33 | I hate accidents except when we went from friends to this
—Por mí no hay problema —papá se encoge de hombros.
—¡Sí! —festejé.
—¡Louis! —exclama mamá a su vez.
Él le dirige una mirada confundida.
—¿Qué? Vamos, cielo, confío en Diane, conozco al muchacho, además, estará Zharick y los padres de Eros, ¿no? —asentí, aún emocionada—. Mientras no solo sean adolescentes en una casa, por mí puedes ir.
—¿Y cómo sabes que estarán los padres de este muchacho presente? —insiste mamá, tan terca como siempre.
—Yo confío en Diane, también sé que no me sabe mentir y que tiene un feo remordimiento de conciencia.
Buen punto, Louis.
Mamá suspira, torciendo la boca. Su lado materno sobreprotector entrando en debate con todos los puntos que papá y yo hemos dado.
—Por favor, mamá —le pido, juntando mis manos a la altura de mi pecho.
Tiene esa expresión indecisa lo que me resulta una eternidad, hasta que por fin, despide un suspiro que considero de rendición y fuerza una sonrisa.
—Está bien, podrás pasar la noche en casa de Eros.
—¡Sí!
—¡Con...! La condición de que yo te llevo y hablo con los padres de este muchacho.
Asentí sin dejar de sonreír, levantándome del sofá pequeño que está del lado derecho del más grande para hacerme un espacio entre mis padres y pasar mis brazos sobre sus hombros para darles un abrazo. Fueron unos largos cuarenta y cinco minutos de discusión que valieron toda la pena.
Ahora podré pasar la noche de luna llena en casa de Eros con mis amigos para ver el florecimiento de la flor de luna. Ya gran parte de las cosas estaba planeadas y yo no quería perderme por nada esa pijamada.
—¡Gracias, gracias, gracias! —digo, aún apretujandolos, algo que les da risa—. ¡Iré a avisarle a Zharick! —anuncio, brotando emoción, saltando del sofá para subir a mi habitación.
Ahí me echo de un salto a mi cama tomando mi móvil para hacerle una llamada a mi mejor amiga, su último mensaje en la barra de notificaciones pone «Que Alá esté contigo», más abajo está otro de Eros, «¡Sí se puede, Didi!» era lo que decía.
Marqué primero a mi mejor amiga.
—¡¿Qué te han dicho?! —pregunta al contestar, haciendo que aleje el móvil un segundo de mí oreja por su grito.
—Calma —le pido.
—Blah, blah, blah, ¡¿Qué te han dicho, Didi?! —vuelve a preguntar, más insistente.
Solo por tortura balbuceo algunas cosas para retrasar el momento, Zharick se da cuenta de mi treta, por lo que vuelve a exigirme que le cuente lo que a pasado.
—Vale, vale —acepto entre risas—, me han dicho...
—¿Te han dicho...?
—¡Que sí, podré ir a la pijamada mañana!
—¡Siiiiii! —festeja y bien pude imaginarmela dando saltos de alegría.
No solo yo era la emocionada aquí, el permiso de Zharick dependía tanto del mío como el mío del de ella, nuestros padres nos dejan salir si saben que vamos a estar con la otra. Claro, a ella sus padres le dan un poco más de libre albedrío con respecto a sus salidas que a mí, pero en este tipo de situaciones, (de dormir en casa de algún amigo, sobretodo si ese amigo es un chico) si no estoy yo, a ella no le cederán la salida. Y si no está ella y no hay adultos, ni de cerca debo pensar que me dejarán ir.
Así que, como yo tengo mi permiso, significa que ambos podremos ir a la pijamada que está organizando mi novio.
Aw, «mi novio» de verdad que suena lindo.
—Tengo que hablar con mis papás para decirles que tú irás, así que hablamos en mi descanso, ¿Vale?
—Vale, ¡Suerte!
—¡Gracias, y maasalaamah! —se despide ella, algo que mi cerebro tradució ya por la costumbre «ve con paz»
Los musulmanes tienen una forma bastante... bendecida de despedirse de la gente.
Después de colgar la llamada con Zhari, marco el número de Eros, que no deja sonar ni el segundo tono cuando ya contesta.
—¿Qué te han dicho? —cuestiona, ansioso. Él es otro que a deseado demasiado que me dieran el permiso para el evento de mañana en la noche.
—Oh, yo estoy muy bien, gracias por preguntar, Eros.
