VIII
Pasaron las horas hasta que el reloj marcó cerca de las 5, yo dormía y me movía sin parar. Cada diez minutos cambiaba de posición, pero nunca terminaba de estar cómodo.
Al final pude encontrar una pose confortable, pero esta me produjo un gran problema. Mi brazo izquierdo tuvo un calambre y no podía moverme, era como si se me hubiera salido de lugar el hombro y mi extremidad se pegara al colchón.
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