-Necesitamos algo que llame la atención –Paul suspiro mirando los papeles que había sobre su mesa.

-Nuestra revista es una de las más compradas –Camila le miro intranquila.

-Pero tiene que llegar a ser la más cotizada, envidiada –Paul se masajeo la sien –Tenemos espacio para un nuevo articulo ¿Pero que?.

-Un artículo puede tener enganche en un día concreto, pero constantemente los estamos cambiando –Camila se quedo pensativa –No todos gustan.

-Y lo que necesitamos es algo fijo, algo que guste, que enganche –Paul sonrio –Se que se te ocurrirá algo, eras la mejor. Por eso eres mi mano derecha.

-Esta bien –se levanto de su asiento y camino hacia la puerta –Pensare en algo

-Una ultima cosa –el la miro divertido.

-Dime –Camila se giro para mirarle.

-Me gusta la nueva Camila –asintio sonriente.

Y Camila le devolvió la sonrisa y salió del despacho su jefe. Paul era su jefe desde hacia años, siempre se había sentido muy cómoda trabajando con el. Además de eso era un gran amigo, que desde que supo por lo que estaba pasando estuvo dispuesto a ayudarla en lo que necesitara. Pero para su propia sorpresa, ella no necesitaba nada.

Hacia ya tres semanas que se había marchado de la que era su casa, tres semanas desde que decidió cambiar su vida. Y allí estaba, como una mujer luchadora, una madre luchadora.

-Mila –Nora se paro ante ella tendiéndole el bolso –Vas a llegar tarde.

-Mierda –cogio su bolso y salio corriendo hacia el ascensor -¡Gracias Nora!.

-¡Suerte! –y Nora sonrio viendo como se marchaba
Rápidamente salió del edificio y se subió a su coche, miro la hora una vez mas y se dirigió a toda velocidad hacia su destino.

Nada mas salir del coche se encontró con Tom que la esperaba en la puerta de los juzgados con el ceño fruncido.

-Lo siento –corrió hacia el –Lo siento.

-No te preocupes –El sonrió -¿Estas lista?.

-No –y suspiro -¿Puedo escapar?.

-No –el negó con la cabeza –Todo saldrá bien, ya lo veras.

Y entraron a los juzgados, pasaron por el detector de metales y caminaron por el pasillo que les llevaba a la sala de reuniones. A eso iban, una reunión, una reunión para ver si se ponían de acuerdo en un divorcio amistoso. En un principio Camila había estado dispuesta a darle todo lo que quisiera, no le importaba nada, no quería nada. Pero solo había una cosa que no permitía que le tocaran, a sus hijos.

-Abogado –El abogado de Shawn estrecho la mano de Tom y después se giro hacia Camila y asintió –Señora.

-Señorita –Ella respondió mirándole fríamente.

-Tom –Shawn miro a Tom y después a la que era su mujer –Mila.

-Hola Shawn –Tom asintió y tomo asiento. Por su parte Camila ni siquiera le miro y tomo asiento junto a su abogado.

-Comencemos –El abogado de Shawn abrió una carpeta y saco unos documentos –Mi cliente ofrece una generosa suma como pensión como pueden ver –le entrego unos folios a ellos –Ademas de hacerse cargo de los gastos de salud y escolares de los niños y darle un dinero en representación de parte de la vivienda.

-Mi representada rehúsa el dinero de la casa y la pensión –Tom dejo el papel a un lado sin mirarlo.

-Creo que es una suma mas que buena pero si desean exponer otra cantidad –El abogado miro a Shawn de reojo.

-No me ha entendido compañero –Tom sonrió –La señorita Karla Camila Cabello Estrabao no quiere ni pensión y ni dinero por la casa. No quiere nada.

-¿Qué? –Shawn la miro con el ceño fruncido.

-¿Están seguros? –El abogado los miro como si estuvieran locos.

-Totalmente –Tom asintió –Mi representada trabaja y tiene un sueldo lo suficientemente alto como para hacerse cargo de sus hijos.

-Pero también son mis hijos –Shawn la miro con los ojos entrecerrados –Es mi deber hacerme cargo.

-Guardate el dinero para llevar a tu rubia oxigenada de viaje –ella respondio sin mirarle –o comprarle joyas.

-umg –el abogado de Shawn carraspeo y volvió a hablar –El siguiente punto a tratar son los niños. Mi cliente se ofrece a tener a los niños dos fines de semanas al mes además de la mitad de las vacaciones.

