Un pequeño hogar llamado Budapest
Yuri había visto muchísimas cosas maravillosas, todas tan diferentes entre sí que no sería capaz de elegir cuál de todas ellas era la más bella.
Pero Budapest tenía otro tono. Un nivel que la diferenciaba de las demás. No por nada era llamada la Perla del Danubio, una pequeña ciudad perdida que quizás no muchos solían tomar en cuenta cuando recorrían el continente europeo.
-¿Iremos a los baños termales? -inquirió JJ de camino al Ice Castle- ¡Nos mereceremos relajarnos!
-Sólo por hoy, coincidiré contigo -dijo Yuri pero con el ceño fruncido para que JJ no se hiciera ideas erróneas. El canadiense le pasó el brazo por los hombros de manera amistosa.
-Este lugar es tan... cálido -murmuró Leo-. No sé, me genera una bonita sensación.
-Es porque tendremos una bonita estadía -habló Otabek-. Nada de cerveza, de tipos extraños con maletines ni pérdidas de dinero. Seremos solo nosotros, relajándonos por al menos cuarenta y ocho horas.
Nadie quiso rebatir aquello. Mucho menos cuando vieron la gigantesca sede del Ice Castle local donde se publicitaban sus famosos baños termales. A Yuri no le vendría nada mal dar una zambullida en alguno de ellos.
De adentro no parecía tener el estilo bohemio de las otras sedes que el grupo visitó. Era mucho más contemporáneo y se veía impecable, pulcramente decorado con colores más bien apagados pero que daban esa sensación de calidez que Leo había mencionado rato atrás.
-¡Buenos días y bienvenidos a la sede del Ice Castle en Budapest! -saludó una vocecita dulce.
Yuri giró la cabeza para mirar al sujeto y rodó ligeramente los ojos. Genial. Otro japonés. De verdad son una mafia.
-Mi nombre es Yuuri y espero poder ayudarlos en lo que dispongan así su estadía con nosotros haga de su visita a Budapest una experiencia única -les sonrió, acomodándose las gafas que se le deslizaban por el puente de la nariz.
-¡¿Eh?! ¡¿Yuuri?! -replicó Yuri con molestia tras haber oído su nombre. Mila lo interrumpió.
-¡Necesitamos un cuarto para cinco! -dijo también simpática.
El Yuuri impostor empezó a teclear animado algo en la computadora. El Yuri ruso no podía parar de escrutarlo con la mirada.
¿Cómo era posible que un japonés tan burbujeante y lindo se llamara como él? Le quitaba todo el misticismo y magia a su imagen de vándalo.
-¿Desean contratar el servicio de aguas termales?
-Por supuesto que sí -respondió JJ-. Por casualidad... ¿no hay chicas lindas alojadas aquí?
-¡Uf! Todos nuestros clientes son lindos -dijo Yuuri sonrojado-. De hecho, yo me casé con uno de ellos diez años atrás cuando vino a hacer turismo por aquí.
-¡Eso es tan lindo y romántico! -para sorpresa de Yuri, quien dijo eso fue Leo.
No pudo evitar dar una hojeada a Otabek. No quería sentirse identificado con la historia que contaba ese recepcionista pero la verdad era que cualquier romance nacido de un viaje sentía que le provocaría esa sensación de familiaridad que tenía al estar al lado de Otabek.
No entendía cómo esa gente lo hacía lucir tan sencillo. Yuri iba solo dos semanas y todo se sentía complicado o como un verdadero fiasco.
-¡Qué disfruten de la estadía! ¡Un honor que nos elijan! -exclamó Yuuri mientras las puertas del elevador se cerraban detrás de ellos.
Bueno, al menos tenía ascensor, no como el de Londres o Dublín. Le dolía la espalda cuando recordaba que tuvo que cargar con un JJ borracho escaleras arriba en Irlanda.
Las camas, que constaban de dos matrimoniales y una individual, fueron divididas como solían hacerlo en casi todos los destinos desde Ámsterdam: JJ y Otabek en una, Leo y Yuri en la otra, mientras que Mila disfrutaba de la individual para ella sola.
-Me iré a las aguas termales -avisó JJ saliendo en bata del baño-. Por si alguien me quiere acompañar...
-Voy yo -se levantó Otabek de un salto. Leo también los siguió.
Yuri los observó irse, un poco deseando ir él también. Mila lo escrutaba a él, bastante segura de sus intenciones ocultas. La noche anterior en Viena las cosas con Otabek tenían un mejor rumbo ahora pero no sabía si era correcto tratarlo como si absolutamente nada hubiese ocurrido.
La incertidumbre le duró tal vez tres minutos. Yuri mandó al diablo todo de repente.
-También voy a los baños -le comunicó a Mila. La chica junto las palmas como si estuviera rezando.
-¡Tiempo a solas, al fin! Tanto que he suplicado por esto...
Yuri rodó los ojos y se acomodó la bata por encima de sus shorts de baño. No es que le diera pavor mostrarse desnudo -había viajado a Finlandia un par de veces y allí el sauna debías disfrutarlo sin ninguna prenda encima- pero le generaba algo mostrarse desnudo enfrente de Otabek. Más luego del rechazo en Praga, al que apenas empezaba a habituarse.
Si no querías verme desnudo pues no te daré el placer de hacerlo ahora, Otabek, pensaba. Ya estaba empezando a comportarse como JJ lo haría.
