, pero en lugar de ello terminé con una mano apoyada en la pared, el agua tibia golpeándome y el puño envuelto en mi miembro demasiado enamorado de la forma en la que ella se sintió, se movió y se corrió. Salí de la ducha sin culpa, pero muy preocupado por mi situación con Allen.

Me quito las manos del rostro y respiro profundamente perdiendo la mirada una vez más en Londres, disfrutando de este pequeño momento en donde apago lo suficiente el cerebro para no pensar solo en trabajo y hacer algo tan simple cómo existir.

—Te ves cómo un personaje de alguna novela teniendo un momento reflexivo antes de ir por la protagonista —dice Thomas cerrando la puerta corrediza detrás de él y luego entregándome una cerveza de un paquete de seis.

—Solo tomaba un respiro.

—Uno muy necesario —Se sienta a mi lado y hace un brindis silencioso conmigo luego de chocar nuestras latas—. Theo estaba básicamente dormido cuando se cepillaba los dientes, por eso fui con él. Lo conozco lo suficiente para saber que apenas se pone el pijama cae noqueado.

—Lo sé —Me rio—. Recuerdo que cuando tenía tres años le puse el pijama, lo llevé un momento al baño para que hiciera pis y se quedó dormido parado, orinándose en los pies.

—Por eso negocié, porque sé que aunque quería jugar, por dentro estaba muriendo por dormir y porque de verdad en cualquier momento Cara llamará a confirmar porque me conoce bien —Se ríe—. Sabe que soy el papá cool.

—Cara también es una mama cool.

—Lo es —da un trago de su cerveza—, de las mejores.

Permanecemos un largo minuto en silencio con la vista al frente. Hace mucho que papá se fue a dormir y ahora solo somos nosotros a media hora de llegar a la medianoche.

De pequeños Thomas y yo siempre fuimos muy unidos, peleábamos como cualquier par de hermanos, pero también nos cuidábamos la espalda y éramos incondicionales, la poca diferencia de edad ayudaba mucho y el que detestáramos a nuestros primos hizo el lazo más fuerte. Al crecer las cosas no cambiaron, nos fuimos a los puños de manera intensa durante la adolescencia cuando nos gustó la mima chica que al final salió con otro y fue bebiendo cerveza – siendo menores de edad – que prometimos no pelear por ninguna otra chica.

Fue el primero en saber lo que estudiaría en la universidad y aunque lo niegue, derramó más que un par de lágrimas cuando nos despedimos en la puerta de la casa antes de que me fuese a estudiar. Siempre llamó, siempre me escribió, siempre me visitó cuándo pudo y siempre lo escuché, siempre respondí y siempre fui feliz cuando aparecía en una visita sorpresa. Mamá solía decir que parecíamos mellizos inseparables.

Tiene el comportamiento típico fastidioso de un hermano menor y aunque no se lo digo, sé que él sabe que me encanta que sea así porque me trae alegría. Fui el primero que supo que le pediría matrimonio a Cara, también fui quien respondió su llamada cuando entró en pánico sin recordar en dónde había escondido el anillo. Fui el padrino de bodas y casi lloré en ese altar parado a su lado. Él lloró por mí de felicidad cuando BG.5 arrasó en todas las categorías de unos premios y luego se lamentó conmigo en una llamada telefónica cuando la que fue una novia no pudo con mi fuerte agenda.

Lloré cuando supe que sería tío y lloré otro poco más cuando me llamó diciendo que ya había nacido, lloré otro litro cuando conseguí tiempo de viajar y lo vi sosteniendo a un diminuto bebé y sonriendo con ojos llorosos me dijo: "él es perfecto Max y es nuestro" porque cuando dijo "nuestro" sé que no solo se refería a él y a Cara. Y cuando mamá murió y me sentí destrozado, en su propio dolor él habló, me dijo tantas cosas cuando yo no dije nada. Lo recibí aquí, en Londres, cuando me dijo que se iba a divorciar y palmeé su espalda así como también lo abracé mientras lloraba. Estuve al teléfono cuando firmó el acta de divorcio y fingí no escucharlo llorar porque sabía que eso es lo que quería en ese momento.