—Sí, sí, hablamos hace rato, ¿Qué te han dicho? —insiste, remarcando cada palabra de su pregunta.
Dejé ir una risita.
—Bueno, me han dicho que... este...
—¡Diane! —exclama, y sé que lo estoy haciendo llegar a su límite porque me a llamado por mi nombre.
—Está bien, relájate —inhala y exhala—, vale, mis papás me han dicho... ¡Que sí, podré ir!
—¡Aleluya! —exclama con el mayor alivio en su voz—. Joder, no sabes lo ansioso que estaba, incluso estaba haciendo un plan b para que pudieras venir.
—No pretendo volver a escaparme, Eros —me niego, ya esa noche tuve los suficientes mini paro cardíacos como para volver a repetirlo.
—¿Y quién dijo que...?
—Te conozco, Eros, mucho más de lo que crees.
Él por su lado se ríe, risa que termina convirtiéndose en un suspiro encantado.
—Y por eso me gustas tanto.
Creo que no es muy necesario decir que eso me hizo sonreír como una idiota chalada por ese chico, ¿Verdad?
Han sido unas grandes dos semanas desde que me pidió ser su novia, hemos tenido eventuales citas después de su turno en Angelo's y hemos pasado largas horas de la noche hablando por llamada, jugando ese juego online donde aún así no tiene piedad para matarme por la espalda.
No tengo nada por lo qué quejarme, salvo que no me gusta mentirle mucho a mis padres. Sí, ellos saben que voy de paseo con Baloo y que «a veces» me reúno con Eros, pero no que todos esos paseos está presente el ojigris. Tampoco se han enterado, (y espero que nunca lo hagan) que las tardes dónde supuestamente estoy con mi mejor amiga pasando el rato en su tiempo libre, en realidad estoy en una cita con mi novio.
No es que no quiera contarles que estoy saliendo con alguien, si bien mi mamá es sobreprotectora, entiende que tener pareja es una cosa normal de la vida, así que no es algo que tengo prohibido. Solo... quiero ver cómo van fluyendo las cosas, es demasiado pronto como para traer a Eros a casa y decirle a mis padres «Hey, él es mi novio. Sí, el mismo chico que una vez dije que es mi mejor amigo, las cosas como cambian, ¿Eh?»
No, es demasiado pronto.
Además, las cosas están bien entre nosotros, no hay presiones por presentaciones ni nada por el estilo, así que quiero creer que él piensa lo mismo con respecto al tema de presentarnos oficialmente como una pareja ante nuestros padres.
—Te gusta recalcar ese hecho —digo, acomodándome en mi cama—, subes mi ego.
—Mientras ese ego no opaque el mío —lo que es imposible—, además, no lo sé, me nace decirte que me gustas, porque de verdad me gustas mucho.
Miré al techo, suspirando. Mi ego no subía cuando Eros me decía eso, solo incrementa lo mucho que quiero a ese chico.
—Bueno, ¿Sabes algo? También me gustas mucho.
—Lo sé —eché un corta risa—, ¿Cómo no hacerlo? Soy todo un guaperas, ¿Has visto mis ojos? Es mi mayor atributo, preciosa.
Seguía riéndome, pero el idiota tenía razón. El gris de los ojos de Eros es bastante llamativo, aunque considero que más que gustarme por su físico, su personalidad es lo que más me atrajo de él. Es imposible estar con Eros Jackson y no sentir que estás en una buena compañía, además, es ese tipo de personas que te alegra el día con una broma.
Así que, sí, Eros es lindo, aunque no de un nivel exagerado, cualquiera que lo vea por la calle pasaría de él, su verdadero y más grande atributo lo tiene en su personalidad, y creo que es algo que aún no sabe porque no presume de ello.
—¿Eh, eh, me oyes? Eros llamando a Tierra Diaaaanee...
—¿Qué, disculpa?
—Te distraes mucho, ¿Tan prendada te traigo?
—No digas babosadas, Jackson.
Eros se rió.
—Es una broma, te decía si podíamos vernos más tarde en Angelo's.
—¿Cómo para qué?
—¿Porque... quiero ver a mi novia?
Finjo pensar su pregunta.
—Mmm, no lo sé...
—¿Por favor? —utiliza un tono infantil—, ¿Por mí?
La tarde la tenía libre, así que sin problemas podría ir a verle con la excusa del paseo de Baloo, la cosa está en qué en esta semana lo he visto muy seguido, me gusta reunirme con él, pero tampoco quiero que la magia se acabe tan pronto.
