Todo terminó cuando logré ponerme de rodillas y sentarme en la cama.
El dolor cesaba a medida de que yo abría y cerraba la mano, para que mi circulación fluya con normalidad.
Mi familia otra vez despertó, mi papá se asustó al igual que mi mamá, quien me veía con lágrimas en los ojos y Tadeo, bueno... Él creo que aun seguía dormido.
En cuanto a mi, me quedó un cosquilleo en el hombro y hasta el día de la fecha evito dormir en posiciones raras.

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