Me quejo de que me fastidie, él se queja de que no lo visite, lo molesto por tener tantos encuentros esporádicos, él me molesta con cualquier chisme que abunde sobre mí en las redes. Se aferra a no hablar de cuánto le duele Cara y yo soy hermético cuando intenta hablar de mamá.

Thomas es simplemente una persona importante en mi vida, alguien que con el simple hecho de saber que respirar en algún lugar del mundo, ya me da paz. Amo a mi hermano, incluso si es un fastidio y dolor de culo, lo amo ferozmente por siempre haber estado ahí presente o a la distancia y por permitirme estar para él.

—Estoy un poco triste de irme mañana —rompe el silencio—, pero me complace ver que haces algo más que trabajar.

Volteo a verlo mientras extiendo las piernas frente a mí y me pongo la capucha del suéter, él me imita y gira su asiento para verme mejor.

—Puedes durar cinco minutos sin estar al teléfono, te ejercitas, ves a tus chicos para más que trabajo y sales con una mujer francamente increíble.

—Allen y yo no estamos saliendo.

—Pero hay fuego entre ustedes —sonríe—. Es cómo ver chispas volar, si ese no fuese el caso, papá no se hubiese quedado tan tranquilo.

»Así que dime ¿Por qué no están saliendo y repites una y otra vez que son amigos?

—Allen no vive aquí, su vida es en Estados Unidos...

Aunque recuerdo bien que menciono cómo constantemente se mueve de un país a otro, nunca se queda en un solo lugar, al menos no por mucho tiempo.

—Las personas se mudan o a veces son maduras para llevar una relación a larga distancia.

— ¿De qué hablas? Una vez casi parecía que exponías sobre las desventajas de las relaciones a distancia —Me rio—. Y ciertamente una relación a distancia no está en mis planes, no puedo llevar una relación de unos pocos kilómetros, imagina una separada por más que unas calles.

—Casi creería que lo has pensado demasiado —Da un largo trago a su bebida y yo bajo la vista a la cerveza calentándose en mis manos.

—Ella es famosa.

—También lo eres.

—Pero no a ese nivel. Ella es cómo cuando algún BG.5 se involucra con alguien o los involucran con alguien, se arma un caos y la atención es ridícula. Nunca me ha gustado ser el foco, la poca privacidad que aún conservo es demasiado valiosa.

—He leído sobre famosos llevando relaciones muy privadas ¿No fue Doug el que sostuvo durante meses una relación tan privada que ni sus amigos lo sabían?

—No me recuerdes esa pesadilla.

Y no me refiero al hecho de que Doug y Hilary se enamoraran, me refiero al caos estresante y que casi me provoca infartos que se ocasionó: peleas, distanciamientos, Ethan amenazando con irse... Fue una absoluta pesadilla que debí vivir en primera fila y moverme de un lado a otro para conseguir hablar con alguno de ellos.

—Es menor.

—Dijo que cumplirá veinticuatro años este mes. Está muy por encima de la edad legal, es una mujer adulta, no una niña y ¡Dios mío! ¿Es que tienes sesenta años y no me enteré? Haces que suene a que estás a un paso de la tumba o que estás haciendo algo horrible y asqueroso cómo salir con una niña.

Dejo la cerveza sobre el suelo y suspiro viendo el cielo nublado, sintiendo la brisa fresca contra mi rostro.

—No quiero que nadie me espere.

— ¿Qué significa eso?

—Que no quiero condenar a nadie a una relación en la que no puedo comprometerme, en donde no puedo darlo todo, en donde llegar tarde se vuelve lo cotidiano, en donde esperarme es lo que sucede y en donde a veces simplemente no llego.

»BG.5 no me ha obligado a trabajar cómo un loco, no explota. Soy adulto y decido cuánto de mí dar en el trabajo, cuánto trabajar. Di mis lágrimas, sudor, esperanzas y esfuerzo en BG.5, me comprometí en llevarlos al éxito y estoy muy orgullo, Tom, demasiado.

—Y con justa razón, Max.