—Te veré mañana en tu casa, Eros.
—Pero, Didi...
—¡Adiós!
—¡Oye, espera que...!
No le dejé terminar ya que colgué la llamada.
Extrañarse un poco no está mal siempre.
-
—No exageres, por favor —le pido a mamá, soltando el cinturón de seguridad.
Ella no me responde, solo se baja del coche, por lo que no me queda más remedio que suspirar, tomar mis cosas de la parte de atrás junto a Baloo y seguirla.
Frente a la puerta de entrada de la casa de Eros, una al lado de la otra y Baloo sentado sobre sus cuartos traseros a mis pies, le vuelvo a pedir a mi mamá que no exagere, esta vez en una mirada, ella vuelve a ignorarme y toca la puerta con los nudillos, fuerte.
Sonreí al ver su mueca por el dolor que le causó la fuerza que usó, aunque me miró mal, apenas fue un segundo porque también se rió.
Es una relación un poco extraña la que llevamos ella y yo.
La puerta se abre poco después, la señora Jackson nos sonríe a ambas, especialmente a mí.
—¡Diane, linda! —exclama, ahora viendo a mamá—. Oh, y tú debes de ser su madre, ¿Dalia, no? —ella asintió con una sonrisa cortés—, es un gusto conocerte, soy Martha Jackson, la madre de Eros.
—También es un gusto, señora Jackson.
Ella le resta importancia con un gesto de su mano y un chaquido de su lengua.
—Dime Martha, sin problemas —mamá asintió, ella no es ese tipo de personas que te llama desde el principio por tu nombre, aún si es gente de su misma edad, considera que es una falta de respeto tutearlos antes de que te den el permiso de hacerlo—. Mi hijo me comentó que querías asegurarte que esta noche habrán adultos presentes para que Diane pueda quedarse.
—Sí, es que ya sabe cómo son los jóvenes de hoy en día.
La madre de Eros sonrió.
—Ni me diga, pero no tienes nada por lo que preocuparte, mi esposo y yo estaremos aquí con ellos, también estará Edith, nuestra criada, y todos dormiremos en la sala, así que estarán muy a la supervisión de los adultos.
—Eso me alivia mucho —mamá me mira—, diviértete, pasaré por ti por la mañana, ¿vale?
—Vale —le di un rápido abrazo—, te veo mañana.
—La cuidaremos muy bien —promete la señora Jackson.
Sacudí la mano, viendo a mamá subirse al coche he irse de vuelta a casa.
—Bueno, linda, ¿A qué esperas? Hay muchos en la sala que quieren verte —me guiña un ojo, divertida.
Seguro que fue de ella que Eros sacó su lado bromista. No solo físicamente, sino también personalmente es una mezcla de sus papás, guao.
Entro a la casa ya un poco más familiar por las veces que he estado aquí, no mucho había cambiado, solo que movieron algunos muebles de lugar, de resto, las paredes seguían del mismo color, llenas de fotografías de la familia Jackson y el mismo aroma dulce impregnado en el ambiente.
En el salón estaban todos los invitados para la pijamada de esta noche, ví a Amadea y Tobías sentados como un Yogui sobre grandes almohadones hablando con Zharick, Erik, el chico del mostrador de Angelo's incluso estaba aquí, hablando con Eros, Christopher y varios de los chicos ex integrantes del equipo de fútbol de la preparatoria.
Esperaba ver a las chicas que nos acompañaron el día del lago, pero solo estaban dos de ellas, quienes fueron las primeras en verme, el resto notó mi presencia porque Baloo ladró tan solo vio a Eros.
De verdad que ese perro lo quiere más a él que a mí.
Baloo usó toda su fuerza canina para liberarse de mi agarre he ir corriendo a dónde está Eros, de un salto cayendo en su regazo.
El mesero cogote golpeado junto con nuestros demás amigos se rieron de Baloo, que no para de menear la cola y recibir mimos tras la oreja.
—Hola, hola, amigo, ¿Qué tal estás? ¿Me echaste de menos?
—¡Guau, guau! —ladró él, aún emocionado.
—Te lo regalo, si quieres —digo yendo con ellos—, te quiere más a ti que a mí.
Se ríe, siguiendo con los mimos a mi mascota.
