Muchos años pasaron, para ser precisos, Cien años de soledad. Luchaba contra gigantes que molinos creía ya, todos pensaron que deliraba, pero solo quería a su doncella salvar.

Recordaba las travesías de su Vuelta al mundo en ochenta días y como en páginas repletas de fantasía se coronó como el rey de la ciencia ficción.

Miraba su figura en El espejo de paciencia orgulloso de ser un poema épico, el primero de su generación. Al cabo del tiempo de un portazo destrozó a su Casa de muñecas y sin importar el que dirán sus creencias defendió.

Ahora reunidos contemplaban embelesados años de inspiración y él caminaba orgulloso viendo en quien se convirtió. Cuando llegó al final, se presentó como el libro del pasado, del futuro y del hoy. Todos aplaudieron con exagerada fascinación recibiendo a esta nueva creación.

No estaba vestido de literatura comercial, simplemente era un híbrido disfrazado de realidad. Podía ser un novato, sin embargo, supo tomar las experiencias pasadas y transformarlas en su armadura de cristal. Sin mucho preámbulo se abrió paso ante la nueva sociedad.

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