—Soy receloso sobre delegar funciones, sobre darle parte de mi trabajo a alguien más porque conozco a esos cinco chicos y siento que nadie los cuidará y comprenderá cómo yo. Siento que otros no tendrían ni idea de la manera en la que pueden cansarse, cómo funcionan y el ritmo de vida que llevan.

»Amo mi trabajo y soy bueno en ello...

—Diría que eres el mejor.

—No renunciaré a ello y te lo he dicho, no condenaré a nadie mi caótica vida, mucho menos a esperarme.

Nuevamente el silencio se instaura entre nosotros y él suspira de una manera en la que sé que podría decirme algo que no me gustará, sin embargo, no volteo a verlo.

—Sé qué no te gusta hablar de esto y lo respeto, pero es que siento que no puedo callármelo por más tiempo, Max.

»Ninguno de nosotros sabía que mamá simplemente colapsaría en la cocina una tarde con un derrame cerebral. No lo sabía papá, no lo sabía yo y no lo sabías tú —Me estremezco—. Ni siquiera ella lo sabía.

Dejo que los segundos se conviertan en minutos mientras trago duro y él no me presiona, me abrazo a mí mismo antes de encontrar la voluntad para responderle.

—Ella quería verme.

—Sí, ella siempre quería verte incluso a mí que me veía al menos más de la mitad de la semana, me llamaba siempre pidiendo verme y diciendo cuánto me extrañaba —No lo veo—. Esa mañana cuando ella te dijo que te extrañaba y que desearía tanto verte, lo hizo sin saber que sería la última vez que estaría consciente, no lo hizo porque quisiera dejarte una carga de culpa, Maximiliano.

»Sé que le prometiste verla en cuanto regresaras y que no era un promesa vacía, sé que de verdad ibas a hacerlo.

— ¿Sabes también que la interrumpí mientras hablaba diciéndole que la llamaría en un par de horas porque el equipo me necesitaba para discutir algo?

—Sé que es tu trabajo y que no eres un maldito adivino.

—Un par de horas —digo con una risa seca—. Eso dije e incluso cuando llegué al hotel a la medianoche, me dije "la llamaré luego" sin tener una puta idea de lo que había sucedido porque mi teléfono personal estaba apagado y me enfocaba demasiado en los del trabajo.

Me abrazo más fuerte mientras parpadeo varias veces alejando cualquier humedad que quiera escapar de mis ojos y vuelvo la vista a mi hermano.

—No la visité, le colgué, le dije que la llamaría en un par de horas y no lo hice y ni siquiera pude ser localizado en mi teléfono ¡Vaya mierda de hijo! ¿Eh?

—No digas eso.

—Y luego ni siquiera regresé a tiempo, yo simplemente...

Cierro los ojos y respiro hondo. Hablar de ello es muy difícil, la muerte de mamá es algo que me pesa demasiado en el corazón, algo que cuesta asimilar y un sentimiento del que no me desprendo.

Estaba en Estados Unidos, de gira y con una importante participación en una premiación. Los horarios y el estrés eran caótico. Esa mañana, luego de múltiples intentos, mamá logró que yo contestará el teléfono y mientras me hablaba yo escuchaba al mismo tiempo lo que otros me indicaban, lo que me hizo no darle la suficiente atención, pero ella siendo el ángel que era simplemente siguió hablándome con suavidad sobre su mañana, sobre algo que hizo papá y lo encantador que era el pequeño Theo...Hasta que la interrumpí.

«—Disculpa, mamá, pero debo colgar, me necesitan con urgencia. Esto es caótico.

—Oh, mi pequeño trabajador —seguramente estaba sonriendo—. Te dije que llegarían muy lejos, Maximiliano.

—Lo que no me dijiste es que llegar tan lejos sería tan caótico y estresante.

—Esos son detalles.

—Te llamo más tarde, en un par de horas, debo colgar.

—Te amo y te extraño mucho.

—Prometo visitarte en cuánto llegue.»

Colgué de una forma tan distraída que me tomó horas darme cuenta de que no le había dicho que también la extrañaba y que la amaba de regreso.