Las aguas termales estaban en el subsuelo y Yuri ya podía sentir el vapor que emanaba de la inmensa habitación. Era un lugar espectacular, con una larga piscina de agua cristalina que estaba rodeada de columnas de estilo jónico con diversos relieves tallados, diferentes en cada una de ellas. Yuri miraba anonadado la majestuosidad del lugar. Comenzaba a dudar de que aquel Ice Castle fuera un hostal de verdad en comparación de sus sosos hermanos en el resto de capitales.
¿Sería que los dueños de aquel Ice Castle tenían mucho dinero como para permitirse tales refacciones?
Pudo ver a lo lejos las cabelleras de Leo y JJ, carcajeando con unas copas llenas de coca cola. No era demasiado elegante pero los dos se veían felices, eufóricos y bastante divertidos de estar allí. El canadiense parecía tener un radar ya que al instante notó que Yuri los miraba a varios metros de distancia. Le hizo señas -además de unos cuantos chiflidos- para que se les sumara. Yuri rodó los ojos pero no se negó.
-¿En dónde está Otabek? -preguntó casi sin darse cuenta de la desesperación que emanaba su voz.
-Uf, ¿qué voy a saber? -JJ dio un sorbo de su copa- Había unas chicas lindas por ahí y se fue.
Yuri apretó los labios. Por la sonrisa que le estaba dedicando, podía jurar que lo decía para que se pusiera celoso.
-No te creo.
JJ se encogió de hombros con una carcajada que quería escapársele. Leo le dio un codazo divertido. Por los colores que Yuri veía abajo del agua, los dos chicos al parecer iban desnudos.
-Está en el vestuario, Yuri. Ya conoces bien a Otabek para saber que no perseguiría unas faldas.
-Gracias. Creo que iré a buscarlo, por si necesita ayud-...
Yuri estaba girando sobre sí mismo mientras terminaba de hablar con Leo por lo que eso no le permitió notar un cuerpo grande y fuerte que acababa de impactarse contra el suyo. Quedó desorientado un par de segundos, la vista hacia abajo cuando notó que algo particular acerca de la otra persona.
Iba desnuda. Como, 100% desnuda. Yuri contuvo un grito y abrió los ojos como platos al notar ese detalle.
Y más aún cuando se dio cuenta que no era Otabek -no es como si lo hubiese estado esperado, por supuesto-.
Era mucho mayor, más alto y de hombros más delicados pero no por eso menos fuertes. Por un segundo creyó que se trataba de algún cuarentón de cabeza color platino pero su joven rostro le quitó aquella idea de un plumazo.
-¡Ah, disculpa! -dijo con un fuerte acento que Yuri reconoció como ruso. Él tenía el mismo- Que despiste, tengo la cabeza en otro lado...
Yuri se sonrojó ligeramente. No quería admitir que con quien acababa de chocar era un atractivo hombre ruso desnudo. Y que tenía un cuerpo escultural que haría que cualquiera le envidiase.
-¡Yuri! Has venido -exclamó la lejana voz de Otabek mientras se acercaba por detrás del ruso.
Yuri seguía en silencio. Sus ojos yendo de Otabek al extraño en cuestión de segundos. El kazajo lo miraba ahora con las cejas fruncidas.
-¿Yuri?
-¡Yuri, este es Viktor! -chilló JJ desde la piscina- Es el marido del Yuuri de arriba.
Como si eso hubiese solucionado las cosas. Ahora podía sentirse tres veces peor por mirar anonadado a un hombre casado.
Yuri cerró los ojos y trató de enfocarse. Contó hasta diez de manera más bien rápida ya que sabía que todos los demás lo observaban. Y entonces recurrió al último plan que tenía; tal vez eso lo dejara incluso más sonrojado o desconcentrado, pero al menos desviaría con certeza la imagen del tal Viktor que seguía balanceando sus atributos en frente de todos esos extraños sin ningún problema.
Para Yuri, la única solución que le quedaba, era imaginarse a Otabek desnudo.
Así que eso fue lo que hizo. Ya podría lidiar más tarde y en soledad con las secuelas que eso le dejaría.
Decidieron tomarse un día de relajo en Budapest antes de dedicarse a conocer la ciudad a fondo. Todos estaban agotados y necesitaban un poco de paz. Yuri lo pasó en las aguas termales junto a todos los hombres -incluido Viktor- para luego salir a almorzar en cuanto Mila fue a buscarlos y probar lo mejor de la gastronomía húngara.
La siesta consistió en un pequeño paseo en bote por el Danubio, lo cual les dio un pantallazo de lo que recorrerían los dos días siguientes: como el Puente de las Cadenas, que separaba las históricas ciudades de Buda y Pest -en esta última es donde ellos se alojaban-. Y quizás menos importantes, los puentes Margarita y el de la Libertad. Los tres eran gigantes de acero que te hacían sentir diminuto, como si fueras un minúsculo circulando por una ciudad hecha para colosales titanes.
Otra visión era la de las preciosas estructuras de estilo imperial que abundaban en la capital, desde el Parlamento hasta el Castillo de la vecina ciudad de Buda. Podía sentir la belleza al igual que en Viena y ya no se sentía descabellado al pensar que ambas ciudades estuvieron enlazadas tantos años bajo el mandato del Imperio Austro-Húngaro.
-¡Ah, casi me olvido! -dijo JJ moviéndose demasiado en su reducido lugar en el bote- El Ice Castle dará una fiesta hoy. Me lo mencionó Viktor.
