El plan de ir al parque de diversiones estaba pendiente desde hace mucho tiempo. Los cinco amigos necesitaban pasar un tiempo libre juntos después de tantos deberes y responsabilidades y coincidieron en que esa noche sería perfecta para todos.

Había dos parejas oficiales en el grupo, pero no era incómodo para el tipo restante, al menos ninguno de los cuatro amigos pretendía que lo fuera. 

Todo parecía ser perfecto entre todos, sin embargo, en los últimos días la relación entre cada uno parecía romperse cada vez más y todo era culpa de Robin.

Marian sabía lo que hizo y no estaba en sus planes perdonarlo, Scarlett sentía que su amiga ocultaba algo y tampoco pensaba perdonar a su primo, Pequeño Juan no podía creer que amigo fue capaz de llegar a tanto nivel de patanería con su novia, Tuck deseaba que la paz regresaba y Robin se encontraba de pronto en la mira y odio de todos sus amigos y quería tratar de pensar que no era su culpa.

Apenas entrar al parque todos notaron algo extraño, no atendía una persona real, se trataba de una especie de robot que intentaba ser amable pero era aterrador. 

Pequeño Juan abrazaba a Scarlett por los hombros y hablaban con Tuck muy sonrientes, mientras que unos pasos más atrás estaban Marian y Robin, sin hablarse, sin mirarse si quiera, alejados uno del otro y con sentimientos encontrados. 

Tuck entregó las boletas de todos y el grupo se reunió para entrar. 

Scarlett miró preocupada a su amiga y Pequeño Juan le susurró que se acercara para apoyarla, ella así lo hizo, sin embargo la chica no habló, solo se apartó de Robin y caminó con lentitud junto a su compañera con la clara intención de perder a su novio de vista. Los tres chicos se reunieron, aunque también en silencio. 

- Ey, miren - anunció Tuck con entusiasmo - Un pasaje de terror.

- Vayamos - dijo Pequeño Juan. 

- ¿Quieres entrar? - preguntó Scarlett a su amiga, Marian asintió y con un pequeño y corto ruido de su garganta dijo que si, sorbiendo su nariz y siendo abrazada por su amiga por la espalda, juntando ambas sus cabezas y uniéndose a los demás. 

En ese punto todo cambia. 

Todos se separan.

Tuck está solo y por su cuenta, aunque eso no parece un problema para él. 

Scarlett y Pequeño Juan están juntos, a pesar de que no hay nadie más al rededor y sus gritos parecen no ser escuchados pueden sonreírse uno al otro y darse fuerza mutuamente, como si con solo sus miradas pudieran decirse: "Me alegra que estés aquí"

Para el disgusto de Marian su pareja es Robin. Ella está demasiado preocupada en sus pensamientos y no tiene tiempo de gritar para pedir ayuda. Él tampoco parece muy preocupado de la situación actual. A ninguno parecía interesarle.

- ¿Puedes decirme qué pasa contigo?

No recibió una respuesta, ni siquiera un grito que lo alejara, ni una sola reacción. Pasados unos minutos se rindió. 

- No me hables si no quieres, estaré aquí cuando decidas responderme - pero ella ni siquiera le dedicó una mirada de lástima, siguió concentrada en un punto fijo del suelo - No sé si fuiste tú quien me la contó, pero escuché la historia de un chico que esperó 100 días, me parece, afuera de un castillo para probar que era digno de la princesa, antes de poder cumplirlos se rindió - Marian se sentó en el piso, abrazando sus piernas - Cuando le preguntaron por qué lo hizo, dijo que la princesa no merecía todo lo que hizo por ella - Marian lo miró esta vez y Robin le sonrió divertido - No estoy diciendo que no lo merezcas, eres una princesa, pero no la de mi historia - se sentó a su lado, pasó su brazo sobre su cuello y plantó un dulce beso en su cabello, Marian se quedó quieta. Era algo suyo, solo de los dos, sin importar que tan enojados estuvieran no despreciaban el cariño del otro. Robin no creía poder soportar su abandono también.

Pasados unos minutos, una voz de mujer habló por el altavoz. 

- Pónganse cómodos, mis queridos invitados, nunca podrán salir de aquí.

696 palabras 

Este capítulo y esta historia están dedicado a una personita muy especial por su cumpleaños