Horas más tardes, llegué al hotel tan agotado que simplemente me tiré a la cama a dormir y al despertar ya estaba al teléfono programando entrevistas para la banda...Cuando finalmente encendí el teléfono personal recordé la llamada que le debía a mamá y cuando vi las múltiples llamadas perdidas de Thomas, supe que algo tendría que haber pasado, pero nunca estuve preparado para escuchar que mamá había sido encontrada en el suelo de la cocina, esa tarde, debido a un derrame cerebral del que no había despertado en el hospital en el que se encontraba.

No lloré y traté de mantener mis emociones a raya mientras organizaba lo que quedaba pendiente para BG.5, hacía que Robbie enviara un representante de gira que me suplantara durante días para las cosas que no podía llevar a distancia y le explicaba a los chicos que había surgido algo familiar, sin decirles que mi madre se encontraba sin despertar en un hospital. Eso tomo un día y conseguir el vuelo más cercano tomó otras nueve horas más y fue un vuelo directo a Londres.

Conducir a casa de mis padres, fueron otras pocas horas y cuando sin dormir, tomar una ducha ni comer, llegué al hospital: había pasado un minuto.

Un maldito minuto en el que ella había partido, en el que había dejado de respirar.

Un minuto tarde que cayó sobre mí cómo la peor de las realidades y del que aún no me recupero.

Todos dicen que un minuto es poco, que no es nada, pero ese minuto me lo quitó todo y me hizo sentir cómo una mierda que había perdido a la mujer más importante en su vida de una manera para la que nunca estuvo preparado.

No la veía desde un par de meses, no le presté la debida atención a la última llamada, no le dije que también la extrañaba y que la amaba, no le devolví la llamada y ni siquiera pude llegar un minuto antes para que supiera que estaba ahí, que me importaba, que estaba desesperado por verla y rogarle que despertara.

Ni siquiera lloré cuando Thomas me abrazó llorando o cuando papá se desplomó en mis brazos. Nos conduje a los tres a casa y en automático me hice cargo del funeral que sucedió bastante rápido dos días después. La vi dentro del ataúd, la vi bajar a tierra, vi las flores ser arrojadas. Escuché a mi pequeño sobrino preguntar en dónde estaba la abuela y vi a todos llorar. Abracé a papá y a Thomas quienes estaban destrozados visiblemente y aunque me desgarraba por dentro, no lloré.

Respondí llamadas del trabajo y cuando BG.5 me llamó simplemente no pude responder. Los señores Jefferson, los Woods y Alana vinieron, Ally estuvo ahí, preguntándome si estaba bien y solo asentí e incluso cuando insistió, lo reafirmé haciendo otra llamada telefónica.

Sé que muchos hablaron y criticaron mi actitud, me acusaron de indiferente, pero mi papá y Thomas lo entendían tan bien, lo sabían mejor que yo, porque esa noche, muchas horas después de darle sepultura a su cuerpo, a la una de la madrugada después de tomarme dos vasos de vodka, me detuve frente a la puerta de mi antigua habitación viendo lo arreglada que estaba, la manera en la que mamá lo conservaba y me quebré.

Finalmente lo dejé ir mientras me dejaba caer en el suelo y lloraba. Sentí que se me desgarraba el corazón, pensé que me moría, era aún dolor tan insoportable, un llanto que no podía cesar. No dejaba de doler y sentía que me asfixiaba cuando Thomas se sentó a mi lado y lloró juntó a mí. Balbuceé cosas sin sentidos y todo lo que Thomas hizo fue susurrarme un "lo sé, Max, lo sé" mientras me abrazaba y me dejaba quebrarme por no haber estado ahí, por las acciones de las que me sentía tan culpable.

Por haber llegado un minuto tarde.

Lloré toda esa madrugada, me resentí conmigo, experimenté un dolor que nunca más quiero volver a vivir y a la mañana siguiente me tomé cinco horas, las conté. Cinco horas para acostarme en mi antigua cama y llorar extrañando a mi mamá, cinco horas sintiendo pánico sobre si olvidaría su voz, su olor, sus abrazos. Cinco horas dándome cuenta de que no habían más llamadas, más cartas intercambiadas por correo convencional, no más comidas de su parte y el dulce tararear de su voz con cada canción nueva de BG.5 que escuchaba de manera exclusiva.