-Oh, cielos... ya habíamos tenido demasiada suerte.
-Pareces muy amigo de ese Viktor -masculló Yuri interrumpiendo.
-Soy amigo de cualquiera que me invite a una fiesta.
Ninguno de los cinco dijo nada. Estaban tal vez debatiéndose entre si debían asistir a la fiesta, o no. Aunque Yuri sabía muy bien que la mayoría del grupo terminaría decantándose por sí formar parte de ella.
-Todas las semanas organizan una, o eso me dijo Viktor. La temática será vestirte de la forma más bizarra posible.
-¿Cómo Yuri hace siempre, entonces...? -empezó Mila pero recibió una tironeada de cabello del chico.
Él no iba a deja que se burlaran de su sentido de la moda. Cuántos hombres de su edad hubiesen deseado poder tener tanto estilo como él pero no se animaban a ir en contra de las normas sociales. Ya podrían ir aprendiendo de Yuri.
Ya faltaba poco para la "fiesta" de la noche -Yuri no sabía qué clase de fiesta podían organizar los dueños de un hostal- por lo que decidieron regresar tranquilos hasta el Ice Castle. Ya podía sentirse un poco los ánimos de pre-fiesta ya que había muchas personas, tanto huéspedes como empleados, acomodando un poco la recepción de manera que luciera mucho más animado.
-¡Quiero la fuente de ponche vigilada! -exclamó Viktor- No me gustaría ver a menores bebiendo alcohol cuando no se debe...
Al menos iba con ropa.
O eso podía decirse. Tenía unos pantalones oscuros pero... el bóxer, color rojo fuego, iba por encima de la ropa. Y tenía la camisa atada por la espalda.
¿Esa era su idea de vestir bizarro?
Los cinco se apuraron en subir para no ser incautados por ese hombre demasiado extraño. Ya cuando estaban llegando a la habitación, JJ dio un jadeo de exclamación que llamó la atención de todos.
-He sido iluminado.
-¿Hm? -mascullaron Yuri y Otabek al unísono. Intercambiaron una mirada algo avergonzada por aquello.
-Mila -dijo dirigiéndose a la chica, sujetándola fuertemente por sus delgados brazos-. Necesito que te quites el sostén.
-¿Eh?
-Y que me lo des -terminó de decir con seriedad.
-¡No me lo quitaré aquí en el pasillo!
JJ la miró desafiante, agitando los dedos en su dirección.
-He desnudado a Leo y Otabek en un pub de Ámsterdam. Y casi lo hice hoy con Yuri en las aguas termales -habló con cierto orgullo-. Nada me evitará hacerlo contigo.
-La palabra clave en esa oración es casi -intervino Yuri- ¡Y es que casi te quedas sin diente!
Mila, que estaba sin ganas de ponerse a discutir con un necio como JJ, metió tranquilamente la mano por debajo de su camiseta y desprendió su sostén. Luego metió esa misma mano por adelante y se lo arrancó luego de quitarse los breteles. Era de un fucsia chillón casi fosforescente, con encaje negro en las copas y a JJ le encantó.
Pero luego se le borró la sonrisa al ver su ancho pecho y hombros.
-Esto no me va a entrar -notó con tristeza.
-Vaya, no me digas -ironizó ella- ¿En qué mundo imaginabas que te entraría un sostén...?
Pero no la dejó terminar ya que se puso las copas en la cabeza y lo abrochó con facilidad por atrás de su cuello. Luego, miró orgulloso a sus amigos.
-¡Estoy listo para la fiesta bizarra!
-Idiota...
-Ah, y por cierto, Mila -le tocó repetidamente en el hombro-. Consíguele uno para Yuri, estoy seguro que le quedará espectacular.
Ni muerto usaré sostén.
Yuri estaba usando sostén. Y lamentablemente no lo hacía estando muerto.
No supo en qué momento exactamente se dejó convencer por JJ. Ahora podía comprender con mucha facilidad a los demás del grupo cuando dejaban que el chico se saliera con la suya. Yuri no había conocido a persona más insistente y perseverante que él. No le importaba perder la poca dignidad que tenía si eso significaba que conseguiría lo que deseaba.
Al menos Leo también fue arrastrado en aquella locura, usando un sostén color rojo en contraste del negro perlado que Yuri usaba. Otabek iba a juego con JJ, usando uno en la cabeza. Mila no paraba de tomar fotografías a todos ellos.
-Esta fiesta es peor que el striptease de Holanda -mascullaba Yuri- ¡Peor que JJ bebiendo del pico del barril en Dublín!
-Ah, ¿entonces te gustan las fiestas del estilo vikingo? -preguntó Mila.
Yuri no le contestó nada sino que soltó un pequeño gruñido. No podía darse el lujo de ser un amargado aquella noche ya que nadie tomaría en serio a un muchacho que tenía los ojos maquillados, un sostén por arriba de la camiseta y unas sandalias con calcetines.
-¡Hola! ¡Aquí! -saludó un emocionado Viktor, que aún lucía sus calzoncillos fuera de lugar pero usando unos anteojos que lucían muy similares a los de su esposo recepcionista- ¡Vengan, vengan! Estamos por jugar a soplar y aspirar la carta.
-¿No estás algo anciano para eso...?
-¡Yo quiero jugar! -chillo Mila completamente emocionada- ¡Vamos, vamos, vamos!