Procedo a saludar a los demás, mi mejor amiga me dió un fuerte abrazo, Kacey y Lana, las chicas del lago, me sonrieron he igualmente me abrazaron. Son bastante amables y es fácil llevarse bien con ellas y sus demás amigas, algo que cuando estábamos en la preparatoria desconocía, siempre creí que eran niñas presumidas por ser parte del equipo de porristas.
Eso fue muy esterotípico, lo sé.
También fui a saludar a mis compinches de la clase de química avanzada, pudimos salir de la preparatoria, (al menos Tobías y yo) pero nuestro lado nerd siempre estará con nosotros. A los grandotes exintegrantes del equipo, Jeremiah, Fabien y Neizan fueron más saludos de desordenarles el pelo, tenía un poco de miedo que si les abrazaba, podría morir por asfixia, la musculatura de esos chicos asusta un poco a mi delgaducho cuerpecito.
Finalicé mi tour de saludos sentandome en el sofá junto a Eros, que aún estaba echado en el suelo acariciando a mi perro.
—Hola, tú —también le desordeno el pelo.
Me mira un segundo sonriendo, después vuelve a concentrarse en Baloo.
—Hey, tú.
—No entiendo eso del «tú» de ustedes dos —salta a decir Zharick del otro lado, ambos la vemos.
—Sí, ¿Por qué lo hacen? —pregunta Tobías.
El resto de nuestros amigos nos prestan atención, Eros y yo compartimos una mirada, ambos sin saber qué respuesta dar. Es solo una broma sin sentido entre nosotros.
—No lo sé, no tiene trasfondo —responde él—, solo nació y ya.
—¿Y pues, por qué empezó? —curiosea Amadea.
Hice memoria, pensando en la primera vez que pasó la broma del «tú», ¿Hace un mes? No, tiene más tiempo que eso.
—Eh... ¿Cuando estábamos en clases? —duda Eros, su mirada es insegura—, ¿No fue cuando lo de tu proyecto de historia?
Pensé, pensé a fondo, escarbando en mis recuerdos, hasta que di con aquella mañana de lunes después del día que pasé con Zharick, nuestro choque en el pasillo, también recordé lo cabreada que me puse con él, aún sabiendo que ese choque también fue por culpa mía. Ese día fue que nació esta pequeña broma interna nuestra, cuando fue a entregarme mi trabajo.
—Oye, sí, cuando trajiste nuestro proyecto más limpio.
Eros se rió, aún acariciando detrás de las orejas a Baloo.
—Te pusiste roja de la molestia.
—¡Es cierto! —Zharick se ríe.
—No podías culparme, mi nota final dependía de ese trabajo. Mejor dicho, nuestra nota final —veo significativamente a Zharick.
—Sí, pero venga ya, ¿Roja carmín? Parecía que fueras a explotar.
—Estuvo a punto —contestó Zhari.
Ahí no pude negar nada, ese día estuvo a punto de darme de todo si ese chico no venía con nuestro proyecto.
—Oigan, adolescentes echados en mi sala —la mamá de Eros pone sus manos sobre su cintura—, ¿Y qué tal si se cambian? El sol ya se está ocultando, apenas salga la luna llena las flores irán floreciendo.
—Uh, cierto —Eros me da mi perro al levantarse—. Muy bien, aquí todos trajeron sacos de dormir, ¿no? —afirmamos—. Genial, pueden echarlos por aquí, ehm, ¿Las chicas dónde se pueden cambiar, mamá?
—¿Tu habitación? ¿La de Evolet? Aprovechar que salió con tu padre y tu primo a comprar los bocadillos.
—Sí, sí, chicas, ¡Síganme!
Siguiendo la broma de ir en marcha tras de Eros, subimos al segundo piso donde nos detuvimos en la habitación de su hermana pequeña.
—Pueden cambiarse por grupo, en turno, como quieran.
—¿Por turno? —sugiere Amadea—, así vigilamos la puerta para que los chicos no vengan.
Retuve la risa por la cara indignada de Eros.
—Son todas muy guapas, Amadea, pero tengo sentido de la decencia, tampoco quiero que me muelan a golpes, porque ella pega fuerte —me señala, asentí sonriendo orgullosa.
—Nosotras vamos primero —dijeron Kacey y Lana, entrando a la habitación.
—Y nosotras esperamos —Zharick se recuesta de la pared.
Eros vuelve al piso de abajo y mientras esperamos que las otras dos se cambien, Amadea, Zharick y yo husmeamos en las fotos de ese pasillo, solo he visto unas cuantas durante mis visitas.