Cinco horas para que BG.5 apareciera en la casa, estuvieran a mi alrededor apoyándome, llorando, acompañándome.

Y luego de esas cinco horas me levanté, tomé una ducha y salí al jardín e hice una llamada de trabajo, no paré. Bajo la atenta mirada preocupada de todos, hice llamada tras llamada, dije cosas que no recuerdo sobre propuestas y oportunidades mientras ellos me veían y me daban uno que otro asentimiento. Todos se preocuparon, pero yo no paré, solo seguí porque si no lo hacía, nunca me iba a levantar de esa cama, necesitaba aprender a vivir con la culpa y seguir construyendo el futuro del que mamá y yo estábamos tan orgullosos.

Mamá quién me alentó a creer en ellos y en mí, mamá quien dijo que compraría el primer CD, quien me instó a ser más cercanos con ellos y me abrió los ojos con su carta sobre que ellos estaban tan asustados como yo. La que fue a tantos conciertos cómo pudo y los llamaba nietos

A la que llegué un minuto tarde.

—Debes dejar ir ese dolor, Maximiliano.

Abro los ojos y con el dorso de la mano me limpio las lágrimas frescas. No me gusta hablar de esto porque la herida aun es tan a carne viva incluso si han pasado seis años.

—Ojalá fuese tan fácil, Tom, pero es difícil desprenderse del dolor y la culpa. No hablo de mamá porque me duele demasiado, no porque quiera olvidarla.

—Lo sé y papá también lo sabe, no ponemos en duda tu amor, pero a ninguno nos gusta que te castigues de esta forma porque mamá murió amándote tanto cómo me amó a mí.

»Se fue sin rencores, sin castigos ni reproches. Ella ni siquiera sufrió, Max, no lo sintió y eso es una bendición porque al menos tuvo eso: paz.

—Si la hubiese llamado...

—Si la hubieses llamado hubiese colapsado igual, el derrame iba a suceder y lastimosamente estaba sola, pero incluso con compañía, todo sucedió rápido y ella solo cerró sus ojos y no los abrió de nuevo. Nada hubiese cambiado, Max, podrías incluso sentirte más culpable de haber estado al teléfono cuando sucedió y no haber podido hacer nada.

Sé que tiene razón, pero es difícil ser racional cuando te ciegas por el dolor y los arrepentimientos.

—Un minuto, Tom, un maldito minuto.

Esta vez me limpio el rostro con la manga del suéter, pero no dejan de caer mientras reprimo cada sollozo que quiere escapar. Me permito las lágrimas que no puedo controlar, pero encierro los sollozos desgarradores en mi interior cómo lo he hecho siempre.

Un teléfono suena, además del vibrar de los míos y sé que se trata de Cara, así que le doy una rápida mirada a mi hermano.

—Contesta, estoy bien.

—Es lo que dices siempre y a veces no te creemos —Me dice antes de ponerse de pie con el teléfono en la mano y acercarse al barandal—. Hola, señorita Cara ¿Qué te trae esta noche con tu dulce llamada?

Lo veo sacar un cigarrillo del bolsillo de su pantalón, ubicarlo en la boca y luego sacar un encendedor. Mi mira se clava en los anillos de humo perdiéndose en la noche mientras fuma al hablar con ella. Tomo unas profundas respiraciones y consigo detener las lágrimas así cómo enterrar definitivamente los sollozos.

Aprovecho que Thomas está ocupado para tomar uno de los teléfonos laborales y revisar por encima, no estoy en horario de trabajo en este momento y es importante recordármelo, por lo que con algo de renuencia, dejo el teléfono de nuevo en la silla y tomo el personal. Abro mi twitter para escribir algo corto:

MaximilianoG: en mi próxima vida pido llegar un minuto antes, no quiero llegar tarde...De nuevo.