Ninguno se negó demasiado ya que Mila podía ser casi tan insistente como JJ. Ya había una pequeña ronda dispuesta, conformada por algunos turistas, el Yuuri falso -así había decidido llamarlo- y dos rostros que se le hacían sospechosamente conocidos.
-¿Phichit? -preguntó Mila con una sonrisa hacia un muchacho moreno.
-¡Ah, Mila! ¡Yuri! ¡Qué grandiosa casualidad!
-¡No puedo creerlo! El mundo es un pañuelo.
-Ah, bueno... Luego de Minsk nos vinimos directo a Budapest a ver a mi mejor amigo... ¡Yuuri! Y la verdad es que es un honor encontrarlos otra vez.
Los dos se abrazaron efusivamente como si fueran amigos de toda la vida. Yuri apenas estaba recordando que era el chico del tren que viajaba con su novio de semblante aterrador. El chico estaba en el suelo ya acomodado y no importaba que estuviera usando un chaleco sin ninguna camisa o camiseta debajo, igual se veía como si quisiera asesinarte mientras durmieras.
-Ejem, ¿se conocen? -preguntó JJ con unos muy obvios celos. Era un poco posesivo de sus amistades.
-Estaban en el tren a bordo de Minsk -dijo Mila señalando hacia Phichit con una sonrisa.
-Teníamos intereses comunes -rió el chico tailandés.
-Como insultar al tipo de la barra.
-¡Bueno, bueno! -JJ se puso en medio de ella y de Yuri, pasando un brazo por los hombros de cada uno- Un placer conocerte, mi nombre es Jean-Jacques pero llámame JJ.
-El gusto es mío -miró por encima de su hombro- ¡Seung, amor! Ven a decir hola.
El chico levantó la vista de la pantalla de su celular, luciendo bastante aburrido y fastidiado de haberse visto interrumpido.
-¿Para qué? -preguntó con el mismo tono monótono. JJ ahogó un grito.
-¡Seung! -le chilló Phichit.
-¡Hora de empezar a jugar! -exclamó Viktor para hacerse escuchar- Encuentren su lugar en la ronda.
De alguna manera, Mila no solo se las ingenió para que Yuri y Otabek quedaran sentados al lado del otro sino que ella misma se encontró un lugar al lado de Viktor. Primero había pedido quedar en medios de sus dos amigos para huir solo segundos después. Otabek le dedicó una cálida sonrisa a Yuri y él quiso devolvérsela, pero algo de gran tamaño le obstruyó la visión de golpe.
Era JJ. Y estaba atreviéndose a destruir lo que Mila con tanto esmero había conseguido. Le dedicó una sonrisa burlona.
-Oh -dijo al ver el rostro de Yuri- ¿Te molesta? ¿Quieres cambiar de lugar?
Rechinó los dientes. No podía simplemente que sí porque era un idiota terco y orgulloso. A él le gustaba acercarse a Otabek a su manera, no que otro imbécil viniera a querer hacerlo a los empujones.
Algunos de los otros turistas abandonaron la ronda por lo que el orden había quedado de así: Leo, Phichit, Seung-Gil, Mila, Viktor, el Yuuri falso, Yuri, JJ y, finalmente, Otabek cerrando el círculo al lado de Leo.
-¡Empiezo yo! -dijo Phichit tomando una carta del mazo, que resultó ser del palo de corazones.
Phichit contrajo la mejillas, succionando fuertemente el aire de manera que la carta quedó pegada a sus labios. Rápidamente dirigió su rostro al de su novio coreano, que miraba sin comprender la razón de que su pareja estuviera soplando una carta directo a su boca. Como Seung no tenía mucha idea de cómo mantenerla pegada, se le cayó rápidamente haciendo que sus labios impactaran como los de Phichit. JJ los abucheó.
-¡Seung! -lo regañaba su novio- ¡Pon algo de voluntad!
El chico solo rodó los ojos y tomó otra carta. La pegó a su boca y se dirigió rápidamente hasta Mila, tomándola del cuello para no correr el riesgo de que demoraran y que la carta se cayera. Mila entonces se apresuró a ir hasta Viktor, a quien se le cayó la carta de manera casual cuando estaba justo en los labios de su marido.
-¡Viktor! ¡Qué tramposo! -exclamó Phichit.
-Es que no puedo resistirme -rió con ganas-. Y hay que aprovechar que Hana y Evgeni andan de paseo por Eurodisney con la abuela Hiroko y el abuelo Toshiya...
¿Esos dos tenían hijos?
¿Y estaban jugando a soplar la carta con un montón de huéspedes que no conocían? Yuri no imaginó que la vejez podría ser tan intensa en algunos.
La música de tipo electrónica empezó a sonar de la mano de los otros turistas que ya estaban bailando al lado de la mesada de la recepción. Eso emocionó también a los de la ronda e incitó a Viktor a tomar otra carta para pasársela ahora con éxito a los labios de su marido.
Y solo entonces Yuri cayó en cuenta que le tocaba que se la pasasen. El Yuuri falso se le acercó de forma tentadora a los labios, provocando que le entraran unas ganas de molerlo a golpes. Sintió el cálido respirar del chico a través de la carta que soplaba directo a sus labios.
Yuri se apresuró. No quería que la carta se le cayera justo encima de la boca de JJ. Ese era un fondo que no tenía ganas de tocar, pero no podía decir lo mismo del canadiense, que ya le sonreía de la peor manera. Sintió el fuerte olor a menta que desprendía la boca de JJ en cuanto le pasó la carta que soplaba con todas sus fuerzas. El chico se le alejó y Yuri pudo suspirar con alivio.