Igual que las de la sala, son fotos de la familia Jackson, de los hermanos más jóvenes, incluso hay algunas de cuando bebés. Una de mis favoritas es de ellos tres sentados en una banqueta con el parque de fondo, Eames tendría unos catorce años, se le notaba como la pubertad estaba haciéndose notar, Eros parece de unos doce y en medio de ellos dos, una sonriente bebé Evolet de apenas unos meses, ¿Seis, quizá?
Lo tierno de la foto no solo era por lo pequeños que estaban ellos, sino también porque más a un costado derecho, había otra fotografía recreando la anterior, debió de ser tomada no hace mucho.
—Listo —anuncian Kacey y Lana, saliendo de la habitación.
—Voy yo —Zharick se escurre adentro.
—Las vemos abajo —dicen el par de castañas, volviendo por el pasillo.
Zharick no tarda tanto en salir con un pijama largo y el pelo recogido en un chongo muy esponjado, Amadea fue la siguiente en irse a cambiar y por última estuve yo, había escogido mi mejor pijama para esa noche: camisa rosa pastel manga larga que tiene una capucha con orejas de gatito y unos pantalones cortos de lana, también rosa pastel con lunares blancos.
Zharick sonrió y negó con la cabeza cuando me vio salir con la capucha puesta.
—Debí esperarmelo.
—¡Ow, a mí me encanta tu pijama! —exclama Amadea.
—¿A qué está genial?
Ella asintió, aún viendo mi capucha.
De vuelta a la sala, todos los chicos se habían cambiado ya, no quise saber si lo habían hecho en la presencia de todos ellos, el único aún con su ropa normal era Eros, que estaba yendo de un lado a otro siguiendo indicaciones de su mamá.
Baloo en el sofá tenía a un nuevo par quienes le dieran nuevos mimos: Evolet y su primo, Jacob, hace mucho que no le veía.
—Oh, hola, Jacob —dije, yendo a ellos.
—¡Diane! —chilla, viniendo hasta a mí a abrazarme con toda su fuerza infantil.
—Guao, cuánta fuerza —digo, aún con él apretujando mi torso.
—Hey, Jac, que no se te olvide que ella respira —le dijo Eros, quién deja unos tazones con snacks en la mesita central.
Jacob se rió, aflojando su agarre.
Conseguí de forma milagrosa que volviera su atención a mi mascota para así ir a ayudar a Eros con los bocadillos y a la señora Martha a servir la pizza que había traído su marido. No pasé por alto que ellos se veían bastante relajados, alegres sería la palabra, como si la idea de que once adolescentes y dos niños fuera cosa de todos los días.
Si yo le hubiera dicho a mis padres que haría una pijamada en casa con esta cantidad de gente, lo más probable es que de lleno habrían rechazado la idea, o como mínimo, rebajar la cantidad de invitados.
Durante la cena, con todos reunidos en la sala, Evolet y Jacob surgieron ver una película, y como fueron los niños los de la idea, fueron los niños la que la eligieron.
—Bueno —dijo Neizan, dando un mordiscos a su pizza—, Frozen no está tan mal, después de todo.
Tan mal no estuvo porque fuimos nosotros, los once chicos que la mayoría tiene dieciocho años los que llegamos hasta el final de la cinta, incluso escuché a Christopher con Jeremiah cantar Do You Want To Build a Snowman? Y, vale, he de admitir que fue bastante épico como todos tarareamos y cantamos por lo bajo la canción de Repairs.
¡Es que es muy buena!
Después de lavar los platos y vasos que ensuciamos, disfrutamos la espera de la llegada de la luna llena jugando juegos de mesa, también usando la máquina de karaoke de los Jackson. Algo que debo decir es que no imaginé que esos mastodontes de Neizan, Jeremiah y Fabien cantaran tan bien, gran dueto que hicieron con Zharick cantando I'll Be Waiting de Walk Off The Earth.
Estaba grabando como Tobías y Amadea, otro par que tienen voces muy bonitas, cantan Can't Stop Singing de Ross Lynch y Maia Mitchell, (sí, la misma de Teen Beach Movie, incluyendo baile de tap y todo) cuando entonces siento un toque suave en mi brazo, volteo a ver de quién se trata, Eros susurra a mi oído:
—¿Puedes acompañarme arriba por unas frazadas?