-No aceptamos ese punto –Tom negó con la cabeza –Su cliente tendrá permitida las visitas a los niños tres días a la semana y podrá llevarlos un día cada fin de semana y traerlo de vuelta a su casa en la noche. Al menos mientras los niños no expresen su deseo de estar con su padre.

-¡¿Cómo se atreve?! ¡Son mis hijos! –Shawn se levanto bruscamente.

-¡Por favor no hagas ahora como si te importaran! –Camila se levanto de tu asiento –Solo es un deber para ti tenerlos los fines de semana y ni siquiera pasas tiempo con ellos. No voy a dejar que apartes a mis hijos de mi para que se quede cuidándolos una niñera mientras tu te dedicas a pasear a tu trofeo rubio por la ciudad.

-¿Asi que es por eso? –Shawn sonrió con maldad -¿Es por que estoy con otra mujer? ¿Una mujer mas joven y mas atractiva que tu?.

-Esto es porque tus hijos no te conocen y no quieren estar contigo –respondio mirándole a los ojos, después sonrió levemente –Cuando tu Barbie se busque un Kent no sonreiras tanto. –y sin esperar a que se diera por acabada la reunión se giro y salió de la sala.

-No hay acuerdo señores –Tom suspiro mientras se levantaba –O aceptan nuestra clausula de los niños o iremos a juicio.

-¡Pues iremos a juicio entonces! –Shawn apretó la mandíbula mirando la puerta por la que Camila había salido –A mi ninguna mujer me deja en ridículo.

-Bien, veremos lo que responden tus hijos cuando se les pregunte si quieren pasar tiempo con su padre, Shawn –Tom camino hacia la puerta pero antes de salir se giro y le miro molesto –Y esa mujer que acaba de dejarte en ridículo es tu mujer, perdón, lo era. Y vale mas que toda la fortuna que tienes.
　
Camila salió de los juzgados como alma lleva el diablo, cruzo la calle hasta su coche y cuando estuvo junto a este se derrumbo y comenzó a llorar. Habia sido tan difícil estar fuerte ante el, no llorar y encima le decía eso a la cara. ¿Una mujer mas joven y atractiva?.

-Mila –Tom coloco una mano en su hombre –Ese hombre es un estúpido.

-Y yo llevo demasiados años enamorada de un estúpido –Camila se giro para mirarle mientras limpiaba sus lagrimas –Yo soy mas estúpida.

-Nunca es tarde para abrir los ojos –El sonrio con tristeza –Quizás ahora puedas llegar a ser totalmente feliz.

-Por lo menos debo intentarlo –le sonrio con cariño –Por mis hijos.

-Y por ti –el asintió –Por tu familia.

-Gracias Tom –Camila suspiro –Tengo que ir a ver unas casas.

-¿Te vas del piso de Sofia? –El frunció el ceño.

-Si –sonrio –No puedo estar allí siempre, tengo que empezar a reconstruir mi vida.
　
Tratando de volver a tranquilizarse Camila se subio a su coche y lo arranco. Se dirigio a las afueras de la ciudad, a una zona cercana a la playa que había llamado su atención al leer un anuncio de una casita en el periódico. Tomo el papel en el que la había apuntado y memorizo la dirección. Cuando al fin la encontró aparco el auto frente a esta. Una preciosa casa de dos plantas y de piedra se encontraba ante ella, con porchecito al que se accedia por tres escalones, con vigas de madera blanca. Camino hasta la puesta el camino de tierra y atravesó este mirando el jardín.

Los dueños de la casa la recibieron amablemente, se trataba de dos ancianos que habían decidido vender la casa que ya se les había quedado grande. Y a ella le encanto, un recibidor un gigantesco salón con chimenea, un comedor, un estudio. La cocina que tenia una preciosa cristalera que daba a un porche trasero. Y en la planta alta tenia cinco habitaciones y tres baños, además de un vestidor y una pequeña terraza. Definitivamente se había enamorado de aquella casa y el precio estaba bastante bien. Solo le quedaría hablar con el banco para saber si le daban la hipoteca y eso quedo con los dueños.

Salió de la casa con una sonrisa y una nueva ilusión. La ilusión de comenzar a construir su nueva vida allí, junto a sus hijos. Y quien sabe, quizás conociera a alguien. Y en ese instante un auto paso por la carretera y ella se quedo mirándolo. Pero no era el coche lo que había llamado su atención, sino el conductor.

-Lauren –Y se sorprendió a si misma recordando su nombre.
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