Pero le duró hasta que JJ quiso pasar la carta a la boca de Otabek.
Y se le cayó.
Lo que causó que los dos mejores amigos terminaran dándose un corto pero bastante ardiente beso en los labios. Los flashes de los celulares no se hicieron esperar, así como tampoco los gritos de sorpresa y emoción de los presentes en la ronda tanto como de los que no estaban allí pero observaban.
-Me he sacado la lotería aquí en Budapest -dijo Phichit embelesado.
-Esa es una imagen demasiado caliente -suspiró Mila-. Leo, súmate al cuadro. Será un trío espectacular.
-¡Hey! -masculló Yuri pero no estaba muy seguro si era a la chica, a JJ por dejar caer la carta o a Otabek por dejarse besar y no decir ahora ni una sola palabra.
-Beka, no es por ofenderte, pero ni siquiera me has hecho dudar de mi sexualidad -le dijo JJ que aún lo tenía agarrado del cuello-. Ha sido un beso terrible.
-Estaba con la cabeza en otro lado -se excusó el kazajo. JJ se alejó ofendido.
Un incómodo silencio se hizo en la ronda. Yuri miraba al suelo con las cejas bastante arqueadas hasta arriba. Podía sentir a Otabek clavándole la mirada, pero finalmente lo escuchó suspirar. De reojo lo observó tomar otra carta y dirigirse hasta la boca de Leo.
-¡A partir de ahora debo estar atenta! -chilló Mila.
-Descuida, yo clavé una foto genial -le dijo Phichit-. Dame tu número y te la paso.
-Los cielos me han enviado un ángel -dijo ella con las palmas sobre su rostro.
Como Phichit no estaba tan concentrado la carta se le cayó provocando que Leo le diera un beso en la comisura de los labios. Los dos rieron con diversión pero Seung-Gil no podía estar más alejado de aquella emoción. Se veía como si quisiera usar sus propias manos para estrangular a Leo.
El juego siguió por varios minutos, con algunos intentos fallidos de alguien por besar a otro. JJ quiso molestar a Yuri fingiendo que la carta se caería pero se ganó un cabezazo por parte del muchacho. Incluso casi se besó con el Yuuri falso, pero Viktor agarró a su marido por los hombros justo a tiempo.
La música sonaba más fuerte ahora por lo que todos fueron a bailar en la improvisada pista. La mayoría ya lucían borrachos pero del tipo eufórico, que bailaban sin parar sobre los sillones o las mesadas decorativas. A excepción de Yuri, que lucía borracho del tipo depresivo y Otabek, que no lucía tomado en absoluto.
-¿Es que a ti no te gusta beber? -le preguntó Yuri mientras balanceaba su vaso de vodka- Pensaba que era para que alguien estuviera consciente al regresar al hotel, pero...
Otabek se removió algo incómodo en su lugar, alejándose ligeramente mientras Yuri daba pasos hacia él.
-Estamos ahora en el hotel. Y sigues sin beber.
-Tengo una relación complicada con el alcohol -suspiró tras un par de segundos-. Es difícil de explicar.
-Intentaré entenderlo -se apresuró a decir Yuri- Somos amigos, ¿no?
¿O somos algo más? ¿Somos algo si quiera?
Otabek rió amargamente. Yuri quería verse feroz pero se hacía bastante difícil. Se odiaba a sí mismo por beber tanto, soltar la lengua y luego arruinarlo todo.
-Lo somos -dijo finalmente-. Pero hay cosas de las que no hablo ni con mis amigos.
Se levantó de su lugar en dirección a las escaleras. Yuri quiso perseguirlo pero la marea de gente le hacía imposible seguirle el paso, sin mencionar que trastabillaba a causa del alcohol que tenía ahora en sangre. Otabek ya había accionado el elevador para cuando Yuri estuvo recién a cinco metros aún.
Arrojó con furia el vaso al suelo. Justo cuando las cosas parecían ir mejor, alguno de los dos arruinaba todo. O puede que estuviese destinado a fracasar sin siquiera tener que intentarlo.
No tenía ganas de volver al cuarto a enfrentar a Otabek y la recepción ahora estaba llena de cuerpos sudorosos que se apretaban entre sí. Yuri, molesto, se dirigió entonces al único lugar que debía estar vacío en esos momentos: las aguas termales.
Yuri ni siquiera se dio cuenta cuando se durmió. Simplemente amaneció sobre una de las reposeras y el ruido de los motores de los hidromasajes termales fue el que lo sacó de su profundo sueño. Como ahora se daba cuenta que tenía una resaca de mil diablos, Yuri se encontraba listo para empezar a despotricar contra quien fuera que los hubiese encendido.
Así fue como dio de frente con el Yuuri falso. El recepcionista. El hombre pegó un salto del susto al verlo con la ropa bizarra de la fiesta y un rostro bastante destruido. Todas las toallas se le cayeron de los brazos.
-¡Oh, Dios! ¿Qué haces aquí a estas horas...? -preguntó con una risita nerviosa- Deberías ir a darte una ducha y dormir unas horas más en la cama. Son las 7 de la mañana. Hay tiempo para desayunar hasta las 11.
Yuri no respondió al instante. Solo hizo su aterradora mirada que parecía funcionar en intimidar a ese tímido hombre mayor. Yuuri se agachó para empezar a recoger y doblar todas las toallas que se le habían escapado de las manos. Miraba al muchacho más joven de reojo, como si esperase que lo ayudara con la tarea en la que había contribuido para arruinar. Qué pena que no conociera bien a Yuri como para saber que eso era algo imposible.