—Claro, vamos —pauso la grabación, dejo mi móvil sobre la mesita junto a la lámpara.
Subimos de vuelta al piso de arriba, del armario al final del pasillo sacamos unas frazadas y almohadones extras.
—Espera, olvido otra cosa.
—¿Puedo dejar esto en el suelo? Es que mis brazos de fideo no soportan tanto peso.
Oigo a Eros reírse, acto seguido me ayuda a dejar las cosas en el suelo junto a su puerta.
—Sí, necesito que me ayudes a rebuscar.
Apenas puse un pie en su cuarto noté la diferencia, además de cambiar la disposición de sus muebles, había agregado fotos, fui hasta donde estaba su escritorio sin poder dejar de sonreír, la pared tenía fotografías del último tiempo, tanto con Christopher como con sus hermanos y... conmigo.
Son las fotos que he tomado y le he enviado, desde el baile hasta la primera tarde en la reserva, el día en la azotea... Con cada una que veía, mi sonrisa se ampliaba, haciendo que mis mejillas duelan, no podía importarme menos.
—Supongo que yo soy el que está muy prendado en esta relación —dijo llegando a mi lado, admirando lo mismo que yo.
No encontraba palabras qué decir.
—¿Sabes? Hace poco noté que como yo te contagié mi filtro para ver el mundo, tú me contagiaste un poco de tu gusto musical.
—¿Ah, si? —logré decir.
—Tranquila, sigues teniendo el puesto de swiftie entre nos —no pretendía perderlo—, lo que decía es que, hace unos días estaba escuchando una canción y hubo algo que me quedó en la cabeza.
—¿Y eso sería...?
Eros arruga el rostro un segundo, como si no se creyese que está a punto de decir lo que sea que tiene en mente.
Ahora me interesa más.
—Odio los accidentes, excepto el que hayamos pasado de ser amigos a esto.
Paper Rings, lo reconocí al instante.
Me pongo de puntillas para estar más cerca de su rostro, Eros ajusta sus manos a mi cintura.
—Y yo espero que no tengas a nadie esperando por ti.
—¿Cuentan los chicos abajo?
Pongo los ojos en blanco, él sonríe.
—Puede que solo llevemos dos semanas juntos, pero créeme que no hay y no habrá nadie más que tú —quita un mechón de mi pelo de en medio—. Ahora, si se me permite, me he estado muriendo por hacer esto desde que te ví entrar.
Tampoco cómo que esperó una respuesta mía, solo se acercó terminando con la distancia para besarme. Igual no me molesté con él porque, en el fondo, yo también quería lo mismo.
Yo también odiaba los accidentes, los cambios a mi entorno son algo que aún me siguen dando pánico, pero que nuestra amistad haya dado un paso a ser una relación amorosa... nah', de eso no me quejo en lo absoluto.
Quería mucho a ese chico, al torpe mesero, a mi choco-sonriente.
Eros me alzó de la cintura como es costumbre suya sin dejar de mover sus labios sobre los míos, mis oídos captan ligeros movimientos, como si cosas se estuvieran moviendo, al segundo siguiente estoy sentada sobre la superficie del escritorio con él haciéndose un espacio entre mis piernas.
Vale, algo estaba pasando, no obstante, mi cerebro no logra procesarlo bien.
Los niveles de ese beso aumentan, pasan de ser roces tiernos y delicados a algo más fervoroso he incontenible si no daba un alto. Una de las manos de Eros abandona el agarre en mi cintura y se asenta en mi nuca, la otra con leves caricias que aumentan el cosquilleo que me recorre el cuerpo se cuela por debajo de la camisa de mi pijama.
Señal numéro dos de que algo estaba sucediendo y mi cerebro sigue sin dar órdenes de alto.
Parece estar más concentrado en disfrutar del momento, pensando en qué él es demasiado buen besador y que estoy yo aquí, toda una inexperta y torpe haciendo mis mayores intentos por poder seguirle el ritmo. Mis manos toda atrevidas tuvieron la osadía de seguir el recorrido por debajo de la camisa de su pijama, tenía la piel caliente, Eros emite un gruñido ronco cuando mis manos solo suben un poco más, tanteando su torso.
Nunca había le había tocado nada más que las manos, máximo la cara, esta era mi tercera señal junto a cómo empezó a inclinarse un poco sobre mí de que algo ocurría y que si no lo detenía, podría ser algo demasiado para mí.