Me sorprende la manera rápida en la que las interacciones del Tweet comienzan a llegar y sonrío recordando que Allen mencionó que publico cada luna llena. Pensando precisamente en ella, paso por su perfil, pero de hecho no ha publicado nada nuevo en días y cuando pongo su nombre en el buscador solo veo unas fotos de hoy en una cafetería, con ropa mal combinada, pero el rostro oculto de las cámaras.

—Pero no te gusta —susurro.

Salgo de la aplicación y decido escribirle un mensaje porque se supone que somos amigos, que soy su amigo en Londres y tengo que admitir que ella siempre es quien escribe primero y puedo ver cuán molesto puede volverse eso después de un tiempo.


Max: ¿Qué pasa con ese silencio? Te acabo de ver en twitter.


Un minuto pasa.


Max: Hoy no es luna llena, pero publiqué algo.



Dos minutos pasan.


Max: Allen ¿Estás bien?


No hay respuesta pese a que los mensajes son entregados.

—Ahora te ves preocupado.

—Allen no responde.

—Es tarde —dice Thomas sentándose de nuevo y guardándose el teléfono—, pero si tanto te preocupa, llama.

Lo veo y él resopla arrancándome el teléfono de la mano.

— ¡Por Dios, Max! Es una llamada, no es como si estuvieses metiéndote a su cama a follarla. No es tan difícil llamar y preguntar si está bien —Me entrega el teléfono habiendo presionado llamar—. No va a matarte hacerlo.

Me presiono el teléfono contra la oreja escuchando la llamada sonar y sonar hasta que voy a buzón de voz, cuelgo sin dejar ningún mensaje porque algo me dice que ella no es de revisarlos.

—Debe de estar durmiendo —Me dice mi hermano y asiento—. No todos se quedan despiertos para hacer llamadas nocturnas, al menos que seas Cara y supervises que Theo está durmiendo.

No comento que creo que esa es una estrategia de Cara para hablar con él, simplemente me quedo viendo el teléfono antes de enviar un último mensaje a Allen.


Max: espero estés bien y no viene al caso, pero sonríe


Presiono enviar y dejo el teléfono junto a los otros. De nuevo Thomas y yo nos quedamos en silencio, él saca otro cigarrillo.

—Sé honesto conmigo ¿Te gusta cómo más que una amiga, Max?

No respondo.

Al menos no en voz alta. En su lugar asiento de manera apenas perceptible, no sé si lo ve, pero igual él lo sabe.

— ¿Aun la amas? —pregunto.

No responde, tampoco asiente o niega, pero conozco la respuesta y él me da una sonrisa triste.

Nunca más llegaré un minuto tarde, así que le digo palabras que nunca más quiero mantener conmigo cuando otras personas deben escucharlas:

—Te extrañaré, Tom y te amo.

—También te extrañaré —Me sonríe— y sabes que te amo, hombre estresado.

El humo del cigarrillo se desplaza en la noche, clavo la vista de nuevo en Londres y en este instante de paz simplemente existo.

— ¿Por qué no vas y compruebas que está bien?

Ante sus palabras nuestras miradas se cruzan y él sonríe dejando ir el humo por los orificios de su nariz.

—Es casi medianoche, pero ambos son adultos y esa vena de control en ti quiere comprobar que esté bien. Entonces ¿Por qué no ir y confirmarlo?

Vuelvo la vista al frente, a las luces brillando en Londres y sonrío.

—Sí ¿Por qué no confirmarlo? —Sonrío viéndolo y él me devuelve el gesto.

—Los amigos hacen eso, comprobar a sus amigos sin importar la hora y ustedes son amigos ¿Verdad?

—Somos amigos —confirmo estirando mis piernas—. Mi deber cómo su único amigo en Londres es confirmar estas cosas.

—De eso te estoy hablando, Max, lo comprendes.

Ambos nos quedamos en silencio un largo minuto y luego reímos, él se ahoga con el humo del cigarrillo y palmeo su espalda.

— ¿Irás?

—Iré.

—Excelente decisión, qué buen amigo es mi hermano —Me guiña un ojo.


Mi hermoso Max merece tanto que ojalá la vida y el destino le otorguen felicidad...

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Espero les guste.

Un beso.

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