-¿Ha ocurrido algo anoche? -inquirió Yuuri lentamente mientras doblaba la penúltima toalla.
-¿Qué? Nada ha pasado. Solo tengo resaca -gruñó de brazos cruzados.
Yuuri se levantó y depositó el montoncito sobre una reposera, sentándose él en la que estaba a su lado. Palmeó el otro asiento para que Yuri lo acompañase. Luego de dudar varios segundos, acabó aceptando. No suavizó su semblante ni tampoco descruzó los brazos, de todas formas.
-Estás molesto por algo -notó Yuuri mirándolo pese a que el chico le ocultaba el rostro.
Yuri resopló con algo de arrogancia. No necesitaba un sermón en esos momentos.
-Te he visto discutir con uno de los chicos que viajaban contigo.
-¿Me espiabas? -preguntó con el ceño fruncido.
Yuuri agitó las manos rápidamente, mientras que Yuri terminó acurrucándose sobre la reposera para sobrellevar el dolor de cabeza.
-Justo Viktor nos había ido a conseguir más bebida... y recuerdo claramente haberlo visto irse mientras lo perseguías.
Yuri se giró sobre sí mismo, ignorándolo. Pudo ver de reojo que Yuuri se mordía el interior del labio con nerviosismo.
-Vale, no quieres hablar... Mejor me regreso a la recepción que seguro hay algo de trabajo para hacer.
Lo vio levantarse de su lugar pero Yuri no pudo detenerse de tomarlo por la muñeca. El hombre lo miró sorprendido.
-Espera.
El rostro se le iluminó con una sonrisa. Quiso arrancársela a arañazos pero él era quien lo requería por lo que tuvo que bajar la guardia aunque no quisiera.
-¿Cómo es que lo han hecho? Digo, tú y... Viktor.
-¿Uh?
-Son de diferentes lugares ¿no? ¿Cómo le han hecho para estar juntos cuando apenas se conocieron?
Yuuri volvió a sentarse, luciendo bastante pensativo y algo confundido, pero en una buena manera. Lo vio sonreír con divertida nostalgia.
-Yo primero trabajé en el Ice Castle de Londres junto con mis dos mejores amigos cuando apenas dejé Japón. Meses después apenas me ofrecieron venir a cubrir un puesto en Budapest y... déjame decirte que estaba aterrado. Era un país de cultura e idiomas desconocidos, totalmente sólo y sin saber qué hacer muy bien.
Se quedó en silencio unos segundos mientras jugueteaba con los dedos. Yuri lo miraba atentamente por debajo del desordenado flequillo.
-El primer tiempo fue durísimo para mí. Lloré todas las noches porque me sentía sólo pese a que el hostal siempre estaba lleno de gente. Más tarde me di cuenta, aunque eso no viene al caso, que me sentía sólo porque yo no estaba conforme conmigo mismo. No fui capaz de darme cuenta que la única manera de dejar de sentirte sólo es... aprender a apreciar tu propia compañía.
La sonrisa se le empezó a ensanchar.
-Y ahí es cuando Viktor apareció en mi vida -soltó una risa algo nerviosa. Se veía algo adorable considerando que ya estaba casado y tenía hijos con ese hombre-. La primera vez que lo vi estaba desnudo en las aguas termales.
Yuri soltó un bufido, seguido de una risa irónica. El otro Yuuri se rió al comprender que le había ocurrido lo mismo.
-La pasamos bien durante esas dos semanas que él se quedó en Budapest para conocer la ciudad -miró hacia abajo con algo de tristeza-. Pero luego tuvo que irse. Yo pensé que la cosa acabaría pero seguimos en contacto a través de internet y de repente... mantenerlo en mi vida lucía como la situación más fácil del mundo. Quizás es porque era mutuo pero con cada día que pasaba sentía que estábamos más cerca emocionalmente.
Yuuri se encogió de hombros.
-¿Qué podría habernos importado la distancia?
Como Yuri no respondió, decidió proseguir.
-Pero claro que en esos casos las dudas asaltan siempre. Y yo, que soy un... bueno, que soy una persona algo paranoica, creía a veces que solo me hablaba por cortesía o porque le caía bien. No porque existiera una chispa de algo más entre nosotros.
-¿Y qué ocurrió? -dijo lentamente Yuri.
-Pasó más de un año hasta que nos vimos otra vez. Un día, mientras estábamos hablando sobre un cliente molesto que tuve en la semana, Viktor se presentó en la recepción del Ice Castle.
Yuri arqueó una ceja con cierta sorpresa.
-Y digamos que de allí las cosas sucedieron casi solas. Viktor aún estaba en San Petersburgo estudiando y nos veíamos esporádicamente cuando podía visitarme. En cuanto terminó, pidió hacer su especialización en la Corvinus de Budapest.
Volvió a soltar otro suspiro.
-Al poco tiempo nos casamos en España, unos años después adoptamos a nuestros preciosos gemelos en Bélgica... el resto es solo historia -sonrió de la manera más pura e inocente-. No te negaré que siempre hubo complicaciones y grandes choques que nos hacía preguntarnos si lo nuestro funcionaría a la larga, pero...
Posó su mano sobre el hombro de Yuri.