Así que recopilé algunos gramos de valor que tenía para ir alentando la intensidad de ese beso hasta poder al fin alejarme. Ambos dábamos respiraciones agitadas, sentía el rostro en exceso caliente, Eros también estaba furiosamente sonrojado y con los labios de color cereza.
—Yo... lo... perdón —dijo entre jadeos, aún medio recostado sobre mí—, solo... me he... me he dejado llevar —se aclaró la garganta y me miró, sus pupilas estaban bastante dilatadas—, perdón, Didi, si... si te incomodé o... o...
Antes de que se diera cuenta que le estaba tocando el torso, saqué las manos del lugar que en primera estancia no debían de estar y le acaricié la mejilla, dibujando una sonrisa tranquila.
—Está bien, igual yo también me dejé llevar —Eros se rió nervioso—, tranquilo, todo está bien —para convencerlo, dejé un nuevo beso sobre sus labios, más corto y dulce.
—Creo que será mejor bajar, todos se han de preguntar qué pasó con nosotros.
Hubo un pequeño momento incómodo cuando bajé del escritorio y nos acomodamos un poco las pijamas y el pelo, no es que habíamos hecho nada malo, pero de todos modos se sentía ese aire extraño.
Eros buscó en su armario un par de videojuegos para la consola y salimos de su habitación, dónde recogimos las frazadas que aún seguían en el pasillo. Otra vez en la sala, Christopher con Zharick estaban cantando una canción romántica en el karaoke, mi cerebro aún no bien oxigenado no la reconoció.
Dejamos las frazadas y almohadones dónde estaban todos los sacos de dormir, los videojuegos en la mesa y fuimos hasta la puerta corrediza del patio, dónde los papás de Eros estaban sentados en unas sillas de playa con tazas humeantes de chocolate caliente en manos.
—¡Oigan, cantantes! —exclama él, llamando la atención—, ¡Ya la luna salió, así que tomen una taza de chocolate y se van al patio!
—¡Chocolate! —festejan los niños, corriendo a buscar sus tazas designadas en la mesa del comedor.
Así fueron cada una hasta que quedaron las nuestras, en el patio los niños optaron por sus sillas de playa y los demás a sentarnos en el suelo, antes de dar un sorbo, Eros y yo chocamos nuestras tazas de chocolate.
La luz de la luna llena de esa noche iluminaba bastante bien el patio, del otro lado escuchaba a los mastodontes tararear una melodía por lo bajo, de verdad que cantan lindo. Sin importar quiénes lo vieran, mi novio dejó un beso a la altura de mi sien y rodeó mis hombros con su brazo, atrayendome a su costado, apoyé mi cabeza de su hombro, sintiendo que quería tener esa tranquilidad mucho tiempo en mi vida.
-
Semanas después...
—¡Estamos listas! —mamá y yo bajamos con cuidado las escaleras.
—¡Gracias a Alá! —exclama papá.
—Ahora entiendo bien a mi papá —comentó Eros.
—¿Qué tal estamos? —le preguntamos al par de hombres que han esperado aburridos en la sala por más de media hora.
—Preciosas, ahora, ¿Podemos irnos? La ceremonia empieza en treinta minutos.
Mamá rió, yendo a tomar el regalo que descansa sobre la mesa.
—Sí, andando, no me quiero perder nada de este matrimonio.
Eros también tomó su regalo que aunque le insistí no sería necesario, él refutó en que lo compraría porque no quería ir con las manos vacías.
Eh, no di ese detalle, ¿verdad? No, seguro no. Había invitado a mi novio como acompañante a la boda de mi prima, mis papás estuvieron de acuerdo y él más que feliz de que haya pensando en él para este evento familiar, pude invitar a mi mejor amiga, pero Zharick este fin de semana está pasándolo con su familia, y yo no soy quien para intervenir en ese momento.
Así que, ¿Por qué no mi choco-sonriente?
Igual lo consulté con la novia de esta noche y estuvo más que de acuerdo, no quería ser inoportuna y llevar a alguien que no estaba en el presupuesto de la pareja, así que cuando Mónica me dijo «Claro, no hay problema» me sentí bastante aliviada.
—Venga, Baloo —mi perro vino corriendo a mí, le había comprado un lindo corbatín para esta noche y está muy tierno con él.
Ya con su paseador puesto y la casa cerrada, subimos al auto de papá, quién puso música de la radio y encendió el motor para ir camino a Boston a la boda de mi prima.
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