-Solo el tiempo y la experiencia de intentarlo te dirán si es lo correcto -lo palmeó un par de veces antes de levantarse- ¡Bueno! Supongo que debo ir a atender mis asuntos. Si tengo que esperar que Viktor haga algo...
Hizo un gesto divertido con los ojos. Yuri le sonrió ligeramente con solo los labios, abrazándose las rodillas contra el pecho.
-¡Espero todo se solucione! Sé que estarán poco, pero...
Buscó entre los bolsillos de sus pantalones y sacó una pequeña tarjeta del hostal para entregársela a Yuri. Algo vacilante, la aceptó.
-Sé que ese mail es solo para trabajo, pero... si algún día tienes alguna duda de cualquier tipo o solo necesitas un consejo sobre el tema o lo que sea... sabes que estaré del otro lado.
-Gracias -musitó-. Yo, eh... gracias. Mi nombre es Yuri, por cierto.
-¿Oh? ¡Somos tocayos!
Yuuri sonrió satisfecho y cómplice, alzando los hombros. Agitó su mano mientras se dirigía de regreso a la salida del cuarto de las aguas termales. Yuri se dio el lujo de también despedirlo. Quizás no era algo que admitiría en voz alta, pero el pequeño testimonio de ese hombrecito generó algo en su interior.
-¡Nos veremos en el desayuno! ¡Y no olvides beber mucha agua para que tu garganta no duela tanto! Si necesitas algunas píldoras, tenemos en la recepción varias para la resaca.
Yuri tuvo otras energías para la hora del desayuno. Todos se veían un desastre a causa de la resaca excepto Otabek, que lucía más bien un desastre por no haber dormido del todo bien. O eso le decían sus ojeras. De todas formas, ambos intercambiaron una sonrisa y un asentimiento de cabeza.
-Otra vez al ruedo el día de hoy -suspiró JJ- ¿Saben? Las próximas vacaciones quiero que nos internemos en algún resort 5 estrellas en la Polinesia. Donde me hagan masajes y me abaniquen con una hoja de palmera.
-Apoyo la moción -intervino Mila dando grandes sorbos de agua.
Otabek torcía la boca algo incómodo. Yuri también se mordía el labio con ansiedad. Pero nadie dijo más nada al respecto y se lanzaron a recorrer Budapest.
Visitaron algunas aburridas iglesias -según Yuri- y también la famosa Plaza de los Héroes. Cuando caminaban por la orilla del Danubio en el muelle de Pest, se toparon con un curioso montón de zapatos, sucios y rotos, depositados en la banquina que separaba el río de las calles. Un guía local les contó que se trataba de un monumento.
-No son zapatos reales -notó Leo con algo de sorpresa- ¡Están hechos de hierro!
Y en efecto era así. Allí había casi una centena de zapatos de hierro con tres placas conmemorativas en inglés, húngaro y hebreo que hacían honor a las víctimas del Holocausto Judío que vieron sus cadáveres arrojados en las frías aguas del Danubio entre 1944 y 1945. Yuri sintió que el corazón se le cerraba en un puño. No podía olvidar que la parte paterna de la familia de Yakov, eran judíos pese a que su padre ya ni siquiera se dignaba en profesar la religión. La herencia aún estaba allí. No podía olvidar que el apellido Feltsman fue víctima de los horrores nazis tantos años atrás. Por un segundo recordó a la familia musulmana de Otabek.
La próxima parada fue una pequeña terraza neogótica llamada el Bastión de los Pescadores. Se encontraba subiendo por la colina real del Castillo de Budapest, con una vista muy directa a la iglesia cristiana de San Matías. Leo comenzó con su perorata educativa de corte histórico.
-Estas siete torres que se ven -señaló a las torres de piedra blanca y de puntiagudos chapiteles- representan cada una de las tribus magiares que se establecieron cerca de los Montes Cárpatos.
-A ver, a ver -lo detuvo JJ-. Nómbrame las siete tribus magiares y no podré tomarte en serio como aficionado de la historia.
Leo le sonrió con autosuficiencia y le nombró una por una las tribus con una entonación húngara que a Yuri se le hacía impronunciable. La única que su cerebro fue capaz de recordar era una llamada Kér. JJ seguía intentado rebatirle los conocimientos a Leo pero estaba fallando estrepitosamente.
Otabek estaba con Mila charlando sobre uno de los barandales que tenía vista hacia la parte de Buda. Yuri sacó su teléfono para tomar algunas fotografías de manera silenciosa por detrás de una de las torres, pero la verdad era que estaba intentando escuchar lo que decían.
-¿Por qué están peleados? -preguntaba ella a Otabek.
-No hemos peleado -dijo Otabek con un chasquido de lengua. Ella lo abordó desde el otro costado.
-Hace unos días estaban inseparables.
-No sé. Algo le pasará tal vez -se encogió de hombros el kazajo.
-¿O será que a ti te pasa algo?
Otabek alzó la mirada al cielo y, aunque Yuri no podía verlo, podría apostar que estaba rodando los ojos hacia el costado.
-Sabes muy bien lo que me pasa.
-¡Eso no es una excusa, Otabek! -chilló Mila- Solo te regresas a Kazajistán...
-¿Solo me regresó? -replicó usando un tono de voz más amenazante- ¿Es en serio?
-Ya -se apresuró ella-. Lo siento, Otabek. Pero... no sé, pienso que por ponerte así con él no estás disfrutando el viaje del todo.
Lo vio tallarse el rostro. Mila se le acercó y le sobó la espalda con el rostro preocupado.
-No llores -susurró ella-. Anda, Beka... perdón, no quise hacerte llorar...
-No lloro -suspiró fuertemente-. Es casi un acto reflejo. Pensar que queda tan poco...
-Encontraremos una solución ¿de acuerdo? No vamos a dejar que te quedes más tiempo del que debes.
Yuri estaba con el corazón palpitándole demasiado fuerte ya pero sintió que se le escaparía del pecho en cuanto escucharon un chillido proveniente de dónde JJ y Leo se encontraban. Tanto él como Mila y Otabek trotaron automáticamente en busca de los dos muchachos, asustados de que hubiese sucedido algo.
Si el primer grito había sonado como Leo, el segundo que se escuchó, Yuri estaba seguro que venía de parte de JJ. Los dos estaban con las cabezas demasiado juntas y observando la pantalla del teléfono de Leo.
-¡Esto es el destino! -reía JJ.
Yuri se acercó a darle un golpe instantáneo en cuanto lo vio riéndose. Mila imitó dicha acción pero con Leo. Otabek estaba pálido pero ahora se veía muchísimo más relajado de que no fuese ninguna cosa demasiado grave. Pero sí lucía fastidiado de que hubiesen pegado tremendo grito solo para que se dieran cuenta que estaban de lo más bien.
-Esto tiene que ser el destino -volvió a decir JJ con una sonrisa- ¡A qué no se lo van a creer!
Mila se cruzó de brazos ante el canadiense. Leo seguía con la mirada perdida en su teléfono.
-A que tú no te vas a creer la patada que te voy a dar si vuelves a gritar así -chilló ella- ¿Qué te pasa? ¡Estamos en un lugar público!
-Disculpa, no he podido contener la emoción -se movía ansiosamente sobre su lugar. A Yuri eso estaba empezando a ponerlo nervioso- ¡Y ciertamente Leo tampoco se ha podido controlar!
Los tres entonces miraron hacia Leo, que ya tenía una temblorosa y tímida sonrisa en sus labios. El rubor que tenía en las mejillas debería haberle dicho a Yuri la verdad sobre lo que estaba ocurriendo.
-¡Guang Hong está en Europa! -rió JJ alzando las manos- ¡Y le ha mandado un mensaje a Leo preguntando en dónde es que estamos!
-Oh por Dios -exclamó Mila sujetándose del brazo de Yuri, casi como si estuviera por desmayarse- ¡Leo! ¡Esta es la oportunidad que hemos estado todos esperando desde hace tantos años ya!
Yuri estaba con la boca abierta de la sorpresa, pero aunque ni siquiera conocía a Guang Hong, tenía que admitir que le generaba un poco de emoción y calidez ver la felicidad que estaban experimentando todos ellos. Otabek incluso pasó su brazos sobre los hombros de Leo y lo atrajo hacía sí para darle un abrazo. Era extraño ver un gesto tan adorable sin que el kazajo esbozara una sonrisa, pero lo estrechaba con mucha familiaridad.
-Acaba de aterrizar en Atenas -dijo Leo con la respiración entrecortada y una sonrisa en cuanto Otabek lo soltó.
-Bueno, bueno... -intervino Mila haciendo una sonrisa pícara, intercambiando miradas con JJ, que ya estaba listo para hacer un comentario.
-¿Alguno tiene una objeción sobre visitar Grecia?
Entre todos se miraron con sonrisas y miradas que decían más que las palabras. El último en encogerse de hombros fue Yuri, sacando un pequeño gritito de alegría entre Mila y JJ.
Al menos hacer feliz a Leo sonaba como algo por lo que Yuri no tendría ninguna objeción.
Bueno, sé que lo prometí para ayer y la verdad es que no tengo excusas (?) ya que no fue por falta de tiempo sino porque me colgué escribiendo Stolen Kingdom jeje (que por cierto, gracias a ese ataque de inspiración ya tendremos capítulo 3 mañana). Así que disculpen los errores que corregí este muy por encima </3
¡Pero espero todos los cameos del capítulo de hoy sirvan de consuelo! El Viktuuri, el Seungchuchu otra vez... ¡Y próximamente Guang Hong! :D así que tendremos momentitos Leoji... Así que les hago una consulta: ¿Les gustaría ver después un extra de Leo y Guang Hong en Atenas? :0 Además de que estamos en medio de la segunda LeoJi Week así que estoy tentada de que veamos más de ellos.
Otra cosa que les digo: ¡Solo quedan 4-5 ciudades para llegar a París! (hay una que aún no me decido si la haré o no, ya saqué varias por falta de tiempo pero bueno, es confirmado que ya casi casi llegamos a París) Así que dependiendo de si las próximas ciudades tendrán 1 o 2 capítulos cada una, es probable que en menos de 6-7 capítulos estemos viendo la primera parte del esperado capítulo "Una noche en París" <3
Sé que he estado demorando más en escribir capis de este fic y pueden culparlo a mi manía de hacer muchos fics simultáneos. Pero saben que apenas puedo yo les traigo la historia c: además quiero llegar a la "acción" en los otros dos fics que apenas empiezan y por eso escribo esos un poco más que este. Por eso el capítulo de Atenas estará entre el lunes y el miércoles (no pongo un día específico porque depende de mi inspiración la verdad, pero no será más que eso)
¡Muchas gracias por todos los votos y comentarios! <3 Son todas un amor. Tanto en este fic como en los otros que también me siguen.
¡Besitos! <3
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